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Instituto Nacional de Salud Pública

Maestría en Ciencias de la Salud

UNIDAD DIDÁCTICA: BIOÉTICA

IMPLICACIONES BIOÉTICAS Y PSICOSOCIALES DEL


TÍTULO: VIH/SIDA EN LA INVESTIGACIÓN BIOMÉDICA”

Alumnos:

Flores Romero Juan Francisco


Galindo Vázquez Luis
Huerta Icelo Ivonne
Jaen Cortés Claudia Ivethe
Morales Torres Ricardo

Profesora Títular: Dra. Ivone Castro


Profesora adjunta: Dra. Angélica Llerenas

Junio, 2010
"Muchos queremos ser médicos, maestros; yo quiero ser
cantante, pero lograr esos sueños será posible cuando nos aseguren
medicamentos, cuando nos acepten en los centros educativos y crecer
en un ambiente sin violencia, estigma y discriminación" K. Dunaway.

“IMPLICACIONES BIOÉTICAS Y PSICOSOCIALES DEL VIH/SIDA EN LA


INVESTIGACIÓN BIOMÉDICA”

I. ANTECEDENTES

El Síndrome de Inmunodeficiencia Humana (VIH/SIDA) se ha convertido en una pandemia. El


Programa Conjunto de las Naciones Unidas Contra el SIDA (ONUSIDA, 2009) en el año 2008,
estimó que existían 33.4 millones de personas infectadas a nivel mundial, de las que 31.3
millones eran adultos, 15.7 mujeres y 2.1 eran niños, con 2 millones de muertes causadas por
este padecimiento. En el mismo año, en América Latina y el Caribe, se identificaron más de 2
millones personas que vivían con VIH, de las que 190 mil fueron casos nuevos, con un total de
890 mil defunciones.

En México, en el año 2009 se estimó que existían 29,445 personas con este diagnóstico, con
una tasa de mortalidad de 4.85 por cada 100 mil habitantes. Esta epidemia afecta a diversos
grupos que mantienen prácticas de riesgo. En nuestro país, la prevalencia de hombres que
tienen sexo con hombres (HSH) es de 23%, en trabajadoras sexuales del 2, usuarios de drogas
inyectables 6% y 0.3% en la población general (SSA, 2010). Respecto al grupo de individuos
HSH, parece haberse incrementado la frecuencia de contagio debido a la gran cantidad de
intercambios sexuales que realizan sin protección.

Esta pandemia es considerada como un riesgo para el desarrollo de los países y un peligro
para la seguridad mundial, por lo que abordarla y combatirla, se integró a los objetivos del
Desarrollo del Milenio, donde algunas de sus metas a saber son: haber detenido y comenzado
a reducir, para el año 2015, la propagación del VIH/SIDA; y lograr, para el año 2010, el acceso
universal al tratamiento del VIH/SIDA de todas las personas que lo necesiten.

“Hemos recorrido un largo camino pero no hemos llegado hasta donde quisiéramos, es evidente que
tendremos que esforzarnos aún más para asegurarnos que los recursos y las acciones necesarias están
a la altura del compromiso que hemos contraído, no podemos alegar que hay problemas comparables
que son más importantes o más urgentes, no podemos aceptar que “surgió otro asunto” que nos obligó a
dejar el SIDA en suspenso, siempre habrá otro asunto…”
Kofi Annan.
Lo anterior presupone, que a pesar de que el VIH/SIDA constituye un tema prioritario debido a
que afecta varios aspectos de la vida de las personas infectadas como la salud física y
emocional, ocasionando incluso problemas sociales, económicos y jurídicos, aún falta un largo
camino que recorrer en términos de su abordaje.

En nuestro país, la lucha se sustenta en el fortalecimiento de las políticas de prevención que


integran educación sexual (donde se pretende la adopción de comportamientos saludables para
evitar el contagio), el acceso universal a los medicamentos antiretrovirales, el apoyo a la
investigación biomédica en este campo, el combate del estigma y la discriminación, así como al
reconocimiento de los derechos sexuales y reproductivos.

II. DESARROLLO DEL PROBLEMA

Objetivo General: Reflexionar sobre las implicaciones bioéticas y psicosociales de los


individuos infectados por el virus de inmunodeficiencia humana en la investigación biomédica.

Infección por VIH -SIDA


La infección por el Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH), hoy en día es un problema de
salud pública y no se trata sólo de un padecimiento que no tiene una cura definitiva, sino que
más allá de las afecciones biológicas que implica esta enfermedad, como el desarrollo del
Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA), se trata de un asunto estigmatizado por la
sociedad, en el ámbito laboral e incluso por la familia, por lo que las personas que están
infectadas por este virus pueden correr el riesgo de ser discriminadas.

Filósofos, trabajadores de la salud -y para la salud- y miembros de organizaciones civiles han


mencionado múltiples problemas que se desprenden del tema, estructurando algunos de los
problemas en torno al VIH-SIDA en tres categorías: los problemas científicos (desde el
entendimiento del virus como tal, hasta las nuevas tecnologías de diagnóstico y tratamiento), en
segundo lugar se han mencionado los problemas de las políticas de salud (el problema de la
distribución de la partida presupuestaria, -el dilema de apoyar programas médicos para
personas que viven con VIH, investigación o campañas educativas-) y en tercer lugar y no
menos importantes, los problemas de corte social, sin embargo no es posible establecer límites
estrictos entre estas tres categorías e incluso con otros ámbitos de la vida en general.
Aunque la problemática de muchas enfermedades podría ser analizada dentro de las categorías
mencionadas, ciertas características del VIH-SIDA la hacen particular en su abordaje y estudio.
Aparte de la naturaleza propia de la enfermedad (infección, replicación del virus y repercusiones
clínicas), el hecho de que afecte básicamente a la población en edad de mayor producción y
que en poco tiempo se ha convertido en una epidemia, hace de la enfermedad un tema
delicado, aún más, lo constituye el miedo a la transmisión debido a la ignorancia que aún
prevalece en la sociedad en general y sobre todo, su distribución epidemiológica inicial que
arraigó la idea errónea de que se trata de una enfermedad de homosexuales y adictos a drogas
intravenosas, ambos grupos señalados, rechazados, infravalorados e incluso perseguidos aún
en sociedades que a sí mismas se consideran civilizadas, ejemplos y testimonios de esto
sobran a lo largo de la historia desde la edad media, los nazis, religiosos musulmanes y grupos
de la ultraderecha católica, la dictadura franquista, chilena, argentina e incluso cubana como lo
denuncia Reinaldo Arenas en su libro “Antes de que anochezca”.

Al respecto, el acceso a la información oportuna y eficaz, el respeto tanto a los derechos


humanos, sexuales y reproductivos, así como la libre toma de decisiones de las personas con
VIH/SIDA han sido expresados en convenciones internacionales por los países, mismos que se
han dado a la tarea de elaborar convenios que tienen que cumplirse, y comunidades enteras
han sido objeto de observaciones por incumplimiento a los mismos.

Investigación en seres humanos infectados con VIH-SIDA


En el campo de la investigación biomédica, la principal dificultad para realizar estudios que
involucren sujetos infectados con el VIH, radica en el hecho de que son considerados como un
grupo vulnerable, y antes de realizar cualquier procedimiento al inicio de la investigación, se
debe asegurar ante todo la integridad de estas personas, así como la confidencialidad en el
manejo de la información y el respeto por su autonomía.

Sin embargo, previo a esto, hay una historia larga por revisar: retomando la problemática del
VIH-SIDA señalada anteriormente como parte de tres categorías, y enfocándose en su
repercusión únicamente en el campo de la investigación, se debe mencionar las influencias y
repercusiones mutuas entre estos puntos, comenzando por el hecho de que los recursos
asignados a la investigación por parte de los responsables de políticas de salud son totalmente
insuficientes, obligando a la investigación a ponerse en las manos de la industria farmacéutica,
que a su vez custodia los dividendos que de esta actividad se desprenden, esto se puede
enlazar directamente con el asunto de que quizá este sea el motivo por lo que el VIH-SIDA se
ha perpetuado como una enfermedad tendiente a la cronicidad a costa de una cura definitiva
que obligue a los sujetos a la medicación de por vida, generando conflictos de intereses y
atentando incluso, contra los principios de no maleficencia y justicia distributiva.

Por otro lado, independientemente de la situación económica de cada país, es probable que no
se le dé prioridad a la necesidad imperiosa de realizar investigación con participantes
infectados, ya que la toma de decisiones en torno al destino de los recursos asignados (exiguos
o cuantiosos -no importa-), está fuertemente influenciada por rasgos culturales y presiones
sociales, pudiendo mencionar aquí la diferencia que aún subsiste en la calidad de atención que
se les brinda a “víctimas inocentes” (hemofílicos, o infectados por vía vertical) en comparación
con aquellos que son “causantes” de su propia enfermedad.

Aún ahora, muchas personas infectadas con el virus, afrontan el impacto de la enfermedad de
manera solitaria debido a que ellos mismos se auto-discriminan como consecuencia de los
sentimientos de culpabilidad, vergüenza e incertidumbre con respecto al desenlace.
Afortunadamente este panorama ha cambiado y la mayoría de los seropositivos exigen su
derecho a tener una vida con calidad, la libertad y trato digno.

Muestra de eso es la creciente lista de quejas presentadas ante la Comisión Nacional de


Arbitraje Médico (CONAMED) lo que pone de manifiesto el alto descontento de la población
respecto a la atención médica recibida. Dichas quejas incluyen la falta de competencia y
actualización de los médicos tratantes, la carencia de los medicamentos, la negativa de
proporcionar atención y sobre todo la falta de respecto a la confidencialidad y la falta de un
consentimiento informado al aplicar pruebas o tratamientos médicos.

En la práctica médica y aún más de la investigación con individuos que viven con VIH o con
SIDA, es estrictamente necesario asegurar la confidencialidad, ya que no es de sorprender la
preocupación de los participantes con respecto a ella, si se tiene en cuenta la mezcla de
intolerancia, discriminación, estigmatización, prejuicio e ignorancia de la que han sido víctimas,
así como el mito que en torno a su enfermedad se ha formulado la sociedad. También se ha de
resaltar la necesidad –obligatoriedad- de garantizar la información debido a que será en
muchas ocasiones íntima y personalísima.

Considerando obligatorio el respeto de la autonomía (del gr. autos = uno mismo y nomos =
regla; lit. "gobierno propio o autodeterminación") como la condición de un agente moral que
tiene el derecho y la facultad de hacer lo que se decide, es decir actuar sin coerción o
restricción. Sin embargo se logrado identificar un tipo de restricción circunstancial en la
investigación realizada en población con VIH, pues el hecho de que no exista otra alternativa
obliga a los pacientes a someterse a estudios de investigación de nuevos medicamentos de los
que no se conocen aún efectos adversos o ventajas, coartando su libre albedrío.

La conquista del usuario como agente responsable en la atención de la salud y como


participante en investigación, con la capacidad de saber y decidir, se ha expresado en la
fórmula del consentimiento informado, que conjuga dos puntos contemplados en la definición de
autonomía, puesto que la información es esencial a la racionalidad (es preciso comprender la
situación antes de poder decidir lo que se debe hacer al respecto), y el consentimiento
presupone la libertad. El principio de respeto a la autonomía es, sin embargo, el más difícil de
manejar en la relación terapéutica y en el entorno de la investigación ya que requiere el ideal de
un médico cualificado y un enfermo competente.

No obstante, en etapas avanzadas de la enfermedad, el paciente con SIDA podría ser afectado
en su capacidad de autodeterminación debido a que pierde los recursos cognitivos necesarios
(debido a dificultades neurológicas) para la toma de decisiones sobre el tratamiento de su
elección.

Al respecto, las pautas éticas en investigación biomédica realizadas por el Consejo de


Organizaciones Internacionales de las Ciencias Médicas (CIOMS) y la Organización Mundial de
la Salud (OMS) en el año 2002, constituyen un avance en la manera en que los principios
éticos debieran guiar el comportamiento de la investigación biomédica con seres humanos de
manera efectiva, particularmente en los países en desarrollo, considerando sus circunstancias
socioeconómicas, leyes y regulaciones, a la luz del desarrollo de propuestas para realizar
ensayos de vacunas y medicamentos a gran escala para el tratamiento de la pandemia del VIH.

El tema en debate fue la necesidad de obtener soluciones de salud pública tecnológicamente


apropiadas y de bajo costo, para los países con escasos recursos económicos, donde se
desarrollaron ensayos clínicos controlados con patrocinadores e investigadores externos,
utilizando intervenciones no comprobadas, por lo que el reto en este contexto, sería estimular la
investigación para encontrar soluciones locales para el VIH, empleando normas claras para la
protección contra la explotación de individuos y comunidades vulnerables, poniendo especial
atención en la influencia de factores económicos en las consideraciones éticas de las naciones
menos favorecidas.
Otro aspecto fundamental para el reconocimiento de los derechos de los participantes en
investigación con VIH y de los investigadores en una variedad de contextos socioculturales, así
como de la aplicación de principios fundamentales: el respeto a la autonomía y el de protección
de las personas y poblaciones vulnerables, lo constituye el documento guía de orientación de
ONUSIDA denominado “Consideraciones éticas sobre la investigación de vacunas preventivas
contra el VIH”.

Consideraciones para grupos vulnerables

En la investigación biomédica frecuentemente se realizan estudios que involucran individuos


con características determinadas con el fin de observar el mayor efecto posible de una
intervención. En ocasiones, éstos en su conjunto, son considerados como grupos vulnerables
por las condiciones físicas, psicológicas, sociales, culturales que prevalecen entre ellos al
momento del estudio. Tal es el caso de las mujeres embarazadas, niños, prisioneros, personas
con capacidades diferentes, aquellos infectados por VIH y hombres que tienen sexo con
hombres, entre otros, por lo que se debe asegurar la protección de sus derechos, evitar abusos
y si aplica, permitir el acceso a tratamientos nuevos.

Los hombres que tienen sexo con hombres (HSH) considerado como el grupo poblacional con
mayor prevalencia de infección por VIH en algunas regiones, poseen factores individuales que
los convierte en un foco vulnerable para la infección, como: autoestima, autodiscriminación,
anonimato, homofobia internalizada y dificultades para establecer relaciones de intimidad, entre
otros, aunado a lo anterior, acarrean otras repercusiones con un impacto sociocultural, ya que
enfrentan la discriminación, estigmatización, rechazo y exclusión, llegando incluso a padecer
dificultades legales y económicas, como consecuencia del ejercicio de su sexualidad.

Otro sector vulnerable, está constituido por grupos de migrantes, quienes de acuerdo a
diversos estudios especializados, presentan patrones de comportamiento sexual de riesgo sin
protección que conducen a la rápida propagación de infecciones de transmisión sexual, incluido
el VIH/SIDA, y en este caso en particular, una gran proporción de mujeres presentan
embarazos involuntarios y abortos peligrosos. Por ejemplo, la prevalencia de VIH en los adultos
de Estados Unidos es del 0.6%, el doble de la prevalencia en México (0.3%), mientras que la
tasa de infección de los trabajadores mexicanos migrantes es 10 veces superior que la
nacional, es decir, los migrantes mexicanos que residen en el país vecino, tienen mayor riesgo
de contraer VIH, en comparación con la población mexicana, sin olvidar el abuso sexual, el
sexo para la sobrevivencia y las consecuencias de la prostitución de las que son objeto,
hombres y mujeres por igual.

Por lo que se requiere realizar investigación no sólo epidemiológica, sino clínica y psicosocial
en este sector poblacional, con estricto apego a los principios y reglas bioéticas, así como a la
Norma Oficial Mexicana NOM-010-SSA2-1993 para la prevención y control de la infección por
Virus de la Inmunodeficiencia Humana con la finalidad de realizar un seguimiento focalizado,
debido a que constituyen una fuente de contagio no sólo para los individuos del mismo género,
sino también para la población en general.

Implicaciones psicosociales para los portadores del VIH/SIDA


Desafortunadamente para el resto de la población, la falta de información sobre la infección por
el VIH ha provocado que más que un padecimiento biológico, sea una enfermedad social,
basada en mitos, prejuicios e información irresponsable. Por esta razón, cuando forman parte
del equipo de investigación personas que no están familiarizados y capacitadas con este
padecimiento, es menester brindarles un entrenamiento adecuado que incluya toda la
información necesaria para evitar los potenciales riesgos de infección, pero sobre todo, para
ofrecerles a los usuarios de los servicios de salud, un ambiente de confianza y sin el temor de
ser discriminados y/o juzgados.

Con relación a los problemas de salud mental que enfrentan los portadores de VIH, existe
evidencia sobre la desmoralización, culpa, desesperanza, síntomas depresivos y altos niveles
de estrés a los que se enfrentan, debido primordialmente al impacto propio de la enfermedad,
así como a problemas de desestructuración familiar y pérdida de redes y vínculos afectivos,
pudiendo denotar incluso, limitaciones en los servicios de salud, educación, seguridad social,
así como falta de empleo, creando condiciones de vida marginales.

En lo concerniente al acceso al tratamiento adecuado y oportuno, mismo que se ha ido


innovando y mejorando, permite el mejoramiento de la calidad de vida de los pacientes
infectados por VIH, sin embargo, su costo es elevado, por lo que desde 1997 se creó un
fideicomiso del Fondo Nacional de Personas que viven con VIH/SIDA (FONSIDA) para ofrecer
de manera primaria el tratamiento antirretroviral a menores de 18 años y mujeres embarazadas
y posteriormente, en 1999, a mujeres y adultos en los 32 estados de la República Mexicana.
Otro aspecto delicado en el que confluyen algunas consideraciones bioéticas, es el hecho de
que al incrementar la esperanza de vida de los pacientes infectados por VIH, se prolonga el
tiempo que las personas sin el virus pueden estar expuestas o en riesgo de infectarse, esto
debido a que los pacientes infectados vivirían más tiempo y podrían practicar comportamientos
de riesgo. Esto es, se estaría mejorando la condición de vida individualmente, pero a nivel
colectivo, no necesariamente. Por lo que se requiere la instrumentación de programas eficaces
que aseguren información sobre medidas de autocuidado con relación al padecimiento y la
salud sexual y reproductiva.

Al ser una infección mayoritariamente transmitida por vía sexual y/o por el uso de jeringas
contaminadas por el virus –como es el caso de los usuarios de drogas inyectables- es una
infección que genera prejuicios, siendo o no, el caso de la infección debida a las anteriores vías,
estimulándose la génesis de una especie de xenofobia hacia éstos. Lo que puede vulnerar los
derechos de la persona y, no sólo esto, sino también se imbrica con el tema de la dignidad
humana, que se afectará por cuestiones materiales y/o conductas costumbristas.

Sin embargo, al reconocer la salud como un derecho, tanto individual como social, podría
tenerse la consideración de poder revelar cierta información con el fin de evitar poner en riesgo
a terceras personas, aunque en estos casos, lo mejor sería brindarle la información necesaria a
los usuarios infectados y tratar de convencerlos de no exponer a otros, sin embargo esto no
siempre es posible.

Al respecto, uno de los problemas bioéticos a los que se han enfrentado los profesionales de la
salud, referente a la necesidad de garantizar la confidencialidad sobre la condición de las
personas infectadas por el virus del VIH, es el hecho de que otras personas que no están
informadas podrían estar en riesgo de adquirir la infección. El famoso caso Tarasoff, en donde
el médico psiquiatra no advirtió del inminente asesinato por parte de uno de sus pacientes,
continúa siendo -a pesar de los años y la distancia- el faro de esta discusión entre utilitaristas y
partidarios de la teoría deontológica.

Finalmente, vale la pena hacer mención que tratándose de pacientes infectados por el virus, se
desprenden otros dilemas asociados, como son: la reproducción humana, aborto,
anticoncepción y el nacimiento, considerando la posible infección vertical, por lo tanto, podría
decirse que el VIH/SIDA no sólo es una enfermedad, sino que se trata de un problema social
que rebasa las prácticas individuales y de los sistemas de salud.
El reciente desarrollo de su estudio, requiere la integración de factores políticos, económicos,
culturales, étnicos, generacionales, de sexo y de género desde un enfoque multidisciplinario
que exprese una condición estructural que no sólo comprenda la vulnerabilidad social y el
riesgo asociado a esta pandemia, sino que amplíe el horizonte de estudios, acciones y políticas
públicas que redunden en la creación de investigación clínica orientada al mejoramiento de la
calidad de vida de las personas que la padecen, apegada a principios bioéticos fundamentales:
el respeto por la vida, la salud, beneficencia, no maleficencia, autonomía, justicia distributiva,
entre otros.
III. Conclusiones
Después de haber abordado someramente el tema sobre la infección de VIH/SIDA, se observa
que a pesar de que el desarrollo tecnológico sobre el diagnóstico y tratamiento ha mejorado
concomitantemente, en el ámbito sociocultural, no se han observado mejorías considerables, ya
que generalmente los individuos seropositivos y/o enfermos con SIDA, son estigmatizados, por
la ignorancia que persiste al respecto, quienes no ejercen totalmente sus derechos.

Las políticas y prácticas de salud relacionadas con el manejo de esta pandemia requieren
revisión y desarrollos constantes con el fin de responder a los nuevos y complicados retos que
se enfrentan, coordinadas con las metas de salud pública de manera que coadyuven en la
facilitación de la integración exitosa y saludable para los portadores del VIH. Este concepto
supone entender sus perfiles y creencias de salud y proveer acceso a servicios de calidad y
culturalmente adecuados de modo de mejoren las posibilidades de integración de estos grupos.

El marco internacional de los derechos humanos proporciona un concepto ideológico y


nociones jurídicas claramente articuladas y ampliamente aceptadas para obtener respuestas
legislativas y prácticas en el ámbito de la salud y de los factores que la determinan, sin
discriminar por aspectos como: raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de otra
índole, origen nacional o posición social, situación económica, lugar de nacimiento,
impedimentos físicos o mentales, estado de salud, incluidos el VIH/SIDA, orientación sexual y
situación política, social o de otra índole.

Con relación a los derechos humanos, se ha hecho hincapié en el análisis de los factores
protectores, de la resiliencia, la protección social y el acceso a servicios de salud de calidad sin
discriminación; así también, se han gestionado diversas preocupaciones relacionadas con la
salud.

El escenario presentado se hace más complejo porque los derechos de estas personas son
negados en términos de condiciones laborales y salud, conjuntamente con ello, la falta de
acceso a servicios de prevención y atención de salud sitúa a estas personas en alto riesgo de
desarrollar alguna complicación asociado, por lo que el desarrollo de estrategias de integración
y prevención de la discriminación y vulnerabilidad, apoyando la producción de información y de
investigación involucrando a instituciones académicas y de investigación especialistas en el
tema, coadyuvarán en el mejoramiento de las condiciones de salud en que viven estas
personas.
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