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LA VERIFICACION DE UN CREDITO COMO DE LEGITIMO ABONO, EN EL

MARCO DEL PROCESO SUCESORIO


Por JORGE W.PEYRANO

I- INTRODUCCION

Damos principio, recordando que en el lenguaje comercial se denomina


“abono” al hecho de la admisión en cuenta de una cantidad, o al asiento a
favor de alguno en una cuenta (1); y también por consignar qué es lo que
persigue un acreedor de la sucesión o del causante, con el pedido de
declaración de legítimo abono. Respecto de esto último, cabe señalar que lo
buscado es que se lo tenga por “acreedor reconocido” en los términos y a
los fines previstos por el artículo 3475 del Código Civil que, sabemos,
dispone: “Los acreedores de la herencia, reconocidos como tales, pueden
exigir que no se entreguen a los herederos sus porciones hereditarias, ni a
los legatarios sus legados, hasta no quedar ellos pagados de sus créditos”;
esta norma claro está, tiende a que se haga realidad lo determinado por el
artículo anterior (2); estas disposiciones encuentran varias y congruentes
ramificaciones en algunas leyes adjetivas locales (3). También el C.P.N. (4)
–quizás más claramente- se refiere a la declaración de legítimo abono, que
es “una solicitud o manifestación de deseos de quien se titula acreedor del
causante, formulada dentro del propio juicio sucesorio, en el sentido de que
se le reconozca su crédito y se le abone de inmediato” (5)
Lo dicho hasta ahora conduce a afirmar que todo el procedimiento de
declaración de un crédito como de legítimo abono se halla instrumentado en
miras a efectivar lo prometido por los artículos 3474 y 3475 del Código Civil;
y esta característica sí ha sido correctamente destacada en los estrados
judiciales; en ese orden de ideas se ha sentado, verbigracia, que “el pedido
de legítimo abono, aun de ser resuelto favorablemente, no tiene otro alcance
que permitirle al acreedor adoptar las medidas a que se refiere el artículo
3475 del Código Civil” (6). De allí que no compartamos la tesis que
encuentra en el artículo 3880 del Código Civil el fundamento del susodicho
procedimiento (7). A nuestro modo de ver, lo que se pretende con dicho
pedido es que se conceda al solicitante el rango de “acreedor reconocido”,
en orden a que pueda usufructuar los beneficios que le brindan los artículos
3474 y 3475 del Código Civil; que luego ese crédito reconocido goce del
privilegio establecido por el artículo 3880 del Código Civil, ya es harina de
otro costal.
Tampoco nos seduce el criterio según el cual la ratio iuris de la figura en
estudio radica en la economía procesal resultante de eliminar –

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eventualmente y para el caso que concurra la conformidad de todos los
herederos- la necesidad de emprender un reclamo contencioso, para así
percibir el importe de un crédito sucesorio. Es que el procedimiento que nos
ocupa apunta, principalmente, a que su promotor reciba la calificación de
acreedor reconocido; y si con ello se consigue una economía procesal
consistente en que devenga innecesario promover ulteriormente una
demanda, tal logro será por añadidura.
En lo que sí media acuerdo es –insistimos- en la descripción del
procedimiento que venimos examinando; del que se predica, por ejemplo, lo
que sigue: “el pedido de declaración de legítimo abono, como comúnmente
se conoce este paso, no es otra cosa más que una solicitud o manifestación
de deseos de quien se titula acreedor del causante, en el sentido de que se
le reconozca el crédito y se le abone de inmediato, y no tiene más valla que
la voluntad de los herederos que pueden aceptar o no el pedido, sin perjuicio
de que la Dirección General Impositiva lo admita por su parte para ser
descontado de la herencia al liquidar el impuesto” (8). Vaya ahora una
digresión a propósito de lo antedicho. Quizá la merma que se registra en el
número de pedidos de declaración de legítimo abono obedezca a la
desaparición del impuesto a la transmisión gratuita de bienes, lo que a su
vez ha redundado en que ya no sea necesario recurrir a aquéllos con la
torcida intención de abultar el pasivo sucesorio deducible físcalmente (9)

2 ALGUNAS APOSTILLAS PROCEDIMENTALES


Goyena Copello puntualiza respecto del modo de formular el pedido que
“la presentación ante el juez del sucesorio debe hacerse en forma muy
similar a la demanda, relatando todos los hechos referentes al origen del
crédito y acompañando la prueba pertinente” (10). Ahora bien: cualquier
acreedor está legitimado para solicitar que un crédito sea declarado como
de legítimo abono?. Maffía es de la opinión que carecerían de legitimación al
efecto el acreedor de un crédito litigioso (11). Igual tesitura defiende –
aunque reconoce que sobre el particular median discrepancias- respecto de
los titulares de crédito sometidos a condición o plazo (12) Admitido el pedido
por el tribunal, se le corre traslado a los herederos por el plazo que la ley
procesal aplicable al caso fije en general para evacuar traslados para los
que no prevea expresamente un término específico. Con ello se agota la
sustanciación que puede recibir el procedimiento de marras.
Ante la oposición de los herederos, sólo le resta al acreedor recurrir a la
vía que corresponda, para que no sólo se lo reconozca judicialmente como
acreedor sino también para que se compela ( a quien resulte obligado) el
pago del crédito sucesorio del que es titular (13)

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¿Qué sucede cuando los herederos admiten la existencia del crédito en
danza, pero contemporáneamente impugnan su monto?. Pues debe tenerse
al titular del crédito en cuestión como “acreedor reconocido” en miras a la
aplicación de los artículos 3474 y 3475 del Código Civil (14), que es lo que
importa cuando de pedido de legítimo abono se trata. Como ya viéramos, el
trámite se agota con el traslado a los herederos (15). Por lo que de ninguna
manera el verificante cuyo crédito no ha sido reconocido por los hereeros,
puede postular la apertura a prueba del procedimiento (16). Y ello porque la
materia contradicha (la calidad de “acreedor reconocido”, en definitiva) debe
ser ventilada de modo que se asegure a las partes una discusión amplia y
no un micro-debate (17)
¿Y qué acontece cuando sólo algunos de los herederos se oponen?.
Creemos –en posición a la que no parece ajena Fornieles (18) –que basta la
disconformidad de uno de los herederos, para que no resulte procedente la
verificación de un crédito sucesorio como de legítimo abono.
Ahora bien: ¿qué hacer cuando los herederos no contestan el traslado,
limitándose a guardar silencio?. Pensamos que dicho silencio guardado por
los herederos no involucra una tácita conformidad para que se tenga por
“acreedor reconocido” al postulante (19). Repárese en que la incontestación
de traslados carentes de apercibimientos legales (como es el caso) genera,
en principio y como única consecuencia, la pérdida de la chance de ser oído
por parte de quien ha sido destinatario del traslado en cuestión; y que de
ninguna manera tal incontestación puede ser interpretada como un tácito
acatamiento a lo solicitado por el peticionante del traslado (20). En el plano
jurisprudencial, se ha dicho, verbigracia, que “no corresponde declarar de
legítimo abono el crédito contra la sucesión por el hecho de que el
apoderado de los herederos no evacuara la vista que oportunamente se le
corriera” (21). ¿Qué hacer cuando alguno de los herederos contesta el
traslado en forma ambigua y sin formular un reconocimiento expreso?.
Entendemos que tal contestación deberá contabilizarse por la negativa,
determinando el rechazo del pedido de declaración de legítimo abono (22)
Finalmente, claro está, la conformidad de todos los herederos determina
que se declare el crédito insinuado como de legítimo abono y que se
considere a su titular como acreedor reconocido. Debe tenerse en cuenta –
eso sí- que la susodicha resolución es emitida al solo efecto de conferirle –
insistimos en ello- la jerarquía de “acreedor reconocido” al titular del crédito
en cuestión, y nada más. Es decir, que la resolución de marras carece de
toda otra eficacia, por lo que si los herederos no pagan el importe declarado
de legítimo abono , su titular deberá ineludiblemente recurrir a la vía
contenciosa correspondiente. Por ello es que deben reputarse correctas las

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consideraciones vertidas en el fallo judicial que –en lo pertinente-
transcribimos: “el acreedor antes de iniciar el juicio obró como correctamente
correspondía, vale decir se presentó en la sucesión del deudor e hizo
declarar de legítimo abono su crédito, por lo que la sucesión deudora debió
arbitrar los medios necesarios para saldar el mismo y al no haber procedido
en la forma indicada no le quedaba otro camino o alternativa, al actor, que
promover la presente demanda para cobrarse judicialmente; de ahí que
contrariamente a lo sostenido en la sentencia, la actividad procesal no ha
sido innecesaria sino que por el contrario imprescindible (23).
Eso sí: se ha dicho y repetido que es facultativo y no imperativo para los
acreedores, solicitar dicha declaración (24). En igual sentido, se pronuncia
Medina: “El pedido de declaración de legítimo abono no es obligatorio para
el acreedor, debido a que en nuestro sistema jurídico no existe norma legal
que así lo disponga. Por lo tanto resulta facultativo del acreedor realizar el
pedido dentro del proceso sucesorio, o recurrir a las vías judiciales
ordinarias” (25)

3-ALCANCE DE LA DECLARACION DE LEGITIMO ABONO


La declaración positiva de un crédito como de legítimo abono en el marco
de un juicio sucesorio –por haber expresado la conformidad expresa todos
los herederos declarados- determina que el acreedor del caso pueda exigir
al perito partidor que: “forme la hijuela de bajas y a oponerse a la ejecución
de la partición hasta tanto se paguen sus créditos” (26). Por supuesto que el
acreedor reconocido puede formular tal exigencia únicamente en la medida
necesaria para asegurar sus derechos, “pero nunca para inmovilizar el haber
hereditario en su totalidad” (27). Se ha señalado, también, que no obstante
que se hubiera “reconocido” a algún acreedor del causante, los herederos
declarados “pueden pagar a los otros acreedores, vender bienes, y ejercer
sus derechos de dueños. Lo único que les está vedado es, si el acreedor se
opone, dividirse y tomar los bienes”(28).
En ningún supuesto, la promoción del incidente de declaración de un
crédito como de legítimo abono ni el pronunciamiento favorable que pudiera
recaer sobre dicho pedido, suscita el estado de mora de los herederos (29)
Es que dicha promoción no importa reclamar el pago de un crédito, sino tan
sólo que se declare legítimo el crédito que se pretende (30)

4. NATURALEZA CAUTELAR DEL PROCEDIMIENTO DE DECLARACION


DE UN CREDITO COMO DE LEGITIMO ABONO
Estamos totalmente persuadidos de que únicamente con el
descubrimiento de la naturaleza jurídica del procedimiento abordado podrán

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ser respondidos –de un modo coherente- los muchos interrogantes
planteados a su respecto. Y tal naturaleza, según nuestro criterio, no es otra
que la de ser un proceso cautelar. Más precisamente, un proceso de
aseguramiento de bienes muy próximo al embargo. Afirmación que cuenta
con el voto de Llerena, quien sostenía –ocho décadas ha- que la
prerrogativa establecida por el artículo 3475 del Código Civil a favor del
acreedor reconocido no es, en esencia, otra cosa que un embargo de bienes
(31); y como ya lo consignáramos ut supra, el procedimiento en estudio tiene
por primera meta colocar al titular de un crédito sucesorio en posición de
“acreedor reconocido”, para así dejarlo en condiciones de formular la
exigencia mencionada en el artículo 3475 del Código Civil ya relacionado.
Adviértase, en este orden de cosas, que concurren los dos presupuestos
fundamentales para el despacho de una medida cautelar; es decir,
“apariencia del Derecho” (presente en la hipótesis en mérito de la
circunstancia de que todos los herederos han reconocido la existencia del
crédito. ¿Qué mayor apariencia puede requerirse?) y “peligro en la demora”
(presente en la especie por el riesgo de que la partición hereditaria se
apruebe y se adjudique a los causa-habientes los bienes relictos, sin
previamente satisfacer las deudas sucesorias pendientes. Y en lo que atañe
al tercer presupuesto (contracautela), es menester recordar que no se trata
más que un presupuesto de ejecución que resutla objeto de frecuentes
dispensas legales. Se podrá decir que el traslado corrido a los herederos es
impropio de la calidad inaudita pars característica del proceso cautelar.
Empero, y precisamente, dicho traslado y su respuesta favorable es lo que
provoca que parezca innecesario exigirle contracautela al acreedor ya
reconocido que reclama la aplicación de lo dispuesto por el artículo 3475 del
Código Civil. Inclusive no faltan decisorios que tácitamente reconocen que el
procedimiento de declaración de legítimo abono es nomás de naturaleza
cautelar y que tiene por norte calificar a su promotor como “acreedor
reconocido”, en miras a la invocación del artículo 3475 del Código Civil, y
como tal exento de prestar contracautela para obtener la indisponibilidad de
los bienes del acervo hereditario. Así, por ejemplo, se ha declarado que
“desconocido el crédito por los herederos en las actuaciones de verificación
en los autos sucesorios, no corresponde hacer lugar –sin las garantías de
las medidas cautelares- a favor de los eventuales perjudicados, a la
pretensión de que no se ordene la transferencia de bienes o entrega de
hijuelas a los herederos” (32)
Para finiquitar, quizás resulta adecuado aclarar que la circunstancia de
que el acreedor tenga la opción de echar mano al procedimiento de
verificación de un crédito sucesorio como de legítimo abono para por ese

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camino lograr la inmovilización jurídica (sin prestar contracautela) de bienes
sucesorios, no le impide embargar (ofreciendo y prestando contracautela,
claro está: art.1958, Cód. Civil) derechamente los bienes del acervo relicto,
en la medida de su crédito

5.REGIMEN DE COSTAS
La regla general es que los gastos causídicos generados por la materia
principal del procedimiento correspondiente a una declaración de un crédito
como de legítimo abono, se debe distribuír en el orden causado porque en
su seno no pueden registrarse vencimientos (33). Por supuesto que si
durante la sustanciación del pedido se suscitaran incidentes (vgr., de nulidad
de una cédula notificatoria), sí se pueden producir costas al “vencido” (34).
No cede la regla general anticipada (costas por su orden) respecto del
principal, por más que hubiera mediado conformidad (35) de la totalidad de
los herederos declarados.

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-N O T AS-

(1) Vide la voz “abono” en la Enciclopedia Jurídica Omeba, t.I, p.78


(2) Art.3474 del Código Civil argentino: “En la partición, sea judicial o
extrajudicial, deben separarse los bienes suficientes para el pago de las
deudas y cargas de la sucesión”
(3) V.gr, art.616 del Código Procesal Civil y Comercial de la Provincia de
Santa Fe (ley 5531): “Aprobada la partición,se procederá a ejecutarla,
entregando a cada interesado lo que le corresponda, con los títulos de
propiedad y poniendo en ellos el actuario constancia de la adjudicación.
No se hará, sin embargo, esa entrega cuando se adeudasen honorarios,
gastos o crédito a cargo de la masa o de los herederos que la pidiesen, a
menos que mediare acuerdo de los interesados” Art.450 del Código
Procesal Civil de la provincia de Jujuy (ley 1967), “Cumplimiento de la
división. Aprobada definitivamente la partición, se procederá a ejecutarla,
entregando a cada interesado lo que le haya sido adjudicado con los
títulos de propiedad, después de ponerse en ellos por el secretario, una
nota en la cual conste la adjudicación.No se hará, sin embargo, esa
entrega cuando se adeudasen gastos o créditos a cargo de la masa o de
los herederos que la pidiesen” Art.740 del Código de Procedimiento en lo
Civil y Comercial de Tucumán (ley 3621); “Ningún juez ordenará la
entrega de hijuelas debiéndose gastos a cargo de la masa, o de los
herederos que las pidiesen”
(4) Art.701 del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación: “...Los
herederos mayores de edad que hubieren acreditado el vínculo conforme
a derecho, podrán, por unanimidad, admitir coherederos que no lo
hubiesen justificado, sin que ello importe reconocimiento del estado de
familia.Los herederos declarados podrán, en iguales condiciones,
reconocer acreedores del causante”
(5) MEDINA, Graciela “Proceso Sucesorio”, Santa Fe 1996, Editorial
Rubinzal Culzoni, tomo 2, página 113.
(6) J.A. 1980-III-Sínt, p.87, resolución de la CNCiv, sala B in re “Marquina E
c.Anaglini,Enzo”
(7) JOLD, Carlos, “Manual práctico de sucesión” Ed Abeledo Perrot, Buenos
Aires 1972, t.I p.49
(8) GOYENA COPELLO, Héctor, “Curso de procedimiento sucesorio” Ed La
Ley, Buenos Aires 1969, p.247.
(9) PEYRANO, Jorge W “El proceso civil.Principios y fundamentos. Ed
Astrea, Buenos Aires 1978, p.185: “Algo similar ocurre con las

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verificaciones de créditos simulados dentro de un sucesorio, para así
defraudar al Fisco abultando el pasivo deducible”
(10)GOYENA COPELLO, op.cit. p.247
(11)MAFFIA, Jorge, “Tratado de las sucesiones”, Bs As.1982, Editorial
Depalma tomo 2, página 42.
(12)Ibídem, página 42.
(13)LL, 121, 13.155-S.
(14)BORDA, Guillermo A “Tratado de Derecho Civil Argentino. Sucesiones,
Ed-Perrot, 4º ed., Buenos Aires,1975, t.I. p.526.
(15)La Suprema Corte de Justicia de la provincia de Santa Fe, en fallo
espigado en LL 131 18.146, P.1181, declaró que “la verificación de los
créditos en los juicios sucesorios está sometida en nuestro régimen procesal
al principio cardinal de que sólo procede como tal si los herederos la
consienten; pues, en caso contrario, debe el acreedor promover contra ellos
el juicio que corresponda. Al no haber reconocido el heredero el crédito cuya
verificación se pretendió, los sucesivos y posteriores traslados y relativas
posiciones de las partes no integraron un proceso que habilitase a dictar
sentencia sobre una litis que no puede jurídicamente plantearse”
(16)E.D. 26.181
(17)JURIS, 13.85.
(18)FORNIELES, Salvador “Sucesiones”, Buenos Aires,1942, t I, p.339
(19)FASSI, Santiago C, “Código Procesal Civil y Comercial de la Nación y
demás normas procesales vigentes, comentado anotado y concordado” Ed.
Astrea, 2º ed., Buenos Aires,1979, t.III. p.283.
(20)PEYRANO, Jorge W., “Traslados y vistas”, en “Táctica procesal”,
Ed.Orbir, Rosario 1980, p.53
(21)Repertorio de Santa Fe, 10-93.
(22)J.A., 1960-VI-281
(23)MEDINA, ob.cit.pág.116.
(24)FERRER, Francisco, “Los acreedores sucesorios y la liquidación del
pasivo sucesorio” en J.A. 2001-III, página 874 al pie.
(25)MEDINA, ob.cit.pág.116.
(26)FERRER, ob.cit.pág.874,
(27)MAFFIA, ob.cit.pág.42.
(28)Ibídem, página 43.
(29)MEDINA, ob.cit.pág.118.
(30)Ibídem, página 117.
(31)LLERENA, Baldomero, “Concordancias y comentarios del Código Civil
argentino”, Ed.Jacobo Peuser, Buenos Aires,1902, t.9.p.358.-
(32)Juris, 8-62.

8
(33)MEDINA, página 119.
(34)Ibídem, página 119.
(35)FERRER, ob.cit. pág.874.

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