06 martes 15 de
Agosto de 2006
El tema
Historia de un ejido conurbado donde opera una mafia de terrenos
En Santa Ana
Tepetitlán hasta
muertos siembran
En la asamblea del 9 de abril pasado, fueron reconocidos 108
fallecidos; la comunidad ha afrontado 30 años de tráfico de tierras,
corrupción agraria y juicios, con lo que perdió más de mil ha
GuadalajarauAgustín del Castillo
E
n sus correrías por
el mundo, Joseph K.
llegó ayer al ejido San-
ta Ana Tepetitlán.
Todo estaba nor-
mal: en las asambleas ejidales se
votaban los acuerdos antes de que
se conocieran; quien estaba en dis-
cordia con los acuerdos que aún no
existían, adivinaba que las cosas
serían a su disgusto y mejor no iba;
a los muertos se les reconocía en
los padrones de derechos agrarios,
como si nunca tuvieran que haber-
se muerto y debieran continuar su
labor en parcelas que por cierto ya
no existen.
Los llamados “enemigos del eji-
do”, en el pasado cercano: invasores
y acaparadores de terrenos, ayer
eran tan campesinos como los Co-
rona, los Rodríguez y los Flores,
esa cepa de indígenas que hicieron
una comunidad agraria antes de
que Álvaro Obregón, un presidente
manco, fuera asesinado. No impor-
ta que esos Corona, Rodríguez y
Flores hoy medren en la miseria o
se hayan muerto sin permiso. Los
invasores, transformados a ejida-
tarios, conservaban la lucha revo-
lucionaria. Todo conforme a los
nuevos tiempos.
Y los funcionarios de gobierno
cobraban dinero por hacer acuer-
dos gratuitos para el ejido. Hasta
una secretaria de esas que contes-
tan teléfonos, toman apuntes en
libreta y hacen textos en máquina
de escribir, recibió en una ocasión
un pago de un millón de pesos
(9 de mayo de 1995). Tan eficiente
era.
Mister K. no está seguro de si
los hombres del campo son real-
mente inmortales. Supo que “Dios
nunca muere” cuando oyó resonar
ese vals antiguo en la angostura de
una calle deprimente del poblado
que sólo es risueño porque el sol
lo asuela en todos sus recovecos,
y que se llamaba Santa Ana de los
„ conflicto ejidal
Negros tal vez porque todos sus
moradores se achicharran de tanta
luz.
Por allí caminaban ayer los
hombres taciturnos que cambiaron
el calzón de manta por la mezclilla
y el sombrero por la cachucha. O las
chirimías y violines por la banda
norteña. O las parcelas de labor por
las casas apretadas, chuecas, feas
y tristes. Aunque algunas tierras
agrícolas se transformaron en pala-
cios y fortalezas de grandes señores
de la ciudad cercana, a donde el po-
brerío sólo se asoma y suspira.
Mister K. decidió renombrar ese
mundo tan coherente bajo la voz
de su creador: Santa Ana Kafkatlán.
Bajo una higuera, un anciano le
platicó sus historias.
Relato sobre don Margarito
Por 30 años, don Margarito Ro-
dríguez Corona, actual presidente
del comisariado ejidal, ha estado
presente en las decisiones que mar-
caron el destino de esta comunidad
de 2,819 hectáreas. En 1976, con la
expropiación de Paseos del Sol, la
Comisión para la Regularización
de la Tenencia de la Tierra (Corett)
se apropió de 275 hectáreas de un
supuesto asentamiento irregular,
que en realidad era menor a 50 hec-
táreas.
Con el amparo 1488/78, que fue
confirmado en la revisión 5330/81,
la entidad gubernamental perdió
el dominio sobre esas tierras que,
no obstante, vendió a terceros y
se edificaron diversos fracciona-
mientos.
La Corett intentó indemnizar
a los ejidatarios con la entrega de
casas y maquinaria agrícola, lo cual
se cristalizó en una asamblea el 2
de mayo de 1982, con el fin de que
se desistieran del amparo. Pero el
documento fue “no ratificado” ante
el juez primero de de distrito el
25 de octubre de 1990. Firma don
Margarito como secretario del eji-
do. Once días después, el 5 de
noviembre, don Margarito y sus
compañeros firmaron otro texto
ante el mismo juzgado, que decía lo
siguiente: “… bajo protesta de decir
verdad [sic] son coincidentes en
señalar que ratifican [sic] en todas
y cada una de sus partes el acta que
firmaron el 2 de mayo de 1982 por
ser suyas las firmas que lo calzan…”.
30 años después, esta expropiación
sigue insubsistente, pese a los cam-
bios de opinión de don Margari-
to.
El 17 de marzo de 1995, don Mar-
garito repetía como secretario del
ejido. Y tuvo lugar una asamblea
“con motivo del pago indemnisato-
rio” [sic] de una expropiación de
la Secretaría de Comunicaciones y
público
La casa ejidal. "Los ejidatarios no
Transportes [SCT] para regularizar
la construcción y ampliación de la
carretera Guadalajara-Acatlán de
Juárez".
Por 12.44 hectáreas, la depen-
dencia federal les entregó doce mi-
llones 443 mil pesos, según el acta
aludida, que firman sus autoridades
internas y decenas de ejidatarios,
con la lista de asistencia de rigor.
El acuerdo era dedicar ese re-
curso a la compra de maquinaria,
a la adquisición de un rancho, a
la remodelación de la casa ejidal y
para “apoyo económico y directo
de los ejidatarios para el mejora-
miento de sus viviendas”.
Pero dicen que el dinero era tan-
público
entienden que no deben vender", aseguran las autoridades
to, que lo compartieron con sus
expropiadores. Así fue la manera
como el subdirector de Adquisicio-
nes de Predios de la SCT, Antonio
Ibarra Chávez, quien recibía una
percepción mensual de 1,221 pesos
en la secretaría, obtuvo un cheque
de 225 mil pesos, fechado el 9 de
mayo de 1995, de la cuenta del ejido
en Banco Unión, y lo abonó a su
cuenta personal (607373-0/378) de
Banamex.
Florina Diez Gómez, la secretaria
cuyo trabajo era “atender los teléfo-
nos y la red asignados a la oficina
del titular de la Unidad de Asuntos
Jurídicos [de la SCT] a partir de las
15:00 horas”, recibir documentos,
entregar correspondencia y archivar
documentación, y que sigue siendo
tan eficiente, al grado que el 23 de
marzo de 2005 se le otorgó un re-
conocimiento “por su labor reali-
zada durante 20 años de servicio” de
manos del mismísimo titular de la
SCT Pedro Cerisola y Weber, obtuvo
otro cheque de la misma cuenta del
ejido, y con la misma fecha (9 de
mayo de 1995), por un millón de
pesos, a la cuenta 607455-9/378 de
Banamex. Por cierto, el decreto ex-
propiatorio se publicó hasta el 2 de
octubre de 1997.
Don Margarito tuvo amnesia
ayer sobre estos hechos.
—Usted era de las autoridades
Margarito Rodríguez, presidente del comisariado ejidal
responsables del ejido cuando se
entregaron esos cheques a los em-
pleados de la SCT…
—No, no.
—¿No recuerda usted ese
caso?
—No.
Relato de ultratumba
Lucía Ponce Arteaga, abogada de-
fensora del grupo de Tranquilino
Flores Aguilar, de opositores a don
Margarito y denunciante de acti-
vidades “ilícitas” del grupo en el
poder, asegura que el acta de asam-
blea del 9 de abril de 2006, en la
cual se aprobó la titulación del
ejido a manos del Programa de
Certificación de Derechos Ejidales
(Procede) no sólo está falsificada
por los empleados de la Procura-
duría Agraria. Está mal falsifica-
da.
“Las siguientes irregularidades
son detectables con la sola lectura:
59 ejidatarios fallecidos están en
posesión de tierras, otros 30 ejida-
tarios fallecidos, y que fueron pri-
vados de sus derechos agrarios, se
encuentran en posesión de tierras”.
30 ejidatarios más, esos sí, bien vi-
vos, que fueron privados de sus
derechos, están en posesión de sus
tierras.
“Supuestamente cuatro más,
a través del procedimiento de
prescripción positiva obtienen
posesión y propiedad, lo cual es
incongruente e ilegal, ya que el ré-
gimen de propiedad comunal que
rige en el ejido no admite tales pro-
cedimientos porque las tierras del
ejido son imprescriptibles”. Once
“nuevos ejidatarios” están en el
mismo caso.
Por si fuera poco, la abogada
identifica a 19 usurpadores de cer-
tificados agrarios a nombre de per-
sonas muertas. La endogamia es
tan fuerte en la comunidad, que
las combinaciones de apellidos son
cortas y suele haber coincidencias
que permiten esa simulación.
En resumen, Santa Ana Tepeti-
tlán es una república de muertos.
La asamblea del 9 de abril les dio
tal carácter a 108 personas que se
martes 15 de
Agosto de 2006
suponía ya estaban fuera de este
mundo. Joseph K. suspiró alivia-
do.
Relato de mafias
—¿En este ejido hay una mafia que
trafica terrenos?
—Sí, son ellos; la gente de Tran-
quilino.
Adolfo Rodríguez, presidente
del consejo de vigilancia, respon-
de fuerte y contundente, mientras
se acomoda los lentes que le dan
cierto aire solemne a sus vivaces
ojos verdes. Roberto Gallardo, An-
tonio Cruz Aranda, don Margari-
to, la silenciosa tesorera Natalia
Rodríguez, todos asienten con la
cabeza, convencidos.
—Si ustedes tienen pruebas de
que ellos están vendiendo terrenos,
¿no creen que también tendrían
que demandarlos?
—Contestamos todos los ampa-
ros que hay, todas las demandas.
—Pero vender terrenos contra
la autoridad de la asamblea es una
situación irregular, ¿no tendrían
que proceder de manera más enér-
gica?
—Se hace todo lo posible, ya ve
que los ladinos son ellos, y uno va
a lo que va diciendo la ley.
—¿Cómo operan?
—Andan en las esquinas con
carpetas bajo el brazo, y se llevan
a la gente a arreglarles supuesta-
mente sus asuntos.
—¿Ustedes no le dicen a la gente
que no debe vender sus tierras?
—Pues sí, pero no se puede ha-
cer nada. Nomás no entienden.
Las asambleas impugnadas por
el grupo de Tranquilino son regu-
lares, aseguran. La gente firma el
acta de asistencia a la entrada y con
eso se van las actas de aprobación.
El que no está de acuerdo, simple-
mente no va.
—Tranquilino dice que la
aprobación de la asamblea del 9 de
abril es una simple lista de asisten-
cia, no de aprobación…
—Pues solamente el tribunal lo
puede analizar y determinar en su
momento.
—Para aprobar los acuerdos que
el tema 07
FOTOS: ABRAHAM PÉREZ
están apenas por leerse, ¿realmente
basta con esa lista inicial?
—Sí, sí, son puros ejidatarios.
—¿Y si algún ejidatario no está
de acuerdo y puso su firma?
—Firman todos los ejidatarios
que entran, si un ejidatario no está
de acuerdo no entra y no va a fir-
mar […] pero si no viene a la asam-
blea, él está autorizando los docu-
mentos también.
—En la lista hay varias firmas
ilegibles, según los abogados de
Tranquilino deben tener nombre y
firma, para que sea una operación
correcta.
—Tranquilino todo el tiempo ha
querido impugnar las asambleas,
es oponerse a todo.
—Afirma que los empleados de
la Procuraduría Agraria manipulan
las asambleas.
—Ellos cumplen su trabajo.
—¿Qué pasa con los que quie-
ren hablar en contra de los acuer-
dos?
—Si no tienen derecho a voz y
voto, se les impide hablar.
Relato de negros
Tranquilino Flores vive en una hu-
milde casa de la calle Madero, en
Santa Ana Tepetitlán. Está enfer-
mo de diabetes, ha pisado en dos
ocasiones la cárcel enviado por sus
enemigos. Perdió a su mujer, ape-
nas con 50 años, también de dia-
betes. “Y por tanto susto que le die-
ron”, indica resignado.
Conserva su parcela, rodeada de
asentamientos espontáneos, pero
ni caso tiene sembrarla. Se roban
la cosecha los nuevos vecinos.
Dice que el pleito por el ejido
es como un Chivas-América, con
el árbitro siempre del lado de los
poderosos. “Y a los chivas nos dan
golpe tras golpe”.
Depende completamente de sus
hijos; toma algunas medicinas pero
no sigue dietas. “Como están las co-
sas, o cuido la diabetes o me muero
de hambre”, señala con humor.
Son las historias normales que
ha visto Joseph K., de paso por Santa
Ana, en sus correrías por un planeta
absurdo. pP