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es uno de los más apreciados orgullos de Cuba, Honduras, Guatemala y en general, las Antillas y
toda América Central. Poeta, educador, patriota, velador de la justicia y la juventud se esmeró por
crear una base sólida desde la cual los jóvenes del mañana pudieran alcanzar un prospero futuro.
Debido a su participación en la guerra del 1868 tuvo que salir de Cuba. Recorrió América, llegando
a establecerse en Guatemala, donde aun se le considera el “...más predilecto de sus hijos
adoptivos.” Al himno nacional guatemalteco fue Palma quien le aportó la letra.
Fue la histórica ciudad de Bayamo quien lo vio nacer el 11 de septiembre de 1844. Integrante de la
causa libertadora de 1868 desde sus principios, sirve de Ayudante de Campo al Padre de la Patria,
Carlos Manuel de Céspedes. Desempeña importantes cargos durante aquella ardua faena,
incluyendo el ser de los primeros en poner en llamas a su propio hogar durante la famosa quema
de su ciudad natal. En su exilio logra altos cargos y merecidos reconocimientos. Desde América
Central, donde ha radicado a su familia, compone bellas estrofas, educa a la juventud y sirve a
Cuba una y otra vez dándole refugio a otros exiliados y apoyando los esfuerzos de liberación.
Participa en los actos de constitución de la República y se le otorgan honores bien merecidos.
Mantiene su permanencia en Guatemala ejerciendo sus dones de diplomático por excelencia bajo
el cargo de Cónsul de Primera. Vuelve a visitar a Cuba en 1906 y 1909. Visita a Europa. El 2 de
agosto de 1911, en Guatemala, fallece José Joaquín Palma.
En su obra literaria se nota el fervor del patriota, la dulzura del hombre de familia, las palabras de
persona educada, la profundidad del pensador. Corresponde su obra a la era del romanticismo en
Cuba. Es la poesía su género más divulgado. José Joaquín Palma, grande entre los grandes,
admirado y estimado por sus contemporáneos de la patria y la lira.
En 1896, José María Reyna Barrios, presidente de la república, abrió un nuevo concurso para
seleccionar definitivamente la letra y música al himno nacional de Guatemala y de nuevo, por
unanimidad, la partitura escogida fue la de don Rafael Álvarez Ovalle. Por decreto oficial de fecha
19 de febrero de 1897, fue declarada como música del himno nacional la composición presentada
por el maestro Álvarez Ovalle. Los alumnos del Conservatorio Nacional cantaron por primera vez el
himno oficial de Guatemala, el 14 de marzo de 1897, en el teatro Colón, dirigido por el propio
maestro Álvarez Ovalle.
Su vida artística fue plena. Tocaba a la perfección la guitarra, el piano, el violín y la flauta. Organizó
diversos conjuntos musicales, entre otros, las estudiantinas La Broma y La Tuna, para difundir la
música guatemalteca. Fue maestro del Conservatorio Nacional de Música y de escuelas públicas y
privadas. Fundó también la Concertina Guatemalteca y la orquesta femenina del instituto normal
central para señoritas Belén y la del Colegio Centroamericano. Además del hermoso Himno de
Guatemala, el maestro Álvarez Ovalle escribió diversas composiciones, entre ellas himnos, valses,
mazurcas, sones y otras de carácter religioso.