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APORTES DE LA CAPACITACIÓN
LAS TECNOLOGÍAS
El tercer grupo de requerimientos hacia el proceso de capacitación lo componen los que
provienen de los aspectos tecnológicos. La incorporación del fenómeno educativo en el
contexto de las organizaciones obligó a repensar todo el conjunto de sus recursos,
formas y modalidades, para adaptarse a las demandas que les son características.
Las restricciones en los tiempos, la importancia del factor motivacional, la necesidad de
mantener la capacitación cerca de la realidad, los requerimientos propios de la
educación de los adultos, las dificultades para transferir y sostener lo aprendido, el
procesamiento preciso de las necesidades y la dificultad para seleccionar contenidos
adecuados a ellas han producido, entre otros elementos, la necesidad de revisar, crear,
modificar y adaptar métodos, técnicas y medios educativos para poder responder con
eficiencia a las demandas.
Los capacitadores debieron abandonar las formas clásicas de la educación expositiva,
centrada en el docente, para adoptar las formas más avanzadas de la enseñanza activa,
donde el proceso se centra en el alumno, primera e inevitable condición para responder
a su educación.
Se privilegia el aprendizaje por sobre la enseñanza, el establecimiento de relaciones
colaborativas, la intensidad de la práctica y la aplicación de los conocimientos en forma
inmediata a su adquisición y a la precisión con que se establezcan los objetivos de
aprendizaje.
Este concepto produjo una revalorización de los medios educativos, que se fueron
reubicando, recreando, generaron nuevos recursos. Los medios audiovisuales, como
recurso expositivo, ocuparon un lugar destacado, haciendo que la capacitación
desarrollase tanto o más que otras áreas de la educación, un enorme stock de material
de equipos de amplia difusión.
Los conceptos de la dinámica de los grupos, desde sus diferentes aproximaciones
teóricas han sido otros de los importantes caminos transitados por los capacitadores.
Una enorme variedad de experiencias estructuradas, juegos de empresas, simulaciones,
etc. componen muestras de este proceso. En algunas oportunidades se cayó en el abuso
de su aplicación, sin embargo el campo de la capacitación sigue siendo uno de los
ámbitos donde la dinámica de grupo ha encontrado condiciones propicias para su
desarrollo.
Se recurre también con frecuencia a los procesos de aprendizaje a distancia, con
desarrollos técnicos de muy elevada calidad, si bien hay que destacar que no todas las
circunstancias han sido suficientemente efectivas, por lo que se han desarrollado formas
mixtas con etapas presenciales y no presenciales.
Los programas individuales o grupales de estudio dirigido van creciendo en efectividad a
medida que se van produciendo nuevos avances tecnológicos.
Los programas que, dentro de una estructura centralizada y presencial, tienen esquemas
de administración individual que permite que los estudiantes puedan acceder a ellos sin
esperas, han demostrado su efectividad y practicidad.
Permanentemente se incorporan novedades de tipo instrumental o metodológico que
buscar dar salidas fluidas a las demandas de capacitación que presentan las
organizaciones.
Síntesis del capítulo
La capacitación en las organizaciones compone uno de los campos más dinámicos de la
educación no formal.
La capacitación atiende la parte de la educación de los adultos que se vincula con su
realidad de trabajo, orientada a satisfacer las necesidades que las organizaciones tienen
de incorporar conocimientos, habilidades y actitudes en sus miembros, como parte de su
natural proceso de cambio, crecimiento y adaptación a nuevas circunstancias internas y
externas.
Debe asegurar una clara visualización del destino del aprendizaje y de sus
consecuencias, desarrollar un sistema complejo de decisiones para definir la
participación en las actividades, resolver importantes restricciones de tiempo,
oportunidad y espacio para el aprendizaje y mostrar fuertes compromisos tanto de la
organización como de los docentes con los resultados del aprendizaje.
Se hacen importantes requerimientos a la capacitación para que sea efectiva en el
contexto organizacional:
- ajustarse a las reglas de juego de la organización
- respetar las premisas propias de la educación de adultos
- crear y actualizar sus respuestas tecnológicas y sus medios para satisfacer con
eficacia creciente las demandas organizacionales.
Capitulo 2 – La capacitación como herramienta de la gestión organizacional
Introducción
Toda organización se modifica permanentemente. Diversos factores de índole interna y
externa así lo determinan y esas modificaciones no siempre son buscadas ni deseadas.
Muchas modificaciones responden a decisiones conscientes de la conducción de la
organización:
las oportunidades que se presentan, su naturaleza y la de su actividad
la actividad de sus competidores
las características de sus dirigentes y las de sus miembros en general
la capacidad de innovación
el desarrollo de la tecnología
las variantes de sus productos
la rentabilidad buscada
Todo esto hace que una organización tome una cierta cantidad de decisiones sobre su
quehacer que, con mayor o menor grado de tecnología sofisticada, compone sus planes
e intenta definir el futuro deseado con la mayor claridad posible. Por lo tanto, emitirá
hacia sus miembros una cantidad de mensajes más o menos ordenados y coherentes, y
plantean las expectativas que ese futuro deseado marca para cada área de la
organización.
Los dirigentes involucrados en estos cambios recurrirán a una serie de herramientas
para llevar adelante sus gestiones según las características de los procesos que les toca
administrar.
En algunos casos serán los recursos tecnológicos los que prevalezcan, en otros, los
financieros, los informáticos, los comerciales, etc. En todos los casos, en mayor o menor
grado, estarán presentes los recursos humanos que deben ejecutar los planes.
Cuando las organizaciones contratan personas lo hacen recurriendo a sus capacidades,
ya que ninguna gestión llegará a ser más excelente que la excelencia propia de la tarea
de las personas.
La calidad intrínseca de quienes llevan adelante una gestión es el límite máximo de la
calidad de la gestión.
La capacitación, como proceso modificador de las capacidades de las personas, se
transforma así en un modificador de la calidad de la gestión.
La capacitación de las personas como recurso de una gestión
La calidad de cualquier gestión está directamente vinculada con la capacidad de quienes
la llevan adelante. Cabría preguntarse entonces, ¿quién gerencia los conocimientos, las
habilidades y las actitudes de los recursos humanos en la organización?
Estos tres tipos de contenidos –conocimientos, habilidades y actitudes- son para el
capacitador la “materia prima” de su actividad. Si bien no resulta absoluto y hay
aspectos que resulta difícil ubicar en este encuadramiento, esta clasificación ha sido útil
para distinguir distintos tipos de aprendizajes que requieren diferentes actividades para
su logro.
Es importante que los usuarios de la capacitación manejen esta distinción, que será
imprescindible cuando alguien nos diga que necesita que sus colaboradores “sepan”.
No siempre resulta sencillo discernir estos tipos de contenidos, por el elevado grado de
interacción que existe entre ellos.
Conocimientos cuando nos encontramos frente a datos o conjuntos de datos que nos
refieren a una noción o concepto. Los conocimientos son susceptibles de ser registrados
por las personas en un proceso de aprendizaje de “adquisición” y pueden guardados,
archivados. Un sinnúmero de recursos son utilizados para conservar los conocimientos
fuera de las personas y estar disponibles para su adquisición.
Habilidad cuando describimos una acción. Una habilidad se expresa con un verbo.
Toda habilidad, sin excepción, requiere para su ejercicio el uso de algún conocimiento, lo
que nos permite decir que, de alguna manera, una habilidad pone conocimientos en
acción. Existe una fuerte relación, por lo tanto, entre los conocimientos y las habilidades,
pero ésta no siempre es la misma. Toda habilidad requiere una base cognitiva de
distinta magnitud. El caudal de conocimientos con que se encare el ejercicio de una
habilidad determinará la riqueza y la calidad de ésta, pero la adquisición de los
conocimientos no garantiza el desarrollo de una habilidad.
Existen ciertas personas con predisposición natural para conducir procesos
organizacionales y lo hacen bastante bien sin mucha preparación. Pero son muy pocos y,
además, cuanto mejor lo harán contando con una adecuada base cognitiva. Las
organizaciones necesitan muchos más dirigentes que los que están en condiciones de
dirigir sin demasiada preparación. Por eso es necesario desarrollar las habilidades de
conducción en muchos otros que potencialmente las tienen.
Poner los conocimientos en acción requiere ciertas actitudes, que componen el conjunto
de predisposiciones, posturas personales, forma de ver las cosas, etc. con que
encaramos una acción.
Las actitudes son condicionantes importantísimos de la forma en que la acción se
desarrolla, por lo tanto, de su calidad.
Se ha discutido si las actitudes son susceptibles de ser enseñadas tal como los
conocimientos o las habilidades, y hay quienes se preguntan si son materia de
capacitación.
Evidentemente, son materia de la capacitación por el elevado grado que existe entre los
tres elementos, pero también es evidente que no son enseñables en idéntico grado.
La tecnología educativa, como proveedora de recursos para el aprendizaje ha
desarrollado eficientes medios para posibilitar la adquisición de conocimientos y para
producir el desarrollo de las habilidades, pero es necesario reconocer que aún no
contamos con recursos suficientes en el campo del estímulo de las actitudes y que
muchos de los caminos por los que se intentó no dieron los frutos buscados y están en
fuerte revisión.
El compromiso de la organización en su conjunto y de la supervisión en particular,
resulta decisivo en el éxito que se puede lograr cuando se requieren ciertas
modificaciones actitudinales.
Generalmente en las organizaciones no se encontrarán detalles de los conocimientos,
habilidades y actitudes que se requerirán para llevar adelante los planes de trabajo, si
bien hay que reconocer que son recursos fundamentales de cualquier gestión.
Éste es un territorio que la capacitación aún tiene que conquistar dentro de las
organizaciones. La capacitación en esta área aún tiene que crecer para brindar a las
organizaciones el nivel de servicio que necesitan y que, en muchos casos, ni siquiera
conocen.
Un servicio interno
La capacitación, como todo servicio interno de la organización, es una función
intermedia, se la hace para que sean posibles sus logros. En esto es comparable con las
otras áreas de servicios: sistemas, administración, mantenimiento, legales,
abastecimiento, publicidad, etc., según las características de cada organización.
Hay muchos ejemplos de casos donde este aspecto no se cumplió. Se cayo en hacer
esfuerzos de capacitación que resultaron fines en sí mismos, y en los que no es posible
identificar con nitidez a qué requerimiento organizacional correspondieron.
Otras veces el error estuvo en la selección de los contenidos y se cayó en aprendizajes
inaplicables dentro de los usos y costumbres que caracterizan la cultura de la
organización.
Otro error en la selección de los contenidos se cometió con esos programas destinados a
describir lo que se debe hacer, pero se omitió el desarrollo de las habilidades, o sea el
“cómo hacer”.
Se encuentran errores en lo metodológico. Demasiadas clases magistrales de los
conocedores, ignorancia de los requisitos de la educación de adultos, desconocimiento
de los objetivos, falta de evaluación adecuada. Demasiada enseñanza y poco
aprendizaje.
No se aseguró muchas veces la transferencia a la tarea, ni se hicieron acciones de
sostenimiento en el tiempo.
La capacitación es un servicio interno de la organización que se cumplirá bajo cualquier
forma cada vez que alguien debe conocer una tarea, desarrollar una habilidad o asumir
una actitud. No es un elemento central de la organización y, en el caso que se desee
estructurarla, deberá adquirir la forma y las dimensiones que la situación exija.
El producto de este servicio deberá visualizarse tanto en el corto plazo, cuando deba
satisfacer necesidades operativas, como en el mediano y largo plazo, satisfaciendo los
requerimientos de recursos humanos que la organización plantea. La capacitación es un
sistema que no es propietario de los conocimientos de la organización pero actúa como
un comunicador de éstos.
Son pocos los resultados que produce por sí misma, pero es posible visualizar sus
aportes en el incremento de la productividad, el aumento de la calidad de las tareas, la
mejora de la moral y las relaciones, el uso correcto de los recursos de la organización, la
implementación de cambios y el desarrollo de personas para afrontar nuevas tareas o
puestos.
Como toda función de servicio debe reconocer que la necesidad a ser satisfecha es ajena
y ya sea que se arribe a la solución desde una acción puntual o de una secuencia de
acciones encadenadas, está brindando su servicio y cumpliendo con su misión.
La tarea de capacitación no puede excluir del tratamiento de las necesidades a los
propios interesados.
El servicio de capacitación es el responsable de asegurar:
que lo que se enseñe responda a una necesidad de la organización
que lo que se enseña sea aprendido
que lo aprendido sea trasladado a la tarea
que lo trasladado a la tarea se sostenga en el tiempo
La detección de las necesidades
En las características de este servicio se destaca la función diagnóstica que se cumple
cuando la capacitación ofrece su tecnología de detección de necesidades, donde el
usuario del servicio de capacitación tiene un rol activo.
Qué es una necesidad de capacitación
Estamos frente a una necesidad de capacitación cuando una función o tarea requerida
por la organización no se desempeña o no se podría desempeñar con la calidad
necesaria, por carecer quienes deben efectuarla de los conocimientos, habilidades y/o
actitudes requeridas para su ejecución en dicho nivel.
Las necesidades de capacitación pueden agruparse en tres grandes conjuntos:
necesidades por discrepancia: cuando una tarea o función está efectuándose
insatisfactoriamente. Lo que se está obteniendo discrepa de lo que se desea obtener y
esa diferencia obedece a un déficit de conocimientos y habilidades.
necesidades por cambio: cuando una tarea o función es modificada en su forma de
realización y los conocimientos y habilidades en uso para la actual modalidad no
habilitan directamente para la nueva ejecución.
necesidades por incorporación: cuando se agrega una nueva tarea o función
desconocida para las personas que deben desempeñarla.
El trabajo con la necesidad de capacitación
La simple detección de la necesidad de capacitación es insuficiente y se debe, al menos,
proceder a analizarla y a evaluar los datos antes de tomar una determinación sobre lo
que se hará al respecto.
Analizar las necesidades de capacitación es la tarea de discernir si la necesidad
detectada es efectivamente una situación que exhibe la carencia de conocimientos,
habilidades o actitudes o si por el contrario estamos frente a una demanda de otro tipo,
que haría estéril cualquier acción educativa por la simple razón de que ya se sabe todo
lo que es necesario que sea aprendido pero que, por alguna razón que no pasa por el
aprendizaje, no se está haciendo uso de esa capacidad.
Otro aspecto del análisis paras por la discriminación del tipo de necesidad, que nos
permite reconocer si se están demandando conocimientos sin los cuales no será posible
desarrollar la habilidad que requiere la tarea, si se nos demandan habilidades que
pongan en práctica lo que ya se conoce o si se nos pide que desarrollemos actitudes que
predispongan a la persona a encarar la tarea para la que ya está habilitado con una
conducta distinta.
Muchas veces los capacitadores enseñan lo que ya se sabía, descuidando el desarrollo de
la habilidad correspondiente o se quiso desarrollar una habilidad sin observar si la
persona disponía de suficiente base cognitiva. Otras, se omitió trabajar el conjunto de
actitudes que demanda la realización de cierta tarea en un cierto contexto.
Este análisis nos lleva a la necesidad de evaluar no sólo la necesidad sino también las
circunstancias dentro de las que ocurre. De esta evaluación deberá definirse qué es lo
que realmente está detrás del problema, deberán identificarse otras causas del
problema que acompañan la necesidad de capacitación y revisar si es posible hacer algo
al respecto, de forma tal que la permanencia de esos otros factores no anule los
beneficios del aprendizaje. Se deberá evaluar qué porción del problema será resuelto
con el aprendizaje y finalmente, evaluar si el valor de lo que se obtendrá supera el costo
de lograrlo.
Descripción de la conducta final
Cuando una necesidad de capacitación ha sido detectada y evaluada y se ha decidido
actuar sobre ella, es necesario expresarla de manera que permita al diseñador y al
coordinador producir la respuesta educativa adecuada.
A esta expresión se la llama “conducta final”.
Esta conducta final debe anticipar con la mayor claridad posible las características del
resultado esperado del proceso de aprendizaje. Normalmente una conducta final estará
compuesta por cuatro grupos de datos:
la justificación institucional: expresa POR QUÉ hacer la actividad de capacitación, da
sus razones y su justificación. Se refiere al pasado o al presente y se expresa en
tiempo pasado o gerundio. Muestra el contexto del aprendizaje a realizar y es útil para
evaluar si un nuevo uso del mismo programa es pertinente para una nueva situación.
Debe indicar los términos económicos de la situación descripta, hasta donde resulte
posible o relevante.
los objetivos generales o finalidad: muestran el PARA QUÉ de la actividad, lo que se
espera obtener en términos generales. Expresan una situación deseada, tanto lo que
se desea lograr como evitar. Su utilidad es orientar al diseñador y al coordinador,
tanto como al participante, sobre el resultado global esperado del acto de aprendizaje.
Debe señalar el beneficio que se espera obtener con este esfuerzo y, de ser posible o
conveniente, indicarlo también en términos económicos.
los objetivos operacionales: indican globalmente qué operaciones, tareas o
ejecuciones deberá estar en condiciones de efectuar el participante al final del proceso
educativo, las cuales, ejercidas adecuadamente, proveerán los aportes que demande el
objetivo general o finalidad. Normalmente los objetivos operacionales son varios y cada
uno de ellos debe expresar una acción (verbo) observable, o al menos verificable. La
utilidad de estos objetivos es la de dar al participante una idea de lo que estará en
condiciones de hacer (y se espera que haga) al término del aprendizaje.
los objetivos de aprendizaje: especifican con gran detalle lo que el participante deberá
hacer para DEMOSTRAR que ha logrado el aprendizaje indicado por cada objetivo
operacional, y generalmente se requieren varios objetivos de aprendizaje para indicar
el logro de las habilidades requeridas por cada objetivo operacional.
Cada objetivo de aprendizaje debe indicar:
- una realización observable
- las condiciones en que se efectuará dicha realización
- el criterio con el que se aceptará que la realización efectuada tiene la calidad
requerida.
La utilidad de estos objetivos es la de indicar cuándo el participante ha concluido su
aprendizaje y hacer evidente y demostrable ante el solicitante de la actividad que el
aprendizaje ha sido logrado.
La diferenciación
Entre los diferentes objetivos que busca alcanzar una gestión empresaria está el de
distinguirse de sus competidores, en el mercado en que actúa.
El nivel de capacidad de sus integrantes, así como los rasgos tecnológicos que
desarrolla, componen dos de las fuentes de diferenciación más significativas.
Cuanto más enriquecidas están las posibilidades de una persona de efectuar creativa y
autónomamente sus tareas, tanto más enriquecida resultará la gestión en todos sus
niveles, en todos los puestos, independientemente de su posición jerárquica.
Una organización sana aspirará a tener los mejores gerentes así como las mejores
personas en cada una de las posiciones de la organización.
El otro elemento de la diferenciación es la tecnología
Tecnología la forma de hacer las cosas, la manera en que la organización estructura
sus recursos para realizar su tarea. Cada organización tendrá su tecnología de gestión
que la diferenciará de la de las otras organizaciones, aún de aquellas que se dedican a lo
mismo. Las personas de cada organización enriquecen su tecnología con sus hallazgos y
sus aportes.
Cuando una organización es muy activa en este campo, aumentará su independencia en
la gestación de nuevos recursos, por lo que ganará personalidad, adquirirá identidad y
encontrará estímulos y nuevos espacios para la creación.
En este sentido, la organización se irá distinguiendo de las otras al generar perfiles para
sus distintas áreas de gestión. Es así que se generará una brecha entre los
conocimientos que manejan las personas que se incorporan a la organización o los que
acceden dentro de ella a nuevas posiciones y los requeridos por la tarea. Ayudar a las
personas a salvar esa brecha es otro de los aportes del sistema de capacitación.
La política de capacitación
La capacitación debe concretar su función de servicio dentro de un marco político
coherente con el conjunto ideológico de la cultura de la organización.
En forma implícita en sus comportamientos, las organizaciones han respondido con
ciertos modelos más o menos identificables a las políticas que regulan sus servicios.
Las políticas se han desarrollado sobre dos variables:
Políticas con énfasis en el desempeño de la tarea
Políticas con énfasis en el desarrollo de las personas
1. Cuando la política de capacitación de una organización no está demasiado
determinada ni por el desempeño de la tarea ni por las expectativas de desarrollo de
la persona, se dice que es una política de BENEFICIO. En esta alternativa, se
considera la capacitación como un beneficio que la organización concede a sus
miembros. En esta modalidad existe una baja relación entre las necesidades de la
organización y los esfuerzos educativos, la organización no está esperando una
aplicación específica de los aprendizajes dentro de la gestión.
Subyace una serie de supuestos que justifican este modelo, por ej. el supuesto de
que ya las personas saben todo lo que tienen que saber para su tarea o no se
considera la adquisición de conocimientos como una parte de la gestión
organizacional.
Si se admite la existencia de este modelo en forma pura, quedaría excluida la tarea
de detectar necesidades de la función de capacitación, puesto que las acciones de
capacitación sólo responden a los intereses particulares de las personas.
Las organizaciones optan por este modelo, por distintas razones. En muchas culturas
el acceso al conocimiento es una fuente de prestigio y un factor de diferenciación con
otras. Otra razón puede ser que la capacitación es demasiado onerosa y compone
una forma de beneficio real para la persona. De todas formas, un incremento en la
capacidad de las personas es también un beneficio para la organización, tanto por los
conocimientos disponibles, aún sin expectativa de uso inmediato, como por lo bueno
que resulta contar con personas motivadas por la recepción de los beneficios.
2. La política de capacitación OPERATIVA pone mayor énfasis en el desempeño de la
tarea que en el desarrollo de la persona. Esta modalidad producirá actividades
estrechamente vinculadas con las necesidades de operación, generalmente de tipo
puntual y frecuentemente desvinculadas unas de otras. Será de extrema relevancia
el grado en que la supervisión se involucre en todo lo vinculado al manejo de
acciones de capacitación.
3. Si se privilegia el desarrollo de las personas por sobre los requerimientos de la tarea,
la modalidad política es de DESARROLLO. En esta modalidad se supone que la
persona ya dispone de todos los conocimientos y habilidades que el puesto le
demanda en la actualidad. Estas políticas tienen vigencia cuando la organización
necesita acompañar su crecimiento con modificaciones cualitativas en las personas
que la componen.
4. Cuando resulta tan importante enfatizar los aprendizajes vinculados con la tarea
como el desarrollo de las personas, se debe desarrollar una política INTEGRADA.
Exige extremar los cuidados en el diseño de las acciones de capacitación para
obtener un equilibrio que satisfaga ambas demandas. Esta política es la más difícil de
llevar a la realidad sin un adecuado bagaje de experiencia y tecnología educativa.
Mucho
Desarroll
Integrada
Énfasis o
en el
desarrollo
de las Beneficio Operativa
personas
Ninguna de estas cuatro modalidades debe considerarse superior a las otras y cada una
de ellas resulta la más adecuada según corresponde a la posición en el gráfico.
Es evidente que puede coexistir más de una forma política, dado que puede utilizarse
una modalidad operativa para ciertas áreas de producción, al tiempo que se utiliza un
modelo de desarrollo para preparar futuros supervisores y se encara un cambio
profundo de tecnología con un criterio integrador.
Las características de los énfasis y prioridades que se deducen de las políticas globales
de la organización deben ser el marco de referencia para diseñar el conjunto político con
que se regirá la actividad de capacitación.
Existe actualmente una tendencia en algunos modelos organizacionales a reducir los
servicios internos y a sustituirlos por servicios externos de alta calificación.
Este modelo de tercerización modifica la gestión de la capacitación, en tanto es uno de
los servicios que tradicionalmente las organizaciones desarrollaron como un servicio
interno, montando estructuras e instalaciones. Esta tendencia encuentra una
fundamentación razonable en la búsqueda de los siguientes beneficios:
Facilita el dimensionamiento de acuerdo con la variación de las demandas
Posibilita compartir con otras organizaciones los servicios de expertos con los que no
se podría contar internamente, ya sea por su costo o por necesitárselos
ocasionalmente
Se supone que el alto grado de especialización de los servicios externos permite un
acceso más rápido a las novedades tecnológicas que de otra manera habría que
incorporar.
Permite reducir la inversión en equipos y medios
Esta modalidad requiere el desarrollo de un tipo de capacitador interno particular. En
general se tiene una sola persona a cargo de capacitación, cuya función se centra en la
detección de las necesidades, la selección del recurso externo más adecuado, el control
de las actividades del servicio externo y la verificación del logro de los aprendizajes
requeridos.
La financiación de la capacitación
Si la capacitación es parte de un proyecto organizacional, la reserva financiera debe
estar dentro de ese proyecto. Hay una serie de actividades de capacitación necesarias
que no será posible asignar a un proyecto en particular, tales como la formación
gerencial u otras necesidades que atraviesan horizontalmente a la organización. Si el
responsable de capacitación consigue desarrollar estrategias educativas claramente
asociadas a los proyectos prioritarios de la organización, serán muy pocas las
actividades que tendrán un “presupuesto de capacitación”.
Los roles del servicio de capacitación
El servicio de capacitación requiere para su eficaz desempeño el cumplimiento de ciertos
roles que viabilizan su concreción.
Roles funcionales: son aquellos que se observan en el ejercicio directo de la actividad,
aparecen en el momento en que la actividad de capacitación se ejerce como tal:
El administrador de la capacitación
El diseñador de programas y recursos educativos
El coordinador de situaciones de aprendizaje
El consultor en cuestiones de capacitación
Roles auxiliares: son aquellos que no operan directamente en la actividad de
capacitación, pero la hacen posible ya que aportan los elementos para concebir una
acción de aprendizaje:
El experto en contenidos
El modelo interno
El validador
El agente de cambio
Roles funcionales
1. El administrador
La capacitación como una de las funciones organizacionales está sujeta a todas las
reglas propias de cualquier otra función organizacional.
El servicio de capacitación podrá adquirir diversas formas y diferentes grados de
organización, pero de alguna manera se habrá de administrar.
En forma tácita o explícita responderá a ciertas políticas e ideologías de la organización,
se fijarán las prioridades y se determinará lo que es una necesidad de capacitación y lo
que no lo es. Se acordará qué se va a hacer frente a lo que se definió como necesidad,
se obtendrán los recursos para hacerlo y se llegará a decir en qué medida lo que se hizo
fue útil y adecuado.
Puede también no hacerse nada, el no hacer es una decisión de calidad gerencial de una
organización.
La capacitación siempre existe, si algo hay que hacer y existe una fuerte decisión en ese
sentido, de alguna manera las personas encontrarán el camino para saber hacerlo.
Puede no haber habido cursos pero hubo capacitación.
Siempre hay alguien que gerencia la capacitación y los recursos económicos, físicos o
comerciales. Muchos de los errores de los dirigentes de capacitación tuvieron su origen
por no comprender este fenómeno. Hay gerentes de capacitación que lamentan el
escaso poder que tienen, otros el escaso prestigio que se le asigna a su área, como si el
nivel, el poder o el prestigio fuesen algo que se concede por decisión de la conducción y
no algo que se obtiene como resultado de la calidad del desempeño.
El administrador de capacitación es un dirigente más de la organización y sólo difiere de
los otros por la materia que administra. Las políticas de capacitación, la detección de
necesidades, la planificación, la asignación de prioridades, la obtención y administración
de recursos, el control de los resultados, etc. son tareas propias de este rol, no importa
quién lo desempeñe.
2. El diseñador
Cuando se han definido una necesidad y su marco de referencia, alguien debe generar la
respuesta educativa con la que van a ser atendidos. Este personaje es el diseñador.
Tradicionalmente esta tarea era desempeñada por quien iba a actuar como instructor
pero en los últimos años esta función tiene perfiles propios.
Para diseñar se requieren habilidades diferentes que para coordinar, hay personas que
son mucho más eficientes planificando la actividad que ejecutándola. Los diseñadores
actúan como libretistas de una clase o situación de aprendizaje, aunque no es ésta la
única manifestación de su rol.
Es tarea del diseñador trabajar con los expertos en contenidos para asegurar que se
haga una adecuada selección curricular, que se ordenen adecuadamente los contenidos,
que no se omitan partes que dificultan el aprendizaje ni se incorporen contenidos que
molesten por innecesarios.
La otra tarea que compete al diseñador es la selección estratégica. Debe contestar a la
difícil pregunta de cuál es la mejor manera de enseñar estas cosas a estas personas, en
esta organización, con estos medios y con estos plazos.
El diseñador debe proveer al administrador de alternativas que señalen las ventajas y
desventajas de cada una de ellas.
La guía de un juego de roles, una guía de estudio, una secuencia de instrucción
programada, un programa educativo con apoyo de computadora, el texto de un
audiovisual, ejercicios prácticos, sistemas de evaluación, objetivos de aprendizaje son
elementos educativos que no están al alcance quien no se haya entrenado
especialmente.
3. El Coordinador
El coordinador es el responsable de generar la situación de aprendizaje, es quien carea
las condiciones para que los adultos aprendan.
Debe
saber manejar los fenómenos psicológicos del aprendizaje, sea éste individual o
grupal,
ser capaz de generar sistemas de relaciones estimulantes para el aprendizaje,
manejar el conflicto potencial que pueda presentarse,
saber cambiar de estrategia educativa si la que fue prevista en el diseño no resulta
oportuna,
controlar los tiempos y el ritmo de la actividad,
saber comprobar el aprendizaje y generar oportunidades de recuperación para
aquellos participantes que tengan dificultades,
establecer adecuados vínculos con el grupo de los que aprenden y
tener una acentuada vocación de servicio, entre otras cosas que muestran el ejercicio
de este rol.
Este rol es la antítesis de aquellos instructores vedette que deslumbran por sus
capacidades histriónicas, por su simpatía y por lo ameno que resulta estar con ellos. El
coordinador no debe ubicarse como centro de la situación de aprendizaje, sino que ese
lugar lo deben ocupar los participantes.
Tampoco es el sabio profesor que se ocupa de mostrar la amplitud de sus conocimientos
en extensas clases magistrales, sin ocuparse de quienes quedaron en el camino.
Debe realizar una adecuada regulación de los contenidos del aprendizaje en función de
las necesidades de la organización.
4. El asesor
Este rol está vinculado con diversas formas de intervención de la persona a cargo de la
capacitación en actividades que no son de capacitación. Existen tareas tales como la
descripción de puestos, la selección de personal, los planes de carrera y otras funciones
organizacionales en las cuales la proximidad de la actividad de capacitación es muy
grande, por lo que será necesario y conveniente la intervención del responsable de
capacitación.
Otras veces esta intervención se producirá en la investigación de problemas de
comportamiento o de relaciones, en ciertos estudios en el campo de la tecnología o del
marketing, donde la óptica de quien conoce los problemas de aprendizaje resulta una
significativa contribución.
Estos cuatro roles no necesariamente deberán ser desempeñados por diferentes
personas, en múltiples casos una sola persona los cumple y, en estos casos, debe estar
dispuesto a recurrir a ayudas externas cuando lo complejo de una situación lo requiera.
Roles auxiliares
1. El experto en contenidos
Es quien domina los conocimientos que se deben administrar. No necesariamente será la
persona que mejor uso hace de ello y, en muchos casos, ni siquiera es la persona de
mejor desempeño, sin embargo todos le reconocen un dominio completo y exhaustivo
de la materia en cuestión.
En general son personas con tendencias a coleccionar todas las comunicaciones,
artículos, reglamentos, que tienen que ver con el contenido.
Con frecuencia tienen una visión enciclopedista de la materia y creen que para un buen
desempeño las personas deben saber qué es lo relevante.
Son fundamentales en la preparación de respuestas educativas, funcionan como banco
de datos y estará en la habilidad del diseñador la responsabilidad de seleccionar aquellos
conocimientos realmente útiles en relación con los contenidos.
En capacitación los tiempos son siempre escasos por lo que es preferible un adecuado
desarrollo de los temas más relevantes que un inadecuado tratamiento que genera
confusión y olvido.
2. El modelo interno
Todo proyecto educativo tiene sentido en la medida en que ayuda al logro de un
desempeño del que no se dispone. Quienes deban alcanzarlo, no siempre estarán
motivados para ello y, aún así, siempre aparecen temores, desconfianza y dudas sobre
su posibilidad de logro.
Dentro de un grupo es común encontrar alguien que ya está desempeñando el
comportamiento deseado o bien se acerca bastante a ello. Estos son los modelos
internos.
La misión de un rol auxiliar es la de demostrar que lograr la conducta propuesta es
posible y deseable.
Al modelo interno le tiene que ir bien y debe ser alguien a quien la cultura de la empresa
de alguna manera reconoce y premia. La conducta del modelo interno tiene que ser
reconocida como un factor de éxito de una persona exitosa.
Si los exitosos de la empresa consiguen sus logros por otros caminos legítimos,
deberíamos preguntarnos si la conducta elegida para el aprendizaje es la correcta.
El modelo interno es la persona a quien todos intentarán imitar si no se hiciese alguna
acción educativa formal, por lo que si la actividad de aprendizaje propusiese una
conducta distinta, se deberá fundamentar con gran claridad la razón de ser de esta
expectativa de cambio y debería contar con un respaldo político explícito, claramente
sustentado por otras acciones organizacionales que señalen la dirección del cambio.
3. El validador
Los validadores son personas que frecuentemente tienen un conocimiento menos
completo que los expertos en contenidos, pero tienen mucho más claro el valor de cada
conocimiento en relación con el logro de un desempeño.
Es la calidad del diseñador la que le permitirá la selección adecuada, que a menudo será
considerada insuficiente por el experto en contenidos y exagerada por el validador.
El aporte del validador es muy importante para definir la magnitud de las prácticas que
deberían incorporarse en la actividad educativa.
4. El agente de cambio
En toda organización, si bien todos participan de diferente manera en la concreción o el
fracaso de los cambios, es sólo un grupo reducido quien los inspira.
Estas personas, en muchos casos, se encuentran en posición de poder. Pero no son los
únicos agentes de cambio y ni siquiera son, muchas veces, los que los proponen.
Existen otras personas que influyen con su pensamiento, su capacidad de propuesta, su
claridad estratégica, su visión del negocio, su visión del entorno, etc., en aquellas
personas que deciden.
Los agentes de cambio son personas que raramente construyen el futuro, pero lo
diseñan.
Siendo la capacitación un sistema de respuestas relativamente lentas, es fundamental
que los responsables de los procesos de aprendizaje estén muy cerca de los agentes de
cambio para anticipar cuanto sea posible lo que se está pensando hacer y percibir cómo
se visualizan los escenarios futuros.
Los agentes de cambio son personas que parecen estar en una dimensión distinta del
presente. Cuando se habla con ellos se posible que nos presenten mil ideas, y ellos son
los primeros en saber que sólo algunas de ellas llegarán a concretarse. Es la habilidad
del capacitador la que le permitirá descubrir cuáles serán estas.
En general son personas que, cuando confían en el capacitador, son abiertas y
dispuestas al diálogo, les interesa tener interlocutores inteligentes que les ayuden a
llevar a cabo sus ideas.
En la mayoría de los casos son personas bien informadas, que no se asustan por los
problemas y disfrutan generando ideas sobre cómo resolverlos.
Son sumamente importantes para los capacitadores.
LA PROFESIONALIDAD
Profesionalidad con que el servicio de capacitación debe desarrollarse, estos aspectos
tienen validez para el desempeño profesional de cualquier actividad y no son exclusivos
del profesional de la capacitación.
Una persona se desempeña profesionalmente cuando muestra en su tarea los siguientes
rasgos:
Tiene definido el ámbito temático de su interés
Puede crear condiciones para su propio desarrollo y lo puede hacer estableciendo
pasos y etapas lógicas
No se propone objetivos inalcanzables
Participa en la elaboración de los objetivos laborales que acepta
Reconoce sus áreas de debilidad profesional y actúa sobre ellas
Utiliza los recursos profesionales más indicados en cada caso
No se vuelca irracionalmente hacia una cierta herramienta técnica o tendencia.
Es cuidadoso y preciso en sus tareas: no desarrolla acciones innecesarias ni omite las
necesarias.
Usa bien el tiempo
Tiene capacidad anticipativa
Busca fuentes de información y perfeccionamiento
Se conecta con su medio profesional
Desarrolla una ética profesional a partir de valores claramente asumidos
Semejanza de
las situaciones
comparadas Zona de mediana
posibilidad de
medir con
certeza
Bajo Alto
Operar con una visión global de los procesos que las involucran
Las personas somos seres sociales y necesitamos entender los procesos que afectan
nuestra realidad. Somos más o menos aceptados o rechazados en función de nuestra
capacidad de ajustarnos a estos procesos y, a su vez, éstos nos generan espacios de
gestión que justifican nuestra posibilidad laboral. No obstante, hay muchas personas que
creen que en el trabajo hay que ocuparse de lo suyo y que, si cada uno hace esto, todo
saldrá bien.
Ésta es una visión taylorista de los procesos, que presupone que son estables, de
resultado cierto y divisibles. De alguna manera, esta concepción supone, erróneamente,
que el todo es solamente la suma de las partes.
Para trabajar bien en la parte que nos toca necesitamos entender bien a que “todo”
corresponde esta “parte”, de otra manera, caeríamos en el error de confundir “la parte”
con “el todo”.
Desde la capacitación es posible hacer algo para que la persona:
Domine las prácticas específicas de las tareas que realiza
Pueda imaginar formas propias de abordar situaciones desconocidas de manera
armónica, como lo hace en situaciones conocidas
Comprenda el negocio y su dinámica
Pueda dialogar con sus proveedores y clientes
Pueda desarrollar un proyecto personal (sepa lo que quiere)
Pueda identificar las variables que definen el escenario en el que opera
Pueda acceder a la información de la que se dispone para resolver un problema
Pueda administrar tiempo
Pueda manejar alternativas
La capacitación fantasiosa
Planteos educativos sobre los que se han exagerado las expectativas, aspirando a que
haga lo que no puede hacer.
La capacitación puede hacer muchas cosas, pero también hay muchas otras que no
puede hacer. En este tema, la responsabilidad de quien conduce el servicio de
capacitación es inexcusable. Por ejemplo, el estudio del idioma inglés en 3 o 4 años, con
dos clases de 1:30 horas y pretender fluidez en el habla del idioma.
El aprendizaje es una tarea que requiere tiempos y esfuerzos. Si bien el avance de las
tecnologías educativas permite optimizarlos, llevándolas a un aprovechamiento mayor,
lo que se necesita debe aportarse a menos que incurramos en fantasías culposas.
Otro aspecto a resaltar es el referido a lo aptitudinal y aparece cuando se hacer creer
que cualquiera puede aprender cualquier cosa. Existen limitaciones, fundamentalmente
de tiempo. Las limitaciones para el aprendizaje pasan por algunos ejes que hay que
revisar, porque se corre el riesgo de asignar a limitaciones propias de las personas
algunos fracasos que en realidad provienen de las condiciones de aprendizaje creadas.
La base vocacional tiene incidencia directa en los aspectos motivacionales con que el
participante encara la actividad de aprendizaje. Resulta fundamental en el adulto el
interés que desarrolla frente al acto educativo como condición de éxito de éste.
Otro factor que incide, especialmente en el desarrollo de ciertas habilidades, es la
experiencia que tiene el participante en el campo en el que se propone el acto de
aprendizaje.
En el desarrollo de ciertas habilidades motrices también es necesaria cierta base
aptitudinal. Hay personas con poca habilidad manual quienes, aún comprendiendo
perfectamente desde lo cognitivo lo que deben hacer, encuentran limitaciones en su
ejecución.
También es posible reconocer casos de personas que tienen mayor facilidad para
comprender algo que para aplicarlo, aunque se trate de habilidades intelectuales.
Otra limitación está vinculada con la capacidad de crear a partir del conocimiento. Un
profesor de filosofía no es necesariamente un filósofo, etc. El conocimiento no es una
garantía de calidad de la creación que alguien pueda hacer, aunque seguramente es el
auxiliar más importante de ella.
Otra limitación aptitudinal que puede reconocerse está vinculada con la edad de quien
espera aprender. Pareciera que en ciertos aprendizajes, por ej. los idiomas, la edad es
un factor de enorme incidencia.
La capacitación mágica
El aprendizaje es una tarea, un trabajo y, como tal, requiere el uso de energía, de
esfuerzos. Nada podrá sustituir el esfuerzo personal que debe hacer el que aprende. Ni
la tecnología, ni el propio coordinar de la actividad podrán tomar el lugar del esfuerzo
propio del participante.
La tecnología actual permite la reducción de esfuerzos, si se cuidan la calidad de la
tipografía de los textos que se leerán, la calidad de las copias, la diagramación de textos
y colores, la prolija selección de los medios que la informática y la tecnología ofrecen
para facilitar el acceso al conocimiento.
Una consigna grupal mal redactada es un acto de irresponsabilidad de quien la entrega
al grupo, una copia que no puede leerse, una traducción mal hecha, una película mal
proyectada o mal elegida, un caso con insuficientes datos, etc. son ejemplos claros y
frecuentes del mal uso de la tecnología.
En estos casos, el aprendizaje sucederá, a pesar de la tecnología (si sucede). Sin
embargo, el abuso indiscriminado de los medios tecnológicos no producirá buenos
resultados, sino que dejará la sensación al estudiante de que el aprendizaje no es para
él, porque si no lo logró con todos esos medios, lo más probable es que nunca lo logre.
Sin ignorar la mayor o menor habilidad que diferencia a un docente de otros, tampoco
se debe transformar a los educadores en magos, dejando la idea de que ciertas cosas se
aprenden si las enseña cierta persona.
En todo caso, la mayor facilidad para el aprendizaje que puede crear un docente estará
más fundamentada en sus esfuerzos personales para hacer una tarea de coordinación
cuidadosa y profesional que en su carisma personal, por importante y valioso que sea.
La capacitación autónoma
La capacitación, como una función organizacional, no puede ser independiente de las
otras. Las decisiones en el campo de la capacitación no pueden ser tomadas fuera del
sistema con el que se toman las decisiones que hacen al centro del negocio o actividad
de la organización.
Esto significa que deben ser tomadas dentro del mismo sistema ideológico,
coherentemente con las modalidades de decisión de las otras áreas, de acuerdo a pautas
armónicas, siguiendo los mismos objetivos, y referidas a proyectos específicos y
concretos que responden a las necesidades de la organización.
Por eso la capacitación es un servicio y tan pronto escape a esta categoría se verá en
dificultades, por estar recorriendo caminos paralelos a los que recorre la organización.
Cuando la capacitación se maneja con una ideología distinta de la que tolera la cultura
de la organización, será expulsada.
Sin embargo, esto no significa que deba renunciar a su rol incorporador de nuevas ideas
o propuestas, o que deba mostrar una sumisión irrestricta a los caprichos del poderoso
de turno, sino que quiere decir que tan pronto caiga en cualquiera de los extremos, el de
absoluta independencia o el de sumisa dependencia, perderá su capacidad de dar
servicio y, por lo tanto, su utilidad.
La capacitación vacía
No se puede enseñar lo que no se sabe. En todo caso, ante la exigencia de actuar frente
a lo desconocido, lo que debe hacerse es preparar a la persona para ello, facilitándole
una mejor lectura del contexto que le permita decidir mejor qué hacer.
No existe tecnología, medio o docente capaces de hacer exitosa una propuesta de
capacitación cuyos contenidos sean débiles o no guarden estrecha relación con la
realidad.
El problema de qué enseñar es uno de los más arduos en la tarea del capacitador.
La mayoría de los contenidos a enseñar ya están en la organización. Sólo hay que hacer
el esfuerzo de identificarlos, sistematizarlos, estructurarlos y devolverlos, de ser posible
enriquecidos, a la propia organización. Esto sólo es una parte, ya que en muchos casos,
los conocimientos deben buscarse fuera de la organización, lo que hace más difícil la
tarea.
En estas situaciones se deberá recurrir a la búsqueda de propuestas que deberán ser
cuidadosamente analizadas y aceptadas por el sistema de poder de la organización,
especialmente cuando se trate de propuestas en el campo del comportamiento o de la
ideología con que la organización se maneja.
Una enorme prudencia deberá caracterizar esta tarea para poder administrar estos
procesos con la sabiduría que requiere todo proceso de cambio. Hay que cuidar de no
caer en la capacitación vacía, aquella que carece de contenidos relevantes.
Una vez resuelto el problema de lo que se va a enseñar, comienza el problema de a
quiénes. Se deberá recurrir a quien está en condiciones de administrar un proceso
educativo eficiente y que disponga de los conocimientos que deberán alcanzar los
participantes.
No se puede pedir resultados a una capacitación que carezca de contenidos relevantes.