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© Silvia Cuevas-Morales
Al estallar la Guerra Civil las mujeres no se rindieron y siguieron luchando a la par con los
hombres y a pesar de la dictadura franquista no volvieron a sus hogares para ocupar el
puesto de ciudadanas de segunda clase. Muchas mujeres tomaron parte activa en las
movilizaciones y luchas colectivas, tanto en la retaguardia como en el frente adhiriéndose a
la resistencia armada.
En este breve artículo quiero rendirle homenaje a esas valientes mujeres que dieron el paso
hacia la igualdad a pesar de encontrarse ante la amenaza del avance fascista y nazi de ese
entonces. A pesar de las torturas y el desmantelamiento de los logros conseguidos hasta la
llegada del régimen franquista, y a pesar de que el nuevo régimen restableció el Código
Civil de 1889 que dotaba a las mujeres con los mismos derechos que a los menores y los
incapacitados mentales.
Desde muy joven trabajó y luego se licenció en Derecho y desempeñó cargos como
abogada y periodista. Luchó arduamente en contra de la dictadura de Primo de Rivera y en
1931 fue elegida diputada por el Partido Radical en las Primeras Cortes republicanas.
Siempre defendió el derecho de las mujeres al voto, a pesar de ir en contra de la postura de
sus propios compañeros diputados y la única otra diputada (Victoria Kent, quien alegaba
que las mujeres se dejarían influir por la iglesia y en contra de la República). Tras el golpe
militar de 1936 se exilió en Buenos Aires y más tarde se radicó en Suiza donde falleció en
1972. El régimen franquista jamás le permitió volver a España. Entre sus publicaciones
destacan sus libros El voto femenino y yo: mi pecado mortal, 1936; El derecho femenino en
España, 1936 y La situación jurídica de la mujer española, 1938.
Destacada oradora e intelectual dejó como legado varios libros y artículos en los que
defiende la emancipación económica y sexual de las mujeres, y donde denuncia el sexismo
en el seno del propio movimiento obrero. Al finalizar la guerra se exilió en el sur de Francia
y en 1977 regresó a España donde participó en la reconstrucción de la CNT pero sólo
temporalmente. Nunca volvió a vivir en España.
Rosario, dinamitera,
sobre tu mano bonita
celaba la dinamita
sus atributos de fiera.
Nadie al mirarla creyera
que había en su corazón
una desesperación,
de cristales, de metralla
ansiosa de una batalla,
sedienta de una explosión.
Era tu mano derecha,
capaz de fundir leones,
la flor de las municiones
y el anhelo de la mecha.
Rosario, buena cosecha,
alta como un campanario,
sembrabas al adversario
de dinamita furiosa
y era tu mano una rosa
enfurecida, Rosario. (2)
Pero junto a “La dinamitera” lucharon y perdieron sus vidas muchas más mujeres que aún
permanecen en el anonimato.
Hace un par de años tuve el placer de conocer a María Telo Núñez, y lo que más me
impactó fue la lucidez de su pensamiento. Abogada feminista, fundadora de la Asociación
Española de Mujeres Juristas, y responsable de promover la reforma del Derecho de
Familia. Gracias a sus esfuerzos sólo en 1975 las mujeres dejaron de necesitar el permiso
de sus maridos para trabajar o poner un negocio. También consiguió que se suprimiera la
obligación de obediencia al marido.
Entre sus numerosos libros de ensayo se destacan La mujer en el derecho civil, 1969;
Derechos que no tiene la mujer, 1973; El régimen económico matrimonial, 1974 y La
evolución de los derechos de la mujer en España, 1986.
NOTAS:
(1) Citado en Rojas: las mujeres republicanas en la Guerra Civil. Mary Nash, Taurus,
Grupo Santillana, Madrid, 1999: 127.
(2) Viento del Pueblo. Miguel Hernández, Editorial Lumen, El Bardo, Barcelona 1997:
50-51.
Publicado en la revista Opinión Hispana, Nº 15. Octubre 2003. Pags. 26-27. (Melbourne,
Australia)