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LA LLAMA DE LA VIDA

Cierro los ojos.


Cierro los ojos y veo una luz,
la luz de una llama,
la llama de una gran vela blanca.

Respiro hondo.
Respiro hondo y siento el calor y la luz,
el calor y la luz de esa preciosa llama.

Observo.
Observo cómo esa llama, que brota de la gran vela blanca,
se mueve constantemente, cambiando su tamaño y su luz.
Observo cómo hay veces en las que la gran vela blanca
desprende una llama alta y firme, poderosa.
Observo cómo hay otras veces en las que la llama es más fina, más débil,
y se mueve errática de un lado para otro.
Parece como si se fuera a apagar, pero sigue estando ahí.

Y ahí, con los ojos cerrados, respirando hondo y observando,


me doy cuenta de que lo que estoy viendo soy yo mismo.
Comprendo que la llama es la vida,
que brota de nuestro alma, de nuestra gran vela blanca.
ese alma que sigue siempre firme en su lugar, este extenso universo,
haciendo brotar la llama, la vida,
día tras día, año tras año, siglo tras siglo, vida tras vida.

Comprendo que esa llama, la vida,


para poder existir, para poder dar calor, para poder dar luz,
necesita oxígeno, necesita amor.
Comprendo que cuanto más amor haya en nuestras vidas,
más alto crecerán sus llamas,
y a más seres llegará su calor y su luz.

Porque al fin y al cabo, no somos más que unas hermosas velas


dando luz y calor en la oscuridad,
compartiendo nuestras vidas y haciendo brotar unas nuevas.

Y veo claramente que aun cuando la llama está baja,


alumbrando temerosamente a punto de extinguirse,
un poco de oxigeno lo hace crecer firmemente,
alzando su luz y alumbrando a todo lo que le rodea.

Y veo claramente que, cuando la llama se extingue,


la gran vela blanca sigue estando ahí,
esperando a que otra velas compartan con ella sus llamas,
para volver a tener una nueva llama que siga dando luz y calor.

Porque cuando una vida se extingue, el alma permanece,


esperando a una nueva vida,
una nueva vida para poder seguir experimentando
el más bello de los regalos, el amor.

Tú eres una gran vela, al igual que todos nosotros,


que nos volvemos a encontrar vida tras vida, existencia tras existencia.

Compartamos nuestra preciosa llama


y hagamos que cada rincón del universo sienta su calor y su luz.

GRACIAS UNIVERSO, POR CADA INSTANTE, POR CADA MOMENTO, POR CADA VIDA

GRACIAS POR ALBERGAR Y PROTEGER NUESTRAS ALMAS

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