Vous êtes sur la page 1sur 40

HEMORRAGIAS

GENERALIDADES: “CARACTERÍSTICAS DEL TEJIDO SANGUÍNEO, TIPOS


DE HEMORRAGÍAS, CÓMO SE PRODUCEN, CONSECUENCIAS,
PRIMEROS AUXILIOS, PARTES DEL CUERPO AFECTADAS,
ENFERMEDADES, HEMORRAGIAS POR TRAUMAS”

COMPETENCIA 230101013

ATENDER A LAS PERSONAS EN CASO DE ACCIDENTE Y ENFERMEDAD


SÚBITA, DE ACUERDO CON PROTOCOLOS DE PRIMER RESPONDIENTE

APRENDIZ

ZHEYRA CABRERA BARRANCO

CENTRO DE COMERCIO Y SERVICIOS

SEDE LEÓN XIII

BARRANQUILLA NOVIEMBRE 24 DE 2010


HEMORRAGIAS

Para empezar a entender cómo se produce una hemorragia y de qué manera


puede afectar nuestro cuerpo, antes debemos saber qué sistema afecta la
hemorragia en el caso de que suceda. Y así de esta manera comprender las
consecuencias que genera a nivel de todo el organismo humano.

LA SANGRE “TEJIDO SANGUÍNEO”

Es un derivado del tejido conectivo, formado por una fase intercelular líquida
llamada plasma y una fase sólida de elementos celulares (glóbulos rojos y
glóbulos blancos) y no celulares (plaquetas). Todos los componentes de la
sangre deben tener una concentración óptima para que los procesos biológicos
puedan llevarse a cabo de manera eficiente. Cualquier alteración manifiesta en
alguno de ellos provoca diversas anomalías, como mal funcionamiento de
algún órgano o estructura corporal o enfermedades de variada etiología.
La sangre utiliza el sistema cardiovascular para llegar a las partes más íntimas
del organismo, asegurando un riego permanente a los tejidos, permitiendo
innumerables reacciones bioquímicas y brindando un aporte constante de
sustancias indispensables para las células, para la vida.

FISIOLOGÍA DEL TEJIDO SANGUÍNEO


Una de las principales funciones de la sangre es el transporte de sustancias, ya
que:
Por medio de los glóbulos rojos se encarga de la distribución del oxígeno
desde los pulmones hacia todas las células del cuerpo, como así
también de la remoción de parte del dióxido de carbono producido por el
metabolismo celular.
Transporta los nutrientes absorbidos en los intestinos hacia todos los
tejidos, y conduce hacia los riñones las sustancias de desecho celular.
Se encarga de distribuir las hormonas secretadas por las glándulas
endócrinas.

Por otra parte, la sangre protege al organismo de diversas agresiones externas


mediante el accionar de sus glóbulos blancos y otras células. Además,
interviene en los procesos de coagulación gracias a las plaquetas y a
otros factores relacionados, responde a las lesiones que ocasionan los
procesos inflamatorios mediante los glóbulos blancos y es fundamental para
mantener la homeostasis, es decir, el equilibrio bioquímico entre los líquidos y
los tejidos del organismo.

CARACTERÍSTICAS DEL TEJIDO SANGUÍNEO


El color rojo de la sangre es debido a que dentro de los glóbulos rojos,
llamados también eritrocitos o hematíes, hay un pigmento llamado “hemo”,
que se une a una proteína de nombre “globina” para dar formación al
compuesto hemoglobina. Esta sustancia tiene la propiedad de unirse
fuertemente al oxígeno a nivel de los alvéolos pulmonares para luego cederlo a
todas las células del organismo. Es así que la oxihemoglobina le proporciona
una típica coloración rojo brillante a la sangre arterial, a diferencia de la sangre
venosa que es de color rojo cereza por transportar menos cantidad de oxígeno.
La sangre, impulsada por los ventrículos del corazón, circula en forma
unidireccional por los vasos sanguíneos. La circulación sanguínea de los
humanos, propia de todos los mamíferos, es doble porque en su recorrido pasa
dos veces por el corazón, cerrada porque nunca abandona los vasos
sanguíneos, y completa porque la sangre oxigenada que sale de los pulmones
no se mezcla con la que tiene poca concentración de oxígeno.
La sangre representa alrededor del 7% del peso corporal, es decir, unos 70
mililitros por kilogramo. Por lo tanto, una persona adulta de 70 kg posee una
volemia (volumen total de sangre) cercana a los 5 litros. La sangre tiene
un pH que oscila entre 7,3 y 7,4.
Los componentes celulares y no celulares de la sangre tienen su origen en el
tejido hematopoyético (tejido formador de la sangre) de la médula ósea.
Representan un 40-45% del total de la sangre, mientras que el plasma,
componente intercelular, ocupa el 55-60% restante.

HEMATOPOYESIS
Es el proceso en donde se produce la formación, el desarrollo y la maduración
de los eritrocitos, leucocitos y trombocitos a partir de una célula madre
hematopoyética. En las primeras semanas de la gestación, dichas células
madres están en el saco vitelino. Alrededor del tercer mes migran hacia el
hígado y más tarde al bazo, lugares en donde continúa con la actividad
hematopoyética. Hacia el nacimiento, cesa la actividad en ambos órganos y es
reemplazada por la médula ósea.
La médula ósea ocupa las cavidades que hay dentro de los huesos. Hay dos
tipos de médula ósea.

Médula ósea roja: formada por muchos vasos sanguíneos.


Médula ósea amarilla: posee abundante tejido adiposo.

Al nacimiento, los huesos están ocupados solamente por médula ósea roja. A
medida que el individuo crece, parte de ella es reemplazada por médula ósea
amarilla. En los adultos, la médula ósea roja está presente en los huesos
planos y en los extremos (epífisis) de los huesos largos como el fémur, el
húmero y la tibia, entre otros. También en las vértebras, en las costillas y en el
esternón. La médula amarilla, sin actividad hematopoyética, se ubica hacia la
zona media (diáfisis) de los huesos largos, donde se deposita abundante tejido
graso.
Composición del tejido sanguíneo

GLÓBULOS ROJOS
Son células aplanadas que tienen una coloración amarillo verdosa en los
preparados frescos, pero una vez teñidos con los colorantes habituales
adquieren un color rosado.

En los mamíferos, los eritrocitos tienen forma de disco y carecen de núcleo. Su


forma bicóncava le asegura una mayor superficie de intercambio gaseoso. Sus
características flexibles y algo elásticas le permiten atravesar los capilares más
pequeños. En su interior, los glóbulos rojos contienen un 65-70% de agua, 26-
32% de hemoglobina y hasta un 5% de elementos orgánicos e inorgánicos.
Tienen un diámetro medio de 7 micras.

Además de formar parte del volumen sanguíneo, la principal función que


ejercen los glóbulos rojos es la movilización de la hemoglobina, lo que le
permite:
El transporte de oxígeno a través del lecho arterial.
La remoción de parte del dióxido de carbono desde los capilares
venosos hacia el exterior.
Ese dióxido de carbono proveniente del metabolismo celular ingresa a los
eritrocitos, donde un 70% es transformado en bicarbonato para ser utilizado por
el organismo, mientras que el resto es eliminado por los pulmones.

La producción de eritrocitos, denominada eritropoyesis, tiene lugar en la


médula ósea de los huesos largos, de las costillas y del esternón, y está
regulada por una hormona segregada por los riñones, la eritropoyetina. La
disminución de oxígeno en los tejidos estimula la producción de eritropoyetina,
mientras que un exceso de dicho gas ocasiona un efecto inverso. En casos de
hemorragias, aumenta notablemente la eritropoyesis hasta lograr volúmenes
normales. Contrariamente, la eritropoyesis disminuye ante transfusiones de
sangre hasta que los glóbulos rojos transfundidos sean destruidos, momento
en que se reinicia su actividad.

A medida que maduran los eritrocitos pierden el núcleo, las mitocondrias, el


resto de las organelas y los ácidos nucleícos.

La vida media de los eritrocitos circulantes es de alrededor de 120 días. Es


obvio suponer que existe una constante formación de nuevas células rojas
(eritropoyesis) con el fin de reemplazar los glóbulos envejecidos, que son
destruidos en el bazo. Su largo recorrido por todo el lecho circulatorio ocasiona
alteraciones en la membrana plasmática, que los hace inestables y
deformados.
La cantidad de eritrocitos en humanos es de 4 a 5 millones por cada milímetro
cúbico de sangre. Valores inferiores indican cuadros de anemia, que pueden
ser debidos a múltiples causas.
Los factores necesarios para la producción de glóbulos rojos son la vitamina
B12, el ácido fólico y el hierro. Para una apropiada absorción de vitamina B12
es necesaria la presencia de un factor intrínseco que se elabora en la mucosa
del estómago. La carencia de vitamina B12 origina la llamada “anemia
perniciosa”. La falta de ácido fólico en la dieta también es causal de anemia. En
cuanto al hierro, su presencia es importante para la síntesis de la hemoglobina.
Además, debe ser incorporado con la dieta a raíz de la eliminación por materia
fecal y por las pérdidas de sangre menstrual.
El porcentaje del volumen sanguíneo ocupado por los eritrocitos se denomina
hematocrito. En las especie humana, los valores normales de hematocrito o
volumen globular aglomerado están entre 38-48%, según condiciones de salud,
del sexo y de la edad.

HEMOGLOBINA
La principal función de esta proteína es el transporte de oxígeno a todas las
células del cuerpo. Tras el intercambio gaseoso realizado en los alvéolos
pulmonares (hematosis), el 95-97% del oxígeno se une al grupo “hemo” de la
hemoglobina (oxihemoglobina), mientras que el resto circula disuelto en el
plasma. La tasa de hemoglobina en sangre determina la cantidad de oxígeno
que puede transportarse.
La afinidad que tiene el dióxido de carbono para unirse a la hemoglobina es
200 veces mayor que la que posee el oxígeno. Es por ello que los individuos
que permanecen en lugares muy reducidos y sin ventilación sufren signos de
fatiga, a pesar de la gran diferencia a favor del oxígeno (21%) sobre el dióxido
de carbono (0,03%) que hay en el aire atmosférico.
La destrucción de la hemoglobina se produce en el bazo, por la ruptura del
enlace entre el grupo hemo y la globina. Luego se divide el grupo hemo y se
obtiene hierro y el compuesto protoporfirina. Tanto la globina como el hierro
vuelven a ser utilizados por el organismo para la elaboración de otras
sustancias o bien en la formación de nuevos eritrocitos. La protoporfirina se
transforma en biliverdina y luego en bilirrubina, que llega al hígado por vía
sanguínea para ser eliminada a través de la bilis.
GLÓBULOS BLANCOS
A diferencia de los eritrocitos, los glóbulos blancos o leucocitos son células de
la sangre que poseen núcleo, mitocondrias y demás organelas. Además,
carecen de pigmento en su interior.
Los leucocitos tienen la propiedad de poder abandonar los capilares
sanguíneos (diapédesis) para establecer un estrecho contacto con los tejidos
corporales. Para ello, disponen de un mecanismo que prolonga su citoplasma a
manera de seudópodos.
El tiempo de vida circulante puede ser de horas, meses o años, según el caso.
Se forman en la médula ósea y en el tejido linfático.
El tamaño de los leucocitos varía entre 6 y 15 micras de diámetro y se
clasifican en polimorfonucleares (núcleos con diferentes formas) y
monomorfonucleares (núcleos bien definidos). La relación leucocito-eritrocito es
de 1:800. La cantidad normal de leucocitos en los humanos es de 6000 a
10000 por cada milímetro cúbico de sangre. Un aumento de glóbulos blancos
por encima de los valores señalados se denomina leucocitosis y una
disminución leucopenia.

LEUCOCITOS POLIMORFONUCLEARES
Así como la piel constituye la primera barrera de defensa del organismo ante la
entrada de diversas noxas, los polimorfonucleares brindan una segunda
barrera defensiva, toda vez que la piel y sus glándulas son vencidas por
agentes patógenos. Los leucocitos polimorfonucleares son también conocidos
con el nombre de “granulocitos”, ya que en el citoplasma presentan numerosos
gránulos. Son polimorfonucleares por tener un núcleo lobulado que adopta
diversas formas. Existen tres tipos de leucocitos polimorfonucleares,
los neutrófilos, eosinófilos y basófilos, distinguibles de acuerdo a la coloración
que toman los gránulos al teñirse las muestras con soluciones de azul de
metileno y de eosina u otros colorantes. Los granulocitos polimorfonucleares se
originan en la médula ósea.

-Polimorfonucleares neutrófilos
Se caracterizan por tener un núcleo alargado y polimorfo. Los neutrófilos más
jóvenes tienen el núcleo en forma de herradura, y a medida que envejecen
adoptan una forma segmentada. Tienen un diámetro de 10-14 micras y gran
capacidad fagocítica. Sus movimientos ameboides lo facultan para abandonar
los capilares sanguíneos. Los gránulos citoplasmáticos poseen abundantes
enzimas lisosómicas capaces de fagocitar elementos extraños y
microorganismos. Por otra parte, tienen la capacidad para responder a
sustancias químicas (quimiotaxis) producidas por las células de los tejidos
dañados. Tras la destrucción de los agentes patógenos, los leucocitos
neutrófilos mueren y son eliminados, formándose el pus. En los preparados
teñidos se observa el núcleo de coloración púrpura y las granulaciones de color
pardo.
Los granulocitos neutrófilos son los glóbulos blancos más numerosos, ya que
representan un 60-70% del total de glóbulos blancos. Tienen una vida media en
la circulación de 7-10 días. Además de su función fagocítica intervienen en los
procesos inflamatorios.
El aumento de neutrófilos sobre los valores normales (mayor a 7000 por
milímetro cúbico de sangre) se denomina neutrofilia, hecho frecuente ante
procesos infecciosos, en inflamaciones, ante graves quemaduras y en el curso
postoperatorio, entre otras causas. Una disminución en el número de los
leucocitos neutrófilos (menos de 3500 por milímetro cúbico de sangre) es
sinónimo de neutropenia, situación que puede darse en tratamientos
quimioterápicos y de radiación contra el cáncer. Esto predispone a todo tipo de
infecciones.

-Polimorfonucleares eosinófilos
Se originan en la médula ósea. Tiene un núcleo bilobulado y su diámetro es de
10-14 micras. Los gránulos citoplasmáticos son grandes y numerosos, y se
tiñen de color rojizo con el colorante de May Grunwald - Giemsa. La tasa de
eosinófilos es del 1-5%, por lo que su cantidad es de 100-500 eosinófilos por
cada milímetro cúbico de sangre.
Los granulocitos eosinófilos tienen por función la fagocitosis utilizando la
quimiotaxis, es decir, mediante movimientos ameboides que se dirigen a
determinadas sustancias químicas del entorno, como la histamina, por ejemplo.
Es así que los eosinófilos pueden regular las reacciones alérgicas y de
hipersensibilidad neutralizando la histamina, gracias a la enzima histaminasa
que contiene en sus gránulos. El aumento de eosinófilos en sangre se
denomina eosinofilia, presente ante cuadros alérgicos y parasitosis masivas.
Su descenso, o eosinopenia, se produce ante estrés agudo y en los
tratamientos sostenidos con drogas corticosteroides.
-Polimorfonucleares basófilos
Se originan en la médula ósea, igual que los anteriores granulocitos. Los
polimorfonucleares basófilos son los más escasos de todas las células blancas,
ya que ocupan un 0,5% del total, es decir, unos 10-50 por cada milímetro
cúbico de sangre. Tienen un diámetro de 10-12 micras y sus gránulos se tiñen
de color azul oscuro con hematoxilina-eosina. El núcleo tiene una forma
parecida a la letra S.
Los basófilos son las células con menor movilidad y capacidad fagocítica de
todos los polimorfonucleares. Contiene grandes cantidades de histamina y
heparina. Participa en reacciones inmunitarias mediante liberación de histamina
y otras sustancias químicas. Se sospecha que los basófilos evitan la
coagulación sanguínea dentro de las arterias y las venas.

LEUCOCITOS MONOMORFONUCLEARES
Esta clase de glóbulos blancos establecen la tercera barrera de defensa del
organismo. Son células agranulocíticas, ya que carecen de gránulos en el
citoplasma. Poseen un núcleo sin lobulaciones que los diferencia de los
polimorfonucleares. Los glóbulos blancos monomorfonucleares están
representados por los monocitos (o macrófagos) y los linfocitos.

-Monocitos o macrófagos
Son células grandes, con un diámetro de 15-20 micrones. El núcleo, que es
grande y tiene forma de riñón, se tiñe de color violeta con los colorantes
habituales, mientras que el citoplasma se visualiza de color gris azulado. Son
estructuras muy móviles, con capacidad de quimiotaxis. Representan el 4-8%
del total de glóbulos blancos circulantes.

Una vez generados en la médula ósea, los monocitos pasan a la circulación


sanguínea. Más tarde abandonan los capilares sanguíneos y llegan al tejido
conectivo de diversos órganos como los pulmones, el hígado, el bazo, los
huesos y los ganglios linfáticos, entre otros, donde se transforman en
macrófagos.
Los macrófagos poseen una alta capacidad fagocítica sobre cuerpos extraños,
bacterias y tejidos muertos mediante seudópodos que rodean a la partícula a
ingerir. Este mecanismo es inhibido toda vez que el macrófago reconoce una
célula como propia del organismo. Además de la función fagocítica intervienen
en la inflamación y en la coagulación de la sangre, segregando diversas
sustancias.
En la siguiente tabla se indica el nombre que reciben los macrófagos de
acuerdo al tejido en que se encuentren.

El aumento de monocitos sobre los valores normales se llama monocitosis. Su


presencia puede estar indicando que la destrucción de agentes patógenos por
parte de los neutrófilos es una tarea difícil de realizar, y que hay dificultad para
eliminar los residuos producidos por la inflamación. Por lo general, este
fenómeno ocurre en forma transitoria y es concomitante de ciertas
enfermedades infecciosas crónicas.
En síntesis, los macrófagos son células del sistema inmunitario que provienen
de los monocitos de la sangre y se albergan en distintos tejidos del organismo
donde ejercen, como principal función, la fagocitosis de cuerpos extraños.

-Linfocitos
Se originan en la médula ósea y maduran en los ganglios linfáticos (linfocitos B)
y en el timo (linfocitos T). Son las células más pequeñas de la serie blanca, con
un diámetro entre 7-12 micras. Ocupan entre el 30 y el 40% de los leucocitos,
siendo su valor absoluto de 1500-4000 por milímetro cúbico de sangre. El
núcleo se tiñe de color violeta y el citoplasma de azul grisáceo con los
colorantes habituales. Los linfocitos producen anticuerpos y destruyen células
anormales y tumorales. Además, son responsables del rechazo de órganos que
han sido trasplantados.
Los linfocitos B son los encargados de la producción de anticuerpos toda vez
que están en contacto con un determinado antígeno. Un antígeno es un
elemento extraño para el organismo con la capacidad de generar anticuerpos.
Los anticuerpos son proteínas (inmunoglobulinas) que se adhieren a los
microorganismos infecciosos. De esta manera, cooperan con el resto de los
glóbulos blancos que ubican a los invasores para su rápida destrucción.

Es importante señalar que los anticuerpos producidos por los linfocitos B


son específicos, puesto que existe un tipo de anticuerpo para cada tipo de
antígeno. Por otra parte, una vez formados los anticuerpos contra los antígenos
de un determinado patógeno, ante la eventualidad de un segundo ingreso de
ese patógeno a los tejidos del individuo, la producción, esta vez, de esos
mismos anticuerpos por parte de los linfocitos B será mucho mayor y en menor
tiempo respecto de la primera entrada. Esto se debe a la “memoria” que
guarda este tipo de leucocitos monomorfonucleares. De acuerdo a lo
señalado, puede afirmarse que los linfocitos B son los responsables de la
inmunidad humoral, entendiéndose como tal al mecanismo de defensa del
organismo contra los gérmenes extracelulares y sus correspondientes toxinas,
donde los antígenos son atacados por anticuerpos y no por células.

Los linfocitos T representan un 70% de todos los linfocitos, frente a un 30%


de linfocitos B. El núcleo de estas células agranulares adopta forma ovalada o
de riñón.

Los linfocitos T son los responsables de la inmunidad celular, forma de


defensa que consiste en atacar virus y ciertas bacterias intracelulares,
incapaces de ser neutralizados por los anticuerpos circulantes. Esta tarea es
realizada por un tipo de linfocito T llamado T killer, que es activado por
células infectadas o tumorales. Luego se fijan a dichas células anormales las
cuales destruye, merced a sustancias tóxicas que elaboran llamadas
linfoquinas.
Otro tipo de linfocitos T, los llamados T helpers tienen una función de
cooperación, ya que estimulan la acción de los T killers como también la
producción de anticuerpos por parte de los linfocitos B. Igual que estos, los
linfocitos T mantienen la “memoria” ante una primera invasión de patógenos.
De repetirse a futuro nuevamente una exposición de dichos microorganismos,
los linfocitos T atacarán de manera más rápida a los antígenos que en la
primera vez. El virus del síndrome de inmunodeficiencia adquirida en humanos
(SIDA), destruye los linfocitos B y T, con lo cual ocasionan un notable perjuicio
sobre el sistema inmunológico.

Linfocitosis y linfopenia significa aumento y disminución de linfocitos


circulantes, respectivamente. Se presenta linfocitosis en los cuadros
infecciosos e inflamatorios crónicos, y durante la convalecencia de algunas
enfermedades. La linfopenia puede ser la causa de situaciones extremas de
estrés, en la terapia masiva con drogas corticoides y al comienzo de una
enfermedad infecciosa aguda. La presencia de una linfopenia sostenida y
prolongada supone un pronóstico reservado a grave.
PLAQUETAS
Llamadas también trombocitos, las plaquetas son fragmentos citoplasmáticos
de células muy grandes, los megacariocitos, presentes en el tejido
hematopoyético de la médula ósea. Tienen un diámetro de unas 2-3 micras y
una vida media de 7-10 días. Su forma es ligeramente ovoidea. Son las
estructuras más abundantes de la sangre, luego de los eritrocitos.
En la especie humana existen unas 150000-400000 plaquetas por milímetro
cúbico.
La principal función de las plaquetas es la intervención en el proceso de la
coagulación. Toda vez que un vaso sanguíneo se lesiona, los trombocitos se
enciman unos con otros sobre la herida de la pared vascular formando
coágulos, a raíz del contenido de gránulos que posee en su interior que activan
la coagulación. Ello provoca la oclusión de la pared lesionada y el cese de la
hemorragia.

Fórmula leucocitaria normal en humanos


Valores relativos (%) y absolutos de los leucocitos
PLASMA
El plasma es el componente líquido no celular de la sangre, de color amarillo
traslúcido, está formado por sustancias orgánicas e inorgánicas, dentro de las
cuales el agua ocupa un 90%. Representa alrededor del 55-60% del volumen
total de sangre. Por el plasma circulan todos los componentes celulares y no
celulares, como también diversos nutrientes, desechos del metabolismo celular
y otras sustancias.
La parte líquida del organismo ocupa un 60% del peso corporal. Por ejemplo,
una persona de 70 kilogramos de peso contiene unos 42 litros, que se
distribuyen en tres sectores: dos tercios en el interior de las células (28 litros) y
un tercio fuera de ellas, en el lecho extracelular (14 litros). Este último
compartimiento, a su vez, se divide en intersticial (espacio existente entra las
células y los capilares sanguíneos) y en plasmático o intravascular. En el
intersticio hay un 75% de aquellos 14 litros de líquidos (10-12 litros), mientras
que el plasma contiene el restante 25% (3-4 litros).
Distribución de los líquidos corporales
(individuo de 70 Kg = 42 litros)

Los componentes del plasma se forman en diversos órganos como el hígado,


donde se sintetizan las proteínas, las glándulas de secreción endócrina
(páncreas, hipófisis, ovarios, testículos, etc.) que envían hormonas al torrente
sanguíneo, los vasos linfáticos que aportan lípidos a la circulación y los
intestinos que absorben agua, sales y nutrientes.

HEMOGRAMA
Es un análisis que se realiza en la sangre para determinar el número, la
proporción y las distintas variaciones de sus componentes celulares y no
celulares.
Es un estudio de rutina, un aporte complementario en la clínica médica que
proporciona datos que son esenciales para la identificación de varias
situaciones patológicas. Además de brindar un panorama sobre el estado
actual de salud, el hemograma permite emitir diagnósticos diferenciales, da
una orientación para la emisión de un pronóstico y ayuda a evaluar los
resultados del tratamiento de algunas enfermedades.

El hemograma consta de las siguientes partes:


Recuento de eritrocitos (cantidad de células rojas por milímetro cúbico
de sangre).
Hematocrito (porcentaje de eritrocitos por volumen de sangre).
Cantidad de hemoglobina.
Recuento de leucocitos (cantidad de células blancas por milímetro
cúbico de sangre).
Fórmula leucocitaria (porcentaje de cada tipo de leucocito).
Índices hematimétricos.
Recuento de plaquetas (cantidad de plaquetas por milímetro cúbico de
sangre).
Los índices hematimétricos son tres parámetros que toman en cuenta el valor
del hematocrito, de la hemoglobina y el número de glóbulos rojos por milímetro
cúbico.
El volumen corpuscular medio (VCM) expresa el tamaño medio de los
eritrocitos. Su valor normal es de 89-98 micras cúbicas (se expresa también en
femtolitros).
La hemoglobina corpuscular media (HCM) indica la cantidad de hemoglobina
que hay en cada eritrocito. El valor normal está entre 26-32 picogramos.
La concentración de hemoglobina corpuscular media (CHCM) indica el
porcentaje de la concentración de hemoglobina por unidad de volumen. Se
considera normal un valor entre 32-37 %.

Valores normales del hemograma

COAGULACIÓN DE LA SANGRE
En condiciones normales, toda vez que se presenta una hemorragia entra en
acción un proceso denominado coagulación, que actúa como un factor de
protección del organismo. Al producirse una herida, los vasos lesionados se
contraen para evitar mayores pérdidas de sangre y se ponen en marcha
numerosos y complejos mecanismos, en donde el fibrinógeno (proteína soluble
del plasma) se transforma en fibrina (insoluble). Además, las plaquetas se
adhieren al endotelio lesionado con el fin de ocluir la pared capilar y dejan en
libertad factores necesarios para la coagulación, mientras que otros
trombocitos obturan el o los vasos lesionados. La coagulación no es más que
un proceso donde la sangre pasa del estado líquido a la consistencia de un gel,
para luego solidificarse.

TIEMPO DE SANGRÍA
Es el tiempo que demora en cesar una hemorragia provocada de manera
artificial. Es una prueba que se realiza cuando se sospecha algún trastorno en
la coagulación de la sangre o en individuos que serán sometidos a
intervenciones quirúrgicas con posibilidad de ulteriores cuadros hemorrágicos.
La prueba se hace en el antebrazo, previa antisepsia de la zona. Con una
lanceta se perfora la piel unos milímetros y, cada 30 segundos, se seca la
herida con un papel de filtro, sin tocar los bordes de la incisión para no interferir
el taponamiento plaquetario. El valor normal del tiempo de sangría se ubica
entre 1 y 9 minutos en la especie humana, lapso en que cesa la hemorragia.
HEMORRAGIA

La hemorragia es la salida incontrolada de sangre de cualquier conducto


sanguíneo.
Una hemorragia es una pérdida de sangre. Suele ser debida a una
herida. Su importancia varía según la localización y el volumen del
sangrado.
Es la expulsión más o menos violenta de la sangre a través de una
herida.
La hemorragia puede ser venosa o arterial.
La primera es de color rojo oscuro, sale como babeando, sin intermitencia, pero
con regularidad. En cuanto a la hemorragia de tipo arterial, la sangre es de
color rojo, sale a chorro y en forma de sacudidas, según el ritmo del corazón.
Un adulto sano puede tolerar sin consecuencias graves una hemorragia de
medio litro de sangre. La muerte sobreviene cuando esta cantidad se multiplica
por seis. La rapidez es fundamental a la hora de atajar una hemorragia.

¿Cómo se producen las hemorragias?


Principalmente, dos son las causas que producen hemorragias:

- Causas médicas: Incisiones quirúrgicas, enfermedades, etc....


- Causas traumáticas: Golpes, caídas, fracturas expuestas, etc...

¿Cuántos tipos de hemorragias existen?

Internas
Dentro del cuerpo, cuando la sangre se filtra desde los vasos sanguíneos u
órganos.

Externas
Es la hemorragia producida por ruptura de vasos sanguíneos a través de la
piel.

Hemorragia a través de orificios naturales del cuerpo, como el recto


(rectorragia), la boca vomitando (hematemesis) o tosiendo (hemoptisis), la
nariz (epistaxis), la vagina (metrorragia), la uretra (hematuria), el oído
(otorragia), y el ojo.
Dentro de las hemorragias externas podemos distinguir tres subtipos que son
muy fáciles de diferenciar:

a) Arterial.
b) Venosa.
c) Capilar.

¿Cómo se reconoce una hemorragia arterial, una venosa y una capilar?

Arterial: Es pulsátil y sale a borbotones, Es roja y brillante y sale a distancia


del cuerpo.

Venosa: Es continua, es de color roja oscura y brota sin fuerza.

Capilar: Es lenta (a gotitas).

Cuando se produce una hemorragia, el cuerpo pone en marcha una serie de


mecanismos destinados a limitar el sangrado. Reduce la sangre que llega a la
piel y los músculos para poder seguir irrigando suficientemente los órganos
vitales (cerebro, corazón, riñones).

Heridas superficiales
Afectan sólo a la piel o a los tejidos subyacentes (erosiones, cortes).
Son leves, pero pueden producir un sangrado persistente, por lo que hay que
limpiarlas y desinfectarlas:
 Lavar la herida con agua corriente y jabón para quitarle las impurezas
(grava, arena, polvo).
 Frotarla suavemente desde el centro hacia la periferia, con compresas
de gasa estériles y un antiséptico.
 Presionar firmemente sobre la herida con una compresa y mantener la
presión durante 5 a 15 minutos.
 Colocar una gasa y sujetarla con una cinta adhesiva.
Aunque se trate de un corte pequeño, es imprescindible comprobar que el
herido está correctamente vacunado contra el tétanos.

Finalmente, hay que tener en cuenta que una herida superficial en ciertas
ocasiones también puede precisar sutura.

Heridas profundas
Afectan a arterias, vísceras y nervios, y provocan una hemorragia abundante.
Si la pérdida de sangre es superior a un litro, puede producirse un estado de
shock. Para cortar una hemorragia abundante se emplean las dos siguientes
técnicas: la presión local sobre la herida y la compresión a distancia sobre la
arteria que irriga la zona afectada.

Presión local. Permite comprimir los vasos sanguíneos en el punto de la


hemorragia, lo que reduce el flujo de sangre y permite la formación de un
coágulo. Hay que apretar firmemente sobre la herida con la palma de la mano,
protegida por un paño limpio.
Procurar que los bordes de la herida estén lo más cercanos posible. Poner
varias compresas de gasa estériles (apósitos) sobre la herida y presionar
firmemente.
Mantener la presión con un vendaje, suficientemente ajustado para detener la
hemorragia, pero no demasiado ajustado para no cortar la circulación
sanguínea. Es importante comprobar el pulso.
Si hay un cuerpo extraño de gran tamaño hundido en la herida, no debe
retirarse, ya que limita la hemorragia. Improvisar un apósito con ayuda de ropa
limpia o compresas de gasa y envolverlo todo con un vendaje, sin presionar.
Para evitar un estado de shock consecutivo a la pérdida de sangre: tumbar al
herido boca arriba y levantarle los pies.
Cubrirlo con una manta y vigilarlo. No se le puede dar nada de beber.
Pedir ayuda inmediatamente.

Compresión a distancia. Sólo debe realizarse cuando la presión local es


ineficaz o imposible (en caso de una herida en el cuello, por ejemplo).
El punto de compresión es el lugar donde puede aplanarse una arteria contra
un hueso subyacente, lo que impide el paso de sangre más allá de este punto.
Cada localización de una hemorragia corresponde a un punto de compresión
preciso.

En las hemorragias del muslo: presionar con el puño sobre la arteria femoral
(en el muslo), en el centro del pliegue de la ingle.
Amputaciones
La hemorragia debe detenerse ejerciendo presión con un apósito sobre el
muñón. La parte amputada se envuelve rápidamente en una tela limpia y se
coloca en una bolsa de plástico; ésta, a su vez, se introduce en un recipiente
lleno de hielo. Así podrá ser reimplantada quirúrgicamente.

Signos de las Hemorragias internas


Los signos son los propios del estado de shock; en ocasiones, se acompañan
de dolor, inflamación de la parte afectada e incluso salida de sangre por los
orificios naturales:

Tumbar al paciente, sin doblarle el cuello; si no existe traumatismo en


las piernas, levantarlas.
Desabrochar la ropa en la zona del cuello, el tórax y la cintura.
Cubrir al herido con una manta y tranquilizarlo.

¿Cuál hemorragia es más peligrosa y por qué?


La hemorragia arterial, porque si no es controlada a tiempo, pueden sobrevenir
funestas consecuencias para el accidentado, tales como:

- Shock
- Debilitamiento agudo
- Muerte

Por ser la hemorragia arterial, la más grave de todas, se le dará una atención
primordial. La hemorragia arterial se puede controlar de tres formas, que se
señalan a continuación:

1. Presión directa sobre la herida.


2. Elevación miembro lesionado.

3. Presión digital entre el corazón y la herida.

¿Cómo se controla una hemorragia venosa?


1. Presión directa sobre la herida.
2. Ligadura cerca de la herida en el lado opuesto con respecto al corazón.

El Torniquete.
Se usa sólo en amputaciones graves, y se confecciona de la siguiente manera.
¿Cómo se usa el torniquete?
Se puede utilizar en brazos y piernas cuando el paciente presenta
amputaciones, especialmente a la altura del codo o rodilla.
El torniquete va ubicado entre el corazón y la herida. El objeto duro presiona la
arteria en el punto superior de la hemorragia, enseguida sin retirar dicho objeto,
se envuelve en una tira ancha de tela y se retuerce con la varilla hasta que la
hemorragia se detenga.

¿Cuánto tiempo se aplica un torniquete?


"Sólo un máximo de 10 minutos" transcurrido este tiempo se suelta lentamente.
Si la hemorragia se detuvo, déjelo suelto, no lo retire. En caso contrario, si
sigue saliendo sangre (los vendajes se empapan)deje fluir sangre por unos 10
segundos y luego vuelva a apretar, controle de nuevo por 10 minutos más.

¿Qué peligros presenta el mal uso del torniquete?


La Gangrena, muerte de los tejidos por falta de sangre oxigenada.

CONSECUENCIAS DE UNA HEMORRAGIA


Cuando el sangrado es importante e implica una pérdida de volumen de sangre
que se aproxima al 50%, suele ocurrir un shock hipovolémico.
La gravedad de una hemorragia depende de:
La velocidad con que se pierde la sangre.
El volumen de sangre perdido.
Edad de la persona.
Enfermedades que padezca el individuo

HEMORRAGIAS POR ENFERMEDAD

La hemorragia por la boca proviene casi siempre del pulmón o del estómago.
La hemoptisis es de color rojo vivo, con abundante espuma, sin restos
alimenticios, expulsada a golpe de tos, sin vértigo ni pérdida del sentido. Por su
parte, la hematemesis o hemorragia de procedencia estomacal se distingue por
el color rojo negruzco de la sangre, acompañada de residuos de alimentos,
vómitos, mareo y supresión del conocimiento.

La hemorragia por la nariz se llama epistaxis, originada en la arteria del


tabique nasal. Los golpes y las enfermedades constituyen la principal etiología.
Se ha de tener cuidado para no confundir una epistaxis y una hemorragia
procedente del pulmón.

Cuando se produce una hemorragia por la nariz, hay que sentarse, inclinar la
cabeza hacia delante y pinzar la nariz durante 10 minutos. Puede aplicarse una
pomada coagulante o bien puede taponarse el interior de la nariz con gasas.
No debe levantarse la cabeza mientras dure la hemorragia. Cuando ésta ceda,
no tocarse la nariz ni sonarse. Si dura más de 20 minutos, es preciso consultar
con el médico.

La hemorragia por el oído puede ser el síntoma de una fractura del cráneo.

La hemorragia por el ano se denomina melena, sale mezclada en gran


cantidad con heces de color muy oscuro, casi negro. La causa principal radica
en las ulceraciones del intestino. Cuando la sangre es más clara, el
traumatismo está localizado en el recto. Es el conocido caso de las
hemorroides.

La hematuria o hemorragia por la uretra bulle confundida con la orina.


Puede tratarse de una lesión en el riñón o de un cáncer de próstata. Algunos
torturados en dependencias de la policía y del Ejército han "orinado"
abundantemente.

En general, el tratamiento contra las hemorragias consiste en mantener en


reposo al herido, comprimir la zona sangrante con los dedos o con un
torniquete, aplicar bolsa de hielo y administrar fármacos coagulantes.

ARMAS QUE PUEDEN PRODUCIR HEMORRAGIAS

Arma blanca
Las armas blancas son agentes vulnerantes constituidos por un mango y una
hoja en forma de punta con bordes afilados o romos. Se clasifican en función
del tipo de herida que provocan: punzantes, contundentes, cortantes,
punzocortantes, punzocontundentes y cortocontundentes.

Armas punzantes
Son instrumentos largos, puntiagudos y más o menos delgados, características
compartidas por punzones, estiletes, leznas, picahielos y otros. El elemento
punzante atraviesa por compresión o impacto y de forma irregular la piel y los
tejidos subcutáneos. Suele infectar la herida por no hallarse esterilizado. La
gravedad de la lesión depende de la profundidad alcanzada por el arma y la
víscera afectada. También puede existir fractura de huesos menores. Las
heridas producidas por las armas punzantes pueden ser confundidas con el
orificio de entrada de una bala de pequeño calibre, debido a la escoriación y
equimosis de los bordes lesionados de la piel. Cuando la agresión se realiza en
el abdomen, la zona cutánea y subcutánea alrededor de la herida se hunde por
el denominado "efecto acordeón".
Armas contundentes
Son instrumentos de bordes romos, entre los cuales podemos citar los de
origen natural (puños, cabeza, codos, rodillas, pies, dientes, uñas); eventuales
(estacas, palos, bastones, piedras) y artificiales (mazas, garrotes, martillos,
porras, cadenas, puños americanos). El suelo, las paredes y los objetos de
superficie dura también son instrumentos contundentes. Entre las heridas
contusas caben destacan las siguientes: hematomas, chichones, contusiones,
escoriaciones (heridas superficiales en la dermis), erosiones (heridas profundas
en la epidermis). Las heridas de bala se consideran contusas.

Armas cortantes
Son instrumentos, cuya hoja dispone de uno o más filos capaces de seccionar
por deslizamiento. Producen una herida nítida en la piel y tejido subcutáneo.
Entre los mismos podemos enumerar: cuchillos, machetes, navajas, hojas de
afeitar, cristales y otros. Las heridas por instrumentos cortantes no
acostumbran a infectarse porque sus bordes son netos y regulares. Las
dimensiones de las heridas guardan relación con la fuerza empleada por el
agresor. Suelen ocasionar grandes hemorragias. Las personas muertas por
arma cortante suelen encontrarse en medio de un charco de sangre. La huella
del arma es una escoriación alargada o curva porque la penetración rara vez se
hace en perpendicular al cuerpo. Cuando el arma cortante interfiere un tendón
se produce una parálisis en la zona afectada.

Armas punzocortantes
Son instrumentos de doble uso. Cuchillos, navajas, tijeras, puñales o dagas
pertenecen a este grupo de armas. La importancia de las heridas depende de
la profundidad del órgano o tejido insertados. Las armas punzocortantes
pueden ocasionar el tétanos por hallarse oxidadas. Un signo de peligrosidad
criminal consiste en desplazar el instrumento en cualquier dirección una vez ha
penetrado en el cuerpo. Esta maniobra provoca heridas adicionales de mucha
gravedad. No debe confundirse con las lesiones entrecruzadas de dos
agresiones consecutivas e independientes: dos cuchilladas idénticas en la
misma zona, por ejemplo.

Armas punzocontundentes
Son instrumentos con cuerpo de hierro o acero, puntiagudos y de bordes romos
como los picos y alcotanas. Originan lesiones por impacto o compresión de la
piel, muy graves cuando son utilizados con fuerza. Generalmente, estas armas
son abandonadas por los autores de las agresiones.

Armas cortocontundentes
Son instrumentos compuestos de un mango de madera o metálico y hoja de
bordes afilados o no. Las hachas, machetes, sables o espadas son las armas
más conocidas en esta clase. Además de cortar pueden originar fracturas
debido a su gran peso. La herida de un golpe de hacha se confunde a veces
con una lesión contusa.
CONSIDERACIONES GENERALES ANTE UNA HEMORRAGIA

Siempre busque ayuda urgente para un sangrado profuso y si se sospecha la


presencia de un sangrado interno. El sangrado interno puede volverse
potencialmente mortal con rapidez y se necesita atención médica inmediata.

Las lesiones graves no siempre sangran profusamente y ciertas lesiones


relativamente menores, como por ejemplo heridas en el cuero cabelludo,
pueden sangrar mucho. Las personas que toman medicamentos
anticoagulantes o que tienen un trastorno hemorrágico, como la hemofilia,
pueden sangrar de manera excesiva y rápida porque su sangre no coagula
apropiadamente. El sangrado en estas personas requiere atención médica
inmediata.
La presión directa ayuda a detener la mayoría de los sangrados externos y es
la medida de primeros auxilios más importante.
 Lávese siempre las manos antes, en lo posible, y después de
administrar los primeros auxilios a una persona que esté sangrando con
el fin de evitar infecciones.
 Trate de utilizar guantes de látex al tratar a alguien que esté sangrando y
todo maletín de primeros auxilios los debe tener. Las personas alérgicas
al látex pueden utilizar guantes sintéticos que no estén hechos de este
material. Usted puede contraer la hepatitis viral si toca sangre infectada
y el VIH se puede diseminar si la sangre infectada se introduce en una
herida abierta, incluso en una pequeña.

Aunque las heridas por punción no suelen sangrar mucho, traen consigo un
alto riesgo de infección. Busque atención médica para prevenir el tétanos u otra
infección.
Las heridas abdominales o torácicas pueden ser muy serias debido a la
posibilidad de hemorragia interna grave. Estas heridas pueden no lucir muy
serias, pero pueden causar shock. Busque asistencia médica inmediata para
cualquier herida abdominal o torácica. Si los órganos aparecen a través de la
herida, no trate de reubicarlos en su lugar. Cubra la herida con un trozo de tela
humedecida o una venda y aplique sólo una presión muy suave para detener el
sangrado.

La hemorragia puede causar hematomas o moretones (sangre acumulada


debajo de la piel), que generalmente son el resultado de un golpe o una
caída. Aplique una compresa fría en el área lo más pronto posible para reducir
la hinchazón. Envuelva hielo en una toalla y coloque la toalla sobre la lesión.
No ponga hielo directamente sobre la piel.

Causas
El sangrado puede ser causado por lesiones o puede ocurrir espontáneamente.
El sangrado espontáneo por lo general es ocasionado por problemas con las
articulaciones o los tractos gastrointestinal o urogenital.

Síntomas
Sangre que proviene de una herida abierta
Hematomas
Shock, que puede causar cualquiera de los siguientes síntomas:

1. Confusión o disminución de la lucidez mental


2. Piel fría y húmeda
3. Vértigo o mareo tras sufrir una lesión.
4. Presión arterial baja.
5. Palidez.
6. Pulso acelerado, aumento de la frecuencia cardíaca.
7. Dificultad para respirar.
8. Debilidad.

Los síntomas del sangrado interno también pueden abarcar:


Dolor abdominal
Hinchazón abdominal
Dolor torácico
Hemorragia externa a través de una abertura natural
Sangre en las heces (aparecen de color negro, marrón o rojo rutilante)
Sangre en la orina (aparece roja, rosa o color té)
Sangre en el vómito (luce rojo rutilante o marrón como granos de café)
Sangrado vaginal (más profuso de lo normal o después de la
menopausia)

Primeros auxilios
Los primeros auxilios son apropiados para el sangrado externo, pero si hay un
sangrado severo o si se sospecha de una hemorragia interna, ¡consiga ayuda
médica inmediatamente!

1. Calme y bríndele confianza a la persona, ya que ver sangre puede ser


muy atemorizante.
2. Si la herida es superficial, lávela con agua tibia y jabón, y séquela con
palmaditas suaves, sin frotarla. Las heridas superficiales o rasguños son
lesiones que afectan las capas superficiales de la piel y el sangrado de
este tipo de heridas a menudo se describe como "exudado", debido a
que es lento.
3. Deje a la persona acostada. Esto reduce la posibilidad de un desmayo al
aumentar el flujo de sangre al cerebro. Siempre que sea posible, eleve la
parte del cuerpo que está sangrando.
4. Retire cualquier residuo suelto o suciedad visible de la herida. Si un
objeto, como un cuchillo, trozo de madera o flecha, está enterrado en el
cuerpo, NO lo retire, pues esto puede causarle incluso más daño y
puede empeorar la hemorragia. Coloque almohadillas y vendajes
alrededor del objeto y péguelo con cinta en el lugar.
5. Aplique presión directa sobre la herida externa con un vendaje estéril, un
trozo de tela limpio o incluso con una prenda de vestir. Si no hay otra
cosa disponible, use las manos. La presión directa es lo mejor para un
sangrado externo, excepto para una lesión ocular.
6. Mantenga la presión hasta que se detenga el sangrado. Cuando éste se
haya detenido, envuelva fuertemente el apósito sobre la herida con cinta
adhesiva o con un pedazo de tela limpio. Coloque una compresa fría
sobre el apósito. No mire por debajo del vendaje para ver si el sangrado
se ha detenido.
7. Si el sangrado continúa y se rezume a través del material que está
siendo sostenido sobre la herida, no lo retire; simplemente, coloque otro
vendaje sobre el primero. Asegúrese de buscar atención médica.
8. Si el sangrado es severo, busque ayuda médica y tome las medidas
necesarias para evitar el shock. Mantenga la parte del cuerpo lesionada
completamente inmóvil. Acueste a la persona horizontalmente, levántele
los pies unas 12 pulgadas (30 cm) y cúbrala con un abrigo o una manta.
Sin embargo, NO la mueva si ha habido una lesión en la cabeza, el
cuello, la espalda o una pierna, ya que al hacerlo se puede empeorar
dicha lesión. Consiga ayuda médica lo más pronto posible.

No se debe
NO aplique un torniquete para controlar el sangrado, excepto como
último recurso, pues hacerlo puede causar más mal que bien. Un
torniquete sólo se debe usar en una situación potencialmente mortal y lo
debe aplicar una persona que tenga experiencia.
NO eche una ojeada a la herida para ver si el sangrado se detuvo.
Cuanto menos moleste la herida, mayor será la probabilidad de que
pueda controlar el sangrado.
NO hurgue una herida ni hale un objeto incrustado en ella, pues esto
generalmente provoca más sangrado y daño.
NO retire un apósito si está empapado en sangre. En vez de esto,
coloque un nuevo vendaje encima.
NO trate de limpiar una herida grande, ya que esto puede causar un
sangrado más profuso.
NO intente limpiar una herida una vez controlado el sangrado. Consiga
ayuda médica.

Si la presión continua no ha detenido el sangrado y éste es extremadamente


copioso, se puede emplear un torniquete hasta que llegue la ayuda médica o el
sangrado sea controlable.

- Se debe aplicar a la extremidad entre el sitio del sangrado y el corazón,


y apretarlo de manera que se pueda controlar el sangrado aplicando
presión directa sobre la herida.
- Para elaborar un torniquete, utilice vendajes de 2 a 4 pulgadas (5 a 7,5
cm) de ancho y envuélvalos alrededor de la extremidad varias veces.
Amarre un nudo medio o cuadrado, dejando puntas lo suficientemente
largas como para atar otro nudo. Se debe colocar un palo o vara firme
entre ambos nudos. Retuerza el palo hasta que el vendaje esté bien
apretado para detener el sangrado y luego asegúrelo en su sitio.
- Revise el torniquete cada 10 a 15 minutos. Si el sangrado se puede
controlar (es manejable aplicando presión directa), retire el torniquete.

Se debe buscar asistencia médica de emergencia si:

1. No se puede controlar el sangrado o éste está asociado con una lesión


grave.
2. La herida podría necesitar puntos de sutura o si la grava o la suciedad
no pueden eliminarse fácilmente limpiando con suavidad.

3. Cree que puede haber una hemorragia interna o shock.

4. Aparecen signos de infección, tales como incremento del dolor,


enrojecimiento, hinchazón, líquido amarillento o marrón, ganglios
linfáticos inflamados, fiebre o vetas rojas que se diseminan desde el sitio
hacia el corazón.

5. La lesión involucra una mordedura de animal o de humano.

6. El paciente no se ha hecho aplicar la vacuna antitetánica en los últimos


5 a 10 años.

HEMORRAGIA CEREBRAL

ACCIDENTE CEREBROVASCULAR
Es una enfermedad aguda que se produce cuando el cerebro es privado
súbitamente de flujo sanguíneo y por ende de oxígeno, alterándose su normal
funcionamiento. El accidente cerebro vascular también es conocido con los
nombres de ictus cerebral, embolia cerebral, trombosis cerebral, hemorragia
cerebral y apoplejía.
El accidente cerebrovascular provoca una sintomatología que varía de acuerdo
a la zona del cerebro afectada. Puede clasificarse en isquémico, cuando un
coágulo obstruye un vaso sanguíneo hacia el cerebro o hemorrágico, cuando
un vaso se lesiona y se derrama la sangre en el interior del cerebro.

ACCIDENTE CEREBROVASCULAR ISQUÉMICO


En general se debe a obstrucciones de los vasos cerebrales por
ateroesclerosis, es decir, por placas ateromatosas de calcio, colesterol y
lipoproteínas que se depositan en las paredes arteriales y aumentan de tamaño
con el tiempo. Esta placa dificulta el normal flujo de sangre y puede generar
coágulos en forma de trombos si permanecen en las arterias cerebrales, o
émbolos si se desplazan hacia el cerebro desde otras partes del cuerpo. Otras
causas que pueden producir accidentes cerebrovasculares isquémicos,
también llamados infartos cerebrales, son las inflamaciones de las paredes
internas de las arterias carótidas, de la arteria aorta y del corazón
(endocarditis), como también las afecciones valvulares cardíacas, sitios donde
pueden generarse coágulos que pueden arribar al cerebro. La isquemia
cerebral puede ocasionar muerte neuronal en pocos segundos, con daños
irreversibles.

ACCIDENTE CEREBROVASCULAR HEMORRÁGICO


Producido por dilatación permanente de una arteria cerebral (aneurisma) o por
picos de hipertensión arterial. En ambas situaciones, las pequeñas arterias se
rompen provocando hemorragias que dañan severamente a las neuronas, ya
que la sangre presiona a la masa encefálica encerrada en los huesos del
cráneo y no puede evacuarse.
Factores de riesgo
 Hipertensión arterial, la causa más común.
 Enfermedades cardíacas.
 Colesterol alto.
 Diabetes.
 Consumo de alcohol.
 Traumatismos de cráneo.
 Trastornos hemorrágicos.
 Consumo de drogas.
 Factores hereditarios.
 Aumento de la edad.

Signos y Síntomas
Son variables, y se diferencian según sea la zona cerebral lesionada. Los
síntomas aparecen de repente y sin previo aviso, pudiendo presentarse:
Pérdida del conocimiento
Incoordinación
Estado de coma
Somnolencia
Náuseas y vómitos
Mareos
Pérdida del equilibrio y de la coordinación
Dificultad para hablar, leer o escribir
Cambios o pérdida de la visión
Debilidad general

El cuadro puede ser muy grave ni bien se presenta el accidente


cerebrovascular o empeorar con el transcurso de las horas. Las personas que
han sufrido accidentes cerebrovasculares deben ser hospitalizadas de
inmediato. Los exámenes neurológicos y de laboratorio pueden diagnosticar el
tipo de accidente sufrido, su localización y la causa determinante.
El pronóstico depende del tipo de accidente vascular sufrido y de la rapidez que
el paciente recibe atención médica. Puede suceder una cura total o bien quedar
alguna secuela permanente que afecte alguna función.
El consumo descontrolado de cocaína puede causar accidentes
cerebrovasculares. Además de crear dependencia y alteraciones psíquicas
ejerce efectos vasoconstrictores, es decir, estrechamiento o constricción de los
vasos sanguíneos con disminución de su volumen. La vasoconstricción
producto de la cocaína genera arritmias cardíacas e hipertensión arterial que
pueden conducir a accidentes cerebrovasculares secundarios, en la medida
que se bloqueen las arterias del cerebro por falta de irrigación sanguínea.

HEMORRAGIA POR TRAUMATISMO CRANEOENCEFÁLICO

Los traumatismos craneoencefálicos generalmente ocurren como parte de


politraumatismos y son responsables de una tercera parte de la mortalidad por
trauma. Se debe prevenir una segunda lesión causada por hipotensión, hipoxia
y otras lesiones asociadas, con lo cual se disminuye la mortalidad. Más de tres
cuartas partes de los pacientes que mueren por traumatismo craneoencefálico
presentan daño cerebral por isquemia.

El mecanismo por el cual se sufre el traumatismo craneoencefálico y la edad


pueden determinar el tipo de lesión cerebral, que varía según ésta; los
pacientes menores de 30 años, al lesionarse en accidentes automoviliarios
tienen mayor tendencia a presentar un cuadro de daño difuso, mientras que los
pacientes mayores de 60 años lesionados en caídas, tienen mayor tendencia a
presentar hematomas. Estos pacientes son muy susceptibles a la hipoxia, por
pérdida de la autorregulación del flujo sanguíneo cerebral y vasoespasmo focal.

En Colombia, fallecen por trauma 127 personas por 100.00 habitantes de los
cuales 69.8% son causados por homicidios.
La mortalidad en pacientes con politraumatismos y trauma craneoencefálico es
de 18.2% y de solo 6.1% en pacientes con politraumatismos sin trauma
craneoencefálico.
Los pacientes con traumatismos, que además han ingerido alcohol, presentan
mayores lesiones, y la mortalidad aumenta (13.3%) en comparación con los
que no lo han ingerido 2.3%.

El desarrollo de los diferentes tipos de lesión cerebral tiene mucho que ver
con la forma como se alteran el cráneo, el cerebro y los vasos con el impacto y
con las fuerzas que se producen; la fuerza dinámica es la que sufre la cabeza
con mayor frecuencia y es responsable de las lesiones propias del impacto y de
las fuerzas por aceleración (translación, rotación y angulación) que van a
afectar el cerebro y los vasos; el impacto produce cambios de volumen locales
y la onda de presión que dura entre 10 y 50 milisegundos, eleva la presión
intracraneana y altera la barrera hematoencefálica a nivel del tallo cerebral, lo
que a su vez produce las alteraciones neurales observadas durante la
conmoción cerebral, que pueden ser de diferente intensidad, de acuerdo con la
severidad del trauma; además de esto, tanto la aceleración como la
desaceleración, producen fuerzas que pueden ser lineales o rotacionales, y
ocasionan diferentes tipos de lesión en el parénquima cerebral, como
contusiones en los sitios prominentes, donde el encéfalo se golpea contra
superficies óseas, especialmente en los polos frontal, temporal y occipital, y en
la convejidad, tanto como efecto del impacto como por inercia, en el caso del
contragolpe; además, se producen lesiones difusas en línea media por efecto
de inercia, aceleración, tracción y rotación .

La alteración en la barrera hematoencefálica, altera la autorregulación cerebral


y por lo tanto el flujo sanguíneo cerebral, con aumento de la presión
intracraneana y disminución de la presión de perfusión cerebral, con
disminución del flujo sanguíneo cerebral y aumento de la resistencia vascular
cerebral, produciéndose en los casos severos un daño isquémico secundario,
sobrepuesto a la lesión primaria y agravado por los factores de hipoxia e
hipotensión, si es que éstos no han sido corregidos. La isquemia cerebral es
posiblemente el mecanismo más importante en la producción de lesiones
secundarias. Se ha demostrado que frecuentemente los traumatismos se
acompañan de hemorragia subaracnoidea y que entre mayor sea ésta, peor es
el pronóstico.
El flujo sanguíneo cerebral, la fuente de oxígeno en condiciones normales es
de 50 ml/100gr/minuto; debe suplir los altísimos requerimientos energéticos del
encéfalo para mantener su integridad y el intercambio iónico necesario para la
transmisión normal de los impulsos nerviosos. Para esto, el encéfalo consume
aproximadamente 3.2 ml/100gr/minuto de oxígeno o 1.5 umol/gm/min (rata de
consumo cerebral de oxígeno) CMRO2, que se puede deducir, multiplicando el
flujo sanguíneo cerebral, por la diferencia entre el contenido de oxígeno de la
sangre arterial (14ml/dl), en comparación con el de la sangre venosa tomada
del bulbo yugular (7.7 ml/dl), según la fórmula:

CMRO2 = FSC x A-V02

El 50% de la energía se utiliza para la función sináptica, el 25% para mantener


los gradientes iónicos de la membrana sin el cual la célula muere y el otro 25%
es de uso desconocido. En condiciones normales el encéfalo genera energía
mediante la fosforilación de glucosa para obtener CO2 y H2O en el ciclo de
Krebs. Alteraciones metabólicas en la producción de energía celular resultan en
la generación de radicales libres de oxígeno que son nocivos para los ácidos
grasos poli-insaturados de la membrana celular; la liberación de ácido
araquidónico lesiona los capilares y se metaboliza rápidamente a
prostaglandinas y leucotrienos, lo que a su vez produce más radicales libres.
La despolarización de la membrana celular produce la liberación de
neurotransmisores (catecolaminas, 5HT, glutomato, gaba y opioides) que en
altas concentraciones también son citotóxicos y abren más canales de calcio.

El flujo sanguíneo cerebral (FSC) depende de la perfusión cerebral (PPC)


que se puede calcular restando la presión intracraneana (PIC) a la presión
arterial media sistémica (PAM).

P P C = P A M - P I C.

Cuando hay disminución del flujo sanguíneo cerebral (FSC), para mantener la
rata de consumo cerebral de oxígeno (CMRO2) constante, se produce aumento
de la diferencia arteriovenosa de oxígeno; si se disminuye la presión de
perfusión cerebral (PPC), o se aumenta la presión intracraneana (PIC), se
pueden mantener constantes tanto el flujo sanguíneo cerebral (FSC) como la
diferencia arteriovenosa de oxígeno, por medio de alteraciones en la viscosidad
de la sangre, de las necesidades metabólicas del encéfalo o por cambios en el
calibre de las arteriolas cerebrales con diámetro entre 30 y 300 micras.

Los cambios en el diámetro de las arteriolas responden a la concentración de


CO2 arterial: la hipercapnia (hipoventilación) produce vasodilatación y la
hipocapnia (hiperventilación) vasoconstricción; esta reactividad ha sido
atribuida a la respuesta del músculo liso a los cambios en la concentración de
hidrogeniones; a mayor PCO2, mayor concentración de hidrogeniones con
vasodilatación y disminución de la resistencia vascular cerebral con mayor flujo
sanguíneo cerebral. Sin embargo, con hiperventilación prolongada, el pH del
LCR retorna al nivel basal o a un nivel ligeramente mayor a las 24 horas y por
lo tanto el diámetro de los vasos, haciendo entonces inefectiva la
hiperventilación, con el agravante que se disminuye la concentración de
bicarbonato. Esto puede producir mayores cambios en el pH tisular,
secundarios a las alteraciones de CO2, lo que a su vez puede llevar a mayor
vasodilatación durante los periodos de normocapnia.

El flujo sanguíneo cerebral (FSC) depende de la longitud de los vasos, que es


constante, de su diámetro, que también es constante, en las arterias mayores y
sólo varía con el vasoespasmo secundario a la hemorragia subaracnoidea o al
trauma, a la presión de perfusión (PPC=PAM-PIC), a la viscosidad de la sangre
y especialmente al diámetro de las arteriolas entre 30 y 300 micras, donde está
la mayoría de la sangre, de modo que cualquier cambio en su diámetro
producirá cambio en el flujo sanguíneo cerebral, en el volumen cerebral y por lo
tanto en la presión.

Se acepta que la PPC puede disminuir hasta 60 mm Hg, dependiendo de la


presión intracraneana. Cuando la PIC aumenta hasta niveles iguales a la PAM,
la PPC será 0 y se produce falta de irrigación y muerte cerebral.

CLASIFICACION DEL TRAUMATISMO CRANEOENCEFÁLICO

Lesiones de cuero cabelludo. Traumatismos cerrados. Traumatismos


abiertos
Lesiones de cráneo. Fracturas. Lineales, deprimidas, de la base
Lesiones de meninges. Fístulas de L.C.R... Hernias Cerebrales.

Lesiones de encéfalo.
Lesiones Primarias Focales
 Contusión
 Laceración

Lesiones Primarias Difusas


 Conmoción Cerebral
 Lesión Axonal Difusa
 Hemorragia Subaracnoidea

Lesiones Secundarias
 Lesión Isquémica

Hematomas Intracraneanos
 Hematomas Extradurales
 Hematomas Subdurales:
1. Agudos
2. Crónicos
3. Hematomas Intracerebrales

Heridas penetrantes.

Lesiones vasculares
 Arteriales
1. Oclusiones
2. Pseudoaneurismas
 Venosas
 Mixtas

Fístulas A-V
Lesiones de los nervios craneanos
Edema cerebral

Secuelas.
 Precoces
1. Hernia cerebral
2. Infección
 Tardías
1. Lesión Isquémica
2. Infecciones
3. Convulsiones
4. Síndrome Post conmocional
5. Cefalea
6. Hidrocefalia
7. Fístula de L.C.R.

MANEJO INICIAL DEL PACIENTE EN EL SITIO DEL ACCIDENTE

Evacuación rápida por personal experimentado.


Identificación de pacientes con lesión neurológica.
Inmovilización de columna cervical.
Vía aérea.
Ventilación.
Tratamiento de shock. Solución Salina 3%.
Prevención de segunda lesión por hipoxia, hipotensión y anemia.
Referir el paciente al hospital indicado (utilizar parte motora de la Escala
de Coma de Glasgow, que se relaciona muy bien con el pronóstico de
los pacientes: aquellos con 6 (obedecen órdenes) tienen buen
pronóstico y aquellos con 1-5 en la escala motora "están en posibilidad
de fallecer" y requieren atención inmediata en un centro de trauma.
Plan de evacuación de pacientes víctimas de politraumatismos o con
severas lesiones neurológicas.

HEMOFILIA
Es una enfermedad genética de características hereditables, que provoca
trastornos en la coagulación de la sangre, debido a la falta total o parcial de
proteínas que actúan como factores de dicha coagulación. En consecuencia, al
producirse hemorragias internas y/o externas se ve dificultado en grado
variable el detenimiento de la pérdida de sangre (hemostasia). En condiciones
normales, la sangre contiene fragmentos como las plaquetas y sustancias
proteicas que tienen acción sobre la coagulación. Toda vez que se produce una
herida aparece un sangrado como consecuencia de la rotura de los capilares
sanguíneos. Los vasos dañados se retraen con el fin de evitar mayores
pérdidas de sangre, mientras que se ponen en marcha complejos mecanismos
para detener la hemorragia. La coagulación no es más que un proceso donde
la sangre pasa del estado líquido a la formación de un gel, para luego
transformarse en un coágulo de consistencia sólida. Es así que el fibrinógeno,
proteína soluble en el plasma, sufre cambios químicos y se transforma
en fibrina que es una proteína insoluble. La fibrina se agrupa en forma de redes
o mallas en el endotelio lesionado. Por otro lado, las plaquetas se adhieren a
esas redes de fibrina con el fin de ocluir las paredes capilares, dejando en
libertad factores necesarios para detener la pérdida de sangre.
La coagulación se pone en marcha mediante la acción de una serie de
proteínas denominadas factores de la coagulación. Estos factores son trece,
identificados con números romanos, por ejemplo factor I, factor II, factor III
hasta llegar al factor XIII. Actúan en cadena, es decir, un factor activa al otro,
éste al siguiente y así sucesivamente. Ante la falta de alguno de esos factores,
la reacción en cadena se distorsiona y provoca que la sangre no llegue a
coagularse, o bien que lo haga muy lentamente, con lo cual la hemorragia no
se detiene o tarda mucho en hacerlo.
La hemofilia es una enfermedad genética hereditable ligada al sexo, que se
produce en el cromosoma X por falta de información genética para elaborar del
factor VIII (hemofilia A) o del factor IX (hemofilia B). Los seres humanos tienen
46 cromosomas en el núcleo de cada célula del organismo, dispuestos en 23
pares. En la mujer, uno de esos pares está representado por los cromosomas
XX y en el hombre por el XY. El cromosoma X alberga muchos genes con
características comunes para ambos sexos, entre ellas los factores VIII y IX de
la coagulación.
Como ya se dijo, las mujeres poseen dos copias del cromosoma X (XX) y el
hombre solo una (XY). La mujer portadora de la hemofilia hereda un gen
deficiente de un cromosoma X, pero como posee otro cromosoma X que sí
contiene el gen con los factores ausentes en el cromosoma recesivo, no
manifiesta la enfermedad. Por el contrario, los varones no poseen una copia
que respalde el defecto porque tienen un solo cromosoma, razón por la cual
nacen hemofílicos. La mujer portadora que tenga hijos con un hombre sano
transmite la hemofilia a los varones en un 50% de los casos. Si llega a concebir
hijas mujeres, la mitad puede nacer portadora de la enfermedad y la otra mitad
sana. En el siguiente esquema se detalla lo expuesto, donde X es normal
y X defectuoso.
Cuando el padre es hemofílico y la madre sana, todas las niñas nacerán
portadoras de la enfermedad y todos los varones sanos.

Cuando el padre es hemofílico y la madre portadora, hay un 50% de


posibilidades de tener un varón sano y un 50% de que nazca hemofílico.
Respecto de las niñas, la mitad puede nacer portadora y la otra mitad
hemofílica, esta última situación incompatible con la vida.

Es notorio que la hemofilia es una manifestación hereditaria recesiva que está


ligada al cromosoma X. En algunas ocasiones los antecedentes hereditarios de
hemofilia son conocidos dentro del grupo familiar. Otras veces las madres de
hijos hemofílicos ignoran su condición de portadora. No existe el hombre
portador de la enfermedad, pero sí las mujeres. La gran mayoría de las
personas hemofílicas son varones, siendo muy excepcional la enfermedad en
las mujeres. La hemofilia A se presenta en el 85% de los casos.

Signos y Síntomas
El signo principal es la hemorragia, tanto externa como interna, accidental o
espontánea. Es común que aparezcan hematomas en diversas áreas
corporales y sangrado continuo luego de heridas leves, en las encías tras el
cambio de dentición y ante extracciones dentales. En determinados casos
puede haber hemorragias nasales difíciles de cohibir, sangre en orina
(hematuria) y/o materia fecal y hemorragias digestivas. Más del 50% de las
complicaciones hemorrágicas ocurren en el interior de las articulaciones de los
hombros, codos, muñecas, caderas, rodillas y tobillos, que están inflamadas y
muy dolorosas. Puede también afectarse el sistema nervioso, los órganos
genitales y los riñones. En los niños, las primeras hemorragias y moretones
aparecen a partir de los dos años, cuando empiezan a movilizarse por sí
mismos.
Debe quedar en claro que los hemofílicos no sangran más rápido que las
personas no hemofílicas, sino que lo hacen durante un tiempo mucho más
prolongado.

Diagnóstico
Se realiza a través de la historia clínica del paciente, por análisis de sangre
para determinar su capacidad para coagular y por medición de los distintos
factores de coagulación. Los resultados obtenidos permiten conocer si la
hemofilia es grave o no y los cuidados a implementar a futuro.

Tratamiento
La hemofilia no tiene cura. El control de las hemorragias varía de acuerdo a su
intensidad y ubicación. En los casos de pequeños hematomas superficiales
suele ser efectiva la aplicación de hielo en la zona. Si el hematoma o moretón
es importante se tiene que aplicar factor de coagulación lo antes posible, hielo
y cremas antiinflamatorias mediante un suave masaje. Ante sospecha de
hemorragia articular se aplica factor de coagulación, hielo en la zona y luego se
inmoviliza con un vendaje no muy apretado. Si el dolor es intenso se puede
tomar un analgésico que no sea acido acetilsalicílico (aspirina), ya que está
totalmente contraindicado este fármaco en hemofílicos porque inhibe la acción
plaquetaria e interfiere la coagulación en caso de sangrados. Si existen
hemorragias graves, la persona tiene que recibir el factor de coagulación en
déficit para detener el sangrado. La dosis a suministrar varía de acuerdo a la
gravedad y al lugar de la hemorragia.

Se requiere de hospitalización inmediata ante:

 Imposibilidad de detener una hemorragia luego de efectuados los


primeros auxilios.
 Presencia de sangre en orina y/o materia fecal.
 Traumas en la cabeza.
 Fuertes dolores musculares o articulares.
 Dolor abdominal súbito.

Pronóstico
Actualmente, gran parte de las personas con hemofilia pueden llevar una vida
normal si reciben controles periódicos. La atención con especialistas en
hemofilia que tengan conocimiento de la historia clínica del paciente, el tipo de
factor en déficit, antecedentes hemorrágicos y de transfusiones suelen ser
vitales ante una emergencia. Es de esperar que los avances en ingeniería
genética aporten controles definitivos para la hemofilia dentro de poco tiempo.
SISTEMA EXCRETOR “HEMORRAGIAS”

APARATO YUXTAGLOMERULAR
En algunas áreas de su recorrido, la arteriola aferente (la que penetra en el
glomérulo) se adosa al túbulo contorneado distal. Esto produce una
modificación en las células de ambas estructuras que da lugar al aparato
yuxtaglomerular. Con el nombre de “mácula densa” se conoce a la
modificación celular existente en el túbulo distal.

En el aparato yuxtaglomerular se produce la renina, una enzima que actúa


como hormona controlando la tensión normal de sangre. En los casos de un
descenso del sodio corporal o ante la disminución del volumen de sangre
circulante, por ejemplo en casos de hemorragias importantes, se produce
una disminución de la presión sanguínea. El aparato yuxtaglomerular se activa
rápidamente y comienza a segregar renina, que pasa de inmediato al torrente
circulatorio. La renina actúa sobre una sustancia producida en el hígado, el
angiotensinógeno, que es convertido en angiotensina I. Esta se transforma en
angiotensina II, cuyo efecto es contraer los capilares sanguíneos y aumentar la
concentración de aldosterona, una hormona producida por las glándulas
suprarrenales que retiene sodio y agua. La reabsorción de sodio, que se
produce en los túbulos contorneados distales de los nefrones, produce arrastre
de agua y aumento de la volemia. Por el contrario, un aumento de la tensión
arterial o de la oferta de sodio tubular hace disminuir la secreción de renina.

HEMORRAGIA POR TRAUMA ABDOMINAL

El abdomen se divide en tres regiones anatómicas:

1. La cavidad peritoneal, que se subdivide en:


Abdomen superior, la región ubicada bajo el diafragma y la caja costal, donde
se hallan el bazo, hígado, estómago y colon transverso, y abdomen inferior, la
parte baja de la cavidad peritoneal que contiene el intestino delgado y el resto
del colon intra abdominal.

2. El espacio retroperitoneal, donde están ubicados la aorta, la vena cava


inferior, el páncreas, los riñones y sus uréteres, algunas porciones del
colon y el duodeno.
3. La pelvis, donde se albergan el recto, la vejiga, la próstata, los vasos
ilíacos y los órganos genitales femeninos.

El trauma cerrado usualmente resulta en lesiones de los órganos sólidos, tales


como el bazo, el hígado o el páncreas, en tanto que el trauma penetrante
causa más frecuentemente perforaciones de las vísceras huecas.

El trauma cerrado resulta del impacto sobre la pared abdominal; una causa
frecuente es la desaceleración que ocurre en un accidente automovilístico, aun
en las personas que llevan colocado el cinturón de seguridad; una caída de
grandes alturas también produce el mismo efecto de desaceleración.

El trauma cerrado del abdomen puede pasar desapercibido, como ocurre con
relativa frecuencia en aquellos pacientes que han sufrido otro traumatismo
severo, especialmente trauma cráneo-encefálico. Muchas fracturas del
páncreas, un órgano profundo ubicado en el espacio retroperitoneal, tienden a
ser ocultas, aun en los casos en que se realiza un lavado peritoneal, y pueden
tener resultados fatales. Las lesiones del duodeno retroperitoneal también
exhiben la tendencia a manifestarse tardíamente e, igualmente, a no ser
detectadas por el lavado peritoneal.

El trauma penetrante, que en nuestro medio comúnmente ocurre por heridas


con arma blanca o heridas con arma de fuego, es de diagnóstico obvio o
relativamente fácil.

Toda herida penetrante del abdomen es sinónimo de sospecha de perforación


visceral, y debe ser manejada como tal. En general esto quiere decir
laparotomía exploratoria.
Las heridas penetrantes del tórax por debajo del 4° espacio intercostal, así
como el trauma cerrado con impacto sobre la porción inferior de la reja
costal, deben ser manejadas como trauma abdominal, por cuanto a este nivel
son los órganos abdominales, especialmente el hígado, el bazo y el estómago,
las estructuras que más frecuentemente resultan lesionadas.

Las fracturas de la 9ª y 10ª costillas izquierdas frecuentemente se asocian con


rupturas del bazo. Aunque sólo 2% de los pacientes que ingresan a un hospital
con trauma cerrado desarrollan hemorragia intraabdominal masiva, 10% de los
casos de ruptura esplénica sangran hasta la muerte y 40% se presentan en
shock. Cerca de 55% de las muertes por trauma hepático se deben a
desangramiento y shock.

Las heridas vasculares -aorta, vena cava inferior o sus ramas- también son
causa de desangramiento y de shock profundo.

La mayoría de las muertes tempranas en pacientes que han sufrido trauma


cerrado del abdomen se deben a la hemorragia inicial, a sus complicaciones
o a las complicaciones de la reanimación.

TRATAMIENTO PARA EL MANEJO DE LAS HEMORRÁGIAS


INTRA-PÉLVICAS EN LAS FRACTURAS DE PELVIS

El problema de la hemorragia intrapelviana ante una fractura de pelvis después


de un traumatismo es un tema abierto y difícil de abordar directamente.
Hay múltiples situaciones que escapan a una valoración directa del contexto
Clínico.

Dos preguntas críticas


¿Está indicada la laparotomía?
¿Cuál es el mejor tratamiento en el sangrado profundo de la pelvis?

¿Qué pacientes con fractura pelviana necesitan una estabilización externa


precoz?
a. Los pacientes con evidencia de fractura inestable de pelvis asociado con
hipotensión deben ser tomados en consideración para alguna forma de
estabilización pelviana externa.
b. Los pacientes con evidencia de fracturas pelvianas inestables que precisan
laparotomía deben soportar una estabilización pelviana externa previa a la
incisión laparotómica.

¿Qué pacientes se beneficiaran de una angiografía pelviana y una


embolización?
a. Los pacientes con una fractura pelviana principal que tienen signos de un
proceso de sangrado continuo seguido de pérdida de sangre de origen no
pelviano que ha sido descubierto sometido debe ser considerado para la
angiografía pelviana y la posible embolización.
b. Los pacientes con fractura pelviana principal donde es descubierto un
sangrado en la pelvis que no puede ser adecuadamente controlado por
laparotomía debe ser valorado para una angiografía pelviana y una posible
embolización.
c. Los pacientes con evidencia de extravasación arterial del contraste
intravenoso en la pelvis por tomografía computarizada deben ser consignados
para angiografía pelviana y posible el embolización.

¿Qué pacientes con fractura de pelvis precisan una laparotomía urgente o


de emergencia?

a. Los pacientes con hipotensión y sangre total en el abdomen o evidencia de


perforación intestinal precisan laparotomía de emergencia. El diagnóstico por
punción peritoneal parece ser la prueba diagnóstica más fiable para este fin.
b. La laparotomía urgente está justificada en los pacientes que muestren
signos de sangrado intra-abdominal continuo o evidencia de perforación
intestinal después de la adecuada recuperación.

Las indicaciones para la laparotomía ante una fractura pelviana y la


hipotensión siguen siendo las únicas indicaciones para la laparotomía en
ausencia de fractura pelviana, predominantemente en la hemorragia
intraabdominal y la perforación del tracto gastrointestinal.

Hay cuatro modalidades disponibles para ayudar en la decisión si en el


paciente hipotenso con una fractura pelviana es segura la laparotomía
para controlar la hemorragia; el diagnóstico por lavado peritoneal, el
diagnóstico por punción peritoneal, los ultrasonidos, y la tomografía
computarizada.
El uso diagnóstico del lavado peritoneal para el diagnostico quirúrgico de un
sangrado intra-abdominal demostró ser inexacto basado en los parámetros
tradicionales de lavado positivo en los pacientes con fractura pelviana

¿Qué pacientes con fractura pelviana necesitan una estabilización externa


precoz?
a. Los pacientes con evidencia de fractura inestable de pelvis no asociada a
hipotensión pero que requieren una constante y continuada recuperación
deben ser considerados en cierta forma para una estabilización pelviana
externa.

Hay tres tipos básicos de estabilización pelviana que han de ser


considerados; las técnicas no invasivas, la estabilización externa, y la
estabilización interna.
La aplicación de un dispositivo de fijación externa debe ser considerada lo
más pronto posible en el tratamiento de las fracturas pelvianas inestables
asociadas a hipotensión, y puede realizarse en el área de recepción de los
traumatismos, la sala de operaciones, o la unidad de cuidados intensivos,
dependiendo de la institución y de las lesiones asociadas del paciente.
Cuando el dispositivo de fijación externa anterior está siendo aplicado, las
barras de unión deben ser puestas inferiormente, esto es por encima del área
de la ingle en lugar de por encima de la parte más baja del abdomen para
permitir el acceso al abdomen si puede ser necesaria una laparotomía. Si es
realizada una laparotomía en presencia de una fractura pelviana inestable, con
suerte el dispositivo de fijación externo debe ser colocado previamente antes
de la incisión superficial inicial sobre la pared abdominal anterior porque
contribuye a limitar el grado de diastasis púbica, y aumentará el volumen
pelviano si la pelvis no se estabiliza previamente a la incisión en la línea media.

La estabilización interna debe ser considerada de carácter definitivo y como


tal debe reservarse para los pacientes que han demostrado estabilidad
hemodinámica.

El TAC ha desarrollado la práctica de identificar la extravasación arterial del


contraste intravenoso. El reconocimiento de este hecho en la pelvis ha movido
a la angiografía fuera del papel empírico y diagnóstico a un más estricto papel
terapéutico.
Con enérgico énfasis en la advertencia de que el examen del TAC no es una
herramienta para el diagnóstico en la hipotensión aguda o el paciente inestable,
la tomografía computarizada es muy exacta identificando la sangre intra-
abdominal, retro-peritoneal, y pelviana y el sangrado activo.

FUNDAMENTO CIENTÍFICO GENERAL EN FRACTURA DE LA PELVIS

Hay cinco cavidades esenciales en el cuerpo por donde un paciente puede


perder un gran volumen de sangre, el tórax, el abdomen, el retroperitoneo, los
compartimentos musculares, y la zona de la lesión. Las técnicas útiles para
evaluar la pérdida de sangre en el tórax y la cavidad abdominal, los
compartimentos musculares y la zona de la lesión son bastante rápidas y
exactas, pero el retroperitoneo continúa siendo difícil. Se conoce bien que hay
una pobre correlación entre la arquitectura de la fractura pelviana y la
necesidad de una hemostasia de emergencia, y las proyecciones radiográfícas
sólo pueden interpretarse a la luz de una toma de decisiones clínicas dinámicas
y potencialmente difíciles.
Las consecuencias de una incorrecta valoración son notables, como la
indicación de una celiotomía basada en el control de hemorragia en una
fractura pelviana tras un traumatismo directo casi nunca es la opción más
sabia.

Seis parámetros en que basar la decisión para la laparotomía:

1) evidencia de sangrado intraperitoneal o perforación visceral,


2) ruptura intraperitoneal de la vejiga,
3) la localización de un hematoma suprapúbico expansivo palpable,
4) la localización y la gravedad del traumatismo,
5) la evidencia radiográfica de fragmentos óseos dentro de la pelvis, y
6) la pérdida de sangre que excede de 2500 c.c. que no puede atribuirse a las
lesiones asociadas.
BIBLIOGRAFÍA VIRTUAL

http://hnncbiol.blogspot.com/2008/11/tejido-sanguineo.html

http://hnncbiol.blogspot.com/2008/01/anatomia-y-fisiologia-del-sistema_21.html

http://hnncbiol.blogspot.com/2008/01/hemofilia.html

http://hnncbiol.blogspot.com/2008/01/accidente-cerebrovascular.html

http://agenciabk.net/BK47.htm

http://books.google.com.co/books?id=dhz4WQw_NJQC&pg=PA236&dq=tipos+
de+traumas+que+pueden+producir+hemorragias&hl=es&ei=21zoTOu7IoOclge
Lx9CtCQ&sa=X&oi=book_result&ct=bookthumbnail&resnum=1&ved=0CCwQ6
wEwAA#v=onepage&q&f=false

http://www.nlm.nih.gov/medlineplus/spanish/ency/article/000045.htm

http://salud.doctissimo.es/consulta-medica/primeros-auxilios/hemorragias.html

http://www.aibarra.org/Guias/2-18.htm

http://www.aibarra.org/Guias/2-2.htm

http://www.cursodeprimerosauxilios.com/

http://www.comosalvarvidas.info/

http://www.salud.bioetica.org/hemorragias.htm

http://www.medicinapreventiva.com.ve/auxilio/hemorragia.htm

http://www.nlm.nih.gov/medlineplus/spanish/ency/article/000045.htm

http://www.ambitoweb.com/servicios/salud/manual12.asp

http://escuela.med.puc.cl/publ/patologiageneral/Patol_049.html

http://www.salud.bioetica.org/shock.htm

http://www.ctv.es/USERS/sos/aparcirc.htm#ppaashhi

http://ortopedia.rediris.es/docus/download/pelvisp.pdf

Vous aimerez peut-être aussi