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“Desde el principio de los tiempos, los ríos han sido las arterias que transportaban
vida. Las montañas y la tierra fueron mi piel. Los bosques y la tierra mi pelaje.
Todo estaba en permanente armonía, hasta que apareció el ser más cruel y caprichoso
que jamás conoció este planeta: el hombre. Una forma de vida supuestamente
inteligente, pero desperdiciada por la codicia, la violencia y la incultura.
Yo soy GAIA, la madre naturaleza, y todo el mal que me hagas te lo devolveré.”
Gaia
La Conquista
Alma
Azaak, a sus 19 años, no alcanzaba a comprender que, más allá de donde nace y
muere el sol, existiera una raza tan poderosa como misteriosa. En la aldea corría el
rumor de que hombres con la tez blanca como la harina y con vello por toda la cara,
habían venido flotando en montañas y estaban cerca de su poblado, mostrando
ropajes imposibles y blandiendo cuchillos que escupían fuego y muerte.
Para ser la menor de cinco hermanos, Azaak ya poseía una inmensa sabiduría y una
gran responsabilidad. Desde pequeñita había desarrollado la capacidad de hablar con
los árboles y de leer los mensajes que las nubes le mandaban. Se sentía en perfecta
comunión con la naturaleza, a la que llamaba hermana.
Aquella mañana, su corazón le había avisado que un peligro desconocido moraba entre
los suyos. Más tarde, tuvo noticias de que aquellos seres de dos cabezas y con patas
de bestia, y de la intención de estos de hacer prisioneros a toda hembra sana que
estuviera en edad de procrear.
Y fue en ese instante, cuando la vi, en el que supe que no había conocido la belleza en
su totalidad, hasta que sus ojos me taladraran con una dulce e inquisitiva mirada. Me
encontraba frente a ella y, a mi lado, Jerónimo de Aguilar, naufrago español que arribó
a la Costa Maya ocho años antes de la llegada de Cortés y que, además, hablaba la
lengua de los nativos con cierta soltura y solvencia..
Junto a Aguilar y a mí, arremolinadas en torno a esa bella indígena, se encontraban las
ancianas emitiendo chillidos desgarradores y sollozando desconsoladamente. Poco a
poco, me fui abriendo paso ante aquella multitud y pude ver cual era el motivo de
tanto dolor y desconsuelo. Tumbada en un pequeño lecho de hojas verdes, yacía una
criatura de no más de cuatro años. Sus pequeños ojos me miraron como intentando
hablar, su tez morena y su largo cabello estaban empapados de sudor y su respiración
había perdido toda cadencia natural. Con un movimiento rápido, pero delicado, Azaak
levantó su cabeza y apaciguó un tanto su agonía, dándole a beber agua de su propia
mano.
- Diles mi nombre, y que si en algo puedo servir, muy gustoso habré de hacerlo. Y
diles también, Aguilar, que no teman, que nada malo esperen de mí. –comenté con
humildad.
Jerónimo de Aguilar intercambió unas palabras con Azaak. Tras una breve pausa, que
a mí me pareció una eternidad. Aguilar se incorporó y me dijo: “Se está muriendo,
Pedro, tiene una grave dolencia, pero sus corazones no lloran por su marcha, sino
porque nos han ordenado detenerles y la niña se quedará sin su canción del Alma”.
Pasaron muchas lunas, y yo cada vez estaba más impregnado del magnetismo de
aquella singular mujer. Aún siendo cautiva de los españoles, no albergó nunca odio o
rencor hacia nosotros, pero tampoco abrazó el cristianismo como hicieron otras. Ella no
entendía el afán de Hernán Cortés por invadir y dominar a Tenochtitlan, capital del
imperio Azteca. Azaak aseguraba que la tierra, las nubes y las montañas pertenecían a
quien supiera vivir en comunión con ellas, no utilizarlas como plataforma de
crecimiento personal., venganza o abuso. En las muchas noches que pasé, hechizado,
escuchando preciosas historias que me contaba, empecé a comprender lo que me
quería enseñar.
- Vosotros –me dijo- utilizáis el mar para alimentaros y para viajar por él, pero jamás lo
cuidáis. Y el mar como ser vivo que es, necesita amor y atenciones, al igual que el río
o el árbol. Ayer escuché al viento y me advirtió que dentro de muchas lunas, cuando
tengáis barcos que no necesiten al hermano viento para desplazarse, el mar sufrirá
una enfermedad de tal gravedad que si no lo remedia el hombre blanco, morirá de
pena y de suciedad. Y la madre naturaleza os castigará por ello.
A las puertas de Tenochtitlan, mientras la luna iluminaba nuestras caras, Azaak
alumbró mi alma contándome la profecía que según ella ocurrirá en nuestra Gaia
dentro de muchos, muchos años.
En la noche del 30 de junio de 1520, y tras haber cohabitado con los aztecas en
Tenochtitlan, aprovechando la creencia de estos de nuestra procedencia divina, Hern
án Cortés ordenó que abandonáramos la capital, ya que la paciencia de los aztecas y el
apoyo del pueblo a Monctezuma, había llegado a su fin. Las órdenes eran claras,
debíamos transportar todo el oro y los tesoros que pudiéramos y en alianza con la
oscuridad que nos proporcionaría la noche, huiríamos con la misma clandestinidad que
un ladrón tiene al abandonar la escena del crimen. Yo mismo me vi empujado a la
rapiña y la ambición. Todos éramos presa de una mezcla de miedo y extraña
borrachera de poder. Había quienes, incluso, dejaban sus armas y cascos, para así
poder trasladar más botín.
Y como las patas del mentiroso y del ladrón son muy cortas, no pudimos ir muy lejos.
Debido al poco sigilo que mantuvimos, los aztecas dieron la voz de alarma y al ver que
cobardemente huíamos con su riquezas, nos atacaron con la fuerza que da el defender
tu raza y tu tierra. Los caballos se hundían en el agua, fruto de tanto sobrepeso y
muchos de mis compañeros perecerían ahogados por el mismo motivo. Fue una
matanza. Cortés resultó herido, y las bajas fueron cuantiosas. Yo sufrí una herida de la
cual nunca podré curarme, y fue la herida que recibió mi alma al ver en que me había
convertido: ladrón y asesino cobarde. Azaak, también, había conseguido escapar con
vida, pero muy a su pesar, pues seguía esclava de nosotros y creo que también de mi
corazón... entre ella y yo había surgido algo más fuerte que el odio o la ambición, ¡el
amor!
Me armé de valor y aprovechamiento que Cortés tomaba aliento al pie de un árbol, me
decidía a hacerle saber mi punto de vista sobre aquella, tan poco honrosa, forma de
proceder. Mi sorpresa fue descubrir a Hernán Cortés llorando ante ese árbol, fue una
noche de tristeza, fue la noche triste...
Hoy tengo el convencimiento de que hablé que el corazón, que todo cuanto dije a
Cortés fue lo correcto y lo que tenía que hacer, pero en ese momento, una vez que mi
boca dejó de soltar toda esa verborrea, y después de acusar a Cortés, el miedo me
abrazó tan fuerte que incluso él decidió apiadarse de mi y no ahorcarme por traición.
Evidentemente, fui arrestado y el juicio postergado hasta mi regreso a Cuba, donde se
me trataría con deshonor y se me encarcelaría.
Pero Cortés, a la vez, necesitaba hombres y yo, aunque contestón y, según él,
cobarde, era útil para sus propósitos. Se había propuesto volver a Tenochtitlan y
conquistar el imperio Azteca de una santa vez.
Como siempre mi bella Azaak me dio consuelo y aseguró que en la vida hay que
regirse por principios tan simples como estos...
La Leyenda De La Llorona
Entre las muchas mujeres que abrazaron el cristianismo, hubo una la cual era el blanco
de las iras de Azaak. Su nombre, Malinche y su condición, amante de Cortés y traidora
de su pueblo y de la naturaleza.
Aquella misma noche vi a Azaak discutir con ella acaloradamente y entre otras
amenazas, Azaak le contó una leyenda que sobrevivía en el tiempo. Es según dijo
Azaak, una historia que se cuenta en el México del futuro y habla de La Llorona...
Con 400 españoles y apoyados por los tlaxcaltecas, Cortés decidió el asedio a
Tenochtitlan y así, durante 80 días y 80 noches, los aztecas vieron como su resistencia
disminuía a causa del hambre y de un arma con la que ningún bando contaba: los
virus. En efecto, sin proponérselo, Cortés había traído enfermedades comunes en
Europa que sin embargo resultaron mortales para los aztecas; una simple gripe
diezmaba las fuerzas e incluso mataba a cientos de aztecas.
Miles de ellos perecieron, pero antes de que Tenochtitlan fuera finalmente
conquistada, Azaak lanzó este grito de rabia e impotencia al ver destruida tanta
belleza...
El Atrapasueños
- Debemos dirigirnos al sur -dijo Azaak-. Allí hay más nativos como yo, que necesitan
de mi ayuda y yo preciso que seas testigo de toda injusticia que allí el hombre blanco
está haciendo. Existe un imperio, el Inca, que pronto caerá en manos de compatriotas
tuyos y debes verlo, y luego regresar a tu mundo para contarlo.
¡Cuánta razón tenía Azaak! El éxito de Cortés no hizo sino animar a más europeos, que
veían en el continente americano una salida a su pobreza y una posibilidad de ir
amasando territorios y fortuna.
- Ahora duerme y pon esto en tu lecho. Azaak me entregó un extraño amuleto, que
según ella venía de un pueblo al norte, muy al norte. Entre otras propiedades tenía la
de capturar todos tus malos sueños y que jamás te hirieran.
- Su auténtico poder reside -me dijo- en que captura todos tus anhelos y si deseas algo
en tu vida y sueñas cada día con ello, se cumple. Y ahora duerme, duerme y sueña con
ser...
Si Te Vas
Cuando el alma queda herida de soledad, es cuando aprendes que tener a alguien a
quien amas, es un regalo que debes cuidar y mimar. Azaak nunca se recuperó de
aquella matanza, los españoles le habíamos quitado su identidad, sus costumbres y, a
cambio, ella sólo tenía mi amor.
Cuando aquella noche me dijo que la ayudara a huir, todos mis miedos y mis dudas
desaparecieron. Amar a alguien es comprometerse, es pensar en tres: tú, yo y
nosotros.
Había encontrado el amor y no lo quería dejar escapar: ¡Claro que la ayudaría!, incluso
me iría con ella, pues si ella se va, yo volvería a encerrarme en vida.
La Venganza De Gaia
Aparecieron en su mansión
Un ciervo anciano y un halcón,
Un bosque quemado y un sauce llorón
A menudo el éxito y el fracaso -esos dos malditos impostores- asoman la cabeza por la
rendija de la inspiración, y te susurran al oído qué debes y qué no debes hacer...
Ahí comienza la batalla de un compositor y escritor! Apaciguando la angustia que le
llena ante un folio en blanco, acallando esas interesadas voces del éxito y el fracaso,
escuchando sólo, y de forma pausada y honesta, a tu corazón...
En este nuevo trabajo -La Voz Dormida- es lo que yo, con la inestimable ayuda de mis
compañeros de viaje -a los que tanto debo y tan poca cosa reciben de mí- hemos
intentado que cantara el corazón, que tocaran las guitarras nuestra ilusión y que
escribiera la letra la pluma más pura que conozco: nuestra Alma.
Yo sólo soy un ladrón de palabras, un secuestrador de ideas y melodías, y unicamente
pido como rescate: tu sonrisa. La Música es el idioma del Alma y las novelas son los
besos que la imaginación da a nuestra vida. El autor sólo escribe la mitad de una obra,
de la otra mitad debe ocuparse quien la recibe. Ahora te toca a ti, no nos juzgues con
ligereza, este trabajo está impregnado de duro esfuerzo y renovada ilusión. Esperamos
no defraudarte y que te sientas orgulloso de nosotros. ¡¡El viejo Mägo ha vuelto!!
Damos las gracias a la Música por amarnos y por supuesto a ti, pues sin ti, seríamos
silencio...
CAPÍTULO I
“Querido Francisco, el tiempo se nos agota, tanto tú como todos nosotros estamos
más cerca de la muerte que de la vida, nuestra creciente ancianidad nos apremia en
concluir nuestra obra. La Voz Dormida debe despertar, y para ello hoy te voy a
presentar a alguien que vive iluminado porla luz del arte, a un ser que vive en las
tinieblas del silencio, un ser que como tú, mi viejo amigo, es sordo...”
Resultó que aquel robusto hombre no era otro que aquel del que tanto se hablaba en
la Corte de España, un músico excepcional, un compositor que sin oír una sola nota,
las dotaba de magia, armonía, fuerza y elegancia. Él decía que cerraba los ojos y oía la
música con toda claridad dentro de su cabeza. Era un ser único, su nombre era Ludwig
Van Beethoven.
Convinieron, después de una larga noche de conversación -en los que los traductores
se afanaban en hacer llegar a los dos hombres sordos todo cuanto allí se habló-, que lo
mejor era encriptar el mensaje, a la espera de que un ser altamente sensible, una
pureza humana incorrupta, lo hiciera suyo.
Goya ocultó el símbolo de la Sociedad secreta en su capricho Volaverunt, y Beethoven
hizo lo mismo pero con la frase: "Missit me Dominus" (El Señor me ha enviado),
ocultándolo en uno de los fragmentos de su Sinfonía en Re Menor Nº 9.
La voz dormida no tardaría mucho tiempo en despertar...
La Voz Dormida
CAPÍTULO II
CAPÍTULO III
Habían pasado tres años desde los extraños sucesos ocurridos en Atlanta, donde un
senador ultraconservador había muerto en extrañas circunstancias. Durante estos tres
años el inspector Rafael Haro -de origen cubano- había sido el hombre elegido por el
Servicio de Inteligencia (CIA) para aclarar los sucesos que tuvieron lugar en Atlanta.
Sólo tenía una pista: España. Y una frase escrita en la mansión del senador Joe
Hamilton: "La Voz Dormida, el Señor me ha enviado".
Ya daba por perdida la búsqueda cuando recibió una llamada:
-Buenas tardes inspector!! Tenemos a un chaval con síndrome de Down en la planta
de psiquiatría del Hospital Ramón y Cajal de Madrid. Ha montado un follón enorme en
Toledo. Dice que es La Voz Dormida... y le contó con detalle lo sucedido...
-De acuerdo Miralles, en diez minutos nos vemos en el hospital. ¡No quiero prensa!
ocúpate.
La planta de psiquiatría del Hospital Ramón y Cajal era un lugar dantesco. Era como un
taller humano en el que los cuerpos eran aparcados mientras las mentes eran
medicadas y adormiladas. Rostros burlones, ojos sin vida, gritos y estremecedores
aullidos. El Doctor García Pedraza, jefe de psiquiatría, le puso al día del extraño caso
del paciente Nacho, un chaval con dieciséis años que sufría el síndrome de Down y
que, desde esa misma mañana entraba en trance, vaticinando la hora exacta de la
muerte del Papa...
- Y ¿qué tiene de extraño? -preguntó el inspector-. Todo el mundo sabe que el Papa
está a punto de morirse, de hecho la muerte está tirándole de la manga desde hace
tiempo.
- Señor inspector, lo inusual es que cada vez que entra en trance desaparecen todos
los rasgos de su enfermedad. Todos los típicos síntomas del síndrome de Down se
evaporan, y mantiene conversaciones coherentes!!
Cuando Rafael Haro entró en la habitación, lo que vio le produjo tal impacto que tuvo
que agarrarse al borde de una silla. Nacho yacía tumbado mirándole fijamente, estaba
atado por correas y conectado a multitud de máquinas. Su rostro empezó a estirarse y
poco a poco una brillante luz se apoderó de su cuerpo.
- Le esperaba señor Haro -dijo una voz aflautada y asexuada-. Tenemos mucho de qué
hablar, siéntese, no hay tiempo.
- ¿Quién o qué eres? -preguntó Rafael Haro mientras encendía su grabadora...-
Nacho cerró los ojos, suspiró, y empezó su relato...
- Y ahora que ya sabes quién soy, te contaré una historia que ocurrió hace más de
quinientos años...
CAPÍTULO IV
El interior de la celda era angosto y muy frío. Tan frío que la esperanza se helaba en el
Alma, haciéndola pedazos. ¿Dónde estaba el aire, el sol? ¿Por qué la habían encerrado
en esa prisión? Azaak no consiguió llegar al sur y fue interceptada y hecha prisionera
por los españoles. Dada su extraordinaria belleza y dominio de la lengua castellana,
fue llevada a España junto con un cargamento de oro proveniente del pueblo Inca. Era
la prueba que necesitaba un hombre, si cabe, más cruel y ambicioso que el propio
Cortés, de que el pueblo Inca era poseedor de innumerables tesoros. Su nombre era
Francisco Pizarro.
Junto a ella se encuentra Sara -una preciosa chica judía acusada de tratos con el
Diablo-. La Santa Inquisición no ve con buenos ojos que una indígena de Las Indias
sepa hablar castellano fluidamente. Además asegura que el verdadero Dios es la
Pachamama. Sara está asustada y Azaak le cuenta una bonita historia de su pueblo...
Azaak le cuenta a Sara su increíble historia con los españoles, y cómo devastaron a su
pueblo. Ya casi nada quedaba de la civilización Azteca.
- ¿Y tú, Sara? ¿Cual es tu historia? -preguntó Azaak mientras la miraba-. ¡Era preciosa!
Tenía los ojos del color de los prados y su piel era blanca, casi transparente...
- Como habrás podido observar Toledo es una ciudad insólita. Donde lo mágico, lo
oculto y lo misterioso se dan cita. Dicen que aquí conviven las tres culturas -Cristiana,
Judía y Musulmana- pero eso no es cierto, nada más lejos de la realidad. En todo caso
aquí esas culturas se soportan las unas a las otras, pero no se mezclan. Desde que se
instauró la Inquisición, sólo hay una religión: la Cristiana, y las demás han sido
barridas o simplemente ocultadas. Pero si algo sigue vivo y latente en Toledo son los
numerosos magos, astrólogos, nigromantes, estudiosos de la cábala y la alquimia, y
alguna que otra sociedad secreta. Pues bien, a mí siempre me interesaron estas artes.
Yo, al igual que tú, creo en las fuerzas de la Naturaleza, y un día fui al encuentro de
una hechicera llamada "La Diablesa", para que me diera un filtro de amor, pero un
pavoroso incendio quemó la casa de la hechicera con ella dentro. Varios vecinos me
vieron. Desde entonces esa travesía esta maldita, y se la conoce como "La Travesía del
Diablo" o "El Callejón del Infierno".
CAPÍTULO VI
Sara continuó contando su historia mientras Azaak asistía perpleja a las palabras de
aquella extraordinaria mujer.
- Desde que la Inquisición se instauró en España allá por el año 1478, la intolerancia,
el fanatismo y la superstición se adueñaron del corazón de esta bella tierra. Todos
éramos sospechosos; judíos, musulmanes y cualquier persona con alguna inquietud
intelectual. Incluso las vendettas personales solían acabar en acusaciones de brujería o
de malas artes. El Santo Oficio era como una especie de policía del Alma. Autos de fe
en los que se quemaban vivos a numerosos herejes, judaizantes y todo aquel
susceptible de ser “salvado”.
- ¡Es horrible! -exclamó Azaak- se supone que los españoles llegaron a la tierra de mis
antepasados para enseñarnos la religión del amor y el perdón, incluso se
escandalizaban de nuestros sacrificios. ¿Y esa religión permite el asesinato por ser
distinto? Los dioses nos dieron inteligencia para dudar de todo y para hacernos
preguntas -Azaak no entendía esa supuesta superioridad espiritual del hombre blanco-.
- En Europa las cosas son más lúgubres de lo que parecen. La cultura es la medicina
contra el fanatismo y el miedo. Mira, te voy a contar una historia del sitio donde nací,
Granada, la ciudad más hermosa jamás imaginada por ningún dios. Allí hay un paseo
que tiene una bella y triste leyenda.
La Posada de los Muertos
CAPÍTULO VII
Hacía frío, mucho frío. Azaak se había quedado dormida escuchando a Sara. Cuando
abrió los ojos buscó con la mirada a su nueva amiga. La encontró en un rincón
arrodillada tarareando una alegre y pegadiza melodía.
- ¿Qué cantas? -preguntó-. Es digno de admirar tu fuerza de voluntad, pareces
contenta.
- ¡Que va! -suspiró Sara-. Lo que pasa es que me ha venido a la memoria una historia
que me contó la hechicera de la que te hablé. Cuentan que en los extramuros de
Toledo existe una venta en la que a todo aquel que la visita con el ánimo decaído y
con ganas de acabar con esta vida de sufrimiento, se le aparecen los muertos y cantan
esta melodía:
Desde mi Cielo
CAPÍTULO VIII
Rara vez los prisioneros tenían visitas de sus familiares. Pero la excepción besó esa
mañana a Sara. Pero el beso era amargo, era un beso de despedida. Una prima suya
se presentó con una carta y la mirada huidiza. Era evidente que algo había pasado. No
hicieron falta palabras, hay veces que el Alma escucha las malas noticias antes que
nuestros oídos: ¡Su amor había muerto!
Sus ojos se llenaron de lágrimas mientras abrazaba contra su pecho aquella carta. Miró
el remite y vio que estaba firmada por él. Alargó la mano hacia Azaak y con un hilo de
voz le dijo:
- ¡Léemela! ¡Por favor, léemela!
Y Azaak tomando su mano, comenzó a leer….
En Nombre de Dios
CAPÍTULO IX
Al terminar la carta, Azaak se sumió en una profunda tristeza. Ella también tenía un
amor, Pedro de Alcázar, aquél intrépido cocinero que tanto le había enseñado. ¿Dónde
estaría? -pensó-. Los verdes ojos de Sara tenían un brillo especial, y un esbozo de
sonrisa asomó en aquel blanco rostro…
- ¿Para ti qué es el amor, Azaak? -preguntó la judía-.
- El amor no se puede definir, todo lo importante de esta vida, sí lo defines lo haces
pequeño; El amor al igual que la libertad hay que sentirlo. Es como el sexo, hablar de
el es estimulante, pero practicarlo es totalmente distinto.
- He notado que aquí, al sexo, la Iglesia lo ve como algo sucio.
- Sí Azaak, pero es algo que debo explicarte. De puertas para adentro todos los
miembros de la Iglesia, se entregan a sus fantasías carnales. Como ya le dije yo soy
bisexual Azaak, creo que mi sexualidad es libre y madura, pero eso aquí es algo así
como una monstruosidad. Una de mis amantes fue obligada a delatar nuestros
encuentros amorosos al Santo Oficio y por eso estoy aquí confinada…
- ¿Te interrogaron sobre ello? -preguntó interesada Azaak-.
- Con toda suerte de detalles. -Sara miraba fijamente al vacío, mientras recordaba los
gritos, insultos y torturas…-
Íncubos y Súcubos
CAPÍTULO X
Diabulus in Musica
CAPÍTULO XI
CAPÍTULO XII
CAPÍTULO XIII
Juanillo más animado bajo el tono de voz, prosiguió con el relato de la desdichada cría
que aseguraba haber tenido la visita nocturna del Diablo y de haberlo llamado ella
misma todas las noches utilizando esa oscura melodía.
- Ella lo amaba, según decía, lo amaba porque era humano, tenía todos los rasgos
espirituales carentes de hipocresía. Era egoísta, vengativo y no acataba las normas que
dictaba Dios. Por eso fue expulsado del paraíso. Durante toda la historia de la
humanidad ha estado presente. Se le han achacado innumerables nombres: Satanás,
Belial, Lucifer, Leviathan, Astaroth, El Ángel Caído, Luzbel, Mephistofeles, Belcebú…
Pero ella siempre lo llamaba su príncipe. El Príncipe de la Dulce Pena.
Aquelarre
CAPÍTULO XIV
Nadie sabe a ciencia cierta si todo lo que proclamaba esa desdichada en el potro de la
tortura era verdad, fruto de alguna enfermedad, o simplemente una invención lo
suficientemente poderosa y rotunda como para que dejaran de una vez de someterla a
tanto sufrimiento.
-Sentenció Juanillo- el caso es que lo que confesó a continuación entre alaridos de
dolor, hizo que todos los presentes enmudeciéramos de terror y por qué no, más de
uno fantaseó con haber podido verlo o incluso participar de ello, que de todo hay en la
viña del Señor. Rebeca, que así se llamaba la judía, contó con pelos y señales como su
demonio la guió entre sueños a un bosque a las afueras de Toledo. Era una noche de
luna llena y multitud de estrellas brillaban tanto que parecían querer asomarse desde
el cielo para no perderse detalle de tan oscuro espectáculo: una misa negra, una orgía
en la que los cuerpos se entrelazaban dándose placer. Un aquelarre en el que todo
valía… Y presidiéndolo: Él. El Príncipe de la Dulce Pena.
Hoy Toca Ser Felíz
CAPÍTULO XV
Inti Palla tenía la belleza de las princesas incas del Imperio de Cuzco. Era una de las
hijas del rey Huayna Capac, el único señor del Imperio de las Cuatro Direcciones, el
inca de todos los incas, el Hijo del Sol. Desde hacía varias lunas, el Único Señor, yacía
tumbado bajo las mantas de llama y vicuña. Se estaba muriendo. Ni todo el oro que
vestía a aquel rey y a las paredes de su estancia brillaba tanto como los pequeños ojos
de Inti Palla, lloraba.
- Padre -preguntó- ¿Qué pasará con nosotros? Se escuchan rumores de que a tu
muerte reinará el caos, y que vendrá un pueblo a arrebatarnos nuestro oro, nuestro
pueblo.
- Nada, mi preciosa princesa -dejó escapar el rey con un hilo de voz-. Después de mí,
vendrá otro y luego otro, y la Pachamama nos protegerá y nos acogerá en su manto.
Tú mientras tanto crece, vive y haz que tus sueños sean la guía de tu vida. La mañana,
la brisa y el día vendrán a buscarte. Hoy te toca ser feliz hija mía!!
Creo
(La Voz Dormida. Parte II )
CAPÍTULO XVI
Aquella noche Azaak no consiguió conciliar el sueño. Las imágenes de toda su vida se
agolpaban a codazos en su mente. Algo muy dentro de su ser le decía que había
llegado la hora.
El inquisidor Honorio, un dominico cobarde, mentiroso y acostumbrado a amontonar
riquezas a costa del trabajo de los demás, mesaba su perilla pelirroja. A su lado su
secretario José -o Pepe, como gustaba de llamarle su amo y superior- tomaba notas
mientras asistía al interrogatorio al que sometía a Azaak.
Azaak, mientras era torturada con uno de los instrumentos más crueles jamás ideados,
no dejó escapar ni grito alguno, ni súplica ninguna. Miraba fríamente al tribunal que la
acusaba de herejía y brujería. La pera vaginal -que así llamaban a ese cruel artefacto-
consistía en un instrumento metálico con forma de pera, que una vez introducido en la
vagina de la penitente se abría dentro del cuerpo de la misma produciéndola enormes
dolores. Al retirar dicho instrumento -todavía abierto- producía tales desgarros en la
vagina que muy pocas sobrevivían a aquel tormento. Tanto el padre Honorio como su
perro faldero Pepe disfrutaban de aquella escena. Juanillo lloraba, e intentaba
apaciguar tanto dolor acariciando sin ser visto el cuello de Azaak.
-Lo siento mucho- le susurró a Azaak en un momento en que las miradas de los
inquisidores se desviaron hacia un charco de sangre que se había formado a los pies
de Azaak.
- ¡¡Silencio verdugo!! -La mirada del inquisidor taladró a Juanillo- ¿Sigues afirmando
que el verdadero Dios es mujer, y se llama Gaia?
-preguntó- ¿Y todavía te atreves a mantener que tú eres su representación en la
Tierra?
Azaak hizo un esfuerzo sobrehumano por hablar...
- Vosotros sois los que tendréis el castigo más severo que jamás tuvo persona alguna -
dictó Azaak-. Vosotros creéis en un Dios malvado, justiciero, creéis que todas las
personas que no piensan como vosotros son dignos de ser asesinados. ¿Y vosotros os
llamáis civilizados? ¿Con qué derecho colonizáis pueblos que al menos respetan a su
madre, La Pachamama? Vosotros hacéis sacrificios humanos más crueles que aquellos
a los que llamáis salvajes. Lo hacéis por odio, por venganza, por incultura. Yo no creo
en un Dios así.
- ¿Y en qué crees tú? -inquirió el Padre Honorio acercando su boca a la de Azaak-.
CAPÍTULO XVII
El estruendo era ensordecedor.
Multitud de gente se apiñaba desde horas muy tempranas para elegir los lugares de
privilegio en el quemadero de Toledo. Éste se situaba fuera de las murallas, y era el
sitio destinado a los autos de fe. Azaak iba subida a una carreta en compañía de media
docena de asustadas personas que, al igual que ella, portaban el ridículo vestido
blanco con capucha llamado "El Sanbenito". Al fondo, esperando a sus futuros
inquilinos, seis postes se erigían como estatuas hechas de miedo y violencia. Como en
un sueño, Azaak fue bajada y atada al poste. Su compañero de hoguera no resistió
más y se le aflojaron los esfínteres, desmayándose...
El último pensamiento de Azaak fue para su amado Pedro de Alcázar. A Sara la habían
condenado a la expulsión de España y obligada a marchar como esclava a Las
Américas. Los "valientes" soldaditos españoles necesitaban enfermeras, criadas, y si se
cansaban de violar a las indígenas, alguna que otra esclava sexual.
Cuentan que cuando el fuego iba devorando el cuerpo de Azaak, todos y cada uno de
sus rasgos se fueron transformando hasta convertirse en las características de una
persona con síndrome de Down -cabeza redondeada, frente alta y aplanada, lengua y
labios secos y fisurados, y hasta la esquina interna de la piel de los ojos se fue
plegando. La gente, horrorizada, no daba crédito. Y antes de suspirar miró
directamente a los inquisidores y exclamó.
-Hoy a las 21:37 el Papa Juan Pablo II ha fallecido-. Miró incrédulo a Nacho y éste,
sonriendo, hizo un movimiento con la cabeza.
-Se lo dije inspector- De repente los rasgos de Nacho poco a poco volvieron a su ser.
Volvía a ser un chico con síndrome de Down.
INTRODUCCION
<<Se calcula que las hormigas del planeta pesan lo mismo que la humanidad. Si
desaparecieran se produciría un fenómeno ligado a la extinción mucho más dramático
que el meteorito que acabó con los dinosaurios. En cambio, si se extinguiera la especie
humana, en términoe ecológicos no pasaría absolutamente nada. Las personas no
aportamos ya nada a los ecosistemas. Sólo gastamos, somos los más grandes
consumidores, y, sin embargo, nadie nos consume. ¿o sí...?>>
Santa Cruz asustado salió a la mañana siguiente y comprobó, con sorpresa, que el
suelo estaba totalmente quemado, dibujando una enorme pirámide con un símbolo.
Rudyard Kipling