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La medicina y la biología antiguas: algunos rasgos a la luz de los

hipocráticos y Aristóteles
En los textos “Sobre la enfermedad sagrada” (incluído en los Tratados hipocráticos) y “La
filosofía de la naturaleza de Aristóteles” (correspondiente al capítulo 3 de Los inicios de la ciencia
occidental, Lindberg, 2002) pueden encontrarse varios de los rasgos característicos de la medicina
y de la biología de la Grecia clásica. Quizás el más destacable sea la clara voluntad de ruptura con
las explicaciones causales de origen divino: tanto los textos hipocráticos como los desarrollos de
Aristóteles consideran a la enfermedad como un desequilibrio producido por agentes de la
naturaleza (aunque Hipócrates deja lugar a la divinidad, situándola como última responsable de
aquélla).

En ambos, también se evidencia un esfuerzo por trabajar bajo un cierto marco teórico,
combinando observación y deducción, con especial interés por discernir causas. El desequilibrio
con el que se identifica a la enfermedad en el tratado hipocrático hace referencia a un desbalance
humoral. La enfermedad según los hipocráticos parece afectar al paciente como a un todo (y no
específicamente a un órgano). También la teoría de los cuatro humores está presente en
Aristóteles, pero ya de un modo más refinado e integrado a un marco filosófico más general. Éste
involucra a los cuatro últimos “ladrillos base” de la realidad, la que se concibe de carácter binario:
los dos pares de cualidades sensibles calor-frío y húmedo-seco, los cuales a su vez se combinan
para formar los cuatro elementos (los dos pares mencionados aparecen también en el texto
hipocrático considerado, pero no como parte de un corpus filosófico tan general).

Algunas similitudes menores de carácter metodológico a destacar entre lo expuesto en


ambos textos: en los textos hipocráticos no hay mención a la disección de cuerpos humanos
(aunque sí de cabras) y el mismo prurito puede apreciarse en los escritos de Aristóteles; tanto
Hipócrates como Aristóteles trabajaron con datos propios y con los aportados por ayudantes pero
sin embargo, ninguno de los dos parece haber practicado la experimentación controlada.

Más allá de estas similitudes, aparecen en estos textos algunas diferencias (aunque no
sustanciales) como por ejemplo en los roles otorgados en cada uno al corazón y al cerebro. El
cerebro es en los tratados hipocráticos el intérprete y director de la información del exterior,
mientras que para Aristóteles el corazón es el que tiene un rol análogo.

Una diferencia no menor es la influencia que el fuerte sentido teleológico de Aristóteles


impregnó en su biología (influencia presente aún hoy), característica no tan presente en los
tratados hipocráticos.

Hay en el texto hipocrático considerado, un énfatico ataque a las prácticas curativas de


carácter pseudoreligioso. El énfasis que se percibe en Aristóteles, a través del texto de Lindberg, es
el de integrar a su filosofía natural sus conocimiento biomédicos. Estos dos rasgos por sí solos (a
los que cabe agregar los ya mencionados) justifican el interés histórico tanto en Aristóteles como
en los hipocráticos, pues son a la vez reflejo y generadores del zeitgeist de la Grecia clásica.

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