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El Ojo Breve / Pasarela

Por

Abraham Cruzvillegas

(06-Jun-2001).-

La semana pasada concluyó la muestra "Con fulgente hado (o de


reinventar principios)", montada en las oficinas de una casa de
bolsa en la Zona Rosa, propiedad del consorcio Bancomer-BBV.
Propuesta como inicio del Programa Extramuros de Ex Teresa, sin
enunciar generación o grupo, fue catalizadora de experiencias
aisladas que componen una faceta de la producción plástica
actual. Participaron, entre otros, Marcela Armas, Gilberto Esparza,
Axel Estrada, Elizabeth Estrada, Daniel Lara, Guillermo Martínez,
Agustín Solórzano.

Azzul Monraz y Aldo Guerra presentaron una obra tridimensional


que involucra la ejecución de un nudismo espiritual y su registro
en video, que más bien parece el simulacro de una sinceridad
innecesaria.

Héctor Zamora, quien realizó una instalación sensorial estupenda


en la Torre de los Vientos, hizo una obra que, tal vez
intencionalmente, resulta incomodísima. En la terraza posterior del
lugar, al aire libre, suspendió con cables de acero un par de
láminas galvanizadas paralelas en sus elipses, que reflejan la luz
de manera violenta.

Rodrigo Tovar, cínicamente, transformó con elementos mínimos


una de las salas, acaso escenario de juntas de nivel ejecutivo: con
un tubo cromado y luces intermitentes levantó una pasarela de
bailes eróticos. Paradójicamente, su pista de table-dance fue
mutilada poco antes de su conclusión, sin al menos colocar en el
espacio correspondiente una imagen de cómo era antes de ser
destruida. Hubiera sido fino contratar una edecán del célebre
Titanium para que explicara a los visitantes las razones para la
remoción de la obra.

Vanessa Rivero bordó directamente sobre el muro de una de las


salas siguiendo un patrón operativo más que un acabado preciso,
preponderando un desarrollo que probablemente no implicaba
significado alguno, tampoco tema ni representación. Al final tenía
su fortuna en la liberación de un producto ajeno al sitio. En todo
caso, su atención iba al proceso, sin mistificar al tiempo ni al
espacio.

Gabriel Sosa, aludiendo también al tiempo, más como un


contenido de la obra, instaló un conjunto de fotografías
deterioradas en las que poco es reconocible, en el entorno
protagónico de una cocina industrial donde pierden importancia y
se vuelven dramáticas. Un video que documenta al material mismo
en su avería confunde más.

Iván Puig presentó variaciones objetuales-artesanales con la efigie


de una mosca, colocándolas en sitios ad hoc del lugar. Una
tridimensional en un refrigerador, una en el exterior colgada de un
hilo, con la que hay que jugar a meterla ilusoriamente en un frasco
dibujado sobre el vidrio de la ventana. Un matamoscas en forma
de mosca; en fin...

Edith Pons llenó el piso de una de las salas con arena, asociándola
a la idea del cosmos como totalidad compuesta por partículas
mínimas que a la distancia se aplanan, amontonan o uniforman,
pero que en su adaptación en el contexto se adaptan de acuerdo
con sus características. Una serie fotográfica colocada en los
muros, casi al nivel del zoclo, refiere al entorno cercano del
individuo, a lo que nos conforma en el otro extremo, como
microcosmos, pero por su estrecha cercanía física con la duna,
genera confusión y extrañamiento.

Así como algunas piezas son afortunadas y cabría esperar a ver


más obras de sus autores, otras son verdaderas cristalizaciones
del significado más puro de la palabra "exponer".

Dobladillo

Por otro lado, recién visité en la ciudad de Buenos Aires una feria
de arte. Arte-BA tenía un carácter netamente mercantil, no muy
diferente de las ferias de artesanías o electrodomésticos. El stand
de la galería más poderosa de Argentina -Ruth Benzacar- reunía a
algunos de los exponentes representativos del arte del Siglo 20 en
aquellas latitudes, pero estaba lejos de manifestar las inquietudes
y la producción de los artistas más jóvenes.

En cambio, dentro del mismo evento se emplazó un espacio que


reunía a distintas galerías "alternativas" como Belleza y Felicidad,
Bis, Sonoridad Amarilla, Duplus y Gara. Algunas ediciones de
artista, pequeños objetos, fotografías, álbumes, videos y pinturas
de formato mínimo se desplegaron sobre mesas y mamparas,
como lugar de chachareo, de intercambio y diálogo en corto. Entre
otros, allí exponían Gabriela Forcadel, Lucía Fink, Ezequiel García y
Ana Biliani. Sobresalía en su discreta paradoja el proyecto vital
encuadernando, en forma de un diario visual, la obra de Luis
Lindner.

La serie de limitaciones económicas por las que pasa la sociedad


argentina afecta los formatos y las dinámicas de los procesos
creativos, las investigaciones personales y el carácter lúdico de los
productos. Casi maniáticamente se producen piezas diminutas,
con precios accesibles. La obra de Fabiana Barreda manifiesta esta
condición: pequeñas e inestables construcciones de madera balsa
son registradas en fotos, declarando su transparencia estructural,
su desnudez minúscula, como si fueran proyectos para
monumentos a aquella circunstancia.

Comentarios: enemistad@yahoo.com

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