Vous êtes sur la page 1sur 8

Niños

a la escuela

Gabriel Castro Rodríguez

1er Premio Concurso de Ensayo


Universidad Arcis
Valparaíso 2007
Niños a la Escuela.
Gabriel Castro Rodríguez
Editorial Alianza de las Artes
wwww.alianzadelasartes.blogspot.com
Renzo Pecchenino 2404, TroncosViejos,
Villa Alemana.
(032) 2420447 / 09-0463883 / 08-4453443
mrojasvicencio@gmail.com
Imagen de portada:Grandville

Cualquier parte de este libro, incluido el diseño de la portada,


puede ser reproducida, transmitida o almacenada, sea por procedimientos mecánicos, ópticos,
químicos o electrónicos, incluidas las fotocopias, con o sin permiso escrito del editor.
Se terminó de imprimir esta PRIMERA EDICIÓN
en los talleres de Editorial Arte de la Alianza de la Artes
en el mes de Marzo de 2008.

IMPRESO EN CHILE / PRINTED IN CHILE


Caminaban hacia el abismo.

Creo que eso lo supe


desde que los vi.

Sombra o masa de niños


caminaban indefectiblemente
hacia el abismo.

Después oí un murmullo
que el aire frío del atardecer
en el valle levantaba
hacia los faldeos y riscos
y me quedé estupefacta.

Estaban cantando.

Auxilio Lacouture
Leí el libro Los que van a morir te saludan 1 -quizás hasta hoy la única monografía

histórica que aborda la masacre chilena del 21 de Diciembre de 1907- y escuché tantos ecos.

Uno persiste y a partir de aquí procuro fijarlo: niños.

Según el autor 2 así los patrones consideraron a miles de movilizados: “…los

huelguistas se dividen en dos grupos, fue la esencia del discurso patronal, uno de ellos,

pequeño y activo, es el que genera los conflictos y disturbios, procede desde fuera de las

oficinas o desde fuera de la región, o desde fuera del país: es el grupo de los agitadores, grupo

de profesionales de la mentira, amigos de aprovecharse de las situaciones, logreros,

inmorales, holgazanes. El segundo grupo, numeroso y pasivo, es el de la masa laboral,

normalmente contento con la suerte que la existencia le ha declarado aunque abierto (débil)

a dejarse presionar o entusiasmar por agitadores; la masa trabajadora es un grupo de niños a

quienes el mal ejemplo arrastra fácilmente.” 3

Una de los abusos que moviliza a los trabajadores y sus familias descontentas es el

pago con dinero de mentira, además desvalorizado por el cambio pues se calculaba según

moneda británica: fichas de resina, dinero de juguete: fuera de la oficina carecía de valor real.

1
Devés, Eduardo. Ediciones Documentas, 2ª edición, enero de 1988.
2
(Santiago de Chile, 1951) Doctor en Filosofía en la Universidad de Lovaina (Bélgica) y en Historia,
Universidad de París.
3
Op. Cit. pág 67-68
Después de, en muchos casos una caminata por decenas de kilómetros emprendida

por los trabajadores insatisfechos, el lugar alternativo de alojamiento una vez llegados a

Iquique fue un circo solidario exactamente al frente del principal, la Escuela: “Adyacente se

encontraba la Plaza Montt y allí instalada la carpa del circo Zobarán, ocupada por pampinos

que alojaban en ella y sobre todo por esposas e hijos que los acompañaban.” 4

Los pampinos se negaron a dejar estos dos lugares de establecimiento tan ligados a la

infancia y trasladarse a otro tan de hombres adultos: el hipódromo: “Resulta enigmático que

los trabajadores huelguistas a pesar de las sugerencias, amenazas, y demostraciones de fuerza

se hayan negado a salir de la escuela y partir al hipódromo. ¿A qué se debió su negativa?” 5

¿No fue cosa de niños la insistente ingenuidad de líderes y seguidores aquella que

domesticó la esperanza de que sus patrones extranjeros, las autoridades chilenas, el Gobierno

de Chile aceptaría noblemente sus tan razonables peticiones de justicia laboral?

¿La misma ingenuidad infantil creyó que las fuerzas armadas chilenas movilizadas a

Iquique nunca dañarían, por el contrario protegerían a los miles de compatriotas reclamando

pacíficamente sus derechos laborales?

El eco de la palabra niños todavía rebota con tal despiadada violencia en las paredes

acribilladas de las salas y patios de la Escuela Santa María, lugar destinado hasta hoy al

desarrollo de niños y niñas.

4
Op. Cit. pág. 183
5
Op. Cit. pág. 191
Miles fueron las víctimas, entre los que se encontraban reales infantes quienes de

igual forma a sus hermanos mayores: padres y madres, hasta minutos antes de la masacre

creyeron inocentemente en el Estado Chileno.

Cuatro días antes del nacimiento ese 1907 del niño-dios.

La pérdida de la inocencia siempre sanguinaria -pero con saña en este hecho

histórico- con tanto dolor debería aceptarse como parte del crecimiento personal y

ciudadano, pero el amargo derecho a reconocerla hasta el día de hoy ¿Por qué el Estado

Chileno sistemáticamente intenta que lo ignoremos?

La escasez de documentos de diversa naturaleza, a penas una magistral obra musical,

una novela bestseller, otra malamente conocida 6 y el serio estudio histórico que despertó esta

reflexión, parece confirmar una vez más que la condición de inocencia infantil del pueblo

convendrá siempre al poder para reproducirse y dar a luz, o mejor dicho a oscuridad más

niños-ciudadanos.

¿A cuál sacrificio y quiénes son los próximos ofrecidos?

¿Hermano lector, cuántos años tendremos el pueblo cuando el país cumpla 200?

6
El invasor. Messina, Sergio; Ed. Planeta. 2001

Vous aimerez peut-être aussi