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Tecnología óptica
Lentes oftálmicas, diseño y adaptación
Jesús Caum Aregay - Begoña Doménech Amigot
José Ramón Flores Seijas - Marta Fransoy Bel
Laura Guisasola Valencia - Consuelo Hernández Poveda
Carlos Illueca Contri - Marta Lupón Bas
Joan A. Martínez Roda - Santiago Royo Royo
Francesc Salvadó Arqués - Joan Salvadó Arqués
M. Mar Seguí Crespo - M. Luisa Vera Tenza
Tecnología óptica
Lentes oftálmicas, diseño y adaptación
EDICIONS UPC
La presente obra fue galardonada en el tercer concurso
"Ajuts a l'elaboració de material docent" convocado por la UPC.
Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del copyright, bajo las sancio-
nes establecidas en las leyes, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedi-
miento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella
mediante alquiler o préstamo públicos.
Prólogo
Cuando Marta Fransoy me propuso escribir el prólogo para el libro Tecnología óptica accedí de inme-
diato y, es más, lo tomé no como una carga sino más bien como un honor:
En primer lugar porque Joan Salvadó fue un buen amigo, tenía unos criterios respecto a la ense-
ñanzas de la óptica muy similares a los míos, y un sentido de la responsabilidad y el deber que
siempre admiré. No se dejaba manejar y su forma de actuar fue siempre acorde con sus crite-
rios, a mi juicio, acertados.
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En segundo lugar, la tecnología fue mi asignatura en la Escuela de Madrid y por tanto siempre
estuve muy relacionado con ella. Tanto la tecnología de la óptica de precisión como la propia
de la oftálmica fueron para mí, y han sido siempre, materias preferentes de estudio.
Con estas dos justificaciones podía quedar como un señor demostrando mi gratitud por participar con
mi modesta aportación en un tema tan grande, ya que para mayor bochorno para los que trabajamos en
este tema durante muchos años, no hay ningún tratado importante en castellano. Lo cierto y curioso es
que tampoco hay gran cosa en otras lenguas. La razón de esta falta tal vez haya que buscarla en el
hecho de que hasta nuestros días -después de la II Guerra Mundial- todo lo relacionado con el vidrio
óptico y la óptica era casi secreto militar. Cada cual guardaba celosamente sus conocimientos, sin duda
debido a reminiscencias medievales. Pero hay más. Leyendo las actuales publicaciones de óptica, da
la impresión que este tema de la tecnología no merece la atención del óptico de hoy en día... Como por
otra parte sabemos que genios como Galileo y Newton, que sin duda no precisan presentación, talla-
ban y pulían sus propias lentes, llego a la manifestación final diciendo que: ha sido una gran satisfac-
ción ver cómo, aunque sea a nivel de escuela, todavía se considere la tecnología, como lo que es, una
asignatura básica. O sea ¡IMPRESCINDIBLE!
El conocimiento de las técnicas propias del vidrio se remonta al albor de la historia, desde su fabrica-
ción hasta su manejo, para convertirse primero en concentrador de rayos solares con fines mítico-reli-
giosos, y, perdido el misterio, ser empleado como encendedor para, al fin, en el siglo XVIII transfor-
marse en ayuda visual, posibilitando la lectura a los ancianos.
Han de pasar 200 años más para que el milagro se complete bajo la geometría de la lente negativa, para
ayuda de los miopes... Y por último ya, en una carrera prodigiosa, llega hasta nuestros días lo que nació
como arma por su dureza, adorno, esmalte, a conformarse en: lentes tóricas, cilíndricas, bifocales, tri-
focales, prismáticas, asféricas, progresivas, y un gran etcétera.
Si a todo este abanico de elementos de corección, o como algunos dicen «de compensación», añadi-
mos la tecnología instrumental y pasamos a los problemas propios de la óptica de sistemas, tenemos
un mundo apasionante, genial, que nos permite ahondar tanto en el mundo de lo más pequeño a través
de la microscopía, como poner al alcance de la mano las estrellas, con los telescopios.
Siempre pensé, admito la existencia de distintos criterios, que la profesión de óptico queda cubierta por
dos disciplinas que abarcan su totalidad: la óptica fisiológica y la tecnología óptica. ¡Cuidado!... Que
nadie piense que pretendo marginar al resto de materias. Hay que dejar sentado el imprescindible ele-
vado: conocimientos de matemáticas, de óptica geométrica y óptica instrumental.
Todo lo demás que queramos añadir a su formación... ¡Magnífico!... Pero, no en vez de, sino además
de, y teniendo en cuenta (y ahora cambio de terreno de juego) su rentabilidad. Porque también la for-
mación es un bien costoso y escaso, y por lo tanto ha de ser rentable.
Espero que este tratado de Tecnología óptica, obra de Joan Salvadó y Marta Fransoy, que viene a
cubrir un hueco lamentable, será de gran utilidad no sólo para nuestros ópticos sino además, espero que
será de gran ayuda para todos los profesionales de Latinoamérica.
(*)
Físico por la Facultad de Ciencias de Zaragoza
Becario del Instituto de Óptica Daza de Valdés
Ingeniero Óptico por el CSIC
Becario de la Fundación Juan March
Becario del Ministerio de Asuntos Económicos Francés
Máster en dirección de empresas por ESADE
Ex colaborador del Instituto de Óptica
Ex profesor y fundador de la Escuela de Óptica de Madrid
Ex profesor de la Escuela de Óptica de Terrassa
Ex director del gabinete científico de INDO
Ex presidente de la Campaña de Protección Ocular
Los autores de este libro nos sentimos, ante todo, en deuda con su creador, aquel que lo concibió por
primera vez, un gran amigo y compañero, Joan Salvadó.
Su entusiasmo por la idea de recopilar las enseñanzas de la tecnología óptica lo llevó a traducir diver-
sos artículos de la revista Alemana Der Augenoptiker, que hasta la fecha han sido referencia obligada
para docentes y estudiantes de esta materia, y que se han utilizado como bibliografía en muchos capí-
tulos.
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Con su afán de llegar más lejos, propuso el proyecto de escribir el primer libro de tecnología óptica a
todas las escuelas de óptica de España, en la Reunión Nacional de profesores de tecnología óptica que
se celebró en Terrassa en el año 1993. El resultado está en vuestras manos.
Pasará mucho tiempo y muchas revisiones hasta que esta obra alcance la perfección a la que él siem-
pre aspiraba. Pero estamos aquí, conscientes de que queda mucho por delante, y dispuestos a escuchar
vuestras sugerencias y comentarios.
Creemos que este libro, además de ser una herramienta importante para los estudiantes de la diploma-
tura, será además bien recibido por los profesionales, por el enfoque global de una disciplina que con-
forma una parte tan importante de la labor del óptico-optometrista.
Queremos agradecer sinceramente a todos aquellos que nos habéis ayudado durante este proceso,
directa o indirectamente, con vuestros consejos y vuestro soporte moral. Es comprometido hacer una
lista con todos vosotros. Por eso, comprenderéis que mencionemos sólo a tres personas sin cuya con-
tribución este texto no estaría hoy aquí. Gracias, Sílvia Villanueva, Pau Ferrara y Fuco Martínez.
A Joan
Los autores
I INTRODUCCIÓN
Vidrio inorgánico
1.1 Tipos de vidrio óptico y propiedades .................................................................................... 21
1.2 Requerimientos del vidrio ideal............................................................................................. 26
1.3 Presentación del vidrio óptico ............................................................................................... 26
1.4 Proceso de fabricación de lentes minerales ........................................................................... 29
Materiales orgánicos
1.5 Tipos de materiales orgánicos y propiedades........................................................................ 35
1.6 Proceso de fabricación de lentes orgánicas ........................................................................... 36
2 Fabricación de monturas
Monturas plásticas
2.1 Materiales para monturas plásticas........................................................................................ 39
2.2 Proceso de fabricación de monturas plásticas ....................................................................... 44
Monturas metálicas
2.3 Materias primas, metales y aleaciones .................................................................................. 48
2.4. Proceso de fabricación de monturas metálicas..................................................................... 49
2.5. Tipos de soldadura ................................................................................................................ 51
2.6. Tratamientos superficiales .................................................................................................... 52
3 Lentes esféricas
3.1 Superficies ópticas esféricas .................................................................................................. 55
3.2 Curvatura................................................................................................................................ 56
3.3 Espesor y peso ....................................................................................................................... 57
3.4 Concepto y tipos de potencia................................................................................................. 59
3.5 Relación peso-potencia .......................................................................................................... 71
4 Lentes asféricas
4.1 Superficies ópticas asféricas .................................................................................................. 75
4.2 Parámetros de las lentes oftálmicas asféricas........................................................................ 77
4.3 Espesor y peso ...................................................................................................................... 78
4.4 Potencia.................................................................................................................................. 79
4.5 Comparación entre lentes esféricas y asféricas ..................................................................... 80
4.6 Producción actual de lentes asféricas .................................................................................... 82
5 Lentes astigmáticas
5.1 Superficies ópticas astigmáticas ............................................................................................ 85
5.2 El haz astigmático ................................................................................................................. 86
5.3 Lentes cilíndricas .................................................................................................................. 88
5.4 Lentes esferocilíndricas ......................................................................................................... 90
5.5 Lentes bicilíndricas ............................................................................................................... 91
14
5.6 Lentes esferotóricas .............................................................................................................. 96
5.7 Espesores en lentes astigmáticas ........................................................................................... 98
5.8 Reglas de transposición ........................................................................................................ 100
5.9 Cálculo exacto de lentes astigmáticas ................................................................................... 105
5.10 Efecto cilíndrico................................................................................................................... 106
5.11 Medida de lentes astigmáticas ............................................................................................. 106
5.12 Orientación y marcado de lentes astigmáticas..................................................................... 108
9 Prismas oftálmicos
11 Desequilibrios prismáticos
14 Lentes progresivas
14.1 Superficies progresivas ........................................................................................................ 202
14.2 Elementos de diseño de las lentes progresivas.................................................................... 208
14.3 Comportamiento de una lente progresiva............................................................................ 210
14.4 Lentes progresivas ocupacionales........................................................................................ 213
15 Adaptación de multifocales
Adaptación de bifocales
15.1 Análisis de los desequilibrios prismáticos........................................................................... 217
15.2 Control prismático en bifocales ........................................................................................... 219
15.3 Elección del bifocal idóneo ................................................................................................. 221
16
15.4 Normas de centrado de bifocales. Elección de la montura ................................................. 223
15.5 Normas de centrado de trifocales ........................................................................................ 226
VI LENTES DE PROTECCIÓN
18 Tratamientos antirreflejantes
18.1 Reflejos parásitos en lentes oftálmicas................................................................................ 253
18.2 Tratamientos antirreflejantes en lentes minerales ............................................................... 254
18.3 Tratamientos antirreflejantes en lentes orgánicas................................................................ 256
18.4 Métodos de producción de los tratamientos antirreflejantes ............................................... 256
19 Diseño de monturas
19.1 Proceso de diseño de monturas............................................................................................ 259
19.2 Tipología de las monturas.................................................................................................... 260
19.3 Medidas de las monturas ..................................................................................................... 263
19.4 Tipología del rostro.............................................................................................................. 265
19.5 Medidas faciales .................................................................................................................. 266
19.6 Relación de tipologías: elección de la montura................................................................... 268
19.7 Diseño y moda ..................................................................................................................... 268
21 Adaptación de prescripciones
17
21.1 Elección de la montura ....................................................................................................... 277
21.2 Elección de las lentes según la prescripción ....................................................................... 278
21.3 Toma de medidas de centrado ............................................................................................. 279
21.4 Proceso de centrado ............................................................................................................. 279
21.5 Problemas de centrado y soluciones.................................................................................... 281
21.6 Proceso de montaje .............................................................................................................. 282
21.7 Control de calidad del montaje............................................................................................ 282
21.8 Causas usuales de inadaptación a las gafas ......................................................................... 283
La existencia del vidrio se remonta a las antiguas civilizaciones. Ya los egipcios, 1.500 años antes de
Cristo lo utilizaban como esmalte, y en el Antiguo Testamento aparecen referencias sobre la utiliza-
ción del vidrio en utensilios domésticos. Durante el imperio romano, además de surgir las teorías emi-
sionistas e inmisionistas de la visión por parte de filósofos y eruditos como Pitágoras, Sócrates, Platón
y Aristóteles, se descubre la propiedad del vidrio de variar el tamaño de las imágenes.
19
Hacia el siglo X, en el imperio árabe, Alhazen, después de estudiar a griegos y romanos, en su Optice
Thesaurus, explica las leyes de la refracción de medios gruesos a delgados, y estudia la visión bino-
cular.
Ya en Europa, el monje franciscano Roger Bacon, en su Opus Major (1267), reconoce la utilidad de
los segmentos de esfera de vidrio como «útil instrumento para las personas ancianas y aquellas que tie-
nen los ojos débiles, pues ellas pueden ver así letras pequeñas con grandor suficiente». Cuando se
inventan las gafas, a finales del siglo XIII, sólo son utilizadas por los monjes en visión próxima. Son,
pues, gafas de présbita y generalmente con lentes de geometría biconvexa, sin un diseño determinado.
Las gafas más antiguas que se conservan, halladas en 1953 en el monasterio de Wienhausen, son de
madera de tilo, una de las lentes es biconvexa de +3,75 D y color amarillo, y la otra verde y de poten-
cia +3,00 D. La diferencia de tonos del vidrio y de simetría en las potencias demuestra la dificultad en
la fabricación de vidrio transparente, y que las lentes se aparejaban por aumentos parecidos una vez
pulidas.
A mediados del siglo XV, con la invención de la imprenta, los libros salen del ámbito monacal, al
popularizarse la lectura, y empiezan a pintarse retratos de «civiles» con gafas, pero siempre para visión
próxima. Sólo a finales de este siglo empiezan a utilizarse las lentes cóncavas para visión lejana.
Durante el siglo XVI, se inician los estudios sobre la visión (Maurolico, Della Porta, Platter), pero no
es hasta el siglo XVII, con Kepler, Snell, Descartes, y Scheider entre otros, cuando se estudia el siste-
ma dióptrico del ojo.
Daza de Valdés, en 1623, escribe el libro Uso de los antoios para todo género de vistas, donde se dife-
rencia la miopía de la presbicia, y se describen distintos grados de ametropía. De esta misma época es
el retrato, pintado por Velázquez, de Quevedo con gafas de muelle y lentes negativas, a partir del que
todavía hoy se conoce este tipo de gafas como «quevedos».
A principios del siglo XIX, Young describe el astigmatismo a partir del estudio de su propio ojo; será
resuelto matemáticamente por Sturm, y corregido con lentes planocilíndricas por Airy. También en
esta época, Wollaston plantea la corrección de las aberraciones oblicuas en las lentes oftálmicas, pero
las soluciones que obtiene no son fabricables, por no disponer de la tecnología necesaria.
A mediados del siglo XIX, Petzval (1840) diseña para el óptico vienés Vöigtlander, el primer objetivo
doble, y establece la condición de anastigmatismo y aplanatismo de campo, que aún son vigentes. Por
este motivo, las lentes exentas de curvatura de campo, también llamadas aplanáticas, se conocen como
lentes de Petzval.
A finales del siglo XIX se establecen las bases de lo que es la óptica fisiológica moderna (Purkinje,
Listing, Von Helmholtz, Javal y Donders). Ostwald replantea los estudios de Wollaston y halla solu-
ción al astigmastismo marginal.
Ya entrado el siglo XX, Von Rohr, a partir de los estudios de Tscherning, fabrica las primeras lentes
menisco, conocidas como lentes puntuales, que son comercializadas por Zeiss. Durante todo este siglo
se han estado utilizando variaciones sobre estos primeros diseños, hasta que la aparición de generado-
res de superficies ópticas por control numérico permite, desde hace 15 años, la utilización de superfi-
20
cies asféricas en lentes oftálmicas.
En este capítulo se presentan los materiales utilizados para la fabricación de lentes y prismas (vidrio y
plásticos), y se analizan sus propiedades no de forma exhaustiva, puesto que existe una extensa biblio-
grafía que se ocupa de ello, sino exclusivamente haciendo referencia a aquellas características de apli-
cación directa en la óptica oftálmica.
Vidrio inorgánico
21
El vidrio utilizado en óptica oftálmica es un material formado por la fusión de óxidos inorgánicos, de
los cuales la sílice normalmente es una parte sustancial. Debe ser incoloro, con un valor definido de
índice de refracción, libre de burbujas, nódulos, estrías y tensiones, y altamente transparente y homo-
géneo. La facilidad con que se pueden trabajar sus superficies y el hecho de que sea transparente a la
radiación visible lo hacen especialmente adecuado para su utilización en la compensación.
Propiedades ópticas
Índice de refracción
El índice de refracción caracteriza el medio por el que se propaga la luz y se define como
n= c (1.1)
v
En la tabla 1.1 se indican las longitudes de onda con las que se opera más frecuentemente, con
su notación.
Tabla 1.1
El vidrio oftálmico toma valores de nd que oscilan entre 1.52300 y 1.88500. Como veremos más
22
adelante esta propiedad está fuertemente relacionada con la densidad del material y será uno de los fac-
tores determinantes a la hora de escoger un material. Los índices elevados implican dioptrios de cur-
vas planas, por lo tanto las lentes de alto índice son más delgadas que las de bajo índice.
D = dn = nF – nC (1.3)
dλ nd - 1
En óptica oftálmica, sin embargo, se utiliza habitualmente su valor inverso, que se denomina
número de Abbe y se simboliza por una ν, porque es mucho más fácil de manejar (1.4). Tanto la dis-
persión relativa como el número de Abbe, son adimensionales. Valores elevados de ν indican menor
dispersión que los valores menores, y son los más deseables en lentes oftálmicas.
v d = 1 = nd - 1 (1.4)
D nF - nC
Cuando un haz de luz incide sobre una superficie transparente y lisa como lo es la de un dioptrio, una
parte se transmite o refracta, otra parte es reflejada y otra parte la absorbe el material (también pueden
ocurrir otros fenómenos como la difusión, la polarización o las interferencias a los que no haremos
referencia). En función de lo expuesto, el flujo incidente (Φ) puede expresarse como sigue:
φ = φT + φR + φA (1.5)
donde ΦT, ΦR y ΦA son los flujos transmitido, reflejado y absorbido respectivamente. A partir de la
relación entre cada uno de estos flujos y el flujo total, se definen los coeficientes de transmisión o trans-
mitancia (T), de reflexión o reflectancia (R) y de absorción o absortancia (A):
T = φT ; R = φR; A = φA (1.6)
φ φ φ
de manera que T + R + A = 1.
Cuando la luz incidente es monocromática, existe otra expresión para el coeficiente de reflexión
R, calculado a partir de la fórmula de Fresnel:
2
R = n- n' (1.7)
n + n' 23
donde n es el índice de refracción del vidrio, y n’ el índice de refracción del medio incidente. Para un
vidrio de índice n, sumergido en aire:
2
R = n- 1 (1.8)
n+ 1
2m
R = 1 - 1 - n- n' (1.9)
n + n'
En óptica oftálmica cuando nos movemos en el rango del visible son importantes sobretodo T
y R, y se puede despreciar A. Al tratar las lentes de protección frente a la radiación veremos que el
rango de espectro que nos ocupa es más amplio (incluye el ultravioleta y el infrarrojo) y la absortan-
cia tomará mayor relevancia. De la expresión (1.7) se desprende que cuanto más elevado es el índice
de refracción, mayores son las pérdidas por reflexión. Para un vidrio de índice 1.500, R = 0,04. Esto
quiere decir que las pérdidas de luz por reflexión en cada superficie de una lente fabricada con dicho
vidrio son del 4%. En la tabla 1.2 se indica el porcentaje de pérdidas por reflexión en una lente, en fun-
ción del índice del material y, en consecuencia, el porcentaje de transmisión.
n %R %T
1.523 8.41% 91.59%
1.600 10.37% 89.63%
1.700 13.00% 87.00%
Propiedades físicas
Densidad
Es la relación entre la masa y el volumen que ocupa. Se expresa generalmente en g/cm3 y a una tem-
peratura de 25°C. Este parámetro está directamente relacionado con el peso y, por lo tanto, es impor-
tante tenerlo en cuenta. En general se asocia densidad elevada a alto índice de refracción y elevada dis-
persión (bajo número de Abbe) pero, como veremos más adelante, actualmente se consiguen
materiales densos con un valor de número de Abbe medio y materiales muy ligeros con índice de
refracción medio.
α = 1 dl (1.10)
l dT
Se trata de una característica importante en óptica oftálmica, puesto que influye en procesos
como el templado térmico, la fusión, la fusión del segmento en bifocales, el recocido durante la fabri-
cación del vidrio y el depósito de multicapas.
Viscosidad
La podemos definir como el rozamiento interno de los fluidos. Un sólido se supone que tiene viscosi-
dad infinita mientras que a un fluido perfecto se le supone una viscosidad nula. Hablar de viscosidad
del vidrio sólo tiene sentido durante su proceso de fabricación, a temperaturas que superan los 500°C,
donde realmente será un parámetro que se debe controlar perfectamente. En la tabla 1.3 se muestra los
valores de viscosidad de algunos materiales en comparación con la del vidrio a distintas temperaturas.
El comportamiento del vidrio al aumentar la temperatura, y por tanto su proceso de fusión (figu-
ra 1.1), se ilustra mediante una curva característica de temperatura frente a una escala logarítmica de
la viscosidad (en la tabla 1.3 se puede comprobar la necesidad de utilizar logη, debido al orden de mag-
nitud de variación de la viscosidad en un intervalo de temperatura de 20°C a 1.500°C). En esta curva
se ponen de manifiesto las temperaturas que corresponden a las viscosidades que debe tomar el vidrio
en las distintas etapas de su fabricación: punto de transformación, punto de ablandamiento y punto de
hundimiento, entre otros.
Dureza
En general al hablar de vidrio nos referimos a la dureza al rayado, que es la resistencia que opone el
material a ser rayado, y a la dureza a la abrasión, que está relacionada con la facilidad con que puede
tallarse. En la escala de dureza de Mohs, el vidrio se sitúa entre los valores 5 y 6.
Propiedades químicas
En general el vidrio es resistente a los productos químicos pero lo atacan el ácido fluorhídrico, el ácido
fosfórico y los álcalis concentrados a elevada temperatura, y pierde transparencia. Asimismo, es resis-
tente a los agentes atmosféricos y solamente es vulnerable si se somete a condiciones muy extremas
de humedad y temperatura.
Para la clasificación del vidrio, los fabricantes se refieren preferentemente al índice de refracción y al
número de Abbe. En las figuras 1.2a y 1.2b se muestra la información que proporcionan dos fabrican-
tes de vidrio en el caso de un material crown.
Como se puede observar, los fabricantes aportan datos referentes a las propiedades tratadas
anteriormente: índice de refracción para diferentes longitudes de onda, número de Abbe, densidad,
coeficiente de dilatación lineal, conductividad térmica, viscosidad, dureza transmitancia, resistencia
mecánica y química.
El fabricante Corning clasifica sus vidrios en crown, índices medios y elevados, crown de bario,
y fotocromáticos. Utiliza un código identificador y especifica si el material es blanco o de color. Ade-
más de indicaciones sobre su utilización y tratamientos para la óptica oftálmica (bloques, segmentos,
templado). También proporciona las curvas de transmitancia espectral para las longitudes de onda
desde 250 nm hasta 1800 nm.
La firma Schott en su código utiliza unas letras que indican si el material es crown (K) o flint
(F) y además caracteriza su composición (por ejemplo BAK = crown de bario). A continuación indi-
ca un número que especifica su posición en un mapa nd = f(νd) del que posteriormente hablaremos. Por
último incorpora seis dígitos, los tres primeros son los tres primeros decimales ajustados del nd y los
tres últimos indican el número de Abbe (número entero de dos cifras más el primer decimal ajustado).
En la figura 1.3 se presenta un diagrama donde se agrupan los vidrios por familias, en función de la
composición.
DURABILIDAD QUIMICA
.-al agua
Norma AFNOR(NF B 35601) 3 A remarcar:
(1)
.-a ácidos 1
Norma DIN (12.116)
Test AO - Pérdida de peso en mg/cm 2 <0.01
(1)
.-a Álcalis
Norma AFNOR(NF B 35602) 1
(1)Método DIN idéntico al método ANFOR
POSIBLES TRATAMIENTOS
.Templado químico: NO
.Templado térmico: SI . Tratamientos de vacio: SI
(Antireflectante y coloración)
CORNING-FRANCE
Las superficies que delimitan las lentes oftálmicas se caracterizan por su geometría (radio de curvatu-
ra, diámetro) y por su rugosidad.
El fabricante, a partir de un bloque de vidrio, deberá obtener en cada una de sus caras una deter-
minada superficie para conseguir la lente terminada. En este apartado se analizan los distintos pasos a
29
seguir para la obtención de una de estas superficies.
En un estudio previo se definen los parámetros propios de la superficie, y a partir de aquí se
conocerá: el radio de curvatura (sagita) y el diámetro de la lente. Simultáneamente se impone que la
rugosidad superficial media sea menor que 0.1 µm.
Se parte del bloque de vidrio del que se desea obtener la lente. La geometría de este bloque es
la de un cilindro macizo, en el que la superficie que consideraremos superior es convexa y la superfi-
cie inferior es cóncava; el diámetro de este cilindro debe de ser mayor o igual al de la lente que pre-
tendemos obtener. Las rugosidades de las superficies superior e inferior antes de ser trabajadas pueden
ser de algunas décimas de milímetro.
Bloqueado
El objetivo de este proceso es adaptar al bloque de vidrio un suplemento que permita su sujeción en
las máquinas de cada una de las etapas a seguir para la obtención de una superficie óptica.
Para proceder al bloqueado se recubre la superficie opuesta a la que se va a trabajar con una
laca o una lámina plástica autoadhesiva, con lo que se mejora su adherencia a la vez que se protege de
posibles agresiones que la podrían deteriorar. Con una aleación, cuyos componentes principales son:
Bi, Pb, Sn y Cd; y cuya temperatura de fusión oscila entre 45 y 80°C; el fabricante obtiene un cilindro
que queda perfectamente adherido sobre la lámina plástica. En la parte central, este cilindro posee un
agujero pasante a través del cual se podrá efectuar la medida del espesor de centro de la lente. En la
parte superior del suplemento existen los anclajes necesarios para la adaptación del conjunto a las dis-
tintas máquinas. El desbloqueo del vidrio y el consiguiente reciclado de la aleación se consiguen
sumergiendo todo el conjunto en un recipiente termostatado, con agua a una temperatura mayor de 80°C,
1
2
Generado
que una muela es un cilindro de bronce hueco cuyo diámetro exte- Cilindro
metálico
rior oscila entre 50 y 120 mm y el ancho de pared puede ser de 3
a 6 mm. En la figura 1.5 se representa una sección. El sistema de
sujeción, que corresponde a la parte más estrecha, normalmente
posee una rosca interior y el agujero es pasante, pues debe permi- Diamante
sintético
tir la evacuación del refrigerante. La zona diamantada, que corres- r D/2
ponde a la parte inferior de la muela, es la que está en contacto con
la superficie de vidrio y está recubierta de partículas de diamante Fig. 1.5 Sección de una muela
sintético, adheridas al bronce con un aglutinante; su tamaño medio
oscila entre 50 y 100 µm; de él dependerá el grado de rugosidad de la superficie una vez generada. La
terminación de esta zona es circular, con radio r.
El radio de curvatura (R), generado en la superficie, depende del diámetro efectivo de la muela
(D), del radio (r) de la zona diamantada y del ángulo α que forman los dos ejes de rotación. Las rela-
ciones entre estos tres parámetros en el caso de generar una superficie convexa es:
senα = D (1.11)
R+ r
senα = D (1.12)
R-r
31
La justificación de estas expresiones se encuentra en varias de las referencias bibliográficas de
este capítulo.
El refrigerante, compuesto por una mezcla de agua con taladrina, permite que la temperatura
en la zona del vidrio donde se produce el arranque de material, y la temperatura en la zona diamanta-
da de la muela no sea excesiva para estos componentes. También produce un arrastre del polvo de
vidrio que se deposita entre las partículas de diamante de la muela.
Tipos de generadores: en el mercado actual, los generadores más modernos son máquinas equi-
padas con control numérico (CNC), que permiten generar todo tipo de superficies de revolución (esféri-
cas, asféricas y tóricas) y de no revolución (progresivas), con lo que puede obtenerse así cualquier tipo
de superficie de las empleadas en las lentes oftálmicas. Antes de la aparición de los generadores equipa-
dos con CNC, la generación de superficies tóricas se resolvía motorizando el desplazamiento horizontal
de la muela, (10) en la figura 1.4, que debe describir una trayectoria curvilínea, cuyo radio de curvatura
es el de la base del toro que se pretende generar. En este caso el radio del cilindro se obtiene ajustando el
valor del ángulo α (los conceptos de radio de base y cilindro de una superficie tórica se desarrollarán en
el capítulo 5). En la actualidad se han desarrollado generadores equipados con CNC que generan la super-
ficie punto a punto; principalmente se emplean en la talla de lentes de policarbonato.
Afinado
El objetivo del proceso es conseguir que el radio de curvatura de la superficie sea exactamente el deseado,
además de reducir la rugosidad superficial hasta obtener un valor medio de 1µm. El proceso del afinado
consiste en el arranque de material por medios mecánicos, y se consigue por fricción entre la superficie a
afinar y un molde. El tiempo de proceso oscila entre 10 y 30 segundos, en función de varios factores, tales
como la diferencia entre el radio de la superficie de vidrio y el del molde, la rugosidad media de la super-
ficie antes del afino, la presión de trabajo y el tipo de abrasivo como factores más significativos.
Descripción del molde: los moldes se construyen a partir de cilindros metálicos, en los que una
de las superficies se mecaniza de tal manera que permite su anclado en la máquina de afino, y la opues-
ta, que denominaremos superficie activa del molde, se mecaniza de manera que sea un negativo de la
superficie que pretendemos afinar.
Hablaremos de molde diamantado cuando en la superficie activa del mismo se adhieren partí-
culas de diamante sintético para producir la abrasión sobre el vidrio. Este tipo de moldes deben de ser
refrigerados correctamente para evitar el desprendimiento del diamante y la acumulación de partículas
de vidrio entre las de diamante pues si esto sucede se reduce mucho la efectividad del molde. Como
refrigerante se empleará una mezcla de agua y taladrina.
Existe otro tipo de molde, en el que la superficie activa se recubre con una chapa (pad) cuyo
espesor es de 0.5 mm y de un material más blando que el propio molde, por ejemplo de latón, alumi-
nio o zinc, con el objetivo de que el desgaste que se produce durante el proceso de afino sólo afecte a
la chapa y no a su superficie activa. Periódicamente esta chapa debe de sustituirse, consiguiéndose así
una mayor duración del molde. Si se emplean este tipo de moldes, el abrasivo, compuesto de óxidos
metálicos, se añade al agua que actúa como refrigerante.
En la figura 1.6 se representa una vista superior de un molde con chapa pegada, donde se pue-
den observar los canales de evacuación del refrigerante y abrasivo. También se indica una sección
transversal donde se aprecia la loca-
lización de la chapa protectora (1),
el cuerpo del molde (2) y la zona
que permite la sujección del molde
32
(3).
La estructura básica de una afi-
nadora consta de las siguientes par-
tes, tal como se indica en la figura 1.7.
El sistema de anclaje (1) transmite
el movimiento al bloque de aleación
Fig. 1.6 Vista lateral y superior de un molde con pad que sujeta la lente que se está afi-
nando.
El soporte de aleación (2) adherido a la lente permite su sujeción en las distintas máquinas que
intervienen en el proceso de obtención de una superficie terminada.
La lente en proceso (3).
El molde (4).
El sistema de sujeción del molde a la máquina de afino (5). Las máquinas modernas incorporan
elementos neumáticos que permiten una rápida sustitución del molde. En algunos modelos, a este con-
junto se le imprime un movimiento igual que a la lente pero de amplitud menor y sentidos opuestos,
con el fin de reducir el tiempo de proceso.
El cuerpo principal de la máquina (6).
El depósito (7) donde se almacena la suspensión compuesta por el refrigerante y el abrasivo o
la taladrina.
El arranque de material se consigue por el efecto del abrasivo, el movimiento entre la superfi-
cie a afinar y el molde, y se favorece con el aumento de presión que se ejerce entre el vidrio y el molde.
La trayectoria del movimiento entre la superficie a afinar y el molde se representa en la figura 1.8. En
el caso de afinar superficies de revolución, el bloque de vidrio puede tener un movimiento de rotación
alrededor de su eje, tal y como ya se ha comentado en la generación de la superficie.
Pulido
La situación del mercado actual (plazos de entrega de lente terminada lo más cortos posible, muy ele-
vado número de variables en cuanto a potencia, índice de refracción, tratamientos superficiales, etc.)
obliga al fabricante de lentes oftálmicas a adoptar una solución de compromiso entre el número de len-
tes terminadas que debe de tener almacenadas y el grado de eficacia que deben de tener sus talleres de
terminado de lentes. En la actualidad se está imponiendo la fabricación de lentes semiterminadas, en
las que se ha generado, afinado y pulido la superficie convexa, y se ha dejado en bruto la superficie
cóncava, así como un determinado espesor de centro y diámetro. Estas lentes semiterminadas son
sometidas a un control de parámetros y de calidad superficial antes de ser almacenadas.
Tabla 1.4
Tabla 1.5
Terminadas Semiterminadas
Objetivo: Obtención de un gran número de lentes Objetivo: Obtención de un gran número de
iguales totalmente terminadas semiterminados iguales
Elección del diseño de la lente: Definición de la geometría del semiterminado:
Se fijan los parámetros de la lente Determinación del radio de la superficie anterior
Un sistema informático relaciona estos y de los espesores
parámetros para conseguir el diseño más adecuado
Elección del bloque y utillajes necesarios: Elección del bloque y utillajes necesarios:
Se escoge el bloque más adecuado Se escoge el bloque más adecuado
(material, diámetro, espesores) (material, diámetro, espesores)
Se escogen los moldes para el afino y pulido Se escogen los moldes para el afino y pulido
para cada superficie
Preparación maquinaria: Preparación maquinaria:
Maquinaria muy rápida y automatizada Maquinaria muy rápida y automatizada.
La puesta en marcha del proceso es escalonada La puesta en marcha del proceso es escalonada
Se emplean moldes diamantados en el afino y Se emplean moldes diamantados en el afino y
con recubrimiento de poliuretano en el pulido con recubrimiento de poliuretano en el pulido
Generación de la superficie anterior: Generación de la superficie anterior:
Consta de cuarto etapas: sujeción, generado, Consta de cuarto etapas: sujeción, generado, afinado y pulido
afinado y pulido
Control: Control:
Muestreado, con una frecuencia que depende de Unitario, se controla la calidad superficial, la 35
la fiabilidad de la maquinaria sagita de la superficie anterior y los espesores
Generación de la superficie posterior: Empaquetado y almacenaje
Consta de cuatro etapas: sujeción, generado,
afinado y pulido
Control:
Unitario, control de la calidad de las superficies
y de la masa
Control de potencias y espesores
Empaquetado y almacenaje
Materiales orgánicos
Los materiales que denominamos orgánicos o plásticos son producto de la polimerización de cadenas
que contienen básicamente carbono, hidrógeno y oxígeno.
Aunque las primeras materias plásticas aparecieron a finales del siglo XIX, no es hasta el segundo
tercio del siglo XX cuando aparecen productos utilizables en óptica oftálmica. El primero en utilizarse fue
el polimetilmetacrilato (PMMA) aunque en el campo de la óptica oftálmica actualmente se utiliza poco.
Los materiales que cobran mayor importancia en el segundo tercio del siglo XX en el campo
de las lentes oftálmicas (de prescripción y de protección) son el carbonato de dialilglicol (CR-39) de
nd = 1.498, νd = 55.30 y el policarbonato (PC) de nd = 1.585, νd = 30.
Actualmente se están desarrollando una gran variedad de materiales orgánicos de índices más
elevados (1.500, 1.523, 1.600, 1.700) que les permite competir con los productos minerales.
Para describir las propiedades de los materiales plásticos estableceremos una relación con las
que se han descrito al tratar el vidrio mineral, comparando ambos materiales. En términos generales
los materiales plásticos tienen índices de refracción inferiores a los minerales. Aunque actualmente
está totalmente normalizado el uso de material orgánico de índice 1.600 ya se han comercializado len-
tes con material cuyo índice es 1.700.
El CR-39 y los materiales plásticos con índice medio no son muy dispersores (número de Abbe
similar al del crown) pero los de alto índice son tan dispersores como el material flint.
El porcentaje de transmisión, tal y como hemos visto anteriormente, solamente depende del
índice de reafracción y no de que el material sea inorgánico u orgánico. El corte en el ultravioleta (UV)
suele ser más elevado y más en el PC que en el CR-39.
La densidad es el parámetro característico de los materiales orgánicos, puesto que es del orden
del 40% menor que la de los minerales (ρCR-39 = 1.32 gr/cm3, mientras que ρcrown= 2.54 gr/cm3), y en
este caso aunque el índice de refracción varíe, la variación de densidad es casi despreciable. Por ello
el gran argumento de las lentes orgánicas frente a las minerales es la reducción de peso.
Al ser mejores conductores del calor, presentan la ventaja de empañarse menos cuando se some-
ten a cambios bruscos de temperatura.
La otra gran ventaja de los materiales orgánicos es la resistencia a los golpes (baja fragilidad).
El CR-39 es unas veinte veces más resistente a la rotura que el vidrio y el PC todavía lo es más, por lo
que se utiliza básicamente en lentes de protección.
Uno de los peores inconvenientes que aún hoy en día no se ha conseguido superar es la poca
dureza que ofrecen los materiales plásticos, que hace que se rayen con gran facilidad. El PC es más
36
blando aún que el CR-39.
Los plásticos en general son resistentes a los agentes químicos y por su estructura interna son
muy fáciles de colorear y de decolorar.
En la tabla 1.6 se refleja el valor de algunas propiedades que se han expuesto a fin de poder
comparar los distintos materiales.
Tabla 1.6
El proceso de fabricación en serie de lentes orgánicas empleadas como compensadoras o bien como
protectoras de radiaciones solares sigue las siguientes etapas:
tir del diseño del apartado (1) se definen los parámetros del
molde necesario para fabricar la lente (figura 1.9).
Este molde está constituido por dos bloques de vidrio
unidos por una anilla de material plástico, proporcionando un Pinza
compartimiento estanco. Las superficies internas de los bloque
de vidrio deben de estar perfectamente pulidas, siendo un
negativo perfecto de las superficies de la lente que queremos
obtener.
La obtención de la superficie de cada bloque situada en Fig. 1.9 Llenado del molde
el interior del molde se consigue con el mismo proceso que el
empleado en la fabricación de lentes minerales, añadiendo des-
pués del pulido un proceso de endurecido químico con el objetivo de prolongar la vida del molde. Estos
bloques pueden emplearse para la fabricación de un determinado número de lentes, que depende del
espesor de la lente y del grado de deterioro de la superficie pulida del bloque. Las superficies externas
de estos bloques pueden tener cualquier tipo de acabado.
La anilla plástica que une los dos bloques de vidrio tiene como función el mantener entre ellos
una separación igual a los espesores deseados en la lente terminada y también cierra el volumen donde
posteriormente se alojará el prepolímero. Debe de disponer de un orificio por el que introduciremos el
prepolímero y que a la vez servirá para la evacuación del aire del interior del molde.
37
Todo este conjunto se mantiene montado mediante una pinza que presiona las caras externas de
los bloques de vidrio, asegurando el cierre del molde.
Una vez se dispone de todos sus componentes, se somete el molde a una exhaustiva limpieza y
se procede a su ensamblaje, eliminando todas las impurezas que pudieran quedar en su interior.
(3) Preparación de la mezcla a polimerizar: la mezcla a polimerizar está constituida básica-
mente por dos productos, el monómero y el catalizador. Esta mezcla convenientemente preparada la
denominaremos prepolímero, y deberá almacenarse a baja temperatura con el fin de prolongar el tiem-
po en que posee una viscosidad óptima para ser introducida en el interior del molde.
Diariamente se planifica el número de veces que se preparará prepolímero para inyectar, en fun-
ción del número de lentes que se quieran fabricar, la cantidad de moldes disponibles y del tiempo que
el prepolímero mantiene las propiedades óptimas para su manipulación.
(4) Llenado del molde: el llenado del molde se lleva a cabo en una sala blanca. El prepolímero
se introduce en el molde a baja presión y a temperatura ambiente, a través del orificio de la anilla plás-
tica. Por este mismo orificio se evacúa el aire del interior del molde y posteriormente se somete a todo
el conjunto a una agitación con el fin de eliminar burbujas de aire.
(5) Polimerización: el proceso de polimerización se lleva a cabo en un baño maría en el que se
sumergen entre 50 y 200 moldes colocados ordenadamente con el orificio en posición vertical.
Al elevarse la temperatura se acelera el proceso de la polimerización, y debe mantenerse a unos
40°C durante 12 horas; como la reacción que se produce es exotérmica, se deberá prever la posible eva-
cuación de calor producido por la propia reacción. Transcurrido este tiempo se eleva la temperatura
hasta 97°C durante una hora, concluyendo así el polimerizado. Durante la polimerización se produce
una reducción del volumen del material (aproximadamente un 15 % para el CR-39), efecto que el fabri-
cante prevé rellenando el agujero de la anilla de prepolímero en el proceso de llenado del molde.
Bibliografía
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CORNING FRANCE, Optical Division. «Technical Data». Bagneaux-sur-loing, 1994.
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HORNE D.F. Spectacle lens technology. Adam Hilger Ltd, Bristol 1978.
MARI, E.A. Los vidrios. Buenos Aires, Americalee, 1982.
SCHOTT, «Optical glass catalogue». Mainz, 1984.
Monturas plásticas
Con el término plástico se hace referencia a un grupo de materiales sintéticos obtenidos por polimeri-
zación. Mediante este proceso, ciertas moléculas orgánicas pequeñas o monómeros se unen formando 39
largas cadenas o polímeros. El grado de reticulación y longitud de las cadenas condicionan las propie-
dades de los polímeros. Los polímeros lineales son más cristalinos que los ramificados o reticulados,
resultando más duros, rígidos y resistentes a los disolventes que sus correspondientes no cristalinos. La
cristalinidad influye, pues, en la densidad y, por tanto, en el índice de refracción.
En cuanto al comportamiento térmico, cabe decir que los polímeros lineales o ramificados son
termoplásticos, se ablandan por acción del calor, mientras que los reticulados son termoestables, por
lo que no se puede modificar su forma con la aplicación de calor. Este fenómeno es importante en el
alineaminento y ajuste de las monturas plásticas.
Mientras que los derivados de la celulosa, polimetilmetacrilato (PMMA) y las poliamidas son
termoplásticos, las resinas epoxi (optyl), las resinas de poliéster y las resinas fenol-formaldehido
(bakelita) son termoestables.
Referente a la solubilidad, ocurre que los polímeros reticulados no se disuelven, únicamente
pueden hincharse en presencia de disolventes; en cambio, los polímeros lineales o ramificados pueden
disolverse en el disolvente adecuado. Las variables que influyen en la solubilidad son, entre otras, la
temperatura, cuyo aumento favorece la solubilidad, la cristalinidad (los polímeros cristalinos difícil-
mente son solubles), y la longitud y ramificación del polímero. A mayor longitud menor solubilidad,
y a mayor ramificación mayor solubilidad.
Aditivos
Raramente un material presenta todas aquellas características que lo hacen idóneo desde la fase de su
obtención hasta su utilización. Al polímero base se pueden incorporar aditivos que modifican sus pro-
piedades según sea necesario, tanto en el proceso de obtención como en la utilización del material.
Los plastificantes se añaden para mejorar la fluidez, y por tanto la facilidad de procesado, y para
reducir la fragilidad. De esta forma se reduce el grado de cristalinidad del polímero y se obtiene un
cambio en las propiedades del material. El nuevo material resulta menos duro y menos frágil, pero más
flexible y tenaz.
Al mezclar los reforzantes, que son sólidos, contribuyen a aumentar la resistencia al impacto, a
la tracción, a la compresión y a la abrasión, y aportan estabilidad dimensional y térmica. Los refor-
zantes se hallan en forma de partículas o fibras, y son estas últimas la mejores para conseguir elevadas
resistencias. Las mezclas polímero-reforzante constituyen un nuevo material al que se denomina en
inglés composite material, del que se hablará en el próximo apartado.
Los colorantes se utilizan en el campo de los plásticos para aplicaciones ópticas para obtener
monturas coloreadas o vidrios oftálmicos para gafas de sol o con características filtrantes. Estos colo-
rantes pueden añadirse a la masa del polímero en un momento concreto de su obtención, y también
puede realizarse un proceso de tintado superficial una vez obtenido el material.
Otros aditivos que se emplean son los antioxidantes y estabilizadores.
Composites
Son materiales compuestos que se obtienen por mezcla de dos o más materiales diferentes en forma y
composición química, e insolubles entre sí. La mezcla da lugar a un nuevo material de características
más ajustadas a lo ideal que las características de cada uno de los dos componentes.
Los composites más utilizados para fabricar monturas de gafas son los plásticos reforzados con
fibras. Constan de una matriz polimérica, que suele ser una resina epoxi o poliéster, y fibra de vidrio,
40
de carbono o de aramid, que le confieren resistencia y rigidez.
Después de revisar a grandes rasgos los tipos de componentes de los materiales plástico, y cómo éstos
condicionan las propiedades del material, se analizarán las propiedades que debe reunir el material idó-
neo para la fabricación de monturas plásticas.
La densidad debe ser baja, para que el peso sea el menor posible.
Las propiedades térmicas condicionan el montaje de las lentes en la montura y la adaptación
anatómica al usuario o conformado. El límite inferior del margen de temperaturas a las que la forma
de la montura puede ser modificada, se relaciona con la temperatura corporal. Si el límite es cerca-
no a los 37°C, la montura se desadaptará con facilidad. La temperatura de conformado no debe ser
demasiado elevada, para no provocar quemaduras al usuario al probarle la montura. De 90 a 110°C
se considera el intervalo de conformado del material ideal. Otra consideración que se debe tener en
cuenta es la temperatura límite de deformación, entendida como la temperatura sobre la cual se pier-
den las propiedades plásticas del material. Su valor debe ser unos 20°C superior a la temperatura
límite superior de conformado, y evidentemente menor que la temperatura de combustión del mate-
rial.
En cuanto a las propiedades mecánicas del material ideal que interesan en el momento del mon-
taje y adaptación de monturas, la resistencia a la tracción es la resistencia a la ruptura cuando se some-
te el material a un esfuerzo de tracción desde el exterior, se expresa en unidades de fuerza por unidad
de superficie, y debe ser elevada a temperatura ambiente. La resistencia al impacto, entendida como la
oposición del material a deteriorarse cuando es sometido a un esfuerzo de compresión en una zona muy
localizada del mismo. Esta especificación es muy importante en las monturas deportivas o de protec-
ción en ambientes industriales.
Existe un parámetro importante a la hora de mantener una correcta adaptación de la montura
que es el grado de absorción de agua del propio material. Cuanto mayor sea éste, peores serán sus pro-
piedades elásticas. Los plastificantes que se añaden a algunos materiales, como los derivados de la
celulosa, con el paso del tiempo tienden a migrar o evaporarse, haciendo que el material se vuelva frá-
gil y quebradizo, a la vez que se vuelve amarillento, alterando el coloreado de la montura. Por esta
razón, el material debería estar exento de plastificantes.
Los materiales empleados en la fabricación de monturas deben poder ser coloreados, ya sea en
superficie o masivamente, respondiendo a la necesidad de ofrecer variedad en los diseños, para satis-
facer la función de montura como complemento estético.
Teniendo en cuenta que las monturas están en contacto directo con la piel del usuario, deben ser
inertes, no interaccionar con la piel en ningún sentido. Por un lado, no deben provocar irritaciones ni
alergias, lo que limita mucho el espectro de materiales utilizables, que cumplen todas las demás con-
diciones, y por otro lado no pueden ser degradadas por las secreciones de la piel, ni por los cosméti-
cos (ni, por supuesto, por las condiciones ambientales).
Dependiendo del tipo de manipulación que precise el material en el proceso de fabricación de
la montura, sea fresado o inyectado, el coste final de ésta será mayor o menor respectivamente. Las
monturas inyectadas, además de resultar más económicas, suelen adaptarse mejor a las exigencias de
los diseñadores a la hora de conseguir formas más complicadas que difícilmente se consiguen por fre-
sado. Relacionado con el coste de la montura está la posibilidad de reparación de la misma. Las mon-
turas de precio elevado deben poder ser reparadas en caso de rotura, lo que es equivalente a decir que
los materiales con que se fabrican deben ser solubles en algún disolvente, o pegables con algún pro-
41
ducto de fácil manipulación.
Los polímeros más usuales para monturas de gafas se pueden clasificar en dos grupos principales: los
derivados de la celulosa y los plásticos no derivados de ella. Dentro de los derivados de la celulosa
hablaremos del celuloide (CN), del acetato de celulosa (CA), del propionato de celulosa (CP) y del ace-
tobutirato de celulosa (CAB). En el apartado otros plásticos, se tratarán la resina epoxi (EP), las polia-
midas (PA), y dentro de ellas, la copoliamida SPX, el polimetilmetacrilato (PMMA) o plexiglás, y la
fibra de carbono (CF).
Derivados de la celulosa
Tiene peores propiedades mecánicas que el celuloide, ya que su contenido de agua es considerable. Su
menor elasticidad dificulta el conformado y la adaptación anatómica al usuario, requiriéndose fre-
cuentes reajustes. Por este motivo, las varillas suelen incorporar un alma metálica para garantizar la
estabilidad del ajuste. Estas monturas son fácilmente reparables, por el proceso de soldadura, que se
consigue disolviendo en acetona las partes que se quieren soldar. La mayoría de monturas de acetato
de celulosa se fabrican a partir del fresado de planchas que se obtienen mediante técnicas de extrusio-
nado, o bien a partir de bloques constituidos pos varias planchas de acetato que son pegadas entre sí.
La necesidad de someter la materia prima a varios procesos de transformación previos a la fabricación
de la montura, encarece el material, y por tanto, el producto acabado.
c) Propionato de celulosa. Este material surgió después del acetato de celulosa, y se emplea
principalmente en monturas de sol económicas. Su proceso de fabricación más común es el inyectado,
aunque también se pueden obtener monturas de propionato por fresado. En el mercado existen montu-
ras de propianato, de muy baja calidad, que presentan una temperatura de conformado alrededor de los
50°C, lo que aconseja ensayar el comportamiento térmico de las monturas fabricadas con este material
con el extremo de la varilla, antes de proceder al calentamiento de la montura, pues se podría deterio-
rar irreversiblemente. Como ventajas cabe destacar su ligereza, y que es muy inerte, no causa alergias
ni es atacado por el sudor.
d) Acetobutirato de celulosa. Sus propiedades son muy parecidas a las del PC, pero no se usa
en la fabricación de monturas, sino antiguamente en las lentes de contacto rígidas, y en el proceso de
fabricación de montura como protectores de las charnelas en la fase de pulido de las varillas.
Otros plásticos
42
a) Resina epoxi. Las resinas epoxi junto con las poliamidas y el propionato de celulosa son los mate-
riales que mayoritariamente se están empleando en la fabricación de monturas inyectadas. Las resinas
epoxi, comericalizadas bajo el nombre de «Optyl», aparecieron en el mercado en el año 1968, y puede
considerarse el material que mejor se ajusta a todos los criterios expuestos en el apartado del material
ideal. Posee muy buenas propiedades mecánicas con una elevada resitencia a la flexión que permite no
tener que introducir alambres en las varillas (como ocurría en el caso del acetato de celulosa). Presen-
ta un amplio margen de temperaturas en las que sus propiedades elásticas son buenas, pues recupera
su forma al enfriarse, después de haberlo sometido a deformación a elevadas temperaturas, lo que se
conoce en el lenguaje comercial como efecto «memoria». Ofrece, además, la posibilidad de ser colo-
reado masivamente o por inmersión, antes de procederse al barnizado de la montura. Presenta varias
peculiaridades en cuanto a su manipulación, que se citan a continuación. La adaptación de la montura
al usuario debe hacerse progresivamente, calentándola hasta obtener unas buenas propiedades plásti-
cas, dejándola enfriar manteniendo la nueva forma y repitiendo varias veces este proceso para obtener
la forma deseada y una adaptación correcta.
La reparación de este tipo de monturas es un problema, por dos razones. La primera consiste en
la imposibilidad de disolver el material, que obliga a pegarlas con algún pegamento acrílico. La segun-
da razón que hace difícil su reparación se relaciona con la capa de barniz que poseen todas esta mon-
turas, pues fácilmente es eliminada de la zona reparada en el momento de alizar la superficie, con la
lima o la pulidora, cosa que provoca la desaparición del color en dicha zona.
b) Poliamida. Dentro del grupo de las poliamidas se desarrolló, específicamente para la fabri-
cación de monturas, una copoliamida amorfa comercializada bajo el nombre SPX. En este grupo se
incluyen también las monturas de nailon. Debido a sus buenas propiedades mecánicas, este material se
emplea en monturas de protección en ambientes industriales o en monturas para el deporte. Su baja
densidad permite aumentar la sección de los aros y el puente sin aumentar excesivamente el peso de la
montura, siendo estas secciones de gran diámetro las responsables de la gran resistencia mecánica. Su
comportamiento térmico no es muy bueno, pero tiene buenas propiedades elásticas a bajas temperatu-
ras, y por esta razón la introducción de las lentes de proteción orgánicas se consigue sin calentar la
montura. Las posibilidades de reparación son escasas, por las mismas razones que el optyl, pero en el
caso de las monturas de protección está menos justificada la reparación puesto que se debe garantizar
en todo momento el mantenimiento de sus propiedades mecánicas.
c) Polimetilmetacrilato. Es un material que se empleó en la fabricación de monturas durante un
tiempo pero dejó de utilizarse. Presenta una elevada resistencia a la tracción, una gran transparencia
que, juntamente con la posibilidad de ser tintado, permite obtener coloraciones espectaculares. Actual-
mente se utiliza en otro tipo de productos dentro del campo de la óptica oftálmica.
d) Fibra de carbono. La monturas de fibra de carbono presentan muy buenas propiedades mecá-
nicas, debido a la constitución interna del material, que está formado de una resina epoxi, con fibra de
carbono como material aglomerante. Esto permite fabricar monturas cuyas secciones en aros y puente
son muy reducidas, consiguiéndose monturas extremadamente ligeras, aunque la densidad del material
en sí sea elevada. Un estrecho margen de temperaturas limita las posibilidades de adaptación de la
montura, y por ello la mayoría de monturas llevan las varillas metálicas lacadas del mismo color del
frente. La posibilidad de reparación de este tipo de monturas es prácticamente nula, pues con un pega-
do no se restablecen su resistencia a la tracción, que es su principal ventaja. Por ello, los fabricantes ya
tienen prevista la fácil reposición de los frentes de las mismas.
En resumen, las principales diferencias que permiten clasificar los materiales para monturas
plásticas en dos grandes grupos, son las siguientes:
43
ción de agua influye en la estabilidad de la adapta- Fig. 2.1 Influencia de las propiedades mecánicas
ción de la montura en la cara del usuario. en las condiciones de uso de la montura
CN CA CP EP PA PMMA CF
44
Atendiendo al proceso de fabricación de monturas plásticas, las podemos clasificar en dos grupos.
Hablaremos de monturas inyectadas cuando la materia prima es introducida en el molde donde endu-
recerá adoptando la forma del propio molde. El otro grupo de monturas serán las que se obtienen a par-
tir de una plancha de material y mediante diversos procesos de fresado, se consigue la forma deseada.
ción deberá de tener un orificio de entrada de material y al menos uno para la evacuación del aire con-
finado en su interior; además de unos encajes localizados en la zona del codo y extremos de las vari-
llas, donde antes de cerrarlo se colocaran las bisagras. Se debe de tener en cuenta que los frentes y vari-
llas una vez desmoldeados salgan preparados para ser pulidos, decorados y ensamblados.
El llenado del molde en el caso de trabajar con acetato de celulosa, propionato de celulosa o
poliamidas se consigue por extrusionado. El proceso del extrusionado se lleva a cabo dentro de un
cilindro termostatado a unos 100°C, uno de cuyos extremos está en contacto con la parte inferior de
una tolva donde colocamos el material en forma de granulado. El material fundido se desplaza en el
interior del cilindro por la acción de avance producida por un tornillo sin fin, obligando al material a
salir por el otro extremo del cilindro, donde se halla ajustado el
molde por su entrada. La figura 2.2 presenta un esquema represen-
Depósito para
tativo de este proceso. el granulado
de acetato
El material fundido inunda los huecos del molde desplazan-
do el aire que saldrá por los orificios de evacuación. En el caso de
trabajar con resinas epoxi, el llenado del molde se consigue por
diferencia de presión. En el interior del molde se crea una depresión
que favorece la entrada de la mezcla a polimerizar. Al igual que en
la inyección de acetato, antes de cerrar el molde se han colocado las
bisagras del frente y las varillas. El endurecido del material dentro
del molde se consigue sometiendo al molde a una temperatura de Recinto
termostatado
Tornillo
sin fin Molde
unos 100°C durante media hora.
Tanto en el caso de monturas de acetato como de resinas Fig 2.2 Llenado de molde por
epoxi, después del desmoldeado pasan por un proceso de pulido en extrusionado
45
bombos (se describirá más adelante). Las monturas fabricadas con
resina epoxi son coloreadas en la masa: el colorante se añade a la resina antes de introducirla en el
molde, o bien, justo antes de la última etapa del pulido, se colorean por inmersión, técnica que permi-
te obtener degradados u otros tipos de decoraciones. Después del pulido final se procede a su ensam-
blado, marcado y barnizado, con lo que se obtiene un acabado superficial muy duradero.
El acetato de celulosa ha sido durante mucho tiempo el material empleado por excelencia en la fabri-
cación de monturas plásticas fresadas. Actualmente esta afirmación es vigente y probablemente lo
seguirá siendo durante muchos años.
El primer paso en la elaboración de una montura, sea del tipo que sea, es su diseño, que se tra-
tará ampliamente en el capítulo 19. En la actualidad esta parte del proceso se lleva a cabo por el dise-
ñador con sistemas CAD (diseño asistido por computador). A continuación es trabajo del artesano la
obtención de un prototipo hecho totalmente a mano. Con el diseño de CAD y el prototipo se analiza la
viabilidad del diseño, desde dos puntos de vista, uno el estrictamente de producción, donde se respon-
de a la pregunta de si con la maquinaria disponible es posible fabricar ese diseño, y la otra pregunta es
si interesa fabricarlo por cuestiones de mercado. Asumiendo que el diseño es aceptado, se pasa a una
fase de generación de utillaje, que consiste en preparar todos aquellos elementos (soportes especiales,
fresas, copiadores) que, sin pertenecer a las monturas, permitirán adaptar la maquinaria disponible en
el taller para llevar a cabo la producción del diseño.
En la fase siguiente se reúne toda la fornitura precisa para la fabricación de un determinado
número de unidades del diseño en cuestión. En este sentido se elige el material a emplear (coloreado
– Fresado de interio-
res: el rectángulo se sujeta
por su parte exterior, y se cor-
tan los interiores de los aros, Utillaje
a la vez que son ranurados. Copiador
– Fresado de exterio-
res: se debe de sujetar el rec- Y
b) Empotrado de las
bisagras: se realiza una vez
se han efectuado todas las Fig. 2.4 Pantógrafo
operaciones de fresado. Para
ello se practica un orificio en
la parte posterior de cada uno de los codos, teniendo en cuenta que el volumen de material desalojado
debe de ser igual al volumen de la parte inferior de la bisagra que empotraremos. Para la operación de
47
empotrado calentaremos la bisagra, introduciéndola verticalmente en el orificio practicado en cada
codo del frente.
c) Fabricación de las varillas: en primer lugar se fresan los rectángulos, obteniendo la varilla
totalmente estirada, y posteriormente se clava un alambre que lleva soldado en uno de sus extremos la
bisagra. La función de este alambre es la de mantener la varilla en la posición y forma adecuadas para
la correcta adaptación de la montura al usuario.
d) El siguiente paso será el de proteger las bisagras del frente y de las varillas, para que no se
deterioren durante el pulido. Estas protecciones consisten en recubrir sus goznes con material plástico
(acetobutirato de celulosa, CAB) que será eliminado una vez superado el proceso de pulido.
e) Pulido, tanto de frentes como de varillas. Para ello se dispone de unos bombos de sección
hexagonal, que poseen un movimiento de giro axial, con una velocidad de unas 30 revoluciones por
minuto. Su interior contiene tres elementos que conforman el abrasivo: astillas de madera con formas
romboidales, pomez o pasta de pulir y aceite que permite la adherencia del pomez en las aristas vivas
de las astillas. El proceso de pulido consta de varias etapas (de tres a cinco), cada una las cuales corres-
ponde a un bombo que está cargado con un determinado abrasivo, en el que permanecen los frentes y
varillas durante unas doce horas, periodo en el que el bombo está girando ininterrupidamente. Una vez
transcurrido este tiempo se cambia la carga (frentes y varillas) al bombo siguiente, hasta completar
todo el proceso.
f) El ensamblado (ajuste de varillas al frente), decorado, marcado y empaquetado son las últi-
mas etapas del proceso de fabricación de monturas fresadas.
Monturas metálicas
Los materiales que componen las distintas partes de una montura metálica son en su mayoría aleacio-
nes de distintos metales, cuyas propiedades las hacen aptas para la construcción de talones, aros, vari-
llas, puentes, etc. Se podrían enumerar los principales requerimientos del material ideal:
a) Debe presentar una elevada resistencia a la corrosión producida principalmente por el sudor
corporal, los agentes atmosféricos y los cosméticos. Su dureza, entendida como la oposición a ser raya-
da, debe de ser elevada para que la montura mantenga, con el tiempo, un aspecto brillante.
b) Distintas partes de la montura (aros, codos,...) están sometidas a esfuerzos mecánicos de
tracción y compresión importantes que deberá de ser capaz de soportar. A la vez que deberá presentar
unas buenas propiedades elásticas, lo que favorecerá el mantenimiento de la buena adaptación de la
montura al usuario.
c) Si atendemos al proceso de reparación, tendremos que preveer que sea fácilmente manipula-
ble y soldable.
d) El usuario agradecerá siempre que el material sea de baja densidad, lo que permite reducir
el peso de la montura y lógicamente que su coste sea reducido.
En la actualidad no existe un material que cumpla con todos estos requerimientos, razón por la
que se emplean unas determinadas aleaciones para cada uno de los distintos elementos que componen
48
la montura (aros, codos, varillas).
En la tabla 2.2 se indican las aleaciones derivadas del cobre que tradicionalmente se emplean. En
ella se valoran, para cada una de las aleaciones, las características reseñadas entre 1 y 4 (de mejor a peor).
En cambio, también se pueden encontrar monturas que estén compuestas por un metal en todas
sus partes. Tradicionalmente estos metales o aleaciones no contienen cobre en su composición, y han
sido el aluminio, acero inoxidable, oro y desde hace pocos años el titanio.
a) Aluminio. Es un material cuyo principal atractivo es la posibilidad de ser coloreado, por oxi-
dación electroquímica se puede dar una capa de óxido coloreado. Su densidad es baja y la resistencia
al rayado se mejora considerablemente aleándolo con otros metales; cabe destacar su elevada malea-
bilidad y su aceptable resistencia a la corrosión; el principal inconveniente es que los procesos de sol-
dadura que se emplean tradicionalmente en la fabricación y reparación de monturas no son adecuados
para este material.
b) Acero inoxidable. Durante unos años aparecieron en el mercado monturas fabricadas con este
material. Su principal ventaja eran sus muy buenas propiedades mecánicas que permitían que las sec-
ciones de aros y varillas fueran más reducidas, hecho que compensaba el incremento de densidad que
presenta respecto a otras aleaciones. Se empleaba en monturas de niño, y su elevada resistencia a la
corrosión permitía además obtener monturas muy duraderas.
c) Titanio. Es un metal que desde hace pocos años ha irrumpido con éxito en el campo de las
monturas debido a su muy elevada resistencia a la corrosión, baja densidad y muy buenas propiedades
mecánicas gracias a las que se pueden obtener perfiles de aro y varillas con secciones extremadamen-
te pequeñas.
La posibilidad de alearse con otros metales hace que exista una extensa gama de tonos blancos
o dorados. El principal inconveniente es la dificultad de manipulación que presenta (en concreto su sol-
dadura sólo es posible en instalaciones específicas).
Tabla 2.2 Propiedades de las aleaciones más empleadas en la fabricación de monturas metálicas
d) Oro. El oro puro es un metal muy resistente a la corrosión que se emplea en la fabricación
de monturas siempre aleado con otros materiales que mejoran sus propiedades mecánicas, dependien-
do del material y de las proporciones se puede obtener una enorme variedad de colores y tonalidades.
Al igual que en el proceso de fabricación de las monturas plásticas, la primera de las acciones es la de
realizar un diseño que reúna las condiciones mínimas de estética y funcionalidad. A partir de este dise-
ño, se realiza la selección de materiales de sus componentes y las piezas normalizadas, con lo que se
materializa de forma prácticamente artesanal un prototipo, y a partir de éste, se realiza un estudio de
la viabilidad de fabricación seriada.
Decidido el modelo que va a ser fabricado en serie, el fabricante se pone en contacto con un dis-
tribuidor de fornitura que le pueda proporcionar todos los componentes (bisagras, tornillería, portapla-
quetas, puente, perfil de aro) elegidos para ese diseño en concreto.
El perfil que conformará los aros es suministrado en bobinas continuas donde está enrollado,
con una longitud de varios metros, y deberá pasar un control de calidad de su uniformidad tanto en su
forma y medidas exteriores como en la ranura interior. El perfil se cortará a la medida y con la forma
exacta del aro que se pretende fabricar, de tal manera que sus extremos queden encarados en el punto
donde colocaremos la parte central del cierre del aro.
Una vez el fabricante ha reunido todos los componentes de la montura y ha construido los uti-
llajes necesarios para su producción en serie, inicia el proceso de producción siguiendo los pasos
siguientes.
Ensamblado y soldado: con un orden prestablecido irá soldando todos los componentes del
frente entre sí: normalmente empezará por ensamblar los dos aros al puente, posteriormente colocará
los portaplaquetas, y el paso siguiente es soldar el cierre del aro. Para esta operación se pueden emple-
ar dos métodos dependiendo del tipo de cierre elegido:
a) El cierre es de una sola pieza, de modo que una vez soldado a los extremos del aro, éstos que-
darán unidos, y posteriormente este cierre se cortará por la mitad.
b) El cierre consta de dos piezas que se soldarán una a cada extremo del aro.
En cualquiera de los dos casos la superficie de contacto del cierre puede ser plana o en forma
de V, pero siempre se debe conseguir un perfecto ajuste. En este punto sólo queda el ensamblado del
codo, donde previamente se habrá soldado la bisagra, con la parte del cierre correspondiente.
Una vez está el frente ensamblado, éste presentará un aspecto bastante pobre, pues se habrán
conjuntado distintas partes de distintos materiales, y en las zonas próximas a las soldaduras quedarán
restos de decapante.
En un proceso paralelo se preparan las varillas que partiendo de un alambre y por medio de la
estampación se han obtenido con la forma y perfil deseados. En el extremo anterior se suelda la bisa-
gra.
50
Pulido: el pulido de las monturas se lleva a cabo en bombos, que recuerdan a los empleados
para las monturas plásticas, pero que presentan diferencias sustanciales con respecto a éstos. Básica-
mente pueden distinguirse porque sus dimensiones son menores, su interior está recubierto por una
chapa metálica que evita un rápido desgaste y la principal diferencia es que los frentes y varillas (antes
de ensamblarse) se sujetan ordenadamente en armazones metálicos que a su vez quedan anclados en el
interior del bombo, para evitar que se enreden varios frentes y varillas entre sí.
El abrasivo está compuesto por astillas de madera, aceites y partículas de abrasivo de distintos
tamaños y durezas, según estemos en las fases de desbaste o pulido. Los tiempos de cada una de las
fases del pulido dependen mucho de la dureza del material a pulir.
Ensamblado y decorado: una vez pulidos el frente y las varillas, se procede a su ensamblado,
que consiste en montar las varillas a la vez que se ajustan los ingletes. A continuación se desengrasa y
lava exhaustivamente toda la montura, y se eliminan los posibles restos de abrasivo.
El decorado de la montura se compone de dos fases: en primer lugar se uniformiza la superfi-
cie por medio de un baño galvánico, seguido de algún otro tratamiento superficial. En segundo lugar
se añaden los detalles decorativos propios de cada diseño, y posteriormente se identifica la montura,
tampografiando en la parte interior de sus varillas el modelo, color y otros datos identificativos como
son el calibre, el puente y en ocasiones la longitud de la varilla (todos los datos numéricos en mm).
Ajuste, control de calidad y almacenado: en este punto del proceso de fabricación se colocan
los terminales a las varillas y a continuación se procede al curvado y centrado del frente. Para poder
dar por teminado el proceso de fabricación, se somete a cada montura a un control de calidad muy
estricto, en el que se detectan los posibles defectos tanto en las soldaduras como en el pulido o en los
tratamientos superficiales a que ha sido sometida. En caso de no superar el control de calidad, se eli-
mina el defecto. Una vez ha superado el control de calidad, se procede a su empaquetado y distribu-
ción.
Los metales que intervienen en una montura, debido a que tienen elevados puntos de fusión, sólo se
pueden soldar mediante soldadura dura, que se denomina así porque que se realiza a temperaturas por
encima de los 600°C (siempre inferior a la temperatura de fusión de las piezas a unir). En este grupo
podemos distinguir entre la denominada soldadura dura amarilla en la que se emplea cobre, latón y
zinc como materiales de aportación y las temperaturas oscilan entre los 650°C y los 950°C, y la sol-
dadura dura blanca, usada en monturas y que emplea aleaciones de plata con un punto de fusión alre-
dedor de los 600°C.
La composición química de una de las aleaciones utilizadas es la siguiente:
El proceso de soldadura de dos piezas consiste en unirlas por medio de un material que se llama
aleación de aportación. Para ello se colocan las dos piezas en contacto, y mediante una fuente de calor
se eleva la temperatura hasta llegar a la temperatura de fusión de la aleación de aportación, instante en
el que se pone en contacto con las dos piezas a soldar. La aportación fluirá sobre las partes a soldar,
uniéndolas al enfriarse, consiguiéndose así la soldadura.
El principal problema es que las fuentes de calor (normalmente se obtienen por combustión de
una mezcla de gases) provocan la oxidación de las piezas que se quieren soldar. Si es excesiva, las pro-
piedades mecánicas de los materiales de las piezas variarán sustancialmente, y la calidad de la solda-
dura conseguida será mala. Para reducir este efecto de oxidación y mejorar el flujo de la aportación,
antes de calentar es preciso colocar en las zonas a soldar un antioxidante o fundente.
51
La figura 2.5 es un gráfico en el que se representan las temperaturas de fusión de la alpaca y el
monel, así como el margen de temperaturas adecuado para el fundente y la aleación de aportación. De
ella se concluye que las piezas deben ser calentadas entre 590 y 630°C, si se emplea la aportación L-
Ag40 Cd.
Teniendo en cuenta que la montura terminada es el resultado de ensamblar cada uno de sus ele-
mentos constitutivos mediante soldadura, se presentan a continuación las tres técnicas más utilizadas
en el campo de la óptica oftálmica: la soldadura por resistencia, la soldadura por oxhídrico, y la sol-
dadura por alta frecuencia.
posibilidad de que queden marcadas las zonas donde hacen contacto los electrodos debido a falsos con-
tactos eléctricos.
Esta técnica se emplea poco en la fabricación de monturas debido sobretodo a su elevada lenti-
tud y dificultad de posicionado de las piezas.
b) Soldadura por oxhídrico: la técnica consiste en obtener una mezcla combustible de gases: oxí-
geno e hidrógeno en una relación de una parte de oxígeno y dos de hidrógeno. Para la obtención de la
mezcla se hace circular una corriente continua a través de una disolución de agua con aditivos. Al paso
de esta corriente se desprenden átomos de hidrógeno y de oxígeno, creando una mezcla gaseosa infla-
mable. Debido al riesgo de explosión, las medidas de seguridad de estos aparatos deben ser elevadas. El
gas es conducido a una boquilla de salida intercambiable de diversos diámetros normalmente entre 0.5 y
1 mm, y dependiendo de este diámetro y de la presión del gas, se obtiene una llama más o menos gran-
de. Acercando una llama al extremo de la boquilla se produce la combustión y aparece una llama (tam-
bién denominada dardo, por su forma) de color verde que en la zona más caliente llega a los 2.200°C de
temperatura. El color natural de la llama resultante de la combustión de este gas es muy pálido. Por el
peligro que supone su manipulación, dadas las elevadas temperaturas de trabajo, es necesario hacerlo más
visible, por lo que, en un proceso de filtrado, se le añaden aditivos que le confieren este color verde.
La ventaja de este método es el elevado poder calorífico de la llama, que hace que se caliente
muy rápidamente la zona que se quiere soldar. Además, el posicionado de las piezas es fácil y rápido.
La temperatura se puede regular mediante la medida de la llama y el acercamiento de ésta a la pieza.
Como inconvenientes podemos destacar el riesgo de explosiones y su mantenimiento relativa-
mente costoso.
Este es el sistema más empleado en procesos de reparación y en fabricación de artesanía.
c) Soldadura por inducción: el principio de funcionamiento se basa en la circulación de corrien-
52
tes de Foucault. Las piezas que se tienen que soldar se deben situar en el interior de una bobina, a tra-
vés de la cual se hará circular una corriente alterna de alta frecuencia (unos 50 KHz). Por efecto de la
inducción electromagnética se calentarán las piezas.
Este método cuenta con la ventaja de que no presenta dificultad alguna en el posicionamiento
de la pieza, es rápido y de bajo mantenimiento. La regulación de la temperatura es muy precisa y se
consigue variando la frecuencia del oscilador incorporado a la máquina.
Su máximo inconveniente es el elevado precio del equipo, que a menudo requiere una adecua-
ción de la red a la que se conecta (genera ruido electromagnético en la red). El ajuste de los paráme-
tros de la máquina debe hacerse en función de las dimensiones de la pieza.
Este tipo de proceso es el más empleado en la fabricación de monturas en serie, y por los incon-
venientes citados no se usa en el taller de reparación de monturas.
Los objetivos básicos de los recubrimientos de la superficie de la montura son: proteger el material
frente a la corrosión, aumentar la resistencia al desgaste y la dureza, uniformizar el color de la montu-
ra y posibilitar la decoración.
Para conseguir estos objetivos se pueden emplear alguno o varios de los siguientes métodos:
a) placado
b) barnizado
c) galvanizado
d) plastificado
El placado tiene una clara tendencia a emplearse poco debido al encarecimiento del producto
terminado.
Consiste en obtener un alambre en el que su zona central (núcleo) es de alguna aleación de
metales con elevado contenido en cobre (como la alpaca o el monel) y la parte externa está constitui-
da por una aleación cuyo principal componente es oro. A partir de este alambre, con procesos de tre-
filado y prensado se obtienen perfiles de aro, varillas, puentes, etc.
En definitiva se puede obtener una montura compuesta por una base de alpaca que le dará muy
buenas propiedades mecánicas y toda ella recubierta por una aleación de oro que la hará altamente
resistente a la corrosión, además de ser muy estable su color al paso de los años.
b) El barnizado es una técnica que consiste en depositar una capa de barniz sobre el metal, que
previamente se ha sometido a un proceso de galvanizado, de aproximadamente unas 100 micras se
espesor. La depositación se consigue sumergiendo la montura en el barniz y dejándola secar en una
atmósfera exenta de polvo. Los inconvenientes de este método son la mala adherencia del barniz sobre
el metal, y la dificultad de que en el secado no se incrusten partículas de polvo y no se produzcan gote-
os indeseables.
c) El galvanizado es el método de recubrimiento que más se emplea. Se basa en la depositación
de un metal por medio de la electrólisis. El recipiente en el que tiene lugar el proceso es la célula de
electrólisis y la disolución electrolito. Durante el proceso, se produce un trasiego de átomos del metal
que está conectado al ánodo hacia el objeto a recubrir. El electrolito contiene principalmente sales del
metal a depositar. Este proceso sólo se produce si existe una circulación de corriente entre el ánodo y
el cátodo, y esto se consigue a partir de una fuente de tensión continua. La tensión que se aplica es de
entre 3 y 15 voltios, por lo que por la montura circulará una determinada intensidad de corriente. Los
factores que intervienen en la depositación son la temperatura, la agitación del electrolito, la densidad
53
de corriente (relaciona la intensidad que circula con el área de la superficie a recubrir) y el tiempo. Si
la temperatura aumenta, permite aceptar mayores densidades de corriente, con lo que la depositación
es de grano más fino y brillante, y un incremento de la agitación o del tiempo, provocan un aumento
del espesor de la capa depositada.
En la figura 2.6 se muestra el esquema de un baño galvánico industrial.
El galvanizado tiene la ventaja de que produce una distribución muy regular de la capa, llegan-
do a todas las zonas de la montura. Como inconveniente se puede mencionar la dificultad de obtener
espesores superiores a las decenas de micra. En la mayoría de los casos el baño se aplica sobre el mate-
rial base formándose un sandwich (figura 2.7) en el que intervienen distintas capas finas que suelen ser
de distintos materiales. Los materiales base suelen ser poco nobles mientras que los de las capas exter-
nas suelen ser los más nobles, como el oro, el rodio, el rutenio, el platino o la plata, que le proporcio-
nan un aspecto agradable a la vez que actú-
an de protección frente a la corrosión. Otros
metales usados en los baños galvánicos son
el níquel y el cromo, que puede adoptar una Ánodo
Bibliografía
P1 = n- 1 ; P2 = 1 - n (3.2)
r1 r2
3.2 Curvatura
R= 1 (3.3)
r
r 2 = r - s 2 + x2 (3.4)
r-s= ± r2 - x2 (3.5)
s=r± r2 - x2 (3.6)
Fig. 3.5 Sagita de una
superficie esférica
donde
r+ r2 - x2 (3.7)
representa la distancia desde O hasta el punto diametralmente opuesto a P, es decir, OP´ = 2r - s, por
lo que, en la práctica, la expresión que se utiliza para el cálculo de la sagita (OP) es:
57
s=r- r - x 2 2 (3.8)
2 4 6
s= x + x + x + … (3.9)
2r 8r 16r 5
3
Cuando x es pequeño en relación a r (lo cual es bastante frecuente en el caso de lentes oftálmi-
cas) se pueden despreciar todos los términos de la serie excepto el primero; para la sagita se obtiene la
fórmula aproximada:
2
s= x = φ
2
(3.10)
2r 8r
más conocida como aproximación de Rayleigh, válida únicamente para diámetros de lente no muy
grandes y radios de curvatura grandes, es decir, para valores de s pequeños en relación a r.
El espesor de una lente es de gran importancia en óptica oftálmica y la mayoría de las veces es un fac-
tor determinante en la selección de un material para la compensación visual.
Aunque desde el punto de vista estético cualquier lente debería ser lo más delgada posible hay
que tener en cuenta que el montaje de las lentes en la montura debe ser posible; así, hay que conside-
rar dónde se halla el espesor mínimo de las lentes en bruto que corresponderá al espesor de borde en
lentes positivas y al espesor de centro en lentes negativas. A partir de este espesor menor de la lente,
de las curvaturas de las superficies de la lente, del índice de refracción y del diámetro de la misma se
puede deducir el espesor de centro de una lente positiva y el de borde de una lente negativa, ambos
espesores máximos de la lente.
A partir de una cierta potencia, es importante conocer el espesor máximo de una lente: una lente
positiva con un espesor de centro mayor del necesario es una lente muy pesada. Para relacionar los
espesores de borde y centro de cualquier lente esférica, es necesario calcular previamente las sagitas
de las dos superficies de la lente considerando como cuerda el diámetro total de la misma (φ). La figu-
ra 3.6 muestra los distintos casos que se pueden presentar, tanto con lentes positivas como con lentes
negativas.
Directamente relacionado con
los espesores está el peso de una lente
oftálmica, cuyo cálculo es de gran
interés, ya que puede en un momento
dado ser un factor que determine el
tipo de material con el que se lleve a
cabo la compensación. El peso de una
lente oftálmica viene dado por el pro-
ducto de la densidad del material y el
volumen que la lente ocupa (11).
58
P= δ ⋅V (3.11)
V = V1 - V2 + VEb (3.12)
donde V1 es el volumen que ocupa el casquete esférico de radio r1 y sagita s1 para un diámetro φ, V2
el volumen del casquete esférico de radio r2 y sagita s2 para el mismo diámetro y VEb el volumen del
cilindro de altura Eb y base igual a φ. El volumen de un casquete esférico de flecha s viene dado por:
V = 1 π s2(3r - s) (3.13)
3
mientras que el volumen del cilindro de altura Eb, cuya base es φ, se obtiene de la expresión:
Potencia verdadera
Dada una lente sumergida en aire, de material de índice n (figura 3.9), formada por dos dioptrios esfé-
ricos de radios r1 y r2 separados un espesor e, la potencia verdadera de la lente PV (también conocida
como potencia cardinal o de Gauss) se define como:
PV = 1 = - 1 (3.16)
H'F' HF
PV = P1 + P2 - e P1P2 (3.17)
n
Fig. 3.9 Posición de los planos principales en una lente
gruesa donde n es el índice de refracción de la lente,
y e el espesor de centro de la misma, y además:
P1 = n- 1 (3.18)
r1
P2 = 1 - n (3.19)
r2
60
En el caso de una lente suficientemente delgada sumergida en aire, como los planos principa-
les se confunden con la lente, el empleo de PV es bastante correcto. Sin embargo, para una lente grue-
sa, la potencia verdadera no es suficiente para situar el foco imagen de la lente ya que la posición del
plano principal imagen de la lente es desconocida; dicha posición depende de la forma de la lente y,
en consecuencia, sería necesario calcularla previamente para situar el foco imagen de la lente.
PVA = - 1 (3.20)
S1F
donde S1 F se conoce con el nombre de segmento focal anterior, y la potencia de vértice posterior PVP:
PVP = 1
(3.21)
S'2F'
P'FA = 1
(3.22)
S'1F'
PFP = - 1 (3.23)
S2F
En la definición de las dos potencias frontales posteriores (objeto e imagen), se ha tomado como ori-
gen de imágenes (en particular como origen de la posición de F´) el vértice posterior de la lente, y como
origen de objetos el conjugado de S´2, (denotado por S2) a través de la lente.
2
1 = g' + PVP (3.24)
x' x
g' = 1
(3.27)
β' S2S'2
Esta notación es ventajosa ya que, si en vez de elegir como orígenes S2 y S´2, tomamos otra
pareja de puntos conjugados O y O´ podemos seguir usando estas expresiones teniendo en cuenta que
62
x representaría la distancia al objeto medida desde O, x´ la distancia a la imagen medida desde O´, g´
sería la inversa del aumento transversal entre O y O´ a través de la lente y P´F debe ser sustituida por
P´O , donde P´O es la potencia medida desde O´, es decir:
P'o = 1 (3.28)
O'F'
Por ejemplo, cuando los orígenes son los planos principales H y H´, entonces g´=1, x=a, x´=a´,
P´F = PV, y se obtendrían las fórmulas clásicas de formación de imagen:
1 = 1 + Pv (3.29)
a' a
La imagen de un punto en el infinito a través de la primera cara de la lente se forma a una distancia
n/P1 de la misma, es decir, a una distancia a=(n/P1-eC ) de la segunda cara, que a su vez formará la ima-
gen a una distancia a´, dada por la expresión:
1 = n + P2 = nP1 + P2 (3.30)
a' a n - ecP1
donde justamente 1/a´ = PVP, puesto que a´ es la distancia a la que focaliza un haz paralelo al eje, medi-
da desde el vértice posterior de la lente.
P1 + P2 - ec P1P2
1 = PVP = P1 + P2 = n = PV
(3.31)
a' 1 - ec P1 ec
1 - P1 1 - ec P1
n n n
g' = 1
1 - ec P1 (3.32)
n
Por tanto, la expresión que relaciona la potencia frontal posterior y las potencias de las caras es:
PVP = g'P1 + P2 = P1 + P2
(3.33)
1 - ec P1
n
Hay que tener en cuenta que las expresiones obtenidas en este apartado son válidas únicamen-
te para el caso de la potencia frontal posterior imagen.
63
La técnica de medida de focales de los sistemas ópticos recibe el nombre de focometría. Un método
muy antiguo empleado con este fin a partir del siglo XVIII en la óptica de compensación es la neutra-
lización. Se trata de buscar una lente en la «caja de pruebas» que pegada a la que se quiere medir, neu-
tralice su efecto óptico. Las dos lentes colocadas en contacto, con sus ejes ópticos confundidos, deben
comportarse como una lámina plano-paralela. En general, se dice que la neutralización se obtiene cuan-
do el foco imagen de la primera lente coincide con el foco objeto de la segunda, porque un rayo para-
lelo al eje que incida sobre el conjunto no sufrirá desviación. Sin embargo, el sistema afocal obtenido
no presenta aumento unidad, por lo que la imagen se verá afectada. Debido a esto la práctica de la neu-
tralización resulta ser una técnica poco fiable. Desde principios de siglo hasta nuestros días la neutra-
lización ha sido sustituida por el empleo generalizado del frontofocómetro, instrumento que sirve para
medir directamente la potencia frontal posterior de las lentes.
El fundamento óptico de un frontofocómetro se basa principalmente en un sistema colimador y
en un anteojo como sistema de observación. En la figura 3.11 se representan las distintas partes que lo
componen. Como se puede observar, en su forma más simple es un sistema óptico centrado que cons-
ta de los siguientes elementos: fuente de iluminación (S), lente condensadora, test (T), lente colima-
dora (C), soporte o concha de apoyo, objetivo (Obj), ocular (Oc) y retículo (R).
La función de la lente colimadora es formar la imagen del test iluminado T, para que, por medio
de un anteojo enfocado al infinito, un sujeto emétrope pueda observar simultáneamente el test y el retí-
culo sin necesidad de acomodar. Para ello el test se encuentra originalmente sobre el foco objeto de la
lente colimadora, así la lente forma la imagen del test en el infinito. A su vez, para que el anteojo esté
enfocado al infinito, es decir, forme un sistema afocal, el foco imagen del objetivo debe coincidir con
Los frontofocómetros convencionales están constituidos por las siguientes partes: una fuente de
iluminación, un test móvil, un sistema de colimación, un sistema de observación y diversos accesorios.
Las tres primeras partes antes indicadas forman el sistema de enfoque del instrumento, mientras que
un anteojo enfocado al infinito con un retículo incorporado forman en conjunto el sistema de observa-
ción.
La fuente de iluminación posee un filamento bastante extenso, ya que debe ser de gran tamaño
para que el retículo se presente uniformemente iluminado. A una cierta distancia de la fuente se colo-
ca un filtro rojo-verde, que determina el color del test, cuya posición viene determinada por un meca-
nismo que permite interponer uno de los dos filtros en el trayecto óptico. En el uso normal para lentes
incoloras y de tinte ligero, el filtro verde debe estar en su puesto, mientras que para medir lentes colo-
readas de mayor absorción, la coloración del rojo o el verde es opcional, en función del mejor recono-
cimiento de la imagen del test.
El test adopta formas diversas, pero generalmente tiene forma de cruz, y va inmerso en una
pieza que se puede desplazar. Como podemos observar en la figura 3.13, el tipo más utilizado consta
de un círculo de pequeños puntos y una serie de líneas cruzadas que se pueden rotar. Este sistema va
acoplado al engranaje de otro dispositivo que lleva una escala en la que se registran las dioptrías equi-
valentes al movimiento del test. El observador tendrá
una visión nítida del test y una lectura de la potencia
frontal de la lente problema. A continuación se sitúa la
concha de apoyo o soporte de la lente cuya potencia se
va a determinar, de forma que al apoyar la lente por su
superficie cóncava el vértice coincida con el foco ima-
gen de la colimadora (que es un sistema convergente
65
cuya potencia normalmente oscila entre +22 y +27 D).
El sistema de observación es un anteojo forma-
do por un objetivo acromático y un ocular, que está
montado sobre un mecanismo de enfoque tipo tornillo,
con una escala que abarca normalmente entre + 5,00 D
y - 5,00 D, para compensar las distintas ametropías. Fig. 3.13 Test en forma de cruz
El anteojo lleva un retículo (figura 3.14) en el
foco imagen del objetivo, que consta de dos partes, una
fija y otra giratoria. La parte fija del retículo está for-
mada por una escala graduada según el sistema TABO,
con divisiones de 1°, así como también por tres o más
círculos concéntricos que marcan saltos de una dioptría
prismática. La parte giratoria está formada por una cruz
que ayuda a determinar la orientación de los meridia-
nos principales en el caso de lentes astigmáticas.
Como accesorios se pueden considerar tanto el
dispositivo de marcaje, como el compensador de pris-
mas que permite realizar y medir efectos prismáticos.
El sistema marcador está compuesto por tres puntas
alineadas cuyos extremos se impregnan de tinta y que
sirve para marcar el centro óptico de una lente, o el
punto con el efecto prismático buscado, como en el
caso de lentes astigmáticas la línea horizontal que fija
la orientación de la lente. Fig. 3.14 Retículo
Debe considerarse que para que la imagen del test dada por el ocular sea vista con nitidez por
el observador, es necesario que la misma se forme en el punto remoto de aquél, es decir, en el infinito
si el ojo es emétrope, a una distancia finita por delante del ojo si éste es miope y por detrás del ojo si
se trata de un hipermétrope.
De esta forma, y como se ha descrito anteriormente, un observador emétrope podrá ver la ima-
gen del test nítida sin esfuerzo acomodativo cuando el foco objeto del ocular coincida con el foco ima-
gen del objetivo.
Sin embargo, un miope tendrá que desplazar el ocular acercándolo al objetivo hasta que consi-
ga enfocar el test sobre el retículo y un hipermétrope por el contrario deberá alejar el ocular del obje-
tivo si quiere ver el test con nitidez. Para comprobar que el frontofocómetro está bien ajustado, basta
enfocar el test sin colocar ninguna lente, con lo que debe aparecer la imagen del test centrada en el retí-
culo, que debe verse nítidamente, y la escala de potencias debe marcar cero. Si esto no ocurre así debe
verificarse el ajuste del ocular.
Es imprescindible, por tanto, que antes de comenzar a medir con el frontofocómetro cada obser-
vador realice el ajuste correspondiente del sistema de observación para que las lecturas obtenidas sean
las correctas.
Cuando el frontofocómetro está calibrado a cero el test coincide con el foco objeto de la lente
colimadora; posteriormente, al introducir una lente problema, un desplazamiento del test a derecha o
izquierda de su posición original permitirá enfocarlo de nuevo y obtener la lectura de la potencia fron-
tal de dicha lente.
El límite superior de medición de las potencias frontales viene dado por la menor distancia con
respecto a la lente problema a la que se puede formar la imagen del test dada por la colimadora. Dicha
distancia nos da la situación de su foco objeto que se ha definido como:
66
z' = - 1 (3.36)
Pvp
de donde se deduce que cuanto menor sea z’ mayor será la potencia frontal que se pueda medir.
Si la lente que se desea medir es negativa, el desplazamiento del test «z» será siempre negati-
vo, y se alejará de la colimadora, ya que sólo de esta forma la imagen del test dada por la misma se
sitúa a una distancia superior a la focal de la colimadora (z’>0). Por ello, el límite real para las poten-
cias negativas es el infinito. Ahora bien, si hay una limitación física dada por las dimensiones del ins-
trumento, se suele imponer el mismo límite que para las potencias positivas.
En el caso que la lente problema sea positiva, el desplazamiento del test «z» será por el contra-
rio positivo, y se acercará a la colimadora, para que z’< 0, de manera que la menor distancia con res-
pecto a la lente problema a la cual se obtiene la imagen del test T’ es justamente la focal imagen de la
colimadora (z’= -f’col), por lo que generalmente el límite de medición para las lentes positivas es del
orden de 20 a 25 D, que suele ser la potencia de la lente colimadora.
En cuanto a la medida de lentes esféricas, y dado que éstas presentan los mismos radios de cur-
vatura en cualquiera de sus secciones o meridianos, solamente se necesita de un enfoque para deter-
minar su potencia. Como consecuencia, cuando medimos este tipo de lente, la imagen del test a través
del frontofocómetro es semejante a la obtenida cuando se enfoca sin lente problema, con la única dife-
rencia el aumento de esta imagen, que está en función de la potencia de la lente medida.
Como ya se ha mencionado anteriormente, el primer paso consiste en calibrar el ocular para
ajustarlo al estado refractivo del observador que va a realizar las medidas. Posteriormente, se coloca la
lente esférica objeto de nuestro estudio, apoyándola sobre el soporte por su superficie cóncava y man-
teniéndola fija mediante el dispositivo de sujeción.
En este momento el observador, que verá la imagen del test borrosa, debe girar la rueda de enfo-
que hasta conseguir ver dicha imagen con la máxima nitidez posible. Es entonces cuando la escala de
dioptrías marca la lectura que se corresponde con la potencia frontal de la citada lente problema.
Normalmente, la medida de una lente esférica no sólo consiste en la obtención de su potencia,
sino que, excepto en el caso de que se deban introducir efectos prismáticos, previamente es necesario
centrarla correctamente para poder marcar su centro óptico y realizar una medida correcta.
El centrado de la lente en el frontofocómetro se realiza desplazando manualmente la lente, hasta
conseguir que el test esté perfectamente centrado en el retículo; de esta manera aseguramos la coinci-
dencia del eje óptico de la lente con el eje óptico del frontofocómetro. Para marcar la lente se utiliza
el dispositivo de marcado que consta de tres patas impregnadas de tinta, que las cuales se ponen en
contacto con la superficie convexa de la lente, marcando de esta forma tres puntos, de los cuales el
punto central representa la proyección del centro óptico de la lente sobre dicha superficie frontal.
Potencia esferométrica
Se conoce con el nombre de potencia esferométrica o potencia aproximada la suma algebraica de las
potencias de las dos superficies de la lente. Recibe este nombre puesto que en la propia definición se
considera la lente delgada y, en consecuencia, se desprecia el término de espesor que aparece en la
expresión de la potencia verdadera.
En óptica oftálmica es habitual denominar a esta potencia potencia esferométrica ya que, en la
práctica, la forma más corriente de obtenerla es midiendo P1 y P2 con un esferómetro de Ginebra (cilin-
drómetro) graduado en dioptrías y calibrado para un determinado índice de refracción.
67
PE = P1 + P2 = n- 1 1 -1 (3.37)
r1 r2
2 2
r = 4s + h (3.38)
8s
Por otra parte, el esferómetro está calibrado para un cierto valor de n (normalmente 1.523) y el
valor de P, en el caso de medir en una superficie convexa, viene dado por:
n- 1 (3.39)
P=
r
1 -n (3.40)
P=
r
nE - 1 (3.41)
68 P1E =
r
nL - 1 (3.42)
P1L =
r
nL - 1
P1L = P1E (3.43)
nE - 1
La potencia buscada P1L es igual a la potencia medida con el esferómetro P1E multiplicada por
el factor de corrección de índice (nL-1)/0.523. La deducción para una superficie negativa conduce al
mismo valor de corrección.
Cuando se habla de la forma de una lente, es habitual referirse a la curva base de la misma, o simple-
mente base de la lente. Este término a menudo se usa de forma incorrecta ya que se presta a diferentes
interpretaciones.
En un principio, se definía la base de una lente esférica como la potencia de su superficie más
plana, es decir, la de mayor radio de curvatura. Según esto, la base de una lente en forma de menisco,
es la potencia de la superficie posterior para lentes positivas, mientras que para las negativas la base
corresponde a la potencia de la superficie anterior. En esta definición se basan las primeras lentes en
forma de menisco llamadas periscópicas, de base ± 1.25 D, y posteriormente los meniscos de base ± 6
D. Ahora bien, en el sistema de fabricación actual el diseño de lentes oftálmicas pretende controlar, en
la medida posible, las aberraciones y el concepto de base pierde sentido, ya que rigurosamente a cada
potencia de lente le correspondería una base diferente. En la práctica se intenta llegar a un compromi-
so: en un intervalo de potencias se fabrican las lentes con idéntica potencia en una de sus caras (nor-
malmente la primera), y es a ésta a la que se denomina curva base o base de fabricación, y la que se
acostumbra a presentar en forma de tabla para comparar distintas series de lentes. El número total de
curvas base varía entre los distintos fabricantes y proporciona un índice de la precisión en el diseño de
lentes oftálmicas por parte de los mismos.
Por otra parte, si la lente tiene sólo una superficie realizada (semiterminado), se aplica el tér-
mino de base a la potencia de la cara terminada, que por lo general suele ser también la primera super-
ficie a la que se identifica por su potencia nominal P1N y su base P1 .
Se define la potencia nominal P1N de un semiterminado a la potencia de la primera superficie si
la lente fuera delgada o, lo que es lo mismo, al producto g´ P1. Lógicamente, P1N dependerá, a través
de g’, del espesor de centro de la lente. El concepto de potencia nominal presenta su máximo interés
en fabricación ya que basta con conocer la potencia de la segunda superficie de la lente y sumarla a la
nominal para conocer la potencia frontal de la lente.
P1N = g' P1 = P1 69
(3.44)
1 - ec P1
n
Esta última expresión (45), deducida anteriormente para relacionar la potencia frontal con las
potencias de las caras de la lente, constituye la ecuación fundamental para el cálculo exacto de lentes
oftálmicas.
Supongamos una lente grue-
sa en forma de menisco tal y como
muestra la figura 3.16. El foco
imagen F’ del conjunto es la ima-
gen de F’1 (foco imagen de la cara
anterior) a través del segundo
dioptrio de la lente. Si planteamos
esta ecuación considerando que la
lente está sumergida en aire, en-
tonces: Fig. 3.16 Cálculo exacto en una lente esférica gruesa
1 = n + P2
(3.46)
S'2 F' S'2 F'1
n = n = 1 = P1 = g' P1
S'2 F'1 S'2 F'1 - ec 1 - ec 1 - ec P1 (3.47)
P1 n n
P2 = 8 - 10.50 = -2.50 D
a la que le corresponderá:
Aplicando las siguientes expresiones, se construye la tabla de iteraciones (tabla 3.2) hasta que
el espesor de centro en la primera y última columna son iguales
P1 = P1N
(3.49)
1 + ec P1N
n
e c = eb + s1 + s2 (3.50)
10,016
PVP = - 2.50 = + 8.00 D
-3
1 - 7,016 ⋅ 10 10,016
1.523
Tabla 3.2
También se puede plantear si sería posible fabricar una lente de Pvp = + 6.00 D con el mismo
semiterminado, es decir, manteniendo constante la P1.
El valor de P1 es conocido (10,016 D), al igual que su radio de curvatura y su sagita:
R1 = 52.19 mm
s1 = 7.826 mm
Con estos datos, la variación de la potencia de vértice posterior está dentro del límite de varia-
ción tolerado, por lo que podría utilizarse el semiterminado para fabricar la lente de +6.00 D (3.52) y
(3.53).
10,016
PVP = - 4.50 = + 5.89 D
-3
1 - 5,527 ⋅ 10 10,016
1.523
Como ya se ha visto en el apartado 3.3, el peso de una lente oftálmica esférica depende de diversos
parámetros, entre ellos la potencia de la lente. Para analizar comparativamente la variación del peso
con la potencia es habitual fijar como parámetro el índice de refracción del material o el diámetro de
la lente. Así, la figura 3.17 muestra la variación del peso de lentes esféricas positivas fabricadas en
Fig. 3.17 Peso de lentes esféricas positivas en Fig. 3.18 Peso de lentes esféricas positivas
función del diámetro para diferentes potencias para diferentes materiales
vidrio crown de índice 1,523, en función del diámetro. Se puede observar cómo, para un mismo diá-
metro, el peso de la lente aumenta con la potencia y cómo, para una potencia de lente dada, el peso
también aumenta con el diámetro de la misma.
Para una potencia no representada se puede obtener el peso por interpolación, aunque a menu-
do se acostumbra a representar la variación de peso con la potencia de la lente fijando el diámetro de
la misma, como muestra la figura 3.18, que representa un estudio comparativo del peso de lentes posi-
72
Fig. 3.19 Peso de lentes esféricas negativas en Fig. 3.20 Peso de lentes esféricas negativas
función del diámetro para diferentes potencias para diferentes materiales
tivas de 62 mm de diámetro, para tres materiales diferentes: orgánico CR-39, crown B 270 y un alto
índice Ba SF 64. Se puede observar que, para cualquier potencia, el peso es considerablemente menor
para el material orgánico CR-39. En cuanto a los dos materiales inorgánicos representados, hay que
destacar que las lentes de alto índice, cuyo volumen es considerablemente menor al de las de índice
1.523, pesan ligeramente menos únicamente para potencias mayores que +4.00 D. En la zona de bajas
potencias ocurre lo contrario: las lentes de alto índice son más pesadas que las de vidrio crown. Esto
es debido a que la disminución de volumen no es proporcional a la disminución de peso ya que, por lo
general, la densidad de los vidrios de alto índice es muy alta.
Análogamente, se puede representar el peso de las lentes negativas en función del diámetro
(figura 3.19) y la comparación de peso de diferentes materiales para cada potencia tomando un diá-
metro constante de lente (figura 3.20).
Por último, la manera más común de representar el peso de las lentes en función de la potencia
se muestra en el ejemplo de la figura 3.21 (vidrio crown 1,523), donde a cada intervalo de potencias
corresponde un determinado diámetro de fabricación. Esta gráfica es bastante útil ya que proporciona
el peso real de la lente estándar en bruto, aunque, a diferencia de las gráficas anteriores, no permite
establecer comparaciones entre lentes de diferentes escalados de fabricación en cuanto a diámetro.
60
56
52
48 55
60
44
65 n: 1.523
40
36
50
55
Peso (gramos)
32
28
60
65
24
20 70
16
73
12
4
0
-20.0 -15.0 -10.0 -5.0 0.0 5.0 10.0 15.0 20.0
Pvp (dioptrías)
Fig. 3.21 Peso de lentes esféricas de distintas potencias, en función del diámetro
Bibliografía
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SCHIKORRA A. «Lentes monofocales astigmáticas y prismáticas». Ver y Oír nos 38 a 53, Puntex, 1989.
Superficies conicoides
Las superficies asféricas conicoides o de asfericidad continua se generan por revolución de las curvas
asféricas más simples, las cónicas.
Este tipo de curvas se obtiene al seccionar un cono por distintos planos; si la sección se realiza
de forma perpendicular al eje del cono la curva que resulta es un círculo, si esta sección es paralela 75
obtenemos un parábola y si el corte se realiza con una inclinación determinada se obtienen los dos tipos
de elipses y las hipérbolas, tal y como se observa en la figura 4.1:
Fig. 4.1
Al hacer girar estas secciones cónicas alrededor de un eje, según la cónica de revolución emple-
ada se generan superficies elipsoides, paraboloides e hiperboloides, considerándose la esfera como un
caso especial de elipsoide. Así, las superficies asféricas conicoides pueden representarse de un modo
simple en sección a través de las cónicas que las generan.
A lo largo de la bibliografía se pueden encontrar diversas expresiones matemáticas que repre-
sentan este tipo de curvas; estas expresiones varían unas de otras en función del origen y del tipo de
coordenadas empleado. Nosotros emplearemos la representación matemática válida para todas las
cónicas, centrada con el vértice de la superficie en el origen de coordenadas en la que el eje x es el eje
de revolución y que se expresa del siguiente modo:
y 2 = 2r0 x - px 2 (4.1)
donde r0 es el radio de curvatura en el origen (0,0) y p es un coeficiente que indica el grado de asferi-
cidad; en función de cómo sea el valor de p se puede deducir el tipo de cónica de revolución que gene-
ra la superficie asférica, tal y como se muestra en la figura 4.2:
p<0 hipérbola
p=0 parábola
0<p<1 elipse (con el eje mayor en el eje X)
p=1 círculo
p>1 elipse (con el eje mayor en el eje Y)
y En ocasiones se requiere
deformar este tipo de superficies
Parábola p=0
de un modo controlado, por lo que
se añaden una serie de términos a
la ecuación y la superficie queda
Elipse 0<p<1 descrita como:
Elipse>1
Circulo p=1
y 2 = 2r0 x - px 2 + ∑ a2n x 2n (4.2)
Conocidas también como superficies de asfericidad zonal, son superficies de curvatura no constante
que se obtienen por revolución de una curva con un perfil determinado que puede expresarse matemá-
ticamente de forma polinómica. Definir un determinado perfil mediante un polinomio que se ajuste de
manera perfecta a los puntos de la superficie es complejo, ya que el mejor ajuste lo encontramos para
polinomios de grado elevado y en polinomios de este tipo aparecen fuertes ondulaciones que no refle-
jan la suavidad y continuidad de la superficie.
Para solucionar este problema, la mejor solución es expresar la superficie con un tipo de curvas
llamadas polinomios de spline. La representación de la superficie mediante este tipo de polinomios
consiste en dividir el perfil de la curva en una serie de intervalos, cuyos extremos se denominan nodos,
como muestra la figura 4.3:
Las lentes oftálmicas asféricas se caracterizan por tener como mínimo una de sus superficies asféricas
como las descritas en el apartado anterior.
La introducción de este tipo de superficie en el diseño de lentes oftálmicas permite producir len-
tes con curvas más planas que combinan de modo satisfactorio criterios de calidad de imagen y estéti-
ca que con diseños esféricos es imposible conseguir (capítulo 7).
En lentes de este tipo la superficie asférica debería reemplazar a la superficie de la lente de radio
más curvado, que corresponde con la convexa en lentes positivas y con la cóncava en lentes negativas.
No obstante en la mayoría de lentes la superficie asférica se encuentra en la cara anterior. El motivo es
únicamente de tipo económico, ya que si la cara externa de la lente es asférica se obtienen semitermi-
nados, a partir de los cuales se pueden realizar diversas prescripciones tanto esféricas como cilindricas
cambiando sólo los parámetros de la cara posterior, sin que el proceso de fabricación varíe del de las
lentes esféricas y esferotóricas en lo que respecta a la segunda superficie.
El hecho de realizar la primera superficie asférica permite optimizar las lentes de potencia posi-
tiva tanto en estética, al aplanar las superficies disminuyendo el volumen, como en comodidad, debi-
do a la disminución de peso de las lentes. Por su parte, la asferización de las lentes negativas no ofre-
cerá tantas ventajas desde el punto de vista estético.
Para poder definir de un modo simple los parámetros de este tipo de lentes nos basaremos a lo
largo de todo el capítulo en un diseño en el que la primera superficie es de asfericidad continua o coni-
coide; de este modo facilitaremos la comprensión y los cálculos y cualquier conclusión obtenida con
este modelo será aplicable a otros diseños más complejos.
y 2 = 2r0 x - px 2 (4.3)
se pueden obtener todos los puntos de la cónica en función de dos parámetros fijos, el radio obscula-
triz r0 y el coeficiente de asfericidad p.
El radio obsculatriz es el radio equivalente al de un círculo en la zona apical de la superficie, y
con el que se determina el poder dióptrico en el eje. El valor de este radio va variando a lo largo de la
superficie, de tal forma que ésta va aplanándose a medida que nos alejamos desde el centro a la peri-
feria. El factor que controla este aplanamiento es el coeficiente de asfericidad, que indica la deforma-
ción de la superficie asférica respecto a la esfera del mismo radio.
Si calculamos el radio para cada punto de la lente, en el punto más extremo obtenemos el
siguiente radio periférico (figura 4.4):
y 2
y 2 + r0 - sa = rperif (4.4)
rperif = y 2 + r0 - x 2 (4.5)
r perf
y Gracias al coeficiente de asfericidad
la superficie con perfil asférico es más
78 r0
plana hacia los bordes que la superficie
(0,0) Sa x
puramente esférica para un mismo radio de
curvatura frontal.
∅ 2 = 2r s - ps2 (4.6)
0 a a2
2
De modo que despejando, la profundidad sagital queda:
2
∅
2
sa = r0 ± r0 - 2 (4.7)
p p p
La profundidad sagital es menor que la sagita para una Lente esférica convecional
superficie esférica del mismo radio al ser la superficie asférica
más plana.
El cálculo de los espesores en este tipo de lentes se rea-
liza a través de las sagitas de las superficies del mismo modo
que para las lentes esféricas, con la particularidad de que se uti-
Lente asférica
liza la profundidad sagital para la superficie asférica por lo que
los espesores serán menores (figura 4.5).
El espesor disminuirá o aumentará en función de la
potencia de la lente, siendo esta variación de espesor más suave Fig. 4.5
que la variación del mismo tipo que se produce en lentes esfé-
ricas.
El hecho que la geometría de la superficie asférica se aplane hacia los bordes permite obtener
lentes más delgadas que consecuentemente tendrán menos volumen.
La expresión para calcular el volumen de este tipo de lentes en función de los casquetes y del
cilindro que la forman es la misma que se utiliza para las lentes esféricas (capítulo 3), con la salvedad
que el casquete de una superficie asférica viene dado en función de los parámetros de su superficie:
El peso de la lente vendrá determinado por la densidad del material vítreo utilizado y el volu-
men de la lente.
79
4.4 Potencia
Como la primera superficie de la lente es una superficie de radio no constante, la potencia que depen-
de directamente del radio de curvatura, también variará.
A partir del radio central u obsculatriz podemos definir el poder dióptrico de la superficie asfé-
rica en el eje como:
P1 = n- 1 (4.9)
r0
Al alejarnos desde el centro a la periferia el radio aumenta de manera que el poder dióptrico
para cualquier punto de la lente viene dado por:
Pperif = n- 1 = n- 1
(4.10)
rperif y 2 + r0 - sa 2
Como el radio en la periferia es siempre mayor que el radio obsculatriz puesto que y aumenta
en mayor grado que sa, el poder dióptrico siempre disminuirá desde el centro a la periferia.
Al analizar la lente de forma completa no sólo se ha de tener en cuenta la variación del poder
dióptrico de la superficie asférica sino que también analizaremos la variación de espesor que tiene
lugar a lo largo de todo el diámetro, manteniéndose como parámetro fijo el poder dióptrico de la super-
ficie esférica o tórica.
Pvpeje = P1 + P2
(4.11)
1 - ec P1
n
Pperif
Pvpperif = + P2 (4.12)
1 - ec Pperif
n
Las lentes asféricas presentan con respecto a las lentes esféricas convencionales de la misma potencia
una disminución considerable de espesores, volumen y peso. Por lo tanto son lentes más confortables
puesto que son más ligeras y delgadas, además de ofrecer ciertas mejoras en la minimización de abe-
rraciones debido a su diseño (capítulo 7).
Estas ventajas se deben básicamente a la combinación de tres factores en la fabricación de las
80
lentes que son:
Analizaremos por separado las ventajas que ofrecen estos tres factores:
30.00 6.00
Ec (mm)
Pvp+4
Peso (gramos)
25.00 5.00
Pvp+4
20.00 4.00
10.00 3.00
Fig. 4.6
El hecho de añadir este coeficiente ofrece mejoras tanto estéticas como de comodidad, puesto
que las lentes son más delgadas y más ligeras, y se observa que estas mejoras son más notables cuan-
to más negativo es este coeficiente, es decir para superficies hiperboloides. No obstante, el valor del
coeficiente de asfericidad va ligado al diseño de la lente en la minimización de aberraciones por lo que
su valor dependerá de una solución de compromiso en la que intervengan tanto aspectos de estética y
confortabilidad como aspectos de calidad. Analizando tanto para lentes positivas como negativas la
variación de espesores y peso en función de el coeficiente de asfericidad, obtenemos las siguientes grá-
ficas (figuras 4.7 a y b):
40.00 8.00
30.00 6.00
Peso (gramos)
Eb (mm)
20.00 4.00
15.00 3.00
-1.0 0.0 1.0 -1.0 0.0 1.0
p p 81
Fig. 4.7a
55.00 10.50
Pvp-7 Pvp-7
Peso (gramos)
45.00 8.50
Eb (mm)
Pvp-4
25.00 4.50
15.00 2.50
-2.00 -1.00 0.00 1.00 -2.00 -1.00 0.00 1.00
p p
Fig. 4.7b
En las gráficas de la figura 4.7a y 4.7b observamos que cuanto mayor es la potencia de la lente
mayor es la disminución de espesor y peso, por lo que asferizar las lentes es un buen recurso para obte-
ner ventajas en lentes de potencia alta.
A partir de las gráficas podemos observar también que las variaciones de espesores y peso son
mucho más acusadas para lentes positivas que para lentes negativas. Por este motivo la asfericidad es
un recurso más utilizado en lentes positivas que en negativas.
b) Reducción del espesor: las lentes asféricas normalmente se fabrican con espesores de borde
más delgados que los que se fabrican en lentes esféricas. Esta disminución en el espesor se traduce en
una disminución en el volumen de la lente por lo que las lentes serán más estéticas al ser más delga-
das y más ligeras debido a la disminución de material.
c) Materiales empleados en la fabricación: los materiales más comúnmente empleados para
fabricar este tipo de lentes son los vidrios de alto índice tanto orgánicos como minerales. Los vidrios
de alto índice permiten para una determinada potencia fabricar las superficies con curvas más planas,
lo que da como resultado lentes más delgadas, si a este hecho le añadimos la disminución de espeso-
res y volúmenes producida al asferizar la lente y fabricarla con espesores de borde más delgados obte-
nemos lentes mucho más delgadas que las lentes esféricas convencionales.
Esta reducción de volumen debida a estos tres factores es más notable que el aumento de la den-
sidad propio de los materiales de alto índice y esto produce que las lentes asféricas sean más ligeras.
El vidrio mineral que se utiliza mayoritariamente en la fabricación de lentes asféricas es el vidrio hi-
crown de densidad 2,64, sólo un 3% mayor que la densidad del vidrio crown.
Para una lente de índice 1,6, potencia +4,00 D, diámetro 65 mm y espesor de borde 0,5 mm, el
volumen y el peso son un 20% menor que en una lente crown de las mismas características.
La mayoría de lentes asféricas que se fabrican atienden a esta geometría y se caracterizan por tener
la superficie asférica generada por curvas de tipo polinómico. Esta geometría varía en función de la
potencia de la lente, su diámetro, el material empleado y el criterio que emplea cada fabricante en el
momento de llegar a una solución de compromiso que satisfaga tanto la estética de la lente como la
comodidad y la calidad óptica.
Este tipo de lentes cubren gamas de potencias medias, desde -8,00 D hasta +8,00 D aproxima-
damente, para diámetros de fabricación desde 60 a 70 mm e incluso 80 mm para algunas potencias.
Para su fabricación se utilizan materiales tanto orgánicos como minerales.
Los materiales orgánicos se emplean para fabricar mayoritariamente lentes positivas, por lo que
las lentes orgánicas de alto índice ofrecen importantes mejoras estéticas respecto a las de CR-39 debi-
do al aplanamiento de las curvas.
El material orgánico no se utiliza de manera frecuente en la fabricación de lentes asféricas nega-
tivas puesto que como ya hemos observado la asfericidad no ofrece grandes ventajas en lentes negativas.
En material mineral se fabrican tanto lentes de potencia positiva como negativa, y la gran mayo-
ría de lentes que se fabrican son de índice 1,6.
Con motivo de minimizar las aberraciones entre los dos meridianos de las lentes astigmáticas
de cilindro elevado, algunos fabricantes recurren a la utilización de superficies atóricas, que son super-
ficies de no revolución definidas por dos perfiles asféricos perpendiculares entre sí de diferente radio
obsculatriz y coeficiente de asfericidad, siendo la segunda superficie de estas lentes tórica.
La técnica de suavización o blending es un recurso muy utilizado en lentes de alta potencia tanto nega-
tiva como positiva, para poder fabricar diámetros grandes con una disminución de los espesores en el
borde y consecuentemente una reducción del material de la lente que las hace más ligeras.
Utilizando esta técnica en lentes positivas, además se obtiene una gran mejora del campo visual
al disminuir el escotoma anular que se produce en los lenticulares utilizados para compensar la afa-
quia.
La superficie anterior de este tipo de lentes posee una geometría especial que consta de tres
zonas continuas, siendo invisible el paso de una zona a otra.
La zona central es un elipsoide de revolución con un diámetro de 43 a 44 mm; contigua a esta
zona se encuentra una corona intermedia de un ancho aproximado de 10 mm de forma elíptico-toroi-
dal seguida de una corona periférica para alcanzar el diámetro total de la lente que puede oscilar entre
65 y 67 mm, tal y como se muestra en la figura 4.8:
67
43
83
Fig. 4.8
Estas lentes se fabrican para potencias positivas superiores a +8,00 D siempre en material orgá-
nico. En lentes negativas se utiliza esta técnica en el generado de la segunda superficie, para potencias
superiores a -6.00 D, y en material flint.
Bibliografía
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84
Cuando un haz de rayos paralelos incide sobre una lente astigmática, los diferentes rayos que compo-
nen el haz refractado no se cortan en un punto, como en el caso de una lente esférica, sino en dos líne-
as rectas como se observa en la figura 5.4, donde F’v (horizontal) es la focal correspondiente al meri-
diano vertical Mv, y F’h (vertical) es la focal correspondiente al meridiano horizontal Mh, ambos
meridianos principales de la lente astig-
mática. Estas dos líneas rectas son per-
pendiculares entre sí, no se cortan entre
ellas pero sí cortan al eje, y se denomi-
nan focales de Sturm.
Si el diafragma de apertura es cir-
cular, las secciones del haz de rayos
refractado tienen forma elíptica. Al
colocar una pantalla en la posición 1, se
observa una elipse con el eje vertical
mayor que el horizontal. El eje horizon-
tal se va reduciendo progresivamente
hasta que en la posición 2 se forma la
focal de Sturm vertical, correspondiente
Fig. 5.4 Haz resultante de la refracción a través de una lente al meridiano horizontal. Tras ésta, el eje
astigmática horizontal va aumentando de manera
que en la posición 3 la sección es un círculo, llamado círculo de menor confusión. A partir de aquí el
crecimiento progresivo del eje horizontal lleva, en la posición 4, a la formación de focal de Sturm hori-
zontal, correspondiente al meridiano vertical. A continuación las secciones vuelven a ser elipses con
el eje horizontal mayor que el vertical (posición 5).
Las focales de Sturm, formadas por un sistema astigmático regular para un objeto situado en el
infinito, se corresponden con las potencias máxima y mínima, es decir, con los meridianos principales.
La distancia que separa dichas focales es el intervalo de Sturm y la diferencia de potencia entre los
meridianos principales es el astigmatismo del sistema. En este tipo de lentes, sólo los meridianos prin-
cipales poseen focal propia; el resto de los meridianos contribuye a la formación de dichas focales.
Conviene recordar que el principio de la compensación de ametropías consiste en que la lente
forme la imagen en el punto remoto del sujeto amétrope, punto en que el sujeto es capaz de ver con
nitidez en ausencia de acomodación. En el caso de un astígmata, la existencia de dos meridianos prin-
cipales deriva en la aparición de dos puntos remotos. Por tanto, la misión de la lente oftálmica com-
pensadora es, en este caso, formar las imágenes en ambos puntos remotos respectivamente con la fina-
lidad de que el objeto sea visto nítidamente.
Las figuras 5.5 y 5.6 representan la refracción de una lente astigmática a lo largo de sus dos
meridianos principales, localizados en los meridianos vertical y horizontal respectivamente. Al igual
que en la figura 5.4, se puede observar que ambos meridianos son positivos, aunque es más potente el
meridiano horizontal.
87
Fig. 5.5 Refracción a través del meridiano Fig. 5.6 Refracción a través del meridiano
vertical de una lente astigmática horizontal de una lente astigmática
Para un punto objeto situado en el eje óptico, la focal formada por el meridiano vertical (V1V2)
está situada a una distancia l’v de la lente, la focal formada por el meridiano horizontal (H1H2) está
situada a una distancia l’h de la lente y el círculo de menor confusión (C1C2) está situado a una dis-
tancia l’c de la lente.
Considerando que los triángulos L1L2V y H1H2V son semejantes, se puede calcular el tamaño
de la focal correspondiente al meridiano horizontal (H1H2):
Del mismo modo, se puede calcular el tamaño de la focal correspondiente al meridiano vertical
(V1V2) si se considera la semejanza existente entre los triángulos L1L2H y V1V2H:
Por último, la posición (l’c) y el tamaño (C1C2) del círculo de menor confusión pueden también
deducirse de la semejanza entre los triángulos L1L2V y C1C2V así como entre L1L2H y C1C2H:
l'c = 2 (5.3)
PH + PV
C 1C 2 = PH - PV L1L 2 (5.4)
PH + PV
Al seccionar un cilindro mediante un plano paralelo a su eje de revolución se obtiene una lente cilín-
drica formada por dos superficies, una de las cuales es plana y la otra cilíndrica. Estas lentes, que reci-
88
ben también la denominación de planocilíndricas, se utilizan para la compensación del astigmatismo
cuando uno de los dos meridianos principales del ojo es emétrope.
Se denomina meridiano de una lente cilíndrica a la sección que se obtiene mediante la inter-
sección de un plano cualquiera que pasa por el centro geométrico de la superficie cilíndrica.
En la figura 5.7 están representadas una lente cilíndrica positiva y una lente cilíndrica negativa.
Como vemos a lo largo de la sección vertical AB la superficie cilíndrica es plana, mientras que en la
sección CD presenta la máxima curvatura. Estas dos secciones perpendiculares entre sí constituyen los
meridianos principales de la lente cilíndrica, denominados respectivamente eje y contraeje.
Según el eje de la lente la potencia es nula debido a que esta sección no es más que una lámi-
na planoparalela. En cambio, según el contraeje la potencia es máxima (en valor absoluto), y se puede
considerar como la de una lente planoesférica que tenga el mismo radio de curvatura que el cilindro.
A partir de todo lo anteriormente expuesto, es razonable
pensar que un meridiano oblicuo cualquiera debe tener una
potencia comprendida entre cero y la potencia del contraeje.
Observando la figura 5.8, se puede apreciar que la curvatura
según un meridiano XX’ cualquiera que forma un ángulo θ con
el eje, resulta ser elíptica. Para calcular la potencia de este meri-
diano oblicuo XX’, dado que en el caso de las lentes oftálmicas,
el volumen de cilindro utilizado es pequeño, el arco elíptico
correspondiente se puede aproximar a un arco de circunferencia.
Partiendo de esta aproximación y considerando que la sagita s se
Fig. 5.7 Lente cilíndrica positiva y mantiene constante para cualquier arco, utilizando la aproxima-
negativa ción de Rayleigh se puede considerar:
2 2
s = NQ = XQ (5.5)
2rc 2rθ
NQ = senθ
(5.6)
XQ
Pθ = Pcsen 2θ (5.8)
Luego,
do, se obtiene, para cualquier posición de la pantalla, una elipse que en la dirección del eje tiene el
mismo tamaño que la línea focal, pero que en la dirección del contraeje disminuirá de tamaño a medi-
da que nos acerquemos al plano focal. En este caso se trata de una imagen real puesto que se trata de
una lente cilíndrica positiva, pero en una negativa la línea focal sería virtual. Una aplicación de las len-
tes cilíndricas en las pruebas optométricas son las conocidas varillas de Maddox.
Conviene recordar que el ojo astígmata presenta dos direcciones principales que han de coinci-
dir con las de la lente oftálmica encargada de compensarlo. Para establecer la orientación de las lentes
astigmáticas tan sólo es necesario fijar la dirección del eje de la lente.
De hecho, para representar lentes planocilíndricas, la fórmula óptica es la siguiente:
C α°
Consiste en indicar la potencia del contraeje del cilindro C, acompañada por la orientación del
eje α°.
La notación universalmente utilizada para especificar la dirección del eje es conocida como nota-
ción TABO. Esta notación estándar considera que un determinado observador está siendo mirado por un
sujeto que se coloca frente a él. El ojo derecho del sujeto se sitúa entonces frente al ojo izquierdo del
observador, mientras que el ojo izquierdo del sujeto está situado frente al ojo derecho del observador.
Por esta razón en el diagrama representado en la figura 5.10, el ojo derecho se muestra a la
izquierda y el ojo izquierdo a la derecha. La dirección del eje se especifica en grados, de manera que la
orientación 0° se encuentra en el lado derecho de cada ojo, y se numera en sentido antihorario hasta
180°, que corresponderá al lado izquierdo de cada ojo. Por esta razón, el origen coincide con el lado
nasal (N) del O.D. y con el lado temporal (T) del O.I. De esta forma, el meridiano horizontal viene repre-
90
sentado por la orientación 0° - 180° y el meridiano vertical será el de 90_. Si se considera que los dos
meridianos principales son perpendiculares entre sí, dada la orientación de un meridiano principal, el
segundo meridiano principal resultará simplemente de adicionar o sustraer 90° al primero. Por ejemplo,
si el eje está a 10°, el contraeje estará a 100°, o bien, si el eje está a 125°, el contraeje estará a 35°, etc.
Una lente esferocilíndrica está formada por dos superficies, una esférica y otra cilíndrica. Uno de sus
meridianos principales está definido por el plano que contiene el eje de revolución de la cara cilíndri-
ca y el centro geométrico de la cara esférica. El otro meridiano principal es el plano perpendicular al
eje de revolución del cilindro que pasa por el centro geométrico de la cara esférica. Por analogía con
las lentes planocilíndricas, a estos dos meridianos principales de la lente esferocilíndrica se les deno-
mina eje y contraeje respectivamente.
EJE CONTRAEJE
En la figura 5.11 se puede observar que la lente esfero-
cilíndrica, siguiendo la dirección del eje, se comporta como
una lente planoesférica. Como en esa dirección la potencia de
la superficie cilíndrica es nula, se tiene como potencia princi-
pal únicamente la potencia de la superficie esférica E. Por el
contrario, en la dirección del contraeje, la potencia total es la
suma de la potencia esférica y de la cilíndrica, es decir, E+C.
Se puede decir entonces que una lente esferocilíndrica
viene definida como toda lente astigmática por sus dos poten-
cias principales, Peje y Pceje, siendo Peje = E y Pceje = E+C.
Una vez definidas las potencias y los meridianos prin- Fig. 5.11 Meridianos principales de
cipales, es necesario conocer la potencia que presenta cual- una lente esferocilíndrica: eje (E)
quier otro meridiano de la lente. y contraeje (E + C)
La potencia de un cilindro en un meridiano cualquiera
que forme un ángulo θ con el eje es:
Pθ = Pcsen 2θ (5.8)
De acuerdo con esto, y teniendo en cuenta que la potencia de una superficie esférica se man-
tiene constante para todos los meridianos, la potencia Pθ de un meridiano cualquiera de la lente esfe-
rocilíndrica vendrá dada por:
91
Pθ = E + C sen θ 2 (5.11)
La fórmula óptica para representar una lente esferocilíndrica consiste en indicar la potencia
esférica, la potencia cilíndrica y la dirección del eje del cilindro, de la forma siguiente:
E C α° o bien α° C E
Las lentes bicilíndricas son lentes astigmáticas que se pueden considerar compuestas por dos lentes
planocilíndricas unidas por sus caras planas. Estas lentes que, por tanto, poseen dos superficies cilín-
dricas, se formulan indicando los dos cilindros con sus ejes respectivos, unidos mediante el símbolo de
combinación, de la siguiente manera:
C1 α1° ≡ C2 α2°
Aunque en principio los dos ejes α1 y α2 pueden formar entre sí un ángulo cualquiera, hay dos
disposiciones particulares: que sean paralelos o que sean perpendiculares.
Se puede decir que dos lentes planocilíndricas unidas por su cara plana con
los ejes paralelos, son equivalentes a una lente planocilíndrica única cuyos
meridianos principales, eje y contraeje, coinciden con los meridianos princi-
pales de las planocilíndricas componentes (figura 5.12). De esta forma la
potencia siguiendo el eje de la lente bicilíndrica es cero, y la potencia del con-
traeje es igual a la suma algebraica de los cilindros
C1 α° ⬑ C2 α° ≡ C3 α°
donde C3 = C1 + C2.
Cuando los ejes de las dos planocilíndricas que se combinan forman entre sí 90°. Un ejemplo de este
tipo de lente es:
92
C1 α° ⬑ C2 α° ± 90°
tg 2ϕ = C2 sen 2θ
(5.16)
C 1 + C2 cos 2θ
donde el ángulo ϕ representa la posición del eje del cilindro resultante medido desde el eje del cilin-
dro C1, en sentido antihorario si es positivo y al contrario, si es negativo.
Por otra parte despejando de la ecuación 5.15, se obtiene la potencia del cilindro resultante que
viene dada por:
C = C2 sen 2θ (5.17)
sen 2ϕ
a) ambos cilindros deben tener el mismo signo, para que el eje del cilindro resultante se sitúe
entre los ejes de los cilindros C1 y C2;
b) C1 corresponderá al cilindro cuyo eje esté más próximo a 0° TABO.
Ahora es necesario deducir una expresión matemática que determine la componente esférica de
la esferocilíndrica resultante. Tal expresión se puede deducir a partir del diagrama que se muestra en
la figura 5.15.
En este diagrama, las líneas discontinuas
son perpendiculares entre sí y representan los
meridianos principales de la lente esferocilíndrica
resultante. Como ya se vio en el apartado 5.2, para
94 cualquier cilindro se cumple que la suma algebrai-
ca de dos meridianos ortogonales es igual a la
potencia del contraeje.
En primer lugar, consideremos que el cilin-
dro C1 presenta en dichos meridianos ortogonales
las potencias P1 y P3, por lo que:
P1 + P3 = C1 (5.19)
P2 + P4 = C2 (5.20)
P1 + P3 + P2 + P4 = C1 + C2 (5.21)
Por tanto, la combinación de P1 y P2 dará lugar a una de las potencias principales de la esferoci-
líndrica resultante Peje, mientras que la combinación de P3 y P4 dará lugar a la otra potencia principal Pceje.
Suponiendo E = Peje y como en ese caso E + C = Pceje,
E = P1 + P2 (5.22)
E + C = P3 + P4 (5.23)
Sustituyendo, obtenemos:
E + E+ C = C1 + C2 (5.24)
2 E + C = C1 + C2 (5.25)
E = C1 + C2 - C (5.26)
2
Este método se puede emplear de la misma forma para calcular la combinación de esferocilín-
dricas, teniendo en cuenta que a la potencia de la esfera resultante se le deben adicionar las compo-
nentes esféricas de las fórmulas esferocilíndricas de partida.
Ejemplo:
Dadas las lentes (+3.50) 30° y (-3.00)(+3.00) 50°, calcular la lente esferocilíndrica equivalente 95
a la combinación de ambas.
En primer lugar, para poder aplicar el método anteriormente expuesto, las lentes que se combi-
nan deben tener los cilindros del mismo signo, ambos positivos o ambos negativos. El caso que nos
ocupa responde a esta combinación y si no fuera así debería realizarse una transposición (véase apar-
tado 5.8).
Los dos cilindros están representados mediante
el diagrama vectorial de la figura 5.16. El vector C1 de
longitud 3,5 unidades, corresponde al cilindro cuyo eje
está más cerca de 0° TABO y está representado sobre
el eje horizontal. El vector C2, de longitud 3 unidades,
forma un ángulo 2θ con el primero, siendo θ = 50° -
30° = 20°, ángulo entre los ejes.
Si calculamos el ángulo 2θ tenemos: Fig. 5.16
2ϕ = 18,4°
ϕ = 9,2°
A este valor (+ 0,195 D) habría entonces que sumarle las esferas de las lentes originales (-3 D),
con lo que la potencia esférica total resultaría de -2,805 D.
La esferocilíndrica resultante de la combinación de estas dos lentes tiene una potencia
de:
La figura 5.17 presenta el diagrama que muestra gráficamente los resultados obtenidos.
La combinación de una superficie esférica con una tórica da como resultado una lente esferotórica.
96 Existen dos posibilidades: que el toroide esté situado en la primera cara de la lente (la más alejada del
ojo) o bien que el toroide esté en el lado ocular. En el primer caso se trataría de una lente tórica exter-
na y en el segundo de una tórica interna.
Los meridianos principales de una lente esferotórica son los meridianos principales del dioptrio
tórico, denominados ecuador y meridiano, y para ello es necesario colocar el centro de curvatura de la
superficie esférica en la intersección de ambos meridianos.
Se denomina base de una lente tórica a la potencia principal de la cara tórica que es menor en
valor absoluto, es decir, la correspondiente al mayor radio de curvatura (nótese el paralelismo exis-
tente con la definición de base de una lente esférica). Para los toroides en anillo y en calabaza la base
está en el ecuador y para los toroides en corsé y en barril sucede lo contrario: la base está en el meri-
diano.
Análogamente a las superficies cilíndricas, que presentan
potencia nula a lo largo del eje, el eje de un dioptrio tórico se define
como aquella sección principal cuya potencia es la base. Por ello,
denominaremos eje y contraeje de una lente tórica, al eje y contrae-
je del dioptrio tórico.
Como se puede observar en la figura 5.18, en una lente tórica
cada meridiano principal por separado puede ser asimilado a una
lente esférica.
Según la dirección del eje la potencia de la lente será la
suma algebraica de la potencia esférica y de la base, S + B. Mien-
Fig. 5.18 Meridianos
tras que, según la dirección del contraeje, la potencia vendrá dada
principales de una lente por la suma de la esfera y de la potencia tórica mayor en valor abso-
esferotórica luto, S + M.
En definitiva, como cualquier lente astigmática, la lente tórica viene determinada por sus dos
potencias principales Peje y Pceje, con Peje = S + B y Pceje = S + M.
Una vez definidas las potencias principales de la lente tórica, es el momento de abordar la
potencia que presentará la lente en cualquier sección oblicua. Para ello, hay que tener en cuenta la posi-
bilidad de considerar el dioptrio tórico como resultado de la combinación de dos cilindros cruzados,
una de potencia M y otro de potencia B.
De acuerdo con esto, la potencia oblicua de cada uno de estos cilindros será:
M θ = M sen 2 θ (5.27)
Por lo tanto, la potencia Pθ de un meridiano cualquiera de la lente esferotórica vendrá dada por
la potencia esférica, a la que se le debe adicionar la contribución Mθ y Bθ de cada uno de los cilindros,
de la siguiente manera:
La fórmula óptica que se utiliza para identificar a este tipo de lentes es:
97
S M α° base B
Fig. 5.19 Representación de una lente esferotórica Fig. 5.20 Diagrama óptico de
con la denominada cruz óptica una lente esferotórica
En las figuras 5.22, 5.23 y 5.24 aparecen estas mismas formas de representación para el caso
particular de una lente esferocilíndrica, cuya fórmula viene dada por:
E Cα°
Fig. 5.21 Esquema óptico de una lente Fig. 5.22 Representación de una lente
esferotórica esfertórica mediante la cruz óptica
98
Fig. 5.23 Diagrama óptico de una lente Fig. 5.24 Esquema óptico de una
esferocilíndrica lente esferocilíndrica
Las lentes astigmáticas presentan una diferencia de potencia entre los meridianos principales que se
traduce en una variación del espesor en el borde de la lente, ya que éste no permanece constante como
en el caso de lentes esféricas, sino que pasa de un mínimo a un máximo de forma gradual.
En este apartado se va a estudiar cómo varía el espesor en las lentes astigmáticas atendiendo a
su forma. Se analizará cómo, independientemente de la forma de la lente, los espesores de borde míni-
mo y máximo se corresponden con los meridianos principales de la misma, concretamente con el de
mayor y menor potencia algebraica respectivamente.
En el caso de lentes planocilíndricas, como se puede observar en la figura 5.25, el espesor a lo largo
del eje de la lente se mantiene constante, desde el centro hasta el borde. Por el contrario, en el contra-
eje el espesor varía desde el centro hasta el borde, de la misma forma que lo hace en una lente esféri-
ca. En una planocilíndrica positiva el espesor disminuye cuando nos alejamos del centro y en una pla-
nocilíndrica negativa aumenta.
Si el cilindro tiene un radio de curvatura rc, la sagita para cualquier sección paralela al contra-
eje se calcularía mediante la expresión:
s = rc - rc2 - x2 (5.30)
donde:
rθ = rc
(5.32)
sen 2θ
No se debe olvidar que estas lentes se pueden considerar como el resultado de la combinación de una
lente planoesférica y una lente planocilíndrica, ambas unidas por sus caras planas. De acuerdo con esto
y considerando que la sagita de la superficie esférica se mantiene constante para cualquier sección de
la lente, podemos deducir que la variación del espesor en el borde de la lente viene determinada por la
superficie cilíndrica.
Por ello en una lente esferocilíndrica con cilindro convexo C > 0, el eje que presenta una poten-
cia E, tendrá el espesor de borde máximo, mientras que al contraeje, que tiene una potencia E + C, le
corresponderá el mínimo espesor de borde.
De la misma forma, en una lente esferocilíndrica con cilindro cóncavo C < 0, el menor espesor
de borde estará en el eje, de potencia E, y el mayor espesor de borde corresponderá al contraeje, de
potencia E + C, ya que en este caso E + C < S.
En cada una de las dos secciones principales de una lente tórica la variación del espesor desde el cen-
tro hasta el borde es similar a la que se produciría en el caso de una lente esférica.
Si se limita el estudio a las lentes oftálmicas que se fabrican para la compensación del astig-
matismo ocular, debemos considerar que se trata tan sólo de lentes que tienen forma de menisco, pues
como se verá más adelante, son las que proporcionan la calidad óptica necesaria. Dichas lentes pre-
sentan la primera superficie positiva y la segunda negativa, aunque pueden ser en cualquier caso tóri-
cas internas o externas.
Esto implica que, cuando la lente es tórica externa, las dos potencias principales del toroide, M
y B, sean positivas y la potencia esférica S negativa, mientras que si la lente es tórica interna, los tér-
minos se invierten.
La figura 5.27 representa las dos secciones principales de una
lente tórica externa. Como se puede apreciar, la curvatura de la pri-
mera superficie en el eje es menor, puesto que |B| < |M|. Por ello, a
100
pesar de que la curvatura en la segunda superficie se mantiene cons-
tante, el espesor de borde es máximo en el eje y mínimo en el con-
traeje.
Lo contrario sucede para la tórica interna (figura 5.28), donde
es la curvatura de la primera superficie la que no varía. La segunda
superficie es menos curva en el eje, por lo que el máximo espesor de
borde se encuentra en el contraeje.
S M α base B En ambos casos, es el meridiano más positivo el que presenta
menor espesor de borde y viceversa, tal y como sucede en el resto de
Fig. 5.27 lentes astigmáticas.
finales del siglo XIX, y debido a la calidad óptica que aportan, son las que se fabrican actualmente en
el ámbito de la óptica oftálmica. Para la compensación de una determinada ametropía tendremos pues
diferentes soluciones. Será posible emplear lentes con formas diversas, pero todas ellas equivalentes,
en cuanto a potencia se refiere.
La transposición es simplemente el proceso que nos permitirá encontrar una lente de forma dis-
tinta a una dada, pero equivalente a ésta, es decir, con las mismas potencias y meridianos principales.
Para poder llevar a cabo este proceso es conveniente seguir una serie de reglas o normas que van a ser
detalladas paso a paso a lo largo de este apartado.
1. escoger como primer cilindro la esfera de la forma esferocilíndrica, tomando como eje la
orientación que forma ángulo recto con el eje del cilindro de la forma esferocilíndrica:
C1 = E → C1 α ± 90°
2. escoger como segundo cilindro la suma algebraica de la esfera y el cilindro de la forma esfe-
rocilíndrica, tomando como eje el mismo eje del cilindro de la forma esferocilíndrica:
101
C2 = E + C → C2 α°
El resultado será:
E α ± 90° ⬑ (E + C) α°
C1 α ± 90° ⬑ C2 α°
E = C1
C = C2 - C1
3. el eje de la forma esferocilíndrica será el mismo eje del cilindro que no hemos escogido como
esfera.
El resultado será:
E’ = E + C
C’= -C
(E + C) (-C) α ± 90°
E’ C’ α ± 90°
Ejemplo:
102
Por tanto, tenemos una lente bicilíndrica y dos esferocilíndricas que satisfacen la prescripción.
De las dos formas esferocilíndricas, se denomina esferocilíndrica regular a aquella cuya esfera es
menor en valor absoluto. La otra forma esferocilíndrica será la esferocilíndrica transpuesta.
Para especificar unas determinadas reglas que faciliten la transposición en lentes tóricas, es necesario
fijar previamente la base.
1. transponer la forma esferocilíndrica hasta que su cilindro tenga el mismo signo que el de la
base; es decir, se ha de cumplir:
S=E-B
M=B+C
(E - B) (B + C) α° base B
S M α° base B
E=S+B
C=M-B
(S + B) (M - B) α°
E C α°
1. la nueva esfera será la suma algebraica de la esfera, más la potencia de la superficie tórica en
el contraeje, más la base de la esferotórica de partida:
S’ = S + M + B
M’= -M
B’= -B
No debemos olvidar que todas estas reglas o normas de transposición, cuya aplicación parece a
priori bastante complicada, se obtienen simplemente de igualar, en todas las lentes que son equivalen-
tes entre sí, la potencia y la orientación de cada uno de los meridianos principales.
Partiendo de la base de que en todas estas lentes los dos meridianos principales siguen las mis-
mas direcciones y tienen las mismas potencias, el resto consiste en adicionar para cada orientación par-
ticular las potencias de las dos superficies de cada lente e igualar a un mismo resultado final.
104
Ejemplo:
De igual modo que en el ejemplo anterior, conociendo las potencias y direcciones que determi-
nan la compensación de un ojo astígmata, se pueden encontrar todas las realizaciones cilíndricas y tóri-
cas que compensarían dicha ametropía.
Supongamos que son necesarias -1 D para compensar el meridiano de 30° y -5 D para el de
120°.
Las tres formas cilíndricas posibles serían:
Podemos definir la esferotórica regular como aquella esferotórica cuya base tiene el mismo
signo que el cilindro de la esferocilíndrica regular equivalente y cuyo eje está orientado a los mismos
grados.
La lente esferotórica transpuesta será entonces la que cumpla estas mismas condiciones con
respecto a la esferocilíndrica transpuesta equivalente.
Cuando el espesor de una lente oftálmica es pequeño, como sucede en el caso de lentes negativas y
también en lentes positivas de hasta aproximadamente +3 D, el error que se comete al utilizar, que la
potencia total de la lente o de uno de sus meridianos (lentes astigmáticas) es igual a la suma de las
potencias de sus superficies, puede ser despreciable.
En la práctica, sin embargo, la lente siempre presenta un espesor determinado que es necesario
tener en cuenta: no basta con sumar directamente las potencias de sus superficies, sino que hay que
realizar el cálculo exacto, lo que es particularmente importante para la fabricación de la lente.
Se pueden definir diversas formas de medir la potencia considerando el espesor de la lente; no
obstante, como ya vimos en el capítulo de lentes esféricas, en la práctica la que se emplea de forma
habitual es la potencia frontal posterior imagen. Además, en particular para lentes astigmáticas, la
potencia frontal presenta una ventaja importante, ya que para las dos secciones principales el origen
considerado es el vértice posterior de la lente. En cambio, si se trabaja con la potencia verdadera, ésta
se encuentra referida al plano principal imagen, cuya posición difiere para cada meridiano.
En el ejemplo que se expone a continuación queda patente la diferencia que existe al realizar el
cálculo exacto de una lente astigmática considerada como gruesa.
105
Ejemplo:
Se quiere fabricar una lente astigmática de potencia frontal (+10) (+2) 50°, con una potencia de
segunda superficie de -4 D, un espesor de centro de 6 mm y en un material de índice n = 1,523. Cal-
cular de qué lente se trata.
P’f = P1N + P2
Por tanto, despreciando el espesor, la lente que satisface las condiciones iniciales es la esferotórica:
P1N = g' P1 = P1
1 - ec P1
n
obtendremos:
Si la lente se hubiese fabricado con las potencias obtenidas en primer lugar, es decir, P150 = +14
140
D y P1 = +16 D, al tener en cuenta el espesor, las potencias frontales serían:
P'f140° = 16 - 4 = + 13,08 D
0,006
1- 16
1,523
P'f50° = 14 - 4 = + 10,82 D
0,006
1- 14
1,523
Uno de los efectos ópticos que caracteriza propiamente a las lentes astigmáticas es el efecto cilíndrico
o movimiento pendular que se puede observar en la figura 5.29. Aparece cuando se observa una mira
a través de una lente astigmática, de forma que si se hace girar la lente en su plano, la imagen de la
mira parece inclinarse, bien en el mismo sentido (efecto cilíndrico directo) o bien en sentido contrario
(efecto cilíndrico inverso) con respecto al del giro de la lente.
Mediante este movimiento aparente se pueden determinar los meridianos principales, que se
sitúan en las dos posiciones de la lente, perpendiculares entre sí, para las cuales la imagen de la línea
tomada como mira aparece superpuesta a su posición original.
Además, el hecho de que cada meridiano
principal de una lente astigmática se comporte
como una lente esférica nos permite conocer
por medio del efecto esférico si se trata de un
meridiano de potencia positiva o negativa.
dianos principales de la lente, pero no da información alguna sobre la curvatura de las superficies, es
decir, no determina si se trata de una lente cilíndrica o tórica.
El enfoque del test se consigue en dos direcciones perpendiculares entre sí, donde la imagen del
test aparece nítida pero deformada. En realidad, lo que se observa, corresponde a las dos focales del
haz astigmático refractado por la lente.
Una vez colocada la lente sobre la concha de apoyo del frontofocómetro, para obtener las dos
lecturas que corresponden a las potencias principales de la lente, hay que desplazar el test así como
variar su orientación. Esto se consigue girando respectivamente la rueda de enfoque y el mando que se
encarga de girar el test hasta conseguir alcanzar una de las dos posiciones de máxima nitidez, es decir,
hasta lograr enfocar una de las dos focales.
Si se considera, por ejemplo, el test más generalizado, que consiste en una cruz y un círculo for-
mado por puntos, cuando su orientación y posición sean las correctas, la imagen de cada uno de esos
puntos será una recta cuyo tamaño varía en función del astigmatismo de la lente. En tal caso, se esta-
rá enfocando una de las dos focales, la cual debe estar perfectamente centrada en el retículo para que
la lectura sea correcta (figura 5.30a). El centrado se realiza girando la parte móvil del retículo hasta
que uno de los brazos de la cruz quede paralelamente centrado en la imagen del test, que como ya se
ha citado no estará formada por puntos, sino por líneas. En ese momento la escala dióptrica marcará la
potencia frontal de uno de los meridianos principales.
Después de obtener una de las lecturas, para enfocar la otra focal basta con girar la rueda de enfo-
que para modificar la posición del test, no su orientación. De esta forma se observa de nuevo la imagen
del test nítida, constituida en este caso por rectas perpendiculares a las anteriores (figura 5.30b). Una
vez centrado el test, se procede a la lectura de la potencia frontal del segundo meridiano principal de la
lente. El astigmatismo viene dado por la diferencia entre las dos potencias frontales medidas.
107
Ahora bien, para obtener la fórmula óptica de la
lente problema, es necesario considerar que cuando se
observa una línea vertical, ésta constituye la focal imagen Ph
del meridiano horizontal. Así pues, ya que las dos posicio- Pv
nes nítidas del test son las focales de Sturm, se puede decir
que la observación de una focal enfocada permite conocer
la potencia del meridiano perpendicular a la orientación 5 3
dicha focal. Por ejemplo, si se considera que los meridianos
principales se encuentran situados a 0° y 90° (como mues- a b
tra la figura 5.30) cuando se observe la línea horizontal, se Fig. 5.30 Imagen del test dada
estará viendo la focal imagen del meridiano vertical y, por por el frontocómetro al medir
tanto, la medida corresponderá a la potencia frontal de una lente astigmática
dicho meridiano. De la misma forma, al observar la línea
vertical, la potencia que se obtiene es la del meridiano horizontal de la lente.
A partir de las dos lecturas dadas por el frontofocómetro, la fórmula óptica de la lente, en su
forma esferocilíndrica regular, se obtiene de la forma siguiente:
— se toma como esfera la primera lectura que siempre será la de menor potencia en valor abso-
luto;
— el valor del cilindro se obtiene restando a la segunda lectura el valor de la primera;
— el eje del cilindro tiene la misma orientación en grados que la focal observada nítidamente
al realizar la segunda lectura, correspondiente a la mayor potencia en valor absoluto.
E = P0 = 3 D C = P90 - P0 = 2 D eje = 0°
(+3.00) (+2.00) 0°
A partir de aquí, y por medio de las transposiciones, se puede expresar la lente en cualquiera de
sus formas.
Las operaciones previas al montaje de las lentes oftálmicas, tales como la comprobación de su poten-
cia, así como la posterior orientación y marcado, se realizan por medio del frontofocómetro.
Una vez obtenida la lente compensadora para un determinado ojo amétrope, y a partir de su fór-
mula óptica, se pueden conocer tanto las potencias de sus meridianos principales, que se corresponden
con las dos lecturas que dará el frontofocómetro, como la orientación a la cual debe ser colocada la
lente para satisfacer la prescripción. Si tomamos la fórmula de la lente en su forma esferocilíndrica,
una lectura es la esfera y la otra es la potencia resultante de sumar algebraicamente la esfera y el cilin-
dro. La orientación en grados la da el eje.
E C α°
P α° = E P α ± 90° = E + C
108
En primer lugar, una vez conocidas las potencias, y tras colocar la lente problema apoyada por
su cara cóncava en la concha de apoyo, se procede a orientar el test según los meridianos principales
que indica la prescripción; para ello basta utilizar el mando encargado de girar el test hasta que mar-
que la orientación en grados deseada, que viene dada por el eje de la fórmula esferocilíndrica.
Posteriormente, mediante la rueda de enfoque se desplaza el test hasta que la escala dióptrica
marque como lectura la potencia resultante de sumar la esfera y el cilindro. Por último, se gira la lente
hasta que aparezca enfocada la focal cuya orientación coincide con el eje del cilindro. En ese momen-
to la lente queda orientada tal y como exige la prescripción. Debe tenerse en cuenta que el brazo de la
cruz móvil del retículo siempre deberá pasar por el centro de
cada una de las focales cuando estén siendo enfocadas, en
ambas lecturas focométricas, ya que ésta es la condición nece-
saria para la localización exacta del centro óptico de la lente. La
figura 5.31 muestra la orientación de una lente astigmática de
potencia (+1)(+1) 60° mediante el enfoque de la focal corres-
pondiente al meridiano de 150°.
Una vez se tiene la orientación correcta y la lente cen-
trada, se presiona la palanca del marcador, con lo cual las tres
patas marcarán tres puntos sobre la superficie convexa de la
lente, que sirven para trazar la línea horizontal de referencia
para el posterior montaje. Fig. 5.31
Bibliografía
109
Las lentes de alta potencia (focal corta) se utilizan en la compensación de fuertes miopías e hiperme-
tropías, y en el caso de los afáquicos. Estas lentes son exactamente iguales a las vistas hasta el momen-
to, lo que ocurre es que su elevada potencia va a amplificar una serie de fenómenos que, estando pre-
sentes en las lentes usuales de potencia moderada, suelen pasar más desapercibidos.
El más evidente de estos problemas es el del espesor y, por consiguiente, el peso de estas len-
tes que obligan a utilizar una serie de diseños especiales para que los usuarios puedan tolerarlas. Ade-
más, hay que tener en cuenta que, tanto las aberraciones como las variaciones del campo visual o el
valor de los aumentos van a verse incrementados en función de la potencia, y pueden ser muy moles- 111
tos para el portador de estas lentes. Otro aspecto importante es el estético, que puede llegar a ser bas-
tante deficiente.
Cuando se escogen las mejores curvaturas en el proceso de diseño, para obtener la mejor cali-
dad óptica, las lentes de elevada potencia positiva presentan un aspecto bulboso y el problema de peso
es más acentuado que en lentes negativas de alta potencia, para las que el principal problema de tipo
mecánico son los grandes espesores de borde.
Los problemas de aumento y campo visual afectan también en mayor medida a las lentes posi-
tivas, por efecto del elevado espesor de centro.
Por otra parte, otro de los problemas que presentan es el del cumplimiento del principio básico
de la compensación, ya que un pequeño error en la situación de la lente respecto al ojo se traduce en
un error refractivo importante, debido a la elevada potencia de la lente, por lo que es necesario utilizar
monturas que garanticen la máxima estabilidad de la lente y el mantenimiento de la distancia de vérti-
ce, es decir, la distancia lente-ojo.
Existen distintas posibilidades de realización de lentes de alta potencia con vistas a mejorar sus pres-
taciones. Dado que uno de sus principales problemas es el peso, muchas de estas lentes se realizan con
materias orgánicas. En el caso de las lentes negativas, donde el problema no es tan acusado, son fre-
cuentes las realizaciones en vidrio mineral de índice elevado para, mejorando el peso, disminuir el
volumen. De todas maneras, la utilización de vidrios de alto índice de refracción puede conllevar pro-
blemas de aberración cromática, agudizada aquí por la elevada potencia.
A continuación se describen los distintos tipos de lentes de alta potencia. De aquellos tipos que
ya no se utilizan se expondrán los principales inconvenientes.
Meniscos clásicos
Se trata de construir las lentes de alta potencia del mismo modo que para el resto de potencias. Se obtie-
nen buenos resultados en la visión periférica, particularmente en el intervalo entre +8,00 y -25.00 D,
que es el tramo en el que se pueden anular las principales aberraciones en esta situación (capítulo 7).
El principal inconveniente es el peso y el volumen que presentan, y a pesar de utilizar diámetros peque-
ños esto las hace prácticamente inviables.
Lentes asféricas
Una posible solución al problema expuesto sería recurrir a superficies asféricas para, como se ha visto
en el capítulo 4, reducir el espesor, y por tanto el peso de las lentes, con la ventaja adicional de mejo-
rar las prestaciones marginales. Ahora bien, incluso en este caso, el problema del peso y el volumen
sigue existiendo, aunque en menor medida que en las anteriores.
Microfacetas y lenticulares
Ya que existen problemas con la nitidez de la imagen en la periferia de la lente, se elimina ésta como
zona óptica y se deja como soporte. De esta manera se disminuye el espesor y el volumen de la lente.
Estas lentes aligeradas se llaman microfacetas en el caso de la miopía, y lenticulares en el caso de las
112
potencias positivas, aunque es frecuente la utilización indistinta del término lenticular para designar
ambos tipos de lentes. Hay que tener en cuenta que, aunque se obtiene una disminución del peso y el
volumen, el campo visual que proporcionan es pequeño, ya que la zona óptica útil para la compensa-
ción es mucho menor que para una lente convencional. El diámetro habitual de la zona óptica suele
situarse entre 30 y 35 mm. Los principales diseños se muestran el las figura 6.1 y 6.2.
Fig. 6.1 Principales tipos de lentes negativas de alta potencia: Fig. 6.2 Principales tipos de lentes positivas de alta poten-
faceta cóncava de borde plano y de borde convexo, menisco cia: faceta convexa de borde plano y de borde convexo, y
cóncavo, y doble faceta de borde convexo y de borde plano menisco convexo de borde plano y de borde convexo
n1
40 mm
60 mm
n2 n2
n1 113
22 mm
Todas estas lentes facetadas pueden construirse con la superficie óptica asférica en lugar de
esférica, para mejorar la calidad de la imagen obtenida fuera de la zona del eje óptico, y permitir así
un mayor grado de movilidad de la línea de mirada.
Como se verá en el capítulo 8, las lentes positivas reducen el campo visual. En el caso de elevadas
potencias este problema se agudiza de tal manera que el escotoma anular que aparece es muy molesto
para el usuario. Existen algunas soluciones específicas para subsanar este problema, la más usual de
las cuales es la generación de zonas de suavización o blending, como se ha visto en el capítulo 4, que
además permiten la desaparición de la línea de separación entre la zona óptica y la marginal.
Una lente lenticular clásica tiene una apertura que contiene la zona óptica rodeada por una zona
de menor potencia (figura 6.6). Naturalmente, una buena visión foveal sólo es posible a través de la
zona óptica. Si además es esférica, el eje visual debe coincidir con el eje óptico de la lente, ya que fuera
del eje existen fuertes aberraciones. La zona marginal debería permitir algún conocimiento de los obje-
tos y movimientos para evitar el escotoma que aparece debido a la diferencia de potencias entre las dos
zonas en la línea divisoria (en el caso de las lentes positivas). La eliminación de esta línea supondría
De la figura 6.7 se deduce que: DCA = rA, radio de curvatura de la zona de apertura
ECM = rM, radio de curvatura en la zona marginal
ECB = rB, radio de curvatura en la zona de combinación
yA rB - rA y r -r
QC B = = M B M (6.1)
rA rM
y despejando rB resulta:
yM - yA , donde R = 1
rB = M y RA = 1 (6.2)
y MRM - yARA rM rA
Estas superficies son de tipo polinómico y se conocen con el nombre de asféricas zonales. La
primera asférica zonal de este tipo fue introducida en 1973 por Robert Welsh, la fabricó la compañía
Armorlite Inc. (USA) y era conocida como Asférica Welsh 4-Drop, ya que la potencia cambia en 4,00
D desde el centro hasta el borde. Se fabricaba también en bifocal con un pequeño segmento de tama-
ño 22 x 11 mm, para poder incluirlo en la apertura central. El diseño de Welsh es conocido ahora como
Multiple-drop de Armorlite. Un diseño similar fue introducido posteriormente por la Signet Optical
Corporation y comercializado con el nombre de Hyperaspheric con un salto de potencia mayor. Tam-
bién hay que mencionar las versiones Hi-drop comercializadas por Sola y las Thi-Aspheric en índice
de refracción 1,806 de Hoya. En cualquier caso, el objetivo de estas lentes es proporcionar un campo
mayor, y sólo en la zona central es posible obtener una buena agudeza visual.
Bibliografía
C.E.S.O.A. Optique Ophthalmique (Technologie), 2ème partie. Bruselas, Assotiation des diplomés CESOA-
SCTOW. ASBL, 1986.
FANNIN, T.E.; GROSVENOR T. Clinical Optics. Boston, Butterworths, 1987.
JALIE, M. The Principles of Ophthalmic Lenses. Londres, The Association of British Dispensing Opticians, 1988.
116
En un ojo emétrope, la fóvea es el punto retiniano conjugado del infinito, de manera que las imágenes
de objetos lejanos se forman nítidamente sobre la retina. Para enfocar a otras distancias, el ojo utiliza
la acomodación, que consiste en un incremento de potencia del cristalino para mantener esta imagen
nítida sobre la retina (figura 7.1).
El ojo amétrope es aquel que no cumple la condición anterior, de forma que el punto focal del
ojo no está sobre la fóvea (figura 7.2). En este caso, el punto conjugado de la retina es el punto remo- 117
to (PR), que se localiza delante del ojo miope y detrás del hipermétrope.
Fig. 7.1 Para el ojo emétrope, la fóvea es el punto Fig. 7.2 Formación de imágenes en un ojo miope
conjugado del infinito y en uno hipermétrope
La función compensadora de una lente oftálmica es conseguir que la imagen del objeto en infi-
nito se forme sobre el punto remoto, para que la imagen final del sistema lente-ojo se forme sobre la
retina (figura 7.3 a y b).
Fig. 7.3a Compensación de la miopía mediante Fig. 7.3b Compensación de la hipermetropía mediante
lentes oftálmicas divergentes lentes oftálmicas convergentes
Estas lentes compensadoras están montadas en una montura que las sitúa a una cierta distancia del
vértice corneal del ojo, que se denomina distancia de vértice (dv). Para que se cumpla la condición de com-
pensación, el foco imagen de la lente debe coincidir con la posición del punto remoto. Por ello se define la
potencia de vértice posterior (Pvp)
como la inversa de la distancia
desde el vértice de la superficie pos-
terior de la lente a su foco imagen.
Esta será la potencia a la que nos
referiremos siempre (figura 7.4).
Así, vemos que cualquier
118 lente que se encuentre situada en el
mismo lugar puede corregir una
ametropía siempre que su foco ima-
gen coincida con el punto remoto
del ojo, independientemente de cuál
Fig. 7.4 Compensación ideal del sistema lente-ojo sea su potencia real o su forma.
Además, el ojo no es un sis-
tema estático sino que puede girar
alrededor del centro de rotación,
situado en su interior, lo que le per-
mite enfocar objetos que se encuen-
tran fuera del eje visual.
Cuando el ojo gira alrede-
dor de su centro de rotación (Z’), el
punto remoto se desplaza, descri-
biendo un casquete esférico cuyo
centro se halla en Z’.
Este casquete esférico es el
lugar geométrico de las posiciones
del punto remoto y se denomina
Fig. 7.5 Corrección ideal para una lente esférica esfera del remoto.
Al diseñar las lentes oftál-
micas se tiene en cuenta este hecho, puesto que debe garantizarse la corrección tanto en la dirección
del eje como fuera de ésta (figura 7.5). Esta es la condición de corrección ideal.
Los parámetros que intervendrán en el diseño de la lente oftálmica son, además de los propios
de la lente (índice de refracción, curvaturas y espesores), los ligados a sus condiciones de uso (poten-
cia de vértice posterior, distancia de vértice, distancia al centro de rotación rot, ángulo de giro del ojo,
y diámetro pupilar).
Dado que los sistemas ópticos son muy complejos, normalmente se utilizan modelos teóricos para pre-
decir su comportamiento. Las aberraciones son la discrepancia entre la realidad y el resultado de apli-
car estos modelos teóricos. El análisis de las aberraciones que presentan las lentes oftálmicas debe
adaptarse a sus características y a sus condiciones de uso.
Las aberraciones de las lentes en general se deben por una parte al material con que están fabri-
cadas (a. cromáticas) y por otra a su geometría (a. geométricas o monocromáticas). Por esta razón
nunca se presentan aisladas, sino que la apariencia de la imagen formada por una lente es el compen-
dio de todas ellas. Se suelen estudiar individualmente, eliminando la influencia de las demás, para
poderlas caracterizar.
Aberraciones cromáticas
Si se parte de la base que la única forma de eliminar la aberración cromática consiste en utilizar dos
lentes de materiales distintos, formando dobletes acromáticos, y que la compensación visual se realiza
119
siempre con una sola lente oftálmica, se concluye que las aberraciones cromáticas debidas al material
de la lente nunca podrán ser eliminadas totalmente, aunque se intenten reducir utilizando materiales de
baja dispersión.
Se expondrán las aberraciones cromáticas diferenciando la longitudinal y la transversal. En
general, las aberraciones cromáticas se deben a la variación del índice de refracción con la longitud de
onda. Para las longitudes de onda cortas (azules), el índice de refracción del vidrio es mayor que para
las largas (rojos). Para cuantificar el valor de la dispersión cromática se utiliza el numero de Abbe, que
se expresa como:
v = nd - 1 (7.1)
nF - nC
A.C.L. = PF - PC (7.3)
A partir de esta expresión, se puede obtener la A.C.L. en función del número de Abbe de la
lente, que es un parámetro que conocemos siempre. A partir de la fórmula del constructor de lentes:
PF = nF - 1 ⋅ 1 - 1 (7.4)
r1 r2
PC = nC - 1 ⋅ 1 - 1 (7.5)
r1 r2
PF - PC = nF - nC ⋅ 1 - 1 (7.6)
r1 r2
120 nF - nC = nd - 1 (7.7)
vd
PF - PC = nd - 1 ⋅ 1 - 1 (7.8)
vd r1 r2
De lo que resulta:
PF - PC = Pd (7.9)
vd
F
de onda extremas (δF y δC).
f' C
Fig. 7.7 Aberración cromática transversal A.C.T. = δF - δC (7.10)
A.C.T. = y ⋅ PF - y ⋅ PC (7.11)
A.C.T. = y ⋅ Pd (7.12)
vd
Después de analizar las aberraciones cromáticas, debemos estudiar las aberraciones debidas a
la forma de la lente (monocromáticas). Concretamente nos interesará conocer la repercusión de las
condiciones de uso de las lentes en la incidencia de estas aberraciones. El sistema visual es un sistema
óptico que trabaja con apertura pequeña y campo amplio, y descentrado en visión oblicua. Esto impli-
ca que las aberraciones de apertura, como son la esférica y el coma, no influirán prácticamente, mien-
tras que las aberraciones oblicuas como el astigmatismo marginal y el error de potencia, y la distor-
sión (aberración de campo) serán las que deberán tenerse en cuenta en el diseño de las lentes
oftálmicas, puesto que se manifiestan en visión oblicua y al utilizar la periferia de la lente.
Aberraciones de apertura
Las relaciones matemáticas que se utilizan en el cálculo de la potencia de vértice posterior de las len-
tes oftálmicas son válidas para la zona paraxial. De ahí que al utilizar todo el diámetro de la lente se
produzcan variaciones en la formación de la imagen óptica ideal. Haremos un breve comentario sobre
la aberración esférica y el coma.
121
Aberración esférica
A.E.L.
Coma
El coma se produce para puntos fuera del eje óptico, cuando la apertura del sistema es grande. La ima-
gen que se produce es muy molesta, puesto que no tiene simetría de revolución. Este hecho hace que
la corrección del coma sea muy importante para instrumentos ópticos, pero no en lentes oftálmicas,
puesto que existe la pupila del ojo, que por sí misma limitará la incidencia de esta aberración.
Una vez expuestas las aberraciones de apertura de modo breve, dada su escasa incidencia en las
condiciones de utilización de las lentes oftálmicas, en el próximo apartado se tratarán en mayor pro-
fundidad y desde el punto de vista de su formulación clásica las aberraciones que sí tienen importan-
cia en el diseño de lentes oftálmicas como son las aberraciones oblicuas y la distorsión. Posteriormen-
te se expondrán diversos métodos de minimización de estas aberraciones.
Distorsión
Entendemos por distorsión el efecto de la no constancia del aumento angular de la lente a medida que
rotamos el ojo. Este efecto se traduce en la deformación de las imágenes en los puntos más alejados
del eje (figura 7.9 a y b).
122
Fig. 7.9a Distorsión en lentes convergentes. Fig. 7.9b Distorsión en lentes divergentes.
Imagen en corsé Imagen en barril
Γp = 1 - 1
1 - l'2P 1 - Ec P1 (7.15)
n
Distorsión : D = Γ - Γp (7.16)
Γp
Esta es una aberración de campo que tiene efecto sobre la percepción espacial de los objetos
pero no empeora la calidad de la imagen. Dado que se distorsiona toda la imagen uniformemente y no
existe una deformación selectiva, el ojo aprende la nueva métrica visual, sobre todo cuando no tiene
ninguna referencia comparativa.
Astigmatismo oblicuo
y 2P
A.M. = n+ 2 P22 + P2 2 L'2 + L n 2 - 1 - P n + 2 - 2PL'2 n- 1 + nP 2 + nL'22
n n- 1
(7.18)
2
nL'22 2
+ nP + 2
n- 1 - nPL n - 1 + 2 n - 1 n - 1 2
LL'22
L'2 n- 1 2
y 2P 2n + 1 P22 + P2 L'2 n2 - 1 - nP n + 2
2 2
P'S = P + + n p - nPL'2 n- 1 + 2 (7.19)
2 2 2 2 2
n n- 1
124
y de ella, la potencia tangencial:
El paso de la focal tangencial a la sagital se produce de una forma gradual y entre estas dos foca-
les astigmáticas hay una zona donde se forma la imagen más uniforme que corresponde al que llama-
remos círculo de mínima confusión (CMC).
Clásicamente se entiende que es en este punto donde se forma la imagen más nítida y le corres-
ponde una potencia que es la media aritmética de las dos potencias astigmáticas.
Para que se cumpla la condición de corrección en visión oblicua es necesario que este circulo
esté situado sobre la esfera que describe el punto remoto cuando el ojo rota. Denominaremos esta esfe-
ra como esfera del remoto (ER) y la discrepancia entre la posición del CMC y la ER, expresadas en
dioptrías, es lo que definiremos como error de potencia (E.P.).
Error de potencia
Como la potencia correspondiente a la esfera del remoto viene dada por la potencia de vértice poste-
rior, suponiendo el ojo bien corregido en eje, el error de potencia vendría dado por:
Para el cálculo del E.P., se parte de la expresión general del A.M. y del cálculo de una de las
focales astigmáticas.
Una lente oftálmica, como sistema óptico simple que es, está completamente determinada si se cono-
cen, para un cierto índice de refracción del material (n), los radios de curvatura de sus dos dioptrios
(R1 y R2) y el espesor que los separa (Ec).
Este espesor vendrá condicionado por el diámetro total de la lente (Ø). Para mayor comodidad
de uso conviene que sea lo más pequeño posible ya que éste determina el volumen total de la lente (V)
y su producto por la densidad del material (ρ) determinará el peso final de la lente.
La potencia de vértice posterior de la lente (Pvp) viene determinada por las potencias superfi-
ciales de los dos dioptrios (P1 y P2), que a su vez son función del radio de curvatura, del índice de
refracción, y del espesor de centro, según la expresión:
Pvp = P1 + P2
(7.23)
1 - EcP1
n
La potencia de vértice posterior viene dada en cada caso por la ametropía del sujeto a corregir 125
y, así, los grados de libertad en el diseño de lentes oftálmicas se reducen a la elección de uno de los
dos radios de curvatura ya que, fijado uno, tenemos determinado el otro, y con ellos el espesor una vez
conocido el diámetro necesario de la lente. De todas las posibles elecciones de radios para obtener la
misma potencia deseada, conviene tomar una combinación que dé como resultado una lente lo más
plana posible ya que ésta será la mejor desde el punto de vista estético.
En la compensación con lentes esféricas veremos que esta condición estética en ocasiones no
se corresponde con la mejor corrección óptica, mientras que también ocurre que utilizando diseños
asféricos se pueden encontrar soluciones que contemplen los dos aspectos: el estético y el óptico.
Analizando la formulación descrita en el apartado 7.3, observamos que las aberraciones depen-
den, además de los parámetros propios de la lente, de sus parámetros de uso: distancia al centro de rota-
ción (l’2) y altura del rayo de entrada (y), fijado por el ángulo de rotación del ojo.
La distancia al centro de rotación es la suma de la distancia de vértice más la distancia del vér-
tice del ojo al centro de rotación del ojo. Se suele tomar 27 mm como valor estadístico medio. Algu-
nos autores utilizan el valor 25 mm para esta distancia ya que así la vergencia del centro de rotación
dada por L2’es un número entero igual a 40 D. Sin embargo, la utilización de cualquiera de estos dos
valores, en el proceso de diseño de la lente, ofrece resultados muy similares.
Las soluciones clásicas se obtienen analizando cada aberración con independencia de las otras. La
solución a la fórmula general para el astigmatismo oblicuo existirá cuando se anule su primer término
o bien cuando se anule el término entre corchetes.
El primer caso sólo ocurre cuando el rayo entra por el eje (y = 0) y corresponde a la solución
obvia. Igualando el término entre corchetes a cero, fijando la distancia al centro de rotación y el índi-
ce, y para un objeto en el infinito, se obtiene una ecuación de segundo grado que da solución real para
un cierto margen de potencias de la primera superficie y en este caso hay dos que corresponden a los
dos valores de la raíz.
La representación gráfica de estas soluciones es una elipse en la que cada una de sus ramas
corresponde a una de estas soluciones.
En la figura 7.12 se han representado estas elipses para diferentes índices.
P1
35.00
25.00
1
2
3
4
5 15.00
1: n=1.804 2: n=1.701
5.00 3: n=1.600 4: n=1.523
5: n=1.498
Estas elipses fueron calculadas por vez primera por Tscherning, a quien deben el nombre, y las
dos ramas corresponden respectivamente a las soluciones propuestas por Wollaston (la rama superior
que corresponde a la solución con más curvatura) y por Ostwald, con casi cien años de diferencia.
También se pueden representar estas elipses para otras posiciones del objeto. Así, en la figura
7.13 se ha representado para un objeto situado a 40 cm, que correspondería a un objeto cercano.
P1
25.00
1
2
3
4 15.00
5
1: n=1.804 2: n=1.701
5.00 3: n=1.600 4: n=1.523
5: n=1.498
Del análisis de las soluciones posibles para esta aberración se desprende que no hay solución
para todas las potencias y cuando la hay no es única. Además estas soluciones son particulares para un
cierto índice y unas ciertas condiciones de uso.
Se puede hacer un análisis parecido para el error de potencia y se obtienen también soluciones
similares ya que, como hemos visto, esta aberración se calcula a partir del valor del astigmatismo obli-
cuo y de la posición de las focales astigmáticas.
En las figuras 7.14 y 7.15 se han representado las elipses de Petzval correspondientes a las solu-
ciones de el error de potencia en las mismas condiciones que para el astigmatismo oblicuo (para obje-
to en infinito y objeto cercano respectivamente).
P1
35.00
25.00
1
2
3
4 5 15.00
1: n=1.804 2: n=1.701
5.00 3: n=1.600 4: n=1.523
5: n=1.498
P1
35.00
25.00
1
2
3 15.00
4
5
2: n=1.701
5.00 3: n=1.600 4: n=1.523
5: n=1.498
Como en el caso de el astigmatismo oblicuo, las soluciones representadas en las elipses de Petz-
val no son únicas cuando las hay, y son particulares para cada condición. Además, las soluciones par-
ticulares para cada caso no son las mismas para las dos aberraciones.
25.00
P1 Este hecho queda repre-
sentado en la figura 7.16 en la que,
para un índice de refracción n =
1,523 y fijada la distancia al centro
2 3 4
15.00 de rotación en 27 mm, se han
representado las elipses de Tscher-
ning y de Petzval para un objeto
lejano y otro cercano.
5.00 Cabe remarcar que todas
las elipses que aquí se muestran,
tanto las de Tscherning como las
-30.00 -20.00 -10.00 0.00 10.00 20.00 de Petzval, han sido calculadas
-5.00 PVP para distancia de observación infi-
Fig. 7.16 Elipses de Tscherning (1,2) y Petzval (3,4). nita, cuando se habla de objeto
Objeto lejano (1,3) y próximo (2,4) lejano, y a distancia 40 cm, cuan-
do se habla de objeto próximo. Por
otro lado, se ha tomado como dis-
tancia rot = 27 mm en las figuras 12 a 15 y en la 17, mientras que para la figura 16 se ha utilizado una
distancia rot = 25 mm.
Conviene observar que para todas las potencias que hay solución, ésta corresponde, en el mejor de
los casos, a una lente muy curvada. Se hace necesario encontrar una solución de compromiso eligiendo un
diseño esférico que dé como aberraciones residuales valores tolerables para el usuario. El concepto de
valores tolerables para el usuario es muy subjetivo y en ningún caso se puede generalizar para todos los
128
usuarios. Parece, pues, necesario encontrar otros criterios para la optimización de lentes oftálmicas.
Como una primera solución, el fabricante, intentando obtener lentes más planas y, por tanto, de
mejor apariencia estética, utiliza curvaturas en la primera superficie (bases de fabricación) ligeramen-
te menos curvadas que las que sugieren las elipses.
Una de estas soluciones se representa en la figura 7.17, en la que se observa que los trazos hori-
zontales son las bases que escoge el fabricante, y cómo su envolvente presenta la misma pendiente de la
rama inferior de las elipses. Cabe destacar que estas soluciones tienen potencias de primera superficie
más planas que las lentes que anu-
lan el error de potencia (elipse 2).
P1 Estos diseños se han estado usando
25.00
durante todo este siglo con resulta-
dos demostrados.
1 2 3
15.00
7.6 Soluciones asféricas
utilizar radios de curvatura pequeños, lo que contradice la necesidad de utilizar radios grandes por
motivos estéticos.
La única solución es, pues, aumentar los grados de libertad y esto se consigue utilizando super-
ficies de revolución no esféricas en las que su coeficiente de asfericidad será el nuevo grado de liber-
tad con el que se intentará optimizar las lentes oftálmicas.
La expresión de una superficie de revolución asférica es:
donde:
S 2 = X2 + Y 2 ; y c = 1
r
El primer término de esta expresión corresponde a la ecuación general de las superficies cóni-
cas y el resto de términos son los coeficientes de deformación.
y dando diferentes valores al coeficiente de asfericidad p se obtienen todas las familias de cónicas,
desde la elipse oblatada cuando p es mayor que 1, hasta la hipérbola, cuando p es negativa.
La utilización de estas superficies permite modificar el valor de las aberraciones oblicuas, man-
teniendo el mismo radio en el eje, que corresponderá al radio de curvatura en las superficies esféricas
(p = 1) y al radio osculatriz en el resto de cónicas.
Vamos a estudiar el caso de una lente esférica de +12,00 D, fabricada en material orgánico n =
1.498, que presenta una potencia de primera superficie usual en la fabricación de P1N = +15,00 D.
Como se ha visto en el apartado 7.5, no hay ninguna potencia esférica de primera superficie que solu-
cione las aberraciones, puesto que la Pvp = +12,00 D queda fuera de los márgenes de las elipses.
Variando el coeficiente de asfericidad se puede modificar el valor de las aberraciones, y así se
observa que para un valor de p = 0,85 se consigue eliminar el error de potencia. Y aplanando más la
primera superficie hasta un coeficiente de asfericidad de p = 0,65 se elimina el astigmatismo oblicuo.
A pesar de todo, en ningún caso se han eliminado las dos aberraciones a la vez. En la tabla 1 se repre-
senta, para un ángulo de giro del ojo de 20°, los valores de las aberraciones para cada uno de los
siguientes diseños.
En la tabla 7.1 se puede observar que para las dos soluciones, los valores residuales de la abe-
rración no corregida son, en el peor de los casos, del mismo orden que en el diseño esférico. En los dos
casos, las superficies resultantes de este proceso son más planas (corresponden a valores p<1) que la
superficie esférica original. Este hecho representa una ventaja muy importante de la utilización de
superficies asféricas, pues es conocido que a medida que se aplana la primera superficie de las lentes
positivas, disminuye el espesor de centro para el mismo diámetro y, consecuentemente, su peso tam-
bién es menor.
Tabla 7.1 Valores de las aberraciones para diferentes diseños de una lente de +12,00 D, cuya potencia nominal de primera
superficie es P1N = +15,00 D e índice n = 1,498, considerando una distancia al centro de rotación de 27 mm, un diámetro
pupilar de 4 mm, y un ángulo de giro del ojo de 20°
asfericidad aberraciones
Pvp +12,00 D p EP AM
Lente esférica 1 +0,2577 -0,5729
Lente asférica EP = 0 0,85 +0,0018 -0,3075
Lente asférica AM = 0 0,65 -0,2985 -0,0013
En las figuras 7.18 y 7.19 se representa la modificación de espesor de centro y de peso para la
lente de potencia de vértice posterior +12.00 D a medida que se aplana la primera superficie, desde la
esfera (p=1) a la hipérbola de p=-2.
11.00 60.00
Pvp + 12
Pvp + 12
55.00
10.00
50.00
Ec (mm)
Peso (gramos)
9.00
45.00
8.00
40.00
130 7.00
35.00
6.00 30.00
-2.0 -1.5 -1.0 -0.5 0.0 0.5 1.0 -2.0 -1.5 -1.0 -0.5 0.0 0.5 1.0
p p
Fig. 7.18 Variación del espesor de centro con la Fig. 7.19 Variación del peso con la asferización
asferización de la primera superficie de la primera superficie
La introducción de este nuevo grado de libertad que es el coeficiente de asfericidad, permite que
la corrección de las aberraciones oblicuas no dependa exclusivamente de la elección de la curvatura de
la primera superficie. Esto permitirá elegir la curvatura de la primera superficie que interese a efectos
estéticos y después, utilizando el coeficiente de asfericidad, reducir el valor de las aberraciones oblicuas.
Este hecho también puede contribuir a reducir el espesor y el peso de la lente final además de
la reducción obtenida por la asferización.
El cálculo de las aberraciones en lentes asféricas es mucho más complicado que en las esféri-
cas. Además, como ocurre en estas últimas, cuando se obtiene solución no es única, con lo cual se hace
necesario establecer unos criterios que permitan determinar cuándo las aberraciones son tolerables. A
continuación se presentan las funciones de calidad en un intento de establecer dichos criterios.
Si se representan en una gráfica (figura 7.20) los valores de la tabla 1 del apartado 7.6, correspon-
dientes a las aberraciones de astigmatismo oblicuo (A.M.) y de error de potencia (E.P.) de una lente
Aberración (D)
que se curva la lente (aumentando la curvatura de
la cara posterior P2).
En general sólo se representan el AM y el
EP porque son, como se ha comentado anterior-
mente, las aberraciones importantes. No se tienen
en cuenta, pues, la distorsión y la cromática pues-
to que su incidencia es mínima y no se expresan Potencia de la base (D)
en las mismas unidades. Fig. 7.20 Variación del AM y el EP al curvar una
Del análisis de esta figura se pueden extra- lente de Pvp +4,00 D
er la siguientes conclusiones:
a) La lente más plana posible (planoconvexa: P2=0,00 D) es la que presenta un valor más ele-
vado de las dos aberraciones, siendo mayor el astigmatismo oblicuo que el error de potencia. Así se
puede concluir que, para diseños esféricos, cuanto más plana es la lente, para reducir espesores y mejo-
rar la apariencia estética, mayores son las aberraciones.
b) A medida que se curva la lente aumentando la potencia de la segunda superficie, las aberra-
ciones disminuyen, pasando en primer lugar por la primera solución de la elipse de Petzval para el error
de potencia (P2=-5,00 D), seguidamente por la primera solución de Tscherning para el astigmatismo
oblicuo (P2=-9,50 D) y, después de un intervalo en el que las dos aberraciones son negativas, aparece
la segunda solución de Petzval y la segunda de Tscherning, siendo las dos últimas lentes muy curva-
131
das (P2=-16,25 D y P2=-20,00 D respectivamente) y que corresponden a la rama de Wollaston de las
elipses.
Ocurre que cuando hay solución para las aberraciones, no es única, aunque una corresponde a
lentes muy curvadas. Además, estas soluciones son distintas para cada aberración.
Si se pretende escoger el diseño más apropiado para una lente de potencia dada, en función de la in-
formación facilitada por el estudio de las aberraciones, como ocurre con el método clásico de optimi-
zación de lentes oftálmicas expuesto en el punto 7.5, es evidente que se debe imponer un criterio que
permita cuantificar comparativamente las aberraciones para poder encontrar una solución, ya que,
como hemos visto, no existe ninguna curvatura para la que se anulen las dos aberraciones simultánea-
mente.
Este criterio se conoce como función de calidad (FC) o función de mérito de un sistema óptico.
Para establecer el criterio se crea una función matemática que relaciona todas las aberraciones, asig-
nando un «peso» a cada una de ellas con relación a las demás, de forma que las condiciones en las que
esta función presente un mínimo corresponderán a la mejor lente, puesto que las aberraciones, consi-
deradas globalmente, son mínimas.
Antes de empezar a exponer las funciones de calidad clásicas, debe hacerse una consideración:
si una función de calidad es una función que relaciona las aberraciones y busca un punto en que glo-
balmente sean mínimas, es evidente que este mínimo debe corresponder a una curvatura comprendida
entre los mínimos particulares de las aberraciones que se consideren.
Una de las funciones de calidad clásicas más extendida es la propuesta por Le Texier y otros,
porque también se puede utilizar para optimizar lentes asféricas, aunque hay otras que conviene des-
tacar, como la propuesta por Davis y otros, que se denomina índice de borrosidad (blur index).
Dado que les aberraciones oblicuas pueden tener valores negativos y no se compensan entre
ellas, esta función de calidad (Le Texier), como todas, para considerarlas en valor absoluto las eleva al
cuadrado.
La expresión de función de calidad que se presenta como ejemplo, despreciando los términos
relacionados con la distorsión y la cromática para simplificar, es la siguiente:
FC = 2 EP 2 + AM2 (7.26)
Una función de calidad permite determinar el diseño óptimo de una lente oftálmica. Utilizando las fun-
ciones de calidad clásicas, se consigue una solución que implica un buen equilibrio entre las aberra-
ciones. Pero la elección del diseño óptimo no se puede limitar al análisis matemático de las aberracio-
nes sino que también se debe tener en cuenta que la función compensadora de una lente oftálmica
consiste en conseguir que se forme una buena imagen del objeto en la retina del usuario.
Una función de calidad fisiológica, pues, es aquella que tiene en cuenta el efecto compensador
de las lentes oftálmicas, porque hace referencia a los principios de la óptica fisiológica, que estudia el
ojo como sistema óptico formador de imágenes.
El ojo no es un sistema estático de visión, ya que posee la capacidad de incrementar su poten-
cia mediante la acomodación para poder enfocar objetos cercanos, pero también la utiliza para reajus-
tar la posición de la imagen en busca de la situación más confortable. Según estos argumentos, la fun-
ción de calidad fisiológica tendrá en cuenta que el ojo es un sistema de visión dinámico, y que esto
condiciona la calidad final de la imagen que obtendrá.
Cuando el ojo acomoda, la esfera del remoto se aleja del mismo, lo que le permite compensar
pequeñas hipermetropías, o lo que es lo mismo, pequeños errores esféricos inducidos por las aberra-
ciones de la lente. Teniendo esto en cuenta, la única aberración susceptible de ser compensada median-
te la acomodación es el error de potencia, y sólo cuando el círculo de mínima confusión se encuentra
detrás de la esfera del remoto. Esto es por definición un error de potencia negativo.
Con esto se demuestra que el signo de la aberración del error de potencia debe tenerse en cuen-
ta en la función de calidad, ya que si es negativo podrá ser compensado por microfluctuaciones de la
acomodación, cosa que no era considerada por la función de calidad clásica.
El primer criterio de la función de calidad fisiológica es el siguiente: el error de potencia debe
ser negativo (EP<0). Pero si modificamos el diseño, desplazando el círculo de mínima confusión hacia
atrás, también se desplazarán las dos focales astigmáticas. En el caso de que las dos focales astigmáti-
cas estén situadas detrás de la esfera del remoto, la primera imagen nítida que se formará correspon-
derá a la focal tangencial. En el momento en que una de las dos focales (en este caso la tangencial) se
forma nítida sobre la retina, la acomodación deja de actuar. La imagen, aun siendo nítida, no reprodu-
ce fielmente el objeto, y la acomodación se relaja, porque esta imagen no se corresponde con el cono-
cimiento previo que el sistema visual tiene sobre lo que espera ver.
De esta situación se infiere el segundo criterio de la función de calidad fisiológica: las dos foca-
les astigmáticas deben estar situadas a ambos lados de la esfera del remoto.
Según estos dos criterios y en estas condiciones, se escoge como diseño óptimo aquel que pre-
senta menor astigmatismo oblicuo, y este es el tercer criterio. Este criterio está condicionado al cum-
plimiento de los dos anteriores.
En la tabla 7.2, puede observarse el resultado de aplicar estos criterios para la misma lente de
potencia de vértice posterior +12,00 D del apartado 7.6. Esta tabla es una ampliación de los resultados
de la tabla 1, y en ella se encuentra el coeficiente de asfericidad de la lente óptima, así como los valo-
res de las aberraciones residuales para un ángulo de giro del ojo de 20°.
Tabla 7.2 Aberraciones para una lente de Pvp = + 12.00 D, para distintos diseños
133
Asfericidad Aberraciones Diagrama de impacto
am
En la figura 7.22 se representan estos 30
asférico con astigmatismo oblicuo nulo, y la Fig. 7.22 Variación del astigmatismo marginal con
solución óptima. el ángulo de giro del ojo (corresponde a la tabla 7.2)
Bibliografía
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En los capítulos precedentes, del 3 al 7, se han expuesto las características de las lentes oftálmicas
monofocales y las particularidades de su diseño. En el presente se trata la influencia de la utilización
de las lentes monofocales, tanto monocular como binocularmente, y los fenómenos que se deben tener
en cuenta en el proceso de adaptación de la lente al usuario.
φ/2
tgω ' = (8.1)
l'2
de donde podemos obtener el valor de tg ω’, y de ahí el valor del campo aparente como 2 ω’:
Fig 8.1 Campo visual periférico (a) y de fijación (b) Fig. 8.2 Campo visual de fijación aparente
φ/2
tgω = ; tgω = φ / 2 L2 (8.3)
l2
Fig. 8.3. Esquema para el cálculo del
campo visual real Según la ecuación de Descartes, se puede escribir
136
-1 + 1 =1 (8.4)
l2 l'2 f'
de donde
Mediante estas ecuaciones se puede cuantificar la variación de campo de fijación que perci-
be un usuario de gafas respecto a ojo desnudo. En la figura 8.4 se muestra la reducción del campo
visual y la aparición del escotoma anular en los hipermétropes corregidos (a), así como el aumento
del campo visual, que se da en el
miope (b). Cabe destacar que
cuanto mayor es la potencia de la
lente, más importante es este
efecto, tal como se deduce de la
expresión (8.6), y se ampliará en
a) b) el apartado 8.6 sobre adaptación
Fig. 8.4 Campo visual real para (a) un hipermétrope de monofocales de elevada
y para (b) un miope corregidos potencia.
La relación que existe entre el tamaño de la imagen retiniana del amétrope neutralizado (y’an) respec-
to al amétrope sin neutralizar (y’asn) se conoce como aumento subjetivo de las lentes oftálmicas. Para
designarlo utilizaremos la expresión factor de aumento, puesto que aporta información sobre la varia-
ción del tamaño de la imagen, y no sobre el tamaño exacto de ésta. Al ser una relación, se acostumbra
a expresar en tanto por ciento (o en tanto por uno).
FA = y'an (8.7)
y'asn
Para hallar una expresión analítica del factor de aumento, nos basaremos en la figura 8.5:
siendo
137
tgω ' = h' ; y tgω = h' (8.9)
f' - x f'
Fig. 8.5 Esquema para hallar el factor de aumento
de donde aproximado de la lente
FA = 1 = 1
1 - x1 1 - xϕ' (8.10)
f'
y x = H’E es la distancia entre el plano principal imagen de la lente a la pupila de entrada del ojo.
En una primera aproximación, y a fin de simplificar el cálculo, podemos considerar como ori-
gen de coordenadas el vértice posterior de la lente. De este modo x es la distancia desde el vértice pos-
terior de la lente a la pupila de entrada del ojo, y la potencia verdadera se puede considerar igual a la
potencia de vértice posterior:
Si consideramos que la distancia de vértice estándar son 12 mm, tenemos que x = 15 mm;
entonces la fórmula aproximada del factor de aumento queda como:
Según la expresión (8.13) se puede construir la tabla 1, donde se muestra de forma aproximada
los FA que corresponden a cada potencia de vértice. Resulta útil como idea aproximada para el ópti-
co, al adaptar lentes monofocales de geometría esférica, ya que cada variación en la potencia de vérti-
ce posterior de + 4,00 D supone una diferencia de FA del 6%.
Pero en ocasiones, se debe obtener el
Tabla 8.1: Valores de FA para distintas potencias FA exacto. Para calcularlo, basta con no hacer
de vértice, según la expresión (8.13) las aproximaciones expuestas en (8.12), y
Pvp (D) FA FA (%)
desarrollar la ecuación (8.10) según las fór-
mulas de asociación de sistemas ópticos.
+12,00 1,18 18 A partir de la figura 8.5, y la figura
+8,00 1,12 12 8.6. tenemos que:
+4,00 1,06 6
0,00 1 0
-4,00 0,94 -6
x = d - e' (8.14)
-8,00 0,88 -12
-12,00 0,82 -18 donde
e'Pvp 1 - ec P1 = - ec P1 (8.17)
n n
Fig. 8.6 Esquema para hallar el factor
de aumento exacto de la lente Partiendo de la expresión (8.10) tenemos que
FA = 1 = 1
1 - xϕ' 1 - (d - e') Pvp 1 - ec P1 (8.18)
n
A= 1
* (8.19)
1 - d Pvp 1 - P1 + e' Pvp 1 - ec P1
ec
n n
El término entre corchetes marcado con un asterisco (*) se sustituye por la igualdad (8.17) y
reagrupando términos se llega a la expresión exacta del factor de aumento:
FA = 1 1 = FFFP
1 - ec P1 1 - d Pvp (8.20)
n
En (8.20) se puede observar que el factor de aumento tiene dos componentes, uno debido a la
forma de las lentes (FF, factor de forma), y otro debido a la potencia de la lente y a la distancia a que
ésta se halla respecto al ojo (FP, factor de potencia).
Existe otra forma de obtener el FA exacto, utilizando el modelo del anteojo de Galileo, cuyos
aumentos se pueden calcular a partir de la expresión siguiente:
FA = - f '1 = f1 (8.21)
f '2 f '2
donde f1 es la focal objeto de la lente positiva del anteojo, y f2’ la focal imagen de la negativa.
Para obtener el FA exacto, partiremos de imaginar que se puede desglosar la lente oftálmica en
dos partes, una parte es una lente afocal, que representa la geometría de la lente, y que por tanto tiene
el espesor de centro de la lente, y la otra parte, infinitamente delgada, contiene la potencia. La prime-
ra parte de la lente se puede considerar como un anteojo de Galileo (como se muestra en la figura 8.7),
y al aplicar la ecuación del FA en el Galileo (8.21) se obtiene la expresión general del factor de forma.
La parte infinitamente delgada se asocia como sistema óptico al defecto de refracción del ojo,
situado éste último en el plano principal imagen del ojo, resultando un segundo anteojo de Galileo. Al
aplicar la ecuación de aumento (8.21) resulta la expresión del factor de potencia. Así se llega a la con-
clusión de que al aplicar las ecuaciones del FA en ambos Galileos se obtiene la misma expresión (8.20) 139
que se ha obtenido por cálculo exacto.
Analizando la expresión del factor de aumento exacto podemos llegar a las siguientes conclu-
siones (tabla 2):
Tabla 8.2 Contribución del FP y del FF en el FA para un rango de Pvp de -20,00 a +15,00 D
El factor de forma toma valor 1, es decir, no influye en el valor del factor de aumento, en dos
circunstancias, cuando el espesor de centro es nulo y cuando la potencia de la primera superficie es
cero.
El factor de potencia es 1, y
por tanto no influye en el valor del
factor de aumento, cuando la distancia
de la lente al plano principal imagen
del ojo es nula (algo imposible, pues-
to que incluso en el caso de las lentes
de contacto, en que la distancia es
mínima, es de 3 mm) u, obviamente,
cuando Pvp es cero, caso de las lentes
neutras.
Para las lentes negativas, el fac-
Fig. 8.7 Sistema lente-ojo como dos anteojos de Galileo tor de aumento, de signo negativo para
indicar la disminución de tamaño de la
imagen retiniana, se debe casi exclusi-
vamente al factor de potencia, dado que el factor de forma es aproximadamente 1, por los motivos expues-
tos anteriormente. Por el contrario, el factor de aumento, de signo positivo en el caso de las lentes positi-
vas, siempre es mayor que el factor de potencia, puesto que el factor de forma siempre es mayor que 1.
Para poder fusionar las imágenes binocularmente es necesario que éstas sean igualmente nítidas y del
mismo tamaño. Cuando la diferencia en el tamaño de las imágenes retinianas de ambos ojos, fenóme-
140
no que se conoce como aniseiconia, supera el 5%, se dificulta e incluso imposibilita la fusión binocu-
lar de las imágenes. Por ello es especialmente importante conocer el factor de aumento de las lentes,
sobre todo en el caso que la refracción de ambos ojos sea distinta (condición que se denomina aniso-
metropía). Cuando un usuario anisométrope es corregido con lentes oftálmicas, se le induce una ani-
seiconia que debe ser mantenida por debajo del 5% si no se quieren provocar problemas de visión
binocular. En este punto se expondrá cuál es la diferencia mínima de refracción entre los dos ojos para
que se produzca aniseiconia, así como los métodos de que se dispone para minimizarla.
La aniseiconia inducida por la corrección supera el 5% cuando la diferencia entre las potencias
compensadoras de ambos ojos es superior a 2,50 D en el caso de las lentes positivas, y de 3,50 D en el
caso de las negativas.
Los posibles métodos para compensar las diferencias de factor de aumento entre los dos ojos,
pueden deducirse de la expresión (8.20) del factor de aumento exacto.
A priori, se puede modificar por un lado el factor de forma, y por otro el factor de potencia.
Modificar el factor de potencia significa cambiar el valor de alguna de sus variables, que son la
potencia de vértice posterior y la distancia de vértice de la lente al ojo. Como puede intuirse, esto es
inconsistente, puesto que la potencia debe mantenerse constante para compensar la ametropía, y la
variación de la distancia de vértice, como se verá en el apartado 8.3, conlleva una variación de la poten-
cia efectiva de la corrección.
En cambio sí se puede modificar el factor de forma, cambiando la geometría de la lente. Ello se
puede conseguir tanto variando su curva anterior y/o el espesor de centro, como el índice de refracción.
En general, se disminuirá el factor de forma aplanando la primera superficie y/o disminuyendo el espe-
sor de centro, y aumentando el índice de refracción.
Para minimizar la aniseiconia inducida superior al 5%, existen muchos criterios optométricos
de compensación parcial de la ametropía, además de la adaptación de lentes de contacto, que propor-
cionan un tamaño de imagen mucho más parecido al real que las lentes oftálmicas, debido sobretodo
a la proximidad a la que se hallan del plano principal imagen del ojo.
No vamos a incidir en ninguno de estos métodos, sino que, según lo expuesto, y basándonos en
la ecuación (8.20) se puede considerar como efectivo:
Con las opciones b y c se consigue que ambas lentes tengan una geometría más parecida entre
ellas a la que tendrían con el diseño original del fabricante.
Como resumen de lo expuesto, en la tabla 8.3 se puede observar cómo varía el factor de aumen-
to (en porcentaje) al variar la curva base, suponiendo todas las demás variables (espesor de centro y
distancia de vértice) constantes. Los valores de la tabla 8.3, por tanto, son aproximados, puesto que no
es posible variar un parámetro sin el consiguiente cambio de los demás, si se quiere mantener la poten-
cia compensadora (Pvp) constante.
Tabla 8.3 Variación aproximada del factor de aumento (%) asociada a distintos cambios en la curva base (P1)
para una distancia de vértice de 12 mm.
Otra forma de igualar los factores de aumento en ambos ojos es mediante las lentes iseicónicas,
que son lentes neutras cuyo factor de aumento es distinto de cero, de lo que se deduce que el FP es cero
y todo el aumento se debe a la geometría, resultando lentes muy curvadas y de grandes espesores de
centro. No se utilizan en la práctica habitual, puesto que habría que superponerlas mediante algún sis-
tema de soporte en la montura, a las lentes compensadoras.
Distorsión anamórfica
Hasta el momento, hemos estado tratando del factor de aumento exclusivamente de las lentes mono-
focales esféricas, y los problemas de adaptación a nivel binocular. Las lentes astigmáticas, por poseer
dos potencias distintas en los dos meridianos principales, producirán un tipo de variación de tamaño
de las imágenes retinianas que será percibido por el usuario como una deformación. De este fenóme-
no, que recibe el nombre de distorsión anamórfica, se analizará la repercusión en función de la direc-
ción de los ejes del astigmatismo, y a nivel binocular, la dificultad de fusión de las imágenes de ambos
ojos debido a la diferencia en sus formas.
Al observar un objeto a través de una lente
tórica, se percibe mayor la dirección del obje-
to paralela al meridiano de mayor potencia
positiva. El astigmatismo directo precisa de
una lente correctora con el cilindro positivo a
90°, y el inverso de cilindro positivo a 180°.
La figura 8.8 pretende mostrar la distorsión
que se produce en cada caso.
Para cuantificar el grado de deforma-
ción de la imagen según la diferencia de fac-
tor de aumento entre los dos meridianos
(FAmáx y FAmín ) se utiliza la magnitud deno-
Fig. 8.8 Distorsión anamórfica de un cuadrado y un círculo minada diferencia de aumento porcentual
vistos a través de la lente 90° +2,00 +4,00 D (8.22).
142
de donde
FF FP máx - FF FPmín
∆ FA = 100 (8.23)
FF FP máx
Las lentes astigmáticas de geometría esferotórica con cilindro interno presentan una diferencia de aumen-
to porcentual menor que las de la misma potencia pero en cilindro externo. Esto es debido que en las tóri-
cas internas, el factor de forma en ambos meridianos es igual, mientras no ocurre lo mismo en las tóricas
externas. Así, se cumple que mientras el factor de forma depende da la posición de la superficie tórica, el
factor de potencia es totalmente independiente y, como en el caso de las lentes esféricas, tiene signo posi-
tivo para los meridianos de potencia positiva y negativo para los meridianos de potencia negativa.
El material de la lente (su índice de refracción) no tiene influencia sobre la diferencia de aumen-
to porcentual, puesto que es una relación de factores de aumento.
Cuando la dirección de las líneas del objeto coinciden con la dirección de los meridianos prin-
cipales de la lente, se mantiene la dirección de la imagen idéntica a la del objeto.
En nuestro entorno habitual existe un claro predominio de las líneas horizontales y verticales,
lo que hace que la distorsión anamórfica de las lentes con ejes a 90° o 180° sea mucho menos moles-
to para el observador que en el caso de prescripciones de ejes oblicuos.
Para las lentes orientadas en cualquier otra dirección que no sea la horizontal o la vertical, ocurre que
los meridianos principales de la lente no coinciden con las direcciones más habituales del entorno, pro-
duciéndose la distorsión anamórfica angular, también denominada efecto cilíndrico. La imagen se per-
cibe inclinada respecto al objeto (figura 8.9), según la siguiente relación (24):
γ - 1 tg ϕ
tgθ = (8.24)
1 + γ tg 2 ϕ
donde ϕ es el ángulo que forma el eje del cilindro positivo con la línea objeto, θ es el ángulo que forma
la línea objeto con la línea imagen, y γ es el factor de distorsión anamórfica
γ = FAmáx (8.25)
FAmín
Con lentes de contacto, el FA90° = 0,9985 y el FA180° = 0,9925, luego ∆FA = 0.6%
Con gafas, el FA90° = 0,9925 y el FA180° = 0,9625, luego ∆FA = 3.02%
PLC = 1 = 1 = PG (8.26)
f 'LC f 'G - dv 1 - dv PG
PG = 1 = 1 = PLC
(8.27)
f 'G f 'LC + dv 1 + dv PLC
El miope requiere menor potencia de vértice en gafas que en lentes de contacto, cuando ocurre
lo contrario al hipermétrope. La influencia de la distancia de vértice en la potencia al pasar de gafas a
lentes de contacto empieza a manifestarse a partir de 3,50 D, y aumenta para potencias elevadas, como
es el caso de los afáquicos.
En resumen, la variación la distancia de vértice, modifica no sólo la potencia efectiva de la
lente, sino todos aquellos parámetros que dependen de ella, según las ecuaciones que ya se han visto,
como el factor de aumento y el campo visual. En general, cuanto menor es la distancia de vértice, más
naturales son las condiciones de visión a través de las lentes.
El centrado óptico de unas lentes en unas gafas comprende todos los procesos mediante los que se
determina la posición exacta de las lentes en la montura, previamente adaptada al usuario. La posición
debe ser tal que reproduzca estrictamente las condiciones de uso para las que fue diseñada, y el efec-
to de la corrección una vez montada sea idéntico al determinado en el examen visual.
Las monofocales son lentes versátiles, puesto que pueden utilizarse para visión lejana, próxima,
145
o para todo uso, y además permiten realizar prescripciones prismáticas (capítulo 12). Esto hace que los
criterios de centrado sean distintos según el propósito de las lentes y la distancia de utilización. En
ausencia de prescripción prismática asociada, un monofocal se considera correctamente centrado cuan-
do su centro de montaje o punto de centrado (que es el centro óptico de la lente marcado con el fron-
tofocómetro) coincide con el centro pupilar del usuario en la posición prioritaria de mirada, ya que es
imposible conseguir que en todo momento el centro óptico esté alineado con el centro de rotación del
ojo, que sería la condición óptima.
Por otra parte, cualquier situación que tenga como consecuencia la no coincidencia del centro
óptico del monofocal con el centro pupilar del usuario merece ser evaluada, por la repercusión que
puede tener en la visión binocular. Ejemplo de estas situaciones son los errores, sistemáticos o acci-
dentales, en el proceso de montaje, o la imposibilidad técnica de ejecutar el montaje correctamente por
falta de diámetro de lente. Además, cuando el monofocal se utiliza para todas las distancias, es nece-
sario decidir en qué posición de la pupila del usuario debe colocarse el punto de centrado de la lente,
analizando los desequilibrios prismáticos inducidos a las demás distancias de observación. Todos estos
aspectos se expondrán en el capítulo 11, mientras que en este apartado se va a tratar la manera cómo
se puede conseguir un centrado correcto optimizando el volumen y el peso de las lentes monofocales,
para mejorar la estética de las lentes y la comodidad del usuario.
En el proceso de centrado de las lentes monofocales, y en general, de cualquier tipo de lentes,
deberá tenerse en cuenta la relación de dimensiones entre el diámetro de las lentes, el calibre de la mon-
tura, y las distancias nasopupilares y altura pupilar del usuario, a fin de que se pueda realizar el centra-
do correcto con el menor diámetro de lente posible, lo que representará un menor volumen y por tanto
menor peso para el usuario. Este aspecto debe ser considerado con mayor atención en el caso de mono-
focales de potencia positiva, cuyo espesor de centro es elevado, y depende de la potencia y del diáme-
tro de la lente, más que en las negativas, cuyo espesor de centro es constante para todas las potencias
dh OD = L + p - DNPOD (8.28)
2
146
A partir de los descentramientos horizontales (fig. 8.13) se puede hallar el diámetro mínimo
necesario para centrar correctamente la lente, según la siguiente expresión:
Fig. 8.13 Cálculo del diámetro mínimo Mientras la expresión (8.30) suele dar diá-
metros por defecto, la (8.31) suele proporcionar
diámetros excesivos, con lo cual se utiliza la siguiente ecuación, con la que se obtienen resultados muy
aproximados a la realidad, para todo tipo de monturas:
a) Si el diámetro mínimo (∅mín) es mucho mayor que el diámetro que ofrecen los fabricantes
en sus catálogos, se puede suponer que la montura escogida tiene un calibre demasiado grande para el
paciente, obligando a replantear la elección.
147
b) Si el diámetro mínimo es parecido al de la oferta del fabricante, se acostumbra a pedir la lente
de diámetro normalizado inmediatamente superior al mínimo calculado.
Fig. 8.15 a Distribución de espesores de borde para Fig. 8.15 b Distribución de espesores de borde para
una lente de Pvp + 4,00 D, estándar, de espesor una lente de Pvp + 4,00 D, pedida al fabricante
de borde en bruto 1 mm con diámetro mínimo y a filo
Tabla 8.4 Ventaja de la lente de diámetro mínimo Tabla 8.5 Disminución del espesor de centro y el peso
y a filo respecto a la lente estándar de la lente precalibrada frente a la lente estándar
+ 4,00 D Ec (mm) Peso (g) 90° -2,00 +6,00 D Ec (mm) Peso (g)
Eb = 1 mm 4,1 12 Eb = 1 mm 5,8 18
A filo 3,1 8 Precalibrada 3,6 10
Ventaja 24% 33% Ventaja 38% 44%
Fig. 8.16 a Distribución de espesores de borde Fig. 8.16 b Distribución de espesores de borde
para una lente 90° -2,00 +4,00 D, estándar, para una lente 90° -2,00 +4,00 D,
de espesor de borde en bruto 1 mm precalibrada por el fabricante
por cada grado de ángulo pantoscópico debe situarse el centro óptico 0,5 mm hacia abajo. Esta consi-
deración es especialmente importante asegurar que se cumple para las lentes de geometría asférica y
para las lentes de elevada potencia. En las lentes esféricas o astigmáticas de potencias moderadas no
es imprescindible contemplarla. Mientras el ángulo pantoscópico γ se mantiene por debajo de 15°, el
eje óptico de la lente es perpendicular al plano facial, la superficie de la lente paralela, y el centro ópti-
co pasa por el centro de rotación del ojo, hallándonos en las mismas condiciones para las que fueron
concebidas las lentes. Cuando el ángulo γ supera los 15°, se está creando un astigmatismo por la inci-
dencia oblicua de haces, y generándose un nuevo componente tanto esférico como cilíndrico, que
puede ser causa de inadaptación a la prescripción. El valor de la esfera inducida viene dado por la
expresión:
E ' = E × 1 + sen γ
2
(8.35)
2n
C’ conserva el signo de la esfera original (E), y su eje coincide con el eje de giro de la lente
(180°).
Por ejemplo, una lente de +10,00 D, e índice 1,5, inclinada 15° respecto el plano facial, induce
una prescripción con la siguiente fórmula esferocilíndrica: 180° +0,75 +10,25.
2
E' = 10 1 + sen 15 = 10,22 D ≡ + 10.25 D (8.37)
3
El caso de la adaptación de lentes de alta potencia merece ser tratado como un punto específico. Es
evidente que las distintas formas de adaptación que se han ido viendo a lo largo de este capítulo son
de plena aplicación a este caso, pero la elevada potencia hace que todos los efectos estén acentuados,
por lo que conviene tomar todo tipo de precauciones en la adaptación de este tipo de lentes.
Así por ejemplo, la posición que va a ocupar la lente con respecto al ojo es muy importante ya
que con potencias superiores a + 20,00 D, una variación de 1 mm en la posición relativa de la lente
induce un error superior a 0,25 D en la compensación.
En este caso adquiere especial importancia la montura que se utilizará, ya que ésta debe garan-
tizar que la distancia desde el vértice posterior de la lente al vértice corneal permanezca estable y sea
150
la correspondiente al valor de la compensación.
Otro punto importante es la posición y el tamaño de la pupila de entrada (P.E.) del sistema lente-
ojo. Es conocido que la menor modificación de la P.E. ocurre cuando la distancia entre la lente y el ojo
es mínima, por lo que interesará que la montura donde se sitúen las lentes cumpla este requisito.
Además, igualmente es conveniente desde un punto de vista estético, pues la variación del
aumento con que se verán los ojos de los usuarios de estas prescripciones también será menor cuanto
más próxima esté la lente del ojo.
En lo referente al cambio del tamaño de la imagen retiniana, es función directa de la potencia
de la lente compensadora, por lo que habrá que tomar muchas precauciones, sobretodo en el caso de
anisometropías para preservar la visión binocular.
Otro aspecto muy importante, fundamentalmente en el caso de lentes positivas, es la modifica-
ción del campo visual. Esta disminución del campo visual está presente en todas las lentes positivas,
pero sólo es verdaderamente perceptible y molesta, para las de alta potencia. Aparece un ángulo muer-
to en los extremos del campo, escotoma anular, que hace que los objetos situados en esa zona aparez-
can o desaparezcan en función de los movimientos de las líneas de mirada. Este fenómeno es muy
desagradable y puede generar desorientación espacial. Como este efecto es consecuencia del fuerte
efecto prismático existente en el borde de la lente, el escotoma sólo puede reducirse disminuyendo la
potencia de la lente en los extremos con las soluciones que se vieron en el capítulo 6.
Otros aspectos que conviene remarcar son los referentes al peso y a la aberración cromática.
Estos inconvenientes se atenúan seriamente con la utilización de materiales orgánicos, ya que la reduc-
ción de peso que se puede obtener con la utilización de altos índices de refracción para potencias ele-
vadas, conlleva la aparición de una aberración cromática importante sobretodo para objetos alejados
del centro óptico de la lente.
Finalmente, conviene mencionar que en lo referente al astigmatismo por incidencia oblicua,
error de potencia y distorsión, el uso de superficies esféricas, particularmente en lentes positivas de alta
potencia, trae como consecuencia que únicamente una pequeña zona alrededor del centro óptico pueda
ser utilizada. Cuando el usuario intenta mirar oblicuamente a través de estas lentes, las aberraciones
son tan fuertes que la imagen es inutilizable, por lo que constantemente debe realizar movimientos de
cabeza para poder alinear los objetos que quiere mirar. Ya se vio en el capítulo 7 que la solución pasa
por la utilización de superficies asféricas, que no solamente pueden mejorar la calidad de imagen en
estos casos, sino que, además, permiten disminuir el grosor de la lente y, por tanto, el peso.
Bibliografía
151
Los prismas son sistemas ópticos afocales que dispersan y desvían la luz. En óptica oftálmica se utili-
zan por su efecto de desviación de la luz en distintas formas, dependiendo de las características del
usuario y la magnitud de la corrección necesaria, que trataremos en el capítulo 12. En este capítulo se
exponen los principios en los que se fundamentan las aplicaciones visuales de los prismas.
En esta expresión se pone de manifiesto que la potencia de desviación depende tanto del ángu-
lo apical como del índice de refracción del prisma n.
Para prismas delgados se puede aproximar la tangente del ángulo al ángulo en radianes, con lo
que obtenemos las siguientes relaciones:
tg α ≅ α rad = e = eB (9.4)
φ AB φ T
e= ∆φ AB
(9.5)
100 n- 1
Del mismo modo, se puede hallar el espesor total del prisma, de (9.4) y (9.5):
eB = ∆φ T
(9.6)
100 n- 1
Según esto, para un prisma de forma circular, de índice de refracción crown 1,523, y de diá-
metro 65 mm, por cada dioptría prismática de potencia presenta una diferencia de espesores de 1,24
mm.
155
9.4 Orientación de los prismas oftálmicos
Uno de los efectos indeseados de los prismas oftálmicos en la visión son las aberraciones que presen-
156
tan, sobretodo para potencias prismáticas elevadas. La aberración cromática (dispersión de la luz) es
una de las más manifiestas, además de la distorsión de la imagen, que se produce debido a la falta de
constancia del ángulo de desviación desde la base al vértice, y se manifiesta más en la dirección de la
base del prisma.
El problema aparece cuando el efecto de estas aberraciones es muy distinto en los dos ojos, pues
se obtienen distintas agudezas visuales y se compromete la visión binocular en el caso en que pueda
haberla. En el capítulo 12 se exponen las características ópticas de los distintos tipos de prismas oftál-
micos para obtener la máxima calidad de visión, y minimizar estos fectos.
Ya hemos visto cómo, al observar un objeto a través de un prisma oftálmico, éste se percibe
desplazado en la dirección de la arista. De acuerdo con este efecto, los prismas oftálmicos se utilizan
principalmente con dos propósitos. Para provocar una determinada rotación en uno o los dos ojos, o
para variar la posición espacial de las imágenes de objetos reales, como se analizará en el capítulo 12.
Al anteponer un prisma a un ojo que se hallaba formando una imagen en su fóvea, la imagen
cambia de posición, y se desplaza en el sentido de la base del prisma. Para mantener la fijación del
objeto, el ojo debe girar hacia la arista del prisma (figura 9.7).
Las rotaciones oculares que provocan los prismas oftálmicos se pueden clasificar en monocu-
lares y binoculares. Con un ojo ocluido, la anteposición de un prisma produce una ducción. En condi-
ciones de visión binocular los prismas provo-
can movimientos binoculares conjugados
(versiones) o disyuntivos (vergencias). Con-
jugados cuando las bases de los prismas que
se anteponen a los ojos son cardinalmente
coincidentes y disyuntivos cuando las bases
son cardinalmente opuestas, como se amplia-
Fig. 9.7 Rotación del ojo provocada por el prisma oftálmico rá en el capítulo 11.
El ángulo que debe girar el ojo para mantener la fijación depende no sólo de la potencia del pris-
ma, sino también de la distancia a la que se encuentra el objeto observado. Esta propiedad se conoce
como potencia efectiva de los prismas.
En visión a infinito, el ángulo de giro del ojo corresponde al ángulo de desviación del prisma, cosa que
no ocurre así en visión próxima. Estudiaremos los dos casos por separado.
Objeto lejano
Objeto cercano
Tal como puede apreciarse en la figura 9.9, si el objeto se halla lo suficientemente alejado, el ángulo
σ puede despreciarse frente a δ, ya que |a| » a’, y se cumple que:
tg δ = y ⇒ ∆ = y ⇒ y = - a ∆ (9.8)
-a 100 - a 100
tg θ = y ⇒ tg θ = -a∆ ⇒ tg θ = ∆ -a
- a + a' 100 - a + a' 100 - a + a'
∆ (9.8)
∆ = 100 tg θ - a + a' ⇒ ∆ = 100 tg θ 1 - a' ⇒tg θ =
-a a 100 1 - a'
a
En los exámenes optométricos se realizan pruebas con prismas horizontales y verticales, lo que hace
muy conveniente saber expresar cualquier prisma en sus componentes horizontal y vertical, así como
saber combinar los prismas. Para ello resulta cómodo tratar los prismas como si fueran vectores, de
módulo el valor del prisma y argumento la dirección y sentido de la base.
Las normas que se van a describir serán válidas también para combinar efectos prismáticos que
serán tratados en el capítulo 10.
∆R = ∆ V2 + ∆ H2 (9.10)
tg θ = ∆ V
Fig. 9.12 Combinación de prismas
de bases perpendiculares (9.11)
∆H
Por ejemplo, al combinar, para el ojo derecho, 1∆BN con 2∆BS, el prisma resultante es de
2.23∆BNS x 63°.
Del mismo modo que podemos componer dos prismas o efectos prismáticos para obtener un
prisma equivalente o resultante, podemos descomponer cualquier prisma o efecto prismático en sus
componentes horizontales y verticales a través de las siguientes expresiones:
∆ H = ∆ R cos θ (9.12)
∆ V = ∆ R sen θ (9.13)
Bibliografía
CORBÉ,C.; MENU, J.P.; CHAINE, G. Traité d’optique physiologique et clinique. París, Doin Editeurs, 1993.
FANNIN, T.E.; GROSVENOR T. Clinical optics. Boston, Butterworths, 1987.
JALIE, M. The Principles of Ophthalmic Lenses. Londres, The Association of British Dispensing Opticians, 1988.
SCHIKORRA A. «Lentes monofocales astigmáticas y prismáticas». Ver y Oír nos 38 a 53, Puntex, 1989.
TWYMAN, F. Prism and lens making. Nueva York, IOP Publishing, 1989.
159
El centro óptico de una lente oftálmica se define como el punto de la misma en el cual no existe nin-
gún efecto prismático. Normalmente, si la lente no se fabrica descentrada a propósito (lente prismáti-
ca), este centro óptico coincide con el punto de máximo
espesor de centro en lentes positivas y con el punto de
mínimo espesor de centro en lentes negativas. Para
cualquier otro punto, las lentes oftálmicas tienen un 161
comportamiento análogo al de un prisma, puesto que
desvían la luz. Teniendo en cuenta que una lente oftál-
mica positiva o negativa puede considerarse como for-
mada por un conjunto de prismas de ángulo variable, el
efecto prismático aumenta al alejarnos del centro ópti-
co a la periferia puesto que el ángulo apical (α) aumen-
ta (figura 10.1).
De este modo, las lentes esféricas positivas se
comportan, en cuanto a efectos prismáticos, como una Fig. 10.1 Representación de una lente
serie de prismas unidos por sus bases, mientras que las convergente como una serie de prismas
lentes esféricas negativas se comportan como una serie de ángulo apical variable
de prismas unidos por
sus aristas, como se
muestra en la figura 10.2.
Cuando se des-
plaza una lente al mismo
tiempo que se observa a
través de ella por un
punto que no es el centro
óptico, la imagen del
objeto se desvía en senti-
do contrario al que se
desplaza la lente en el Fig. 10.2 Representación prismática de una lente esférica convergente
caso de las lentes positi- y una lente esférica divergente
O
10.2 Ley de Prentice
O' La ley de Prentice establece una relación para cono-
cer el efecto prismático que se produce en una lente
en cualquier punto distinto al centro óptico.
Sabemos que la potencia prismática se rela-
O' ciona con el ángulo de desviación del prisma
mediante la siguiente expresión, descrita en el capí-
tulo 9:
O
∆ = 100 tg δ (10.1)
∆ = d (cm) P (10.4)
Con la ley de Prentice podemos conocer cuál es el valor del efecto prismático en un punto cualquiera
de una lente; en cambio, no podemos determinar la orientación de la base del prisma inducido. Por ello,
estableceremos un convenio de signos analizando la orientación de la base en cuatro puntos (a,b,c y d)
de una lente esférica positiva y una lente esférica negativa situados en los ejes de abcisas y ordenadas
(figura 10.5).
a a
d b d b
c c
Fig. 10.5 Gráfico para establecer el convenio de signos según la ley de Prentice
Para conocer el efecto prismático que existe en cualquier punto de una lente astigmática, estudiaremos
por separado las lentes cilíndricas puras y las esferocilíndricas. Además, enunciaremos en este apartado
algunos métodos gráficos útiles para resolver problemas de efectos prismáticos en este tipo de lentes.
Lentes cilíndricas
∆V
α
∆Η P ∆C = d C (10.5)
x
En la figura 10.7 se observa que
d = MP = QP cos α (10.6)
Fig. 10.7 Esquema para hallar el efecto prismático en cualquier
punto de una lente cilíndrica con eje oblicuo donde
QP = z - y
z = x tgα
A la ecuación (10.10) se antepone un signo negativo para mantener el convenio de bases esta-
blecido en las lentes esféricas, ya que para bases verticales, cuando la potencia cilíndrica C y la dis-
tancia vertical y son positivas, la potencia prismática resulta positiva e implica una base inferior, cuan-
do en realidad es base superior.
Lentes esferocilíndricas
∆ = ∆E + ∆C = d E + d C (10.11)
165
Desglosando el efecto prismático resultante en sus componentes horizontal y vertical obte-
nemos
donde x e y son las coordenadas horizontal y vertical del punto P respecto del centro óptico de la lente,
E la potencia esférica de la lente esferocilíndrica, C el valor del cilindro y α la orientación del eje.
Podríamos haber llegado a la misma conclusión considerando la lente esferocilíndrica como dos len-
tes cilíndricas con sus ejes perpendiculares.
A partir de las ecuaciones (10.12) y (10.13), podemos conocer las coordenadas (x,y) de un
punto cualquiera en el que existe un efecto prismático determinado:
2
y = E∆ V + C∆ Vsin α + ∆ H C sin α cos α (10.15)
E E+ C
Cuando se trata de hallar el efecto prismático en un punto cualquiera de una lente astigmática con el
eje oblicuo es mucho más sencillo y rápido emplear los métodos gráficos que el método analítico des-
crito anteriormente.
Los describiremos con un ejemplo: se pretende conocer el efecto prismático en un punto de
coordenadas respecto al centro óptico de la lente (1,-1) mm. La lente, que está destinada a un ojo dere-
cho, tiene la siguiente potencia esferocilíndrica: 70° + 5.00 -1.00 D.
-1.00 0.00
σE 70º
-1.00
O
Q +5.00
P
P
Fig. 10.10
A continuación se representa el cilindro y se toma la distancia mínima desde el eje del cilindro
hasta el punto P (QP). Luego
∆C= QP C;
donde QP = 1.30mm y
C = +5.00x70°D ⇒
∆C= 0.65∆BST x 160°
Bibliografía
CORBÉ,C.; MENU, J.P.; CHAINE, G. Traité d’optique physiologique et clinique. París, Doin Editeurs, 1993.
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TWYMAN, F. Prism and lens making. Nueva York, IOP Publishing, 1989.
Cuando existe un efecto prismático en una o en las dos lentes de una prescripción, se produce como
consecuencia una variación en la alineación relativa de los ejes visuales que se conoce como desequi-
librio prismático (δ∆).
Por ejemplo (figura 11.1), si el efecto prismático en el ojo derecho es de 1∆BT, y en el ojo
izquierdo existe un efecto prismático de 2∆BT, el desequilibrio prismático que soporta el usuario de la
prescripción es de 3∆BT (OD/OI). 169
Para calcular un desequilibrio pris-
mático, hay que conocer primero la direc-
ción en que se desvían los objetos obser-
vados debido a los efectos prismáticos
monoculares.
Teniendo en cuenta que los pris-
mas desvían la luz incidente hacia su
base, mientras que la imagen se percibe
hacia la arista del mismo, diremos que los
efectos prismáticos, a nivel binocular, son
cardinalmente coincidentes si producen
2 ∆ BT Z' Z' 1 ∆ BT
desviación en la misma dirección, y que
son cardinalmente opuestos cuando pro-
ducen desviación en dirección contraria
(tabla 11.1). Fig. 11.1 Desequilibrio prismático como consecuencia de la
diferencia entre efectos prismáticos monoculares
Tabla 11.1
En este capítulo se tratan los desequilibrios prismáticos inducidos por errores de centrado, pues-
to que, tal como se ha visto en el capítulo 10, las lentes actúan como prismas fuera de su centro ópti-
co. El desequilibrio prismático se obtiene como resultado de restar los efectos prismáticos monocula-
res, atendiendo al convenio de signos propuesto en la tabla 10.2.
En ausencia de prescripción prismática, las lentes deben montarse en la montura de tal forma que su
centro óptico coincida con el centro pupilar del usuario en su dirección principal de mirada, para que
se cumpla el principio básico de la refracción, tal como se ha visto en el capítulo 7. Cuando el centro
óptico no coincide con el centro pupilar, se producen dos tipos de consecuencias:
a) Monoculares: las imágenes formadas por la lente sufren un empeoramiento de calidad, debi-
do a la incidencia de aberraciones oblicuas como el error de potencia, el astigmatismo marginal y la
aberración cromática.
b) Binoculares: la lente actúa como un prisma desviando la luz, de manera que el objeto fijado
deja de formar su imagen en la fóvea, entorpeciéndose la fusión porque las imágenes no se encuentran
ya en los puntos retinianos correspondientes. Para superar esta situación es necesario un movimiento
ocular de refovealización conocido como vergencia fusional inducida, cuyo objetivo es el de posibili-
tar la visión binocular simple (figura 11.2).
170
F F F F
Fig. 11.2 Movimiento de fusión: convergencia fusional inducida por un efecto prismático de base temporal.
Mientras que los efectos prismáticos de base temporal inducen convergencia fusional, como se
aprecia en la figura 11.2, los de base nasal inducen divergencia fusional. En la dirección vertical, los
efectos prismáticos de base superior provocan un descenso (giro del globo hacia abajo) y los de base
inferior una elevación, como se vio en el capítulo 9.
Como resumen podemos indicar que los errores de centrado provocan desequilibrios prismáti-
cos que a su vez inducen un movimiento de vergencia para evitar la diplopia.
A continuación se presentan unos ejemplos.
Un usuario cuya refracción es Rx: -5,00D (AO), y cuyas distancias nasopupilares (DNP) son
32/32 mm, lleva sus gafas centradas a una semidistancia entre centros ópticos DNC = 34/34 mm. Para
calcular el desequilibrio prismático que soporta, primero hemos de conocer los efectos prismáticos
monoculares, y para ello aplicamos la ley de Prentice, teniendo en cuenta el convenio de signos
expuesto en el capítulo 10:
Un usuario cuya refracción es Rx: Fig. 11.3 Situación de las pupilas del usuario respecto los centros
-4,50 D (AO), y cuyas distancias ópticos de las lentes. Utilización de la divergencia fusional para
nasopupilares (DNP) son 32/32 evitar la diplopia
171
mm, lleva sus gafas centradas a
una semidistancia entre centros ópticos DNC = 32/32 mm. El centro óptico de la lente derecha se halla
2 mm por encima de la pupila, mientras que el de la lente izquierda se encuentra a 5 mm por encima
de la pupila izquierda, tal como se puede apreciar en la figura 11.4.
El efecto prismático es mayor en el ojo izquierdo, y las bases son cardinalmente coincidentes.
En este caso denotaremos el desequilibrio prismático como 1.35 ∆BIOI. Esto significa que, para supe-
rarlo, el usuario debe realizar un movimiento de vergencia vertical, elevando el ojo izquierdo 1.35 ∆
más que el ojo derecho. Podemos comprobar que este desequilibrio produce el mismo efecto de ver-
gencia que producirían 1.35 ∆BSOD.
yi = -5mm
yd = -2mm
Fig. 11.4 Situación de las pupilas del usuario respecto los centros ópticos de las lentes
Se hace necesario establecer los límites en que los descentramientos de las lentes pueden ser tolerados,
con dos objetivos principales: para establecer un criterio de calidad en la evaluación del centrado de
las prescripciones posterior al montaje (apartado 11.4), y para tener más elementos de juicio a la hora
de decidir cómo centrar las lentes en función de las características de la prescripción del usuario (apar-
tado 11.5).
Teniendo en cuenta las consecuencias que se derivan de un mal centrado, se pueden imponer
dos tipos de restricciones como criterios de centrado correcto:
a) Monocularmente: la distancia entre el centro pupilar del usuario y el centro óptico de la lente
no puede ser mayor que 3 mm, para que las aberraciones oblicuas no empeoren la calidad de la imagen.
b) Binocularmente: según la norma RAL-RG-915, se puede considerar que la importancia del
error de centrado depende de la potencia de la lente, del tipo de vergencia fusional que induce, y de la
distancia de observación para la que se utilizan las lentes. En visión lejana (VL), es más fácil conver-
ger que diverger más allá del paralelismo. Por ello se consideran menos críticos los errores de centra-
do que inducen convergencia, o sea, los de base temporal (esto ocurre con las lentes negativas des-
centradas hacia dentro respecto a las pupilas del usuario, o las positivas descentradas hacia fuera). En
cambio, en visión próxima (VP) es más fácil diverger que converger aún más. Por ello se consideran
menos críticos los errores de centrado que inducen divergencia fusional, o sea, los de base nasal (que
se producen en las lentes negativas descentradas hacia fuera respecto a la pupila, o en las positivas des-
centradas hacia dentro). En la dirección vertical siempre es crítico un desalineamiento en altura de los
172
centros ópticos del par de lentes respecto al borde inferior interno del aro de la montura, puesto que
siempre inducirá una ver-
Tabla 11.2 Tolerancias de centrado según la norma RAL-RG-915
gencia vertical, que no es
Dirección horizontal (∆) Direcció vertical (∆) una habilidad motriz innata
de los músculos extraocula-
más crítico menos crítico siempre crítico res, con lo cual, o será
Pvp VL BN / VP BT VL BT / VP BN imposible de producirse, o
producirá problemas de fati-
0,25-1 D 0,25 0,5 0,25
1,25-6 D 0,5 1 0,25 ga inmediatamente. Este
6,50-12 D 0,5 1 0,50 razonamiento se resume de
〉 12 D 1 1,5 0,50 forma esquemática en la
tabla 11.2.
Conocer la tolerancia a los errores de centrado es muy útil como criterio de control de calidad en el
montaje de las gafas. Una gafa montada es apta para ser entregada al usuario cuando la vergencia fusio-
nal inducida por el error de centrado no supera los valores establecidos por RAL-RG-915, y no se pro-
ducen aberraciones que interfieren en la calidad de visión, esto es, se respeta el criterio monocular. En
general, las tolerancias binoculares resultan más restrictivas que las monoculares, por lo cual, al eva-
luar un centrado se empezará por el análisis binocular.
Cualquier buen montaje debe finalizar con la evaluación del centrado, sin embargo, existen
algunas situaciones en las que aplicar las normas de tolerancia es especialmente necesario:
Ejemplo nº 1 (figura 11.5): Queremos conocer entre qué valores se pueden situar los centros
ópticos de ambas lentes (distancia entre centros = DEC) para que el centrado pueda considerarse
correcto, sabiendo que el usuario tiene unas distancias nasopupilares de DNP = 32/32 mm y su refrac-
ción, igual en los dos ojos, es de Rx:+ 5,00 D (AO).
En VL el desequilibrio prismático horizontal máximo (δ∆H) tolerado según la norma RAL-RG-
915, es 0,5∆BN en la dirección crítica y 1∆BT en la menos crítica. Calculamos a qué descentramien-
tos (d = distancia desde el centro óptico al centro pupilar) corresponden estos desequilibrios mediante
la ley de Prentice. Como la potencia de ambas lentes es la misma, se puede calcular de la siguiente
forma:
DEC = 64mm
CORRECTO
DEC = 63 = 64 - 1mm
DEC = 66 = 64 + 2mm
Fig. 11.5
El centrado correcto oscila entre 63 mm y 66 mm, y no puede encontrarse ningún centro ópti-
co a más de 3 mm respecto al centro pupilar (no sería correcto DNC =30/36 mm). En este ejemplo se
comprueba que en lentes positivas utilizadas en visión de lejos, es cuantitativamente más tolerable el
descentramiento hacia fuera que hacia dentro.
Ejemplo nº 2 (figura 11.6): Después de montar la lente del ojo derecho comprobamos que ha
quedado mal centrada (DNCD = 30 mm). ¿Cómo podemos centrar la lente del ojo izquierdo para com-
pensar el efecto prismático que existe en el la lente derecha, para que el desequilibrio prismático indu-
cido sea tolerable?
Si el ∆OD es y el δ∆H máximo tolerable el ∆OI debe ser lo que para el OI corresponde a una
distancia x= ∆OI/Pvph = CO-CP
0,8 ∆BN 0,5 ∆BN 0,3 ∆BT x = -0,15; CO 1,5 mm hacia temporal
0,8 ∆BN 0 0,8 ∆BT x = -0.40; CO 4 mm hacia temporal
0,8 ∆BN 1 ∆BT 1,8 ∆BT x = -0.90; CO 9 mm. hacia temporal
DNP = 32 DNP = 32
174
DNC = 30
DNC = 33.5
DNC = 41
Fig. 11.6
Otra de las aplicaciones de las tolerancias de centrado es la decisión de centrado según la utilización
de las lentes. En algunos casos se puede provocar un centrado especial para favorecer la función bino-
cular del sujeto. En este apartado hablaremos en todo momento de sujetos ortofóricos, es decir con una
perfecta función del sistema oculomotor.
Podemos considerar los miopes débiles y los présbitas emétropes como usuarios de lentes monofoca-
les para una única distancia, lejos y cerca respectivamente. En ambos casos, los errores de centrado
mejor tolerados son aquellos en que la distancia entre los centros ópticos (DEC) es menor que la dis-
tancia interpupilar (DIP).
Normalmente, el usuario de monofocales utiliza sus gafas para todas las distancias de observación,
aunque una de ellas será la distancia prioritaria.
Al utilizar una gafa para todas las distancias hemos de decidir cómo realizamos el centrado, ya
que si los centros ópticos coinciden con la posición de las pupilas en visión de lejos, cuando el usua-
rio mira de cerca se producen desequilibrios prismáticos indeseados, ya que las pupilas convergen 2,5
175
mm y descienden 10 mm sobre el plano de las gafas, si consideramos la distancia de vértice estándar
12 mm.
La decisión de centrado se tomará en función de la distancia prioritaria de utilización de las
gafas, así como del análisis de los desequilibrios prismáticos tanto horizontales como verticales que se
producen al mirar a cualquier otra distancia. Para este análisis es conveniente distinguir dos estados
refractivos distintos, la isometropía y la anisometropía.
a) En el caso de la isometropía (idéntica refracción en ambos ojos) ocurre que si centramos los
monofocales de lejos, en visión próxima no existen desequilibrios prismáticos verticales, porque se
crean efectos iguales prismáticos en ambos ojos (figura 11.7).
En el caso de los desequilibrios pris-
máticos horizontales, observamos que los 2.5
miopes presentan mayor margen de toleran-
cia que los hipermétropes, ya que al centrar
de lejos, de cerca se produce desequilibrio
de base nasal, que es la dirección menos crí-
tica, con lo cual, a veces resulta positivo
centrar las lentes entre la DIP de lejos y la
de cerca: DIPL 〉 DEC 〉 DIPC (figura 11.8). VL
En cambio, en los hipermétropes, el margen -10
VC
de tolerancia es menor puesto que se indu-
cen bases temporales (0,5∆), por lo que en
la decisión hay que tener más en cuenta la
ocupación principal y centrar exactamente
para esa distancia. Fig. 11.7
DIP C
DIP L
DIPC
DIP L
Una regla práctica que debe recordarse al decidir para qué distancia deben centrarse las lentes
es que por cada dioptría de anisometropía se produce un desequilibrio prismático vertical de 1∆ (recor-
demos que la posición de las pupilas desciende 1 cm en el plano de las gafas).
En cambio, los desequilibrios prismáticos verticales pueden aliviarse centrando lo más exacta-
mente posible en la distancia prioritaria de observación.
Veamos un ejemplo (figura 11.9): A un usuario cuya refracción es OD: -2,00D y OI: -4,00D, le
centramos las lentes en visión de lejos, y calculamos los desequilibrios inducidos al mirar de cerca:
En la dirección horizontal: El δ∆H= 1,5 ∆BN OD/ OI, no es tolerable
Bibliografía
JALIE, M. The Principles of Ophthalmic Lenses. Londres, The Associaton of British Dispensing Opticians, 1988.
SCHULTZ, W. «Técnica de Centrado». Ver y Oír no 29, Puntex, 1989.
PICKWELL, D. Binocular Vision Anomalies. Investigation and treatment. Londres, Butterworths, 1989.
La nomenclatura que se utiliza para describir las prescripciones prismáticas, el sistema TABO, se ha
expuesto en el capítulo 9, y mediante éste se da el valor de la prescripción en dioptrías prismáticas,
acompañado de la orientación de la base. Cuando se prescriben prismas a amétropes, el valor del efec-
to prismático debe acompañar a la graduación, como se muestra en el siguiente ejemplo:
En óptica oftálmica, la utilización de prismas tan sólo puede ser justificada en visión binocular. El efec-
to de los prismas frente a los ojos es el de variar la alineación relativa entre los ejes visuales de un ojo
respecto al otro. Aunque existe gran diversidad de criterios sobre la prescripción de prismas, las dos
finalidades principales de la aplicación visual de los prismas para compensar alteraciones de la visión
binocular son:
a) Provocar una rotación del ojo en dirección a la arista del prisma, para conseguir que el eje
visual quede en su posición correcta (figura 12.1a). Esto ocurre en el caso de los entrenamientos visua-
les, para aumentar los rangos de vergencia fusional en el caso de heteroforias, y también en el caso de
los estrabismos con motilidad ocular normal.
b) Desplazar las imágenes de los objetos a una posición tal que pueda ser observada cómoda-
mente por el usuario (figura 12.1b). En este caso, el prisma sitúa la imagen del objeto sobre el eje visual
del sujeto, ya sea para evitar que el ojo realice un esfuerzo muscular que no puede realizar, caso de las
Fig. 12.1a Convergencia producida por Fig. 12.1b Desplazamiento de la imagen hacia
una prescripción de base temporal la posición convergente del eje visual, producida
por un prisma de base nasal
Cuando el valor de la prescripción supera las 6∆, se suele repartir el prisma entre los dos ojos, siguien-
do los mismos criterios que se utilizan para calcular el desequilibrio prismático binocular a partir de
los efectos monoculares: los efectos prismáticos cuyas bases son cardinalmente opuestas se suman, y
se restan los efectos cuyas bases son cardinalmente coincidentes. Así, una determinada prescripción
prismática puede distribuirse de cualquier forma entre los dos ojos, siempre que el resultado obtenido
sea el mismo, aunque lo más usual es dejar la misma cantidad de prisma en ambos ojos. Por ejemplo,
10 ∆ BS OD pueden repartirse en 3 ∆ BS al OD y 7 ∆ BI al OI, aunque lo óptimo es colocar 5 ∆ BS en
el OD y 5 ∆ BI en el OI. En el caso de existir compensación horizontal y vertical en uno o los dos ojos,
existen diversas posibilidades. Por ejemplo, es equivalente colocar en el OD 2 ∆ BT ⬑ 4 ∆ BI, que en
el OI 2 ∆ BT ⬑ 4 ∆ BS, que en uno de los dos ojos el prisma oblicuo resultante de la combinación, en
este caso, OD 4,50 ∆ BTI x 63° u OI 4,50 ∆ BTS x 63°.
Cuando una prescripción prismática se halla asociada a una prescripción esférica o astigmática, se puede
conseguir el efecto prismático deseado durante el proceso de montaje, situando el punto de la lente que
cumple dicho efecto prismático delante de la pupila del usuario. El punto en cuestión se convertirá en
el centro de montaje de la lente. Este método resulta muy eficaz para ametropías elevadas asociadas a
prescripciones prismáticas bajas o moderadas, puesto que para ametropías bajas, el centro de montaje
queda muy alejado del centro óptico de la lente, con lo que el diámetro de la lente resulta insuficiente
para realizar el montaje correctamente. Es el método de primera opción, al no suponer ningún coste adi-
cional para el usuario, puesto que con la misma lente compensadora se consigue el prisma deseado.
Si al evaluar el centrado de unas gafas (DEC o DNC), se observa que no corresponde con las medidas
de centrado del usuario (DIP o DNP) y que el montaje sería incorrecto para un usuario ortofórico,
tomando como criterio estrictamente las normas de tolerancia RAL-RG-915, entonces se debe tener en
cuenta que puede tratarse de un centrado con un propósito especial, el de inducir algún efecto prismá-
tico que ayude a mejorar la funcionalidad de la visión binocular del usuario. Esto puede suceder en el
caso de las heteroforias descompensadas, en que se aprovecha el centrado de las lentes para aliviar los
síntomas del usuario, al inducir los efectos prismáticos convenientes.
La heteroforia es aquella condición en que los dos ejes visuales tienden naturalmente a inter-
ceptarse por delante o por detrás del punto de fijación, produciéndose la endo o la exoforia respecti-
vamente. Esto puede suceder tanto en visión lejana como en visión próxima, y cuando ocurre con la
misma intensidad para todas las distancias de fijación se habla de foria básica. Las forias pueden cau-
sar síntomas de incomodidad cuando no existe suficiente reserva de vergencia fusional para compen-
sar la tendencia a la desviación, y en ese caso se denominan forias descompensadas. Aunque no es el
objetivo de este apartado, cabe decir que hay tres tipos de soluciones para esta problemática en fun-
ción de cada caso: la variación en la prescripción esférica, la prescripción prismática o la terapia visual.
Aquí expondremos los criterios necesarios para ayudar a aliviar los síntomas de las forias des-
compensadas mediante el centrado especial de las lentes (lo que es equivalente a considerar la pres-
cripción prismática). El método es llevar la imagen del objeto al punto de comodidad del usuario, en
lugar de obligar a realizar una rotación al ojo. Por ejemplo, una endoforia está descompensada cuando
no existe suficiente reserva de vergencia fusional negativa (divergencia) para eliminar la tendencia a
la desviación. Para aliviar los síntomas se pueden producir efectos prismáticos de base temporal, que
trasladan la imagen del objeto a la posición convergente de los ejes visuales. Del mismo modo, la exo-
foria se alivia mediante prismas de base nasal.
Endoforias
Caso de endoforia sintomática en visión de lejos y asintomática en visión de cerca: el efecto prismá-
tico aliviador debe ser de base temporal, y únicamente en visión lejana. Esto se consigue centrando las
lentes negativas para la distancia interpupilar de cerca. En cambio en el caso de las lentes positivas es
182
imposible de conseguir, ya que si queremos producir un efecto prismático de base temporal en visión
de lejos, en visión de cerca será aún mayor. Como resumen, el caso de endoforia descompensada en
visión lejana se puede aliviar únicamente cuando se halla asociada a la miopía. (figura 12.4).
DIPC = DEC
DIPL
Fig. 12.4 Alivio de síntomas de la endoforia descompensada en visión lejana asociada a miopía
DIPL: distancia interpupilar de lejos, DIPC: distancia interpupilar de cerca, y
DEC: distancia entre centros ópticos de las lentes
DIPL = DEC
DIPC
Fig. 12.5 Alivio de síntomas de la endoforia descompensada en visión próxima asociada a hipermetropía
Exoforias
Caso de exoforia descompensada en visión de lejos, y asintomática en visión próxima: se deben pro-
ducir prismas de base nasal únicamente en visión de lejos, y esto sólo ocurre centrando las lentes posi-
tivas en visión próxima (figura 12.6).
DIPC = DEC
183
DIPL
Fig. 12.6 Alivio de síntomas de la exoforia descompensada en visión lejana asociada a hipermetropía
DIPL = DEC
Caso de exoforia descompensada en visión
de próxima, y asintomática en visión de lejos: se
deben producir prismas de base nasal únicamente
en visión de próxima, y esto sólo ocurre centrando
las lentes negativas en visión lejana (figura 12.7).
DIPC
Para conseguir el efecto prismático deseado por descentramiento de las lentes oftálmicas, es necesario
disponer de diámetros grandes, sobretodo cuando el valor de la potencia compensadora es bajo. Cuan-
do el diámetro limita este descentramiento se recurre a pedir al fabricante una lente que lleve la poten-
cia prismática incorporada. Los prismas incorporados, también denominados lentes prismáticas, se uti-
rd
184 Fig. 12.8 Proceso de fabricación
de las lentes prismáticas
ec
Fig. 12.9 Distribución de
rg
espesores en las lentes
eg prismáticas
Este tipo de lentes resultan poco estéticas y sobretodo molestas por su elevado peso para poten-
cias prismáticas elevadas, ya que el prisma añade un espesor adicional al que correspondería a la lente
convencional.
Por ello es aconsejable utilizar las lentes prismáticas para potencias compensadoras bajas, con
material orgánico para disminuir el peso, y montadas en monturas de calibre pequeño, evitando las
monturas al aire.
La problemática del elevado espesor de borde es similar al que se ha expuesto para las pres-
cripciones fuertemente miópicas en el capítulo 6, y por tanto, para disimular estos espesores se pueden
aplicar las mismas técnicas que se han enumerado para las lentes negativas.
Los prismas de Fresnel son una alternativa para solucionar el problema que presentan las elevadas
prescripciones prismáticas, puesto que introducen la ventaja de disminuir el espesor y el peso respec-
to a las lentes prismáticas que acabamos de tratar. Los prismas de Fresnel son un conjunto de peque-
ños prismas con el mismo ángulo apical e igual espesor en la base (pequeño), de forma que la arista de
uno está en contacto con la base del siguiente y así sucesivamente hasta conseguir el diámetro desea-
Bibliografía
CORBÉ,C.; MENU, J.P.; CHAINE, G. Traité d’optique physiologique et clinique. París, Doin Editeurs, 1993.
COTTER, S. Prismas ópticos. Aplicaciones clínicas. Madrid, Mosby/Doyma Libros, 1996.
FANNIN, T.E.; GROSVENOR T. Clinical Optics. Boston, Butterworths, 1987.
JALIE, M. The Principles of Ophthalmic Lenses. Londres, The Association of British Dispensing Opticians, 1988.
SCHIKORRA A. «Lentes monofocales astigmáticas y prismáticas». Ver y Oír nos 38 a 53, Puntex, 1989.
TWYMAN, F. Prism and lens making. Nueva York, IOP Publishing, 1989.
El ojo humano, emétrope o amétrope corregido, en estado de reposo constituye un sistema óptico cuyo
foco imagen se encuentra situado en la retina, donde enfoca los objetos que están en el infinito (que es
su conjugado objeto). Para enfocar objetos cercanos utiliza lo que se conoce con el nombre de aco-
modación, que consiste en un incremento de la potencia del cristalino. Con la edad, la flexibilidad de
esta lente va disminuyendo hasta tal punto que llega a ser necesaria una compensación óptica adicio-
nal para conseguir la nitidez en visión próxima (el punto próximo se aleja y es necesario utilizar una 187
lente positiva que forme la imagen del objeto situado a la distancia de trabajo, sobre el punto próxi-
mo). A esta condición se le denomina presbicia.
Las lentes multifocales suponen una solución a dicho problema puesto que reúnen en un solo
dispositivo la compensación óptica necesaria para la visión lejana y cercana.
Los bifocales fueron los primeros en aparecer y son una buena solución para los présbitas
recientes. Con el tiempo, sin embargo, su campo de acción resulta insuficiente pues sólo son útiles para
distancias lejanas y para las tareas que se ejecutan a distancia de lectura (40 cm), dejando una zona
intermedia por cubrir.
Para solucionar dicho problema se idearon los trifocales, que incorporan un segmento adicional
que cubre las medias distancias, y posteriormente las lentes progresivas, donde se consigue un gra-
diente de potencias. Los pros y los contras de cada tipo de multifocal se analizarán a lo largo de los
capítulos 13, 14 y 15.
Bifocales
Los primeros bifocales fueron descritos por B. Franklin en 1784 y los ideó para su uso particular (aun-
que parece ser que su inventor fue G. Hertel a principios de siglo). Consistían en dos lentes con igual
índice de refracción pero con distinta curvatura y, por lo tanto, de diferente potencia, cortadas por la
mitad, que se mantenían unidas gracias a la presión de la montura (figura 13.1a). Sin embargo tenían
dos grandes inconvenientes: por un lado, la línea de división producía reflexiones molestas además de
ser una zona de acumulación de suciedad, y por otro, eran muy poco estables al no haber ningún ele-
mento de unión. Posteriormente (Morck, 1888) este tipo de bifocales evolucionó hacia un bifocal de
segmento curvo con mejor encaje entre ambas piezas al introducirse el bisel de una dentro del de la
otra (figura 13.1b)
principal de crown recurrió al aumento de temperatura del conjunto hasta la fusión, con lo cual no era
necesaria la protección posterior, y se obtenía buena estabilidad. El inconveniente que presentaron
dichos bifocales fue que la combinación flint-crown producía una elevada aberración cromática por su
diferencia de números de Abbe. Además los valores de coeficiente de dilatación lineal (α) eran sufi-
cientemente dispares como para comportar problemas de rotura durante la fusión y el posterior enfria-
miento. Este problema no se solucionó hasta finales de la segunda década del siglo XX cuando apare-
ció el material crown de bario, con un índice de refracción mayor pero con un número de Abbe y un
coeficiente de dilatación lineal más cercanos al crown, por lo
cual la dispersión cromática y la posibilidad de rotura dismi-
nuyen considerablemente.
En cuanto a los bifocales monobloque cabe decir que
desde Schnaitman no se volvieron a comercializar hasta 1910
con la propuesta de C. Conner (figura 13.5). Se trataba de
tallar la segunda superficie con dos curvas distintas para crear
la adición necesaria en la zona inferior de la lente.
El siguiente paso en el desarrollo de este tipo de bifo- Fig. 13.5
cal no ocurrió hasta mediados de siglo XX (1954)
con la aparición de los llamados bifocales ejecuti-
vos, donde en la primera superficie la parte infe-
rior tiene una curvatura mayor que la superior y
por lo tanto es más positiva (figura 13.6). La línea
de separación es recta y cubre la totalidad de la
lente dividiéndola en dos mitades aproximada-
189
mente iguales.
Fig. 13.6
Trifocales
El primer trifocal lo describió J.I. Hawkins en 1826 para su uso particular a partir de la misma idea que
B. Franklin. Consistía en tres piezas de vidrio con distinta potencia. Sin embargo hasta más de un siglo
después no se comercializaron, siguiendo la idea del bifocal fundido. También se han desarrollado tri-
focales monobloque del mismo modo que los bifocales.
Lentes progresivas
B. Maintenaz patentó el primer diseño en 1951, y se popularizaron durante la década de los 60 como
respuesta a la necesidad de un dispositivo con menos restricciones en cuanto a continuidad de visión
a todas las distancias, y más estético que los bifocales y trifocales ya comercializados. En ellos el radio
de curvatura del meridiano vertical decrece progresivamente desde la zona superior hacia la inferior,
de tal manera que existe una zona de visión de lejos, una zona de visión de cerca y un pasillo inter-
medio donde la potencia aumenta gradualmente y la visión es continua. De este tipo de lentes se habla-
rá ampliamente en el capítulo 14.
190
Si se trata de un bifocal el segmento consta de dos
porciones, una con el mismo índice de refracción que la
lente principal y la otra con un índice mayor. En el caso de
los trifocales las porciones serán tres, una de las cuales
será del mismo índice que la lente principal, una porción
intermedia con índice mayor y una tercera con un índice
mayor todavía (figura 13.7), de modo que las porciones
con el mismo índice que la lente principal durante la fusión
quedan embebidas en ella y desaparecen. Su función es
garantizar la máxima estabilidad a lo largo de todo el pro-
ceso.
Una vez se tienen las porciones necesarias para ela-
Fig. 13.7 borar el segmento, se desbastan y afinan las superficies de
separación y se unen para fundirlas posteriormente en un
horno a unos 670ºC. Después de la fusión de las porciones se procede al generado, afinado y pulido de
la segunda superficie del segmento, con una curvatura 0,25 D más pronunciada que la de la depresión
para asegurar la estabilidad del conjunto durante la fusión.
Es muy importante escoger el material con unas propiedades físicas adecuadas. Especialmente
el número de Abbe (ν) para evitar la dispersión cromática, y el coeficiente de dilatación lineal (α), que
debe ser similar para la lente principal y para el segmento, puesto que una mayor o menor contracción
de uno de los dos durante el enfriamiento posterior a la fusión provocaría la rotura del otro.
En la tabla 13.1 se pueden comparar los valores del índice de refracción, los números de Abbe
y los coeficientes de dilatación lineal de distintos materiales usuales en la fabricación de bifocales fun-
didos.
En el caso de que el segmento sea introducido en la segunda superficie, primero se termina ésta
con geometría esférica y, posteriormente, se talla la primera superficie con geometría esférica o tórica
según sea necesario para obtener la potencia final deseada.
En este apartado se tratará exclusivamente de los que hoy en día son de uso corriente, los bifo-
cales tipo ejecutivo.
La idea básica consiste en tallar dos curvas distintas sobre la superficie anterior de un bloque,
de modo que quede dividido en dos mitades: una zona superior, con un radio de curvatura determi-
nado, que será utilizada como lente para visión a distancia, y una zona inferior, con un radio de cur-
vatura más cerrado que el de la zona superior, que se utilizará como lente de lectura. Así, sobre un
bloque con índice de refracción único, se consigue un aumento de potencia disminuyendo el radio de
curvatura.
Para su fabricación se colocan los bloques sobre un cilindro truncado con un eje de rotación
central y se genera, afina y pule la superficie correspondiente al segmento de lectura, de forma que se
Potencias
En la introducción de este capítulo se ha expuesto que con la edad y debido a la pérdida de flexibili-
dad del cristalino, es necesaria una compensación óptica adicional para las tareas ejecutadas a distan-
cia corta (aproximadamente 40 cm).
Esta adición tiene siempre un valor esférico y positivo respecto a la compensación refractiva
para la visión lejana en caso de que sea necesaria, puesto que supondrá una ayuda por la pérdida de
amplitud de acomodación. Por ello también tiene un valor igual en ambos ojos, que oscila entre +0,75
y +3,50 D.
La lente principal incluye la prescripción para la visión lejana (PL, potencia de lejos) mientras
que la potencia del segmento corresponde al valor de la adición (Ad) antes citada, con lo cual en visión
próxima el usuario utiliza la suma de las dos (PC, potencia de cerca) (figura 13.11).
PC = PL + Ad → Ad = PC - PL (13.1)
PL PL
Por ejemplo, si de un bifocal nos indican
su potencia de vértice posterior del siguiente Ad
modo: PC
En caso de que la lente sea un trifocal se debe considerar además una potencia intermedia (Pi)
cuyo valor suele ser la mitad del valor de la adición (figura 13.12).
Pi = PL + Ad/2 (13.2)
193
En los bifocales astigmáticos nor-
malmente el segmento se introduce en la
superficie anterior, esférica, y la segunda
superficie es la tórica, por lo que el astig-
matismo inducido afectará por igual a la PL PL
potencia de lejos que a la potencia de
cerca. En caso de que la superficie tórica Ad/2
sea la primera, el segmento se introduce
en la segunda superficie de la lente y el PI
resultado es el mismo.
Ad
PC
Para observar un objeto cercano, habitualmente los ojos giran hacia abajo y convergen. Por este moti-
vo en la mayoría de los bifocales el segmento está situado en la zona inferior de la lente principal y
desplazado hacia su lado nasal, es decir, nos indica si el bifocal está destinado a un ojo derecho o a un
ojo izquierdo.
En la figura 13.13, se muestran los parámetros geométricos que se definen en una lente bifocal:
eb A: lente principal
B: segmento
D: línea de separación
A Ø: diámetro de la lente principal
L: centro óptico de lejos
M L ec M: centro geométrico de la lente princi-
g D c pal
b
s d: diámetro del segmento
S B h es h: altura del segmento
c: caída del segmento (c = LD)
S: centro geométrico del segmento
g: LS horizontal
d b: LS vertical
Ø s: SD
eC: espesor de centro de la lente principal
Fig. 13.13 eb: espesor de borde de la lente principal
eS: espesor de centro del segmento
b = c - s = c + h - d/2 (13.4)
194
P1 = n - 1 (13.5)
R1
P2 = 1 - n (13.6)
R2
P3 = n' - 1 (13.7)
R1
PD = n- n' (13.8)
RD
Tratando la asociación de la lente principal con el segmento como si fueran lentes delgadas se
tiene que:
PL = P1 + P2 (13.9)
PC = P3 + PD + P2 (13.10)
PC = PL + Ad ⇒ Ad = P3 + PD + P2 - P1 - P2 ⇒ Ad = P3 + PD - P1 (13.11)
Ad = (n' - n) 1 - 1 (13.12)
R1 RD
K = n- 1 (13.13)
n' - n
En la tabla 13.2 se expresan valores de K para una lente crown, con los índices habituales uti-
lizados en los segmentos. Los más corrientes son los dos primeros valores puesto que son los que
menores problemas suponen en cuanto a disper-
196 Tabla 13.2 sión y a disparidad de coeficiente de dilatación
n’ 1,605 1,654 1,685 1,780
lineal.
K 6,38 4 3,31 2,30 En fabricación lo que realmente nos preocu-
pará será el radio de curvatura del alojamiento (en
aire), que nos proporcione un cierto valor de adición.
Multiplicando la ecuación (13.12) por el factor K se obtiene:
K ⋅ Ad = n- 1 - n- 1 = P1 - P 0D (13.14)
R1 RD
donde n-1/RD representa la potencia de la depresión tallada en la lente principal (P°D). Luego la poten-
cia del útil que determinará el radio de la depresión RD en la lente principal será
PD0 = P1 - K Ad (13.15)
De este modo se puede conocer el radio del alojamiento dadas una P1 y una Ad, o conocer P1
una vez determinado el radio del alojamiento y el valor de la adición.
En un bifocal hay que tener en cuenta que en cualquier punto del segmento existirá un efecto prismático que
será la suma de los efectos prismáticos que induce la lente de lejos y los que induce el mismo segmento.
∆ I = LA PL (13.16)
∆ I = LI = cPL (13.17)
Los puntos I’ y B pertenecen al segmento y por lo tanto el efecto prismático inducido estará en
función de la potencia de lejos y del valor de la adición así como de la distancia que los separe del
punto L. El punto I’ está infinitamente cerca de la línea de separación y, por lo tanto, lo está también
del punto I.
En este caso para hallar el efecto prismático total se suman los efectos prismáticos debidos a la
197
lente de lejos y la adición:
∆ B = LB PL + SB Ad (13.19)
En las ecuaciones anteriores se observa que en los puntos I e I’, que están infinitamente juntos,
el efecto prismático no es el mismo. A esta diferencia de efectos prismáticos entre los dos puntos con-
tiguos en la línea de separación se le denomina salto de imagen (SI). Luego:
En la ecuación (13.20) se observa que dicho efecto prismático solamente depende de la geo-
metría del bifocal (s) y del valor de la adición y además la orientación de la base es siempre inferior,
porque tanto s como Ad son valores positivos.
El salto de imagen es debido exclusivamente al segmento y se manifiesta como un desplaza-
miento en la posición de la imagen (hacia arriba) cuando el objeto está situado en el campo de la línea
de separación (figura 13.18).
Cuando el bifocal es astigmático sucede lo siguiente. Sea un punto P en el segmento de un bifo-
cal, cuyas coordenadas respecto de L son (x,y). De la figura 13.19 se puede deducir que las coordena-
das de dicho punto respecto de S son (x-g, y-b).
O'
∆ H = x E + C sin α x sin α - y cos α (13.21)
O
Para conocer el efecto prismático en el punto P debido a la adición es tan sencillo como hallar
el efecto prismático en un punto de coordenadas (x-g, y-b) en una lente monofocal esférica de poten-
cia de vértice posterior igual a la adición (Pvp = Ad):
∆ H = x- g Ad y ∆ V = y - b Ad (13.23)
x
Así, el efecto prismático total resultante en el punto P, es la
g
suma de los efectos prismáticos debidos a la lente principal
L y a la adición en dicho punto:
198 y b ∆ H = x E + x- g Ad + C sin α x sin α - y cos α (13.24)
S
P
∆ V = y E + y - b Ad - C cos α x sin α - y cos α (13.25)
Fig. 13.19
El centro óptico de cerca es aquel punto de la zona de visión próxima en el cual se anulan los efectos
prismáticos inducidos por la lente de visión lejana y por el segmento; por lo tanto, su posición depen-
derá de la potencia de la lente para visión lejana y de la distancia que haya entre los centros ópticos de
la lente principal y el segmento.
A continuación se hallan analíticamente las coordenadas del centro óptico de cerca (C) respecto
del centro óptico de lejos (L), partiendo de la base de que el efecto prismático total en C es nulo y que
las distancias del CO de lejos y del CO del segmento al CO de cerca son LC y SC respectivamente.
∆ C = ∆ L + ∆ Ad = 0 ⇒ LC PL + SL + LC Ad = 0 (13.26)
Aislando LC, que es la distancia que hay entre los dos centros ópticos (L y C), se obtiene:
LC = LS Ad (13.27)
PC
Teniendo en cuenta que LSH = g y LSV = b, ya se puede localizar totalmente el centro óptico de
cerca:
LC H = g Ad LC V = b Ad (13.28)
PC PC
Si la lente principal es de potencia astigmática, los componentes vertical y horizontal del efec-
to prismático en C vienen dados por las expresiones (13.24) y (13.25). Si se considera que ambas ecua-
ciones forman un sistema, y se igualan ∆H y ∆V a cero (condición de centro óptico de cerca), se halla
el punto de coordenadas (x,y) donde se compensan los efectos prismáticos inducidos por la lente prin-
cipal y por el segmento, esto es, el centro óptico de cerca C.
Aislando x e y se obtienen las siguientes expresiones:
Fig. 13.20
Los diámetros de lentes oscilan generalmente entre los 65 mm y 75 mm mientras que los diá-
metros de segmento más comunes son 25 mm y 28 mm, aunque existen algunos casos puntuales donde
dicho diámetro es algo menor (23 mm) o algo mayor (30 mm). Los valores de altura de segmento están
comprendidos entre los 17,5 mm y los 20 mm.
En el caso de los ejecutivos, la altura de la zona destinada a la visión cercana oscila entre los
25 mm y los 31 mm.
Los trifocales que actualmente han caído casi en desuso son de segmento curvo o recto, con diá-
metro de segmento 28 mm, alturas de zona intermedia de 21 a 23 mm y alturas de zona de visión pró-
xima de 14 a 16,5 mm.
Hay que hacer una mención especial a los llamados bifocales ocupacionales, diseñados para los
usuarios cuya ocupación requiere la visión cercana no sólo inferior también superior (pintores, electri-
cistas) o bien la zona de visión cercana debe ser más limitada de lo habitual, y también a los llamados
de adición negativa (o de sustracción) donde la lente principal está concebida para la visión cercana y
hay un segmento superior, para la visión de lejos.
Bibliografía
200
cia adecuada para la visión de lejos hasta una potencia adecuada 0.00
El corredor progresivo posee una cierta anchura con unas buenas características ópticas; ahora
bien a ambos lados se encuentran dos zonas marginales que presentan aberraciones y en las cuales la
visión es defectuosa, pero su existencia es el precio a pagar por la variación continua de potencia. Prác-
ticamente todas las lentes progresivas posteriores siguieron el mismo modelo.
Un punto para el cual ambas curvaturas principales son iguales recibe el nombre de punto umbí-
202
lico, y en él la componente cilíndrica se anula. (En una esfera todos los puntos son umbílicos, pero por
ejemplo en un paraboloide sólo existe un punto umbílico: el vértice.)
En general las superficies progresivas poseen un meridiano principal, que por ahora vamos a conside-
rar que es el meridiano vertical y que divide en dos partes iguales a la lente, en el que la potencia varía
continua y monótonamente, y es mínima en la parte superior y máxima en la inferior. En las lentes pro-
gresivas esféricas las secciones ortogonales a dicho meridiano son arcos de circunferencia, de ahí su
nombre. Es más, en la mayoría de los casos la curvatura de dichos arcos es tal que el meridiano prin-
cipal está formado por puntos umbílicos. Usando la
figura 14.4 podemos ver más claramente la forma
de la superficie: el plano L3 es ortogonal al meri-
diano vertical MM’ y se corta en A3, punto en el
que dicho meridiano tiene un radio de curvatura R3.
La intersección entre el plano L3 y la super-
ficie es el arco de circunferencia C3C3’, de centro
O3 y radio de curvatura R3. Por tanto en un entorno
del punto A3 la superficie se comporta como una
superficie esférica de radio R3. Esto mismo se apli-
ca a los puntos A2 y A1, con el radio de curvatura
variando gradualmente hasta R2 en A2 y R1 en A1.
Un ejemplo clásico de este tipo de superficies es la
Fig. 14.4 que conformaba la antes citada lente Varilux 1.
S(y) y=cte z
x=0
S(y)
y x
R-S(y) R 203
Como las secciones horizontales son arcos de circunferencia, en cualquier plano y = cte se veri-
fica que
2
z+ R y -S y + x2 = R2 y (14.1)
y, por tanto, para cualquier punto (x,y) la altura de la superficie sobre el plano z=0 es igual a:
z x, y = S y - R y - R2 y - x2 (14.2)
La superficie progresiva viene por tanto descrita por la ecuación anterior, aunque para tener
bien definida dicha superficie es necesario conocer cómo varía la flecha y la curvatura en el meridia-
no principal (por ejemplo, la forma de S(y) y de R(y)).
Como es bien sabido el radio de curvatura es el inverso de la curvatura
R y = 1
(14.3)
K y
P y = n- 1 K y (14.4)
S'' y
K y = (14.5)
3/2
1 + S' 2 y
1951-53 Py 2 3/2
S '' y - 1 + S' y =0 (14.6)
n- 1
S(y)(mm)
Al principio de este apartado identificamos
el meridiano principal con el meridiano vertical, 14 Progresión lineal
Lente esférica
pero en muchas lentes la línea umbilical no es una
curva plana vertical, como asumimos en los cálcu- 13
En contraposición con las superficies progresivas esféricas, en las asféricas las secciones ortogonales
al meridiano principal no son arcos de circunferencia, sino curvas convexas (suponiendo que la super-
ficie progresiva sea la cara anterior, pues en caso de ser la posterior, las curvas son cóncavas) más com-
plejas. Podemos considerar como ejemplo la lente Varilux 2, que es una mejora de la Varilux 1, y en
la cual las secciones circulares son sustituidas por secciones cónicas, tal y como se ve en la figura
14.10.
Teniendo en cuenta la expresión general de una cónica, y aproximando las secciones ortogona-
205
les al meridiano principal por paralelos horizontales, la ecuación de la superficie es:
Ry - R2 y - x2 p y (14.7)
z x, y = S y -
p y
donde R(y) es el radio de curvatura en el vértice de cada sección, y p(y) es el factor de asfericidad, que
es distinto para cada sección (o sea es una función de y). Obviamente esta superficie estará bien deter-
minada cuando se conozca tanto la ley de poten-
cias como la variación de la asfericidad.
Siguiendo la estela de Varilux fueron apa-
reciendo otras lentes con superficies progresivas
diferentes. Así por ejemplo, hay superficies des-
critas en coordenadas cilíndricas (como la lente
Progressiv R de Rodenstock), de manera que los
paralelos horizontales vienen dados en coordena-
das polares, o en coordenadas curvilíneas especí-
ficas (caso de la lente Graduate de Sola).
En todo caso tales superficies constan de
un meridiano principal, no necesariamente umbí-
lico (por ejemplo la lente gradal HS de Zeiss),
siempre es posible considerar la superficie como
la envolvente de las secciones ortogonales a dicho
meridiano. Ahora bien, no siempre tales secciones Fig. 14.10
pueden aproximarse por cónicas, teniendo que considerar curvas más complejas, como por ejemplo
curvas convexas polinómicas.
Cuanto mayor es el grado de los polinomios, más parámetros tiene a su disposición el diseña-
dor, pero también más complejo se vuelve el diseño, y más inestable. Pues en un polinomio de grado
elevado una pequeña modificación de un coeficiente puede dar lugar a grandes cambios en su com-
portamiento. Evidentemente las superficies estarán mejor descritas en la forma original propuesta por
su diseñador, pero cualquier descripción global de una superficie adolece del mismo problema, cuan-
tos más grados de libertad tenga, esto es, cuantas más variables de diseño ofrezca al diseñador, más
compleja e inestable resulta.
Por eso en el diseño actual se tiende a describir las superficies por trozos, de manera que una
modificación en un punto de la superficie afecte al trozo al que pertenezca, y en todo caso a los tro-
zos vecinos, pero nunca a zonas alejadas de dicho punto, conseguiéndose lo que se denomina con-
trol local.
En las referencias bibliográficas se puede hallar un buen estudio sobre este tipo de descripcio-
nes, que han servido de base para el diseño de la lente Integral de Indo. Los polinomios B-Splines y
los polinomios B-Splines racionales, ambos con control global y de amplio uso en el diseño de super-
ficies en diferentes campos, como el diseño de barcos, aviones y coches, por su demostrada idoneidad
para estos menesteres.
Para mantener la binocularidad en visión próxima los ojos deben converger adecuadamente, y para
206
facilitar tal convergencia los meridianos principales de un par de lentes progresivas deben desviarse
nasalmente en las zonas de lectura. En lentes progresivas de dise-
ño simétrico, o sea lentes en las que el meridiano principal divide
la superficie progresiva en dos partes idénticas, se consigue esto
girando la lente unos 10°, de manera que la parte inferior del
meridiano principal se acerque a la nariz mientras la parte supe-
rior se desvía temporalmente.
En una lente simétrica sin girar, dos puntos situados en la
misma horizontal y a la misma distancia del meridiano principal
cuadrarán sobre la misma sección ortogonal y tendrán las mismas
características ópticas; potencia, efectos prismáticos, astigmatis-
mo, etc. (véase la figura 14.11a). Pero al girar dicha lente, dos
Fig. 14.11a
puntos situados en la misma horizontal y a la misma distancia del meridiano principal estarán sobre
distintas secciones ortogonales y tendrán distintas potencias, distintos efectos prismáticos, astigmatis-
mos, etc.
Cuando un usuario de lentes progresivas simétricas (giradas) lee, sus dos ejes visuales se mue-
ven horizontalmente, atravesando distintos pares de puntos conjugados (que son los puntos de la lente
que intersectan a ambos ejes visuales cuando el usuario de gafas mira un objeto). Y cuando no está
mirando a través de los meridianos principales, el par de puntos conjugados tiene distintas caracterís-
ticas ópticas, lo que puede dar lugar a perturbaciones de la visión (figura 14.11b).
Con el fin de minimizar tales diferencias se utilizan superficies progresivas asimétricas, esto es,
superficies progresivas en las que el meridiano principal no es una curva plana, sino que se desvía
nasalmente, intentado seguir la trayectoria normal del ojo cuando converge en visión intermedia y pró-
xima. En las referencias se puede encontrar una amplia discusión sobre la curva que debe describir el
meridiano principal. Lógicamente en este tipo de superficies las partes a derecha y a izquierda del
meridiano principal son diferentes. En la figura 14.12 se puede comparar una superficie asimétrica y
una superficie simétrica girada unos 10°.
Zonas marginales
Poco después de la aparición de la lente Varilux 1, Minkwitz demostró que en una superficie no esfé-
rica con una línea umbilical, y en las proximidades de ésta, va a existir astigmatismo superficial, y que
la variación del astigmatismo en dirección perpendicular a la línea umbilical es el doble de la varia-
ción de la potencia a lo largo de la misma. Considerando el sistema de coordenadas de la figura 14.5,
207
el teorema de Minkwitz puede escribirse como:
∆ As = 2 ∆ p
(14.8)
∆x ∆y
∆ As ≈ 2 Ad
(14.9)
∆x l
al no haber variación de potencia no hay astigmatismo superficial), de manera que unas zonas de dis-
tancia y lectura amplias exigen un corredor corto y por tanto estrecho, mientras un corredor largo y
ancho implica unas zonas de distancia y lectura menores.
El teorema de Minkwitz se aplica a las proximidades de la línea umbilical, pero al alejarnos
suficientemente de dicha línea podemos encontrar cantidades importantes de astigmatismo superficial
que no obedecen a la ecuación (14.8), ya que no depende exclusivamente de la variación de potencias
en el meridiano umbilical. Hay que destacar por último que las zonas marginales no están definidas
única y exclusivamente por el astigmatismo, sino que intervienen otros factores que degradan la cali-
dad de la visión como son el error de potencia, la distorsión, los desequilibrios prismáticos entre pun-
tos conjugados de un par de lentes, etc.
En las primeras lentes progresivas, dados los medios técnicos existentes tanto de cálculo como de tallado,
los diseñadores centraron su atención en la distribución de potencias y en el astigmatismo superficial. Bus-
caban unas zonas amplias de distancia y lectura con buenas características ópticas, esto es, con potencia
estabilizada y bajos niveles de astigmatismo, lo que exigía un corredor corto y por tanto estrecho, daban
por perdidas las zonas marginales, donde se permitía que el astigmatismo alcanzara valores elevados.
Las lentes que obedecen a esta filosofía reciben el nombre de lentes de diseño duro. Con el uso
se vio que este tipo de lentes presentaba problemas de adaptación importantes, ya que primaban la
visión foveal sin tener en cuenta la visión extrafoveal, de menor importancia para la observación fina
pero fundamental para la comodidad visual. La mejora en las técnicas de tallado y en la potencia de
208
cálculo facilitó la evolución hacia unos diseños más suaves, donde la potencia varía más lentamente y
el astigmatismo superficial se distribuye en zonas más amplias de la lente, pero con unos valores meno-
res. Un caso extremo de lentes suaves son las lentes bipolares Truvision, en las que las áreas de poten-
cia estabilizada se reducen a dos puntos y el astigmatismo superficial se distribuye por toda la super-
ficie progresiva, alcanzando lógicamente unos niveles muy reducidos.
Otro factor que lastraba las primeras lentes progresivas
era una importante y molesta distorsión asimétrica, como la que
se refleja en al figura 14.13, donde se dibuja un retículo visto a
través de una de esas lentes.
En una lente progresiva es inevitable al existencia de un
nivel mínimo de distorsión, pues al haber variación de potencia
hay variación del factor de potencia y por tanto variación del
aumento de la lente. Ahora bien, usualmente las lentes oftálmicas
monofocales presentan una cierta distorsión, que es tolerada sin
problemas por el sistema visual. Evidentemente la distorsión de
Fig. 14.13 una lente progresiva también será tolerada por el sistema visual
si se reduce adecuadamente. Cabe recordar que las lentes progre-
sivas con baja distorsión se llaman ortoscópicas (aunque en realidad, una lente ortoscópica presenta
distorsión prácticamente nula, y la falta de distorsión se denomina ortoscopia).
A la hora de diseñar una lente progresiva no se puede olvidar que la visión humana es binocular,
y que para conseguir la fusión de las imágenes formadas por los dos ojos éstas no pueden diferir grande-
mente. Esto se traduce en que las diferencias de efectos prismáticos, potencias esféricas equivalentes y
componentes cilíndricas, en puntos conjugados de las lentes izquierda y derecha, no deben sobrepasar
ciertos niveles.
Tampoco se puede olvidar que el sistema visual no es un sistema estático, sino dinámico, en el
que los ojos rotan y los ejes visuales pueden barrer amplias zonas del campo visual. Se tiene compro-
bado que para la comodidad en la visión dinámica es necesario que los gradientes de potencia, astig-
matismo, distorsión etc. sean bajos. O sea, no le afectan tanto los valores de una determinada magni-
tud, como la «rapidez» con la que esa magnitud varía en la superficie de la lente.
Otros dos factores que se deben tener en cuenta en un diseño son las orientaciones relativas de
los ejes astigmáticos, y la localización horizontal y vertical del área de lectura. El primero afecta fun-
damentalmente a la visión extrafoveal, y tiene especial relevancia en las áreas periféricas de la lente,
de manera que cuanta mayor variación de las orientaciones de los ejes haya, menor comodidad visual
ofrecerá la lente. El segundo factor afecta a la comodidad posicional del usuario; una zona de lectura
muy baja obligará al usuario a elevar la cabeza adoptando una posición incómoda, pero permitirá un
diseño suave con un corredor largo y ancho, mientras una zona de lectura alta, si bien proporciona una
mayor comodidad posicional, implica un diseño más duro.
Como vemos el diseño de una lente progresiva debe tener en cuenta múltiples factores, y es
imposible optimizarlos todos simultáneamente, de manera que el diseñador deberá adoptar una posi-
ción de compromiso. Para ello se usa una función de mérito, que evalúa la calidad de imagen en una
serie de puntos distribuidos sobre la superficie de la lente. En cada punto se le asigna un valor desea-
do y un peso a las magnitudes ópticas de interés: potencia, astigmatismo, distorsión, etc. De manera
que la función de mérito, o de calidad (F.M.) es una suma ponderada de las desviaciones de los valo-
res reales de las magnitudes consideradas respecto de sus valores deseados:
N M
2
F. M. = ∑ Pi ∑ w ji Aji - Rji (14.10)
209
i=1 j=1
donde Pi es el peso de punto i, Rji es el valor real de la magnitud j en el punto i, Aji es el valor deseado
de j en el susodicho punto i, y wji es el peso asignado a la magnitud j en el punto i.
Hay que destacar que no a todos los puntos de la lente se les da la misma importancia, y por eso
pueden tener distintos pesos; además, los valores deseados de las magnitudes ópticas y sus pesos
dependen del punto considerado. Por último el cuadrado que afecta a las diferencias entre valores rea-
les y deseados impide que diferencias de distinto signo, correspondientes a distintas magnitudes, se
anulen y falseen el resultado.
El diseño consiste entonces en buscar la superficie progresiva que minimice la función de méri-
to, o sea, que más se acerque a las especificaciones dadas. Para ello el diseñador cuenta con unas serie
de parámetros de diseño que puede variar (ley de potencia, factor de asfericidad, etc.) dando lugar a
distintas superficies, y por tanto a distintos valores de la función de mérito. Obviamente cuanto más
flexible sea la descripción de la superficie, esto es, cuantas más variables de diseño ofrezca, mejor
podrá ser la optimización.
A la luz de lo dicho resulta también evidente la superioridad del control local, ya que permite
optimizar la superficie, minimizar la función de mérito localmente, tratando unas zonas sin influir en
otras.
Lógicamente existen distintas opiniones sobre los requerimientos ópticos y fisiológicos que
debe tener en cuenta la función de mérito (un ejemplo se halla en la referencia [13] que trata de la filo-
sofía de diseño de la lente Progressiv S de Rodenstock), y el peso dado a cada factor.
En un principio se consideraban exclusivamente factores ópticos como la distribución de poten-
cia, el astigmatismo o la distorsión, pero con el mayor conocimiento del sistema visual corregido con
lentes progresivas se tienden a considerar factores fisiológicos como la agudeza visual o la de estere-
opsis. Sin embargo estas magnitudes fisiológicas se pueden expresar como combinación de las ópti-
cas, más fáciles de tratar en la función de mérito.
Las magnitudes consideradas en la función de mérito pueden ser ópticas (evaluadas mediante
trazado de rayos), o geométricas (evaluadas en la superficie de la lente). Así por ejemplo, se puede con-
siderar el astigmatismo oblicuo o el astigmatismo superficial. Realmente la segunda opción es una
aproximación de la primera, que se basa en el hecho de que las medidas ópticas y geométricas son cua-
litativa y cuantitativamente muy semejantes, y tiene a su favor un coste de tiempo de cálculo muy infe-
rior al del cálculo exacto.
Las lentes progresivas son unas lentes especialmente complejas, tanto en su diseño y en su elaboración
como en su comportamiento óptico. Por lo que para reflejar dicho comportamiento es necesario repre-
sentaciones gráficas las más utilizadas son las siguientes:
Ley de potencias
Bien mediante trazado de rayos, bien mediante medidas sobre una lente real con un frontofocómetro
u otro dispositivo equivalente, se puede medir la potencia y el astigmatismo en cada punto de la lente.
Y con esta información se construyen mapas de líneas isopotencia e isoastigmatismo similares a los
anteriores, si bien estos mapas reflejan el comportamiento óptico de toda la lente y no sólo de una
superficie.
Fig. 14.15
211
Fig. 14.16a
Fig. 14.16b
En la figura 14.16 se puede ver los mapas correspondientes a dos lentes distintas, con la adición
de las orientaciones de los ejes del astigmatismo, tal como recomienda la Asociación Americana de
Optometría.
Estos mapas, a diferencia de los anteriores, dan información directa sobre las características
ópticas de las lentes. De ellos puede deducirse a simple vista importante información sobre las lentes,
como si su diseño es duro o suave, o si es simétrica o asimétrica.
Normalmente los mapas geométricos vienen dados en mm, mientras que los ópticos vienen
dados en grados, pues las medidas se corresponden a rayos que atraviesan la lente por un punto y que
después pasarán por el centro de rotación del ojo con un cierto ángulo. Suponiendo que la distancia
desde el vértice posterior de la lente al centro de rotación oscile entre 25 y 27 mm, cada grado equi-
vale a 0,5 mm sobre la lente.
Los dos gráficos de la figura 14.16a se corresponden a una lente de diseño duro, con amplias
zonas libres de astigmatismo, y otras con una alta densidad de líneas, lo que indica gradientes eleva-
dos y astigmatismo fuerte. Los mapas de la figura 14.16b, por el contrario, pertenecen a una lente de
diseño suave, con astigmatismo distribuido por toda la lente, pero con valores menores y con una den-
sidad de líneas menor. También se puede apreciar que la lente inferior es claramente asimétrica, y la
superior, siendo más simétrica, no se corresponde tampoco con una lente simétrica.
Sin embargo, la figura 14.15 representa claramente una superficie simétrica. Otra información
interesante es la orientación del astigmatismo, pues cuanto menos varíe la orientación del eje, más con-
fortable resultará al usuario.
La calidad de la visión binocular se puede estimar comparando las características ópticas de
puntos conjugados. Con estos mapas podemos ver la potencia y el astigmatismo; además es conve-
niente contar también con información sobre los efectos prismáticos.
Efecto prismático
212
Se suele representar mediante gráficos reticulares, donde la red se deforma en función del efecto pris-
mático (figura 14.17a). También se pueden utilizar mapas isoprismáticos, como el que aparece en la
figura 14.17b.
En el caso de los mapas isoprismáticos son necesarios dos gráficos, uno para la componente hori-
zontal y otro para el efecto prismático vertical, que es lo que aparece aquí dibujado (figuras 14.17a y
14.17b). Esta segunda representación permite obtener información cuantitativa sobre la lente, ahora bien
a la hora de manejar
estas gráficas es nece-
sario tener en cuenta
Base inferior
que en cualquier lente
con potencia existen
50º
efectos prismáticos, y
1∆
que por ejemplo en una
lente esférica las líneas
0∆
isoprismáticas serán
1∆ paralelos horizontales
2∆ en el caso de la compo-
3∆ nente vertical, y parale-
4∆ los verticales en el caso
6∆
de la componente hori-
zontal.
Base superior
Fig. 14.17a Fig. 14.17b
Gráficos tridimensionales
Una forma impactante de representar características ópticas de una lente progresiva es mediante gráfi-
cos tridimensionales, como los de la figura 14.18. Aunque son más vistosos, de ellos es más difícil
obtener información cuantitativa que de los gráficos planos. Además la perspectiva elegida puede
variar sensiblemente la impresión del observador.
Además de las lentes progresivas de propósito general, existen lentes diseñadas especialmente para
situaciones en las que el trabajo visual sigue unas pautas distintas a las mayoritarias, y que normal-
mente son debidas a requerimientos de la actividad profesional, de ahí el nombre de ocupacionales.
Son de destacar tres tipos:
lux). Es de resaltar cómo en la lente ocupacional la progresión de potencia está interrumpida por una
zona de potencia intermedia constante, responsable de la amplitud de la zona de visión intermedia.
Lente de cerca
Son lentes diseñadas para visión próxima pero que tienen también visión intermedia, lo que les da una
profundidad de campo muy superior a las lentes monofocales. En la figura 14.21 se muestra la ley de
potencia de una lente de este tipo; la potencia varía entre -1 y 1 dioptrías alrededor de la potencia nomi-
nal de cerca, siendo esta variación la responsable de la profundidad de campo. Al ser la longitud de la
progresión bastante grande, en el caso de la figura mayor de 40 mm, el corredor progresivo es espe-
cialmente ancho.
14
12 30
10
8 Dataconfort 20
6
4 10
Altura(mm)
Altura (mm)
Bibliografía
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215
Para compensar la presbicia se dispone en la actualidad de diversos tipos de lentes multifocales, cuyas
características se han expuesto en los capítulos precedentes. Las lentes bifocales, las trifocales y las de
adición progresiva (LAP), pueden considerarse una solución a la incomodidad de llevar dos pares de
gafas, unas para visión próxima y las otras para visión lejana. Las ventajas e inconvenientes de utili-
zar uno u otro tipo de lente se discute en este capítulo.
En el capítulo 13 se ha considerado el bifocal como un sistema aislado, y se han analizado los efectos pris-
máticos monoculares en los puntos de mayor relevancia del bifocal; pero no se debe olvidar que la utiliza-
ción de la lente bifocal debe permitir y favorecer el uso simultáneo de los dos ojos que permite la percep-
ción binocular. Por tanto, el estudio de los efectos prismáticos debe realizarse binocularmente. La diferencia
entre los efectos prismáticos de uno y otro ojo, en un punto determinado de la lente, se denomina desequi-
librio prismático. El desequilibrio prismático viene dado únicamente por la diferencia de efectos prismáti-
cos producidos por la potencia de lejos, ya que los producidos por la adición son idénticos en ambos ojos.
Los límites de tolerancia a nivel binocular establecidos en la normativa son exactamente los mismos que
los que ya se han detallado para las lentes monofocales en visión lejana y en visión cercana.
En el caso de que ambos ojos posean la misma refracción (isometropía) no existen desequili-
brios prismáticos verticales, ya que los efectos de uno y otro ojo se anulan. Por ejemplo, para una Pvp
de +4 D en ambos ojos, y cuando la pupila se halla a 8 mm por debajo del centro óptico de lejos del
bifocal, se tiene que el efecto prismático vertical, tanto para el ojo derecho como para el izquierdo, es
de 3,2∆BS, con lo que el desequilibrio resulta nulo, por ser bases cardinalmente coincidentes. En cam-
bio, sí existen desequilibrios horizontales ya que los efectos prismáticos de uno y otro ojo se suman.
En el mismo ejemplo anterior, cuando la pupila observa a través de un punto situado a 4 mm hacia el
lado nasal, el efecto prsmático horizontal monocular, tanto para el ojo derecho como para el izquier-
do, es de 1.6∆BT, lo que implica un desequilibrio horizontal de δ∆ = 3.2∆BT, lo que supera amplia-
mente los límites marcados por la norma.
En el caso de las anisometropías existen desequilibrios tanto verticales como horizontales y se
han de calcular en cada caso para saber si son o no tolerables.
En la tabla 15.1 se muestran los resultados del cálculo de los efectos prismáticos monoculares
debidos a la potencia de lejos y a la adición simultáneamente (∆OD, ∆OI), así como los desequilibrios
prismáticos que se producen al mirar por los puntos de la lente especificados anteriormente. Se parte
de la suposición de que los bifocales están centrados haciendo coincidir el centro óptico de lejos con
la posición de la pupila en visión lejana y, en consecuencia, no existen desequilibrios prismáticos para
esa distancia de observación.
218
Tabla 15.1
por la intersección entre la recta y el eje de abscisas. Así, podemos constatar que estos puntos del grá-
fico coinciden con las coordenadas calculadas a partir de la expresión:
LC = b Ad (15.1)
Pc
En este caso, la distancia LC para el ojo derecho es de - 5 mm, mientras que para el ojo izquier-
do es de - 7,5 mm.
b) El salto de imagen (SI) de igual medida en ambos ojos.
δ∆ PVP = 2∆ BS (15.3)
El correcto centrado de las lentes bifocales, es básico para evitar incrementar estos desequili-
brios. Si monocularmente se dan efectos prismáticos elevados en un determinado punto, pero binocu-
larmente el desequilibrio es nulo o está dentro de los márgenes tolerados, la adaptación puede consi-
derarse correcta. En cambio, si los desequilibrios prismáticos sobrepasan los límites tolerables, puede
219
ocurrir que el usuario refiera incomodidad al utilizar el par de lentes (los síntomas que experimente
dependerán básicamente del estado de las reservas de vergencia fusional del sujeto). Este es el caso en
que se hace necesario, o cambiar el sistema de compensación de la presbicia, o neutralizar los dese-
quilibrios prismáticos en la lente bifocal.
Debido a las características físicas y ópticas del bifocal, que se han tratado ampliamente en el capítu-
lo 13, los desequilibrios prismáticos que resultan peor tolerados por los usuarios son los que se produ-
cen en la dirección vertical en visión próxima, debido básicamente a que la pupila en visión próxima
se halla a 10 mm por debajo de la pupila en visión lejana (si la distancia de vértice de las gafas es de
12 mm), con lo que se crea un desequilibrio prismático debido únicamente a la potencia de lejos, que
no puede ser compensado de forma natural por el sistema visual, puesto que la reserva de vergencia
fusional vertical es prácticamente inexistente.
Los métodos de compensación de desequilibrios prismáticos se pueden resumir como sigue:
a) segmentos compensados
b) Slab-off
c) cementado
d) segmentos de distinto diámetro
a) El método de los segmentos compensados consiste en seleccionar, para uno y otro ojo, seg-
mentos para los que el centro óptico de la adición esté en distinta posición. Así, si seleccionamos dos
En la elección del bifocal óptimo para cada usuario se debe tener en cuenta la influencia de los facto-
res que son decisivos para su óptima adaptación:
a) La magnitud y el tipo de la ametropía influyen mucho en la selección del tipo de lente bifo-
cal, tal como se expone en este apartado. Igual que en la adaptación de monofocales (sin prescripción
prismática alguna) el montaje correcto consiste en hacer coincidir el centro óptico de lejos con la posi-
ción de la pupila para esa distancia de observación, a fin de que el sujeto mire por un punto exento de
efectos prismáticos en el caso de los bifocales; la condición idónea sería que el sujeto al mirar de cerca
lo hiciera por el centro óptico de cerca (C), es decir, que el punto de visión próxima (PVP) coincidie-
ra con C.
Sin embargo, C no siempre es un punto que
se encuentre físicamente en el interior del segmento
de visión cercana, ya que su posición depende del
tipo y la magnitud de la ametropía, y del valor de la
adición. A continuación se analizan las posibles
221
posiciones del centro óptico de cerca. Esquemati-
zando un bifocal como un conjunto formado por dos
lentes delgadas pegadas, se observa que el único
rayo que al atravesar el bifocal no sufre desviación
alguna es aquel que pasa por C (figura 15.6).
En los tres primeros casos que se muestran en
la figura 15.6, de lentes cuya PL es positiva, C es
siempre un punto real que se encuentra dentro del
segmento; sin embargo, para lentes de PL negativa,
PC puede resultar menor, mayor o igual que cero,
con lo que C se localizaría en un punto más allá de
la línea de separación del bifocal, cosa que es impo-
sible (caso nº6), o bien se encuentra en la zona infe-
rior del segmento (caso nº4), o bien no existe centro
óptico de cerca ya que al tener la PL = Ad pero de Fig. 15.6 Localización del centro óptico
signo contrario, la PC = 0 (caso nº5). de cerca de una lente bifocal
Teniendo en cuenta la posible localización
del centro óptico de cerca, tal como aparece en la figura 15.6, a continuación se pretende averiguar qué
tipo de bifocal es más conveniente para cada tipo de ametropía. Para ello se parte de la base que en el
centro óptico de cerca los efectos prismáticos debidos a la potencia de lejos se anulan con los debidos
a la adición (15.4).
∆C = ∆L + ∆S = 0 (15.4)
Se supone además que el centro óptico de lejos (L) del bifocal coincide con la posición de la
pupila (PVL) en visión de lejos, y que al pasar a mirar de cerca la pupila desciende 10 y converge 2,5
mm en el plano de las gafas. Por otra parte, como ya se ha expuesto, lo óptimo es que simultáneamente,
en visión próxima, la pupila (PVP) también coincida con el centro óptico de cerca del bifocal (C), y en
esta situación se cumple que:
L PVP = LC = - 10 mm (15.6)
De donde:
∆ C = L PVP PL + Ad + _S L · Ad = 0 (15.8)
Sustituyendo (15.6) en (15.8), se obtiene el valor b = -SL = LS, característico de cada tipo de
222 bifocal, en función de la ametropía y adición del sujeto (PC = PL + Ad), mediante la siguiente expresión:
LC = - SLAd ; b = - 10 PC (15.9)
PC Ad
El valor de la distancia b varía en los distintos tipos de bifocales: es de -30 mm en el tipo pano-
rámico, -15 mm para el bifocal fundido de tipo redondo, -7,8 mm para el fundido de segmento curvo
y recto, y -3 mm en el caso del lineal o executive.
Sustituyendo valores en la expresión (15.9) se deduce el tipo de bifocal más adecuado para cada
ametropía (análisis que se refleja gráficamente en la figura 15.7).
Así, para hipermétropes, el factor (PC / Ad) es siempre mayor que la unidad, y para un mismo
valor de la adición aumenta con la ametropía y para un mismo valor de ametropía disminuye con la
adición. Cuando este factor es muy superior a la unidad, se tiene que b debe ser bastante mayor que y,
por tanto, bastante superior a -10 mm. Los tipos de bifocal que cumplen este requisito son el panorá-
mico o el de segmento redondo. Cuando el factor (PC / Ad) es similar a 1, el valor de b está muy cerca
de -10 mm, y el bifocal idóneo va desde el redondo al curvo o recto.
Para miopes en los que la potencia de lejos es igual al valor de la adición (en valor absoluto), la
potencia de cerca resulta nula y, en consecuencia, b = 0. El bifocal más adecuado para este valor de b
es un executive.
Para los miopes elevados, cuya potencia de lejos en valor absoluto supera el valor de la adición,
la potencia de cerca resulta negativa y el factor (PC /Ad) es negativo, por lo que b es positiva. Lo idó-
neo sería que C estuviera por encima de L. Como esto es imposible el bifocal que más se acerca a esta
exigencia es el executive.
Tal y como se ha indicado en punto anterior, la primera clave para el éxito en la adaptación de bifoca-
les es la correcta selección del tipo de bifocal idóneo para cada caso. El segundo punto que se debe
considerar es su correcto centrado y no se debe descuidar la elección de la montura.
Esta operación puede realizarse según dos criterios distintos: centrar sobre los centros ópticos de lejos
de la lente bifocal (L) o centrar respecto a los centros geométricos de los segmentos (S).
Si se centra sobre L, es decir, haciendo coincidir los centros ópticos de lejos del bifocal con la
posición de las pupilas del paciente en visión lejana (PVL), se garantiza que si el paciente converge
2,5 mm cada ojo en el plano de las gafas, cuando mire de cerca lo hará por la vertical de S y esto le
proporciona un aprovechamiento completo del campo visual del segmento, además de la ausencia de
efectos prismáticos horizontales debidos a la adición. Sin embargo, en el proceso de fabricación del
bifocal, puede suceder que al tallar la segunda superficie L salga ligeramente desplazado respecto al
segmento, por lo que no conviene tomar a L como punto de referencia.
Si se centra la lente tomando como referencia S, se deben tomar las distancias nasopupilares de
lejos (DNPL) y restarles 2,5 mm para así asegurar que la pupila pasará por la vertical de S al mirar de
cerca. No es correcto medir directamente la DIPC haciendo converger al paciente a 40 cm y midién-
dole la distancia en el plano de los ojos. Este método asegura utilizar todo el campo visual del seg-
mento y no existe la incerteza del método anterior.
Se puede, por tanto, tomar como norma montar sobre S descentrando el segmento entre 4 y 5
mm respecto a las DIPL (2,5 mm por ojo). Como consideraciones a la norma se deben tener en cuenta
las siguientes cuestiones:
La distancia de vértice, dv: cuanto menor es esta distancia menor es el descentramiento en sen-
tido nasal de la lentilla.
La distancia interpupilar, DIP: cuanto menor es la DIPL menor es el descentramiento de la len-
224
tilla en sentido nasal.
La distancia de trabajo, dT: cuanto mayor es la distancia de trabajo menor es el descentramiento
del segmento en sentido nasal. (Tabla 15.1).
Tabla 15.1
Según los datos de la tabla se puede concluir que como media de los valores analizados se puede
tomar para cualquier dv y cualquier DIP un descentramiento horizontal de 2,5 mm.
Según la norma RAL-RG-915 la tolerancia de centrado horizontal es de ± 1,5 mm entre los cen-
tros de los segmentos de cerca, y de ± 1 mm de distancia parcial en los centros de cada lentilla.
Como condiciones básicas, ambas lentillas deben montarse a igual altura y mantener su com-
pleta horizontalidad. En ningún caso el segmento puede empeorar el campo visual de lejos. No se debe
tomar como norma el montar la línea de separación del segmento tangente al párpado inferior.
Una norma práctica aconsejable es montar la línea de separación del segmento entre 4 y 5 mm
por debajo de la pupila del usuario en posición de visión lejana. Como consideraciones a esta norma
se puede tener en cuenta:
La utilización principal de las lentes. Si son básicamente para visión lejana se montan prefe-
rentemente bajos, y al contrario si son para visión cercana.
La altura del usuario: a los sujetos altos conviene montarles los bifocales bajos y al revés, para
que la porción de visión próxima no interfiera excesivamente al mirar al suelo.
La experiencia anterior: es aconsejable respetar la altura a la que el sujeto está adaptado, siem-
pre que no sea perjudicial por algún otro motivo.
En la primera adaptación de las lentes bifocales, en que la adición suele ser baja, es aconsejable
montar las lentes con tendencia baja, para que el usuario note menos la línea de separación y así facili-
tarle la adaptación. En adaptaciones posteriores se debe colocar las lentes a su altura correspondiente.
La prescripción y el tipo de bifocal, que condicionan la magnitud del salto de imagen: cuanto
mayor es el salto de imagen, más alto conviene montar el bifocal para asegurar un campo de visión
próxima cómodo.
La posición habitual de la cabeza del usuario es muy importante considerarla a la hora de rea-
lizar la toma de medida de la altura de montaje, puesto que si se toma la medida con una posición de
225
cabeza forzada, el bifocal no quedará a la altura deseada, con el consiguiente problema de adaptación
que sólo se podrá solventar si la montura dispone de plaquetas.
La distancia de vértice es importante, pues cuanto menor es, más alto queda el bifocal. Esto hay
que considerarlo si la gafa una vez adaptada queda más cerca del plano facial que en el momento de
tomar la medida de la altura.
La inclinación o ángulo pantoscópico, pues al aumentar produce el efecto de acercar la lentilla
al ojo, así se pueden reducir las molestias a aquel usuario que refiere incomodidad por lentillas dema-
siado altas.
Una norma alternativa es montar la lentilla a 2,5 mm por debajo del borde pupilar inferior, por
ser un punto muy fácil de medir, pues el resultado es prácticamente el mismo una vez hechas las con-
sideraciones a la altura que se han expuesto.
Características de la montura
La montura a la que se vayan a adaptar los bifocales debe cumplir una serie de condiciones. Por un
lado debe tener una altura de aro suficiente para permitir que la altura de la lentilla del bifocal sea de
20 mm como mínimo, para permitir el total alojamiento de la lentilla dentro del aro, y además asegu-
rar un campo visual a través del segmento de cerca lo suficientemente grande.
Las monturas metálicas, al incorporar las plaquetas como método de sujeción a la nariz, repre-
sentan una ventaja importante para los posteriores ajustes anatómicos, y permiten modificar la altura
del segmento en caso de haber cometido un pequeño error en la toma de medidas.
El calibre debe posibilitar un correcto centrado, por lo que debe ser adecuado a las dimensio-
nes faciales del usuario.
Debe prestarse atención a la adecuación del puente para que no produzca una distancia de vér-
tice excesiva.
En el caso de trifocales, la única consideración importante está en el centrado vertical, ya que el hori-
zontal es idéntico que en los bifocales. La línea superior del segmento del trifocal se suele adaptar tan-
gente a la línea inferior de la pupila. De este modo, no intercepta la visión lejana y la zona de cerca
continúa quedando a la misma altura que si se tratara de un bifocal.
Como consideración a esta norma se deben tener en cuenta los mismos aspectos mencionados
en los bifocales.
En la adaptación de trifocales es importante tener en cuenta la considerable reducción de campo
visual en la zona intermedia condicionada por las dimensiones del segmento medio.
Actualmente las lentes progresivas son el método de primera opción y más ventajoso para compensar
presbicias, tanto para pequeñas como elevadas adiciones. La posibilidad de ver nítido a todas las dis-
tancias, junto con la apariencia estética de un monofocal, hace que éste sea el sistema elegido por la
mayoría de usuarios con un cierto poder adquisitivo.
El éxito en la adaptación de progresivos depende de múltiples factores, entre los que cabe des-
226
tacar los siguientes:
Por una parte, de seleccionar el tipo de lente progresiva idónea para cada tipo de usuario, lo que
implica conocer muy bien las prestaciones ópticas de los distintos tipos de progresivos y la adecuación de
la montura escogida, así como el perfil psicológico y de motivación del usuario, en cuanto a la probabili-
dad de adaptación de éste a las lentes. Y por otra parte, de la claridad de las instrucciones y consejos de
utilización que se dan al usuario, así como los posteriores controles de adaptación en los que se debe veri-
ficar tanto el ajuste de la montura como la eficacia de la lente para el propósito que fue adaptada.
Cualquier persona présbita, incipiente o con un valor de adición considerable, es susceptible de utili-
zar progresivos. Lo importante es considerar en todos los casos la experiencia anterior del usuario. No
es lo mismo haber estado utilizando bifocales, que haber sido ya usuario de progresivos anteriormen-
te. Interesa saber, más que los casos en que está indicado utilizar progresivos, aquellos casos en que
puede resultar un problema de adaptación.
El primer paso del proceso de adaptación de lentes progresivas es la elección de la lente adecuada para
el caso concreto del usuario. Para que la elección resulte acertada es importante conocer bien por una
parte el tipo de lente, y por otra las necesidades ópticas del usuario.
Sobre la lente progresiva conviene conocer a fondo sus características ópticas, incluidas sus
limitaciones en cuanto a dimensiones de las zonas de visión lejana y de lectura, longitud y anchura del
pasillo progresivo y distribución de las aberraciones, tanto la zona que ocupan, como su magnitud y
orientación en el caso del astigmatismo.
En cuanto al usuario, es necesario en un primer momento evaluar por qué quiere adaptarse mul-
tifocales y cuál es su grado de motivación, que es un buen indicador del éxito en la adaptación. Se
deben analizar también las características de su sistema visual y sus necesidades ópticas en sus distin-
tos entornos habituales, su trabajo, sus aficiones, etc. Los parámetros importantes que se deben tener
en cuenta sobre el usuario son los siguientes:
De las características del usuario expuestas, algunas de ellas pueden considerarse situaciones
con mayor riesgo de adaptación, concretamente, las que hacen referencia a los apartados c) al e):
c) Prescripciones en visión lejana superiores a -8,00 D y +5,00 D.
Adiciones superiores a +3,50 D e inferiores a +0,75 D.
Usuarios que presentan una anisometropía elevada, con la consiguiente incidencia de desequi-
227
librios prismáticos, sobre todo verticales.
d) Diámetros pupilares grandes, que puede ser una contraindicación, puesto que la potencia que
llega al extremo superior de la pupila es distinta de la que atraviesa el extremo inferior, al utilizar el
corredor progresivo. Por ejemplo, para un pasillo de 12 mm de logitud y una adición de +2,50 D, la
diferencia dióptrica entre el extremo superior y el inferior de una pupila de 6 mm es de +1,25 D. Sin
embargo, en la edad en que se requieren adiciones elevadas, se suele producir una miosis pupilar que
minimiza este fenómeno.
e) Problemas de nerviosismo o de movilidad tanto de ojos como de cabeza.
f) Usuarios de bifocales y trifocales bien adaptados a ellos, y satisfechos por su utilización, sue-
len ser reacios a cambiar de sistema de compensación. También los usuarios que no están motivados
para la utilización de lentes, progresivas, y que intentan adaptárselas por recomendación de un tercero.
g) Disfunciones de la visión binocular.
El centrado correcto de una lente progresiva es la situación en que la cruz de referencia coincide con
la posición del centro de la pupila en visión de lejos. Lo importante será, pues, determinar esta posi-
ción relativa de la pupila respecto al aro de la montura con la máxima precisión.
La toma de medidas de centrado es esencial para la adaptación del usuario a las lentes, ya que
la mayoría de problemas de inadaptación suelen producirse por un centrado poco preciso. Para evitar
dicha situación, es necesario tomar la distancia nasopupilar monocular, así como la altura pupilar con
la montura puesta y previamente ajustada al rostro del usuario.
La medida de las distancias nasopupilares puede efectuarse con un pupilómetro de reflejo cor-
neal, o cualquier método que permita obtener el valor con mayor precisión que con la reglilla tradi-
cional, y sin error de paralaje. La medida de la altura pupilar debe hacerse desde el centro de la pupi-
la hasta el extremo interno inferior de la montura (como si se tratase de un monofocal). Para asegurar
la medida es conveniente disponer de un talco en la montura, para marcar el centro pupilar, y poder
hacer las comprobaciones pertinentes, para las distintas posiciones habituales del sujeto. Si la montu-
ra no lleva un talco incorporado puede colocarse una cinta adhesiva de abajo a arriba del aro, como
muestra la figura 15.8.
Otro aspecto muy importan-
te para permitir el correcto centrado
de la lente progresiva es la elección
de la forma y dimensión de la mon-
tura, que debe ser adecuada para alo-
jar la progresión completa.
Fig. 15.8 Así, la mínima altura pupilar
posible es de 22 mm, ya que para
una progresión típica de 12 mm, que
empieza a 2 mm por debajo de la
cruz de referencia, quedarán 8 mm
de zona de visión de cerca. Esto
implica que la altura total del aro
sea de 38 mm, para que quede una
zona de visión lejana aceptable, de
16 mm, como se observa en la figu-
228
Fig. 15.9 Altura mínima del aro para adaptar lentes progresivas ra 15.9.
Por otra parte, la forma de la
montura también es importante. Las
formas tipo pera no son nada indicadas, porque se reduce considerablemente el campo de visión nasal
de cerca e intermedio (problema que también se manifiesta con las lentes bifocales).
Cabe recordar que, como en el caso de los bifocales, la distancia de vértice debe ser la mínima,
para permitir el máximo aprovechamiento del campo visual, y que las monturas metálicas de soporte
nasal con plaquetas son muy favorables en estas adaptaciones, ya que permiten realizar pequeñas
modificaciones en la altura de las lentes.
La última fase del proceso de adaptación de las lentes progresivas es dar las instrucciones de utiliza-
ción de las mismas al usuario.
Es fundamental que se dé cuenta de cómo, en una combinación de movimientos oculares y de
cabeza, puede llegar a abarcar todas las zonas de la lente, consiguiendo así mirar por la potencia que
corresponde en cada momento.
Es importante indicar que, si bien al principio se trata de un movimiento consciente de búsque-
da del punto de mayor nitidez, al cabo de una o dos semanas, el sistema visual aprende a utilizar la
lente de forma automática, y esto ocurrirá ya siempre en las sucesivas adaptaciones. Por ello es reco-
mendable citar al usuario al cabo de una semana de uso, para revisar el ajuste anatómico, que le per-
mita el aprovechamiento óptimo de las lentes, y para que pueda explicar cómo se está desarrollando su
adaptación.
Bibliografía
229
Existen múltiples radiaciones procedentes de fuentes artificiales que pueden resultar nocivas para el
ser humano; sin embargo, en este capítulo tan sólo nos vamos a centrar en los efectos de la radiación
solar. La radiación natural procedente del sol se denomina radiación electromagnética ya que está
constituida por un campo eléctrico y un campo magnético que vibran perpendicularmente entre sí y
perpendicularmente a la dirección de propagación.
A pesar de que la totalidad del espectro electromagnético está constituido por los rayos cósmi- 231
cos, γ, X, la radiación ultravioleta (UV), visible (VS), infrarroja (IR), las microondas y las ondas de
radiofrecuencia, nos centraremos sólo en las radiaciones denominadas no ionizantes, ya que son las que
tienen un efecto más directo sobre el ser humano y en concreto sobre su globo ocular (figura 16.1).
La radiación solar no ionizante está constituida (según la Normativa Europea EN 165:1993) por
la radiación ultravioleta que comprende las longitudes de onda (λ) entre 180 nm y 380 nm, la radia-
ción visible entre los 380 nm y los 780 nm y la del infrarrojo cercano que incluye las λ largas entre
780nm y 900 nm.
La radiación ultravioleta UV (invisible al ojo humano) a su vez se considera dividida en tres
zonas: UVC o lejano que comprende las λ entre 180 nm y 280 nm, el UVB o medio que comprende
las longitudes de onda λ entre 280 nm y 315 nm, y el UVA o cercano que comprende las λ entre 315
nm y 380 nm. Estas radiaciones son emitidas en grandes cantidades por el sol y, aunque en gran parte
son filtradas por la atmósfera, es conveniente protegerse de ellas ya que en condiciones diferentes de
las habituales pueden producir lesiones oculares.
La radiación visible (VS) se puede definir como aquella en que cada una de las longitudes de
onda (λ) que la componen se traduce en una sensación visual de color distinta.
La última zona que estudiaremos es la correspondiente a la radiación infrarroja cercana (IR).
Aunque el Sol emite una elevada proporción de radiación IR (60%) una gran cantidad de ésta y sobre
todo las radiaciones superiores a 900 nm, son absorbidas por el dióxido de carbono y el vapor de agua
de la atmósfera.
Tanto la piel como los ojos del ser humano son susceptibles de resultar dañados si se someten
a elevadas intensidades o a prolongadas exposiciones de radiación.
El ojo cuenta con mecanismos naturales de protección tales como los párpados o el iris, que
actúan cerrándose cuando la intensidad de radiación que incide les resulta excesiva; sin embargo, estos
mecanismos tan sólo se activan con la radiación visible y no con la invisible, de ahí la necesidad de
protegerlos.
Podemos clasificar las lesiones oculares según si se deben a efectos térmicos y fotoquímicos de
los que son responsables las radiaciones UV y IR, y fisiológicos, tales como la fatiga muscular o el des-
lumbramiento causados por la radiación VS.
En este apartado se presentan las causas por las que se precisa protección a la radiación, según la zona
del espectro, ya sea radiación UV, VS o IR.
cepción de los contrastes y, en suma, de la sensación de visión borrosa, ya que esta luz se difunde con
gran facilidad en el polvo y el vapor de agua ambiental. Sin embargo, el pigmento macular atenúa la
región azul de la radiación visible antes de llegar a la retina.
El cristalino es el principal responsable de las pérdidas de luz por absorción en el visible y esta
absorción es más importante en el azul que en el amarillo y aumenta con la edad. Este aspecto contri-
buye a aumentar la sensación de visión borrosa.
Así la segunda finalidad de un filtro es la de atenuar de forma selectiva la radiación correspon-
diente a la zona visible del espectro. Esta atenuación está directamente relacionada con su color. El fil-
tro presenta el color de la radiación que mayoritariamente transmite, y dentro de cada color la tonali-
dad más o menos oscura nos informa del porcentaje de transmisión en el visible. A diferencia del caso
del UV, el color y la tonalidad son indicativos de en qué medida ese filtro puede atenuar la radiación
visible.
De forma específica, los denominados filtros polarizantes atenúan la radiación visible que se
refleja en un plano único (normalmente el plano horizontal). Este tipo de luz denominada polarizada
se encuentra principalmente en los ambientes de nieve, mar, arena o asfalto.
c) Necesidad de protección frente a la radiación IR: la radiación infrarroja que llega a la Tierra
procedente del Sol es poco perjudicial, por lo que no es esencial que una lente de protección solar fil-
tre también las λ largas del espectro.
Sin embargo, este tipo de protección es imprescindible frente a fuentes artificiales de radiación,
capaces de emitir elevadas intensidades de radiación infrarroja. Así en todo aquellos puestos de traba-
jo sometidos a fuentes, tales como soldadores, hornos, etc., son de vital importancia las pantallas de
protección casi exclusiva al infrarrojo.
233
La parte posterior del iris tiene propiedades absorbentes de la radiación caliente del final de los
rojos (IR cercano) y, en consecuencia, esta zona es susceptible de resultar dañada por esta radiación.
Propiedades ópticas
a) Transmisión. Para conocer el porcentaje de transmisión de una lente en la zona del espectro corres-
pondiente al UV, VS y al IR cercano se recurre a las denominadas curvas de transmisión. Dichas cur-
vas, obtenidas a partir de un instrumento denominado espectrofotómetro, proporcionan una extensa
información sobre las características del filtro de protección solar. A través del análisis de la curva de
transmisión se puede saber cuál es el porcentaje de radiación de longitud de onda corta (radiación ultra-
violeta) que la lente filtra y, en consecuencia, su grado de protección frente a estas radiaciones parti-
cularmente nocivas. Ésta es una información que en ocasiones proporcionan los fabricantes, bajo el
nombre de punto de corte al U.V., entendiendo como tal, la λ para la cual la transmisión es de un 1%.
Esta protección es totalmente independiente de la coloración y tonalidad del filtro. Una lente
incolora puede presentar total protección al UV.
La primera de las curvas de transmisión de la figura 16.2 (en trazo discontinuo) representa un
filtro totalmente incoloro con un punto de corte al UV de aproximadamente 280 nm, mientras que la
segunda de las curvas (en trazo continuo) es también incolora, y tiene su punto de corte al UV en
320 nm, por lo que presenta protección frente a esta radiación hasta los 320 nm.
La curva permite conocer, aunque sólo de forma aproximada, la coloración que presenta el fil-
tro observando la zona del espectro visible en la que se da mayor transmisión. Y dentro de un mismo
Este concepto evita utilizar fracciones decimales cuando nos referimos a transmisiones muy
pequeñas. La densidad óptica de un material es un concepto que se suele definir para un determinado
espesor; esto permite conocer la densidad
del mismo material para cualquier otro
espesor.
c) Fidelidad cromática. Si el filtro
actúa de modo selectivo absorbiendo en
exceso una determinada lonfitud de onda,
provocará una distorsión en la percepción
de los colores. En la figura 16.4 se obser-
va la curva de transmisión correspondien-
te a un filtro amarillo. La absorción total
de la zona del espectro visible correspon-
diente a los azules, hace que este filtro
distorsione la visión de los colores que a
Fig. 16.4 través del mismo se observan.
Propiedades refractivas
Potencia de vértice posterior (Pvp) y potencia prismática. Teniendo en cuenta que la lente de protec-
ción solar debe ser neutra, se deben marcar unos límites de tolerancia, tanto por lo que respecta a su
potencia de vértice posterior (esférica o astigmática) como a su potencia prismática.
Tanto estos límites como el montaje detallado para su medida están especificados en la norma
EN.166:1994 que regula las lentes de protección. Ambas medidas pueden ser efectuadas con un fron-
tofocómetro de sensibilidad superior a 0,25 D. Superados los límites de tolerancia, la lente puede ser
considerada de calidad dudosa.
Propiedades físicas
Para la determinación de las propiedades físicas, es conveniente medir todos aquellos parámetros que
definen la geometría de la lente y, por lo tanto, la homogeneidad de sus superficies. Obtendremos sus
potencias esferométricas, sagitas y espesores (central y de borde) midiéndolas respectivamente con un
235
esferómetro, un sagímetro y un espesímetro. El esferómetro y el sagímetro pueden además ser utiliza-
dos para determinar la homogeneidad de las superficies de la lente, apoyándolos en el centro de cada
superficie y haciéndolos rotar sobre su apoyo central o tomando valores en diversos puntos de la peri-
feria de la lente.
Es también conveniente detectar los defectos físicos superficiales o de masa tales como burbu-
jas, estrías, incrustaciones y demás mediante retroiluminación frente a una pantalla.
Propiedades mecánicas
La adecuada selección del filtro solar junto a su correcta utilización determinarán el que la agudeza
visual del usuario no se vea mermada.
En el gráfico de la figura 16.5 donde se muestra la relación entre la agudeza visual (% AV) y
la luminancia del campo visual (en cd/m2), se observa cómo una iluminación deficiente reduce la agu-
deza visual tanto como un exceso de iluminación.
Se fabrican añadiendo a la hornada de la masa vítrea ciertos óxidos metálicos antes del proceso de
fusión. Éstos conferirán al vidrio diversas coloraciones, y su absorción característica. Así, el óxido de
cobalto produce coloraciones azuladas, el óxido de cromo verdes, el óxido de manganeso violetas, y el
óxido de uranio amarillas. La combinación de éstos puede dar lugar a multitud de tonalidades distintas.
La coloración de las lentes en campana de alto vacío es un proceso industrial que consiste en recubrir las
superficies de la lente de una fina película obtenida a partir de la evaporación de óxidos metálicos calen-
tados mediante una resistencia eléctrica, o mediante bombardeo de electrones. Este mismo procedimiento
es el empleado para la obtención de las lentes de protección solar con una o ambas superficies espejadas.
Lentes fotocromáticas
Las lentes fotocromáticas poseen la propiedad de oscurecerse al exponerse a la radiación solar y recu-
perar su estado original en ausencia de ésta. Se trata, por tanto, de lentes de absorción variable repre-
sentadas por dos curvas de transmisión, una correspondiente a su estado activo oscurecido y la otra
cuando la lente se encuentra en su estado claro o de reposo. El proceso químico en que se basa el foto-
cromatismo se debe a los halogenuros de plata y a un mecanismo de intercambio iónico o, dicho de
otro modo, a su capacidad de reacción con la luz. Bajo la acción de la radiación ultravioleta o la radia-
ción de λ corta se produce el siguiente efecto:
Ag + + e - → Ag° (16.2)
Ag ° → Ag+ + e - (16.3)
En lentes órganicas, el sistema de coloreado empleado es el del teñido de las lentes por inmersión de
éstas en un tinte. Este es un proceso no industrial que puede llevarse a cabo con una unidad de colo-
reados relativamente simple. Los tintes disueltos en agua se someten a temperaturas de entre 90°C y
95°C, se homogeneiza la disolución y se varía el tiempo de inmersión de la lente en función de la tona-
lidad que se desea obtener.
Esta técnica de coloreado tiene la ventaja de la homogeneidad del coloreado obtenido, mientras
que las lentes coloreadas en masa presentan tonalidades más oscuras en las zonas de la lente de mayor
espesor. Permiten obtener una enorme variedad de tonos y colores, así como degradados y bidegrada-
dos. El método es simple y su coste es muy bajo.
Lentes polarizantes
Cada rayo de luz está formado por múltiples trenes de onda que vibran con distinta orientación, de
modo que presenta una distribución circular simétrica y recibe el nombre de luz no polarizada. Sin
embargo cuando la luz sufre reflexión especular sobre superficies dieléctricas como pavimento, arena,
agua o nieve es parcial o completamente polarizada en función del ángulo de incidencia (figura 16.6).
238
Fig. 16.6
La luz tan sólo se polariza completamente cuando incide con un ángulo específico denominado
ángulo de Brewster.
Esto sucede cuando la tangente del ángulo de incidencia es igual al índice de refracción de la
superficie sobre la que incide.
tg i = n (16.4)
Estos filtros se obtienen calentando y estirando delgadas láminas hasta conseguir alinear su
estructura molecular en la dirección del estiramiento y posteriormente se someten a diversos trata-
mientos químicos. Esta lámina polarizada se introduce entre dos láminas de acetobutirato de celulosa,
y se prensa para conferirle la curvatura adecuada.
La transmisión de estas láminas depende del plano de polarización y de la absortancia propia
del material, y generalmente se trata de filtros de densidad uniforme desde el centro a la periferia.
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239
El peligro de impacto de objetos contundentes a los cuales se ven expuestos los órganos visuales en
determinadas actividades laborales ha motivado que determinados países exijan el uso de gafas pro-
tectoras para la realización de las mismas con el fin de prevenir las graves lesiones que puedan produ-
cirse. En la mayoría de países, la fabricación de lentes de protección está sujeta a una normativa de
homologación que determina el grado de resistencia que deben cumplir las gafas expresas para este fin.
Generalmente la normativa se refiere al conjunto montura-oculares una vez ensamblados y no a las len- 241
tes sueltas.
Normativa en España
La normativa vigente en España es la misma que en el resto de los países de la Unión Europea, ya que
entró en vigor en julio de 1995 y sustituyó a la anterior norma española MT-16 que databa de 1978.
Se trata de la norma EN 166, aplicable a todo tipo de protector ocular como los utilizados en industria,
laboratorios, construcción, etc.
A diferencia de la anterior normativa española, se refiere tanto a los protectores con lentes sin
prescripción optométrica como a los que sí la tienen. Esta normativa clasifica los protectores según su
función, como protección contra: el impacto, las radiaciones ópticas, los metales fundidos, las salpica-
duras, el polvo, los gases, y el arco eléctrico; según el tipo: gafas con o sin protectores, caretas pro-
tectoras, protectores de soldadura, y cascos protectores; y según el tipo de ocular: oculares minerales
no endurecidos, o endurecidos química, térmicamente o por cualquier otro método, oculares orgánicos
(plásticos) y oculares laminados.
La normativa, además, marca unas pautas de fabricación y especifica una serie de requerimien-
tos básicos respecto a dimensiones, requerimientos ópticos, calidad del material y superficie, resisten-
cia mecánica, resistencia al envejecimiento, resistencia a la corrosión y resistencia a la ignición, así
como las características particulares que debe cumplir un protector según su clasificación.
En lo que hace referencia a los requerimientos de resistencia mecánica, los oculares sin montar
deben superar el impacto de una bola de acero de 22 mm de diámetro, y 43 g de masa como mínimo,
a una velocidad de 5,1 m/s o, lo que es lo mismo, en caída libre desde una altura de 1,30 m. La prue-
ba no se supera si el ocular se rompe en dos o más partes, o si más de 5 mg de partículas se despren-
den en dirección al ojo. Esta misma prueba la deben superar, también, con el sistema completo ya mon-
tado, tanto los oculares como los protectores. En el caso particular de protección contra partículas a
alta velocidad el ensayo se realiza con una bola de 6 mm de diámetro de 0,86 g de masa y se clasifi-
can en impactos de baja, media y alta energía según si el impacto se efectúa a una velocidad de 45, 120
ó 190 m/s. El sistema de protección mediante gafas tan sólo puede ser clasificado como protector de
impactos de baja energía y el ensayo se realiza a las gafas ya montadas. Otro test ensaya la adherencia
de metales fundidos o la resistencia a la penetración de sólidos a altas temperaturas. Las condiciones
en las cuales se han de realizar todas estas pruebas son perfectamente reproducibles y están especifi-
cadas en la norma EN 168.
Otras normativas
La mayoría de normativas existentes, al igual que la anterior norma española, se refieren a gafas de
protección neutras, y no tienen en cuenta la posible prescripción optométrica que el usuario pueda pre-
cisar. Las pruebas que se exigen son similares, con pequeñas variaciones sobre todo en la clasificación
de los diferentes sistemas de protección más que en el tipo de ensayo. Pero lo que sí es común en la
mayoría de normativas es que son de obligado cumplimiento tan sólo para los elementos de protección
que con tal fin son utilizados, y no suele existir una normativa que exija una mínima resistencia mecá-
nica de los oculares o gafas de uso común, a pesar que en caso de accidente pueden ocasionar lesiones
muy graves para la integridad ocular. Un caso especial es el de EEUU, donde además de existir la nor-
mativa referente a la protección industrial, existe otro tipo de regulación de la FDA (Food and Drug
Administration) de cumplimiento para todo tipo de lente oftálmica, es decir, también para las de uso
242
general, la cual exige que toda lente de uso oftálmico debe superar la prueba contra el impacto, que
básicamente consiste en el mismo ensayo de caída libre de una bola de acero de la normativa europea:
el peso de la bola es de 16 g y la altura de 127 cm.
Con la creación de la nueva normativa europea se pretende unificar los criterios de todos los
países de la Comunidad Europea sustituyendo o complementando las diferentes normativas de cada
uno de los estados miembros. Pero tan sólo se regulan los sistemas de protección integrales, y se dejan
en manos del óptico la recomendación del uso de la lente más idónea en colectivos expuestos a peli-
gro en caso de rotura como pueden ser los niños y los practicantes de determinadas actividades depor-
tivas, que lo que necesitan es seguridad y no protección.
El vidrio es un material frágil que soporta grandes fuerzas de compresión pero no de tracción, a las
cuales es muy vulnerable; de ahí que ésta sea absolutamente siempre la causa de su rotura. Resiste muy
bien fuerzas de compresión de hasta 100 Kg /mm2; sin embargo, se rompe con fuerzas de tracción de
tan sólo 4 Kg/mm2. La resistencia mecánica que presenta un determinado vidrio no depende única-
mente de su composición, sino que también interviene el estado de su superficie. Esto explica la gran
diferencia existente entre la resistencia teórica prevista para un determinado objeto de cierto material,
y el resultado experimental obtenido.
Es decir, que la presencia de microfisuras en la superficie del vidrio, aun estando cuidadosa-
mente pulido, hará que éste sea más vulnerable a la rotura; una imagen cotidiana que nos muestra este
fenómeno es la que se produce cuando para tallar un vidrio se raya previamente su superficie con dia-
mante para facilitar la rotura por esa zona en concreto. De manera que, el desgaste del vidrio con el
Templado térmico
El proceso de templado térmico tiene más de 120 años, y una de las primeras patentes fue la de
François de la Bastie en 1874, que consistía en calentar objetos de vidrio a alta temperatura y sumer-
girlos rápidamente en grasa o aceite a temperatura ambiente. Pero es a comienzos del siglo XX cuan-
}
14.5
10 Punto inferior de recocido punto de ablandamiento (viscosidad =
14 Intervalo de transformación
13.0
10 Punto superior de recocido
107.6 dPa.s) (figura 17.5), es decir, para
12 un vidrio crown entre 600°C y 650°C; y
rápidamente enfriarla con un chorro de
10 aire colocado enfrente de cada una de las
superficies.
8
Ablandamiento
7.6
10 Punto de ablandamiento El calentamiento produce la dila-
tación del vidrio, pero al enfriarse brus-
6 4
10 camente, por acción del aire, la superfi-
Punto de hundimiento cie de la lente se vuelve rígida enseguida
4 y se contrae ligeramente, mientras que el
interior de la misma, debido a la mala
2 conductividad térmica del vidrio, se
Tg T10 7.6
Temperatura mantiene fluida por la alta temperatura.
A medida que la masa se va enfriando
Fig. 17.5 Variación de la viscosidad en función las partes internas tienden a contraerse,
de la temperatura y el punto de ablandamiento η =107.6 dPa.s lo cual es imposibilitado por las zonas
244
más externas que ya están rígidas. Esto
crea fuertes tensiones de compresión en la superficie, contrarrestadas por las tensiones de tracción
internas. La compresión no es uniforme por toda la superficie, ya que depende de la cantidad de aire
que llega a cada punto de la lente.
Es preciso un cuidado control del tiempo de calentado para que la compresión produzca la míni-
ma distorsión en la superficie de la lente. Un sobrecalentamiento puede producir deformaciones en la
superficie, y calentarla por defecto nos puede llevar a una insuficiente compresión y, por lo tanto, a un
endurecido deficiente. La compresión de la superficie provoca tensiones internas, fácilmente identifi-
cables por el fenómeno de birrefringencia; por eso, si colocamos una lente templada entre dos laminas
polarizantes orientadas perpendicularmente (polariscopio), se observa fácilmente la imagen de birre-
fringencia. Usualmente la imagen que se observa es la de una cruz de Malta (figura 17.6); sin embar-
go, son posibles un sinfín de formas. Algunos estudios apuntan a que las lentes no se pueden clasifi-
car por su resistencia según la imagen de birrefringencia que se observa, ya que una imagen nos indica
que la lente ha sido templada pero no si el proceso ha sido o no satisfactorio.
El aparato que se utiliza consiste básicamente en un horno capaz de mantener la temperatura
constante con variaciones relativamente pequeñas de tan sólo algunos grados, un temporizador que
controla el tiempo que la lente permanece en el interior del horno y un par de bufadores con los cua-
les se enfría la lente por ambas superficies.
La temperatura en el interior del horno depende del tipo de vidrio que se esté templando ya que,
como puede verse en la figura 17.7, la temperatura correspondiente a una cierta viscosidad varía según
el tipo de vidrio, de forma que si en una mufla calibrada para un vidrio crown templamos un vidrio de
índice 1,6 la lente se deforma en el proceso, y sin embargo, si se trata de un vidrio flint de índice 1,7
lo que ocurre es que la lente no queda templada ya que no se llega a la temperatura suficiente que pro-
porcione la viscosidad necesaria.
Fig. 17.6 Simulación de la imagen de la lente a través de un polariscopio. A la derecha, imagen habitual en forma
de cruz de malta; a la izquierda, imagen de una lente perfectamente endurecida
El proceso de templado químico, así llamado por su similitud con el templado térmico, se desarrolló
en varios laboratorios a la vez hacia finales de la década de los 50, y consiste básicamente en inter-
cambiar un ion alcalino del vidrio por otro ion alca-
lino cuyo radio iónico sea mayor (por ejemplo, Li+
o Na+ por Na+ o K+). Esto crea un estado de com-
presión en la superficie, similar a lo que ocurre con
el templado térmico. El proceso necesario para que
se dé este intercambio consiste en poner en contac-
to el vidrio que se quiere tratar con una sal fundida
que contenga el ion de radio mayor (figura 17.8).
La temperatura, aproximadamente 450ºC, es
un factor importante de este proceso, pues no ha de
ser inferior a la temperatura de fusión de la sal uti-
lizada, obviamente, pero tampoco ha de ser supe- Fig. 17.8 Intercambio iónico
rior a la temperatura de ablandamiento del vidrio, ya que esto causaría una relajación de las tensiones
creadas y se anularía el efecto buscado. Otro factor importante es el tiempo, puesto que el mecanismo
de funcionamiento es por difusión, de manera que a mayor tiempo mayor penetración; pero del mismo
modo, si el tiempo es excesivo aumenta el grado de relajación de las tensiones, y se consigue un tem-
plado menos efectivo. El tiempo requerido para un tratamiento de este tipo es de unas 16 a 24 horas,
aunque existen técnicas que lo reducen considerablemente utilizando ultrasonidos para facilitar el
intercambio iónico. La composición del baño es nitrato de potasio, nitrato de sodio, y ácido silícico, y
las proporciones dependen del tipo de vidrio que se pretende templar. Para realizar el templado quí-
mico las superficies del vidrio han de estar perfectamente limpias y homogéneas, y suele ser necesa-
rio un pre-calentado de unos 30 minutos antes de iniciar el proceso, excepto para los vidrios fotocro-
máticos que podrían ver alteradas sus propiedades. Como se puede observar en la tabla 17.1, el
conocimiento de la composición química del vidrio que se quiere tratar es imprescindible, ya que con-
diciona directamente los parámetros anteriormente mencionados hasta tal punto que un vidrio tratado
con un baño diseñado para un tipo de vidrio diferente no presenta diferencia alguna respecto a la resis-
tencia mecánica con un vidrio no tratado, puesto que no se puede dar el intercambio iónico.
Color masivo
V.blanco n=1.523 n=1.523 V.alto índice n=1.6 Fotocromático n=1.523
(LJUV,TRC3...) (ROSE TRC...) (1.6/41 TC) (PHOTOBROWN)
Resistencia al impacto
Ambos procesos persiguen un mismo fin: aumentar la resistencia mecánica del vidrio o, lo que es lo
mismo, que consiga soportar mejor el impacto de un cuerpo sin romperse. Para ello, en ambos casos se
trata de que las zonas más externas de la lente se encuentren en un estado de compresión respecto a las
zonas más internas; esto hará que cuando una fuerza de extensión, responsable de la rotura del vidrio,
actúe sobre la superficie del mismo, sea contrarrestada por las fuerzas de compresión existentes.
Como se puede observar en la figura 17.9, en la que se da un valor positivo a la fuerza de exten-
sión, negativo a la fuerza de compresión y donde W es la fuerza de impacto, la columna (a) represen-
ta un vidrio sin templar. Éste se rompe cuando es sometido a un impacto W, puesto que provoca la
fuerza de extensión necesaria para ello. En la columna (b) tenemos el mismo vidrio templado someti-
do a la misma fuerza de impacto W; sin embargo, ésta no es suficiente para provocar la fuerza de exten-
sión necesaria para romperlo, en este caso 10.000. En la columna (c) se muestra cómo la intensidad del
impacto ha de ser bastante superior (1.5 veces) para provocar la misma fuerza de extensión que en el
primer caso (10.000) y que haga que la lente se rompa, puesto que es compensada por la fuerza de com-
presión existente en la lente endurecida.
Así, tenemos que la efectividad del proceso está relacionada con el grado de compresión que
presentan las zonas superficiales del vidrio con respecto a las zonas internas y esto es sensiblemente
El uso de lentes orgánicas o de material plástico como lentes de protección contra el impacto viene jus-
tificado por su gran resistencia mecánica, ya que superan las pruebas de impacto de las diferentes nor-
mativas de protección industrial, y presentan una mayor resistencia mecánica que cualquier lente mine-
ral, esté o no endurecida. Los materiales más utilizados son:
La gran ventaja y característica común de todo tipo de lente de material plástico es su resisten-
cia en caso de impacto. Por ello, en caso de actividades susceptibles de sufrir golpes, los ojos estarán
mucho más protegidos, no tan sólo por soportar sin romperse impactos de mayor envergadura, sino
porque además, en caso de rotura, los fragmentos de lente desprendidos no serán tan incisivos por no
presentar astillas, y se evitarán posibles daños y lesiones oculares que puedan producirse. Otra carac-
terística de las lentes orgánicas es que las pequeñas partículas a alta velocidad o temperatura elevada,
como las que se producen en el corte con disco de diferentes materiales de construcción, etc., no se
quedan adheridas, sino que rebotan, a diferencia de lo que sucede en las lentes minerales.
Pero el gran inconveniente de este tipo de lentes es su facilidad de rayado. Sobre todo cuando
su uso se realiza en ambientes no exentos de polvo o suciedad, lo que implica una mayor necesidad de
limpieza en condiciones desfavorables. De aquí la necesidad de proteger este tipo de superficie con tra-
tamientos que le confieran una mayor resistencia contra el rayado.
La capa superficial de este tratamiento debe tener una serie de características:
Las primeras capas que se utilizaron fueron depósitos de cuarzo depositados en la superficie de
las lentes mediante la evaporación del material, en una campana de vacío. La ventaja del cuarzo es que
es un material inorgánico de alta dureza y de unas excelentes propiedades ópticas.
Además, el proceso de metalización se realiza a temperaturas relativamente bajas, perfecta-
mente compatibles con el material orgánico. Pero el problema que plantea es el de la adherencia, debi-
do al diferente coeficiente de dilatación, pues la dilatación térmica del cuarzo es unas 200 veces menor
que la del CR39, y a la poca flexibilidad, lo cual provoca que la capa superficial no pueda adaptarse a
las variaciones de forma de la lente orgánica, mucho más flexible. Así, si en algún momento se ejerce
una fuerte presión sobre la superficie, se puede provocar una ruptura local de la capa y la fragmenta-
ción de la misma. El comportamiento rígido y frágil del cuarzo (SiO2) es debido a la unión de sus com-
ponentes, los átomos de silicio y de oxígeno, ya que las moléculas se entrelazan entre sí de una forma
compacta en una estructura cuadriculada formada por tetraedros. Para conseguir un material similar,
pero más elástico, es necesario formar una estructura en la que parte de los átomos no estén fijados en
esta rígida estructura tridimensional. Esto es químicamente posible gracias a la elaboración de los orga-
noalcoxisilanos, que son uniones del silicio con el oxígeno, y de ciertas moléculas orgánicas, ya sean
restos de hidrocarburos o grupos etílicos. No obstante, las moléculas de alcoxilano no pueden por sí
249
solas formar una capa capaz de ofrecer una buena resistencia. Para ello, mediante hidrólisis, se trans-
forma en silanol y, por polimerización con temperatura y tras añadir un catalizador, se forma una unión
de macromoléculas de polisiloxano. En función de la molécula orgánica que se utilice, se le confiere a
la capa mayor elasticidad, o mayor dureza y fragilidad, habiéndose de buscar una relación óptima entre
las dos características. Debido a la mayor afinidad química con el substrato plástico, la fijación de esta
capa no es tan sólo física, sino también química, a diferencia del cuarzo, por lo que la dilatación tér-
mica será parecida.
La deposición de este tipo de capa no es posible realizarlo mediante metalización al vacío, pues
se descompondría químicamente. Pero su consistencia, similar al barniz, permite depositarla sobre las
superficies de la lente por el procedimiento del temple.
Para ello las lentes han de ser previa-
mente preparadas mediante un lavado intensivo,
que consiste en baños químicos de desengrasa-
do y de ultrasonidos. Después son secadas y
deshidratadas con ayuda de alcoholes, para pos-
teriormente depositar la capa bañándolas al
temple. En este punto es muy importante con-
trolar meticulosamente la viscosidad y la velo-
cidad con la que se sacan las lentes del baño,
pues podría dar lugar a diferencias de espesor.
Posteriormente se lleva a cabo la polimeriza-
ción a una temperatura cercana a los 100°C.
Evidentemente estos procesos se realizan de Fig. 17.11 Tratamiento antireflejante y endurecido
forma automática y con la máxima limpieza y sobre una lente orgánica
meticulosidad, ya que de ello dependerá la calidad del tratamiento, así como su adherencia. Las capas
de siloxano tienen un grosor entre 3 y 5 µm, según la composición exacta del producto utilizado y el
procedimiento de endurecido.
Existen otros sistemas de deposición, como puede ser la centrifugación y posterior polimeriza-
ción, que permite una mayor homogeneidad del grosor de la capa en superficies no uniformes como
los bifocales; o la inclusión del compuesto en la propia composición durante el moldeado de la lente.
Los tratamientos de endurecido se hacen todavía más necesarios en los materiales orgánicos de alto
índice, más blandos y vulnerables. En combinación con el tratamiento de endurecido, y para aumentar
la duración de las lentes, también se suelen tratar las superficies con una capa superficial hidrófuga,
cosa que permite una limpieza más fácil, y capas antirreflejantes de las mismas características que las
utilizadas en las lentes minerales, pero con la única diferencia de tener en cuenta que el material orgá-
nico no es posible exponerlo a temperaturas elevadas.
De cualquier modo, lo que un proceso de endurecido siempre ha de perseguir es su calidad y
efectividad, es decir, que el usuario de esa lente tenga los menores problemas de rayado posibles con
el uso diario. Para ello es necesaria una metodología para cuantificar la calidad y la efectividad del tra-
tamiento, no tan sólo para asegurar su reproducibilidad en los controles de calidad de los procesos de
producción industrial, sino también para mejorar y desarrollar nuevos tratamientos y materiales. Sin
embargo, no existe uniformidad en los ensayos que se realizan para valorar los tratamientos, sino que
cada fabricante realiza los ensayos que cree más oportunos.
Cualquier ensayo ha de cuantificar la eficacia del tratamiento. Por eso, evidentemente, el ensa-
yo más efectivo para medir la calidad de un tratamiento de este tipo es el uso cotidiano de las lentes
por un grupo de usuarios reales, durante un período de tiempo significativo. Esto, además de costoso,
es poco efectivo, tanto por el tiempo necesario, como por la reproducibilidad. El análisis de la efecti-
250
vidad y calidad del tratamiento debe cumplir con una serie de requisitos, como son:
a) Obtener unos resultados lo más similares posibles al uso real de las lentes.
b) Tener en cuenta los diferentes tipos de abrasión a los que se pueden ver sometidas las lentes
durante su uso pues, por ejemplo, no es el mismo tipo de rayado el que se produce a una lente por el
efecto de rozamiento durante una limpieza más o menos desafortunada, que el producido por un impac-
to o incisión accidental.
c) Ser lo suficientemente discriminatorio para diferenciar materiales de muy similares caracte-
rísticas.
d) Poderse experimentar sobre diferentes tipos de materiales.
e) Ser lo más fácil y rápido posible.
f) Ser perfectamente reproducible.
Para analizar toda esta serie de factores se suele utilizar un grupo de tests, como puede ser la
prueba de abrasión mediante goma, mediante lana de acero, o con el diamante, para valorar la resis-
tencia a la abrasión; el test de choque térmico, o el de envejecimiento artificial para valorar la adhe-
sión de la capa tras soportar cambios de temperatura y exposición a condiciones climatológicas extre-
mas, respectivamente. Pero la falta de uniformidad en el uso de estos ensayos hace que no sea una
herramienta todo lo eficaz que debiera para una valoración y cuantificación de los tratamientos de
endurecido de una forma objetiva, aunque sí un método de control interno del fabricante.
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251
Cuando un haz de luz atraviesa una superficie que separa dos medios transparentes de distinto índice
de refracción, la mayor parte de su intensidad es refractada, pero una pequeña parte es absorbida por
el medio y otra se refleja. En el caso concreto de las lentes oftálmicas donde los dos medios son aire y
vidrio, la luz reflejada puede provocar problemas al usuario, tales como la percepción de falsas imá-
genes, el deslumbramiento o simplemente la sensación de incomodidad y pérdida de contraste.
Para luz con incidencia normal, la intensidad de luz reflejada o reflectancia viene dada por la 253
ecuación de Fresnel:
n' - n 2
R= (18.1)
n' + n 2
De ella se desprende que la reflexión está en función de los índices de refracción de ambos
medios. En lentes oftálmicas, cuanto mayor es el índice de refracción del material, mayor es la inten-
sidad de luz reflejada; así, una lente de vidrio crown, cuyo n=1.523, tiene un coeficiente de reflexión
del 4.3%, mientras que una lente de material flint n=1.701
tiene una reflexión mayor, del 6.7%.
Teniendo en cuenta que una lente oftálmica está
constituida por dos dioptrios, se producirá reflexión en cada
uno de ello, lo que puede ser origen de imágenes parásitas.
Se pueden distinguir cuatro tipos distintos de reflejos:
2 2
R1 = n- 1 = R2 = N - n (18.2)
n+ 1 N+n
n= N (18.3)
El índice de refracción de la capa depositada (n) debe ser igual a la raíz cuadrada del índice de
la lente oftálmica (N).
Pero el material de la capa depositada, además de tener el índice de refracción calculado, debe
tener unas propiedades tales como la buena adherencia a la lente, unas mínimas condiciones de dure-
za y debe ser resistente a los agentes químicos. El fluoruro de magnesio es uno de los materiales más
utilizados en depositación de capas antirreflejantes sobre lentes minerales dado que reúne una buena
combinación de las propiedades antes mencionadas y su índice (n = 1,38) se acerca mucho al índice
idóneo para lentes crown, ya que la raíz cuadrada de este índice n = 1,523 es justamente n = 1,234.
Otros de los óxidos metálicos frecuentemente utilizados son el fluoruro de lantano y el óxido de alu-
minio.
El espesor de la capa debe ser calculado de
modo que satisfaga la condición de diferencia de
fase, esto es, para que la fase sea igual a λ/2 el espe-
sor de la capa debe ser e = λ/4 n.
Teniendo en cuenta que el ojo es sensible al
amplio rango de longitudes de onda del espectro 255
visible, se suele calcular el espesor de la capa utili-
zando la longitud de onda 555 nm, para la que el ojo
tiene su máxima sensibilidad.
Las reflexiones correspondientes a esta λ son
básicamente eliminadas, sin embargo las λ alrede-
dor de los azules y los rojos aparecen mezcladas y
dan como resultado un color residual púrpura o Fig. 18.5
magenta.
Una eliminación completa de las coloraciones residuales no se puede conseguir con la deposi-
tación de una monocapa, sino que se debe recurrir a las depositaciones denominadas multicapa, con-
seguidas con la superposición de sucesivas capas de óxidos metálicos. Cada una de éstas produce un
haz de ondas reflejadas. Estos haces de ondas están desfasados entre ellos, lo que provoca interferen-
cias múltiples. De este modo se consiguen eliminar casi totalmente los colores extremos del espectro
y quedan como colores residuales los verdes y amarillos ya que el ojo es más sensible a éstos.
La calidad y eficacia de estos tratamientos depende de la exactitud con que se consigan los espe-
sores deseados, y como finalidad se debe conseguir:
La estructura de las capas delgadas está fuertemente condicionada por la temperatura de los substra-
tos; cuanto más elevada es ésta, mejor es la cohesión. Las lentes orgánicas no pueden ser calentadas a
temperaturas superiores a los 95°C sin que se altere su estructura básica. Esta limitación trae como con-
secuencia que los materiales más comúnmente usados como el fluoruro de magnesio (MgF2) no que-
den adheridos al substrato ni adquieran la dureza que logran a temperaturas de 300°C.
Otra consecuencia es que a tan bajas temperaturas la extracción de gases del substrato es muy
poco eficaz y se ve afectada la cohesión de la capa.
Por otro lado, los materiales minerales de las capas delgadas y los materiales orgánicos de las
lentes tienen coeficientes de dilatación muy distintos. Esto implica que cuando ambas partes se some-
ten a temperatura ambiente se creen fuerzas de compresión sobre la capa delgada y de extensión en la
lente, dando como resultado un agrietamiento de la capa.
La solución a dichos problemas fue conseguir multicapas a partir de la mezcla de diversos óxi-
dos refractarios de propiedades tanto físicas y químicas, como ópticas, adecuadas. Estos nuevos mate-
riales junto a una depuración en las técnicas de control de todas las fases del proceso, han permitido
conseguir que los tratamientos antirreflejantes sobre lentes orgánicas sean tan eficaces como en las
minerales.
Los tratamientos antirreflejantes se consiguen por deposición de capas delgadas. Existen diversas téc-
256
nicas de deposición pero en el campo de las lentes oftálmicas la más utilizada es la evaporación en alto
vacío. Este tratamiento se realiza en las denominadas campanas de alto vacío.
Las lentes que van a ser tratadas se limpian cuidadosamente y se colocan sobre un soporte con-
vexo que permite tratar varias lentes al mismo tiempo. Posteriormente se calientan a una temperatu-
ra de aproximadamente 300°C las minerales y a 95°C las orgánicas y se someten a movimientos rota-
torios para garantizar la uniformidad de deposición. En la campana herméticamente cerrada se hace
el vacío, a la presión de 10-6 torr, mediante bombas, a fin de que ninguna partícula del aire interfiera
en la depositación. El material se somete a un calentamiento que puede ser producido por diversos
métodos:
a) Por conducción de una corriente a través de un filamento (efecto Joule, evaporación térmi-
ca convencional). En este método el material a evaporar se coloca en una naveta y se somete a calen-
tamiento por el paso de corriente. De este modo se genera el vapor que se condensa como una pelícu-
la sólida y se deposita de forma uniforme sobre la superficie de la lente. Este método tiene la limitación
de que tan sólo pueden utilizarse materiales cuyo punto de fusión sea inferior al de la naveta o el cri-
sol de soporte. Esta limitación no existe con el método del cañón de electrones.
b) Por bombardeo de un haz de electrones. La diferencia esencial entre el método del haz de
electrones y el convencional radica en la forma de calentar el material que se quiere evaporar. En este
método el calentamiento se consigue bombardeando el material con un haz de electrones y permite
conseguir temperaturas muy elevadas por encima de su temperatura de evaporación, lo cual implica
evaporaciones violentas que hacen que los electrones adquieran elevada energía cinética. El haz de
electrones se genera dentro de una campana de vacío aplicando una alta tensión entre un filamento
incandescente (cátodo) que se mantiene a tensión negativa respecto a un electrodo frío (ánodo).
Uno de los métodos más habituales empleado para la medida del grosor de las capas es el micro-
oscilador de cuarzo. Sobre el cuarzo se va depositando la misma película de óxido metálico que sobre
la lente. A medida que su grosor aumenta, aumenta de peso y su frecuencia de vibración varía. Cuan-
do la frecuencia alcanza el valor predeterminado se obtiene sobre la lente el grueso de depósito dese-
ado. Otro método de control de espesores es un dispositivo de medida de la reflexión y la transmisión
de un substrato de referencia.
Bibliografía
257
Para llegar a elegir las monturas correctamente, y para su eficaz montaje y adaptación, es preciso con-
trolar dos aspectos fundamentales: cómo son y cómo se utilizan. Esto implica conocer sus caracterís-
ticas de forma, dimensión y materiales, los usuarios a quienes van dirigidas, con sus dimensiones y
forma, y aquellos otros parámetros relativos a cómo serán utilizadas dichas monturas.
Pero para obtener una montura se ha tenido que seguir todo un proceso complejo y ordenado.
Desde la idea inicial, con la necesidad de la compensación oftálmica, hasta que la montura se utiliza,
aplicándola a un rostro determinado. Habrá que tener en cuenta tres grandes bloques: el diseño, su defi-
nición y proceso; las monturas con su definición formal, sus características dimensionales y sus com- 259
ponentes; y finalmente, los usuarios, y concretamente el rostro de aquellas personas sobre las que se
aplicará la compensación oftálmica y las condiciones de utilización a que debe referirse el diseño como
objetivo final de todo el proceso.
La definición de diseño siempre ha sido difícil, puesto que se trata de un concepto amplio, con
un proceso complejo y pluridisciplinar y que implica un gran número de operaciones para obtener un
resultado determinado. De manera sencilla podemos decir que se trata de definir un objeto capaz resol-
ver una necesidad mediante la utilización de los recursos científicos y técnicos de la industria con un
resultado satisfactorio a nivel funcional, técnico y también estético. Así pues, los elementos que debe
satisfacer un buen diseño son: la funcionalidad, la técnica y la estética.
La metodología general del proceso de diseño sigue una serie de pasos hasta llegar al resultado final:
Primero se pasará por todo el proceso de definición del objeto, desde croquis iniciales, bocetos
de artista, ideas y su representación exacta. Luego definiendo todo el proceso de fabricación y la pre-
paración del utillaje necesario para su manufacturación, incluidas las pruebas previas a su construc-
ción, revisiones, montaje y presentación, y finalmente todo el camino seguido por el producto, median-
te las vías comerciales de promoción y distribución.
Cualquier paso debe ser previsto por el proceso de diseño ya que con la producción a escala
industrial no se pueden hacer improvisaciones y todo debe estar planeado de antemano. El diseño es
un proyecto y todo el proceso necesario para llevarlo a cabo.
La primera parte del diseño de monturas consiste en la definición formal del producto por cuanto es la
más relacionada con el resultado final. Interesa que cuando tengamos en las manos una montura poda-
mos entender cómo se ha generado su forma y el punto de partida es esta fase de concreción de las for-
mas y materiales. Dejaremos para otros ámbitos los aspectos de fabricación y distribución comercial
puesto que ya hemos dicho que conocemos de antemano el resultado final en el momento de empezar
la fabricación.
En el proceso de diseño de monturas se parte de ideas que siguen la tendencia del momento, y
se plasman en croquis y bocetos artísticos realizadas por el equipo de diseñadores. Se realizan maque-
tas probando materiales y variaciones, pasando por los dibujos más detallados, que actualmente se rea-
lizan con programas CAD, con lo que se obtiene la forma del producto casi definitivo. Son importan-
tes las sucesivas etapas de revisión conjunta entre el equipo de diseño, la oficina técnica y los
responsables de fabricación y comercialización. Entre todos se coordinan los intereses y posibilidades
para que la montura definida sea satisfactoria y realizable, de acuerdo a los requerimientos técnicos,
cumplimiento de la función y la línea comercial de la empresa y del mercado.
Desde el siglo XIII hasta el siglo XVIII, la elaboración de las monturas ha sido muy artesanal
y limitada. A partir del siglo XIX, con el Humanismo y la Revolución Industrial, se van haciendo mon-
turas más complejas y técnicas, pero es en el siglo XX cuando el diseño industrial toma un papel
importante no sólo en la producción sino también en la comunicación social, con lo que cualquier obje-
to pasa a tener, además de los atributos imprescindibles de funcionalidad y rigor técnico, un papel sim-
bólico y de comunicación: se trata del factor moda que potencia el concepto de la estética, cada vez
más considerado por el usuario.
Para llegar a conocer las monturas y saber apreciar sus características de manera ordenada es preciso
establecer una tipología, agrupando dichas monturas atendiendo a diferentes criterios. El objetivo pri-
mordial de la clasificación es tener una visión global y ordenada de los diferentes tipos de monturas y
de sus características y relaciones entre ellas para disponer de unos criterios útiles a la hora de escoger
una montura u otra según su uso concreto.
Estos criterios se basan principalmente en las características físicas de las monturas: forma,
dimensión, materiales y otras características técnicas como dureza, resistencia, peso, acabados super-
ficiales o colores.
Finalmente también consideraremos sus diferencias según sus componentes y en la manera de
ser utilizadas. Por tratarse de una clasificación, debe de ser práctica y sin complicaciones; por ello
reduciremos el análisis a las siguientes características: materiales, forma, componentes y utilización de
las monturas.
Los materiales
El elemento diferenciador en esta clasificación es el tipo de material que de manera predominante con-
forma la montura. Corresponde, en la mayoría de los casos, al material del aro o del frontal. De hecho
es una de las partes más importantes y a la vez características de una montura.
Se pueden detallar los siguientes grupos de monturas: las monturas metálicas (figura 19.1),
constituidas en su totalidad por elementos metálicos. Las monturas plásticas (figura 19.2), también
constituidas en su totalidad por un único material, pero esta vez de plásticos de diferentes composi-
ciones. Las monturas mixtas plásticas (figura 19.3), en las que el frontal, como pieza más característi-
261
ca, se resuelve con aros o frente de plástico y el resto es de metal. Las monturas mixtas de metal (figu-
ra 19.4), que al igual que en las anteriores, un material -el metal- compone los aros o el frontal mien-
tras que otros elementos son de plástico. Y finalmente las monturas al aire (figura 19.5), en las que no
hay aro o montura de las lentes y sólo encontramos los elementos estructurales para su fijación, sopor-
te nasal y varillas, siendo las propias lentes las que toman la forma deseada, y se sujetan según dife-
rentes sistemas, como son el taladrado o el sistema nylon, al armazón general.
La forma
Componentes
En este apartado los componentes son considerados como elementos que confieren carácter a la mon-
tura. Es una clasificación menos general y tiende a hacer hincapié en algunos tipos especiales de mon-
tura. El componente se tiene en cuenta según su forma y posición.
Diferenciamos los componentes principales: el aro, el puente, las varillas y las charnelas; de los
suplementarios con carácter más puntual: complementos de decoración, terminales de varilla, plaque-
tas nasales, embellecedores y elementos de montaje.
263
Utilización
Finalmente se puede enunciar una clasificación de las monturas según su utilización. Es una clasifica-
ción mucho más amplia y subjetiva. Por un lado la función compensadora de la visión como la más
importante, y por otro, otras funciones de menor incidencia y no relacionadas con la compensación
visual como son la protección solar o laboral e incluso usos cosméticos.
Centrándonos en la compensación visual podemos agrupar las monturas según el tipo de usua-
rio o según el tipo de función que cumplen. Distinguiremos las monturas de hombre, mujer, unisex,
juvenil, niño, tercera edad y medidas especiales.
Otras formas específicas para funciones concretas de compensación son monturas de lectura o media
luna, afáquicos, infantiles o para deportes. Un tema para ser tratado por separado es el de las monturas
deportivas. Cada actividad precisa una especialización, tanto para compensación como para protección.
Conocer los sistemas normalizados de medida de las monturas resultará imprescindible teniendo en
cuenta que en ellas deberán montarse dos lentes para un usuario concreto, con unas medidas faciales
determinadas, que deben estar en consonancia con las dimensiones de la montura.
Existen, tanto a escala local como internacional, unas normas que facilitan la relación entre
diseñadores, fabricantes y profesionales. La normalización en este campo está reflejada en la norma
UNE-EN-ISO 8624:1996 «Óptica e instrumentos de óptica. Óptica Oftálmica. Sistema de medida de
monturas de gafas», de aplicación internacional. Hace referencia a los componentes y a su denomina-
ción y prevé la unificación de las medidas.
Por ello podemos decir que el sistema boxing es el que utilizan los fabricantes para especificar las
medidas de las monturas, por su carácter más técnico al no incluir ningún dato anatómico. Es también
el sistema con el que funcionan las biseladoras computerizadas. Los sistemas datum y gomac nos acer-
can más a las medidas faciales del usuario.
Para adaptar una montura sin problemas se hace necesario establecer una tipología del rostro. El ele-
mento que más incide en una buena adaptación de las monturas en el rostro de las personas es su forma.
La estructura ósea, la musculatura y el tejido nervioso y la epidermis condicionan a la hora de escoger
un material, un color o una forma determinada.
Definiremos una tipología facial mediante un análisis a dos niveles. Un nivel global basado en
un esquema anatómico y una definición de conjunto, y un segundo nivel a partir de los diferentes com-
ponentes importantes del rostro.
Según el canon de proporciones, el rostro debe ser la octava parte de la altura de la persona, que
podría inscribirse en un rectángulo regular de proporción 2 x 3 vertical, tomando como unidad o
módulo la distancia interpupilar. Los tres módulos de altura definen tres fases o niveles formales de la
estructura facial (figura 19.10). La frente, del nacimiento del cabello al inicio de la nariz, entre cejas.
La nariz, del nacimiento superior, entre cejas, a su extremo inferior, punto de encuentro con el labio
superior. Y la barbilla, de la base de la nariz al contorno inferior de la mandíbula.
Para completar este esquema global del rostro, se introduce la forma de su contorno, con sus
características lineales o de perfil.
265
El segundo nivel, que complementa este análisis de conjunto, añade elementos puntuales, que
por su forma peculiar o posición relativa en el rostro pueden producir un efecto característico y deter-
minante de un tipo concreto de rostro. Tenemos unos elementos básicos que son ojos, cejas y nariz. Y
otros complementarios y de menor incidencia como la boca, orejas, cabello o piel. Las variaciones en
266
19.5 Medidas faciales
Esquema facial
Se trata de un documento donde constan aquellos datos que son necesarios para completar la informa-
ción sobre un usuario concreto, como una ficha de identificación del usuario, con sus medidas y aque-
llos otros caracteres específicos del rostro como proporción, textura y otros según criterios propios,
todos ellos útiles para la labor de compensación visual y la adaptación de monturas y gafas.
El esquema facial es una herramienta útil, tanto para la toma de datos como para su posterior
recopilación y presentación, incluso a nivel estadístico. Con ello se pueden hacer estudios de tipo
antropomórfico que nos ayuden a obtener unos tipos estándar de gran ayuda para el diseño y la unifi-
cación de medidas, de interés para el fabricante, para producir la menor cantidad de calibres posible
para un mismo modelo de montura.
Pero sobre todo, la unificación y estandarización de medidas faciales interesa desde el punto de
vista de adaptación de monturas, para poder asignar un tipo de montura a cada tipo de cara.
Tabla 19.2 Medidas faciales habituales
Hombres Mujeres
Dimensión Rango Valor medio Rango Valor medio
Tal como se verá en el capítulo 21, uno de los criterios de elección de monturas es el estético, según
el cual hay que escoger la montura que favorezca la morfología facial del usuario. Para establecer una
relación entre la tipología de monturas y del rostro se debe saber en qué medida los elementos carac-
terísticos de una y otra coinciden o contrastan. Dependerá en todo momento de la voluntad de acen-
tuar o minimizar una apariencia determinada. Se trata de una elección subjetiva y normalmente los
tipos destacados tienen características exageradas de manera que, como regla general, se deberá esta-
blecer la relación mediante el contraste, para minimizar una apariencia indeseada, y mediante el equi-
librio o la correspondencia, para acentuar una apariencia interesante. Incluso se recurre a acentuar un
aspecto para eliminar el de otra característica poco interesante.
En este sentido, como breve guía para la elección, se puede decir que la repetición de una línea
del rostro en la montura, acentúa dicho rasgo. Así pues, a los rostros redondos convendrá adaptar mon-
turas poco circulares, y a los cuadrados poco rectangulares.
Según los colores, exagerados o suaves, también puede crearse contraste o armonía en un rostro.
De la misma manera, y considerando los componentes de las monturas, pueden conseguirse
diferentes combinaciones y efectos al relacionarlos con los rasgos faciales. Es importante tener en
cuenta cómo los diferentes tipos de puente, ya sean de llave o anatómicos, propician un alargamiento
o acortamiento de la apariencia de la nariz, o una composición a base de líneas muy contundentes y
con continuidad, acentúan líneas de verticalidad u horizon-
talidad en el rostro, alargándolo o endureciéndolo, según
sea el tipo al que se aplica. De igual forma, las varillas
268
estrechas alargan el perfil de la cara, mientras que las grue-
sas producen el efecto contrario, acortando el aspecto late-
ral de un rostro en caso que se requiera.
En cualquier caso, de la misma manera que los
tipos faciales no surgen de unos elementos fijos, sino que
resultan de múltiples combinaciones, al colocar sobre ellos
una montura, los resultados estéticos son también muy
diversos. Como ejemplo, la figura 19.14 muestra el varia-
do efecto producido por los tipos característicos de montu-
ras sobre un rostro circular según sus calibres, puentes o
grosores distintos.
La práctica profesional es la que ayuda a crear los
criterios personales de elección de la montura adecuada,
que son siempre subjetivos y difíciles de sintetizar. Ade-
Fig. 19.14 Ejemplos de monturas sobre más, siempre debe escucharse el criterio personal del usua-
un tipo facial redondo rio que es quien, en definitiva, debe utilizar la montura.
A lo largo de todo el siglo XX se han mantenido con pocas variaciones los componentes del diseño de
las monturas, centrándose en dos aspectos, la evolución progresiva del diseño industrial con la reno-
vación constante de formas, y la aparición, durante la segunda mitad del siglo, de un proceso cíclico
de recuperación de viejos estilos, con la reutilización de las formas generadas durante la primera mitad
de siglo.
En los últimos treinta años el factor más importante en la evolución del diseño de las monturas
es el incremento progresivo del uso de las gafas mas allá de la función correctora, adoptando un papel
destacado como imagen y reflejo de la personalidad. Es amplio el uso del diseño y las formas como
soporte de mensajes entre grupos sociales.
Las monturas son aceptadas como algo más que solución a un defecto visual y se constituyen
en elemento decorativo, reflejo de categoría social o complemento de la personalidad. En este aspecto
podemos recordar todo el mundo de las marcas alrededor de los productos de diseño, como valor aña-
dido en el momento de su elección.
Actualmente se aprecia un incremento en la utilización de las monturas metálicas por la apari-
ción de nuevos materiales que permiten muchos detalles decorativos que hasta hace pocos años domi-
naban los materiales de plástico. También se aprecia una mayor demanda de productos con valor de
diseño y de prestaciones técnicas, y un acercamiento de las formas entre las monturas para hombres y
para mujeres con el estilo unisex.
En la actualidad no se concibe una montura que sólo cumpla los aspectos funcional y técnico,
como soporte de unas lentes correctoras, sino que cada vez se tiene más en consideración su uso bajo
la perspectiva del diseño y de la moda. Como elemento regido por criterios de estética, no sólo correc-
tor sino también decorativo y complemento de la imagen.
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Como se ha visto en el capítulo 19, las monturas se diseñan teniendo en cuenta las características facia-
les de los individuos, puesto que deben sujetarse en la cara del usuario permitiendo el correcto posi-
cionamiento de las lentes. Para ello es necesario que el fabricante suministre las monturas en perfecto
alineamiento o, lo que es lo mismo, que realice su verificación y control de calidad al final del proce-
so de fabricación. El óptico, además, antes de realizar el ajuste anatómico al paciente, también com-
probará que la montura se halla perfectamente alineada.
271
20.1 Alineamiento de la montura
La verificación del alineamiento de las monturas al final del proceso de fabricación se realiza por ins-
pección visual, y mediante comparación con los planos técnicos del modelo de la montura en cuestión.
Para el óptico bastará con la inspección visual. La primera operación de verificación consiste en com-
probar el alineamiento del frente. Con una reglilla se comprueba el alineamiento horizontal, en el que
se pueden observar dos situaciones: frente plano (figura 20.1a) o meniscado (figura 20.1b).
Fig. 20.1a Frente plano: cuatro puntos de contacto Fig. 20.1b Frente meniscado: dos puntos de contacto
ra de las plaquetas (figura 20.2a). En esta prueba puede ocurrir que los dos aros no estén alineados,
sino retorcidos, y esto puede corregirse con el apropiado ajuste del puente (figura 20.2b).
La verificación continúa con el alineamiento de las varillas, mediante el ajuste del ángulo del
talón y el ángulo pantoscópico. En una montura bien alineada el ángulo del talón no debe superar los
95° (figura 20.3), para posibilitar que las dos varillas tengan el mismo ángulo pantoscópico, que no
debe superar los 10°.
Para comparar el ángulo pantoscópico en ambos ojos, basta con poner la montura sobre una
superficie plana, como muestra la figura 20.4. La varilla que no contacta con la superficie es la de
mayor ángulo pantoscópico.
272
95º
Fig. 20.3 Alineamiento de las varillas por ajuste Fig. 20.4 Verificación del ángulo pantoscópico
del ángulo del talón
las gafas son soportados por la nariz, mientras que al inclinar la cabeza hacia abajo, el peso se trasla-
da hacia las orejas. De ahí que la selección del puente sea decisiva para la comodidad del usuario.
En el caso de monturas con plaquetas hay que asegurar que toda su superficie queda en con-
tacto con la nariz. Para usuarios de piel sensible será necesario utilizar plaquetas grandes. En el caso
de monturas plásticas, la zona de contacto es mayor, pero no permite ajustes, de manera que el puen-
te debe adaptarse exactamente al perfil de la nariz del usuario. El puente de silleta es adecuado para
tabiques nasales anchos y en narices largas (porque produce el efecto de acortarlas), mientras que el
puente de llave se adapta mejor en narices estrechas y cortas.
Ángulo pantoscópico: el ángulo pantoscópico de una montura se define como la inclinación del
frente respecto al plano vertical. Permite acercar el extremo inferior de las lentes a los pómulos, incre-
mentando el campo visual, aumentando la protección de los ojos, y mejorando también el aspecto de
las gafas. Cuando los dos ángulos pantoscópicos son distintos y el usuario es simétrico, se perciben los
aros a distinta altura respecto a las cejas. Sólo se admite adaptar la montura con ángulo pantoscópico
negativo (también llamado retroscópico) cuando es imprescindible para lograr una buena adaptación
en la cara del usuario, como se verá en el siguiente apartado.
Ángulo del talón: es el formado entre el frente y las varillas. Su valor debe ser aproximadamente
95º, e igual para ambas varillas, como se puede ver en la figura 20.3.
Entre los elementos de la cara que deben considerarse, se encuentran las cejas del usuario. La mejor
estética en la adaptación de gafas se produce cuando la línea datum de la montura es paralela a la línea
que une las dos cejas, más que cuando es paralela a la línea que une ambos ojos, ya que si la montura
se adapta paralela a la línea de los ojos y éstos se hallan a distintas alturas, se percibiría la montura
inclinada respecto a las cejas, y esto es lo que resulta antiestético. Otras causas que hacen percibir la
montura inclinada en la cara del sujeto son una diferencia en altura de las cejas, o de las orejas.
Cuando las gafas parecen inclinadas respecto a la cara, la forma de proceder depende de la posi-
ción relativa de las orejas. Si ambas están al mismo nivel, los dos ángulos pantoscópicos deben ser
iguales. Si en esta situación un aro está más alto que otro, el más alto corresponde al lado de ángulo
pantoscópico mayor: para ajustar la montura debe disminuirse el ángulo pantoscópico del lado que se
percibe más alto. En cambio, en el caso que las dos orejas están a distinta altura, para que la montura
no se perciba inclinada se debe provocar que los dos ángulos pantoscópicos sean distintos.
Fig. 20.7 Seleción de un calibre inadecuado para la anchura de la cabeza del usuario
La curvatura de la varilla debe hacerse coincidir con el nacimiento de la oreja, sin que presio-
ne demasiado. Cuando en ambas varillas el tramo curvado es demasiado largo o corto, es una indica-
ción de que se ha seleccionado una longitud errónea. Desafortunadamente, no hay demasiada opción
en cuanto a longitudes de varilla, siendo lo normal disponer de dos longitudes por modelo y calibre,
por ello el ajuste es tan importante.
Ajustes en el puente
En las monturas plásticas, no se puede ajustar la adaptación del puente a la nariz sin alterar su
forma, limándolo para ensancharlo o añadiendo una pieza del mismo material para estrecharlo. En
cambio, las monturas metálicas son fácilmente ajustables mediante las plaquetas, para aumentar la
comodidad del usuario o variar la posición de las lentes respecto a los ojos en caso que sea necesario.
Separando las plaquetas se consigue hacer descender la montura, y a la inversa. Lo que hay que
tener presente siempre es que las plaquetas deben ejercer igual presión a ambos lados del tabique nasal.
En la tabla 20.1 se exponen los desajustes más frecuentes y su solución. Se pone en evidencia
la mayor facilidad de ajuste que presentan las monturas metálicas respecto a las plásticas, debido a las
plaquetas.
Tabla 20.1
Las lentes rozan 1.montura queda alta 1.bajar montura abriendo plaquetas
las cejas 2.ángulo pantoscópico negativo 2.reducir ángullo retroscópico
Una lente a mayor 1.distintos ángulos del talón 1.corregir la posición de las varillas respecto
distancia de vértice al ángulo del talón
2.una parte de la cara más ancha que la otra 2.abrir el ángulo del talón correspoondiente
a la parte de la cara más ancha
Las varillas provocan 1.demasiada tensión o varillas cortas 1.aflojar tensión o adaptarlas más largas
dolor en las orejas 2.presión desigual en ambas orejas 2.ajustar la presión curvando bien la varilla
3.área de contacto varilla-oreja demasiado pequeña 3.incrementar la superficie de contacto
con algún recubrimiento
4.curvatura de la varilla en posición inadecuada 4.curvar la varilla en el nacimiento de la oreja
Bibliografía
BROOKS C.W, BORISH I.M. System for Ophthalmic Dispensing. Nueva York, Professional Press Fairchild
Publications, 1988.
FANNIN, T.E.; GROSVENOR T. Clinical Optics. Boston, Butterworths, 1987.
276
Como sistema compensador de ametropías, las gafas se obtienen después de un largo proceso que
empieza en el gabinete de refracción con el examen optométrico, continúa con la elección de la mon-
tura y la lente idóneas para cada usuario, y termina en el taller de óptica con el montaje, y la verifica-
ción de todos los parámetros de adaptación. En este capítulo se expone la importancia de todas las ope-
raciones mediante las cuales se confeccionan las gafas, puesto que el éxito de su adaptación depende
de todas y cada una de ellas. Tanto es así que por más que un examen refractivo se haya realizado con
toda precisión, la omisión de algún proceso puede conducir a la intolerancia del usuario a la prescrip-
ción. 277
Las gafas son sistemas ópticos compensadores de ametropías formadas por una montura que
actúa de soporte para las lentes, y a su vez es el medio de sujeción al usuario. De esto se deduce que
para que unas gafas cumplan su función de forma óptima, hay que tener siempre en cuenta los tres fac-
tores implicados en la adaptación: la montura, las lentes y las características del usuario.
A continuación se presentan unos criterios que contemplan la mayoría de factores a considerar
en la elección tanto de la montura como de las lentes para conseguir que el conjunto resulte óptimo
desde el punto de vista mecánico y en cuanto a comodidad y estética para el usuario.
Al elegir la montura para un usuario determinado se tendrán en cuenta básicamente tres tipos de crite-
rios: faciales, de prescripción y de utilización.
Criterios faciales
Las características faciales del usuario, como son la forma y las dimensiones de la cara, influyen bási-
camente a la hora de elegir la forma y el calibre de la montura. Aunque siempre hay que tener en cuen-
ta el criterio estético del usuario, una guía orientativa de la adecuación de una montura a un tipo de
cara se halla descrita en el capítulo 19.
Criterios de prescripción
La prescripción influye en la elección de la montura en los siguientes casos, como más relevantes:
a) Espesores de las lentes elevados: las lentes de alta potencia negativa tienen un elevado espe-
sor de borde, sea cual sea el diámetro de la lente en bruto que se pida al fabricante y ello desaconseja
la elección de monturas de perfiles finos, ya sean metálicas o plásticas, y de las monturas al aire, si la
lente es mineral, ya que la posibilidad de lascado de las lentes minerales aumenta. En el caso de pres-
cripciones esféricas positivas elevadas, si no se piden al fabricante las lentes en bruto con el menor diá-
metro posible, una vez biseladas tienen unos espesores tanto de centro como de borde innecesaria-
mente grandes (como se ha visto en el capítulo 8). Son los casos en que hay que utilizar la opción del
precalibrado o las lentes a filo, para que queden lo más delgadas posible, y poder escoger la montura
sin tanta limitación.
En uno y otro caso es importante escoger monturas cuyo calibre sea el mínimo posible, respe-
tando la dimensión de la cara.
b) Lentes muy pesadas: cuando las prescripciones esféricas elevadas se compensan mediante
lentes minerales, resultan unas gafas muy pesadas. Si se escoge una montura metálica, este peso se
repartirá sobre dos pequeñas superficies que son las plaquetas y producirá incomodidad e incluso into-
lerancia en caso de pieles sensibles. En caso adaptar la prescripción en una montura plástica hay esco-
ger el puente más adecuado al perfil de la nariz (silleta o de llave).
c) Prescripciones direccionales: en el caso de las prescripciones en las que deben montarse las
lentes en una dirección predeterminada, como es el caso del astigmatismo, los multifocales de todo tipo
y las prescripciones prismáticas, no conviene que la montura sea redonda, para evitar la rotación de la
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lente. Este problema se ve agravado en las monturas metálicas, en las que se pueden aflojar los torni-
llos de cierre de aro, y si la montura es plástica, al cabo de una larga exposición a una fuente de calor.
Criterios de utilización
Existen ciertas ocupaciones o condiciones refractivas en las que utilizar monturas de diseño especial
supone una ventaja.
Este es el caso de las monturas para présbitas emétropes denominadas monturas de lectura o
media luna, las monturas para afáquicos y las monturas de puente especial para niños. También con-
viene destacar la importancia de las monturas en la protección de los ojos, tanto en el deporte como en
la industria.
En la actualidad, la oferta de lentes compensadoras es muy amplia, tanto por el elevado número de
fabricantes como por los distintos tipos de lentes existentes y sus múltiples tratamientos y coloracio-
nes. Esto hace que la elección de la lente idónea para cada usuario en cada situación sea una tarea que
requiera de un amplio conocimiento por parte del profesional. En los últimos años, algunas empresas
han desarrollado programas informáticos de asistencia a la selección de lentes.
Los catálogos de los fabricantes siguen siendo un instrumento de gran valor para elegir la lente
ideal, puesto que presentan una clasificación que ayuda a sistematizar la búsqueda de un determinado
tipo de lente, atendiendo a su material (índice de refracción), su utilización (todo uso, cerca o lejos),
Tal como se ha expuesto en el capítulo 8, el correcto centrado de las lentes en la montura es indispen-
sable para que se cumpla la prescripción. Además, la adaptación anatómica de la montura al usuario,
que se ha tratado en el capítulo 19, es necesaria para que se reproduzcan los parámetros utilizados en
el diseño de las lentes, o los de utilización habitual de las gafas como son: inclinación (ángulo pantos-
cópico), meniscado y distancia de vértice, que además debe mantenerse exactamente a la utilizada en
el examen refractivo para no variar la potencia efectiva de las lentes.
Teniendo en cuenta todos estos aspectos, las medidas de centrado deben tomarse con la mon-
tura previamente adaptada anatómicamente, a la distancia de vértice que se ha utilizado en el examen
refractivo, y hallándose el usuario en una posición natural que reproduzca las condiciones en que se
utilizarán las gafas.
El punto de referencia del usuario donde debe colocarse el centro de montaje de la lente depen-
de del tipo de lente que se vaya a adaptar, pero en todo caso se relaciona con la posición del centro 279
pupilar relativa al borde interno del aro de la montura.
Las cotas del centro pupilar son la distancia nasopupilar (DNP), y la altura pupilar (hp), medi-
da desde el centro de la pupila hasta el borde inferior interno del aro, siempre perpendicularmente a la
línea datum. Es importante tomar ambas medidas monocularmente por si existe asimetría facial. Mien-
tras que las DNP suelen variar entre los dos ojos, las alturas pupilares son, en la mayoría de casos, igua-
les para los dos ojos. Por lo tanto, el hecho de obtener alturas pupilares distintas puede indicar que la
montura está mal ajustada al paciente.
Estas medidas pueden tomarse mediante distintos instrumentos: regletas, monturas de prueba,
interpupilómetros, entre ellos el de de reflejo corneal, por métodos fotográficos y por videosistemas.
Los dos últimos permiten transcribir directamente las medidas necesarias (DNP, hp y diámetro míni-
mo de la lente) a partir de la imagen facial registrada.
Mientras que la medida de la DNP es muy sencilla y repetitiva sea cual sea el instrumento de
medida utilizado, para tomar la hp es muy importante tener en cuenta la posición de la cabeza así como
la postura habitual del usuario, ya que se pueden llegar a obtener diferencias de hasta 4 a 6 mm de altu-
ra, únicamente variando la inclinación de la cabeza con las gafas puestas, independientemente del ins-
trumento. Por ello, aunque cada vez existen instrumentos de medida más sofisticados, la determinación
de la altura pupilar debe hacerse después de haber observado detenidamente la actitud del paciente, sus
movimientos y su porte habitual.
Centrar una lente significa colocar su centro de montaje (cuya posición depende de si la lente
es mono o multifocal y de si incluye un prisma o no) en la posición correcta en la montura, para
cumplir la prescripción deseada. En el proceso de centrado de una lente se hallan implicados tres
elementos:
El usuario, del cual nos interesa conocer las distancias nasopupilares y la altura pupilar con la
montura adecuadamente preseleccionada y bien ajustada.
La montura, de la que debemos conocer el calibre, en cualquier sistema de acotación.
Las lentes, de las que se debe conocer la posición del centro de montaje (o punto de centrado)
y la orientación con la que deben ser montadas.
Como la posición del punto de centrado de una lente depende de su utilización, ya sea mono-
focal o multifocal, y de si debe producir un efecto prismático al usuario, seguidamente se expone en
dos apartados el centrado de lentes monofocales y multifocales, por tratarse de procesos y filosofías
distintas.
Los monofocales pueden ser utilizados para una única distancia (visión de lejos o próxima, y ocupa-
cionales) y para todo uso. En cada uno de estos casos, el centro de montaje que se utiliza para efectuar
el centrado es distinto, y se decide analizando los desequilibrios prismáticos inducidos a todas las dis-
tancias de observación.
Cuando el monofocal debe incluir un efecto prismático, el centro de montaje será aquel punto
de la lente que cumple el efecto prismático prescrito. El centro óptico de la lente no coincide con el
280
centro pupilar del usuario, y la posición relativa entre el centro óptico y el pupilar se calcula median-
te la ley de Prentice o se determina directamente mediante el frontofocómetro. En este caso es también
muy importante calcular el diámetro mínimo de lente necesario.
En el centrado de las lentes de geometría frontal asférica que se utilizan para neutralizar hipermetro-
pías elevadas, es especialmente importante tener en cuenta la corrección en altura de la posición del
centro óptico de las lentes debido al ángulo pantoscópico. Como se ha visto en el capítulo 8, cada grado
de ángulo pantoscópico supone situar el centro óptico de la lente 0,5 mm por debajo del centro pupi-
lar. Como regla práctica válida al centrar lentes monofocales asféricas puede tomarse el criterio que se
expone a continuación. En caso de monofocales para visión de lejos, el centro óptico de la lente puede
montarse a la misma altura que la línea datum, ya que, para las monturas actuales, la pupila suele que-
dar de 3 a 5 mm por encima de esta línea. Por el mismo razonamiento, y dado que al mirar de cerca el
ojo realiza una rotación de 20° hacia abajo respecto a su posición en visión de lejos, el centro óptico
deberá situarse unos 10 mm por debajo de su posición en VL, lo que es equivalente a montarlo 5 mm
bajo la línea datum si se mantienen las condiciones de adaptación.
Centrado de multifocales
Las normas de centrado de multifocales son más restrictivas que las de los monofocales, puesto que la
posición de la lente en la montura queda fijada por la posición de la pupila y la línea datum para man-
tener la horizontalidad de las lentes, condición absolutamente imprescindible para garantizar que
ambos ojos interceptan puntos homólogos de ambas lentes, manteniéndose de este modo la visión
binocular. Además, la posición de la lente multifocal en la montura debe garantizar la correcta distri-
bución de campos visuales (de lejos, cerca e intermedio en el caso de las trifocales y progresivas).
Por tanto, el centrado de multifocales siempre es un compromiso entre la extensión y distribu-
ción de los campos visuales, el comportamiento óptico de la lente, y las necesidades visuales concre-
tas del usuario. Las particularidades del centrado de bifocales y progresivos se han expuesto en el capí-
tulo 15.
La posición del centro óptico de las lentes en la montura depende, básicamente de la posición relativa
de las pupilas del usuario dentro del aro de la montura. Pero hay dos características propias del ajuste
de la montura, que condicionan también la posición vertical y horizontal de los centros ópticos que son
el ángulo pantoscópico y el meniscado respectivamente.
Ángulo pantoscópico
Como se ha visto en el capítulo 8, la inclinación debida al ángulo pantoscópico hace que sean necesa-
rios unos reajustes en la posición vertical del centro óptico, para que el eje óptico de la lente pase por
el centro de rotación del ojo. Para una distancia de vértice de 12 mm, debe bajarse el centro óptico 0,5
281
mm por grado de ángulo pantoscópico.
Meniscado de la montura
El meniscado de la montura es la curvatura que se da al frente, para que la montura se adapte anatómi-
camente al plano de la cara del observador, y mejorar así el aspecto estético de la montura. Este proce-
so, que supone curvar el puente y abrir el ángulo del
talón, como se observa en la figura 21.1, produce dos Línea de mirada
Eje óptico
tipos de problemas, que se exponen a continuación.
Por un lado, los ejes ópticos de las lentes no
pasan por el centro de rotación. Si se quisiera conse-
guir esto, deberían situarse los centros ópticos hacia
el lado temporal, pero entonces se induciría un dese-
quilibrio prismático horizontal.
El segundo problema que ocurre es que al
medir, por el método convencional de la reglilla, la
distancia entre los centros ópticos de ambas lentes se
obtienen medidas mayores, por el hecho de medir
sobre una curva, lo que puede hacer que los centros
de las lentes montadas no coincidan con las distan- Centro de rotación
cias nasopupilares del usuario.
De todo esto se puede concluir que el hecho
de meniscar la montura no produce mejoras en el Fig. 21.1 Meniscado de la montura
comportamiento óptico de las lentes, sino que es un proceso que se lleva a cabo únicamente por como-
didad y estética.
En el proceso de montaje, a parte de los aspectos tecnológicos que no son objeto de este tema, es
importante identificar qué operaciones están implicadas en el perfecto centrado y la posición de la lente
frente a los ojos para mantener intacta la visión binocular.
a) Comprobar la graduación de las lentes que se reciben del fabricante. En el caso de lentes pro-
gresivas, comprobar que las marcas grabadas coincidan con las serigrafiadas, ya que una diferencia de
1mm entre el valor nominal y el real es ya causa de posible inadaptación.
b) Marcar la orientación y el centro de montaje:
c) Comprobar que el diámetro de la lente que se ha recibido es suficiente para realizar el cen-
trado que se especifica. En caso contrario, evaluar cuál será el desequilibrio prismático inducido y si
éste será tolerable. Si no es así, es preferible pedir una lente de diámetro superior, para evitar proble-
mas de intolerancia a la prescripción una vez montada.
d) Ejecutar el montaje, comprobando el centrado de la primera lente montada antes de montar
282
la segunda, para poder compensar con el centrado de la última cualquier problema de desequilibrios
prismáticos inducidos.
e) Una vez terminado, es imprescindible un buen control de calidad o verificación para deter-
minar si la gafa puede ser entregada.
El control del montaje debe hacerse atendiendo a tres aspectos fundamentales: la verificación de la
prescripción, del centrado, y de la inclinación.
Verificación de la prescripción
Lo único que puede variar en la prescripción una vez montadas las lentes es su orientación. Según la
norma ISO/DIS 8980-1, la tolerancia en la dirección del eje del cilindro se muestra en la tabla 21.1.
Tabla 21.1
potencia cilíndrica (D) ≤ 0,50 > 0,50 a 0,75 > 0,75 a 1,50 > 1,50
tolerancia en el eje (°) ±7 ±5 ±3 ±2
a) Como control de calidad del montaje acabado. Una gafa se considera suficientemente bien
centrada para ser entregada si mirando a través de los puntos de centrado de las lentes del ojo derecho
e izquierdo:
– Las vergencias inducidas por el error de centrado no superan los valores límite según la norma
RAL-RG-915.
– No se producen aberraciones molestas.
b) Para evaluar si se trata de un centrado especial con una intención determinada, como por
ejemplo aliviar forias, relacionando el efecto prismático inducido con el estado de la foria del usuario
y sus reservas fusionales. Por ello es importante incorporar sistemáticamente en el trabajo de taller una
ficha en la que se especifiquen tanto los datos de centrado como los resultados del montaje, para poder
calcular el desequilibrio prismático inducido por un posible error, incluso cuando no disponemos de
las gafas del usuario, caso en que se puede verificar directamente mediante el frontofocómetro.
Verificación de la inclinación
283
Al comprobar la inclinación, hay que prestar atención tanto al ángulo pantoscópico como al menisca-
do de la montura. El ángulo pantoscópico no debe superar los 15° (como se ha expuesto en el capítu-
lo 8) para que no se induzca de modo significativo la aberración oblicua de astigmatismo marginal. El
meniscado es la curvatura del frente, que debe controlarse también debido a su influencia en la posi-
ción horizontal de los centros ópticos de las lentes.
En todos los casos de adaptación de gafas debe existir un formulario que recoja toda la información
referente al caso, para poder determinar el origen de posibles problemas de adaptación que pueda refe-
rir el usuario.
Es conveniente tener la misma información sobre las gafas que llevaba el usuario habitualmen-
te que sobre las gafas que se le están adaptando, tanto respecto a la montura como a las lentes.
En la figura 21.2 se reproduce un ejemplo de formulario, en el que aparecen dos apartados, refe-
ridos a las gafas anteriores y a las gafas que se adaptan al usuario en el momento de su visita, tras el
examen optométrico, denominadas gafas actuales. En ella se recogen los datos tanto del valor de la
refracción, como de la montura, como del tipo de lentes que lleva. Comparando la información de las
gafas anteriores con las actuales, se puede conocer cómo ha afectado el cambio de alguno de los pará-
metros de las gafas, por ejemplo el material de las lentes en la comodidad en el uso, el cambio de la base
en la percepción espacial, si existe diferencia en el centrado y ocasiona síntomas de incomodidad, etc.
Un paciente que acude por primera vez a un centro optométrico, puede ser ya un usuario de
gafas o darse el caso de que nunca anteriormente las haya llevado. A su vez, dependiendo básicamen-
te de su problema visual puede ser usuario de distintos tipos de lentes oftálmicas: monofocales, bifo-
cales o progresivas. La evaluación de las posibles causas de inadaptación se hará teniendo en cuenta
las circunstancias expuestas, y de una manera orientativa, ya que es prácticamente imposible tratar
todos los aspectos implicados en la adaptación de todos los tipos de lentes.
Mononofocales
Se trata primero el caso del paciente que acude por primera vez a un centro optométrico y que nunca
había llevado gafas. Si el monofocal se adapta contemplando todos los aspectos que se han menciona-
do hasta el momento, es improbable que refiera problemas de inadaptación.
En todo caso, es importante prestar atención a la refracción, ya que los cilindros elevados de
ejes oblicuos prescritos por primera pueden provocar problemas de adaptación perceptual.
Los monofocales se centrarán exactamente para sus distancias nasopupilares (DNP), en ausen-
cia de prescripción prismática, teniendo en cuenta la posible heteroforia y prestando especial atención
a la altura pupilar (hp) en caso de lentes asféricas y de elevadas ametropías, para evitar aberraciones, y
en anisometropías para evitar desequilibrios prismáticos verticales. Si las gafas van a ser utilizadas en
visión de cerca, debe asegurarse que su centrado no provoque desestabilización en la relación conver-
gencia-acomodación. En el caso de las gafas premontadas, suele ocurrir que provocan al usuario dese-
quilibrios prismáticos de base temporal, muy críticos en visión próxima.
Cuando el paciente que acude por primera vez a un determinado centro optométrico ya era usua-
rio de gafas, es importante anotar todos los parámetros de éstas (en la primera parte del formulario dise-
ñado para tal fin), ya que cualquier cambio que efectuemos en sus condiciones de adaptación es poten-
284
cialmente una fuente de inadaptación.
La información que conviene retener es la siguiente:
Los materiales, tanto de las lentes como de la montura, para evitar problemas de incomodidad:
peso excesivo, interacción con la piel (corrosión y/o alergias).
Sobre la lente, el índice de refracción, su geometría asférica o esférica, y en caso de ser esféri-
ca, sus parámetros físicos como son la potencia esferométrica de la primera superficie (llamada base
o P1 en el formulario) y el espesor central. Conocer estos últimos parámetros es básico para prevenir
problemas de factor de aumento en las nuevas gafas, así como en la reposición de una de las lentes.
También se tendrán en cuenta los tratamientos y complementos de las lentes.
Sobre el montaje, se anotan los datos del centrado: las semidistancias entre centros ópticos de
las lentes (DNC) y las alturas de estos centros (hc), que nos permitirán conocer si el usuario estaba
soportando algún desequilibrio prismático en sus anteriores gafas, y en definitiva, poder pronosticar el
efecto que el usuario experimentará en la visión binocular debido al cambio.
Sobre la adaptación anatómica de las gafas, conviene retener, mediante un breve comentario,
la posición relativa de la montura en la cara, la distancia de vértice y la inclinación de la montura, tanto
el ángulo pantoscópico como el meniscado.
La posición relativa de la montura en la cara da idea de si la corrección que lleva el usuario en
la gafa antigua es la que le corresponde. Un miope hiponeutralizado, por el principio de la potencia
efectiva, tiende a acercarse las gafas, a la inversa que el hipermétrope. La distancia de vértice (dv) a la
que se hallan las gafas debe ser mantenida idéntica a la que se utiliza en foróptero o gafa de prueba,
para evitar la hipo/hipercorrección.
Multifocales
Para comprender los problemas de adaptación de cada uno de los sistemas multifocales es necesario
evaluar sus prestaciones a fin de conocer cuál es el mejor sistema en cada caso y minimizar la proba-
bilidad de inadaptación. Debido a la gran diferencia geométrica y óptica entre los sistemas bi y trifo-
cales y los progresivos, es indispensable hacer el estudio por separado, y debemos remitirnos a los
capítulos correspondientes en los que se ha tratado en profundidad las variables que intervienen en la
adaptación de un usuario al sistema multifocal concreto. Lo que en general se puede considerar es que
la dimensión vertical de la montura debe ser lo suficentemente grande para albergar el tipo de multi-
focal considerado, y que se debe prestar especial atención en las anisometropías.
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Bibliografía
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Publications, 1988.
FANNIN, T.E.; GROSVENOR T. Clinical Optics. Boston, Butterworths, 1987.
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