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Señalamos en un comienzo que la expresión voluntad en sentido
específico se reserva para los actos jurídicos unilaterales y que se
perfecciona en el momento que esa manifestación unilateral de la voluntad
se emite y en el lugar en que se emite. En cambio, el concurso de voluntades
necesario en los actos jurídicos bilaterales recibe el nombre de
consentimiento. Por ende, para que se forme el consentimiento se requiere la
concurrencia y concordancia de las voluntades de dos partes.
La palabra consentimiento viene del latín consentire; de cum,
compañía y sentire, sentir: “sentir con otro, tener un mismo sentimiento”, da
la idea entonces, de ponerse de acuerdo.
Se define consentimiento como: “el acuerdo de dos o más
voluntades sobre un mismo objeto jurídico que se forma por dos
actos sucesivos y siempre copulativos que son la oferta y la
aceptación destinado a producir efectos jurídicos”, o más
sencillamente “el acuerdo de voluntades destinado a producir efectos
jurídicos”.
Así el acto jurídico bilateral sólo surge a la vida jurídica mediante la
concurrencia de dos actos jurídicos unilaterales, como son la oferta y la
aceptación y, este consentimiento debe abarcar todos los elementos del acto
jurídico, es decir, tanto de los elementos de la esencia como de la naturaleza
y los meramente accidentales. Cualquier disconformidad impide la formación
del consentimiento.
En la vida jurídica práctica, estos actos sucesivos y copulativos pasan
inadvertidos en los contratos verbales, pero se observan claramente en los
contratos entre ausentes.
Donde se Regla la Formación del Consentimiento;
El Código Civil no se refiere a la formación del consentimiento, sino que
lo reglamenta partiendo de la base que ya está formado, es por ello que no lo
define ni contiene relativas a su formación. Este silencio ha sido suplido por
el Código de Comercio que en sus artículos 97 al 108 viene a llenar un
sensible vacío de nuestra legislación civil al regular en forma expresa la
formación del consentimiento.
Las disposiciones de un código especial no es posible extenderlos al carácter
de norma generales, sin embargo, tanto la doctrina como la jurisprudencia
acuerdan que tanto los actos jurídicos civiles como mercantiles quedan
sujetos a las reglas del código comercial en materia de formación del
consentimiento, usando como fundamento los siguientes argumentos:
i.- En el mensaje del código comercial se señala que tal cuerpo
contiene normas sobre la formación del consentimiento, salvando así un
vacío civil.
ii.- Las disposiciones del código comercial en esta materia responden a
principios generales del derecho, por lo tanto, y en virtud del artículo 24 CC
deberán hacerse extensivas al ámbito civil. No hay ningún inconveniente en
aplicar por analogía las reglas especiales frente al silencio de una ley
general, y el juez al aplicar en materia civil las reglas sobre la formación del
consentimiento, está aplicando el artículo 24 CC que nos dice que cuando no
pueden aplicarse las reglas sobre interpretación precedente, se interpretarán
los pasajes oscuros de la ley del modo que es más conveniente que aparezca
al espíritu general de la legislación y a la equidad natural. Si este artículo se
aplica cuando no se pueden aplicar las reglas de la interpretación, con mayor
razón se va a aplicar cuando existe una laguna legal.
iii.- Finalmente, una disposición no es general o especial por el cuerpo
legal en el que se halla inserto. Lo determinante para que tal disposición sea
especial es que se refiera a materias determinadas de manera exclusiva y
excluyente, si no es así, la disposición es común. Las normas del código
comercial no se refieren exclusiva y excluyentemente a actos mercantiles,
por lo tanto, son de carácter general y aplicables a todo acto o contrato. La
misma Corte Suprema ha extendido siempre la presunción de buena fe
establecida en una norma sobre la posesión de bienes materiales (artículo
707 CC) al matrimonio putativo porque considera que esa presunción es de
carácter general.
Ahora bien, es menester tener presente que, si bien estas reglas de
formación del consentimiento se aplica a todo acto jurídico, debe
considerarse que los contratos reales se perfeccionan con la entrega de la
cosa y los solemnes con el cumplimiento de las solemnidades exigidas por la
ley, a diferencia de los consensuales que se entienden perfectos desde que
media el acuerdo de las voluntades.
Fases de la Formación del Consentimiento.-
La doctrina chilena distingue:
1.- Meros hechos sociales.-
2.- Oferta.-
3.- Promesa de contrato.-
Para Von Ihering son:
1.- Un período contractual o tratos preliminares.-
2.- Oferta.-
3.- Contrato preparatorio.-
4.- Contrato definitivo.-
5.- Cumplimiento del contrato.-
Todas estas fases tratándose de contratos instantáneos no tienen ninguna
relevancia.
Antes de entrar en las dos etapas de la formación del consentimiento, que
son la oferta y aceptación, hay una etapa previa que son las negociaciones
preliminares.
Negociaciones Preliminares.-
Las negociaciones preliminares están regidas por la responsabilidad
civil extracontractual, toda vez que no se ha contratado aún, pues desde que
existe contrato estamos en presencia de una responsabilidad civil
contractual.
Cabe tener presente que estas negociaciones pueden o no existir y,
normalmente, en las negociaciones profesionales se llevan todas las minutas
o borradores de esta negociación preliminar porque solucionan problemas
futuros de interpretación. En estas etapas preliminares las partes desarrollan
una multiplicidad de conductas tendientes a conocer sus puntos de vista
respecto del negocio que se proyecta, sin que las partes queden obligadas.
Sólo se acercan las partes para conversar, para plantear opiniones sobre un
acto o contrato.
Los tratos preliminares suelen iniciarse en el instante que las partes se
ponen en contacto por primera vez, pero para que se pueda hablar de
negociaciones preliminares es necesario que el encuentro no se haya dado
en virtud de una oferta, por que una de las características más importante de
los tratos, es que la actuación de las partes no persigue obligarse, sino,
celebrar una mera discusión sobre distintos puntos relacionados con un
contrato cuya celebración se pretende y que va a tener por fin inmediato la
elaboración de una oferta y su posterior exteriorización por parte del futuro
oferente.
En este período, más que en ninguna otra etapa, se manifiesta
ostensiblemente la astucia de los pre-contratantes que pretenden obtener
ventaja dentro de la negociación, por eso se le conoce como estrategia de las
conversaciones y es de aplicación universal política, económica, etc.
Finalmente, la época de término de los contratos la fija el juez del fondo que
ponderará las circunstancias que propiciaron las rupturas de los tratos.
Podemos mencionar entre las causas que ponen término o concluyen a los
contratos las siguientes:
1.- Cuando se formula la oferta.
2.-Cuando se celebra el contrato.
3.- Cuando una de las partes unilateralmente se desiste.
4.-Cuando las partes de común acuerdo ponen fin al trato.
En suma, los contratos son precedidos por una fase de negociación que para
el modelo clásico se conforma por la aceptación y la oferta. En cambio, para
un modelo más práctico o más real las negociaciones preliminares suponen
un juego estratégico en el que cada parte intenta traspasar a la otra la mayor
cantidad de riesgos al menor precio posible y obteniendo la mayor cantidad
de ventajas.
La fase de negociación tiene más o menos complejidad y duración en el que
hay dos fases, una de negociación y otra de perfeccionamiento.
Respecto a la formación de los contratos podemos preguntarnos; ¿Desde
cuándo se pasa del estado de negociación al momento jurídicamente
relevante para el derecho asignándole valor de contrato a la manifestación
de voluntades? ¿Cuándo se pasa de tratativas a consentimiento? ¿Cuándo se
afirma que existe contrato?
Determinar el momento en que se forma el consentimiento es determinar el
momento en que nace el contrato, el que reviste de suma importancia para;
.- Los efectos de la capacidad de las partes. Ella debe existir al
momento de celebrarse el acto o contrato como al momento de su
cumplimiento.
.- Para los efectos de la licitud del objeto;
.- Para determinar las leyes que rigen en el contrato. De conformidad
con el artículo 22 de la ley de efecto retroactivo de las leyes, en todo
contrato se encuentran incorporadas las leyes vigentes al tiempo de su
celebración;
.- Para determinar dentro de la formación del consentimiento, cuando
el oferente puede retractarse válidamente, como asimismo, para saber si
opera o no la caducidad de la oferta.
.- Para los efectos del contrato (que son los derechos y obligaciones
que nacen del contrato) que comienzan en el instante mismo en que el
contrato se perfecciona y uno de sus efectos es la cuestión de los riesgos.
.- Precisado el momento en que nace el acto jurídico comienzan a
correr los plazos de prescripción.
.- Para la validez del contrato mismo. Por ejemplo, si una de las partes
está en quiebra habrá que determinar si procede o no la acción pauliana, la
que prosperará desde el momento que se conozca el mal estado de los
negocios del deudor y el momento que sufra el perjuicio el acreedor.
.- Para determinar la preferencia a favor del comprador cuando la
misma cosa se ha vendido a dos personas y no se ha entregado a ninguna de
ellas (artículo 1817 CC).
1.- LA OFERTA.-
“Es un acto jurídico unilateral por el cual una persona propone a la
otra la celebración de un contrato en términos tales, que para que
este quede perfecto, basta con que el destinatario de la oferta
simplemente la acepte”.
La persona que realiza la oferta, propuesta o policitación se denomina
oferente, proponente o policitante.
Como la oferta es un acto jurídico unilateral debe cumplir con los requisitos
de existencia y validez que señala la ley para que esta sea jurídicamente
eficaz. En este sentido, debe ser;
1.- Manifestada; Es menester que la oferta se manifieste, expresa o
tácitamente, y puede emanar de cualquiera de las partes de un contrato.
2.- Es necesario que la oferta sea seria.
3.- Es menester que la oferta sea hecha con el interés de crear un
vínculo jurídico.
4.- Se requiere que la oferta sea completa, es decir, que debe contener
todos los elementos necesarios para que si se produce la aceptación el
contrato quede de inmediato configurado. Será incompleta cuando no se
señalan todos o algunos de los elementos del acto que se proponen celebrar,
de modo que la aceptación no es suficiente para perfeccionar el acto que se
propone. Por ejemplo, te vendo el auto, pero no señalo precio.
Clasificación de la Oferta.-
A.- En Cuanto a su Manifestación.-
i.- Oferta Expresa; aquella que se realiza en términos formales y
explícitos y revela directamente el deseo de contratar.
ii.- Oferta Tácita; aquella que revela el deseo de contratar en
forma indirecta pero inequívocamente por la concurrencia de ciertas
circunstancias. Por ejemplo, el contrato de transporte que ofrecen
diariamente los transportistas de pasajeros, la exhibición de mercaderías en
las vitrinas con el precio señalado.