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Hablar de la masacre en las bananeras es recordar a Jorge Eliécer Gaitán Ayala, uno de
los políticos del siglo pasado, cuya vida y existencia marcó un hito imborrable en la
historia de Colombia.
La United Fruit Company, era una empresa Norteamérica que había venido al país para
establecerse en el Departamento del Magdalena, obviamente con el permiso y
acatando la legislación colombiana en materia de comercio. Era una empresa próspera
y aparentemente cumplía las leyes colombianas.
A través del debate lo que hizo Gaitán fue correr el telón para que se vieran los hechos
tal como ocurrieron y no como los pintaba el Gobierno del presidente de la República
Miguel Abadía Méndez, donde presentaba a los trabajadores huelguistas como
alteradores del orden público y delincuentes peligrosos a los cuales había que eliminar,
y a los militares como cumplidores de su deber dentro de La ley y la constitución
nacional.
El debate de Gaitán en la Cámara demostró que los trabajadores por estar reclamando
sus derechos y mejoras salariales y de seguridad social ante la United Fruit Company,
fueron encarcelados y posteriormente fusilados por orden del desalmado general
cortés Vargas y los oficiales y soldados que ciegamente cumplieron sus órdenes.
Hoja 2
Los hombres, como lo prueba Gaitán en su debate, fueron encarcelados y los que
pudieron huir tuvieron que hacerlo al monte para salvar sus vidas, dejando a sus
esposas e hijos desamparados, con el agravante que las mujeres para sostener los hijos
tuvieron que trabajar de una manera muy precaria por cuanto no existían fuentes de
empleo.
En la medida que creció la represión a la huelga de los trabajadores y sus familias, los
militares apoyados económicamente por la compañía norteamericana, empezaron a
profundizar en los desafueros, incendiando las casas de los trabajadores y de paso
robando sus bienes y dinero hallado en sus habitaciones. Algunas damas fueron
irrespetadas por estos militares borrachos que habían perdido la noción del respecto y
la dignidad humana.
El jefe civil y militar general Cortés Vargas, desconoció las leyes y normas establecidas
para esa sección del país y procedió a destituir a autoridades civiles y militares que no
cumplieron sus órdenes arbitrarias y abusivas y muy lesivas de los derechos humanos
de las víctimas. Algunas personas que ocupaban cargos públicos de importancia se
vieron en la necesidad de huir ya que corrían el peligro de ir a la cárcel o caer
asesinados por estos militares desalmados.
Hoja 3
Ciudad de Santa Marta y sus municipios, sino que iban a parar a los bolsillos del Jefe
Civil y militar General Cortés Vargas, oficiales y soldados y algunos funcionarios
corruptos, tanto conservadores como liberales que acataban y consentían los
desafueros de estos militares que estaban deshonrando el uniforme y en cierta
manera traicionado a su patria, puesto que se habían puesto al servicio de una
multinacional extranjera que explotaba inmisericordemente a los trabajadores
colombianos. Y tenía como consigna siniestra que si persistían en la huelga, fueran
asesinados, porque lo que importaba no eran los intereses de los nacionales sino los
cuantiosos intereses de la compañía norteamericana;