Académique Documents
Professionnel Documents
Culture Documents
¡Sangre!
La anciana del cuarto de al lado los toma por fantasmas, sobre todo
desde aquella vez que a César, una tarde en las afueras de la
Legación peruana en París, le vio un aura azulina y generosa.
Mira el agua, la echa por el lavabo. La cambia. Ahora está limpia, fría
y transparente. Se ha revisado los pies hasta los tobillos, incluso las
pantorrillas, y no ha encontrado nada, ninguna herida viva. Debe ser
a causa de la sal y de los aceites. O quizá de esos sueños palúdicos,
estremecedores, cree. De esos sueños que regresan como agendas, la
visión febril de un hombre que busca la cara de Dios, y que en su
lugar encuentra el rostro barbado de Marx. O que se sueña en medio
de la multitud, siendo conducido enmarrocado, humillado e
insultado por una calle trujillana, descubriéndose al final crucificado
en una cárcel peruana.
Esos sueños, la fe del agnóstico. ¡Qué cosa! Nadie más atea que su
compañera Georgette, nadie más convencido que él, nadie más
celestial que el pueblo. ¡Caramba!