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ARIEL
de
José Enrique Rodó
1
Raúl Rubio Millares
José Enrique Rodó nació en 1871 en Montevideo (Uruguay), en una familia burguesa
venida a menos (su padre era un comerciante catalán). Desde pequeño deseó viajar, algo
que sólo hizo dos veces en su vida: a Santiago de Chile y a Europa. Político, escritor,
ensayista, profesor universitario de Literatura, de carácter reservado, tímido y solitario, a los
29 años adoptó la imagen de viejo profesor que simboliza «Próspero».
El primer trabajo que alcanzó repercusión fue Rubén Darío. Su personalidad literaria. Su
última obra, en 1899, donde analiza en profundidad Prosas profanas. Sin embargo, la obra
que le dio fama universal fue Ariel 1 , escrito en 1900. En abril de 1917 llegó a Palermo
(Italia) y un mes después murió allí como un perfecto desconocido.
1
Prólogo de Antonio Lago Carballo y estudio crítico de Leopoldo Alas «Clarín» (Colección Austral, Espasa Calpe; Madrid, 1991).
2
“Las Américas de Calibán”, de Selena Millares, en Actas del Congreso Internacional «Literatura de las Américas», 1898-1998,
edición a cargo de José Carlos González Boixo, Javier Ordiz y María José Álvarez (Universidad de León, 2000), pág. 420.
3
“Reflexiones del siglo XX: el ensayo”, de Teodosio Fernández, en Historia de la literatura hispanoamericana (Editorial Universitas,
Madrid, 1995), página 142.
4
Ariel, página 40.
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Raúl Rubio Millares
Tenemos los elementos principales en torno a los que girará la obra. Una vez sentadas
las bases, el maestro Próspero comienza a hablar a sus jóvenes discípulos.
5
José Enrique Rodó: crítico literario, Jorge Rufinelli (Instituto de Cultura Juan Gil-Albert, Alicante, 1995), pág. 26
6
Genio y figura de José Enrique Rodó, Mario Benedetti (1966), pág.128
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Raúl Rubio Millares
Próspero explica con un cuento – un rasgo más de la literariedad del texto – el concepto
de “ocio noble” que según él imperaba en la Grecia clásica y que simboliza Cleanto en el
cuento: la doble actividad, el equilibrio antes mencionado. Pero siempre se debe permanecer
alerta, porque la parte útil prescinde en primer lugar de la vida interior que tan bien describe
en el cuento, la parte espiritual del ser humano que lo hace tal, es decir, Ariel.
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Raúl Rubio Millares
de la civilización [...] la alta cultura de las sociedades debe precaverse contra [...] las
hordas inevitables de la vulgaridad» 7 .
Todo esto no quiere decir que la democracia deba ser abolida; lo que quiere recalcar es
el papel determinante, básico, que desempeña la educación, la educación de todos, y el tipo
de educación correcta, que esté enfocada – como ya se ha visto – a la potenciación del ser
humano como tal, que tienda al perfeccionamiento de este, no a su mutilación intelectual y
espiritual.
Los mejores, «la oligarquía de sabios», se encargarían entonces de dirigir al resto, a la
masa, servirían «de modelos vivos e influyentes»; y el resultado de este proceso sería una
«democracia noble, justa; de una democracia dirigida por la noción y el sentimiento de
verdaderas superioridades humanas; de una democracia en la cual la supremacía de la
inteligencia y la virtud [...] reciba su autoridad y su prestigio».
Una vez más vemos la forma de razonamiento de Rodó: opone conceptos y resultados
con una visión que, desde nuestra perspectiva y con el tiempo que ha pasado, más que
idealista suena utópica. Porque a este modelo ideal contrapone el modelo utilitarista exitoso
en ese momento, un modelo que ha pervivido y progresado hasta hoy, donde domina de
forma feroz; este modelo es analizado con detenimiento en la quinta parte.
7
Subrayado mío.
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Raúl Rubio Millares
deformar las líneas del modelo. El engaño de los que piensan haber reproducido en lo
esencial el carácter de una colectividad humana, las fuerzas vivas de su espíritu, y, con
ellos, el secreto de sus triunfos y su prosperidad, reproduciendo exactamente el mecanismo
de sus instituciones y las formas exteriores de sus costumbres, hace pensar en la ilusión de
los principiantes candorosos que se imaginan haberse apoderado del genio del maestro
cuando han copiado las formas de su estilo o sus procedimientos de composición» 8 .
Entonces pasa a identificar el carácter su pueblo con la herencia latina, «una herencia de
raza, una gran tradición étnica que mantener, un vínculo sagrado que nos une a inmortales
páginas de la historia». Es decir, propone acogerse al modelo clásico (el pasado) para desde
el presente proyectar un futuro. Como afirma Teodosio Fernández, «los planteamientos de
Echeverría sobre la emancipación mental habían perdido vigencia, pues ahora se trataba de
conjugar lo que se era con lo que se deseaba ser, la aceptación del pasado con una visión
esperanzada del futuro» 9 .
Y una vez más contrapone los modelos, esta vez centrándose en el análisis de la
sociedad estadounidense, «esa civilización que algunos nos ofrecen como único y absoluto
modelo».
Primero, va alabando las cualidades positivas que encuentra en los vecinos del norte:
fueron los primeros en hacer surgir el modelo de libertad, pues pusieron el ejemplo de la
posibilidad de una gran república; es una sociedad fuerte, tenaz, perseverante, que rinde
culto al trabajo; posee un instinto de curiosidad insaciable; han hecho de la escuela el
fundamento de su prosperidad; son prácticos y eficaces de forma admirable; poseen un
sentimiento religioso delicado y profundo; sienten la necesidad de mantenerse sanos y
vigorosos... Pero después de estos elogios, añade una frase que ha pasado a la historia:
«aunque no les amo, les admiro».
Sin embargo, insiste en que no es el modelo que debe imitar América latina, porque
«aquella civilización produce en su conjunto una singular impresión de insuficiencia y de
vacío [...] vive para la realidad inmediata del presente y por ello subordina toda su actividad
al egoísmo del bienestar personal y colectivo». Insisto en el carácter visionario de las
palabras de Rodó.
A continuación, se reproducen textualmente algunas afirmaciones de Rodó sobre Estados
Unidos y su genio:
«el norteamericano ha logrado adquirir con ellas 10 , plenamente, la satisfacción y la
vanidad de la magnificencia suntuaria; pero no ha logrado adquirir la nota escogida del buen
gusto ...
... Menosprecia todo ejercicio del pensamiento que prescinda de una inmediata finalidad
[...] la investigación no es para él sino el antecedente de la aplicación utilitaria ...
8
Ariel, pág. 111 y 112. Subrayado mío.
9
Teodosio Fernández, pág.143.
10
Se refiere a las riquezas.
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Raúl Rubio Millares
La obra concluye con la despedida de los jóvenes de la casa de Próspero a última hora de
la tarde. Según escribe Rodó, se sumergen en la realidad, entre la muchedumbre que pasa
11
Jorge Rufinelli, pág. 28.
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Raúl Rubio Millares
por la calle, esa muchedumbre que ellos debían guiar por los senderos que les había
marcado el maestro.
Importancia de Ariel
Después de haber considerado minuciosamente las partes de la obra, podemos
preguntarnos, ¿qué valor presenta hoy el texto para nosotros? Pues bien, para el lector
actual, Ariel presenta principalmente dos grados básicos de importancia, una por el fondo –
lo que dice – y otro por la forma – cómo lo dice –.
Respecto a lo que dice, podemos considerar Ariel como un paso más en aquella
contraposición que se inició a principios del XIX con la emancipación de la metrópoli. Así, nos
remitimos a Esteban Echeverría, que sienta las bases de la independencia cultural e
intelectual del que había sido modelo obligado y plantea los primeros textos sobre la
dicotomía civilización/barbarie con su poema La Cautiva o el relato El matadero; pasamos
por el pensamiento de Domingo Faustino Sarmiento, que identifica civilización con el modelo
europeo y urbano, y barbarie con la Pampa y los gauchos; luego los autores de la poesía
gauchesca, como Hidalgo, Ascasubi, hasta Hernández, que convierten al representante de la
barbarie para Sarmiento en símbolo de la nación. Y por último Martí; él es quién reformula
esta dicotomía, hablando de “nuestra América mestiza”, un concepto que engloba a todos,
un único valor que sustituye la oposición civilización/barbarie - «Injértese en nuestras
repúblicas el mundo; pero el tronco ha de ser el de nuestras repúblicas» o «Nuestra Grecia
es preferible a la Grecia que no es nuestra» son dos frases míticas que incluyó en su no
menos mítico ensayo Nuestra América –. Pues, llegados a este punto, Rodó plantea su
programa, revisa los conceptos y los transforma; la dicotomía, en ese momento, pasaba a
ser utilitarismo/espiritualismo. El modelo a seguir – al fin y al cabo se sigue tratando de la
identidad de los pueblos emancipados – debía ser el clásico, pero adaptado al presente y con
perpectivas de futuro.
Y este programa, y ya entramos en el aspecto de la forma, es expuesto con un profundo
sentido estético, con carácter narrativo: una historia cuyos personajes son tomados de la
tradición europea – parten de Shakespeare, pero es muy importante la reflexión de Renan –
y que funcionan de forma simbólica. Presenta una estructura formalmente cerrada – se inicia
con la llegada a la casa de Próspero y finaliza cuando se van – y todo ello con una prosa
magnífica. “Rodó tuvo la obsesión de la forma y logró nuevas modalidades y matices de
expresión, huyendo de la vulgaridad y de la frase hecha. Esa fue su más significativa
aportación al movimiento modernista”, comentó Max Henríquez Ureña 12 . «Rodó era un
pensador; era también un artista. Su prosa se benefició de ambos talentos», escribió
Anderson Imbert. Lago Carballo afirma que «el estilo discursivo y preciosista de Rodó, tan
distinto a los modos y gustos actuales, requiere por parte del lector una disposición de
12
Capítulo XI de su Breve Historia del Modernismo (1945).
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Raúl Rubio Millares
Vigencia de Ariel
Como ya hemos visto, Mario Benedetti dudó de la capacidad visionaria de Rodó;
respetando la opinión del gran escritor uruguayo, creemos que la descripción de la sociedad
utilitarista que aparece en Ariel puede utilizarse para nuestra sociedad. Pecó de idealismo,
en todo caso. “Rodó ante todo y por sobre todo, es un idealista. Después, es un optimista”,
escribió Víctor Pérez Petit, su primer biógrafo además de amigo 15 . Él confiaba en el porvenir,
creía en la victoria de Ariel sobre Calibán; sin embargo, como expone en su estudio Selena
Millares, a lo largo del siglo XX esta dicotomía ha sido revisada y replanteada bajo el prisma
de los hechos históricos, nada favorables para los ideales que representa Ariel.
De todas maneras, el planteamiento de Rodó a favor del espiritualismo – entendido a la
manera que hemos estado viendo – frente al utilitarismo excluyente, si bien suena a utopía
irrealizable en las sociedades occidentales actuales, puede plantearse como modelo
individual, como plan de vida personal frente a una sociedad calibanesca donde, como bien
expuso Rodó, prima lo útil por encima de todas las cosas. Quién sabe sobre qué cabezas
sigue revoloteando el espíritu alado.
13
Ambos en el estudio preliminar de la edición de Espasa Calpé, páginas 17 y 18.
14
Ariel, pagina 150
15
Rodó. Su vida. Su obra (1918).
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BIBLIOGRAFÍA
• Benedetti, Mario (1966) Genio y figura de José Enrique Rodó, Editorial Universitaria de
Buenos Aires.
• Fernández, Teodosio (1995) "Reflexiones Del siglo XX" en Historia de la literatura
hispanoamericana, Editorial Universitas, Madrid.
• Henríquez Ureña, Max (1978) Breve historia Del Modernismo, Fondo de Cultura
Económica, México D.F.
• Millares, Selena (2000) “Las Américas de Calibán”, en Actas del Congreso Internacional
«Literatura de las Américas», 1898-1998, edición a cargo de José Carlos González Boixo,
Javier Ordiz y María José Álvarez (Universidad de León).
• Pérez Petit, Víctor (1918) Rodó. Su vida. Su obra, Imprenta Latina, Montevideo.
• Rodó, José Enrique (1991) Ariel, prólogo de Antonio Largo Caballero y estudio crítico de
Leopoldo Alas "Clarín", Colección Austral, Espasa Calpe, Madrid.
• Rufinelli, Jorge (1995) José Enrique Rodó: crítico literário, Instituto de Cultura Juan Gil-
Albert, Alicante.
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