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EL SERVICIO DE MILLONES: ORIGEN Y DESARROLLO.

LAS
DISPUTAS ENTRE EL REY Y EL REINO. EL FRAUDE EN SU
APLICACIÓN.

UN ENFOQUE INTRODUCTORIO

Tras el manejo de la bibliografía empleada en la elaboración del trabajo


mencionado, lo primero que podemos destacar es la importancia que este servicio tuvo en la
época. No es sólo un impuesto, en el sentido que a día de hoy podemos emplear de este
término, que dicho sea de paso no tiene nada que ver con los actuales. Si hacemos un análisis
comparado con el sistema impositivo actual las diferencias son enormes, puesto que no
podríamos enclavarlos ni dentro del grupo de los impuestos directos ni en el grupo de los
indirectos. Tampoco resiste comparación con la forma de recaudación ni los controles que los
actuales impuestos tienen.

Por tanto lo primero que tenemos que hacer es analizar el impuesto dentro del
contexto histórico en el que se desarrolla, olvidando cualquier comparación con el sistema
actual, con el que no guarda parangón. En este sentido el, o mejor dicho los Servicios de
Millones, son un conjunto de servicios aprobados por las Cortes, más concretamente por las
Cortes de Castilla, que tuvieron su origen en un caso concreto, dar salida económica al
desastre de la Armada Invencible, y que acabaron por convertirse, a lo largo del siglo XVII en
una de las fuentes de financiación principales de la monarquía hispánica. Ello, además, debe
enmarcarse dentro de la situación complicada, tanto en política internacional, como nacional,
a la que se enfrentó la monarquía, y más concretamente el reino de Castilla.

En este sentido el Servicio de Millones se enmarca dentro de la necesidad


imperiosa de la corona de fondos para hacer frente a los numerosos requerimientos
económicos en política internacional de la monarquía desde los reinados de Felipe II, para
acabar siendo utilizado como forma de financiación para hacer frente a los problemas en

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Cataluña y Portugal, y como forma de financiación de la cada vez más voraz maquinaria
estatal.

Lo que inicialmente empezó siendo un servicio concreto para atender a una


necesidad concreta, termina por convertirse en un servicio que comporta múltiples aristas
político y sociales. Ello se ve ya en la negociación del segundo servicio de millones, en el que
empieza un proceso de lucha entre la monarquía, de corte autoritaria, y el reino de Castilla.
Las Cortes empezarán a pagar, pero también comienza un proceso de lucha por cuotas de
poder entre ambas instituciones. El Rey y el Reino se disputan parcelas de poder, y en esa
lucha las escrituras de los Servicios de Millones juegan un papel destacado.

En este sentido debe quedar claro que cuando hablamos del Reino, representado
en las Cortes, estamos haciendo referencia a las ciudades, que son las que controlan las Cortes
en Castilla. Y dentro de las ciudades estamos hablando de las oligarquías urbanas que
controlan el poder municipal en su totalidad. Las Cortes empiezan a ver con malos ojos la
política internacional de la monarquía puesto que los fondos que ésta libra son empleados
fuera de las fronteras en casi todas las ocasiones. No obstante cederán a las pretensiones de la
monarquía a cambio de más control político de la corona, en forma de más control sobre la
hacienda del reino. Este concepto no existía en Castilla, al contrario que en la corona de
Aragón, y produce una lucha, a lo largo de todo el siglo XVII entre ambas instituciones, como
luego, a lo largo de la exposición del presente trabajo podrá verse.

Pero esa lucha por el poder no tiene sólo un sentido ascendente entre las
ciudades, o lo que es lo mismo las Cortes, y el Rey. También tiene un sentido descendente, de
ámbito municipal por el control de cómo se iba a distribuir el cobro de estos Servicios entre
los pecheros de los municipios.

Las oligarquías municipales van a utilizar este sistema, además de una forma de
coartar el poder real, como una forma de afianzar su poder municipal. Puesto que tenían
libertad a la hora de redistribuir las cantidades entre la población, y ante la falta de una
administración tributaria, tal y como la podemos considerarla hoy día, las oligarquías de las
ciudades van a generalizar el fraude en la recaudación, como parece demostrado por los
estudios realizados a ese respecto.

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La generalización del fraude conllevó otro problema. La Corona no va a ingresar
las cantidades firmadas en los Servicios, a pesar de que parece que, a la altura de 1650, éstas
habían sido superiores a las inicialmente pactadas. Es aquí donde se ve el otro gran problema
que representó este Servicio de Millones, a nuestro entender, en la época; el fraude. La
generalización de éste supuso el empobrecimiento del tejido económico del país, en una época
de crisis política, económica y social. Esta situación ya fue denunciada y criticada por los
arbitristas en la época y así queda recogida en los textos.

La generalización del fraude en el cobro de este impuesto, va a suponer la


aparición de otro proceso a partir del primer tercio del siglo XVII: la lucha entre el Rey y el
Reino por el control efectivo en el cobro del Servicio, en el cual la Comisión de Millones
cumple un papel fundamental para conseguir que acabe siendo controlada por el Consejo de
Hacienda y por tanto por el rey. Ello va a suponer el esbozo en España de lo que estaba
ocurriendo en el resto de Europa, la aparición de Monarquías de corte absolutista, que, ante la
creciente necesidad de recursos, buscan fórmulas administrativas para la gestión directa de los
impuestos, evitando, en la medida de lo posible, los efectos tan perjudiciales para sus intereses
que suponía el fraude.

Cabe destacar que en todo este proceso hay dos visiones con matices diferentes
dentro de la historiografía. Por un lado está el representado por Bartolomé Bennassar, que
quizás emplee una visión más idealista de la situación al considerar que tras el segundo
Servicio de Millones el Reino va a conseguir controlar la situación. Él lo ve como una
reacción cuasi nacionalista de las Cortes castellanas ante la política internacional de Felipe II
y Felipe III. Por otro lado está la visión, desde nuestro punto de vista más realista, de José
Ignacio Andrés, Cárceles Egea y Artola, que se encuentran más en la línea de considerar que
la monarquía no pierde tanto poder tras la concesión de estos Servicios. Ello es así porque
ellos consideran que se arbitraron medios que poco a poco van a socavar constitucionalmente
al país hasta el total control de estos Servicios.

Por último, citar, en otro aspecto, la dificultad de estudio que nos hemos
encontrado para estudiar individualmente este Servicio. El estudio más con detalle que existe
parece ser la tesis doctoral que el propio José Ignacio Andrés realiza sobre el tema, tesis que

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no ha podido ser consultada. La demás bibliografía empleada representa un estudio parcial de
la materia o bien referido a las consecuencias políticas que este Servicio supusieron, o bien a
las consecuencias económicas del fraude en las ciudades. No obstante en conjunto, toda ella
nos ayuda a comprender mejor la notable importancia que este Servicio tuvo a lo largo de la
historia moderna de este país.

Por último citar que otra clave que del estudio de este impuesto se entresaca, es
el referente a las reticencias que en el país existía sobre la dependencia de la banca extranjera,
sobre todo genovesa, que existía en la época. A ello se ha de unir el problema de la
amortización de los juros que surgen a partir de estos impuestos y de anteriores, en los que se
plantea, del mismo modo una lucha en la que participan las tres partes: la corona, los
genoveses y la oligarquía de las ciudades.

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EVOLUCIÓN HISTORICA DEL SERVICIO DE MILLONES

Como ya se ha comentado en la introducción del trabajo, el Servicio de Millones


tuvo una razón histórica muy concreta. Su motivo fue la derrota de la Armada Invencible
enmarcándose todo ello dentro del conflicto de la Guerra de Flandes, auténtica sangría para la
corona española en todos los sentidos. En este primer servicio, las Cortes castellanas,
representantes del reino, empiezan a dar síntomas de preocupación. No obstante proceden a
pagar el primer servicio sin problemas ni condiciones importantes. Las primeras escrituras de
millones se producen el 4 de abril de 1590, y en principio se conceden por una cantidad
inferior en algo a los ocho millones de ducados pagaderos en seis años. La corona prefiere
este sistema al de recargo de las alcabalas, que ya se habían incrementado en 1575. La
diferencia fundamental radica en que las alcabalas representaban un impuesto administrado
directamente por la corona, mientras que el Servicio de Millones es un Servicio de carácter
extraordinario concedido por sus súbditos por un motivo concreto, aunque luego se
generalizará.

Una vez que la situación se había normalizado, Felipe II convoca unas nuevas
cortes en 1592 en las que comienza el proceso de enfrentamiento del Rey con las Cortes. Las
Cortes se van a mostrar partidarias de pagar un nuevo Servicio, de aproximadamente un
millón y medio de ducados anuales, pero esta vez van a imponer unas condiciones muy
concretas expuestas en las propias negociaciones:
1- El dinero debía gastarse en la defensa de Castilla. Ello se enmarca en el rechazo de las
Cortes a que el dinero que salga de las arcas del reino de Castilla, principal
contribuidora de la monarquía, se emplee en empresas fuera de sus fronteras.
2- Que el dinero del Servicio debía emplearse para pagar a compañías en armas dentro
del reino de Castilla.
3- Que se controlara el dinero que se pudiera gastar fuera del Reino.
4- Que se acabara con los préstamos extranjeros.

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Ello produce un enfrentamiento directo entre la monarquía, representada en la
mentalidad autoritaria de Felipe II, y las Cortes. Felipe II se niega a tal hecho, y ello provoca,
en cierta medida, la suspensión de pagos de 1596, cuya culpa la atribuye el Rey a las propias
Cortes.

No obstante Felipe II necesita tal servicio y se intenta de nuevo la negociación


entre ambas partes que no llega a buen fin. Lo más destacable de todo ello, es que por vez
primera las Cortes se oponen a la voluntad del rey sin condiciones, y Castilla, que soporta el
peso del imperio, se niega a contribuir más.

Tras la muerte de Felipe II en 1598, Felipe III le va a suceder, a través del


gobierno de sus validos. El Duque de Lerma querrá convocar otras Cortes con otros
Procuradores que fueran más dóciles a sus postulados. No obstante esas nuevas Cortes exigen
las mismas condiciones que plantearon las anteriores. Van a pedir que la misma dualidad que
existía en el Reino de Aragón entre la Hacienda del Rey y la Hacienda del Reino vaya a darse
del mismo modo en Castilla. Ello representaba una gran novedad en la época en la que
estamos tratando. Piden otra vez que se acabe con la política imperialista que había generado
una enorme deuda al país. Por último van a solicitar que los acuerdos que se voten en Cortes
no sean vinculantes hasta que se aprueben por las ciudades a las que representaban. Es decir,
que los procuradores en Cortes, deben tener el respaldo de las ciudades, las mismas que están
controladas por las oligarquías urbanas.

Estas condiciones determinan que en el centro de la recaudación la planteasen


las ciudades. Unas ciudades que en esta época están dominadas por las oligarquías, que
controlan tanto los puestos claves de dirección como los teóricamente electivos. En este
sentido podemos citar el proceso de venta de cargos públicos que el propio Carlos I inicia,
que Felipe II empieza a generalizar y que continúan sus sucesores, y que viene motivado por
la ingente cantidad de recursos que la monarquía española requiere.

El único apoyo de la corona en los ayuntamientos son los corregidores, que se


establecen allí para controlarlas, pero que en aquella época, en opinión de Bennassar, no
representaban un grupo de oposición a los regidores.

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El primer servicio de millones en tiempos de Felipe III tuvo como principal
defecto que no se recauda lo previsto ( tema que luego se tratará ) sino más o menos la mitad
de ello. Por ese motivo se van a convocar unas segundas cortes en Valladolid en las que se
intenta aumentar la recaudación a los dos millones y medio de ducados. A cambio las
ciudades consiguen que se conforme la Hacienda del reino en Castilla. Esta hacienda estará
controlada por las ciudades; no responde ante el Consejo de Hacienda, sino ante las propias
Cortes, y en concreto ante la Diputación. Este organismo está compuesto por cuatro o cinco
procuradores elegidos de entre las Cortes.

Además se instaura la figura del visitador, que es un regidor de ciudad con voto
en Cortes que controla la Hacienda del Reino y que a su vez puede nombrar a delegados.

En los años 1606-1607, se vuelven a convocar Cortes. En ellas las ciudades


buscan dar un golpe más de tuerca pidiendo los procuradores la suspensión de pagos. Con ello
se trata de eliminar a la banca genovesa, firmemente implicada con las finanzas de la
monarquía. En 1607 la flota de las Américas será doble y amparados en ella el Duque de
Lerma acepta la suspensión de pagos. Además se funda un censo sobre el Reino que va a
controlar el propio Reino.

Pero los genoveses conseguirán que, las facultades que el Consejo de Hacienda
tiene sobre la deuda consolidada, la administren ellos mismos, consiguiendo, del mismo
modo, que se amorticen los juros consolidados. Por último van a conseguir bajar el interés de
los nuevos juros al cinco por ciento, con lo que la banca genovesa conseguirá hacerse con el
poder económico de la corona de forma efectiva. Luego se produce la llegada al poder del
Conde Duque de Olivares, lo cual supuso un cambio notable en la política nacional e
internacional del país.
Olivares comienza un proceso ambicioso en el ámbito internacional. La política
“ pacifista “ basada en la cierta extenuación del país tras un amplio período de guerras
sostenidas en Europa va a ir concluyendo a favor de una política más agresiva. El Conde
Duque no va a poder permitir que las contribuciones vayan a depender sólo de las ciudades.

A consecuencia de este nuevo planteamiento, los juros y arbitrios van a subir y


se intenta evitar el fraude para que las ciudades se hicieran con parte de estos recursos en

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detrimento de la hacienda del rey. Ello era la base de la negociación real que se había
producido entre el Rey y el Reino, y por ello vuelve a plantear un conflicto entre ambas
partes. Esta situación se observa en las cortes de 1630 y en las de 1632, en las que no va a
conseguirse grandes avances en este tema por la resistencia de las oligarquías ciudadanas. Las
cortes de 1634 van a terminar por consolidar la situación.

En 1635 se concede un nuevo Servicio de Millones consistentes en nueve


millones de plata pagaderos en tres años. Que el servicio se pagara en plata y no en cobre nos
habla de la necesidad que tiene la monarquía de que el pago se haga en este metal para poder
afrontar los pagos en el exterior, puesto que el cobre era utilizado sólo dentro del territorio
peninsular. Todo ello hay que enmarcarlo en los constantes problemas de numerario de la
corona a lo largo del siglo XVII.

En los años 1638, 1639, 1640 se conceden nuevos servicios y rentas, como la de
la pasa, o el servicio de baldíos y realengos. En 1642 se extiende a la alcabala para financiar
la guerra en Cataluña y Portugal, y al ser insuficientes, se aumentaron los juros. Todo ello se
enmarca en los peores años de la política peninsular. Ya desde 1626, la venta de medio millón
de ducados de juros sobre los servicios de los dieciocho millones, admitida a inicios de 1626
por las Cortes, había hecho inevitable la prórroga de los servicios, ya que parte de lo
recaudado por ellos debía destinarse a satisfacer sus intereses a los compradores de títulos. El
servicio, que se había concedido por algo muy concreto, pasa a ser tenido en cuenta como un
ingreso más ordinario de la corona, y a lo largo del siglo llegará a convertirse, junto con las
alcabalas, en la fuente principal de financiación de la misma.

La historiografía está de acuerdo en admitir que la resistencia a la concesión de


este grupo de impuestos fue escasa, puesto que la guerra ya no era una cuestión internacional,
sino que tocaba de pleno a los problemas internos del reino en torno a esas fechas. La guerra
de Portugal y Cataluña eran cosas inherentes a la corona, y Bennassar destaca la reacción “
nacionalista “ que ante este hecho se produce.

No obstante, y a pesar de la existencia de este marco tan negativo, las Cortes que
habían concedido servicios, arbitrios y juros prácticamente sin rechistar, se van a negar a la
reforma del Servicio de Millones. Los motivos seguían siendo el mantener el peso político de

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las oligarquías castellanas en el poder del Reino, junto a los pingües beneficios que del fraude
las mismas se beneficiaban.
Tras la caída de Olivares, se va a conceder una prórroga de seis años al Servicio
de los Veinticuatro Millones, a partir del uno de agosto de 1644. Al final de todo este proceso
de concesiones, en torno a 1650, se calcula que se debían al rey unos cincuenta millones de
los impuestos firmados en escrituras entre el período comprendido de 1632 a 1648.

Algunos de los estudios consultados afirman que estas cantidades, en muchos


casos, no es que no hubieran sido recaudadas por las ciudades, sino que las oligarquías se
habían apropiado de ellas aprovechándose del control que ejercían sobre la recaudación en sus
jurisdicciones de estos Servicios. Todo ello seguía planteando a la corona la necesidad de una
reforma del sistema impositivo castellano a fin de intentar optimizar los recursos del reino. Se
hacía necesario el establecimiento de un nuevo concepto del que carecía el país en la época y
éste no era otro que el establecimiento de una hacienda efectiva que fuera capaz de acabar con
esta situación.

Desde el Conde Duque comienza un proceso de socavar, por parte de la corona,


el orden constitucional castellano para hacer que el Consejo de Hacienda se hiciera con el
control efectivo del Servicio, que ya había adquirido carta de naturaleza propia para la
monarquía. Como ya se ha mencionado a este respecto, la visión historiográfica es
diferenciada.

Algún sector considera que a pesar de las condiciones que estaban firmadas en
las escrituras de millones entre el Rey y el Reino, muy desfavorables para el primero, el
incumplimiento de las mismas hizo que el control efectivo de las Cortes estuviera muy
limitado. En este sentido, José Ignacio Andrés considera que desde el primer Servicio los
incumplimientos fueron notables. Además considera que en las propias escrituras se
arbitraban medios de control por parte de la corona. De entre ello podemos destacar:
1- que la monarquía disponía de un representante en las comisiones locales, que estaban
compuestas por dos regidores y un corregidor. El corregidor defendería los intereses
de la corona a pesar de estar en minoría.
2- Además, y a pesar de que no estaba en las escrituras, el propio Consejo de Hacienda
mandó contadores a las provincias del Reino para revisar las cuentas del Servicio

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entre los años 1606 y 1628. Además en 1619 la Real Hacienda consigue que se le de
libertad de disposición de fondos.
3- En muchas ocasiones va a disponerse del dinero para cuestiones muy diferentes a las
establecidas en las escrituras de los Servicios.
4- A partir de 1632, además, se toman dos medidas más de control que fueron el envío
de administradores de millones, nombrados por el monarca, a las ciudades, y la venta
de las tesorerías.

Otro sector doctrinal afirma que los Servicios de Millones, sobre todo a fines del
siglo XVI y a principios del XVII, fueron el medio empleado por las Cortes para limitar el
poder del Rey en la hacienda castellana, y por tanto en el control político total de reino.
Bennassar habla incluso de una reacción nacionalista en este sentido por parte de las ciudades
que hacen frente a la situación política a la que conducía la política internacional de la casa de
Austria. Para este sector, el control del Reino, fue bastante amplio y se basan en considerar
que la recaudación la hacían directamente las ciudades y ellas eran las que administraban los
fondos recaudados. Para este sector la existencia del corregidor es meramente testimonial,
puesto que se encuentra en franca inferioridad y en muchas ocasiones no defendía de la mejor
forma los intereses de su monarca. La venta de cargos municipales además había agravado la
situación en el siglo XVII.

Con independencia de la postura que se adopte, lo que sí parece claro es que a


partir del primer tercio del siglo XVII se va a producir un proceso de paulatino control por
parte del Rey de la administración de los recursos y en este sentido tiene una gran importancia
la Comisión de los Millones .

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LA COMISIÓN DE LOS MILLONES CONTRA EL
FRAUDE.

Dentro de la nueva política de recuperación del control real del Servicio de


Millones, lo primero que va a intentar el Conde Duque de Olivares es enviar a jueces
comisionados a las ciudades. Éstas se van a oponer de plano en defensa de sus intereses y
privilegios. Entonces el Conde Duque de Olivares entiende que es necesaria una reforma más
profunda y generalizada. En ese momento va a intentar:
1- obtener una jurisdicción delegada
2- instrumentalizar el Tribunal del Reino.

Era necesaria la reforma de la Junta para conseguir un acercamiento entre esta


institución y el Consejo de Castilla. Un acercamiento que va a concluir en 1658 con la
incorporación de la Junta al Consejo, lo cual supone la culminación del proceso de control
real sobre estos Servicios. No obstante el proceso que se produce fue lento:
1- En 1633 y hasta 1668 el Rey consigue que tres miembros suyos acudan a la
Comisión, que aunque eran al principio minoría defendían los intereses de la corona.
2- En 1638 se amplía a cuatro miembros y uno quedaría en reserva.
3- En 1639 la Comisión pasa a ser el Tribunal en última instancia y pasa a regir la
administración del Servicio.

Se persigue fortalecer el control de la hacienda sometiendo a los corregidores y a los


intereses locales. Ello supone un enfrentamiento con las instituciones del reino, que se van a
aprovechar de las necesidades políticas del rey en el exterior para revertir la situación. El
aumento del uno por ciento de las alcabalas que se produjo en 1639 se va a conceder con el
condicionamiento de que, aunque fuera administrado por el Consejo de Hacienda, interviniera
la Diputación del Reino y el Consejo de Castilla. No obstante en 1643 la Comisión va a
quedar reducida a dos comisarios y cinco ministros para favorecer a la corona.

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Conseguido más o menos reformar la Comisión desde el punto de vista
administrativo, se va a intentar hacer una serie de reformas para desplazar al Consejo de
Castilla tras la propia caída de Olivares.

Se va a recurrir otra vez a las jurisdicciones delegadas. A través de las


comisiones, se va a introducir en las localidades a hombres que van a depender de la Junta de
Millones y que son nombrados para intentar eliminar el fraude en el cobro de los Servicios.
En el Servicio de los Veinticuatro Millones, sólo fueron nombrados estos personajes para
ciertas zonas como Galicia, Córdoba, Jaén…. Ello se debe a la fuerte oposición de las
ciudades en este proceso. Este nuevo fracaso demuestra que las comisiones delegadas no
sirven para nada, siendo sólo una solución parcial y no total.

En 1643 se concedió una prórroga del Servicio de los Veinticuatro Millones.


Francisco Antonio de Alarcón va a despachar una Cédula dirigida a los corregidores y
justicias en la que se recoge que el cobro se haría por los corregidores. Para las cobranzas
debía enviarse a los alguaciles ordinarios y se enviaba ejecutar a uno y por cuenta de los
justicias. Éstos darían cuenta al Consejo o al Tribunal.

Tras la caída de Olivares, el espíritu de sus reformas va a continuar aunque a un


paso algo menor. Se intentará acabar con el fraude en las provincias mediante el control de los
arrendamientos y de los innumerables oficios fiscales que existían.

A pesar de ello en las Cortes de 1645-47, se produce una nueva resistencia a la


pérdida de este control por parte de las ciudades. Además durante ellas se intenta, por primera
vez, agregar la Comisión de Millones al Consejo de Hacienda. Una vez más las necesidades
de dinero por parte de Felipe IV atrasan esa ocasión.

No obstante esto no fue sino sólo un intermedio en el proceso de lucha. La


monarquía va a utilizar a los jueces comisionados para supervisar a los poderes locales a partir
de 1648. Comienza entonces una intensa reforma administrativa y fiscal encaminada a dotar
de más control a los órganos estatales. Todas estas reformas estaban acompañadas de una
serie de medidas de corte contable encaminadas a soterrar las competencias de las ciudades y
controlar el fraude en el cobro de estos impuestos.

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A pesar de todas estas reformas, a la altura de 1650 el problema en la
administración de los servicios no estaba resuelto. Se va a imponer una nueva idea consistente
en crear unas nuevas figuras, los administradores generales, especializados en temas
hacendísticos y destinados a controlar efectivamente estos recursos. Con ello se pretendía
desplazar a los corregidores de estos temas. El propio Consejo de Hacienda había advertido a
Felipe IV sobre estos aspectos. En manos del administrador general se coloca la dirección de
cada circunscripción. Su función será la de reunir los testimonios necesarios para las
contribuciones y la de inspeccionar los arrendamientos.

Finalmente como culminación de todo este proceso a partir de 1657 se reforma


la propia Comisión dotándole de una más moderna estructura administrativa que estuviera
encaminada a un más eficaz control administrativo de los servicios por parte de la corona. Se
le dota de una estructura administrativa de corte piramidal, organizándose a través de:
1- Los secretarios de la Comisión: en sus manos estaban los despachos y consultas
pendientes de resolución del monarca, sirviendo de enlace entre éste y la propia
Comisión..
2- Los contadores del Reino y de la razón: encargados del control contable que se hacía
de la recaudación, siguiendo nuevos patrones en este sentido.
3- El escribano mayor de rentas: que realizaba labores burocráticas y contables dentro de
esta institución.
4- Los escribanos de cámara: sus competencias eran el conocimiento de las causas de
fraude
5- El relator: debía hacer relación de pleitos y oficios y partes, además de los despachos
que la Comisión le mandase entregar.
6- Los contadores de resultas: dependientes del Consejo

Todo este proceso de reforma administrativa y contable de la Comisión culmina en


1658 cuando se va a terminar por agregar el Consejo de Castilla. La monarquía utiliza como
excusa los beneficios que resultarían de eliminar la duplicidad en las gestiones de estos
recursos. Junto a los millones también se agregan al Consejo la administración de las
alcabalas.

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En el proceso de lucha entre la monarquía y las Cortes, y tras un largo proceso,
el Rey consigue lo que pretende. Controlar a través de sus órganos los principales impuestos
de los que dependía la corona. En todo este largo proceso, que brevemente se ha expuesto,
debido a la complicidad del mismo, y a los múltiples vaivenes que sufre desde el primer
intento de reforma por parte del Conde Duque de Olivares, parece que la Comisión de
Millones va a ser utilizada para socavar el orden constitucional castellano.

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LOS CONTEMPORÁNEOS ANTE EL FRAUDE: LA
DENUNCIA ARBITRISTA. SUS CONSECUENCIAS.

Ya se ha comentado que, uno de los motivos, si no el principal, por el que las


Cortes van a aprobar la concesión de estos Servicios, fue el hecho de que a ellos les
interesaba, tanto desde el punto de vista económico, como desde el punto de vista social y
político. Las oligarquías que controlaban las ciudades se aprovechan, sobre todo en la primera
parte del siglo XVII de la gestión y cobro de estos impuestos. De tal forma que a mediados
del siglo XVII las cantidades recaudadas son superiores a las entregadas a la corona.

Una de las principales consecuencias sociales de estos Servicios es que van a


agravar aún más la, ya de por sí, mala situación económica y fiscal de la corona. La
generalización del fraude y el aumento de la presión impositiva tuvieron notables
consecuencias en la economía de la corona de Castilla, no tanto en la de la corona de Aragón,
a salvo de la concesión de estos servicios. En una época de crisis esta situación contribuye a la
desarticulación del poco tejido industrial del país, viniendo a agravar, aún más si cabe la mala
situación de los pecheros.

Las oligarquías que, al fin y al cabo, controlan la recaudación del impuesto, van
a quedar a salvo del pago del mismo. El proceso de venta de cargos públicos agrava aún más
esa situación. Ya en la época se va a denunciar por algunos autores las prácticas de estas
oligarquías y las consecuencias que estos servicios estaban teniendo para el conjunto de la
actividad económica del país. Algunos autores denuncian, por ejemplo, la práctica fraudulenta
de la oligarquía que pone los bienes a nombre de la Iglesia para evitar contribuir
económicamente con impuestos.

Además las oligarquías van a revertir el cobro de las cantidades firmadas en los
servicios a la población, fundamentalmente mediante fórmulas en su beneficio o mediante la
agravación de los impuestos indirectos. Éstos no hacen más que gravar la situación de los

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pecheros, como el conjunto de los impuestos indirectos. Impuestos que además no eran
empleados en el conjunto productivo del país, sino en actividades improductivas. Todo ello
dibuja un panorama desolador desde el punto de vista económico y fiscal en la época sobre la
que estamos tratando.

En este sentido José Ignacio Andrés Ucendo, afirma, que para reunir los fondos
establecidos en las escrituras, se van a establecer toda una serie de impuestos a lo largo del
siglo XVII, que gravaban productos de consumo: son las sisas que gravaban las cántaras de
vino, vinagre y aceite, así como cada libra de carne. Estas contribuciones se van aumentando
a lo largo de todo el siglo, con lo que a la altura de 1685, y como ejemplo, el vino pagaba una
octava parte y 60 maravedíes, el vinagre la octava y 32 maravedíes, y el aceite la octava y 48
maravedíes. La libra de carne llegó a cargarse con ocho maravedíes y la cabeza de ganado
con ocho reales.

Con todos estos ejemplos se quiere hacer referencia a que los que de verdad
sufren las consecuencias de la imposición de los Servicios de Millones va a ser el conjunto de
pecheros que son los que de verdad contribuyen al servicio. Y no hay que olvidar que son los
pecheros del Reino de Castilla no del de Aragón. Ello pudo ser un motivo por el que la crisis
del XVII ataca con menos virulencia a Aragón, y más concretamente a la Corona de Cataluña.

Este panorama desolador no fue ajeno a los autores de la época. Desde un primer
momento hubo autores en contra de estas imposiciones, como fue el caso de Caxa de Leruela
y de Sancho de Moncada. Pertenecen al grupo de los arbitristas que tienen su origen ya en el
siglo XVI, donde ya denunciaban la situación que podía acontecer.

Ellos van a hablar sobre el empobrecimiento de la Hacienda del Reino a favor de


los poderes locales y el Rey, dentro del contexto de la política exterior existente. El Servicio
de Millones va a hacer que se acaben con derechos comunales ancestrales en el país. Estos
derechos van a ser asumidos por los poderes locales que se aprovechan de la coyuntura para
beneficiarse. En todo este proceso es básico el ejercicio de la jurisdicción. La justicia y la
iglesia son básicas en este aspecto. Así por ejemplo nos encontramos con los achaqueros o
arrendadores de las penas legales del Consejo de la Mesta.

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Caxa de Leruela denuncia la connivencia entre la justicia y las ciudades cabeza
de partido, que son los principales participantes de todo este proceso. Todo ello va a suponer
el enriquecimiento de unos pocos en perjuicio de la mayoría del país. También supone el
empobrecimiento de las actividades tradicionales del país como fue el caso de la ganadería.
Con todo ello lo que viene a decir, acertadamente, es que la recaudación de los Servicios de
Millones se hace en perjuicio de la actividad productiva del reino.

Sancho de Moncada da una vuelta más de tuerca al problema. Él achaca la


situación a la existencia de múltiples cobradores de impuestos en el reino. Ya, durante el
reinado de Carlos I, la ciudad de Toledo hace referencia en un memorándum a este problema.

Todo ello va a producir que la situación, a fines del siglo XVII, sea
auténticamente caótica. Y en los textos de los contemporáneos se acusa directamente a los
Concejos, a los cobradores y a las Contadurías de Hacienda de esta situación. Tampoco se
salvan los corregidores, a los que se les acusa de fragilidad y connivencia con las oligarquías,
con lo que el panorama que se dibuja es francamente desolador.

Francisco Alcázar Arriaza vio como principales problemas del sistema los
siguientes:
1- la gran cantidad de tributos
2- el gran número de personas que trabajan en ellos
3- el fraude y la opresión que ello suponía para los súbditos
4- el fraude dentro de la propia administración.

Otro autor, Francisco Centani, da otro punto más de importancia. Acusa este autor
directamente a la Corte y al problema que se producía con la administración de la deuda. Era
práctica habitual que un ministro tomara dinero a bajo interés y luego pidiera un interés más
alto al monarca por él.

La corriente arbitrista denuncia directamente al Servicio de Millones como culpable, en


gran medida, de la situación.

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Precisamente esta situación tan generalizada de fraude, es la que va a instar a los
reyes, sobre todo a partir del Conde Duque de Olivares, a intentar revertir la situación para
hacer más efectivo el cobro de los impuestos, y en concretamente del Servicio de Millones,
como ya se ha comentado que a lo largo del siglo se convirtió en uno de las principales
fuentes de financiación de la corona española.

Ya se argumentado, que sobre la visión de estas posturas en la historiografía hay


dos posturas diferenciadas. Evidentemente los arbitristas siempre fueron un grupo minoritario
de intelectuales dentro del país, que ya desde tiempos de Felipe II avisan de los problemas del
país e intentan dar consejos para cambiar la situación del mismo. Dictaron numerosos
arbitrios en este sentido, y en muchas ocasiones son hombres que trabajan para la propia corte
de los monarcas españoles.

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LA NUEVA CONCEPCIÓN DEL SERVICIO DE MILLONES A
PARTIR DE LAS CORTES DE 1667.

En las cortes de 1667 el proceso de control progresivo de la corona sobre el


Servicio de Millones, y por tanto sobre las Cortes, tiene un importante punto de inflexión.
Durante la Regencia de María Pineda, correspondiendo con la minoría de edad de Carlos II, y
en esas Cortes, la corona consigue que la negociación no se lleve a cabo con las veintiuna
ciudades con voto en Cortes de forma colectiva, sino individualmente con cada una de ellas.
Se utiliza la misma experiencia que tenía la corona para los reclutamientos.

Esta importante medida cambia de plano todo el sistema de negociación entre el


Rey y el Reino, y a partir de esta fecha se hace permanente. Con ello en poco menos de un
siglo la corona ha conseguido revertir la inicial naturaleza de los Servicios sin una oposición
especial por parte de las Cortes.

Con todo este proceso lo que la corona va a conseguir es controlar a las ciudades
directamente. Los corregidores van a empezar a ser personas con formación jurídico
administrativas que dependieran directamente de la corona, abandonando el nombramiento de
antiguos veteranos de guerra. Con ello se pretende eliminar la corrupción en este sector de la
administración, puesto que en muchas ocasiones, los corregidores se encuentran cercanos a
las oligarquías ciudadanas.

Además, en la administración de hacienda, van a ir concentrándose las


competencias en funcionarios reales, entre los que destaca el superintendente de rentas reales,
que a partir de 1680 comienza a concentrar estas funciones reales de impuestos. Todo ello lo
que indica es que, a lo largo del siglo XVII, se van a sentar las bases del establecimiento de un
nuevo tipo impositivo, con una administración más cercana a la actual. En ello participará una
nueva dinastía en nuestro país; la de los Borbones.

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LA EVOLUCIÓN DE LA RECAUDACIÓN EN EL
SERVICIO DE MILLONES.

2000
1800 Nominal ( en negro )
1600
1400
1200
1000
800
600
400
En plata ( en rojo )
200
0
1601 1625 1655 1685

Este gráfico, expuesto por José Ignacio Andrés Ucendo, ayuda a comprender los
problemas y las cantidades que efectivamente se cobraron de los servicios de Millones a lo
largo del siglo XVII. Entre los años 1596-1601 el Reino va a conseguir pagar las cantidades
establecidas en las escrituras. De hecho se rinde 20.3 millones de ducados, lo que era más de
la cantidad inicialmente prevista, ello a pesar de la crisis derivada de la peste Atlántica. En
1611 comienza a pagarse un nuevo servicio, el de los 17,5 millones de ducados pagaderos en
nueve años, cuyos resultados fueron parecidos.

A partir de aquí, atendiendo a los valores nominales, se distinguen tres etapas:


1- la primera es hasta los años 30, terminando en 1631 cuando la entrada del medio de
sal causó la retirada momentánea de los servicios. Durante estas tres décadas los

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valores de la paga oscilaron alrededor de los 700 millones de maravedíes anuales, lo
que la convierte en la fecha en la segunda fuente de ingresos de la monarquía.
2- Entre 1632 y 1683 se desarrolla la segunda etapa. Es la etapa de mayores ingresos por
parte de la corona. Se aportan por término medio 1500 millones de maravedíes, con lo
que se convirtieron en la principal fuente de ingreso de la monarquía.
3- Desde 1683 se abre una nueva etapa de declive que se abre con el Encabezamiento
General del Reino, que provocó un descenso en la recaudación cercano al treinta por
ciento. A partir del uno de enero de 1686 desciende aún más tras el cese de los tres
millones y las carnes.

La curva en plata nos muestra más realmente la recaudación, puesto que los impuestos
de millones se pagaban en cobre, soportando una continua deflación a lo largo del siglo por
los continuos problemas monetarios de la monarquía. No obstante la curva en plata más o
menos coincide con la nominal en cuanto a las tendencias de recaudación. No obstante el
cobrar en cobre suponía un problema puesto que los pagos que se hacían fuera de las fronteras
castellanas, tanto en la Península como en el exterior, debían realizarse en este metal.

El peor período en este sentido se produce en tiempos de Felipe IV y a


comienzos de la década de los ochenta. Coincide con grandes problemas en política
internacional que en parte pueden achacarse a este aspecto del Servicio.

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CONCLUSIONES: LA IMPORTANCIA DEL
SERVICIO DE MILLONES PARA LA MONARQUÍA.

El Servicio de Millones, como conclusión, podemos afirmar que es un buen


ejemplo de cómo se articulaba el sistema fiscal impositivo a lo largo de la edad moderna,
tanto en España como en los países de nuestro entorno.

Es, del mismo modo, un importante instrumento para ayudarnos a comprender el


clima generalizado de corrupción administrativa en nuestro país, y cómo, ante las crecientes
necesidades de numerario por parte de los monarcas, va a representar el cambio de modelo
impositivo de la última etapa de los Habsburgo, y principios de los Borbones, en la Península.

También nos ayuda a comprender el proceso de lucha política entre el Rey y el


Reino, que se centra, en el caso castellano, en la lucha por cuotas de poder entre el Rey de
turno y las ciudades con voto en Cortes.

Es importante destacar cómo esas necesidades vienen vinculadas a los


problemas en política internacional y nacional de la monarquía que van a suponer el fin de la
hegemonía de la Casa de Austria en España y Europa.

Por último también supone el destacar el intento de reacción, al menos teórico,


de un pequeño grupo de españoles que, ante lo negativo de la situación, ya, desde el siglo
XVI, avisan de la necesidad urgente de reformas en la monarquía.

Por último citar, que, a pesar de la importancia que por todo ello pueda tener
este Servicio en la historia de Castilla, hemos encontrados ciertas dificultades bibliográficas
sobre la cuestión. Sólo la tesis doctoral del citado autor José Ignacio Andrés Ucendo titulada
La fiscalidad en Castilla durante el siglo XVII: el servicio de millones, 1601-1700, parece
emplearse en su estudio monográfico. El resto de bibliografía consultada es parcial y siempre
hacen referencia a un aspecto concreto de este Servicio, no a su generalidad. Dicha tesis no se

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encuentra en el catálogo Fama de la Universidad, por lo que no ha podido ser consultada más
que parte de la misma.
No obstante, y a pesar de este inconveniente, del resto de bibliografía citada se
han podido sacar datos suficientes para comprender, al menos, la innumerable cantidad de
aristas que este Servicio supone. Esperamos que la visión sea lo conveniente dada la
naturaleza de este trabajo.

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BIBLIOGRAFÍA.

JOSÉ MARTÍNEZ MILLÁN: FELIPE II ( 1527-1598 ) EUROPA Y LA


MONARQUÍA CATÓLICA. MADRID. EDITORIAL ARTELUZ.1998
M. ARTOLA: LA HACIENDA DEL ANTIGUO RÉGIMEN. MADRID. ALIANZA.
1982.
CÁRCELES EGEA. FRAUEDE Y ADMINISTRACIÓN FISCAL EN CASTILLA. LA
COMISIÓN DE MILLONES 1632-1658: PODER FISCAL Y PRIVILEGIO JURÍDICO
POLÍTICO. PUBLICACIONES DEL BANCO DE ESPAÑA. MADRID. 1994.
BARTOLOMÉ BENNASSAR Y OTROS: ESTADO, HACIENDA Y SOCIEDAD
EN LA HISTORIA DE ESPAÑA. VALLADOLID. UNIVERSIDAD DE
VALLADOLID.1989.
JOSÉ IGNACIO ANDRÉS UCENDO: ARTÍCULO SOBRE FELIPE II Y LOS
SERVICIOS DE MILLONES.
JULIO D. MUÑOZ RODRÍGUEZ: ARTÍCULO SOBRE LA NEGOCIACIÓN,
BENEFICIO Y FIDELIDAD EN LA CORONA DE CASTILLA ( 1667-1712).
UNIVERSIDAD DE MURCIA.

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TRABAJO REALIZADO Y PRESENTADO POR LOS ALUMNOS DE
SEGUNDO CURSO TURNO DE TARDE:

ANA ROSA BARBA VICENTE


FERNANDO BARRERO GARCÍA.

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