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I- INTRODUCCION
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eventualmente y para el caso que concurra la conformidad de todos los
herederos- la necesidad de emprender un reclamo contencioso, para así
percibir el importe de un crédito sucesorio. Es que el procedimiento que nos
ocupa apunta, principalmente, a que su promotor reciba la calificación de
acreedor reconocido; y si con ello se consigue una economía procesal
consistente en que devenga innecesario promover ulteriormente una
demanda, tal logro será por añadidura.
En lo que sí media acuerdo es –insistimos- en la descripción del
procedimiento que venimos examinando; del que se predica, por ejemplo, lo
que sigue: “el pedido de declaración de legítimo abono, como comúnmente
se conoce este paso, no es otra cosa más que una solicitud o manifestación
de deseos de quien se titula acreedor del causante, en el sentido de que se
le reconozca el crédito y se le abone de inmediato, y no tiene más valla que
la voluntad de los herederos que pueden aceptar o no el pedido, sin perjuicio
de que la Dirección General Impositiva lo admita por su parte para ser
descontado de la herencia al liquidar el impuesto” (8). Vaya ahora una
digresión a propósito de lo antedicho. Quizá la merma que se registra en el
número de pedidos de declaración de legítimo abono obedezca a la
desaparición del impuesto a la transmisión gratuita de bienes, lo que a su
vez ha redundado en que ya no sea necesario recurrir a aquéllos con la
torcida intención de abultar el pasivo sucesorio deducible físcalmente (9)
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¿Qué sucede cuando los herederos admiten la existencia del crédito en
danza, pero contemporáneamente impugnan su monto?. Pues debe tenerse
al titular del crédito en cuestión como “acreedor reconocido” en miras a la
aplicación de los artículos 3474 y 3475 del Código Civil (14), que es lo que
importa cuando de pedido de legítimo abono se trata. Como ya viéramos, el
trámite se agota con el traslado a los herederos (15). Por lo que de ninguna
manera el verificante cuyo crédito no ha sido reconocido por los hereeros,
puede postular la apertura a prueba del procedimiento (16). Y ello porque la
materia contradicha (la calidad de “acreedor reconocido”, en definitiva) debe
ser ventilada de modo que se asegure a las partes una discusión amplia y
no un micro-debate (17)
¿Y qué acontece cuando sólo algunos de los herederos se oponen?.
Creemos –en posición a la que no parece ajena Fornieles (18) –que basta la
disconformidad de uno de los herederos, para que no resulte procedente la
verificación de un crédito sucesorio como de legítimo abono.
Ahora bien: ¿qué hacer cuando los herederos no contestan el traslado,
limitándose a guardar silencio?. Pensamos que dicho silencio guardado por
los herederos no involucra una tácita conformidad para que se tenga por
“acreedor reconocido” al postulante (19). Repárese en que la incontestación
de traslados carentes de apercibimientos legales (como es el caso) genera,
en principio y como única consecuencia, la pérdida de la chance de ser oído
por parte de quien ha sido destinatario del traslado en cuestión; y que de
ninguna manera tal incontestación puede ser interpretada como un tácito
acatamiento a lo solicitado por el peticionante del traslado (20). En el plano
jurisprudencial, se ha dicho, verbigracia, que “no corresponde declarar de
legítimo abono el crédito contra la sucesión por el hecho de que el
apoderado de los herederos no evacuara la vista que oportunamente se le
corriera” (21). ¿Qué hacer cuando alguno de los herederos contesta el
traslado en forma ambigua y sin formular un reconocimiento expreso?.
Entendemos que tal contestación deberá contabilizarse por la negativa,
determinando el rechazo del pedido de declaración de legítimo abono (22)
Finalmente, claro está, la conformidad de todos los herederos determina
que se declare el crédito insinuado como de legítimo abono y que se
considere a su titular como acreedor reconocido. Debe tenerse en cuenta –
eso sí- que la susodicha resolución es emitida al solo efecto de conferirle –
insistimos en ello- la jerarquía de “acreedor reconocido” al titular del crédito
en cuestión, y nada más. Es decir, que la resolución de marras carece de
toda otra eficacia, por lo que si los herederos no pagan el importe declarado
de legítimo abono , su titular deberá ineludiblemente recurrir a la vía
contenciosa correspondiente. Por ello es que deben reputarse correctas las
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consideraciones vertidas en el fallo judicial que –en lo pertinente-
transcribimos: “el acreedor antes de iniciar el juicio obró como correctamente
correspondía, vale decir se presentó en la sucesión del deudor e hizo
declarar de legítimo abono su crédito, por lo que la sucesión deudora debió
arbitrar los medios necesarios para saldar el mismo y al no haber procedido
en la forma indicada no le quedaba otro camino o alternativa, al actor, que
promover la presente demanda para cobrarse judicialmente; de ahí que
contrariamente a lo sostenido en la sentencia, la actividad procesal no ha
sido innecesaria sino que por el contrario imprescindible (23).
Eso sí: se ha dicho y repetido que es facultativo y no imperativo para los
acreedores, solicitar dicha declaración (24). En igual sentido, se pronuncia
Medina: “El pedido de declaración de legítimo abono no es obligatorio para
el acreedor, debido a que en nuestro sistema jurídico no existe norma legal
que así lo disponga. Por lo tanto resulta facultativo del acreedor realizar el
pedido dentro del proceso sucesorio, o recurrir a las vías judiciales
ordinarias” (25)
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ser respondidos –de un modo coherente- los muchos interrogantes
planteados a su respecto. Y tal naturaleza, según nuestro criterio, no es otra
que la de ser un proceso cautelar. Más precisamente, un proceso de
aseguramiento de bienes muy próximo al embargo. Afirmación que cuenta
con el voto de Llerena, quien sostenía –ocho décadas ha- que la
prerrogativa establecida por el artículo 3475 del Código Civil a favor del
acreedor reconocido no es, en esencia, otra cosa que un embargo de bienes
(31); y como ya lo consignáramos ut supra, el procedimiento en estudio tiene
por primera meta colocar al titular de un crédito sucesorio en posición de
“acreedor reconocido”, para así dejarlo en condiciones de formular la
exigencia mencionada en el artículo 3475 del Código Civil ya relacionado.
Adviértase, en este orden de cosas, que concurren los dos presupuestos
fundamentales para el despacho de una medida cautelar; es decir,
“apariencia del Derecho” (presente en la hipótesis en mérito de la
circunstancia de que todos los herederos han reconocido la existencia del
crédito. ¿Qué mayor apariencia puede requerirse?) y “peligro en la demora”
(presente en la especie por el riesgo de que la partición hereditaria se
apruebe y se adjudique a los causa-habientes los bienes relictos, sin
previamente satisfacer las deudas sucesorias pendientes. Y en lo que atañe
al tercer presupuesto (contracautela), es menester recordar que no se trata
más que un presupuesto de ejecución que resutla objeto de frecuentes
dispensas legales. Se podrá decir que el traslado corrido a los herederos es
impropio de la calidad inaudita pars característica del proceso cautelar.
Empero, y precisamente, dicho traslado y su respuesta favorable es lo que
provoca que parezca innecesario exigirle contracautela al acreedor ya
reconocido que reclama la aplicación de lo dispuesto por el artículo 3475 del
Código Civil. Inclusive no faltan decisorios que tácitamente reconocen que el
procedimiento de declaración de legítimo abono es nomás de naturaleza
cautelar y que tiene por norte calificar a su promotor como “acreedor
reconocido”, en miras a la invocación del artículo 3475 del Código Civil, y
como tal exento de prestar contracautela para obtener la indisponibilidad de
los bienes del acervo hereditario. Así, por ejemplo, se ha declarado que
“desconocido el crédito por los herederos en las actuaciones de verificación
en los autos sucesorios, no corresponde hacer lugar –sin las garantías de
las medidas cautelares- a favor de los eventuales perjudicados, a la
pretensión de que no se ordene la transferencia de bienes o entrega de
hijuelas a los herederos” (32)
Para finiquitar, quizás resulta adecuado aclarar que la circunstancia de
que el acreedor tenga la opción de echar mano al procedimiento de
verificación de un crédito sucesorio como de legítimo abono para por ese
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camino lograr la inmovilización jurídica (sin prestar contracautela) de bienes
sucesorios, no le impide embargar (ofreciendo y prestando contracautela,
claro está: art.1958, Cód. Civil) derechamente los bienes del acervo relicto,
en la medida de su crédito
5.REGIMEN DE COSTAS
La regla general es que los gastos causídicos generados por la materia
principal del procedimiento correspondiente a una declaración de un crédito
como de legítimo abono, se debe distribuír en el orden causado porque en
su seno no pueden registrarse vencimientos (33). Por supuesto que si
durante la sustanciación del pedido se suscitaran incidentes (vgr., de nulidad
de una cédula notificatoria), sí se pueden producir costas al “vencido” (34).
No cede la regla general anticipada (costas por su orden) respecto del
principal, por más que hubiera mediado conformidad (35) de la totalidad de
los herederos declarados.
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-N O T AS-
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verificaciones de créditos simulados dentro de un sucesorio, para así
defraudar al Fisco abultando el pasivo deducible”
(10)GOYENA COPELLO, op.cit. p.247
(11)MAFFIA, Jorge, “Tratado de las sucesiones”, Bs As.1982, Editorial
Depalma tomo 2, página 42.
(12)Ibídem, página 42.
(13)LL, 121, 13.155-S.
(14)BORDA, Guillermo A “Tratado de Derecho Civil Argentino. Sucesiones,
Ed-Perrot, 4º ed., Buenos Aires,1975, t.I. p.526.
(15)La Suprema Corte de Justicia de la provincia de Santa Fe, en fallo
espigado en LL 131 18.146, P.1181, declaró que “la verificación de los
créditos en los juicios sucesorios está sometida en nuestro régimen procesal
al principio cardinal de que sólo procede como tal si los herederos la
consienten; pues, en caso contrario, debe el acreedor promover contra ellos
el juicio que corresponda. Al no haber reconocido el heredero el crédito cuya
verificación se pretendió, los sucesivos y posteriores traslados y relativas
posiciones de las partes no integraron un proceso que habilitase a dictar
sentencia sobre una litis que no puede jurídicamente plantearse”
(16)E.D. 26.181
(17)JURIS, 13.85.
(18)FORNIELES, Salvador “Sucesiones”, Buenos Aires,1942, t I, p.339
(19)FASSI, Santiago C, “Código Procesal Civil y Comercial de la Nación y
demás normas procesales vigentes, comentado anotado y concordado” Ed.
Astrea, 2º ed., Buenos Aires,1979, t.III. p.283.
(20)PEYRANO, Jorge W., “Traslados y vistas”, en “Táctica procesal”,
Ed.Orbir, Rosario 1980, p.53
(21)Repertorio de Santa Fe, 10-93.
(22)J.A., 1960-VI-281
(23)MEDINA, ob.cit.pág.116.
(24)FERRER, Francisco, “Los acreedores sucesorios y la liquidación del
pasivo sucesorio” en J.A. 2001-III, página 874 al pie.
(25)MEDINA, ob.cit.pág.116.
(26)FERRER, ob.cit.pág.874,
(27)MAFFIA, ob.cit.pág.42.
(28)Ibídem, página 43.
(29)MEDINA, ob.cit.pág.118.
(30)Ibídem, página 117.
(31)LLERENA, Baldomero, “Concordancias y comentarios del Código Civil
argentino”, Ed.Jacobo Peuser, Buenos Aires,1902, t.9.p.358.-
(32)Juris, 8-62.
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(33)MEDINA, página 119.
(34)Ibídem, página 119.
(35)FERRER, ob.cit. pág.874.