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Actúe Concientemente

Desde tiempo inmemorial existe el dolor, la agonía, la crueldad, etcétera. Son


aspectos de la vida que se quisieran evitar, pero que no es posible hacerlo.
En el mundo ocurren accidentes que nos parecen inexplicables, y sin
sentido, aparentemente. Pero también están los casos en que unos seres
humanos ocasionan las penurias de otros, consciente o inconscientemente,
directa o indirectamente. ¿Cuál es la causa de la desgracia? La respuesta es:
nuestro karma. El karma lo constituyen las reacciones buenas y malas que
debemos recibir por las actividades que realizamos en el pasado. Es algo
que se sabe nos acompaña incluso desde el mismo nacimiento, pues, según
las Escrituras Védicas, venimos de una vida previa. Entender cómo actúa la
ley del karma, y por qué, es muy importante, pues así sabremos la
responsabilidad que exige cada uno de nuestros actos.

Toda acción acarrea una reacción. Existe un vínculo entre las cosas buenas
y malas que nos ocurren, y las actividades del pasado. Podríamos preguntar:
¿quiénes fueron los que ahora tuvieron que nacer como terneritos, para ser
sacrificados, luego de una infancia tortuosa y haber vivido encerrados en
una caja sin poder moverse? ¿Qué clase de almas tienen que pasar por
semejante agonía y tormento? ¿Será que su sufrimiento se debe a que en
otras vidas hicieron lo mismo en cuerpos de humanos? ¿Será que detrás de
la carita de este ternerito hay un ser que en la vida pasada fue un hombre
insensible ante el dolor que causó a otros, y ahora le toca sufrirlo en carne
propia? Resulta duro responder abiertamente que sí a este último
interrogante. Pero así opera la ley del karma. Sin embargo, para las personas
ignorantes este asunto no reviste mayor relevancia, no es real y tampoco es
digno de atención.

El ser humano debería prestar más atención a las leyes de la madre


Naturaleza y a las leyes de Dios, y obedecerlas. Srila Prabhupâda, un gran
maestro espiritual vaishnava, enfatizó mucho que las leyes rigen a todos los
individuos a la vez, incluyendo a los que las desconocen esas leyes. Por
ejemplo, las leyes de tránsito. Si un colombiano viaja a Inglaterra y alquila un
auto, desconociendo que en una vía de doble sentido los carros transitan
por el carril izquierdo, y no por el derecho como en su país, lo más seguro es
que provocará una colisión. Al individuo de Colombia no lo quedará otra
cosa que reconocer su responsabilidad en el incidente, y someterse a la
justicia que impera en Inglaterra. Pero si se mostrara renuente a acatar estas
leyes, lo declararían un delincuente. Asimismo, negar las leyes del universo
nos convierte en descreídos y en ateos. Definitivamente no nos conviene ver
la vida así.

Si bien es cierto que debemos conocer la existencia del karma y ver que el
sufrimiento de otros y el propio se debe a nuestros actos y al
desconocimiento de dicha ley, no somos jueces del karma ni estamos
autorizados por Dios para gratificarnos con el sufrimiento de nadie. Si en el
mundo todos somos hermanos y hermanas, lo primero que hay que
aprender es que debemos amarnos. Así, seguramente no haremos nada que
pudiera afligir a otros. Las circunstancias desafortunadas o desfavorables
que nos salgan al paso vienen sólo para recordarnos lo peligroso que es
equivocarse.

Entonces se vuelve meritorio asistir al necesitado y convertirse en un apoyo


amoroso especial para él. Esto nos dará la ocasión para purificarnos y
exponer la verdad. La estadía en el mundo es una corta pero substancial
oportunidad para corregir nuestra actitud y mentalidad. Hay tres planos
básicos en los que nos podemos ubicar como individuos: (i) el plano de la
explotación, (ii) el plano de la indiferencia y (iii) el plano de la dedicación. La
dedicación es la conducta correcta, pues la explotación tarde que temprano
estallará en nuestro rostro, y la indiferencia no soluciona nada.

En conclusión, no prestar atención a la ley del karma, es negar la


responsabilidad de nuestras actuaciones. Todo lo que nos invité a ser
irresponsables en el trato a los demás, no conviene. Se debe reconocer
humildemente: “Yo no sé casi nada, pero he cometido muchos errores, y
ahora llegó la hora de cambiar. Para empezar, me volveré vegetariano, y así
no seré más el causante del dolor de mis hermanos los animales; también, si
traigo un hijo al mundo, lo cuidaré como un padre o una madre ejemplar; le
daré amor y lo haré consciente de que la vida humana es una bendición, es
un regalo de Dios para poder servirlo”.

Con la fe puesta en Dios podremos enfrentar con más valor las dificultades
de la vida. En esta medida hay que esforzarse para comprender los secretos
de su Creación; también, por ser muy auspicioso, cantar sus Santos
Nombres y escuchar a quienes se han dedicado a Él de todo Corazón.

 La causa de nuestras desgracias es nuestro karma


 Entender cómo actúa la ley del karma es muy importante, pues así
sabremos la responsabilidad que exige cada uno de nuestros actos.
 Hay personas que ignorantes este asunto y no reviste mayor
relevancia, para ellos no es real y tampoco es digno de atención.
 El ser humano debería prestar más atención a las leyes de la madre
Naturaleza y a las leyes de Dios, y obedecerlas.
 Las leyes rigen todos los individuos a la vez, incluyendo a los que las
desconocen esas leyes.
 Si en el mundo todos somos hermanos y hermanas, lo primero que
hay que aprender es que debemos amarnos. Así, seguramente no
haremos nada que pudiera afligir a otros.
 Las circunstancias desafortunadas o desfavorables que nos salgan al
paso vienen sólo para recordarnos lo peligroso que es equivocarse.
 No prestar atención a la ley del karma, es negar la responsabilidad de
nuestras actuaciones.

Swami B.A. Paramadvaiti


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