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La caficultura en Guatemala

La actividad cafetalera genera una producción con un valor que oscila entre 154 y 190 millones de
quetzales de 1958, lo que representa una participación en el PIB entre el 5.24 y 4.42 % (año 2000 3.58).
Esto equivale a un 16 % del PIB agrícola.

La producción de café oro en Guatemala asciende a un promedio anual de 5,460 miles de sacos de 46
kilos, y durante el periodo 1984/85-2000/2001 creció a un ritmo promedio anual de 1.5 %. Durante el
mismo período la superficie cosechada se mantuvo entre 269 mil y 273 mil hectáreas anuales,
mostrando rendimientos medios anuales de 20 qq oro/ha/año en los dos últimos períodos. Se estima
que para el año 2000, este sector genero aproximadamente 77 millones de jornales, equivalente a
295,200 empleos plenos. Según los registros de ANACAFE, hay 62,649 caficultores clasificados de la
siguiente forma:

Micro: menos de 100 qq oro año = 44,028


Pequeños: 101-2,000 qq
Medianos: 2,001 a 6,000
Grandes: mas de 6,000

Aunque la caficultura no reproduce las relaciones y múltiples interacciones entre los recursos agua,
suelo, vegetación y vida silvestre como se presentarían en condiciones naturales sin intervención, es de
hacer notar que el desarrollo de esta actividad representa beneficios ambientales para el país, ya que
constituye el uso menos icompatible, derivado del hecho de que los agrosistemas de café se constituyen
en bosques con una amplia diversidad estructural, que han permitido conservar en distintas
proporciones los mencionados equilibrios.

Según el sistema de información geográfica del MAGA, el café constituye el 12.21 % de la cobertura
forestal densa total del país. Asimismo, la combinación de sombra (bosque alto) y el café (como
sotobosque) ha sido el uso antrópico menos incompatible en áreas de vocación forestal, lo que se
deduce del hecho de que aproximadamente el 60.24 % de las plantaciones de café se ubican en clases
agrológicas con dicha capacidad de uso (El 18.68 % de la superficie cultivada con café es considerada
en subutilización, dado que son áreas ubicadas en las clases agrológicas II, II y IV y 21.08 % de dicha
superficie se considera de uso correcto). Adicionalmente la cobertura de café reduce de manera
significativa la presión del bosque para producción de leña, ya que los árboles de sombra de las
plantaciones de café proporcionan un 16 % de la leña utilizada anualmente el país (Calvo 1998).

Desde la óptica de las relaciones y múltiples interacciones entre los recursos agua, suelo, vegetación y
vida silvestre, según estimaciones basadas en datos presentados en este último documento y en el
Diagnóstico del cluster forestal, la caficultura ha contribuido anualmente en la regulación del ciclo
hidrológico mediante la infiltración y conducción a fuentes superficiales y subterráneas, de
aproximadamente 3 x 10 ^ 15 m³ (verificar) y en la producción de la misma, si consideramos el 70 %
de producción de un bosque nuboso, de un volumen aptorximado de 2.730 x 10^9 de m³ por año. Ello
se pone de manifiesto ante la evidencia de que aproximadamente el 80 % de la superficie cultivada con
café, se caracteriza como zona de alta recarga hídrica.

En relación con las cuencas hidrográficas, el café integra una cobertura equivalente al 6.27 % del total
de área en 25 cuencas con dicho cultivo, contribuyendo a reducir el riesgo de inundaciones,
principalmente en las áreas inundables de la costa sur y cuencas prioritarias de los ríos Suchiate,
Coyolate, Los Esclavos, Nahualate, María Linda y Naranjo en las que la cobertura oscila entre 7.52 %
y 11.89 %. En función de la susceptibilidad de los suelos a la erosión, según la información del
Laboratorio de Información Geográfica del MAGA, se puede afirmar que la caficultura protege
anualmente de una pérdida aproximada de 26 millones de toneladas métricas de suelo, contribuyendo
adicionalmente, a mantener su capacidad de uso y mejorando sus características físicas y químicas.

La caficultura también contribuye a la fijación de CO2 y por consiguiente a la eliminación de gases de


efecto invernadero. Según estudios realizados por ANACAFE el agrosistema café fija anualmente un
promedio de 91.64 TM/ha de CO2, lo que implica una fijación total aproximada de 25 millones de
toneladas métricas por año (Medina, et al, 1999).

Las zonas productoras de café coinciden casi por completo con muchas regiones poseedoras de la
mayor riqueza biológica del país, demostrandose en varios estudios el papel del café con sombra, como
corredores biológicos participando en la conservación de flora, fauna, microorganismos, agua suelo y
fijación de carbono; adicionalmente, conserva paisajes tradicionales y genera un potencial importante
de ecoturismo.

Como ejemplos de la contribución del agrosistema en la conservación de la biodiversidad, ANACAFE


reporta que en 16.6 ha de café con sombra, muestreadas en 83 puntos, se encontraron mas de 110
especies diferentes de árboles con diámetros mayores de 5 cm a la altura del pecho (1.3 m). De igual
manera, se ha encontrado que las plantaciones de café y cacao son de los pocos hábitat donde aún se
encuentran aves en Centroamérica.

Impactos ambientales de la caficultura

El sector cafetalero se encuentra en un proceso en el que unicamente aquellos caficultores que


desarrollaron su capacidad de gestión empresarial y se han vinculado en la cadena del valor podrán
permanecer en la actividad. Ello representa un riesgo en términos de cambio de uso del suelo, dado
que los agrosistemas de café se constituyen en bosques con una amplia diversidad estructural que han
permitido conservar en distintas proporciones las relaciones y múltiples interacciones entre los
recursos, agua, vegetación y vida silvestre.

La caficultura, dadas las características de producción existentes en el país, constituye uno de los
cultivos con menos impactos nocivos al ambiente, desde el punto de vista de la producción primaria.
Sin embargo, la primera fase de transformación agroindustrial conocida como beneficiado húmedo,
genera serios impactos al ambiente debido a la descarga de aguas contaminadas con mieles y pulpa a
las corrientes de los ríos; residuos que por demás son altamente exigentes en términos de oxigeno en su
proceso de degradación, condición por la que compiten altamente con la flora y fauna acuática.

Sin embargo, los factores de alteración del ambiente y los recursos vienen dados en primer lugar por la
introducción de agroinsumos en el medio. En efecto, de acuerdo con las cifras encontradas se pudo
estimar, con base en un paquete tecnológico que corresponde a los rendimientos medios nacionales,
que la caficultura en el año 2000 introdujo en el ambiente alrededor de 2.5 millones de qq de
fertilizantes, 0.14 millones de litros de insecticidas, 0.2 millones de kg de fungicidas y
aproximadamente 0.41 millones de litros de herbicidas.

La política implícita del gremio caficultor se orienta al mantenimiento de las áreas cultivadas, tratando
de mejorar la rentabilidad a lo largo de la cadena, en función de la búsqueda de caminos no
convencionales para la colocación del producto, acciones que incluyen el aprovechamiento del
mercado de cafés diferenciados, el origen y la integración de la cadena de valor, así como un
mejoramiento sustancial en la eficiencia productiva en la fase agrícola en primer lugar y luego a lo
largo de toda la cadena. En tal sentido, el riesgo se reduce dado que la decisión de cambiar o no el uso
de la tierra con café depende de las decisiones y adelantos que puedan lograr los caficultores en
términos de rentabilidad sostenible en la actividad.

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