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Los orígenes de este entretenido juego son arcanos, al menos para gran parte
de sus acérrimos u ocasionales seguidores. Es popular en las cárceles, en los
billares y en los barrios bajos. Se trata de un tablero cuadrado con un boquete
en el centro, donde se tiran los dados. Se requiere de cuatro jugadores y
cuatro fichas por individuo.
De inicio ninguna ficha puede propiamente avanzar. Para que esto suceda se
requiere de ciertas combinaciones en los dados:
El par de dados con el que se juega posibilita variantes. Si uno tiene dos
fichas fuera, por ejemplo, avanzará según sus propios intereses: puede mover
todos los números con una sola ficha o repartirlas entre dos disponibles.
Cada lado del cuadrilátero está segmentado por una serie de números (de
izquierda a derecha): del 10 al 14, una casilla sin número –con el color
perteneciente al jugador - y del uno al nueve).
Existe una barrera natural para impedir que la pieza sea devuelta a su lugar
de partida. Justo después del número 14, arriba de las celdas de color,
empieza una nueva y reducida numeración. El interesado tiene la opción de
irse por abajo y arriesgar su ficha o asegurar, al menos momentáneamente, su
posición. El riesgo tiene un pago y este el tener que recorrer menos casillas
que la ruta segura. Sin embargo, la posesión de las casillas superiores tiene
una ventaja primordial y esta es la imposibilidad de ser rebasado una vez que
uno es el primero en llegar. Los que vienen atrás pueden subirse también,
pero nunca rebasar. Naturalmente, el jugador avezado mantendrá a raya al
resto esperando el momento para dejarlos pasar o, por otro lado, si se coloca
en el número uno de las celdas superiores, impedir que alguien más se suba.
Existe otra manera de impedir que la ficha sea devuelta y esta es empalmar
dos fichas propias en la misma casilla.
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Claudia Bolaños
Uno de los expertos en este tablero es Porfirio Ortiz Martínez, quien por el
delito de robo de vehículos ha permanecido a la sombra durante 14 años.
No sólo sabe mover bien las fichas sino que hace poleanas en madera, las
cuales van desde los 150 hasta mil 200 pesos, todo depende si es fino el
material, si va barnizado, si es para cuatro o seis jugadores y si es cuadrada o
redonda.
Su tablero asemeja una cárcel y son los dados los que indican el número de
casillas que avanza el jugador, quién debe de cuidarse para no caer en una de
ellas, que es donde se encuentra la policía, quien hace retroceder totalmente
al ladrón. Las autoridades penitenciarias también se han contagiado del gusto
por este pasatiempo, con el cual, miles de presos, literalmente, matan el
tiempo encerrados.
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id_nota=67174&tabla=ciudad