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Junio, 2010
"Muchos queremos ser médicos, maestros; yo quiero ser
cantante, pero lograr esos sueños será posible cuando nos aseguren
medicamentos, cuando nos acepten en los centros educativos y crecer
en un ambiente sin violencia, estigma y discriminación" K. Dunaway.
I. ANTECEDENTES
En México, en el año 2009 se estimó que existían 29,445 personas con este diagnóstico, con
una tasa de mortalidad de 4.85 por cada 100 mil habitantes. Esta epidemia afecta a diversos
grupos que mantienen prácticas de riesgo. En nuestro país, la prevalencia de hombres que
tienen sexo con hombres (HSH) es de 23%, en trabajadoras sexuales del 2, usuarios de drogas
inyectables 6% y 0.3% en la población general (SSA, 2010). Respecto al grupo de individuos
HSH, parece haberse incrementado la frecuencia de contagio debido a la gran cantidad de
intercambios sexuales que realizan sin protección.
Esta pandemia es considerada como un riesgo para el desarrollo de los países y un peligro
para la seguridad mundial, por lo que abordarla y combatirla, se integró a los objetivos del
Desarrollo del Milenio, donde algunas de sus metas a saber son: haber detenido y comenzado
a reducir, para el año 2015, la propagación del VIH/SIDA; y lograr, para el año 2010, el acceso
universal al tratamiento del VIH/SIDA de todas las personas que lo necesiten.
“Hemos recorrido un largo camino pero no hemos llegado hasta donde quisiéramos, es evidente que
tendremos que esforzarnos aún más para asegurarnos que los recursos y las acciones necesarias están
a la altura del compromiso que hemos contraído, no podemos alegar que hay problemas comparables
que son más importantes o más urgentes, no podemos aceptar que “surgió otro asunto” que nos obligó a
dejar el SIDA en suspenso, siempre habrá otro asunto…”
Kofi Annan.
Lo anterior presupone, que a pesar de que el VIH/SIDA constituye un tema prioritario debido a
que afecta varios aspectos de la vida de las personas infectadas como la salud física y
emocional, ocasionando incluso problemas sociales, económicos y jurídicos, aún falta un largo
camino que recorrer en términos de su abordaje.
Sin embargo, previo a esto, hay una historia larga por revisar: retomando la problemática del
VIH-SIDA señalada anteriormente como parte de tres categorías, y enfocándose en su
repercusión únicamente en el campo de la investigación, se debe mencionar las influencias y
repercusiones mutuas entre estos puntos, comenzando por el hecho de que los recursos
asignados a la investigación por parte de los responsables de políticas de salud son totalmente
insuficientes, obligando a la investigación a ponerse en las manos de la industria farmacéutica,
que a su vez custodia los dividendos que de esta actividad se desprenden, esto se puede
enlazar directamente con el asunto de que quizá este sea el motivo por lo que el VIH-SIDA se
ha perpetuado como una enfermedad tendiente a la cronicidad a costa de una cura definitiva
que obligue a los sujetos a la medicación de por vida, generando conflictos de intereses y
atentando incluso, contra los principios de no maleficencia y justicia distributiva.
Por otro lado, independientemente de la situación económica de cada país, es probable que no
se le dé prioridad a la necesidad imperiosa de realizar investigación con participantes
infectados, ya que la toma de decisiones en torno al destino de los recursos asignados (exiguos
o cuantiosos -no importa-), está fuertemente influenciada por rasgos culturales y presiones
sociales, pudiendo mencionar aquí la diferencia que aún subsiste en la calidad de atención que
se les brinda a “víctimas inocentes” (hemofílicos, o infectados por vía vertical) en comparación
con aquellos que son “causantes” de su propia enfermedad.
Aún ahora, muchas personas infectadas con el virus, afrontan el impacto de la enfermedad de
manera solitaria debido a que ellos mismos se auto-discriminan como consecuencia de los
sentimientos de culpabilidad, vergüenza e incertidumbre con respecto al desenlace.
Afortunadamente este panorama ha cambiado y la mayoría de los seropositivos exigen su
derecho a tener una vida con calidad, la libertad y trato digno.
En la práctica médica y aún más de la investigación con individuos que viven con VIH o con
SIDA, es estrictamente necesario asegurar la confidencialidad, ya que no es de sorprender la
preocupación de los participantes con respecto a ella, si se tiene en cuenta la mezcla de
intolerancia, discriminación, estigmatización, prejuicio e ignorancia de la que han sido víctimas,
así como el mito que en torno a su enfermedad se ha formulado la sociedad. También se ha de
resaltar la necesidad –obligatoriedad- de garantizar la información debido a que será en
muchas ocasiones íntima y personalísima.
Considerando obligatorio el respeto de la autonomía (del gr. autos = uno mismo y nomos =
regla; lit. "gobierno propio o autodeterminación") como la condición de un agente moral que
tiene el derecho y la facultad de hacer lo que se decide, es decir actuar sin coerción o
restricción. Sin embargo se logrado identificar un tipo de restricción circunstancial en la
investigación realizada en población con VIH, pues el hecho de que no exista otra alternativa
obliga a los pacientes a someterse a estudios de investigación de nuevos medicamentos de los
que no se conocen aún efectos adversos o ventajas, coartando su libre albedrío.
No obstante, en etapas avanzadas de la enfermedad, el paciente con SIDA podría ser afectado
en su capacidad de autodeterminación debido a que pierde los recursos cognitivos necesarios
(debido a dificultades neurológicas) para la toma de decisiones sobre el tratamiento de su
elección.
Los hombres que tienen sexo con hombres (HSH) considerado como el grupo poblacional con
mayor prevalencia de infección por VIH en algunas regiones, poseen factores individuales que
los convierte en un foco vulnerable para la infección, como: autoestima, autodiscriminación,
anonimato, homofobia internalizada y dificultades para establecer relaciones de intimidad, entre
otros, aunado a lo anterior, acarrean otras repercusiones con un impacto sociocultural, ya que
enfrentan la discriminación, estigmatización, rechazo y exclusión, llegando incluso a padecer
dificultades legales y económicas, como consecuencia del ejercicio de su sexualidad.
Otro sector vulnerable, está constituido por grupos de migrantes, quienes de acuerdo a
diversos estudios especializados, presentan patrones de comportamiento sexual de riesgo sin
protección que conducen a la rápida propagación de infecciones de transmisión sexual, incluido
el VIH/SIDA, y en este caso en particular, una gran proporción de mujeres presentan
embarazos involuntarios y abortos peligrosos. Por ejemplo, la prevalencia de VIH en los adultos
de Estados Unidos es del 0.6%, el doble de la prevalencia en México (0.3%), mientras que la
tasa de infección de los trabajadores mexicanos migrantes es 10 veces superior que la
nacional, es decir, los migrantes mexicanos que residen en el país vecino, tienen mayor riesgo
de contraer VIH, en comparación con la población mexicana, sin olvidar el abuso sexual, el
sexo para la sobrevivencia y las consecuencias de la prostitución de las que son objeto,
hombres y mujeres por igual.
Por lo que se requiere realizar investigación no sólo epidemiológica, sino clínica y psicosocial
en este sector poblacional, con estricto apego a los principios y reglas bioéticas, así como a la
Norma Oficial Mexicana NOM-010-SSA2-1993 para la prevención y control de la infección por
Virus de la Inmunodeficiencia Humana con la finalidad de realizar un seguimiento focalizado,
debido a que constituyen una fuente de contagio no sólo para los individuos del mismo género,
sino también para la población en general.
Con relación a los problemas de salud mental que enfrentan los portadores de VIH, existe
evidencia sobre la desmoralización, culpa, desesperanza, síntomas depresivos y altos niveles
de estrés a los que se enfrentan, debido primordialmente al impacto propio de la enfermedad,
así como a problemas de desestructuración familiar y pérdida de redes y vínculos afectivos,
pudiendo denotar incluso, limitaciones en los servicios de salud, educación, seguridad social,
así como falta de empleo, creando condiciones de vida marginales.
Al ser una infección mayoritariamente transmitida por vía sexual y/o por el uso de jeringas
contaminadas por el virus –como es el caso de los usuarios de drogas inyectables- es una
infección que genera prejuicios, siendo o no, el caso de la infección debida a las anteriores vías,
estimulándose la génesis de una especie de xenofobia hacia éstos. Lo que puede vulnerar los
derechos de la persona y, no sólo esto, sino también se imbrica con el tema de la dignidad
humana, que se afectará por cuestiones materiales y/o conductas costumbristas.
Sin embargo, al reconocer la salud como un derecho, tanto individual como social, podría
tenerse la consideración de poder revelar cierta información con el fin de evitar poner en riesgo
a terceras personas, aunque en estos casos, lo mejor sería brindarle la información necesaria a
los usuarios infectados y tratar de convencerlos de no exponer a otros, sin embargo esto no
siempre es posible.
Al respecto, uno de los problemas bioéticos a los que se han enfrentado los profesionales de la
salud, referente a la necesidad de garantizar la confidencialidad sobre la condición de las
personas infectadas por el virus del VIH, es el hecho de que otras personas que no están
informadas podrían estar en riesgo de adquirir la infección. El famoso caso Tarasoff, en donde
el médico psiquiatra no advirtió del inminente asesinato por parte de uno de sus pacientes,
continúa siendo -a pesar de los años y la distancia- el faro de esta discusión entre utilitaristas y
partidarios de la teoría deontológica.
Finalmente, vale la pena hacer mención que tratándose de pacientes infectados por el virus, se
desprenden otros dilemas asociados, como son: la reproducción humana, aborto,
anticoncepción y el nacimiento, considerando la posible infección vertical, por lo tanto, podría
decirse que el VIH/SIDA no sólo es una enfermedad, sino que se trata de un problema social
que rebasa las prácticas individuales y de los sistemas de salud.
El reciente desarrollo de su estudio, requiere la integración de factores políticos, económicos,
culturales, étnicos, generacionales, de sexo y de género desde un enfoque multidisciplinario
que exprese una condición estructural que no sólo comprenda la vulnerabilidad social y el
riesgo asociado a esta pandemia, sino que amplíe el horizonte de estudios, acciones y políticas
públicas que redunden en la creación de investigación clínica orientada al mejoramiento de la
calidad de vida de las personas que la padecen, apegada a principios bioéticos fundamentales:
el respeto por la vida, la salud, beneficencia, no maleficencia, autonomía, justicia distributiva,
entre otros.
III. Conclusiones
Después de haber abordado someramente el tema sobre la infección de VIH/SIDA, se observa
que a pesar de que el desarrollo tecnológico sobre el diagnóstico y tratamiento ha mejorado
concomitantemente, en el ámbito sociocultural, no se han observado mejorías considerables, ya
que generalmente los individuos seropositivos y/o enfermos con SIDA, son estigmatizados, por
la ignorancia que persiste al respecto, quienes no ejercen totalmente sus derechos.
Las políticas y prácticas de salud relacionadas con el manejo de esta pandemia requieren
revisión y desarrollos constantes con el fin de responder a los nuevos y complicados retos que
se enfrentan, coordinadas con las metas de salud pública de manera que coadyuven en la
facilitación de la integración exitosa y saludable para los portadores del VIH. Este concepto
supone entender sus perfiles y creencias de salud y proveer acceso a servicios de calidad y
culturalmente adecuados de modo de mejoren las posibilidades de integración de estos grupos.
Con relación a los derechos humanos, se ha hecho hincapié en el análisis de los factores
protectores, de la resiliencia, la protección social y el acceso a servicios de salud de calidad sin
discriminación; así también, se han gestionado diversas preocupaciones relacionadas con la
salud.
El escenario presentado se hace más complejo porque los derechos de estas personas son
negados en términos de condiciones laborales y salud, conjuntamente con ello, la falta de
acceso a servicios de prevención y atención de salud sitúa a estas personas en alto riesgo de
desarrollar alguna complicación asociado, por lo que el desarrollo de estrategias de integración
y prevención de la discriminación y vulnerabilidad, apoyando la producción de información y de
investigación involucrando a instituciones académicas y de investigación especialistas en el
tema, coadyuvarán en el mejoramiento de las condiciones de salud en que viven estas
personas.
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