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El Proyecto Facebook y la

Posuniversidad
Sistemas operativos sociales
y entornos abiertos de aprendizaje

Participaron en él Alejandro Piscitelli, Iván Adaime, Inés Binder, Amaia Arribas Urrutia, Mara Balestrini, Clara Ciuffoli,
Cristóbal Cobo Romaní, Stephen Downes, Carolina Gruffat, Octavio Islas, Diego Ernesto Leal Fonseca, Guadalupe López,
Heloísa Primavera, Dolors Reig, Roberto Schimkus, Gabriela Sued, Ignacio Uman, María Carolina Venesio, y los más de
doscientos (no) alumnos del proyecto.
¿Qué tipo de dispositivo es el Proyecto Facebook?

Su inserción institucional

El Proyecto Facebook nació y se desarrolló en el


marco de la Cátedra de Introducción a la Informática, a
la Telemática y al Procesamiento de Datos, a cargo de
Alejandro Piscitelli, que forma parte del programa de la
carrera de Ciencias de la Comunicación de la Facultad
de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos
Aires (UBA), Argentina.
• El Proyecto Facebook tuvo dos ediciones
en 2009, cada una de ellas correspondiente
a un cuatrimestre, con una extensión de
unas quince semanas cada uno.
• El promedio de alumnos inscriptos fue de
alrededor de 100 en cada una de las
ediciones/cuatrimestres.

• El 94% de los alumnos de la primera


edición del Proyecto Facebook disponía de
una cuenta con anterioridad a su
participación en la experiencia.
Estudiar Facebook, usando Facebook

“La premisa de Lash (1998) según la cual no


podemos hacer una crítica reflexiva sobre el mundo
en que vivimos por fuera del orden tecnológico y de
la información sobrevoló el diseño y la
construcción del Proyecto Facebook. Se trata de
conocer haciendo, meter las manos en la masa.
Sumergirnos en espacios virtuales que son objeto
de estudio y a la vez lugares de entretenimiento y
trabajo; y, en definitiva, de aprendizaje,
experimentación y construcción colectiva del
conocimiento”.
La propuesta apuntó a utilizar esta red
como entorno conversacional e interactivo
para el aprendizaje.

“Durante el proceso intentamos estresar la


estructura de la red, forzar sus posibilidades
y conocer las restricciones propias de su
arquitectura para generar un ambiente
propicio para la participación y
comunicación entre el equipo docente y los
alumnos”.
Diseñando entornos participativos en educación.
El arduo camino hacia la emancipación intelectual.

Esto no es una cuestión de método, en el sentido de formas particulares de


aprendizaje, es precisamente un asunto filosófico: se trata de saber si el
mismo acto de recibir la palabra del maestro —la palabra del otro— es un
testimonio de igualdad o desigualdad. Es una cuestión política: se trata de
saber si un sistema de enseñanza tiene por presupuesto una desigualdad que
«reducir» o una igualdad que verificar (Rancière, 2003).

La creación de entornos educativos participativos es algo que trasciende a la


pedagogía. No hay nada inocente en la manera en que enseñamos y ningún
experimento es meramente un experimento. Más allá de la convicción en la
necesidad de realizar un cambio en la arquitectura de enseñanza, no solo en
los contenidos que pretendemos transmitir, están las experiencias concretas y
sus resultados. La construcción del dispositivo Proyecto Facebook representó
un intento de cambio, con corolarios todavía frescos e inmaduros.
¿Cómo evaluar cuando
no sabemos qué esperar?
A poco de empezar a delinear lo que iba a ser el Proyecto Facebook, quedó claro que no íbamos a
poder seguir evaluando de la manera que veníamos haciéndolo. En términos formales, las
instancias de evaluación de la carrera son individuales y tienen como finalidad poner una
calificación para definir la aprobación/promoción o no del estudiante. Las instancias de
evaluación, por lo general, son dos parciales y una final.

Lo más habitual son los parciales escritos, en los cuales los alumnos responden una serie de
preguntas sobre o a partir de los textos que forman parte de la bibliografía. En ocasiones, esta
instancia suele estar suplantada por parciales domiciliarios o por la entrega de una monografía.

Los finales tradicionalmente han sido orales frente a una mesa de examen, pero con la misma
orientación que las evaluaciones parciales escritas: una constatación de contenidos.

La evaluación parcial escrita no era una elección, porque no esperábamos una devolución de los
textos, autores y teorías que les habíamos transmitido previamente. Ya no teníamos el paraguas
tranquilizador de los textos (si bien los utilizamos) para usar como excusa de evaluación. Lo que
esperábamos eran resultados (en múltiples formatos: ideas, hipótesis, videos,
presentaciones…) de una investigación que no habían llevado a cabo otros sino los mismos (no)
alumnos.
Los resultados han sido, sin embargo, promisorios,
mucho más de lo esperado, sobre todo porque no
sabíamos qué esperar. Y ello por diferentes razones.

Por el nivel de compromiso y participación que


demostraron los (no) alumnos. Por sus producciones e
ideas, que nos sorprendieron y que fueron el incentivo
y la guía para realizar otros cambios. Por el intercambio
par a par. Por el uso de recursos audiovisuales en un
entorno caracterizado por la producción meramente
textual. Pero, por sobre todo, lo más gratificante fue
sentir el empoderamiento de los que descubrieron que
podían estar del otro lado, que no solo podían aprender
sino también enseñar.
Entendemos que la descripción de este recorrido, de
este intento, puede ser útil para otros que estén o
busquen estar en la misma senda. Pero las
precauciones siempre deben estar presentes; no hay
fórmulas, no hay recetas que se puedan aplicar
independientemente de los contextos, siempre
específicos y en cambio perpetuo.
Y aunque esto lo hemos dicho muchas veces, ahora sí,
tras un año de experiencia, podemos no solo
enunciarlo, sino sentirlo como una convicción
fundante: no se pueden obtener resultados distintos si
siempre hacemos lo mismo. El orden explicador sigue
presente. El camino a la emancipación intelectual, a la
igualdad, en definitiva, es arduo. Sin embargo, está ahí,
a la espera de ser recorrido.

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