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Por Por Germán Santamaría, Revista Diners, 16/10/2009

El filósofo de la Sierra Nevada


En este octubre del Día de la Raza americana surge en toda su
dimensión el Mamo Kuncha, el máximo jefe espiritual de la Sierra
Nevada de Santa Marta. No es el indígena derrotado ni resentido, sino el
líder victorioso que propone desde sus montañas toda una filosofía de
vida, que ha expuesto de Bogotá a Washington y Suiza ante empresarios
y banqueros y estrategas y políticos. Sabiduría y un nuevo tipo de
liderazgo.

Foto: Mauricio Vélez

La mariposa de hermosos colores de augurio voló sobre los matorrales y atravesó


el arroyo cristalino y se perdió en el bosque, por entre los pliegues de las
montañas, rumbo a las cumbres de la Sierra Nevada de Santa Marta. Gustavo
Mutis, reconocido estratega de gestión empresarial, la observó perderse en la
lejanía. Entonces escuchó que a sus espaldas el Mamo Kuncha le decía: "No
persiga nunca a una mariposa, no trate de atraparla, no corra tras ella, sólo
quédese quieto, espere, porque la mariposa es como la felicidad, que al no
perseguirla se posa sobre nuestros hombros y nos hace dichosos, así sea por un
momento".

Ante una audiencia de 1.800 personas desde banqueros hasta empresarios


nacionales e internacionales reunidos en Bogotá en Expogestión 2009, el Mamo
Kuncha, jefe de todos los Mamos de la Sierra Nevada de Santa Marta, afirmó:
"Ustedes tienen que aprender a pensar despacio. A ustedes les entran las cosas
por los oídos pero no escuchan. Ven cuadros, ven cifras, pero no dialogan ni
escuchan. Ustedes no ven a los que están a su alrededor. Cuando se piensa
despacio antes de hacer las cosas, se ve todo, todo lo que está alrededor.
Ustedes piensan con afán y las cosas les quedan mal hechas".

Con esa sabiduría habla el Mamo Kuncha, el gran filósofo de la Sierra Nevada. Esa
es la sabiduría del Mamo Kuncha y el Mamo Jacinto y el Mamo Ramón y el Mamo
Pedro Juan, los más sabios entre los aproximadamente doscientos jefes
espirituales que lideran a 58.000 indígenas que habitan la Sierra Nevada de Santa
Marta, más conocidos como arhuacos, kogis, wiwas y kankwamos. Ellos
constituyen la única cultura indígena y profunda que sobrevive en Colombia, y
desde sus cumbres y nieves que miran al mar expresan hoy por hoy el único
planteamiento espiritual serio y coherente acerca de una forma de vida pacífica
en armonía con la naturaleza y con los otros 43 millones de seres humanos que
habitan este vasto y convulsionado territorio que se llama Colombia.

El jefe de esos jefes se llama el Mamo Kuncha. Tal vez tenga 65 años o más. No
tiene ni una cana. Jamás ha calzado un par de zapatos. Pequeño, menudo, con
una piel cobriza labrada por el sol y el viento, se agiganta por la dimensión de su
vestimenta del mejor algodón crudo, el tutusoma blanco en la cabeza y el mukku
o manta también blanquísima que cubre en perfectos pliegues su cuerpo
desnudo, musculoso, cuerpo que es como una roca negra debajo de las cumbres
nevadas.

Se sabe que tiene dieciocho hijos. Se sabe que vive en su karkarwa o templo
ceremonial, a más de tres mil metros de altura. Se sabe que es el gran jefe no
porque se haya ganado ese cargo por votos o por guerras sino porque es el más
sabio de todos, el que piensa más profundamente y más despacio.

Se sabe que es el gran jefe no porque se haya


ganado ese cargo por votos o por guerras sino
porque es el más sabio de todos, el que piensa
más profundamente y más despacio.
Está pensando, meditando, prácticamente desde cuando era un niño menor de
cinco años. Al revelar esta facultad providencial lo apartaron y lo educaron sin
comer sal ni carne, en templos ceremoniales ocultos en las más altas cumbres de
la Sierra, en lugares tan remotos que algunos son incluso desconocidos para Juan
Mayr, el ex ministro de Medio Ambiente que es el colombiano que más conoce y
ha estudiado la Sierra Nevada, cuando la descubrió en toda su dimensión para los
colombianos hace ya más de treinta años.

Mamo Kuncha fue prácticamente aislado desde niño por su comunidad, de todas
las fuerzas en conflicto en las laderas de la Sierra. Lo apartaron de los curas
misioneros, de los guerrilleros, de los paramilitares, de los colonos. No habla en
español porque se formó en lengua indígena, y su traductor es el también
indígena Danilo Villafañe. En realidad habla muy poco, guarda largos silencios. Su
elocuencia son esos vastos silencios con los que esculpe la solidez de sus
sentencias, como cuando afirma: "El futuro es volver al pasado", o "Nosotros
siempre hemos existido y seguiremos existiendo siempre, porque la vida nunca
muere". Son tan bizarros sus silencios y tan certeras sus palabras, que es el
colombiano más elocuente en un país donde la gente es opinadora profesional de
tantos temas sin estudiarlos, a tal punto que si cada uno sólo hablara de lo que
sabe y conoce, se escucharía entonces un gran silencio nacional.

El Mamo Kuncha conoció la otra Colombia hace apenas unos diez años cuando
bajó de la Sierra Nevada a las tierras calientes y conoció la gran ciudad. Bajó
porque después de pensar en silencio durante tantos años, él y su comunidad y el
Consejo de Mamos decidieron que era la hora de hablar con sus "hermanos
menores" de Colombia y del mundo para establecer un diálogo, para pensar en
grupo, para entrar en una especie de gran negociación para salvar al mundo de la
destrucción, las guerras, las catástrofes, las enfermedades. Ellos creen que el
mundo se reconstruye, se reinventa casi siempre después de una gran crisis, y
saben que en estos momentos la crisis aflige a todos los pueblos del mundo. Los
Mamos de las culturas kogi, arhuaca y wiwa decidieron llamar nuestra atención
para alertarnos, guiarnos y concientizarnos sobre la importancia de mantener el
equilibrio en el planeta, llamándonos a que detengamos nuestra capacidad de
daño, y para advertirnos sobre las graves consecuencias que tienen nuestras
acciones en la fuerza principal de la vida.

Foto: Mauricio Vélez

Mamo Kuncha bajó de la Sierra y se dirigió con suavidad y respeto a sus


hermanos menores, a quienes denominan así por un sentido de cariño y de
respeto, y también, aunque no lo digan, porque ellos estaban allí, en la Sierra
Nevada, que es la montaña más alta del mundo junto al mar, muchos siglos antes
que las carabelas españolas despuntaran en el horizonte del océano. Mamo
Kuncha ahora bajó y habló y llevó hasta la Sierra a embajadores, altos
funcionarios de las Naciones Unidas, Presidentes y líderes políticos del mundo,
para enseñarles la grandeza y sabiduría de sus montañas y para que obligaran a
parar a todos los violentos que se enfrentaban a muerte en el sagrado territorio
de los tayronas. Les demostró que habían asesinado a cerca de cuatrocientos
indígenas pertenecientes a las cuatro comunidades de la Sierra Nevada. Les
mostró las laderas erosionadas por la tala de los colonos. Les mostró cómo cada
año las aguas menguaban, cómo las nieves retrocedían en los picos, cómo la
Madre Tierra cuya mayor altura en el territorio colombiano es la Sierra Nevada
estaba allí amenazada, y estar amenazada la Madre era estar amenazada toda la
vida, la vida que son las aguas, los frutos de la tierra, los árboles, la semillas que
viajan con el viento...

Después Mamo Kuncha continuó su diálogo con dirigentes de Colombia y del


mundo. Habló en documentales de la National Geographic, en la Conferencia
Anual de los Bioneers de Boston, en el Instituto Smithsonian de Washington, en
los recintos de las Naciones Unidas en Nueva York y Ginebra, y ya está invitado al
próximo Foro Económico Mundial de Davos,

Habló en documentales de la National


Geographic y ya está invitado al próximo Foro
Económico Mundial de Davos, Suiza.
En esos foros de intelectuales, científicos, empresarios y banqueros, Mamo
Kuncha narró cómo funciona su mundo donde existen nuevos núcleos del
conocimiento, donde no se dictan cada año nuevas leyes porque el
funcionamiento de la sociedad se basa en leyes tan inmodificables como si
estuvieran escritas sobre piedra y que establecen todo lo concerniente a la vida y
a la muerte, como la ley del origen en la que el futuro es el pasado, la ley
transgeneracional según la cual los hijos heredarán nuestras culpas si no nos
purificamos antes de morir, la ley de las aguas que lo es todo, o aquella que
establece que nada muere porque todo nace, crece y se transforma, o aquella
otra de la vida que dice que todo ciclo siempre está precedido por una crisis.

Foto: Mauricio Vélez


Les dijo también a los poderosos del mundo, llenos de riquezas y ambiciones,
esclavos de autos y de cuentas bancarias, que la vida es breve y que hay que
vivirla con sencillez en compañía de los hijos. Les contó que lo sagrado no son los
bienes que el hombre compra o construye sino las cosas hermosas y profundas
que la naturaleza le prodiga. Y les habló de lo oscuro y lo claro, les precisó las
diferencias entre oír y escuchar.

"Ésta es la base para tener tranquilidad y alegría de vivir, para que esta alma y
este cuerpo no se pierdan, aunque este cuerpo no es para que dure mucho
tiempo, en cambio el alma no muere", dijo el Mamo Kuncha como si fuera el
nuevo Zaratustra de Nietzsche, ahora venido de las cumbres de la Sierra Nevada.
Y habló frente a ejecutivos, hombres de negocios, banqueros, empresarios,
mujeres inteligentes y hermosas, todos amantes de la vida y los bienes de lujo y
el confort. "La vida es breve, muy breve, hay que aprovecharla al máximo y
compartirla con los hijos", dijo ante esas multitudes de hombres y mujeres de
afán. Ellos tal vez entendieron que aquel hombre descalzo y vestido de blanco les
hablaba de otro tipo de sabiduría, porque la sabiduría está en muchas partes,
también en otras culturas, no sólo en los laboratorios y oficinas.

Ellos tal vez entendieron que aquel hombre


descalzo y vestido de blanco les hablaba de otro
tipo de sabiduría, porque la sabiduría está en
muchas partes.
Y que este hombre menudo por fuera pero de inmensa solidez interior, también
entraña otro tipo de Poder.

El Mamo Kuncha se entrevistó un día con Alejandro Cirilio Pérez, el más


importante líder espiritual de todos los indígenas mayas de Centroamérica, y hace
poco estuvo en Sedona, Arizona, el centro esotérico de los Estados Unidos donde
se reunió con los cien jefes espirituales indígenas más importantes del mundo. Se
afirma que allí también, en un rancho entre las montañas rojas frente al Gran
Cañón del Colorado, estuvo meditando con Drunvallo Melquizedec, el gran gurú
de la Nueva Era.

Claro que el Mamo Kuncha también sabe perfectamente lo que mucha gente está
pensando sobre lo que se afirma que sucederá en 2012, a partir del viernes 21 de
diciembre de ese año. De eso habló dos veces con Alejandro Cirilio Pérez, el jefe
maya. Dicen que también lo habló con Drunvallo Melquizedec. Cuando se le
pregunta, entra en un largo silencio. Piensa despacio, muy despacio... No quiere
especular ni alarmar y su silencio dramático pero luminoso sólo se interrumpe
cuando suena el teléfono celular de su traductor Danilo Villafañe. Llaman al Mamo
Kuncha desde la Sierra Nevada. Habla en arhuaco. Cuando el Mamo cuelga,
piensa de nuevo. Y entre silencios dice que en 2012 no habrá castástrofes, que
todo depende de nosotros, pero que sí habrá grandes transformaciones, todo un
cambio de conciencia. Tal vez un hombre nuevo...
Foto: Mauricio Vélez

De todas maneras, el Mamo Kuncha sólo volverá a bajar a este mundo de los
hermanos menores a principios del próximo año. Y luego se recluirá de nuevo en
sus cumbres de la Sierra Nevada de Santa Marta a pensar y a meditar sobre
mucho más allá del año 2012. A pensar muy despacio allí resguardado por las
cuchillas nevadas que divisara hace cien años desde el mar el capitán Joseph
Conrad y describiera en su monumental obra Nostromo en la que relata todo lo
que se pueda saber sobre el Poder colonial en los trópicos.

Mamo Kuncha es el sabio de la Sierra Nevada y el único pensador auténtico y


profundo y no negociante que tiene Colombia.

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