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Alejandro Hernández
La estética del cine, de cara al resultado final de un producto audiovisual, debe resolver el problema
sobre cómo expresar audiovisualmente un sentimiento, una atmósfera, un estado de ánimo y, en
algunos casos, una serie de conceptos, originalmente abstractos. Debe trasladar, al lenguaje
audiovisual, a signos, códigos y símbolos visuales y sonoros, aquellos rasgos singulares (signos de
identidad - códigos sociales) que identifiquen a un grupo social determinado, a un personaje en
especial, a una cultura específica, dotando a la producción audiovisual de un tratamiento estético y
de un sentido, los cuales deben estar en concordancia con las características culturales del grupo
seleccionado (audiencia), a la cual se desea llegar.
Esa forma específica de presentación audiovisual, tiene que ver con el tipo de encuadre escogido;
con una forma de composición especial (distribución de las figuras dentro del encuadre) mediante
la cual se destacan ciertas situaciones; con el tratamiento a nivel de planos mediante los cuales son
resaltados los individuos del grupo en cuestión, así como sus rasgos de identidad, bien sean estos
características físicas, formas de vestir, maneras de comportarse socialmente, formas de pensar
traducidas en acciones concretas o rituales tanto públicos como privados.
Es posible que para destacar estos rasgos de identidad escojamos una forma característica de
angular la cámara (picado, normal, contrapicado, cenital, azimut); que optemos por variar el color
(color, blanco y negro, sepia, etc.); por iluminar de una manera especial ciertas escenas o
secuencias; por escoger una serie infinita de efectos digitales (congelado, viñetas, solarización, etc.)
para resaltar determinados rasgos o por acompañarlos con ciertos efectos sonoros tales como
música, reverberación, ecualización, ausencia total de efectos, sonido directo, testimonios,
presentador en off,…
Algunos realizadores optan por un formato de película y pantalla especial o por la selección de
algunos lentes mediante los cuales se logran determinados efectos ópticos en momentos
específicos, al igual que una variada gama de posibilidades a nivel del montaje o la edición.
Tanto los elementos ópticos como los sonoros hacen parte del proceso de integral de significación -
simbolización (creación de sentido), que por medio de la utilización de signos y símbolos
(estrategias simbólicas), creamos ciertos productos audiovisuales y los comunicamos a nuestras
audiencias (público). En tal sentido, debemos observar que todos los elementos de la significación
que aparezcan allí, tengan un sentido y estén plenamente justificados. Todo elemento (personaje,
testimonio, decoración, utilería, encuadre, angulación, color, sonido, espacio, efecto, plano, etc.)
que no enriquezca la narración, la descripción, la exposición o la carga emocional del mensaje,
sobra.
Así pues, la intención significante, la razón de estar de todos y cada uno de los elementos presentes
en la producción, deben concurrir en la creación final en forma orgánica y coherente, y debe ser
susceptible de explicación, justificación e interpretación, tanto por parte del autor como de los
receptores o espectadores.
Teniendo en cuenta que no existe un “modelo” y que cada tratamiento estético genera sus propias
lógicas, sus propios discursos y sus propias justificaciones, tanto teóricas como estéticas, una de las
formas de generar una estructura simbólica o un tratamiento estético, pasa por responder las
siguientes preguntas:
2. ¿Cuales son los rasgos de identidad (bienes simbólicos) más representativos del grupo elegido?
De todos los rasgos de identidad propios de la tribu, grupo, parche o comunidad elegida, (gustos,
aficiones, formas de pensar y de ver el mundo, costumbres), ya sean evidentes a simple vista o no,
se deben escoger aquellos que sean mas representativos. De acuerdo con Pierre Bourdieu el bien
simbólico está compuesto u organizado por una serie de rasgos y características definitorias, en
términos de conceptos y estructuras materiales (significantes / significados), lo cual determina el
capital simbólico de una comunidad, de una cultura, de un pueblo.
Plano de la denotación: De acuerdo con los objetivos planteados, realizar un inventario de los
rasgos de identidad o elementos significantes a destacar en el producto audiovisual, y de esta forma
alcanzar los objetivos propuestos.
Plano de la connotación: Tener en cuenta los significados simbólicos que culturalmente le han
sido otorgados a un tratamiento particular, sin olvidar las competencias culturales de la audiencia.
6. Género y formato.
Igualmente el género y el formato deben guardar correspondencia estética y conceptual con las
intenciones del producto y con los objetivos propuestos. La opción que el realizador tome en este
sentido, debe estar justificada tanto por los objetivos generales del producto como en concordancia
con las características que asumen, para el trabajo audiovisual, tanto el género como el formato
propiamente dichos.