Académique Documents
Professionnel Documents
Culture Documents
Presentación
Este ensayo aborda la dialéctica entre el estado de derecho y el
de policía, traducida en el campo penal en la más amplia o restringida
admisión del trato punitivo a seres humanos privados de la condición de
personas. Este trato diferenciado provoca una contradicción entre la
doctrina penal (y alguna filosofía política de ilustre prosapia), por una
parte, y la teoría política del estado constitucional de derecho por la
otra, debido a que la última no lo admite ni siquiera en una situación
bélica clara, pues implicaría abandonar el principio del estado de
derecho y pasar al de policía, que se deslizaría muy rápido hacia el
estado absoluto.
La actual situación del planeta devela sin piedad esta
contradicción, provocando un grave desconcierto en la doctrina, pues de
un golpe desnuda el fenómeno de todos los ropajes con que se lo ocultó
hasta el presente y pone de manifiesto como nunca antes que la secular
tradición legitimante del ejercicio estructuralmente discriminatorio del
poder punitivo operó como fisura absolutista en el estado constitucional
de derecho, introduciendo en su marco un elemento disolvente que, en
algún trágico momento del pasado se daría en llamar entre nosotros
doctrina de la seguridad nacional, de triste memoria.
Es menester advertir que en el siguiente desarrollo en ocasiones
se sintetizan o amplían -y también se redunda- en conceptos y textos
publicados en trabajos parciales, a medida que se avanzaba en la
investigación. Del mismo modo, nuestro desarrollo se asienta sobre una
concepción conflictivista de la sociedad y en la dialéctica del estado de
derecho y el de policía dentro de todo estado de derecho real o
histórico, en los términos que propusimos en 1989 y desarrollamos
posteriormente con Alejandro Slokar, Alejandro Alagia y Nilo Batista.
Nuestro agradecimiento más sincero a los colegas Alejandro
Slokar, Alejandro Alagia, Renato Vannelli, Gustavo Ferreyra, Graciela
Otano, Guido Risso, Martín Magram, Jacobo Grossman, Mariana
Caraballo, Gabriela Gusis, Pablo Vega y Alfredo Fernández. Todos ellos
tuvieron la paciencia de leer el manuscrito y formularnos
observaciones.
Dedicamos este modesto ensayo a la querida memoria de un
Maestro con el que hubiese sido imprescindible discutirlo, dado que
osamos irrumpir en su campo con la proverbial torpeza del penalista y,
por momentos, tenemos la sensación de movernos como un elefante
marino en la arena. Si hubiésemos tenido esa fortuna, seguramente
estas páginas serían mucho más claras y menos imperfectas.
E. Raúl Zaffaroni