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Puede extrañar a primera vista recurrir a una antigua palabra griega, “praxis”, cuando
existen buenos vocablos en español que parecen equivalentes: la práctica, la aplicación,
la acción. Pero el término “praxis”, popularizado por los escritos de Karl Marx,
significa mucho más que ellos. Significa una manera distinta de pensar, en la que desde
un principio la acción (la práctica) es parte integral y esencial del pensamiento (la
theôria), y el pensamiento es parte esencial de la acción. En la larga tradición de
idealismo racionalista, el pensamiento puro debía separarse de la acción, para que fuera
objetivo; pensamiento y práctica estaban divorciados. En la epistemología
praxeológica, son más bien gemelos siameses. Separarlos es matar a ambos.
En este aspecto, Marx mismo, y también los teólogos de la liberación, nos llaman a
volver a la comprensión bíblica de la verdad, de la fe y del conocimiento. En el hebreo,
el sustantivo AMeT va mucho más allá del raciocinio lógico, para significar fidelidad,
integridad, lealtad. El componente ético figura mucho más prominentemente en el
concepto hebreo del “sabio” y del “necio”. El necio no lo es por ignorante sino por
rebelde contra Dios y su voluntad (Sal 14:1). El sabio ama y teme a Dios y busca
cumplir su voluntad. No es sabio por saber más, sino por amar más y obedecer más.
La consigna para ser buen teólogo nos la da Marx en su undécima tesis contra
Feuerbach, que podemos parafrasear con "hasta ahora los teólogos han contemplado el
evangelio sólo para explicarlo y formar un sistema; de lo que se trata es de llevar las
buenas nuevas a todas las personas, a las naciones y a la historia, en servicio al reino de
Dios". La teología que no es praxeológica tampoco puede ser bíblica; nace con un virus
desde sus mismos inicios.
Aquí de nuevo Pablo insiste en la obediencia de la fe, pero ahora la describe como
obediencia a "aquella forma de doctrina" (RVR; tupos didajês; la enseñanza
evangélica), quizás algo así como el conjunto de los contenidos de la fe. Eso no es
idéntico con la Teología Sistemática que evolucionó después, ya que de hecho aquella
no se presenta en el Nuevo Testamente ni corresponde al sentido de tupos ("modelo" es
la mejor traducción), pero podría considerarse como aproximado a lo que se ha
entendido por "teología". Pero hay dos diferencias muy importantes. Primero, Pablo no
da gracias a Dios porque lo habían entendido o lo habían creído, sino porque lo habían
obedecido. Segundo, Pablo no dice que esa teología les fue entregada a ellos (sentido
común de paradidômi en otros contextos), sino que ellos, al conocer la verdad, fueron
entregados a ella (paradothête, aoristo pasivo, segunda persona plural). Del contexto
queda claro el sentido del verbo "ser entregado": fue el término para la entrega de un
esclavo a su nuevo dueño. O sea: la única respuesta válida a la teología es la obediencia
de siervos de la justicia. La prueba definitiva no se da en un examen, ni escrito ni oral,
sino en la praxis diaria de las demandas del evangelio.