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II FORO DE PROFESIONALES DE SINCÉ

“SINCÉ ADELANTE”

PALABRAS PRONUNCIADAS POR EL DOCTOR ANTONIO


HERNÁNDEZ GAMARRA EN LA CLAUSURA DEL FORO DE
PROFESIONALES DE SINCÉ “SINCÉ ADELANTE” ORGANIZADO POR
LA ASOCIACIÓN CIVICO-CULTURAL DE SINCEANOS RESIDENTES
EN BOGOTÁ

San Luis de Sincé, 27 de Diciembre de 1986.

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La única explicación lógica a la lluvia que ahora cae
es que la naturaleza se muestra pródiga para expresar
su respaldo a las motivaciones de este encuentro y
quiere decirnos que respalda las conclusiones del
Foro y espera que sean fecundas1

MUY QUERIDOS PAISANOS

Desde el punto de vista de la materialidad de la voz hemos sido convocados aquí por el
convencimiento cívico de hermanos, compañeros amigos y amigas. Para ello, para los miembros del
comité organizador, para sus colaboradores y especialmente para las entusiastas mujeres, que nos
han hecho alcanzar el éxito que ha sido este Foro yo quería solicitar, en señal de gratitud, un
merecido aplauso.

Pero además, desde el punto de vista del espíritu, hemos sido convocados por el conjuro de fuerzas
más profundas y más hondas. Nos han traído hasta aquí, y están con nosotros, nuestro destino
común, el mandato del deber y los principios de la solidaridad y de la concordia.

El destino común nos indica que podemos colaborar para lograr un mejor estar en nuestra
comunidad sinceana. Nos impulsa a sentirnos comprometidos con el quehacer colectivo y nos invita
a saber, a decir a practicar que el progreso material en nada se opone al desarrollo de la
espiritualidad. Es por eso que junto a los temas palpitantes de las carencias sociales y económicas
de nuestro municipio, nos hemos ocupado en el día de hoy de los aspectos culturales y
recreacionales en Sincé.

Pero además, nuestro destino común nos manifiesta que no podemos ser indiferentes frente a
nuestras necesidades materiales y nos predica que, si bien para quienes tienen principios cristianos
sólidos la fe engrandece el espíritu, la resignación colectiva nos conduce al empobrecimiento, a la
apatía, a la indolencia y al atraso. Y porque no queremos el empobrecimiento material ni el
empobrecimiento espiritual; porque no queremos ser apáticos y porque no somos indolentes
estamos aquí.

El mandato del deber nos lleva a la solidaridad. Es decir, a sentir como propios los problemas, así
no nos afecten de manera directa o inmediata. La solidaridad nos hace más humanos y al mismo
tiempo nos hace seres más sociables. Y qué fácil nos es a nosotros ser solidarios. Porque para serlo
hay que dar con desprendimiento y la primera condición para dar es tener con qué. Y anoche
cuando oíamos el currículum vitae de los participantes en este encuentro, expresado de viva voz por
cada uno de ellos, sí que volvimos a caer en la cuenta de cuánta inteligencia innata tenemos y
cuánto talento hemos cultivado.

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Después de varios meses de sequía, al terminarse el Foro comenzó a llover de manera inusitada.

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Pero además, porque somos solidarios podemos estar unidos para expresar nuestras necesidades
colectivas y para señalar las soluciones a los mismos.

Eso nos lleva a la obligación de reiterar, aquí y ahora, que exigimos dirigentes probos, dirigentes
con sentido de grandeza histórica, dirigentes civilistas, dirigentes actuantes. Frente a ciertas
realidades, se dirá que estamos pidiendo lo imposible y sin embargo nosotros sabemos que aquí, en
esta comarca y en este pueblo, hubo un tiempo en que los dirigentes infundían el santo temor del
respeto e inspiraban la sana envidia de llegar algún día a ser como ellos.

El principio de la concordia nos trajo aquí para indicar con su presencia que no nos creemos dueños
de la verdad. Que querríamos tener la humildad del sabio y cultivar su duda. Que sabemos que con
empeño mañana conoceremos más y que no importa de quién son las ideas cuando son para el
beneficio colectivo, pues lo importante es que como gentes trabajadoras y honradas tenemos el
derecho bien ganado a vivir una vida más amable. El principio de la concordia nos mueve a ser
tolerantes porque como alguna vez dijo CARLOS MEDELLÍN FORERO “La intransigencia se
puede superar con la fuerza de la tolerancia, y la agresividad con el valor moral del respeto”.

Por todo esto a la indolencia oponemos el civismo que nos llevará a ser serenos y esforzados
vigilantes de las conclusiones de este foro y de los esfuerzos que se hagan para llevarlos a la
práctica.

De especial importancia son aquellas relativas al uso que se habrá de hacer de los recursos
nacionales que se transfieren al municipio, cuya cuantía ha sido puesta de presente en una de las
comisiones del Foro. No queremos que esos dineros se dispersen, se desperdicien y menos que
tomen rumbos equívocos. Vamos a estar vigilantes, en aras del beneficio colectivo, para que los
dineros públicos no se destinen a saciar el pequeño apetito burocrático. Las inversiones bien
planeadas y bien ejecutadas pueden producir más empleo y más progreso que la simple creación de
oficios innecesarios, de oficios socialmente inútiles.

Pero también oponemos la solidaridad al egoísmo. Entendemos que en el ejercicio normal de la


democracia, en cuyos valores esenciales creemos, se deban presentar discrepancias, surjan grupos y
sanas aspiraciones para conducir los pueblos. Pero eso es bien distinto de la pequeña rebatiña por
los puestos públicos que parece ser la única preocupación de ciertos de nuestros dirigentes. Porque
somos solidarios, comprometemos nuestra voluntad colectiva para que las conclusiones del foro se
lleven a la práctica.

Por eso esperamos que los siguientes sean días de acción y no de apatía y como en el ejemplo entra
por casa, demos nuevamente los agradecimientos a los organizadores de este Foro, no sin antes
destacar la presencia de las mujeres en este evento. Antes hubiéramos dicho que estaban en nuestras
casas como soportes de nuestro esfuerzo, ahora no sólo hacen eso sino que nos acompañan con su
iniciativa, con su belleza, con su entusiasmo y con su sentido de la organización.

A través de ellas, depositemos en las manos del pueblo de Sincé las conclusiones de este Foro con
la certeza de nuestro compromiso irrenunciable para con esta tierra y con su gente.

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