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LA CAJA NEGRA

César De María

Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 8 pag 1


Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 8

LA CAJA NEGRA
César De María

Drama en dos actos MARCO: ¿Usas anteojos, Manuel? Toma,


ponte anteojos negros. (Se los da.)
«Los viejos son horribles.
Una moneda para ellos. Ven LUCAS: Se permiten las visitas de tus
arrojemos a los ciegos de la primavera». amigas. Si son guapas, mejor.

(Julio Heredia, Libro de los muchachos chinos) MARCO: ¿Tienes un terno? Puedo pres-
tarte uno. ¿Sabes anudarte la corbata?
«Ay de los que hacen sus obras en las ti- (Le alcanza traje y corbata. El joven se
nieblas y dicen: ¿quién nos ve y quién viste.)
nos oye?»
LUCAS: Mientras más larga la corbata,
(Isaías, 29 - 15) mejor. Más te miran.

Personajes MARCO: ¿Tienes imaginación? Es muy


útil aquí. Ya te explicaremos.
MARCO y LUCAS oficinistas de 60 años
MANUEL empleado nuevo, 25 años LUCAS: (Malicioso.) ¿Sabes lo que estoy
DOÑA ESTELA empleada de limpieza de 37 imaginando?
años
Los tres hombres son ciegos. MARCO: Supongo que no bebes.

Acción en la oficina de los hombres, en el MANUEL: ¡Nunca!


13° piso de un edificio en el puerto del
Callao, Lima, Perú. MARCO: Bien. Hay que levantarse tem-
prano y hacer ejercicios. Te recomiendo:
PROLOGO mente sana, ya sabes el refrán.

En la oscuridad aparecen de golpe, bajo sen- LUCAS: Sí: métela sana en un cuerpo
dos haces de luz, los tres ciegos. Los vie- bien sano. (Trata de no reír.)
jos lucen monstruosamente decrépitos. El
joven los escucha con cándido temor. MARCO: Se trabaja hasta las seis. Des-
Marco y Lucas lo acosan suave y veloz- cansas una hora a mediodía, para almor-
mente, sin oírse uno al otro. Marco trata zar. Se respetan las reglas y se vive en
de ser paternal y sólo resulta posado. paz. El trabajo es fácil, es pensar lo mis-
mo que todo el mundo pero en la direc-
El público aún no descubre la ceguera de ción correcta. Al principio parece ruti-
los tres. nario, pero el éxito es producto de la
constancia y la constancia es el apellido
MARCO: Acá hay reglas, Manuel, como en de la rutina.
todas partes.
LUCAS: ¿Por ejemplo, cuál es tu rutina?
LUCAS: Las mujeres saben de esas co- ¿En la cama o en el baño? ¿Con cuál
sas. mano?

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MARCO: Lucas te ayudará. Por algo te Afuera está una vecina que se niega a en-
recomendó. Hoy está callado, pero no trar y alcanza objetos sin poner siquiera
siempre es así. El trabaja en otras cosas un pie en el interior. La oficina tiene un
y también puedes traerle ideas. baño y una ventana grande con una es-
pesa cortina que apenas deja entrar al sol.
LUCAS: No es lo único que me puedes traer.
ESTELA: Entre conmigo, hermana, no
MARCO: ¿Eres católico? Nosotros sí. Se- tenga miedo. (Observa el lugar.) Dios
ría bueno que vayas a misa, aunque sea mío. Mire cómo quedó la oficina. Qué te-
por el trabajo que harás conmigo. Eso rrible lo que pasó aquí. ¿No va a entrar?
disciplina el alma. Los domingos son días Yo la entiendo. Pero no se vaya tampoco,
muertos. quédese en la puertita acompañándome.
(Silencio.) El piso parece baldeado con
LUCAS: Y en la iglesia están las mejores pintura negra. Suerte que traje una es-
mujeres. pátula, ¿me la alcanza, hermana? (La es-
pátula llega de fuera deslizándose por el
MARCO: Te daremos libros especiales. suelo.) Alabado sea Dios... parece men-
¿Lees mucho? tira. (Se enjuga el llanto con discreción.)
Todo igualito. Y están las cosas de los
MANUEL: Leía, sí. tres como si no hubiera pasado nada. Los
libros con huequitos, la grabadora, la
MARCO: Vas a volver a leer. Tres libros Biblia, los mapas... Cuánto cabe en un
por semana es lo ideal. Y vas a crecer sitio donde ya no hay nada. ¿Le cuento,
con nosotros. Sólo tienes que ser fiel. No hermana? Si, usted ya sabe, pero es que
hay hombre malo si es fiel y le dedica fue tan terrible que no me va a creer.
todo su tiempo a lo que hace. ¿No tienes Como salió en el periódico y peor toda-
nada que decir? vía. Escúcheme, no se vaya. Acuérdese
que Dios dice en la Biblia: «el que atien-
MANUEL: No, don Marco. Gracias. Por el de a la Verdad, a mí me atiende, y no
trabajo, por los consejos. Gracias. comete pecado». Ellos eran normalitos,
buena gente, pero mentirosos. Se men-
MARCO: No hay de qué. Lucas, ¿no vas a tían uno a otro, a mí también, y hasta a
decirle nada al joven? sí mismos, vecina. Si de eso vivían, a fin
de cuentas. Y de eso se han muerto tam-
LUCAS: ¿Para qué? Cuando empecemos bién. ¿Se puede creer? ¿Quién iba a de-
no vamos a parar. cir que don Marco sería capaz de un cri-
men así? ¿Y que ese chico fuera tan ma-
MARCO: Yo ya tengo aquí trece años. Es- lagradecido? ¿Y que don Lucas tuviera
tos sitios asustan a los jóvenes, pero no esas cosas en el cajón? Bien dice el pro-
son tan malos. feta Elías: «ni las más grandes virtudes
pueden ocultar el menor pecado». Vivían
LUCAS: Como las mujeres. Hay que sa- en el engaño, ciegos a Dios, ciegos a los
ber qué hacer adentro para no aburrir- demás hombres y ciegos a la verdad. ¿Me
se. O ganarles con pura imaginación. trajo el balde, vecina? (Estira el brazo y
la vecina se lo alcanza.) Y el día anterior
MARCO: ¿Seguro que no vas a decirle fue miércoles de limpieza, la última vez
nada, Lucas? que los vi. Qué suerte que casi ni estuve,
que vine sólo un ratito. ¿Usted debe ha-
LUCAS: No, Marco, no. El me entiende. ber escuchado, no? Su piso es el de aba-
jo. ¿La policía le preguntó? ¿Y usted no
Con una palmada de Lucas en el hombro oyó nada? ¿Nada-nada-nada? Es que así
de Manuel, vuelve la oscuridad. son las desgracias, como las cartas que
llegan despacito por abajo de la puerta.
PRIMER ACTO Y dicen que las trae un angelito. (Transi-
ción hacia la historia que ella cuenta. Es
Súbitamente, la mujer de la limpieza - doña de día. La mujer limpia y aparecen los
Estela, de buen aspecto - entra y encien- dos viejos. Lucas sale fumando de atrás
de la mortecina luz de la oficina vacía. de un ropero, Marco entra de buen hu-
Atardece. Las paredes, los papeles, todo mor.)
está cubierto de manchas negras que ella
limpiará mientras narra su historia. MARCO: ¿Lucas?

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LUCAS: (Sentado en su escritorio, fuma LUCAS: Mejor, tenemos trabajo en can-
y se abanica con un libro en braille.) tidades bíblicas. (Bromea ceremonioso.)
¿Marco? ¡Buenos días, mister Fahrenheit! He aquí un detalle del programa. Primer
número: Himno Nacional entonado por
MARCO: ¡Cómo le va, monsieur Celsius! los presentes.
¡Hace calor!
MARCO: (Le sigue la cuerda.) ¿Segundo
LUCAS: ¡Bienvenido al infierno! (Ríen.) número?

MARCO: Uf... (Se abanica.) ¡Así no se LUCAS: Redacción y lectura del progra-
puede trabajar! ma bíblico correspondiente al tema «Ex-
pulsión de Adán y Eva del Paraíso», rea-
LUCAS: Decía Baudelaire: donde no se lizado por don Marco el Patrístico y su
puede trabajar, se puede q escribir. ayudante Manuel el Hagiógrafo, cuya
ausencia extraña a los presentes.
MARCO: Escucha: viene un avión. (Espe-
ran a que el rugido de un avión cubra sus MARCO: Tercer número: escritura de un
voces. Gritan sin oírse mutuamente.) comercial de cuadernos que realizará en
vivo y ante nuestros propios ojos don
LUCAS: ¡Odio empezar todos los días la Lucas de Bergerac, quien vende sus ideas
misma vida! a despiadados publicistas que trepan con
ellas al balcón de los compradores. Y
MARCO: Tengo miedo al deber de cam- como cuarto número...
biar. (Pasa el avión. Hacen sus labores.)
LUCAS: Lectura del poema de la sema-
LUCAS: ¿Dijiste algo de cambiar? na, realizado como calistenia cerebral y
ejercicio de educación artística por el
MARCO: Es un secreto. Sólo el avión sabe. velado artista, don Marco Nervo.
(Silencio.) ¿Sabes en qué pensé? En que
escribamos nuestro famoso cuento po- MARCO: (Abandona modesto el juego.)
niendo a doña Estela de protagonista. No, el poema no...

LUCAS: (Socarrón.) Joven Werther: el LUCAS: ¿Pero qué pasó, no lo escribis-


amor lo está matando. te? Lo has hecho durante tantos años y
ahora, cuando la fama tocaba tus puer-
MARCO: No, hombre, ¿cuál amor? Te es- tas, a la edad en que Goethe concluye el
toy hablando del esquema narrativo. Fausto, renuncias a...
Imagínate una mujer franca, honesta,
directa... MARCO: Ya, no sigas.

LUCAS: O sea: un personaje ficticio. LUCAS: ¿Vas a leer? Si lees, te hago café.
(Lo prepara en una vieja cafetera.)
MARCO: Y esta mujer va contando la vida
de acuerdo a su moral y se asombra cons- MARCO: Qué me queda. De algo tienes
tantemente pero se somete a lo que ... que burlarte.

LUCAS: Eso me recuerda a Moby Dick, LUCAS: Bueno, bueno, (A un público


Marco. ¿Por qué no hacer que mienta, imaginario.) el poema de hoy se titula...
que sea perversa pero se esconda detrás
de su falsa simplicidad de fregona? MARCO: (Saca de un bolsillo un cartón
perforado caseramente. Lee.) «Soneto a
MARCO: Eso me recuerda a Sade. Y no la mujer que limpia».
es creíble, a la gente se le nota cuando
es buena o mala. LUCAS: ¿Con coma o sin coma?

LUCAS: Pero la gente escondida es la MARCO: ¿Cuál coma?


mejor para escribir. Y para todo lo de-
más. LUCAS: Puede ser: «SONETO A LA MU-
JER, coma, ¡qué limpia!»
MARCO: Así nunca vamos a empezar el
cuento. MARCO: Déjate de cosas.

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LUCAS: Lee, lee. LUCAS: Ya no te hagas de rogar.

MARCO: No, ya no. (Se enoja sonriendo y ESTELA: (Se cambia en el baño.) ¡Sí, lea!
deja el poema sobre su escritorio.)
LUCAS: No crea que el título es por us-
LUCAS: Caramba, nos quedamos sin ted, señora, después se nos pone muy
cuarto número. sobrada.

MARCO: No, escucha. MARCO: Título: Soneto a la Mujer que


Limpia. (Lee con sentimiento y afecta-
LUCAS: (Oye al vacío.) Tienes razón, ción.)
como cuarto número...
Me gusta ensuciarte hasta las nubes
ESTELA: (Ingresa inocentemente.) Bue- por ver cómo las coges, las descuelgas,
nos días. les pasas un cepillo, las sacudes
y tiendes a secar. Cuando tú llegas
LUCAS Y MARCO: (Fanfarria circense.) aplauden las cenizas y los tachos
¡Ta-táan! abren sus bocas grandes para el beso
que les da tu estropajo, y tu penacho
LUCAS: Presentación a la sociedad de la con sus plumas provoca el embeleso
Señora Estela de la Escoba, personaje de las cosas. Después, con una escoba
real creado a la medida para don Mar- te pones a bailar sin hacer caso
co... del hombre a quien tu danza quieta arroba
que sueña con tomar tu blanca mano
MARCO: No, no... para llevarte sumisa hacia mi alcoba
y limpiarnos, allí, todo lo humano.
LUCAS: ...eterno amante y admirador
secreto ... LUCAS: ¡Vaya con los deseos ocultos!
¿Qué opina, doña?
MARCO: Para, Lucas...
MARCO: Yo no oculto nada.
LUCAS: ...además devoto de los ocultos
encantos de la doña... LUCAS: ¿Es o no es un poema de amor?

MARCO: ¿Sigues? ESTELA: Es bonito. Pero hay cosas que


no entendí.
LUCAS: ...y autor de un poema...
MARCO: Y tú, Lucas. Habla en serio.
MARCO: ¡No!
LUCAS: Ya está listo el café. (Sirve.)
ESTELA: ¿Qué poema? ¿A qué juegan?
Ustedes se están volviendo locos. MARCO: ¡Habla, hombre!

LUCAS: ¿No se ha dado cuenta? Cada LUCAS: Lo veo muy apropiado para la
miércoles el rejuvenecido Marco Gray re- mujer que limpia. Y tan bueno como
trata sus sentimientos en un poema que nuestro café.
escribe con persistencia germánica, inspi-
rado por Desempolvia, musa del plumero. MARCO: Burlón.

ESTELA: ¿Qué? LUCAS: Es que no estoy concentrado.


Sólo pienso en mi comercial, debo entre-
LUCAS: Ahora sí, queridito, tienes que gar la idea hoy mismo.
leer.
ESTELA: A mí me gustó. (Asoma a medio
ESTELA: ¿Va a leer un poema? ¡Espere vestir. Mira el suelo alrededor de Lucas.)
que me cambio! Ya comenzó con sus cascaritas. Yo lim-
pio por un lado y usted ensucia por el
LUCAS: No, cámbiese mientras escucha. otro.
No me diga que se cambia con las orejas.
LUCAS: ¿Qué quiere, doña? No hay pla-
MARCO: ¿Lo leo? cer que no ensucie.

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MARCO: ¿De quién es esa frase, de Jack MARCO: Después te explico. (Estela vuel-
el destripador? ve.)

LUCAS: Pues nada menos que mía, que MANUEL: (Entiende.) Ah, caray. Buenos
no ando destripando el idioma con un días. (Tiende la mano hacia ella.) Usted
poema cada siete días. debe ser doña Estela. Mucho gusto.

ESTELA: Usted lo que tiene es pica. ESTELA: Sí.

LUCAS: Y usted tiene olor a que se está MANUEL: O sea que es miércoles. Tengo
cambiando delante de nosotros. Vas a ver, tres días aquí.
Marco. Para darte clases, ejem, yo tam-
bién voy a escribir algo. ESTELA: ¿Lo ayudo? (Trata de guiarlo por
la habitación.)
MARCO: ¿Cuánto me vas a cobrar? Tú
nunca escribes gratis. MANUEL: Sí, por favor. Mi escritorio es el
de atrás.
LUCAS: Lo voy a hacer por amor al arte,
mira tú. Y el próximo miércoles te lo leo. MARCO: No, doña Estela, déjelo solo y que
Así descansamos de tu inspiración. aprenda.

MARCO: Yo voy a seguir escribiendo, ha- LUCAS: Para eso está grandecito y no
gas lo que hagas. vive con su mamá, ¿verdad, Manolito?

LUCAS: O sea que tu vena poética es ESTELA: (Lo suelta. En el presente.) El


hemofílica. Hm, huele a enagua! ¡Se está chico era hermoso, vecina. Tan guapo,
poniendo la falda! tan joven... ¡y ya cieguito! (A Manuel.)
¿Cómo se llama, joven?
ESTELA: (Vistiéndose.) ¡Es usted un odio-
so! MANUEL: Manuel.

MARCO: Apúrese que ya viene nuestro ESTELA: (Al presente.) Ángel debió lla-
discípulo... marse, por la carita. Era un ángel en
medio de esos viejos tan tristes. Y don
LUCAS: Cinco, cuatro, tres... Marco, de tanto que lo quería, a cada rato
lo resondraba.
ESTELA: ¿De veras? (Doña Estela corre a
terminar de vestirse dentro del baño.) MARCO: Llegar tarde es como no llegar,
¿sabes?
LUCAS: Dos, uno... (Entra Manuel.) ¡Cero!
MANUEL: Pero don Marco...
MANUEL: Buenos días.
MARCO: No hay peros.
MARCO: No son horas de llegar, Manuel.
LUCAS: Deja que nos cuente el pretexto
MANUEL: ¿A qué huele? del día. Quinto número del programa.

LUCAS: ¿Ya ves? El también se altera con MANUEL: Fue mi despertador...


ese olorcito.
LUCAS: Ah, ¿el del cuento de ayer?
MANUEL: No es naranja. No es el café. (Risita.)

LUCAS: No, el café nunca huele tan bien. MANUEL: Es que no es braille y no sé a
El nuestro al menos... que hora suena, me despertó en la ma-
drugada, creo, y me volví a dormir... Ade-
MANUEL: Tampoco es cigarrillo. ¿A qué más tuve problemas con el micro...
huele, don Marco? Esa no es la rata del
baño, ¿verdad? LUCAS: Como los cantantes.

LUCAS: Qué va. Viene del baño pero no MANUEL: De veras... en el microbús no me
es rata. avisaron.

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MARCO: Tienes que ir contando los pa- en esos barcos que rodeaban el mundo
raderos. no siempre llevaban papel. El cuerpo es
el único registro de lo que vemos. Y pen-
MANUEL: No me avisaron. La gente no sar que la gente lo trata tan mal.
quiere a los ciegos.
ESTELA: (Sale del baño, en el presente.)
MARCO: La gente no quiere a nadie. Don Marco parecía un libro cuando ha-
blaba con el chico. Don Lucas parecía
LUCAS: Yo los dejo un ratito. Hablando de que ni lo miraba, pero estaba atento. Y
querer, se me ha ocurrido algo. Ya vengo. su procesión iba por dentro. Yo debí dar-
me cuenta desde el primer día, cuando
ESTELA: ¿A dónde va, don Lucas? se fue. ¡El nunca dejaba la oficina hasta
la salida, pero jamás! Hasta don Marco,
LUCAS: Ya vengo. (Sale.) que era bien rígido, salía a tomar aire.
Pero don Lucas, nunca. Y justo ese día
MARCO: ¿Leíste tu Biblia? (Doña Estela le dio por comprar. Y allí debí darme
limpia el baño.) cuenta, cuando vi lo que trajo.

MANUEL: No entendí nada, don Marco. Mis LUCAS: (Entra y muestra su compra.)
dedos no sienten. Casi no pude leer. Bombones.

MARCO: Tienes que practicar. ¿Cómo vas MARCO: ¿Y desde cuándo comes eso?
a ayudarme con el libreto si no has leído
la historia? LUCAS: Desde ahora. Me provocó.

MANUEL: Pero esa la sabe cualquiera... ESTELA: ¿Y no va a convidar?

MARCO: Igual hay que repasarla, ¿o aca- LUCAS: Claro, pero bombón que come
so te acuerdas de todo? bombón es caníbal.

MANUEL: De todo, don Marco, tengo bue- ESTELA: (Come.) Ricos.


na memoria. A veces quiero olvidarme de
un montón de cosas, pero recuerdo has- LUCAS: ¿Quieres uno, Manuel?
ta el color de las hojas que vi cuando era
chico. De los jabones. Del pan. MANUEL: No, gracias.

MARCO: ¿Tú educas tu memoria? MARCO: Toma uno. No seas malcriado.

MANUEL: ¿Educar? MANUEL: No quiero, gracias.

MARCO: ¿Tienes algún método? Yo sin ESTELA: Joven, no haga desplantes.


método no podría.
MANUEL: Bueno... (Con timidez toma y tra-
MANUEL: No. Simplemente me acuerdo. ga uno.)
¿Sabe que... que cuando más sufro más
recuerdo? LUCAS: ¿Y? ¿Te diste cuenta?

MARCO: ¿Y nada te hace olvidar? ¿Te MANUEL: Antes de comerlo.


acuerdas de lo que haces cuando estás
borracho, por ejemplo? LUCAS: Toma otro. Toma. (El joven obe-
dece.)
MANUEL: No sé. (Tímido.) Nunca he esta-
do borracho. MARCO: Qué calor.

MARCO: (Palpa un globo terráqueo.) ¿Sa- LUCAS: Iba a traer algo de beber, pero
bes cómo recordaban sus mapas los an- no sabía. Cualquier cosa es mejor que el
tiguos exploradores? Se recorrían la piel brebaje que hacemos en este aparato.
con las uñas, casi cortándose el pellejo. Pero me decidí por los chocolates con li-
Si veían una bahía, se hacían una cur- cor. ¿Qué es, Manuel?
va, si era un río, una raya. Registraban
el saber con todos los sentidos, porque MANUEL: Ron. Ron barato.

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ESTELA: (Come uno más.) Sí, están fuer- na película, un lindo cuentito antes de
tes. dormir.

LUCAS: Coman todos los que quieran. LUCAS: Pero el cuentito de miércoles que
(Manuel duda. Come otro sin mascarlo.) tengo que hacer está difícil.

ESTELA: Joven, tiene hambre. ESTELA: ¿De qué trata?

LUCAS: Pero si no les gusta el ron bara- LUCAS: Un comercial para los cuader-
to, acá tengo... ¡sidra! nos Atlas.

MARCO: ¿Y para qué has comprado eso? ESTELA: ¿Los que tienen un dibujo de
Dios con el mundo acá?
LUCAS: Para celebrar, hombre, primera
vez que estamos los cuatro juntos. (Des- MARCO: No es Dios, doña Estela, es At-
corcha la botella y sirve.) A la salud de las. Según los antiguos griegos, él tenía
los ciegos, que no vemos diablos azules que cargar el universo sobre los hombros.
ni siquiera en blanco y negro.
ESTELA: Yo pensé que era Jesús, o Dios.
MARCO: Yo no tomo.
LUCAS: No, no, Dios soy yo que tengo
LUCAS: Hazlo por ellos. Y tú, Manuel, que crear una idea para el bendito cua-
tómate este que llega hasta el borde. derno. ¿Y qué le importará Atlas a los
chicos? ¡Todo el día de espaldas al mun-
MANUEL: No, por favor. do! Pero ya tengo algo, escuchen. Ima-
gínense la historia de un niño al que le
LUCAS: ¡Salud! (Beben. Manuel duda y compran estos cuadernos y usa uno
apura su trago.) para matar una mosca, para jugar
pimpón y para un montón de tonterías
ESTELA: Uy, estaba con sed. (Ríe.) Y ca- así, y al final el locutor dice: «cuader-
lor, mire cómo suda. nos Atlas: soportan el mundo de la fan-
tasía infantil.» ¿Qué les parece? (Silen-
LUCAS: Hablando de sudor, hay que ga- cio.)
narnos el pan con el sudor del lapicero.
En vez de mirarnos deberíamos apurar- MARCO: Hmm...
nos con el trabajo.
MANUEL: (Muy impetuoso y expresivo.)
MANUEL: Bueno, lo graban el sábado. Mejor mostrar que el papel aguanta todo.

MARCO: Pero tiene razón Lucas, la radio ESTELA: Ajá. Para que las mamás com-
paga contra entrega. pren.

LUCAS: O sea: esclavo entregar hoy, es- LUCAS: ¿Qué? ¿No les gustó?
clavo cobrar hoy.
MANUEL: Digo, mostrar que en cada cua-
MARCO: Y tú (A Lucas.) tienes que hacer derno cabe un mundo, lo que se dibuja y
la idea del comercial de televisión. se escribe pero como si fuera real... el
papel sería como Atlas que soporta todo
ESTELA: ¿Van a salir en la tele, don Mar- lo que...
co?
LUCAS: Pero de eso no estamos hablan-
MARCO: No, escribimos comerciales. Me- do, ¿les gusta mi idea o no?
jor dicho, Lucas. El inventa las ideas y
después las filman, como películas. MARCO: A mí... no sé.

LUCAS: ¡Nosotros escribiendo para la ESTELA: Yo no entendí nada.


televisión! Es como poner un mudo de
locutor de radio. (Ríen.) LUCAS: ¡Usted siga barriendo!

MARCO: Pero eso le gusta a la gente, que MANUEL: Si no me hacen caso, prefiero
le oscurezcan la vida y le pasen una bue- leer la Biblia.

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LUCAS: Caramba, ¡digan sí o digan no! va, comí mono, comí tortuga, comí cule-
(Pausa.) bra. Rica, doña. Algún día la voy a hacer
probar.
MARCO Y MANUEL: (Se burlan a coro.)
No. ESTELA: No, gracias, si a usted le gusta
es cosa suya.
LUCAS: ¡Pu-ñalada! Lo pensé dos días...
¡y no les gusta! LUCAS: ¿Qué cosa es mía? ¿La culebra?
¡Se la presto!
ESTELA: A mí más me gusta la del joven
Manuel. Digo, que se vea un maremoto MARCO: Lucas, te estás pasando de la
dibujado en una tarea del colegio y ¡chás, raya.
el cuaderno se moja! Pero aguanta. Lue-
go el chico escribe cordillera y al cuader- LUCAS: Uy, cómo cuidan las rayas en
no le salen cerros, ¡pero no le pesan! Y esta oficina. Está bien, sigan nomás.
bueno, este... así pues. Chico, ya que estás tan callado, cómete
un chocolatito. (Escribe. Manuel se tra-
MARCO: Contratada, doña Estela. ga otro bombón.)

LUCAS: Pero para barrer. (Ríe enojado.) ESTELA: (A su vecina.) Y comía sin que-
En serio, ¿no les gustó? Voy a pensar jarse, era tan inocente. Con don Marco
otra. (Pausa.) escribían esas cosas para la radio, que el
Rey Salomón, que el carro de fuego... Y
MARCO: Manuel, ¿de veras te acuerdas don Lucas sus propagandas. Era medio
de toda la historia? sucio. Pero buena gente, de veras. Me
caían bien, vecina.
LUCAS: La de Adán y Eva yo también me
la sé, por si acaso. LUCAS: ¡Hora de almorzar! ¿Acabaron?

MARCO: Tú escribe tu comercial, queri- MARCO: No, pero casi.


do Atlas. A ver, Manuel, cuéntamela.
ESTELA: Yo sí. Me voy.
MANUEL: (Resume.) Dios le dice a Adán:
no comas de este árbol o se friegan. Pero LUCAS: Las mujeres siempre acaban
Eva agarra una manzana y... antes que uno. Yo también salgo, doña.
¿Bajamos juntos?
MARCO: ¿Y la serpiente?
ESTELA: Siga nomás que voy a guardar
LUCAS: ¿Qué? ¿Eva le agarra la serpien- mis cosas.
te a Adán?
LUCAS: Uy, sus cosas.
ESTELA: ¡Qué grosero!
MARCO: Yo voy bajando, el hambre me
LUCAS: Grosero viene de grueso, doña. mata. Te espero en el kiosko, Lucas. Y
tú, Manuel, piensa mientras comes a ver
MARCO: No fastidies, Lucas. si terminas solo el guión. (Sale.)

MANUEL: La culebra le dice a Eva que LUCAS: Yo voy ahorita, Marco. (A Ma-
coma, que está rica... nuel, por ella que se cambia en el baño.)
Esta ya la tengo madurita, ¿cómo la
LUCAS: ¿Rica quién? ¿Eva? ¿O la culebra? ves? Siempre me hace ascos, pero va a
caer. Y tú, ¿me conseguiste lo que te
MANUEL: ¡La manzana, don Lucas! pedí?

LUCAS: Pero la culebra también, ¿o no, MANUEL: Don Lucas, ¿es en serio? Me bro-
doña Estela? ¿Usted nunca ha comido mea con eso todos los días...
culebra?
LUCAS: No es broma, por supuesto que
ESTELA: No. es en serio. Y la quiero chiquilla, te
dije. Alguna vecinita de la casa de tu
LUCAS: Yo estuve veinte años en la sel- mamá...

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MANUEL: A mi mamá no la visito, ¿y por yo... ¿yo veo a la Virgen?
qué cree que yo...?
ESTELA: ¿Cómo?
LUCAS: No te hagas, conmigo no te ha-
gas. Tú tienes tus relaciones, ¿sí o no? MANUEL: ¿No crees que estoy loco, Estela?
Entonces consígueme alguien para tener
las mías. Chao. (Sale. Vuelve doña Este- ESTELA: No, pero cuente. Cuenta.
la lista para irse. Queda frente a Manuel
y lo mira con curiosidad. El espera a que MANUEL: De repente estoy haciendo algo
ella hable.) y me paralizo. Se me aparece la Virgen y
me dice cosas. Yo he sido muy malo de
MANUEL: Doña Estela... disculpe a don muchacho. Me da vergüenza, pero a us-
Lucas. ted le puedo contar. Ojo que don Marco
no sabe. Sólo don Lucas.
ESTELA: ¿Disculparle qué?
ESTELA: ¿Y por qué no sabe?
MANUEL: Las cosas que dice... no sé...
(Come un bombón.) MANUEL: Porque no quiero decepcionar-
lo. Es muy bueno.
ESTELA: Lo conozco de tiempo y ya me
acostumbré, joven, son cochinadas de ESTELA: ¿Y no sabe qué?
viejo.
MANUEL: Yo de muchacho... (Se sirve un
MANUEL: No me diga joven. Así usted pa- trago.) robaba cosas.
rece una abuela.
ESTELA: Bah, a todos los muchachos les
ESTELA: Pero no soy. da por...

MANUEL: ¿Qué edad tiene? MANUEL: No, no me entiende... si usted...


si tú supieras no me hablarías. Iba al
ESTELA: 37. ¿Y usted? muelle y robaba de los almacenes, de los
camiones. Vendía eso para comprar por-
MANUEL: «Y tú». querías. Incluso iba a la Procesión a ro-
bar billeteras. Por eso la Virgen... (Pau-
ESTELA: ¿Y yo qué? sa.)

MANUEL: Digo que no me diga usted, dí- ESTELA: ¿Usted? ¿Y por qué me cuenta
game tú. Dime tú. esas cosas?

ESTELA: No, ¿después que van a decir los MANUEL: Bueno, es que su voz... se oye
señores? tan confiada. Y quería advertirle, nada
más. Y ahora me estoy sintiendo mal, no
MANUEL: Dime tú cuando no estén. Si no me concentro... tengo miedo de que los
te molesta. recuerdos vuelvan, y peor en la oficina.
Aquí no puedo contarle a nadie, sólo a
ESTELA: No, no. usted, estos asuntos no se hablan entre
hombres.
MANUEL: ¿Tú sueñas, Estela?
ESTELA: Usted está muy joven para ator-
ESTELA: Todos soñamos. ¿Tú no? mentarse. (Pausa.)

MANUEL: ¿Sabes que no? Sólo cuando es- MANUEL: Te olvidaste del tú.
toy despierto. Por eso me gusta trabajar
acá. Invento historias, escribo cosas... ESTELA: Uy, sí. La poca costumbre. (Son-
pero cuando duermo no veo nada. ríen. Pausa.)

ESTELA: Yo sí. Sueño que soy chiquilla. MANUEL: Dime... ¿qué se ve por la venta-
De niña iba siempre a la gruta de mi co- na?
legio. Le llevaba flores a la Virgen.
ESTELA: Los barcos. (Abre.) Esas cajas
MANUEL: ¿Sí? (Pausa.) Sabes que a veces de fierro que cargan...

Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 8 pag 10


MANUEL: Containers. Así se llaman. los barcos? ¿A quejarse del café? ¿A to-
car mapas? ¿Contar los paraderos del
ESTELA: Eso. Los marineros se los llevan micro para saber dónde bajar sin poder
quién sabe adónde. mirar afuera? Dígame: ¿ellos la han to-
cado? ¿Saben cómo es usted? (Bebe.)
MANUEL: Como ataúdes, ¿no? Parece que
entierran gigantes en el mar. ESTELA: ¡Jamás! A don Marco ni se le
ocurre. Don Lucas una vez quiso pero lo
ESTELA: Así debe ser. Se ven los pájaros. despaché.

MANUEL: Las gaviotas. Se ríen de uno. MANUEL: O sea que sólo yo sé cómo eres.
¿Dónde está usted?
ESTELA: Ajá. Pero no cuente, ah.
ESTELA: Junto a la ventana. Se ve el mar,
marrón cerca, azul lejos. (Manuel pone MANUEL: (Tocándole la mejilla.) Tienes la
la mano en el hombro de ella, ambos de piel tan...
cara a la ventana.) Chicos jugando fút-
bol y... ESTELA: ¿Tan qué?

MANUEL: ¿Tienes hijos? MANUEL: Tan caliente. Mucho.

ESTELA: No. ESTELA: ¿Ah, sí? Es que soy norteña.

MANUEL: ¿Y esposo? MANUEL: (Le toca el cuello.) Se te siente


el corazón. He tocado a poca gente, pero
ESTELA: No. Vivo sola. Por eso me fasti- nunca les sentí el corazón. (Pausa. La
dia don Lucas, si tuviera quién me de- palpa con curiosidad.)
fienda no hablaría así.
ESTELA: ¿Usted vive solo?
MANUEL: ¿Tú crees? (Pausa.) ¿Y qué más
se ve? MANUEL: Sí.

ESTELA: Camiones. La callecita La Mar, ESTELA: ¿Y quién le cocina?


donde están las cabezas de los héroes...
MANUEL: Una vecina, amiga de mi mamá.
MANUEL: ¿Las has tocado?
ESTELA: ¿Y no ve a su mami?
ESTELA: No, sólo las he visto. Están su-
cias. MANUEL: No veo a nadie, Estela. (Ríe.)

MANUEL: Yo sí, después que... me pasó ESTELA: Digo, ¿no la visita? ¿Y ella a us-
esto. Son tan frías. ted?

ESTELA: Ustedes ven con las manos. MANUEL: No sabe dónde estoy. Hace tiem-
po que no tiene idea de mi vida. Y si me
MANUEL: ¿Cómo es tu cara, Estela? viera ciego, se moriría. Diría que Dios lo
hizo para castigarla. Además, no quiero
ESTELA: Es... un poco redonda. (Manuel verla porque he sido muy malo, pero aho-
bebe a pico de botella y toca el rostro de ra tengo que cambiar. (Alucinado.) Esto
Estela.) es un castigo mío y no de ella, por eso
tengo que cambiar. (Pausa.)
MANUEL: No te puedo imaginar. Antes sólo
podía tocar una mujer en mi imagina- ESTELA: ¿No va a comer?
ción. Ahora ni tocando me la puedo ima-
ginar. MANUEL: Sí, traje algo. ¿Quieres comer
conmigo? Fíjate qué hay en esa bolsa.
ESTELA: Ya se acostumbrará. Mire a los ¿Está mi frasco allí? Tengo que tomar
señores, han hecho su vida. pastillas para los nervios. ¿Encontraste?
¿Qué más hay?
MANUEL: ¿Y eso es vida? ¿Venir todos los
días al mismo lugar a oír cómo se van ESTELA: (Busca en la bolsa de él.) Hay un

Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 8 pag 11


sánduche. Y una manzana. (Transición. A ESTELA: La Virgencita perdona a todos.
la vecina en el presente.) Y este chico que
iba a cometer tanta maldad, decía que veía MANUEL: (Tembloroso.) Perdóname tú.
a la Virgen. Y bruta yo que no me imaginé
la realidad. Es que era tan hermoso, con ESTELA: Sí, pero quieto, quieto...
esos deditos no podía ser malo con nadie.
Pero bien dice el profeta Elías: «el hombre MANUEL: Siempre que debía ser bueno me
busca a Dios porque su cuerpo encierra al escondía en mis ideas, inventaba, duda-
demonio». Parecía un santo, ese miércoles ba y no hacía nada... (Solloza. Duerme.
comía como un pajarito, mascando des- Entran los viejos.)
pacio, tragando la sidra como los pollitos,
y justo antes que me vaya... (Manuel sufre LUCAS: Buenas tardes, doña Estela. (Ol-
un arrebato y lanza las cosas a los lados.) fatea.) ¿Sigue aquí?
Tiró todo. ¡Y hablaba!
ESTELA: Shh. El joven se durmió.
MANUEL: No me castigues, Virgencita...
MARCO: ¿Qué raro? Bueno, tiene hasta
ESTELA: Rogaba al Señor que no lo casti- las dos en punto. No es educarlo dejar
gue, ¿pero de qué? Yo no lo entendía, que se duerma en la oficina.
tenía que haberme dado cuenta de que
era loquito, ¡qué torpe soy! ESTELA: Pero ensució todo.

MANUEL: Perdona mi cobardía, Bella Se- MARCO: ¿Ensució qué?


ñora...
ESTELA: Parece que se siente mal, se le
ESTELA: Cálmate, cálmese, joven... cayeron las cosas.

MANUEL: ¡Por Dios! Si volviera a vivir, di- MARCO: No lo engría, doña Estela. Deje
ría que no. Moriría oponiéndome, Santa de hacerle caso.
Madrecita, ¡pequé por omisión! ¡Por mie-
do! ESTELA: Es que está medio enfermo.

ESTELA: No jure en vano... LUCAS: ¿Qué hablaron? De repente dijo


algo usted y eso...
MANUEL: No, ¡no! ¡No me des otra vez el
infierno! (Se acerca a la ventana .) ESTELA: No, él habló. De la Virgen. De
cuando era chico...
ESTELA: ¿A dónde va?
LUCAS: Esas historias no tienen impor-
MANUEL: Allá, ¡el infierno queda sobre el tancia.
mar! (La abre.)
MARCO: No le haga caso, tenemos que
ESTELA: Cuidado. ponerlo en vereda. ¿Se imagina? Si los
genios del mundo se durmieran, no ha-
MANUEL: Madre: perdóname por robar tus bría nada. Este chico es inteligente y le
flores. choca estar así, como a cualquiera.

ESTELA: ¿Qué? ESTELA: ¿Cómo se quedó ciego?

MANUEL: Yo me robé las flores de la gruta LUCAS: ¿No le ha contado?


y se las di a una mujer. Tenía 11 años.
Ya sabía lo que era bueno y era malo. (Se MARCO: Un accidente, me dijo.
Calma. A Estela.) Perdóneme usted.
LUCAS: No le vaya a preguntar, doña.
ESTELA: ¿Yo?
ESTELA: No, qué va. Hasta luego.
MANUEL: Perdóneme por no defenderla.
por no haber hecho nada más que llorar. LUCAS: ¿Se va? (Descubre la botella va-
por no quererla como debí. Perdóneme cía.) ¡Se tomaron todo!
usted. (Se sienta y llora. Ella le acaricia
la cabeza.) ESTELA: Yo no. El solito. Hasta luego.

Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 8 pag 12


(Transición a un tiempo indeterminado: MARCO: Muchas gracias. Sigue en lo
ella habla con un policía.) Me dio pena, tuyo.
de veras. Soñé con él ese día, capitán.
Pero no tenía ningún frasquito de vene- LUCAS: (Insiste.) Como todos los gran-
no. Dijo que iba a traer uno para la rata des asesinos, necesitaba un pretexto y
del... ¿Drogas? Qué va, si tenía nomás un público espectador. Imagínense, de-
un sánduche y una manzanita vieja que bió sentirse realmente bendito: la fe era
ni provocaba. Aunque creo que tomaba su pretexto y su observador era Dios.
pastillas. ¿No eran para los nervios?
¿Qué? ¿Sólo caramelos? ¿Y por qué me MARCO: Ya empezaste con tus barraba-
engañó? Ay, no sé. Yo sólo limpié y me sadas. Yo tengo mi teoría de los compo-
fui, casi ni hablamos. Pero me dio lásti- nentes mecánicos.
ma su ataque, si eran caramelos no le
puede haber chocado el licor. Hablaba LUCAS: Déjame hablar, hombre. El ase-
de la Virgen, pero adentro seguro que sino escoge a su público según su cali-
tenía al diablo, ¿no dice San Mateo que dad, su firmeza, su categoría de asesino.
los poseídos son ciegos y jóvenes? No, No es lo mismo matar ante una multitud
relación personal ni con él ni con nadie, que hacerlo a escondidas, con veneno.
señor policía. Yo soy sólo... yo era sola- Hay una consagración artística en el acto
mente la mujer de la limpieza, la que criminal. Si lo escondiera y fuera un buen
barría los suelos y borraba las manchas. asesino, la conciencia le increparía más
Ninguna relación personal. Compasión la oscuridad que el mismo crimen. Y Dios
y miedo, porque estaban medio loquitos. es un gran criminal voyeurista que in-
¡Y el chico! Le voy a contar su segundo venta al hombre para que haga lo que él
ataque, el del otro miércoles. Cuando lle- desea, y poder ver sus delitos. El hom-
gué se puso tan mal... bre es como el video casero de Dios, ¿sue-
na bien, no?
Salto al segundo miércoles de la historia.
Marco está en el baño, Lucas y Manuel MARCO: Ahora óyeme, Manuel. Lucas es
en sus escritorios, Estela no llega aún. bueno pero todo lo explica así. En cam-
bio yo apelo al crimen para detectar co-
LUCAS: Te comiste el pastel. sas mayores, como Newton con la man-
zana.
MANUEL: Tenía brandy barato.
LUCAS: Eva también usó una manzana.
LUCAS: Pero te gustó. ¿Y probaste tu Y Guillermo Tell. Si el bronceador fuera
café? de manzana escribiría un comercial muy
lindo.
MANUEL: ¿Por qué me hace esto, don
Lucas? MARCO: Los actos existen independien-
temente de los hombres. Por ejemplo, la
LUCAS: A ver si te inspiras. llegada a la Luna. Todos los seres hu-
manos, como los engranajes de una ma-
MARCO: (Sale secándose las manos.) Si- quinita, estamos dispuestos a ello, por-
gamos con Abraham. que sí. Es innato. Y un componente me-
cánico nos va llevando a cada acto, uno
LUCAS: Yo no puedo. Estoy en mi comer- por uno, como un gran reloj imperial de
cial de bronceador. caja de ébano, que contiene en sí mismo
la vida entera de su dueño, cada segun-
MARCO: Piensa algo para nosotros y te do del rey o los del esclavo, según quién
damos un par de ideas. se apropie de él.

LUCAS: Ah, ¿hablas de un canje de pri- MANUEL: Como las palabras.


sioneros?
MARCO: Sí, pero con mayor exactitud. El
MARCO: Sí. hombre apunta a cada acto como la aguja
se acerca al número 12. El minutero lle-
LUCAS: Es que ustedes necesitan un diá- gará antes y dirá: yo estaba destinado a
logo simplón, y lo que a mí se me ocurre ser el primero. Falso. El reloj había des-
es demasiado... pretencioso. Opino: tinado a cualquiera de sus agujas, y una
Abraham era un perturbado. por simple azar lo hizo antes que la otra.

Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 8 pag 13


Igualmente cualquiera de nosotros está MANUEL: (Llora.) No acepto eso... (Lanza
destinado a cumplir hoy un gran crimen, un crucifijo que Marco tiene en el pupi-
mañana una fórmula, pasado un poema. tre, y casi le da a él.)
Los grandes hechos, Dios los va hacien-
do cumplir de hombre en hombre, dele- MARCO: Hijo, no es para tanto...
gando sus tareas. Así todos podemos ser
Dios por un segundo, cuando salvamos MANUEL: No acepto el orden, don Marco.
una vida... ¿Y los sentimientos? ¿Y las culpas cómo
se miden, con trigonometría?
LUCAS: O cuando matamos a alguien.
¿No vas a leer tu poema de hoy? Aprove- LUCAS: Con geometría plana, tonto.
cha que no traje el mío. Tienes campo
libre. MARCO: (A Lucas.) No lo fastidies.

MANUEL: (Deprimido.) Esperen, estoy MANUEL: (A Lucas.) Usted nunca habla


pensando en lo que han dicho. en serio. Pero a mí me pone nervioso. Y
usted también, don Marco. Tienen una
MARCO: (Ríe.) Ay, hijo, las ideas son respuesta para cada pregunta y eso... no
como las pelotas. No tienen ninguna gra- puede ser.
cia, pero si uno inventa ciertas normas a
su alrededor, la humanidad entera se LUCAS: ¿Por qué no? No somos imbéci-
pone a perseguirlas. les.

LUCAS: A las ideas, como a las pelotas y MANUEL: No, uno se castiga. No los demás.
a las mujeres, hay que atraparlas prime- No Dios.
ro y luego deshacerse de ellas con una
buena patada. MARCO: Manolito, sólo se castigan los
que nadie quiere, porque no tienen ni
MANUEL: O sea que estamos destinados a quién los perdone ni quién los resondre.
cumplir un guión.
MANUEL: Eso mismo, Virgencita. Eso es.
MARCO: No, un guión tiene personajes (Tropieza con la cafetera en su camino al
escogidos con acciones fijas. Esto es baño. Entra y da un portazo.)
como una canción que se improvisa,
como los duelos de coplas entre gauchos El rugido de un avión irrumpe y los viejos
argentinos, pero lo terrible es que alguien, gritan al cielo.
allá arriba, ya sabe la letra de cada es-
trofa. Y sólo espera que la digamos. LUCAS: ¡Deja de vigilarme!

LUCAS: Mi opinión es la del teatro. La re- MARCO: ¡Que no se desespere, Señor!


ligión es un ataque de exhibicionismo his-
térico que empezó hace cinco mil años y De golpe, doña Estela entra y el avión ca-
no termina todavía. Nosotros hacemos lo lla. La acción de los hombres se congela.
que queremos que otros vean. O si no, otros
nos inducen a hacer lo que quieren ver. ESTELA: Cada vez que pasaba un avión
gritaban al cielo un secreto. No se oían
MANUEL: (Desesperado.) ¿Y si yo, por ni ellos, porque el aeropuerto queda muy
ejemplo, me quisiera matar? ¿Es porque cerca. Y según don Marco, cuando era
quiero que me vean morir? ¿O porque chico le decía a su mamá que los aviones
Dios me está usando de instrumento en son cruces que vuelan.
contra de mí mismo?
Cierra la puerta y la acción se reinicia.
LUCAS: O porque alguien del público te Marco se apoya en la puerta del baño,
está convenciendo de que hagas ese con angustia. Lucas fuma y pela una
show. naranja.

MANUEL: No puede ser. ¿Y uno dónde que- LUCAS: Doña Estela, buenos días. La
da? última perturbación que nos faltaba.

MARCO: Estábamos en manos de Dios MARCO: No hables tonterías, Lucas, esto


hasta que el hombre inventó los espejos. no es broma.

Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 8 pag 14


ESTELA: ¿Qué pasa? ESTELA: (Toca.) Joven Manuel, ¿se sien-
te bien?
LUCAS: Ah, un ataque de autocompla-
cencia que Marco no puede admitir. MARCO: Tumbó la cafetera.

ESTELA: ¿Cómo? LUCAS: El café es espantoso.

LUCAS: Nuestro joven discípulo se ence- MARCO: No bromees, hombre. esta juven-
rró en el baño. tud es incomprensible. ¡Tiró mi crucifi-
jo!
ESTELA: ¿Y?
ESTELA: ¿El que usa de pisapapeles?
MARCO: ¡Sal, Manuel!
MARCO: No, los ciegos usamos las cosas
LUCAS: Que Marco se aterra y yo sólo de otra manera.
digo: son las necesidades naturales de
todo varón joven... LUCAS: ¡Y se lo lanzó a él, que tanto lo
educa!
ESTELA: Usted es un sucio.
ESTELA: Es de bronce. Suerte que no le
LUCAS: A mucha honra. cayó.

MARCO: ¡Manuel, sal! MARCO: Manuel... No nos pongas nervio-


sos...
LUCAS: Marco, te dije que a ese chico le
faltaba un tornillo. ESTELA: ¿Pero qué puede hacer allí? Dé-
jelo tranquilo como dice don Lucas.
MARCO: Doña Estela, Manuel esta mal.
De pronto, cuando yo iba a leer mi poe- LUCAS: Yo voy a sacarlo. (Va hacia la
ma... se encerró! puerta y en el camino, su mano toca con
decisión el pubis de la mujer. Ella lo reti-
LUCAS: Déjalo allí, es su problema. ra con un golpe.)

MARCO: No, Lucas, somos responsables ESTELA: (En el presente.) Y entonces me


de él, nos lo dieron en custodia, acuér- tocó, vecina, al acercarse a la puerta.
date. ¡Siempre le corres a las responsa- Pensó que no me di cuenta de que lo
bilidades! hacía a propósito. Me puso la mano ¡así!
(Se pone la mano entre las piernas.) Y
LUCAS: Bah, Marco, ¡tonterías de chiqui- hasta él se asustó de su puntería exacta.
llo! Lo saqué de un empujón y don Marco,
tan ingenuo lo vi en ese momento, pen-
MARCO: Sal, Manolo, por favor. (A ella.) sando en el ajedrez y los planetas, ni se
Se puso a llorar de repente. Llegó triste. dio cuenta. Pero de inocente no tenía un
Yo abrí la ventana y creo que el olor del pelo, ya sabe el crimen que cometió des-
mar... ¿Manolo? pués. ¿Por qué sino lo busca la policía?
¿Por qué se escapó? (Retorna al pasado.)
LUCAS: Manolo debe estar con Manola,
¡no le hagas caso! MARCO: Manuel, no quisimos incomo-
darte.
MARCO: El pastel tenía licor, ¿le habrá
chocado? LUCAS: Eran sólo bromas, mocoso. ¡Sal!

LUCAS: No, hombre, si con eso no se ESTELA: ¿Qué pasó?


emborracha ni un ratón. Era así... (In-
dica con los dedos el tamaño del pas- LUCAS: Empezó a molestarse...
tel.)
MARCO: Le habló a la Virgen, ¿no?
MARCO: Yo me afeito aquí, Lucas. Tú
también. LUCAS: Tonterías.

LUCAS: ¿Y qué? MARCO: Y tú lo estuviste fregando.

Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 8 pag 15


LUCAS: Ya está bien grande para afec- MARCO: ¿Y si lo matas?
tarse por...
ESTELA: No está... (Busca.)
ESTELA: ¿Y por qué están tan nerviosos?
LUCAS: Sal de allí.
MARCO: (Susurra.) Porque dijo que se iba
a matar. Patea la puerta. Antes de hacerlo otra vez
sale Manuel en calzoncillos. Sangra le-
ESTELA: ¡No! ¡Manuel! ¡Joven! (Se pegan vemente de muchos pequeños tajos que
a la puerta y oyen.) se ha inferido en brazos, torso, rostro y
piernas. No son profundos pero todos
MARCO: ¿Escucharon? ¡Está abriendo el sangran.
botiquín!
MARCO: ¿Manuel?
ESTELA: Yo, nada.
LUCAS: Huele a sangre.
MARCO: Está llorando.
MARCO: (Lo toca.) Dios mío, qué te has
ESTELA: ¡No oigo! hecho... (Huye al baño.)

LUCAS: Cállese. ¿Manuel? ESTELA: (Al verlo.) ¡Ay, señor! ¿Estás


bien? ¿Sí? (Va por una toalla y empuja
ESTELA: ¿Hace rato que... ? en el camino a Marco.)

MARCO: Una hora. LUCAS: ¿Qué le pasó?

ESTELA: ¿Pero sigue bien, no? ¿Hace ruidos? ESTELA: No lo toque, se ha cortado...

MARCO: Está quejándose de algo. LUCAS: Pero sigue de pie. ¿Se cortó el
cuello? ¿Está mal?
ESTELA: ¿A qué huele?
ESTELA: (Vuelve y lo cubre.) Salga del
MARCO: A alcohol. ¡Manuel! camino, voy a taparlo. (Don Marco vomi-
ta en el baño.)
LUCAS: ¡Se lo está tomando!
MARCO: ¡Acá hay una gillete mojada con
MARCO: Lo tiró al piso. sangre!

ESTELA: ¡Yo no oigo nada! LUCAS: ¿Doña Estela, se mató? ¡Sigue


parado!
LUCAS: Manuel...
ESTELA: Sólo la piel, pero poco... Tran-
MARCO: Está respirando. No estará ha- quilo, don Marco, tráigame curitas...
ciendo ninguna locura, ¿verdad? ¿Por
qué los jóvenes pierden el control? MANUEL: San Sebastián.

LUCAS: Porque está loco. ¡Hay que tirar MARCO: (Vuelve.) ¿Qué dice?
la puerta!
MANUEL: San Sebastián.
ESTELA: ¿No hay una llave en el arma-
rio? (Va por ella.) LUCAS: Está loco.

MARCO: Yo empujo, hay que hacerlo sin MARCO: ( Lo abofetea.) ¡Idiota! Uno que-
riesgo. riendo enseñarte a producir, a cumplir
una rutina, a ser normal, y tú... Mira con
LUCAS: No, yo lo hago. lo que sales. ¿Así quieres escribir sobre
Dios? ¿Así quieres interesarte en la cien-
MARCO: ¡Tú has metido la pata muchas cia?
veces, no le tires la puerta encima!
ESTELA: (Le pega curitas.) No, joven, esto
LUCAS: ¡Yo lo saco! no se hace...

Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 8 pag 16


MARCO: ¡Déjeme decirle lo que se mere- mate a su hijo. A Moisés que no pise su
ce! ¡Eres un cobarde, un irresponsable! tierra. A Jesús que muera en la cruz. A
¡Un ingrato! Hemos tratado de que en- mí me ordenó arrancarme la piel. ¿Re-
tres en el molde sacándote del asilo, ha- cuerda el sábado pasado, el capítulo de
ciendo que te pongan un cuarto y... ¡mira los apóstoles? Si tus pies te sirven para
cómo pagas! ¿Qué crees que pasaría si ocasión de pecado, ¡córtatelos! Y si tu piel
informamos esto, ah? es ocasión de escándalo... ¡arráncatela!

LUCAS: ¿Y qué diría tu madre, sabes? LUCAS: Hay que encontrar a su madre.

MANUEL: No, mi madre no. MANUEL: No, mi mamá no, por favor... dé-
jenla en paz...
LUCAS: Tenemos que hablar con ella y
contarle todo. MARCO: Ya no hables, Manuel. (Pausa.)

MANUEL: No, no quiero... ESTELA: (Termina de pegarle las bandas.)


¡36 curitas! ¡Qué barbaridad! ¡Suerte que
LUCAS: ¿Dónde vive, Manuel? tenían la caja llena!

MANUEL: No le voy a decir... MANUEL: Doña Estela, tome. (Recoge el


crucifijo.) Guárdelo. No debe estar aquí
LUCAS: ¿Dónde vive tu madre? hasta que yo me vaya...

MARCO: ¿Ella vive, cierto? ¿No eres huér- LUCAS: Y yo tengo que entregar esta tar-
fano? (A Lucas.) No es...? de el comercial de bronceador.

LUCAS: ¡Que lo diga él! ¿Dónde está tu MARCO: Y no hemos acabado el progra-
madre? ma de este sábado.

MANUEL: ¡Ella no! LUCAS: ¿No lo habían escrito?

LUCAS: ¡Dónde vive! ¿Tiene teléfono? MARCO: Sí, pero la radio no entiende
braille. No hemos grabado el cassette con
MANUEL: No... (Llora callado, infantil.) la lectura.

ESTELA: Déjenlo en paz, ¿por qué lo aco- LUCAS: ¿De qué están hablando, doña
san? Estela?

MARCO: ¡Por irresponsable! ¡Por no cum- ESTELA: Eh... (Esconde el crucifijo en su


plir con lo que se propuso! ¡No puede blusa.) De nada, don Lucas. (Sacude
portarse así quien escribe para la vida y todo con su plumero y con esa acción,
sobre Dios! volvemos al presente. Encuentra la
casetera, la enciende.) Escuche, vecina.
MANUEL: Dios es ciego.
Suena en la grabadora un drama bíblico
MARCO: No te permito eso. Siempre has leído con exageración por Marco y Ma-
sido bueno. ¿No estabas en un grupo nuel, como guía para los locutores de
religioso cuando chico? ¡Allí no entran radio.
delincuentes que se cortan la piel!
MARCO: «¡Abraham, Abraham!»
MANUEL: Lo engañé, ¿verdad, doña Este-
la? MANUEL: «¿Sí, mi Señor Dios?»

ESTELA: No lo regañe, mire que lo quiere ESTELA: Es la voz del joven que murió. Y
mucho... de don Marco.

MARCO: ¡Nadie se hace daño delante de MARCO: «¡Te pondré a prueba para ver tu
alguien a quien quiere! No hay que ser... amor por mí! Toma a tu hijo Isaac, a
(Suspira.) quien tanto amas, y llévalo a Moriyyá!»

MANUEL: Dios le pidió a Abraham que MANUEL: «¿Para qué, mi Señor?»

Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 8 pag 17


MARCO: «Quiero que lo sacrifiques por y se lo chupaba. Luego nos los tiraba
amor a mí». sin ver, como en el circo, y los dos abra-
zados, muertos de risa, abríamos los
MANUEL: «Pero Señor...» brazos y los lápices pasaban cerquita
pero no nos caían, y nos reíamos. De
MARCO: «¡Te estoy poniendo a prueba!» pronto volteé y ya no estaban Manuel ni
don Lucas. Esperé dormida y luego des-
MANUEL: «Y tomó Abraham a su hijo y via- pierta, que pasara volando esa semana,
jó tres días hasta Moriyyá. Ahí, con la con ganas de verlo aunque no me viera
leña que cargaba consigo, preparó el al- y con miedo de las otras locuras que (yo
tar del sacrificio». estaba segura.) ese chico iba a come-
ter. (Rasca el suelo. Transición al miér-
ESTELA: Así trabajaban, vecina. coles siguiente.)

MANUEL: «¡Padre mío, Padre Abraham!» MARCO: ¿Sale o no sale, señora?

MARCO: «Sí, Jacob». ESTELA: Es una barbaridad de gotitas, se


pegan como pintura. Y ya tienen una
MANUEL: «Veo la leña del sacrificio y el al- semana.
tar del holocausto, ¿pero dónde está el
cordero?» LUCAS: Es que usted se fue sin limpiar.

MARCO: «Hijo Mío, Dios ya ha señalado a ESTELA: Me puse nerviosa.


su cordero».
LUCAS: Los miércoles son los días de
MANUEL: «Me estás atando, Padre, ¡Padre! ponerse nervioso. Porque Marco lee su
¡Me estás poniendo en el altar! Padre, ¡no poema y usted huele cuando se cambia
tomes tu cuchillo para el sacrificio! ¡Pa- de ropa.
dre, no lo alces contra mí, contra mí no,
Padre!» (Ruidos extraños, silencio, una MARCO: Ahora que la rasca, vuelve a oler.
tos, luego la voz de Lucas.)
LUCAS: ¿Quién? ¿Doña Estela?
LUCAS: «La piel sufre con el sol, con la
naturaleza constante e inclemente que MARCO: La sangre, hombre.
hiere a las piedras y erosiona al mundo.
Pero tu piel no debe ser tu punto débil. LUCAS: ¿La sangre de quién?
Defiéndela con ULTRA SHIELD. Protégete
y vive a flor de piel con... (Se interrum- MARCO: Ya, por favor.
pe.) No es una graaan idea, pero bue-
no...» LUCAS: Nuestro cuento famoso podría
tener ese tema, un diálogo entre man-
La mujer apaga la máquina. Ve si la vecina chas de sangre contando lo que pasó.
está mirando. Saca de su pecho otro cas-
sette y lo pone. ESTELA: (Rasca el suelo.) Las manchas
de sangre no hablan.
ESTELA: (Para sí.) Supe que me estaba
enamorando cuando soñé con él esa no- MARCO: Y los animales no escriben, pero
che. me había dormido mirando al cru- hay una novela llamada La Metamorfo-
cifijo, y lo vi. (Entra Manuel al sueño.) sis, narrada por una cucaracha.
Tenía flores en la mano, me sonreía. Esto
no se lo puedo contar, vecina, me lo digo LUCAS: Y una famosa autobiografía de
a mí misma porque guardo una verdad un burro titulada Platero y yo.
dentro de otra. Tenía curitas en todo el
cuerpo y un pañal, y me daba su ramo ESTELA: Esa sí la he leído. (Se apoya en
chiquitito. Yo lo abrazaba suave, como el pupitre de Lucas.)
me provocó hacerlo cuando lo vi herido,
y él me besaba la frente y nos quedába- LUCAS: ¿Qué hace?
mos así, callados. Y a un lado -qué ra-
ros son los sueños- estaba don Lucas ESTELA: Limpio.
(Aparece.) sacándole punta a varios lá-
pices, y con el último se cortaba el dedo LUCAS: No toque mi cajón.

Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 8 pag 18


ESTELA: Caray, ese cajón secreto me in- MARCO: Ahora le dices loquito (A ella.)
triga. Voy a venir una noche solamente pero fue el más animoso por él, escogió
para ver lo que tiene allí. su nombre a ciegas en la lista de la Aso-
ciación de Apoyo. Y yo no creo que mien-
MARCO: Debe estar lleno de cigarros. ta para caer bien; a mí no me ha menti-
do. Creo que tiene crisis de fe. Eso les da
ESTELA: No: ¡de naranjas! a los chicos, se sienten culpables de co-
sas que no han hecho.
Pasa un avión atronador. Los ciegos gritan
sus frases inaudibles al cielo. Manuel lle- ESTELA: A mí me dijo que...
ga lozano y cubierto de curitas. Los vie-
jos dialogan sin sentir que está de pie en LUCAS: No le crea nada, puro cuento.
el umbral. Como cuando llega tarde y nos inventa
pretextos.
ESTELA: (Enjuaga un trapo en el baño.)
¿Y alguien ha visto a esa rata que dicen? MARCO: Lucas, tú sabes que para un cie-
go es difícil saber si se ha despertado o
MARCO: ¿Verla? No hay cómo. Pero allí si sigue soñando...
está.
ESTELA: ¿Y a qué hora llegará? (Asoma.
ESTELA: (Escéptica.) Subió trece pisos Lo ve.) Y de pronto, ya estaba allí. Me
por ustedes. ¿Y cómo está el joven Ma- callé por la sorpresa y don Lucas se dio
nuel? cuenta. Los ciegos sienten hasta los co-
lores. Don Marco sólo captaba lo que
MARCO: Extrañándola. encajaba en su cabeza, pero don Lucas...

ESTELA: ¿De veras? LUCAS: Doña Estela... ¿qué pasa? ¿Lle-


gó Manuel?
LUCAS: Pregunta por usted.
ESTELA: El chico brillaba sintiendo mi
ESTELA: ¿Ya está mejor? olor.

MARCO: Se está olvidando de sus cosas. MANUEL: Buenos días. ¿Cómo está, doña
La gente imaginativa sufre, y como re- Estela?
cién le ha pasado lo de la vista, usted
entiende. Y es un chico solo. No habla LUCAS: Esperándote.
del pasado, pero tratamos de que recuer-
de su formación religiosa... ESTELA: Bien, gracias. ¿Y usted?

LUCAS: «Tratamos» es mucha gente. MANUEL: Igual que siempre, pero como
soy tímido con usted...
ESTELA: ¿Cuál formación?
LUCAS: Se siente «cortado». (Ríe.)
MARCO: Estuvo en un grupo religioso, un
coro, algo así. La religión ordena el alma. MARCO: Hola. ¿Pensaste los diálogos
Y un chico no se malogra de golpe... para San Pablo?

ESTELA: Pero él me contó que antes... ESTELA: Ni se ha sentado y ya le está pi-


diendo trabajo.
LUCAS: Lo de antes se lo recordaremos
sólo cuando convenga, doña. MARCO: Es que lo odio cuando llega tar-
de. ¿Leíste la Biblia?
MARCO: «Se lo recordaremos» es mucha
gente. LUCAS: Al menos se levantó, que ya es
bastante. Pasas más tiempo en la cama
LUCAS: Y no le crea nada, ese chico que novios en luna de miel. ¿No tendrás
miente para caer bien. algún pasatiempo oculto, Manuel?

ESTELA: Usted lo conoce hace tiempo, ¿no? MARCO: Lucas...

LUCAS: ¿Yo? Jamás he visto a ese loquito. LUCAS: Digo, un pecadillo, alguna ladro-

Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 8 pag 19


na de sueños que entre por las noches... LUCAS: Pero está bien, usemos esa. Para
que escribas tu primer comercial.
MANUEL: No, pero últimamente sueño con
una. MARCO: No está mal para ser la primera
vez.
ESTELA: ¿Con quién?
MANUEL: Pero me costó, eh.
LUCAS: ¿No será con la Virgen?
LUCAS: La primera vez siempre duele.
MARCO: ¡Lucas!
MARCO: Ya veo que de San Pablo no se te
LUCAS: Perdón... ocurrió nada.

MANUEL: No, es una mujer muy linda que MANUEL: Es que me distraje con los fo-
me tutea. ¿Han notado que a los ciegos cos... ya me conocen...
nos tratan siempre de usted?
ESTELA: Pero tiene lindas ideas, joven
LUCAS: No sé. ¿Usted que opina, don Manuel.
Marco?
LUCAS: Cada vez que le dice joven Ma-
MARCO: Lo mismo que usted, don Lucas, nuel siento que me va a decir viejo
pero no conozco ciegos así que no sé Lucas.
cómo los tratan. ¡Apenas vea uno, le pre-
gunto! (Ríen.) MARCO: No sería injusto. (Ríen.) Ah, bue-
nas noticias: ¡hoy salimos temprano!
MANUEL: Traje una idea para los focos...
no recuerdo la marca. LUCAS: (Pela su naranja.) ¿Por qué? ¿Día
Nacional del Ciego?
LUCAS Y MARCO: ¡LUMIMAX!
MARCO: Mejor, payasito: día de la proce-
MANUEL: La idea es así: vemos un foco sión.
encendido que de pronto se pone amari-
llo... LUCAS: ¡Vamos! Por ahí nos toca un
milagrito. Sería la gran obra de Dios de-
MARCO: En mi época todos eran amari- jarme volver a ver a las dueñas de este
llos. valle de lágrimas.

MANUEL: Se pone amarillo y se escucha MARCO: Su gran obra sería que además
un corazón palpitando y una señal que de ciego te deje manco. ¿Vas a portarte
hace pip-pip-pip y de pronto el foco em- bien en la procesión?
pieza a inflarse y desinflarse como si res-
pirara, como si fuera a darle infarto, y se LUCAS: Siempre me porto bien. Y si me
acelera el corazón y la señal, más rápi- apuras, te diría que ya me aburrí de eso.
do, hace pi-pi-pi ...
MARCO: No te hablaba a ti sino a San
LUCAS: O sea: ¡se hace pipí! (Ríen.) Sebastián.

MANUEL: Escuchen, pues. Hace pi-pi-pi y MANUEL: ¿Yo? Nunca he ido. Digo, en esta
luego un piii largo y el foco muere y se parte de mi vida.
desinfla. Y una voz dice: ¿por qué com-
prar un mal foco para verlo morir? Com- LUCAS: Sólo cuando te portabas bien.
pre LUMIMAX: ¡luz que vive eternamen-
te! MARCO: Entonces... ¿salimos?

MARCO: ¡Bravo! (Aplaude.) LUCAS: Hay que llevar plata para comer
picarones.
LUCAS: No sé... yo tenía otra idea...
MANUEL: ¡Llevemos una tacita y pidamos
MARCO: ¿Cuál? limosna!

ESTELA: Esa está bonita. LUCAS: No me hace gracia.

Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 8 pag 20


MANUEL: No se moleste. ¿Viene, doña Es- MANUEL: Voy a llevarme algo para acor-
tela? darme...

ESTELA: ¿Yo? ESTELA: Hágase un lazo en la muñeca.

LUCAS: Claro, así nos dice dónde está la MARCO: Ya sé: llévate la rata.
imagen, para no acabar rezándole al ca-
ballo de San Martín. MANUEL: Es que es un frasquito chiqui-
to...
MARCO: Usted debe ser muy buena ca-
tólica. LUCAS: ¿Frasquito? ¿Es un líquido?

LUCAS: Usted debe ser muy buena. Punto. MANUEL: Ajá.

ESTELA: Voy. Hace tiempo no veo al Se- ESTELA: ¿Y cómo se lo van a dar a la rata,
ñor de los Milagros. joven?

LUCAS: Si quiere un milagrito, pídamelo MANUEL: Cierto...


a mí.
MARCO: Podemos invitarla a jugar ajedrez
MARCO: Que tú hagas algo bueno ya se- y en un descuido, ponerle dos gotas en
ría milagro. la boca...

MANUEL: ¡Shh! ESTELA: O le invitan un café.

Los tres ciegos se paralizan, atentos al si- LUCAS: Si logramos que se tome este
lencio. Estela no entiende pero calla. café, ya no hace falta el veneno. (Ríen.)
Apúrate, lee el poema que nos perdimos
LUCAS: ¿Oyen otra vez? (Pausa.) cuando este se hizo ranuras de alcancía.
¿O ya te olvidaste de eso también?
MARCO: La rata.
MANUEL: No fastidie...
ESTELA: Yo, nada.
MARCO: Nadie se acuerda, Manuel. No te
LUCAS: La Gran Rata que dirige el Uni- preocupes.
verso. Está ordenando sus cosas, como
cada millón de años. LUCAS: Lee. Al mal paso darle prisa.

MANUEL: Parece que rascara adentro del MARCO: Te mueres de envidia.


pecho de uno.
LUCAS: Por qué, yo también he escrito
MARCO: (Alegre.) Antes no la oías y aho- el mío.
ra puedes.
MARCO: Pero la semana pasada no hicis-
LUCAS: Hablando de ratas, por qué no te nada, puro cuento lo del olvido. Bien
nos ponemos artistas antes de irnos y dijo Einstein que por cada genio que
lees tu poema de miércoles? nace, diez mediocres conspiran en su
contra.
MARCO: ¿Y el tuyo también? Salvo que
otra vez lo hayas dejado en tu casa... LUCAS: Seguramente tu poema conspi-
ra contra Einstein. Lee.
LUCAS: No, no, lo traje.
MARCO: Acá va. Se titula «DE LA TIERRA
MARCO: Aquí tenemos otro olvidadizo: (A A LA LUNA».
Manuel.) ¿trajiste el veneno?
LUCAS: Qué original, Marco Verne. Lee
MANUEL: ¡Uy! (Se golpea la frente.) ¡Me y no hagas teatro.
olvidé!
MARCO: Bien. (Lee.)
MARCO: Tienes tan buena memoria que
hasta programas lo que te vas a olvidar. Cuerpo blanco y redondo girando junto al

Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 8 pag 21


mío, MARCO: Allá nos encuentra, hijo. Vamos.
Unidos y alejados por celestiales reglas Vi-
vimos. Yo te observo. tu rostro es siem- LUCAS: Voy a anotar la idea de los focos,
pre el mismo, vayan, los alcanzo.
Sonriendo de costado y haciendo guiños.
Ruegas MANUEL: Entonces... a la calle. (Sale fe-
En silencio queriendo fundirte con mi es- liz.) ¡Doña Estela, no falte!
fera
Mas sabes que los orbes que se acercan MARCO: No tan rápido, espera... (Sale.)
estallan
Y al pensarlo te opacas, tiemblas, te deses- ESTELA: ¿Usted se va a demorar? (Em-
peras, pieza a cambiarse confiada.)
Tu albedo palidece. Y el universo calla.
Dirás que te utilizo para que mis mareas LUCAS: ¿Por qué? ¿Tiene apuro?
No inunden mis montañas. Mas yo quiero
que veas ESTELA: Con la procesión no entran
Que si seguimos lejos a pesar de tus an- micros al centro, hay que caminar... y si
sias usted fuma y come yo no termino de lim-
Es porque así lo exigen las órbitas que piar.
hollamos
Y la gran ley del cosmos que vemos y calla- LUCAS: Qué importa. ¿No ve que por fin
mos: estamos solos?
Los astros alimentan amores con distan-
cias. ESTELA: ¿Y?

LUCAS: Tu inspiración anda tan afilada LUCAS: Ya sabe. A un hombre no se le


como mi navaja. basurea así. Mire que no tiene marido.

ESTELA: Pero no tan sucia. ESTELA: Déjese de hablar y apúrese.

LUCAS: Ahora el mío. Tiembla, Marco. LUCAS: La que tiene que apurarse es
usted, venga... (Trata de cogerle una
MARCO: Parió Paula. mano. Ella lo esquiva.) No se corra.

ESTELA: Apúrense. ESTELA: No me haga enojar, oiga.

LUCAS: Su título es muy apropiado para LUCAS: ¿Le dan miedo los hombres?
esta oficina: (Lee.) «Poema al café».
ESTELA: No.
Le robas el sueño a la noche. Eres
la sangre de la muerte. Enlutas las ideas LUCAS: Entonces le damos asco los cie-
y llenas los mares con tu oscuridad. gos.
Chamanes antiguos
torturaron a los locos hasta destilar su odio ESTELA: Tampoco.
y condensarlo en granos traicioneros. Hoy
las mujeres LUCAS: ¿Entonces los hombres viejos?
te lanzan hacia el sol y tu herejía crece
entre poetas y homicidas a los cuales des- ESTELA: Don Lucas, ¿a qué tanta pregun-
pedirás ta?
cuando zarpen hacia el averno -una oscu-
ra paila hirviente- LUCAS: Porque Manuel es ciego y es
en el cual se agitarán, eternos, perfuma- hombre, pero no le tienes asco. Lo miras
dos con ganas, ¿verdad? Los ciegos sabemos,
girando a la deriva en una caja negra. sentimos las miradas como balas que sil-
ban. Lo miras, ¿no?
MARCO: Un poco fúnebre, pero muy tuyo.
Vámonos de una vez, mañana trabajamos. ESTELA: ¿Por qué me habla así?

ESTELA: Yo tengo que limpiar... LUCAS: ¿Te quieres acostar con él?

MANUEL: ¿La espero? ESTELA: En eso nomás piensa.

Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 8 pag 22


LUCAS: No me trates de usted. Trátame LUCAS: Metí la pata. Mujeres. Pero to-
como a él. das las manzanas caen del árbol. (Sale.)

ESTELA: ¿Cómo? SEGUNDO ACTO

LUCAS: Así, sin saber bien si de usted Las dos parejas recorren las calles atesta-
o de tú. Como se ponen las mujeres das de gente que asiste a la procesión.
cuando les gusta un hombre. Quieren Entra Estela seguida por Lucas, buscan-
estar serias y no pueden. Quieren ha- do a Manuel en una persecución román-
blar poco y vomitan el diccionario en- tica e infantil. Ella enciende una o más
tero. Nerviositas. Como usted. grabadoras en escena, que recrean dis-
tintos planos sonoros: carros, multitud,
ESTELA: No invente, don Lucas. música de banda, una radio transmitien-
do programas religiosos, un organillero,
LUCAS: ¿Inventar? Nunca. Sólo cuando niños jugando, vendedores ambulantes...
trabajo. Lo que pasa es que no me quie-
res dar bola. Suerte la de los jóvenes. ESTELA: El día de la procesión ocurrió
todo. (Sale.)
ESTELA: No se acerque.
Este trayecto se recrea irrealmente con so-
LUCAS: No la estoy tocando. nidos, extras amorfos y luces. Los extras
encarrilan a los actores como si fueran
ESTELA: Ya querrá tocar. niños jugando a la gallina ciega. Entran
Marco y Manuel. Ríen como niños y be-
LUCAS: ¿Por qué no? Sólo toco mis li- ben ron a pico de botella.
bros en braille, la máquina en braille,
mi barba en braille. Puntitos y agujeri- MARCO: La banda está cerca.
tos. Yo podría leer su piel, doña Estela.
MANUEL: ¿Ha visto la Procesión de Luren?
ESTELA: Yo no soy libro abierto. Si pide un deseo y ve que Cristo tiene los
ojos abiertos, se le cumple. Si los ve ce-
LUCAS: Por todos lados. Leería sus po- rrados...
ros, su piel de gallina... usted debe te-
ner muchas historias, un pasado pro- MARCO: Salado. Salud por eso.
fundo...
MANUEL: ¡Oiga, un payaso!
ESTELA: Qué tal imaginación. Apúrese.
Mejor limpio en la noche. (Detiene su Salen hacia el payaso. Entran Lucas y Es-
cambio de ropa.) tela.

LUCAS: ¿Me lleva de la mano? Así baja- LUCAS: La banda está por acá...
mos la escalera.
ESTELA: Yo quiero ver al payaso...
ESTELA: Usted siempre baja en ascensor.
LUCAS: ¡Venga, no pierda el tiempo! (La
LUCAS: Pero me provocó, por conversar... lleva por el otro lado.)

ESTELA: Baje solito, yo no aguanto tre- PAYASO CALLEJERO: (Su público lo rodea.)
ce pisos. Y menos con usted. (Abre la Y así fue mi vida, señores y señoras, mi
puerta y cierra. Por tomar su cartera vida de pobre, igualita a la de ustedes
queda dentro y oye a Lucas, que se cree porque Dios nos fabrica a todos en una
solo.) maquinita, con un martillo gigante y un
desarmador. ¡De verdacito! ¿Quieren ver
LUCAS: Espere... Se fue esta puta de la huella del desarmador? (Enseña el tra-
mierda. sero.) ¡AhíÕtá! Y a los maricones no los
atornilla, ¡a esos hay que clavarlos! Y
ESTELA: No se fue. Se quedó escuchando. ahora, llegaron los voluntarios para pa-
sar el sombrero... (Toma a los ciegos de
LUCAS: Perdón. Me puse nervioso. la mano y les da dos sombreros viejos.)
Vengan para acá. Hermanito, cógeme el
ESTELA: Lo espero abajo. (Sale.) sombrero. (Pone sobre su bragueta la

Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 8 pag 23


mano de Manuel.) ¡Te dije el sombrero, Se sientan. Gritos, balazos, jadeos.
no la cabeza! (La gente ríe.) Lo bueno de
estos es que no roban. (A los ciegos.) Den MARCO: Parece que están en la cama.
la vueltita pidiendo plata, tú por acá y tú
por allá... ¡cuando se choquen es que ya MANUEL: Yo creo que se están persiguien-
terminaron! (Ríe. Los despacha a pedirle do.
dinero al público.)
MARCO: Suena como si se estuvieran
MANUEL: Don Marco, éste nos quiere co- matando.
ger de punto.
MANUEL: Creo que todo a la vez. (Ríen.)
MARCO: ¿Te parece?
MARCO: Salud por eso. (Beben. Imitan los
MANUEL: Venga conmigo cuando recoja. ruidos: jadean, silban, etc. La gente abu-
No diga nada. chea. Ellos insisten, de pie.)

MARCO: Pero... MARCO: ¡Cierren los ojos, idiotas! ¡Las


mejores actrices son las neuronas! ¡El
MANUEL: Hágame caso. (Piden dinero.) mejor cine es el cerebro!

PAYASO: (Actuando.) ¿Saben el chiste del Cambio de luces: en la calle, Lucas y Este-
ciego en el parque? Dicen que un ciego está la.
con calor, ¿no?, pasa por un parque y en-
cuentra una lagunita, una pileta! Y em- LUCAS: ¿Por qué tanto tráfico?
pieza a tomar agua el cieguito y de repente
siente en la cara un chorrito caliente y dice: ESTELA: Un entierro. Y son varios cajo-
¿quién es el cojudo que me está orinando nes.
la cara? Y el otro le contesta: ¡el cojudo
eres tú, cieguito, que te estás tomando el LUCAS: Qué barbaridad. (Pausa.) ¿Qué
agua del water! (Ríe. Se vuelve y descubre es la muerte para usted, doña Estela?
que los ciegos se han fugado.) ¿Mis som-
breros? ¡Me robaron! ¡Ciegos de mierda! ESTELA: Es como apagar el televisor, ¿no?
¡Regresen! (Corre tras ellos, que han des- Se pone todo negro, como si una estu-
aparecido. Tropieza con Estela y Lucas.) viera en una caja.

LUCAS: ¿Qué pasa? LUCAS: Entonces estoy muerto. No. Mo-


rir es ya no sentir...
PAYASO: ¡Me robaron, me robaron! (Bus-
ca con la mirada y corre saliendo de es- ESTELA: Si eso tanto le preocupa... (Se-
cena.) ñala.) Pregúntele a los muertos.

ESTELA: Ya ni a los artistas los respetan. Los otros dos, en la calle.

LUCAS: ¿Y cuándo los han respetado? MARCO: Un organillero, Manuel, ven.

ESTELA: Mire, un monito de la suerte. (Un MANUEL: Huele a desagüe.


organillero hace bailar a su mono con un
viejo aparato.) MARCO: Tiene un mono. Te da un pape-
lito con tu destino y...
LUCAS: Encadenado. Muerto de hambre.
Un mono con suerte. MANUEL: Sí conozco. Es el mono de Dios.
Ahora son raros.
Apagón. Reflejos de colores llenan el esce-
nario. Una linterna apunta al público. MARCO: Antes había más.

MANUEL: Por acá... MANUEL: Pero en su época no eran mo-


nos sino tiranosaurios. ¿Y si lo solta-
MARCO: ¿Qué es esto? mos para que viva libre?

MANUEL: ¡Qué va a ser, pues! ¡Un cine! ¿No MARCO: Le arruinas la vida al organillero.
oye? Vamos. Deben estar por allí. (Se alejan.)

Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 8 pag 24


Reaparecen los otros dos. LUCAS: ¿Has tomado con él?

LUCAS: Acá había un cine, ¿todavía exis- MARCO: ¿Quién crees que me dio tanto
te? trago?

ESTELA: Sí, pero es una porquería. Pu- LUCAS: ¿Y él tomó? ¿No se puso mal?
ras indecencias.
MARCO: ¡Fue su idea! Chupa como un
LUCAS: ¿Por qué no entramos? desagüe, Lucas.

ESTELA: Venga para acá... LUCAS: Ya desaparecieron.

Ahora todos ellos deambulan sin verse, MARCO: Déjalos, son jóvenes, ¡están vi-
atendiendo al mundo. vos! Darwin estaría contento. Freud tam-
bién. Y Mendel. ¿No eras tú quien decía
MARCO: ¿Hueles? ¡Picarones! que la vida es contagiosa?

LUCAS: Escuche: hay negros cantando LUCAS: Sí, como los virus.
arriba del edificio...
MANUEL: (Aparte, con ella.) Doña Estela,
MARCO: Se mueve el piso con tanta gen- perdóneme que haya tomado tanto...
te, por aquí debe andar la imagen...
ESTELA: Qué hombre no toma. No se pre-
MANUEL: ¡Huele a basura! ocupe. Las mujeres
tenemos nariz de fierro.
LUCAS: ¿No oye los gritos, Estela? Juro
que en esta calle hay un burdel. MANUEL: ¿Sabe que soñé con usted? Ca-
minaba por el cielo y yo la seguía con
MARCO: ¿Otra botella? ¡Salud por eso! miedo, pensando «estás siguiendo a la
Virgen» pero luego vi que no. Era us-
MANUEL: ¡Por acá... Estela! (La abraza tor- ted.
pemente.)
ESTELA: ¿Y qué pasó con el tú?
MARCO: ¡Lucas!
MANUEL: Disculpa, se me fue al fondo de
LUCAS: Marco, ¿qué haces borracho? la botella.

MARCO: ¿Qué tiene? ¡De vez en cuando ESTELA: Que no se te vaya más. (Se la
hay que soltarse! Este chico es el hijo quita.) Te tiemblan las manos.
que yo soñaba, hermano. ¿Dónde está?
MANUEL: Es que el trago me puso alegre.
LUCAS: Estaba contigo, ¿a dónde se fue? Quería tomar contigo, fíjate. No me des
más, me tocan mis pastillas... (Busca en
MARCO: ¡No sé, no lo veo! (Ríe.) los bolsillos.)

LUCAS: Estás intoxicado. Dame un poco. ESTELA: No puedes. Con licor la otra vez
te pusiste mal.
MARCO: La boca me duele de tanto reír-
me. Hemos hecho una cantidad de ton- MANUEL: Siempre que tomaba me pasaba
terías... Las reglas sí eran para romper- eso. Pero ahora no. Me lo habían prohi-
las. ¡Hasta le robamos a un payaso! bido, ¿sabe?

LUCAS: ¿Tú? ¿Robar? ESTELA: ¿Por qué?

MARCO: ¡Y si vieras el cine! ¡Y el olor del MANUEL: Me dan diablos azules. ¿No te
mono! Pero no me siento mal. Me hubie- dije que yo era muy malo?
ra puesto tieso si alguien hacía eso jun-
to a mí, pero ¡lo hice yo! Como la gente ESTELA: Ay, qué miedo. No sé si temblar
del medioevo que en Carnaval hacía cual- o mandarte al reformatorio.
quier barrabasada. ¡Hoy es mi carnaval!
¡Salud! MANUEL: No te burles. (Le toma el pelo.)

Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 8 pag 25


ESTELA: ¿Me quieres asustar? LUCAS: Esto es culpa del chiquillo.

MANUEL: Mira qué valiente me pone el tra- ESTELA: Don Marco a su edad ya sabe lo
go. (La besa con gesto enérgico.) que hace.

ESTELA: Y mírame a mí, sin tomar. (Lo LUCAS: Cómprele un café en ese kiosko.
besa igualmente. Ríen. Juguetean.)
Manuel sienta en el suelo a don Marco.
MARCO: (Aparte, a Lucas.) El chico es Estela va por el café. Lucas decide.
una bendición de Dios. A ti no te cae bien,
yo sé, te portas muy duro con él. Pero a LUCAS: ¡Manuel! Dijo la doña que... que
mí me ha enseñado cosas. (Le quita la te espera.
botella. Ya está vacía.) Te echaste media
botella de un tirón. ¿Por qué no hablas, MANUEL: ¿Me espera?
Lucas? (Silencio.)
LUCAS: Escucha antes de hablar: que va
LUCAS: Porque no me puedo emborra- a llegar a la oficina a las doce de la no-
char. (Al vacío.) ¡Estela! ¡Manuel! che. A veces limpia tarde, ¿sabes? Quie-
re que vayas.
ESTELA: (Aparte.) Nos llama don Lucas.
MANUEL: ¿Eso dijo?
MANUEL: Vamos que don Marco se viene
abajo... LUCAS: ¿Qué crees, que estoy inventan-
do?
ESTELA: A ese lo has alegrado. Al otro
nadie lo cambia. MANUEL: Pensé que a usted no le gustaba
que nosotros... nada. Gracias.
MANUEL: Está celoso.
LUCAS: O sea que vas. ¿Hay algo?
Se reúnen los cuatro.
MANUEL: Don Lucas...
LUCAS: ¿Dónde han estado?
LUCAS: (Rabioso. Finge sonreír.) Hay
ESTELA: Por ahí, conversando. ¿Pasó algo. ¡Doña Estela! ¡Qué fue del café!
algo?
ESTELA: (Trae un vaso.) Acá estoy.
MARCO: Nada, pero este te tiene bajo con-
trol. Y como yo estoy borracho, ahora el LUCAS: Manuel, ¿por qué no agarras un
papá de la casa es él. (Ríe y se tambalea.) taxi y te lo llevas?
Cójanme que el barco se hunde... se rom-
pió el giroscopio... MANUEL: Ahora mismo. (Carga a don Mar-
co y salen.)
ESTELA: (A don Lucas, mientras Manuel
sostiene a Marco.) No hay que darle más, ESTELA: Tenía que despacharlo. ¿Para
lo van a matar. qué pidió el café? ¿Y por qué no cogió el
taxi usted?
LUCAS: No hay más. Y si Manuel no com-
pra otra botella... LUCAS: Te voy a decir algo.

ESTELA: Si quiere comprar es cosa de él, ESTELA: Ya no me hable más zonceras,


¿no? ¿quiere? También ha estado tomando.

LUCAS: Quién la entiende. LUCAS: Manuel quiere que vayas a la


oficina. A las once.
MARCO: ¡Lucas! ¡Ciego y borracho, es
horrible! (Ríe.) ¡Así se sienten los ESTELA: ¿A las once de la noche? ¿Y por
astronautas! ¡Y así miden al mundo y qué no me dijo él?
calculan las distancias entre las estre-
llas! ¡Tengo mi propia galaxia, veo luces! LUCAS: Eso me dijo ahora. No sé más ni
¡Hace tiempo que no me pasaba! ¡Com- quiero saber. Porque esto es algo, ¿no?
pra otra botella! ¿Es o no es? ¿Es o no, doña Estela? ¿Va

Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 8 pag 26


a ir usted? (Manuel retorna y lo asusta.) MANUEL: (Al lado de Lucas.) No se moles-
te. Estoy acá.
MANUEL: (Vuelve tras don Marco que re-
aparece fuera de sí, feliz.) ¡Venga, pues! ESTELA: ¿Por qué no canta y se deja de
¡Se va a caer! vainas?

MARCO: ¿Por qué me despachas, Lucas? MARCO: (Sigue como un ángel ebrio.)
¡Hay que echarnos otra! Vamos a com-
prar... (Se mueve por la calle y lo siguen. Nunca podrás formar con frases huecas
Aparece un cantante mendigo y ciego.) la triste historia del dolor humano.
¿Qué son tus ilusiones? Flores secas.
LUCAS: (Enojado.) Ya estamos borra- ¿Qué son tus esperanzas? Humo vano.
chos. Vete. Llévatelo, Manuel.
LUCAS: ¡Marco, ya!
MENDIGO: Señoras y señoras del res-
petable público, soy un humilde artista MARCO: Sigue marcando el rítmico lati-
invidente que viene a entonar melodías do
populares que...
que a la vida automática acompaña
MARCO: ¡Un cantante! (Se desprende de fuiste trono, volcán, búcaro, nido,
Manuel.) Hay que ayudarlo, pobrecito, hoy eres, corazón, sólo una entraña.
¡es ciego!
LUCAS: ¡Vete con él, Manuel!
LUCAS: ¡Vamos, Marco! (A Manuel.) ¡Te
pedí que te lo lleves, mocoso de...! MENDIGO: (Al terminar el vals.) Como
les decía, señoras y señoras del respe-
MARCO: Pero yo también quiero cantar... table público, soy un humilde artista que
¡un vals! viene a entonar melodías populares
que...
LUCAS: (Perdiendo el control.) ¡Cállate,
hombre! ¡Estás haciendo un escándalo! LUCAS: Marco... ¡Termina de una vez!

MARCO: ¡»Humo Vano», Lucas! MARCO: Ya lo hice. (Ríe.)

LUCAS: (Susurra.) No puedes cantar, no MENDIGO: ... son mi único tesoro.


eres un menor... Tengo una familia...

MARCO: ¡Yo hago lo que me da la gana! LUCAS: (A Marco.) ¡Viejo ridículo!


Señoras y señores, con el acompaña-
miento del maestro, el vals de Luis de la MENDIGO: .. que mantener y quiero
Cuba titulado «Humo Vano». ganarme su cariño, sus aplausos y unas
monedas con estas...
Lucas se aprieta las manos. El mendigo toca
la guitarra. Marco canta libremente. Es- ALGUIEN DE LA CALLE: ¡Ya cante y no
tela y Manuel, separados, ríen. hable, queremos oír!

MARCO Y EL MENDIGO: LUCAS: (En el centro del público.) ¡Viejo


estúpido, vas a morir engañado!
Corazón sin amor, corazón muerto
que en lóbrega prisión late vacío, OTRO DE LA CALLE: Qué vergüenza.
el mundo es para ti campo desierto
sin límite, sin luz, triste ilusión. MANUEL: ¡No lo insulte!

LUCAS: ¿Estela? ¿Manuel? LUCAS: ¡No me calles! ¡No estoy de hu-


mor para idiotas!
ESTELA: (Al otro lado del círculo de pú-
blico, apoya a Marco.) Acá estoy. MARCO: ¡Lucas! ¿Qué te pasa?!

LUCAS: ¿Con quién habla? LUCAS: ¿Qué me pasa? ¡Que cada vez me
aseguro más de cosas que ya sabía! ¡Y
ESTELA: Con nadie. veo que tú no sabes nada!

Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 8 pag 27


MARCO: ¿Y qué sabes tú, si no tomas? hace el cuento del ataque de nervios a
(Ríe.) esta bruta...

MENDIGO: ... las mías son obras... ESTELA: Don Lucas... no diga esas co-
sas...
LUCAS: Hablo en serio.
LUCAS: ...por eso sabe tratar tan bien
MARCO: ¿Tú, en serio? No me hagas reír. con esta mujerzuela, ¿o creen que soy
tonto? ¿Que no he notado nada? Soy cie-
LUCAS: Tú no sabes lo que está pasan- go pero no estúpido, ¿entienden?
do.
MARCO: Basta, Lucas.
MENDIGO: ...son obras de mi inspira-
ción... LUCAS: Por favor... (Tiembla.) Yo sé
quién me cortó los ojos, un delincuente
MANUEL: ¿Qué pasa? (Se acerca a Este- como tú que te has robado el crucifijo,
la.) no lo vi pero ya sé quién es, y sé por qué,
y sé lo que le gustaría: ¡que me olvide!
MARCO: Nada. Pero los ciegos tenemos memoria de ele-
fante, aunque estemos viejos, uno re-
LUCAS: ¡Aléjate, anda! (Empuja a Ma- cuerda siempre cuando lo humillan, y
nuel y Estela, separándolos.) ¡No te ha- toda la vida para un ciego es humillante.
gas! No me mientas, ¡mocoso de mierda! Pero tampoco me olvido de tu mamita,
¡Ya sabes lo que yo sé! (A Marco.) ¿Sa- ¿quieres que te cuente cuántos lunares
bes dónde perdió la vista tu querido tenía?
muchacho?
MANUEL: (Se tapa los oídos con las ma-
MARCO: ¿Qué tiene que ver eso con...? nos.) ¡No!

LUCAS: Cuéntale al padrino Marco dón- LUCAS: ¿Cuántas pequitas? ¿Cuántos


de te quedaste ciego, ¡anda! Nada de quí- rulitos?
micos ni gases ni accidentes, ¡fue alco-
hol! MANUEL: ¡Basta, no! (Huye del escenario.)

MARCO: (Lúcido por el asombro.) ¿Cómo? LUCAS: ¿A dónde vas?

LUCAS: Alcohol metílico, inocente abue- MARCO: Manuel... no te vayas... no ha-


lito, ¡alcohol industrial! Y cuenta dónde, gas caso... ¿Manuel?
a ver, no se pierda esto, Estelita, ¡a ver si
le gusta la historia! ¡Porque no fue en ESTELA: ¡Manuel!
ningún grupo religioso, nunca estuvo!

MENDIGO: Por favor, ¡dejen cantar!


Don Marco sale tras él. Lucas toma a Este-
LUCAS: (Satisfecho.) ¡Pero cuenta, Ma- la y le impide seguirlos.
nuel! Diles que fue en la cárcel, que te
metieron de todo y por tomarte el alco-
hol hecho allí, ¡se te fue la luz! ¡Apagón!
LUCAS: Sé más de la vida que cualquie-
MARCO: ¿Cuál cárcel? ¿Qué es esto, ra de ustedes, ¿entienden? Conozco tanto
Lucas? de ella como de una mujer horrible con
la que uno se casa, un monstruo que uno
LUCAS: ¡Cuenta por qué te agarraron no tiene valor para abandonar y que si-
adentro, habla de tu fama en el barrio! gue insultándonos, sigue maltratándo-
¡Y cuenta quién fue tu mamá! nos, sigue mirándonos con desprecio y
no podemos matar...
MARCO: ¡Lucas, para! ¡Estás peor que yo!
ESTELA: ¡Déjeme, se va!
LUCAS: (Los exacerba.) ¿Sabes qué era?
Una puta, pues, ¡la más famosa de la LUCAS: ...y tenemos que esperar que la
cuadra! No sabías esa, Marco. Por eso le asalten y la maten o que resbale en la

Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 8 pag 28


ducha o que se atore con la tapa del aceite ESTELA: (Entra.) ¡Allí se vio, vecina, que
mientras fríe unos huevos... Sé que no ese don Lucas era violento! ¿Pero don
tenemos derecho a nada, pero no se crean Marco? Tranquilo como un recién naci-
que yo soy el perverso y ustedes los san- do. Y Manuel iba y venía con él, ¡tanto
tos. Todos esconden algo, todos tienen que se querían! ¡Si hasta se emborrachó
la culpa de algo, y yo no perdono que me el viejito, que nunca tomaba! Pero des-
traten como si fuera el único demonio en pués... (Aparte.) Esa noche fui a verte
este infierno. Váyanse todos a la... ¿Sa- feliz, Manuel. Yo no creía en los hombres,
ben cuál debe ser el infierno, ¿saben hablan tanto y siempre mienten, siem-
cómo es? La misma vida, repetida y de pre les dan vueltas a las cosas. ¿Por qué
memoria, sabiendo que volveremos a co- no decirme directamente que me espe-
meter los mismos errores y que no po- rabas? ¿Por qué a través de don Lucas,
dremos evitarlo, una obra de teatro que que se puso furioso cuando se dio cuen-
se actúa eternamente, siempre sin aplau- ta? (Para sí.) ¿A qué hora me dijo? A las
sos, en un teatro vacío... ¡Déjenme ac- once. ¿Por qué fui? Por estúpida. Una se
tuar! (La suelta.) ¡Váyanse y hagan lo cree dura como los muros del Real Feli-
que quieran! (A los paseantes.) ¡La gran pe y luego se derrite como un cirio cuan-
función continúa! Este hombre no es cie- do se enamora. Y, maldita sea, no me di
go, señores, no es sesentón, es un es- cuenta de que el amor también es ciego.
queleto disfrazado como el de ustedes! Y por eso es sucio. Rencoroso. Malo. (Os-
¡Un fantasma que se sabe todas las res- curo. Transición a la noche narrada.
puestas y todas las canciones! (Llora de Estela entra a la oficina y cierra la puer-
rodillas. Los demás han salido.) ta levemente. Saluda al vacío.) Hola.
(Pausa.) ¿Manuel? (Pulsa el botón pero
MENDIGO: (Desconcertado.) Ahora sí, no se enciende la luz.) ¿Qué hiciste?
señores, acá va este valsecito compues- ¿Bajaste la llave general? ¿Así estamos
to por quien les habla llamado... Mis ti- empates, no? ¿Cómo la encontraste?
nieblas. (Lucas sale gateando. El artista ¿Manuel? ¡Ay, habla! No veo nada. ¿Te
canta.) espero acá? Allí estás, ¿verdad? (Descon-
certada.) ¿Y si no estás? ¡Qué risa! ¡De
Todo lo que yo creo es más grande que mi repente hay apagón! Pero en el pasillo
vida; hay luz. Ya sé. (Abre la puerta y deja en-
no necesito nada porque tengo la ilusión. trar la luz del pasillo.) Así te veo. ¿Dón-
Mis aves invisibles nadie sabe dónde ani- de estás? (Oye un crujido dentro del
dan, baño.) ¡Ahí no te voy a buscar! ¿Manuel?
mis nubes son de sombra, mi sol es de car- (Se acerca a tientas. Una sombra cruza
bón. tras ella y cierra la puerta oscureciendo
Yo reconstruyo al mundo con labor de fan- el lugar.) ¡Ay! ¡No me asustes! Háblame.
tasía, ¿Qué quieres, que te tenga miedo? Ja ja,
me miro en los espejos del ansia y de la fe. a los hombres sólo les tiemblan los otros
Pero igual vivo triste y estas tinieblas mías hombres, Manuel. (Pausa.) ¿Sabes que
son cárcel y paisaje, son Infierno y Edén. así dormíamos en mi casa cuando yo era
chica? Vivía en un pueblito de Piura, La
Yo me imagino Lázaro Unión. Y en la noche no teníamos luz, el
sol era el único foco y cuando se iba no
esperando en la tumba veíamos nada. Caminábamos por la ca-
lle de puntitas, ¡pero no como tú, para
un Cristo hecho de estrellas que yo no te escuche! No, era para no
caernos, para sentir la piedra o la cochi-
que traiga luz a mí. nada y no resbalar. Llegábamos a nues-
tros cuartos y los conocíamos de memo-
Yo vivo un sueño eterno ria. Yo tenía el mío para mí sola, y nunca
prendía la vela. (Recuerda.) ¡Eso! Acá yo
mas quiero despertarme. traje una vela hace tiempo por si había
apagón, a veces limpio de noche. (Busca
Tinieblas del engaño, en el escritorio más cercano a la puerta.)
¿Después limpiamos, sí? Por si se dan
¡quiero salir de aquí! cuenta mañana de que estuvimos aquí.
¿Dónde estará esa vela? (Se detiene. Ha
Termina entre aplausos de transeúntes. abierto un cajón del escritorio de Lucas.)
Salto a la oscura oficina. Qué raro. Don Lucas dejó abierto su ca-

Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 8 pag 29


jón secreto. Una vez lo vi, tiene cosas LUCAS: (Susurra.) Eres una puta.
así... no, nada. ¿Qué te contaba? Ah, mi
cuarto. De noche no se veían sino los fan- ESTELA: ¿Manuel?
tasmas. Dicen que una señora se com-
pró una grabadora para grabar a sus LUCAS: Todas son iguales.
pajaritos, unos chirocas, y cuando escu-
chó habían voces de fantasmas. Yo no ESTELA: ¿Quién es?
los escuché nunca pero sí los vi. Hasta
me enamoré de uno. Nunca conté, vas a LUCAS: Soy el fantasma de la mentira.
creer que estoy loca. Me enamoré de una
sombra grande, yo lo imaginaba un ha- ESTELA: Carajo, ¡es usted! (Trata de to-
cendado, un tipo bigotón y fuerte como mar su ropa, pero él la sujeta.)
el director de la primaria donde estudia-
ba. Siempre hacía lo mismo yo: me des- LUCAS: Dame la mano. (La toma por la
vestía parada, mirando la oscuridad a ver fuerza.) Dame tu cintura.
si se me acercaba. Como a ti ahora. Me
quedaba sin blusa, con un fustán blan- ESTELA: No, suélteme.
co que ni siquiera brillaba de tan negra
que era la noche. Me quitaba los zapa- LUCAS: Vamos a bailar echados hasta
tos. (Lo hace.) Después la falda. Tú no que...
me ves, pero sabes lo que estoy hacien-
do. Te oigo respirar. El fantasma no res- ESTELA: ¡Suélteme!
piraba, pero me veía. De repente estaba
asustado, porque para él los fantasmas LUCAS: (No obedece.) No pasa nada. Es
seríamos nosotros. Me miraba. (Suspi- una ilusión.
ra. Se acaricia los hombros.) Así soña-
mos las mujeres cuando estamos solas. ESTELA: ¡Suélteme! (Se libera. Va al baño,
Los hombres que queremos no son de Tropieza y Lucas la alcanza.) ¡Déjeme!
carne. No raspan. No aprietan ni due- ¡Quiero mi ropa!
len. Y me quedaba parada un rato lar-
go, esperando que me agarre. A veces LUCAS: No puedo verte, pero sé que es-
un airecito me movía el fustán y yo de- tás vestida de novia.
cía bajito: llegaste. Me vas a coger la
mano y vamos a bailar vals como las ESTELA: ¡Déjeme!
novias, tú de negro, yo de blanco. Pero
no era. Y me reía soñando despierta, LUCAS: ¡Ven acá!
pensando que bailábamos sin pisar la
tierra dura, sin golpearnos con las co- ESTELA: ¡No! (El la golpea. La ata con una
sas, dando vueltas en el aire como las cuerda que saca de su cajón.) ¡No!
hojas. Pero nunca llegaba, como toda
ilusión. Y aunque allá siempre hace ca- LUCAS: ¡Vamos! ¿Quieres ir al baño?
lor, después de un rato me daba frío y ¿Quieres bailar allí?
tenía miedo de estar muerta, de que me
hubiera vuelto un fantasma también. El ESTELA: ¿Qué hace? ¡Déjeme!
frío viene como una lluvia al revés, des-
de los pies hasta la coronita del pelo, y LUCAS: Cállate o te cierro la boca.
te hace temblar y piensas: ¡me morí! (Ríe
nerviosa.) Pero me tocaba y tenía cuer- ESTELA: ¡Suélteme, mierda! ¡Desáteme!
po y seguía adentro de él, y entonces (Llora. El la amordaza con un pañuelo
me sentía bien sola. ¡Una pena me daba del cajón. La empuja hacia el baño.)
de mí misma! Y de todas las mujeres de
La Unión, que estaban haciendo lo mis- LUCAS: Vamos para que sientas la llu-
mo que yo, las viudas y las solteras so- via. (Han entrado. Oímos que él abre la
las y las casadas delante de sus mari- ducha y desgarra ropa.) Tú eres mi fan-
dos dormidos, todas paraditas en la os- tasma, yo también te sueño cuando me
curidad, desnudas, sudando frío y oyen- quito la ropa, mírame, ¿ves cómo brilla
do roncar al mundo. (Se estremece.) mi piel? ¿Se ve? Ya no te voy a hablar,
Manuel, no quiero sentirme así nunca los fantasmas tenemos ojos pero no ve-
más. (Silencio.) ¿Estás allí? Ven, tóca- mos, la boca la usamos para besar a los
me la cintura. Acércate, fantasma, bé- vivos cuando duermen, ¿sientes? ¿Quie-
same y baila. (Silencio.) res que te duerma? ¿Sientes al muerto

Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 8 pag 30


besándote? (Estela gime y llora. El la gol- MANUEL: ¿A quién?
pea.) No me sientes, pero yo a ti sí. Por-
que uno es de verdad y el otro de menti- LUCAS: A la puta que te pedí, ¿a quién
ra. (Jadeos: la viola. Luego, largo silen- más?
cio. Sale y se sienta, vestido con el fus-
tán de ella. Fuma. Entra tímidamente MANUEL: No la oigo.
Manuel.)
LUCAS: Está dormida. Te espera en el
MANUEL: Hola. (Pausa.) ¿Estela? ¿Estás baño.
allí? (Lucas golpea el escritorio con los
dedos.) ¿Estás fumando? (Ríe.) ¿Fumas? MANUEL: ¿No me miente?
(Lucas golpea el escritorio.) Ah, un gol-
pecito es sí y dos no, ¿como en la tele? LUCAS: ¿No la hueles? ¿No escuchaste
(Un golpecito.) ¿Quieres que me acer- sus golpecitos? Está ahí, mojada, calatita
que? (Dos golpes.) Siento tu olor. Sé dón- en el suelo, se fue a dormir para que la
de estás. La ducha gotea. ¿Estuviste lim- despiertes como el príncipe del cuento.
piando? ¿O te has bañado? (Un golpe.) ¿Conoces el cuento?
Quieres... ¿quieres que me acerque? (Dos
golpes.) ¿Te has vestido? ¿Ya te secas- MANUEL: Don Lucas, usted me dijo que
te? (Dos golpes.) ¿A qué juegas? Me das doña Estela iba a venir.
miedo. Lo que te dije... todo lo que dijo
don Lucas es verdad. Mi madre... ¿me LUCAS: Te engañé.
entiendes? Una vez llegué con ella a la
casa y olía a humo. Había un tipo escon- MANUEL: ¿Quién es la mujer?
dido atrás del ropero, uno que mi madre
no veía hace tiempo, pero que escribía LUCAS: Una de la calle. Estaba en la pro-
cosas afuera de la casa. Ramera, perdi- cesión.
da, cosas así. En esa época yo veía, me
daba vergüenza ir al coro de la iglesia, MANUEL: ¿Quién?
sólo salía de noche a borrar las paredes.
Y de pronto llegamos y estaba allí. Nun- LUCAS: No me digas que no sabes.
ca habló. Yo no me di cuenta, pero mi
mamá sintió el humo y le gritó que sal- MANUEL: No.
ga. El hombre tiró el mueble. Corrimos
pero me pescó del pelo y me encerró en LUCAS: ¿Cuántas veces te pedí que me
la cocina. Se quedaron afuera. El no ha- consigas una?
blaba, ella gritaba! Yo sabía lo que esta-
ba pasando, quise prender la luz pero MANUEL: Pero de dónde iba a sacar yo...
había apagado toda la casa con la llave
general. Me tapé los oídos, me dormí en LUCAS: Pues de tus amigas, las de tu
el suelo escuchando cómo lloraba. (Pau- mamá.
sa. Suspira.) ¿Me estás oyendo, Estela?
(Un golpe.) Tú me entiendes, ¿no? (Dos MANUEL: Ya no las veo, don Lucas, le
golpes.) No seas cruel. ¿Sabes que le dije...
cortó la cara con los vidrios del mueble?
Pero ella no lo denunció. Tenía miedo. Y LUCAS: No te creo. Me las escondes y yo
yo. Ya sé dónde estás, siento el humo, sé porqué. Luego me quisiste quitar a la
hueles tan raro así. Deja que me acer- única que tenía cerca.
que. (Dos golpes.) Quiero tocarte. Nece-
sito acariciarte. ¿Si te pido perdón sin MANUEL: ¿Y usted no la puede... conse-
saber por qué, me perdonarías? Tú eres guir?
mujer, tú entiendes. Si te beso, ¿me per-
donarías? ¿Estela? LUCAS: Tú la tenías que traer, ¿para qué
crees que apoyé tu contratación? No sa-
LUCAS: No soy Estela, Manuel. bes nada de tu mamá, pero sabes dónde
vive. ¿Sí o no? (Silencio.) ¿Y a tus ami-
MANUEL: Don Lucas, ¿qué hace aquí tan gas del coro, no las ves?
tarde?
MANUEL: Le juro que no, don Lucas.
LUCAS: Esperándote. Como no la con-
seguiste, la traje yo. LUCAS: ¿Y con quién duermes?

Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 8 pag 31


MANUEL: Con nadie, don Lucas. la mujer.) ¡Agáchate! (Ella gime.)

LUCAS: ¿O sea que en la cárcel te volvis- MANUEL: ¡No quiero escuchar esto!
te maricón? ¿Por eso tomas tanto?
LUCAS: Oye cómo suena la trompeta de
MANUEL: Y a usted... qué le importa. Jericó, escucha a la ramera!

LUCAS: O sea que te voy a hacer un gran MANUEL: ¡No!


favor.
LUCAS: El hermano de Isaac se llamaba
MANUEL: Don Lucas... Imet, y su papá todo el día se la pasaba
Isaac-Imet- Isaac-Imet- Isaac-Imet-i-sac-
LUCAS: Ven, acércate. i-met...

MANUEL: ¿Qué quiere? MANUEL: ¡Lo voy a matar!

LUCAS: Hay una mujer en el baño, ya te LUCAS: ¡Ya la estoy matando yo! ¡Escu-
dije. Es tuya. Ven. cha cómo llora, yo la consuelo! ¡Soy el
apóstol Tomás que no creía nada hasta
MANUEL: ¿Quién es? no meter el dedo en el hueco! (Ríe. Ella
gime. Manuel se cubre los oídos y esca-
LUCAS: Después te digo. (Pausa.) Se lla- pa. Oscuro. Aparece doña Estela, vesti-
ma Norma. da, en el presente. Contiene el llanto y
oye en la grabadora sus gemidos y la voz
MANUEL: Norma se llama mi mamá, don de Lucas.)
Lucas, usted sabe.
LUCAS: «Ven que te pongo los clavos...
LUCAS: Adiviné. Los brujos de la anti- ¡ven que te mato! A ver si la muerte se
güedad eran ciegos. (Le toma la mano. contagia. ¡Te voy a ahorcar!»
Lo lleva hacia el baño.) Ven. Bájate el
pantalón. Es tuya. ESTELA: «No!»

MANUEL: No quiero. Estela arroja la máquina al oír los gritos de


placer de Lucas. Corre hacia ella y le saca
LUCAS: Es tuya, aprovecha que está so- el cassette. Lo pisotea.
ñando.
ESTELA: Perro, perro... como todos... (Oye
MANUEL: ¡No quiero nada de usted! un ruido. Esconde la cinta.) ¿Vecina?
¿Ya regresó? Estoy llorando porque me
LUCAS: Ven... parece que los veo. No son fantasmas,
no se asuste... ya estoy muy grande para
MANUEL: ¡Suélteme! ¡No puedo tocarla! ver fantasmas... (Solloza y rasca el sue-
¡No puedo! ¡Hagan lo que quieran! Y yo lo.)
a usted lo conozco, lo voy a matar! (Tra-
ta de pegarle. Arroja una silla que Lucas Volvemos a la narración. Ella desaparece.
esquiva con facilidad.) Al día siguiente del ultraje, Marco llega a
la oficina. Lucas está sentado en su lu-
LUCAS: (Ríe.) ¡Eres un inútil! (Aparte.) gar, pelando una naranja.
Qué difícil es conseguir que a uno lo
maten. (A él.) Loquito, ¡ya sé qué vamos MARCO: (Decidido a discutir.) Bueno, lle-
a hacer! ¡Un programa bíblico! (Toma la gué.
grabadora. Entra al baño esquivándolo.)
¡Vamos a grabar todo! Putita, despierta, LUCAS: Hola.
vas a soplar la trompeta, ¡pero por acá!
(Oímos que Estela jadea y se resiste.) MARCO: Nada de hola. ¿Qué fue lo de
anoche?
MANUEL: ¡Basta! (Lucas cerró la puerta.
Manuel golpea.) LUCAS: Que chupamos como unos...

LUCAS: ¿Qué pasa? ¿No puedes entrar? MARCO: No salgas con chistes. ¿Por qué
¡Así son las puertas del cielo! (Golpea a no me contaste antes?

Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 8 pag 32


LUCAS: ¿Contarte? MARCO: Nada.

MARCO: ¿Por qué vomitaste anoche todo? LUCAS: Tal vez cuando hablaba yo con
¿Me has estado mintiendo? él... tú sales y nosotros...

LUCAS: Todos los borrachos vomitan. MARCO: No. Tú conocías a la madre.

MARCO: ¿Me has estado mintiendo? LUCAS: ¿Pero de dónde?

LUCAS: ¿Yo, anoche? ¿Qué te dije? MARCO: Vivían en el mismo barrio.

MARCO: ¡No te hagas! ¡Tú conoces a Ma- LUCAS: Hace mucho...


nuel desde antes!
MARCO: ¿Tú todavía veías?
LUCAS: Nunca lo vi antes de que venga
acá. LUCAS: No quiero tocar ese tema.

MARCO: Y lo de su madre, ¿cuándo te lo MARCO: Y de pronto ya no viven en el


contó? mismo barrio. ¿Quién se mudó? ¿Por
qué?
LUCAS: ¿Su madre?
LUCAS: ¡Qué sé yo!
MARCO: ¡Lucas! ¡Yo me acuerdo de lo que
dijiste! MARCO: ¿Y es verdad que te cortaron los
ojos en un asalto? ¿O es otra mentira?
LUCAS: Yo no. ¿No te habré hecho algu-
na broma? LUCAS: ¡No quiero hablar de eso, Mar-
co!
MARCO: No hablabas en broma, y ahora
yo tampoco. ¿Lo conocías? MARCO: ¡¿Cómo fue?! ¿Es verdad que...?

LUCAS: Te dije que no. LUCAS: ¡Fue un delincuente, un hijo de


puta!
MARCO: Cuando la Asociación nos dio la
lista no querías a nadie hasta que escu- MARCO: Eso le dijiste ayer.
chaste su nombre.
LUCAS: ¿Y qué, pues? ¡Es verdad!
LUCAS: Me pareció que debíamos ayu-
dar a algún joven, ¡tú me convenciste! MARCO: ¿Por qué lo odias?

MARCO: Pero lo reconociste, ¿no? Porque LUCAS: Yo no lo odio.


ya lo conocías.
MARCO: ¿Tienes algo con doña Estela?
LUCAS: Bueno, sí, pero no sé por qué te
molesta. LUCAS: ¿Yo? Si el que le escribe poemas
eres tú. Hasta querías meterla en nues-
MARCO: ¡Me molesta que me mientas! tro cuento.
¿Por qué lo trajiste?
MARCO: No hablo del cuento. ¿Qué tie-
LUCAS: El nombre me sonó, como el de nes con ella?
un chico que vivía en mi barrio. Pensé
que le haríamos un favor. LUCAS: ¡Nada!

MARCO: ¿Por qué lo trajiste? MARCO: ¿Y por qué dijiste lo de ayer?!


¿Estás celoso?
LUCAS: ¡Para ayudarlo!
LUCAS: ¡¿Y acaso me importa la chola
MARCO: Y lo de su madre, ¿ya lo sabías que lava los pisos?! ¡Para de una vez!
de antes?
MARCO: Es que no acabo de entenderte.
LUCAS: ¿No nos contó nada? ¡Y él no te respondió! O sea que decías la

Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 8 pag 33


verdad y no podía discutirte. Y sólo pue- lengua te debería cortar. ¡Eso que le hi-
des saber esas cosas porque conocías a ciste no tiene sentido! (Manuel entra sin
la mujer. Eso no me extrañaría, ¿pero por ser percibido y oye.) ¿Qué culpa tiene
qué tu maldad? de su pasado? Lo de anoche fue lo últi-
mo que hiciste con nosotros, fue la últi-
LUCAS: El que se pone mal eres tú. ma vez que abusaste de nadie! ¡Te vas de
esta oficina! Cómo no lo noté, ¡le estu-
MARCO: Dime por qué. ¿Lo odias? Si no viste dando a propósito alcohol en el café,
entiendo esto me voy a volver loco. bombones...! Tengo que poner orden,
Lucas. Te vas.
LUCAS: Todo quieres entenderlo. Las
cosas se sienten, y ya. LUCAS: ¿Por qué? El que se va eres tú.
Yo sé lo que hago, no me creo el triunfa-
MARCO: No, yo no quiero sentir porque dor en terno, el ciego sin lata y sin
no sé lo que te haría. Algo te hizo Ma- cartelito. ¡Si te choca la realidad, no es
nuel, algo te hizo la madre para que tú... mi problema! ¿No sabes las cosas que
pasan en los barcos, peores que la mamá
LUCAS: No te metas más conmigo, Mar- de ese huevoncito? ¿O crees que la gente
co. es una colección de relojes? ¡El que se va
eres tú, a esconderte en tu casa, a meter
MARCO: ¿Qué fue? ¿Le hiciste algo de la cabeza en el suelo, ciego estúpido!
niño? ¿Te metiste con su madre?
MANUEL: El que se va soy yo.
LUCAS: ¡Cállate!
MARCO: ¡Manuel!
MARCO: ¿Quién te sacó los ojos? ¡Yo sé
quién! ¡Si no me contestas, yo sé quién LUCAS: ¡Fuera, basura! ¡Mira lo que cau-
fue! sas!

LUCAS: ¡Calla! (Le arroja un lápiz.) MANUEL: No voy a hacer problemas. Vine
¿Quién eres tú para inventar mi vida? a despedirme.
¡Me ofendes! Inventa tu cuento de mier-
da que nunca terminas, inventa tu Bi- MARCO: Manolito, lo que pasó anoche
blia, tus mapas, tu universo, pero no me estuvo mal, pero no tienes que sentir-
metas a mí! Tu cabeza es tu cabeza, no te...
me metas en tus historias, no estoy he-
cho de puntitos braille, yo existo de ver- MANUEL: ¿Lo de anoche? ¿Ya sabe lo que
dad! ¡No soy el diablo de tus radionovelas! pasó?

MARCO: No eres el diablo, imbécil. ¡Te MARCO: Ya sé todo y no me importa, Ma-


crees mucho! Eres un pobre ciego resen- nuel.
tido esperando como una araña a que
caiga una víctima, eres un enfermo, más MANUEL: Usted me tiene que perdonar.
pobre que los pobres, más triste que los...
MARCO: No hay nada que perdonar.
LUCAS: ¡Ven acá! (Derriba su escritorio.
Se lanza hacia Marco, daga en mano.) MANUEL: ¡Pero yo pude hacer algo!
¡Ven!
MARCO: No podías. El que tiene la culpa
MARCO: ¿Qué tienes en la mano? (Intuye es él. Por eso se va.
y esquiva.) ¿Tu daga? ¿No la usas como
un aparato ortopédico? (Le pega con un LUCAS: No me voy. Me matarás antes,
bastón y le hace perder el arma.) ¡Ufa! pero por las buenas no me voy.
¿Ahora qué harás? ¡Se te cayó el pajari-
to, maricón! (La recoge.) Agarra. No te MARCO: No digas esas cosas.
voy a matar, ¡toma!
MANUEL: El que se mata soy yo. (Recoge
LUCAS: (La toma por la hoja.) ¡Me corté! la daga.) Venía a pedirles esto. La ver-
(La deja.) dad, siempre estoy dudando. Ahora mis-
mo no sé cómo hacer. ¿Se acuerdan del
MARCO: (La patea hacia la puerta.) La veneno para las ratas? Al fin lo traje. Pero

Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 8 pag 34


debe ser horrible. Uno gira en el suelo MARCO: No puedes pensar así, Manuel.
como si le estuviera dando cuerda a la
muerte. MANUEL: ¿Por qué no? Que le explique él.
¿Verdad que yo era el loco del barrio? A
LUCAS: No hables tonterías. Dame mi mí me llamaban para matar gatos en-
daga. fermos, para meterme en buzones a
buscar monedas, para eso que otros no
MARCO: Sí, devuélvela. hacían.

MANUEL: No. Tenga el veneno, si quiere. MARCO: ¿Por qué no me contaste?

MARCO: Dame las dos cosas, Manuel. Así LUCAS: ¡Inventos!


no resuelves nada.
MARCO: Cálmate. Escucha el mar. ¿Oyes
MANUEL: Nunca se resuelve nada, pero al a las gaviotas?
menos se sueña, ¿no? Dicen que si uno
se corta las venas la sangre sale como MANUEL: (Abre la ventana.) Oigo un avión
una cuerda larga y uno se duerme. Cie- que se acerca. Las voces secretas de los
rra los ojos y sueña con planetas de vi- pasajeros aterrados, los ruidos en el baño
drio y un ajedrez gigante hecho de piel. de los que no aguantan el vacío, la radio
que repite siempre la misma serie de
MARCO: Manuel, no estás solo en el mun- números: 94, 58, 13, 70 punto 5 ... ¡Ra-
do. Piensa en los demás, acuérdate de dio Babel!
los mapas, la ventana...
MARCO: No ha pasado nada, Manuel. El
LUCAS: ¡Dámela! mundo es el mismo, el día dura 24 horas
y los kilómetros siguen midiendo 1000
MANUEL: Búsquela. (Arroja el arma.) metros.

MARCO: Ahora dame el frasquito, esto no MANUEL: Y un litro de lágrimas sigue pe-
es juego. sando un kilo. Yo lo envidio. Nunca pasa
nada. Para usted el mundo es sólo un
MANUEL: Lo voy a tirar aquí. (Vacía el fras- mapa de tamaño natural, cruzado de lí-
co en la cafetera.) A ver si mejora el sa- neas de colores y con ballenas dibuja-
bor. das en el Océano. Mientras no se desor-
denen los planetas, usted será feliz. Yo
MARCO: ¿Has estado tomando? ¿Por qué no. No veo brújulas, ni mapas, ni fle-
hablas así? chas ni caminos ni nada. Para mí todo
lo que pasa es de extrema gravedad. A
MANUEL: Don Marco, si pudiera explicar mí todo me atrae hacia lo más bajo, aun-
lo que se me ocurre... que trato de incorporarme y caminar
derecho, algo desde el suelo me jala la
LUCAS: No va a hacer nada, déjalo. corbata. (Se acerca a la ventana.) ¿No
siente el vacío? ¿No le provoca llenarlo
MARCO: ¡No digas más! de gritos?

LUCAS: Es un cobarde. MARCO: No. (Se da cuenta.) ¡Ven! (Force-


jean. Manuel cae al vacío.) ¡No! (Pasa un
MANUEL: Ese es mi problema. ¿Pero quién avión rugiendo. Lucas maldice y Marco
no lo es, don Lucas? Cada uno a su modo. grita al cielo. Pausa. El avión se aleja.)
No le damos la cara a nada, nos pone-
mos máscaras, jugamos al teatro para no LUCAS: Valiente idiota. (A Marco, que
atendernos. ¿Usted sabe lo que hay afue- deambula y halla la navaja en el suelo.)
ra en realidad? Mentiras. (Abre la corti- ¿Qué buscas? ¿La navaja?
na.) Las gaviotas escriben guiones en el
cielo. Los barcos dibujan comerciales en MARCO: ¿Qué hemos hecho?
el agua. Los camiones van llenos de ataú-
des y los aviones con sus tristes cajas LUCAS: Hemos entrado al infierno por
negras. Por eso hay que morir. Para que una ventana.
se apague el zumbido de la caja sumer-
gida. MARCO: No puedo creerlo.

Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 8 pag 35


LUCAS: Vamos a acabar en la cárcel. Te- ESTELA: No.
nemos la culpa.
LUCAS: Pero intuiste, ¿verdad? Lo esta-
MARCO: Yo no, ¡tú! bas esperando y de pronto algo raro pasó.
Por eso subiste a preguntar. Ven, deja
LUCAS: Los dos. No tenías que decirle que yo te consuele... (Ella cierra la corti-
nada. Sólo hacerte el que no sabías. na dejando todo a oscuras.) ¿Por qué
cierras? Si no puedo verte. Dame la
MARCO: ¡No tengo la culpa de nada! mano.

LUCAS: Los dos, Marco. Vamos a dar ESTELA: No. Las tengo ocupadas.
vueltas en el patio de la cárcel como las
agujas de un gran reloj. Tú vas a medir LUCAS: ¿Con qué?
con pasos las paredes y los años. Yo...
ESTELA: El crucifijo. Venía a devolverlo.
MARCO: ¡No, no!
LUCAS: ¿Tú lo tenías? ¿Y para eso has
LUCAS: Y tan viejos. Como los relojes, venido?
vamos a morir parados.
ESTELA: No, la verdad... No sé. (Recoge la
MARCO: No. Yo no tengo la culpa de nada. daga a sus pies.)
Allí no.
LUCAS: ¿A qué has venido?
Duda y escapa. Se detiene antes de irse
para decir algo a Lucas, pero no se atre- ESTELA: ¿Tiene miedo?
ve. Arroja la daga y sale.
LUCAS: ¿A qué has venido?
Pausa. Lucas fuma. Oímos el mar, las ga-
viotas, un buque y una sirena. Entra ESTELA: Entonces ya sabe a qué.
Estela en silencio, buscando no ser de-
tectada. Trae el crucifijo entre las ma- LUCAS: (Sin levantarse.) No te acerques
nos. Pausa. Lucas se vuelve hacia ella, más.
que se paraliza.
ESTELA: ¿No quería que me acerque?
LUCAS: Así que regresaste. Como pen-
saba. Yo sé que eres tú, aunque te que- LUCAS: Para eso, no.
des calladita. Por el olor. Me lo sé de
memoria. ESTELA: ¿Para qué?

ESTELA: (Señala a la calle.) ¿Quién fue? LUCAS: No me hagas daño...


(Silencio.) ¿Manuel? Pensé que ...
ESTELA: Usted ha pensado lo mismo que
LUCAS: ¿Que me había lanzado a mí? Ni yo.
se le ocurrió.
LUCAS: Te diste cuenta y esperaste a que
ESTELA: ¿Por la ventana? Marco se vaya...

LUCAS: Ajá. ESTELA: Usted se da cuenta de todo, ¿no?

ESTELA: No. LUCAS: (Paralizado.) Voy a gritar.

LUCAS: Sí. ESTELA: Ya no tiene tiempo.

ESTELA: ¿Qué estaba mirando? LUCAS: ¡No! (Ella lo apuñala.) ¡No! ¡Pie-
dad! ¡Ag! (Más golpes. Forcejeos. Alguien
LUCAS: No estaba mirando nada. ¿Por cae. Lucas aparece dentro de un círculo
qué no te acercas y aprovechas el rato? de luz roja, tendido boca abajo, sangran-
Mira que luego caen los policías a pre- do en su último momento.) Ya lo vi, ya
guntar quién era... y tú vienes por el vuel- tengo la idea. Es un ángel. Se acerca a
to, Estelita, ¿verdad? Apúrate. ¿Escuchas un niño y le dice: ¡qué suave está tu ropa!
a la gente abajo? ¿Lo viste? Y el niño contesta: como la tuya, ángel

Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 8 pag 36


de la guarda. Y hablan del producto... César De María
¿cómo se llama? Cloud. Sí, nube en in-
glés, como las de los ángeles. Con Cloud Perú (1960). Se inicia como autor y direc-
lava la mamá y lavan en el cielo. Y el niño tor en el grupo Homero, teatro de grillos,
se duerme, porque en las sábanas sua- en 1976. Trabajó con diversos grupos
ves siente la caricia de su madrecita. Y más como Telba, Kusi Kusi, Olmo, Quin-
el ángel blanco lo mira y... le cierra los ta Rueda y otros. Gana en 1978 el Pre-
ojos y... y... mio Nacional de Obras de Corto Reparto
convocado por el TUSM y CELCIT-Perú.
Tras él, surge Estela en el haz de luz y le-
vanta el crucifijo para asestarle el golpe Recibe premios y menciones en concursos
final. Apagón. Volvemos al presente. Se de teatro y narración, entre ellos un ac-
abre lentamente la ventana. Ella limpia. césit en el Tirso de Molina (1992) y el
primer premio del Hermanos Machado
ESTELA: (Lenta.) Así fue, vecina. Sólo (1995).
Dios sabía que iban a pasar estas co-
sas. Ahora a don Marco lo buscan por Obras y año de estreno en Lima
haber matado a don Lucas, que parece
que se defendió porque tenía una mano La celda (1978)
cortada. Y ya encontraron el veneno del Miedo (1979)
frasco que tenía el chico en el bolsillo: Del bolsillo ajeno (1978)
lo había puesto en el café, ¡los quería A ver, un aplauso! (1989)
matar! (Mirando al suelo.) Y a mí me Escorpiones mirando al cielo (1993)
preguntaron de todo, pero justamente Dos contra dos (1993)
el miércoles anterior yo no había venido La caja negra (1996)
más que un ratito. Imagínese que hu- Dime que tenemos tiempo (1997)
biera tenido que ver esto. Suerte que fue El poeta, la mujer y la maleta (1997)
jueves y no miércoles, eso le dije a la Laberinto de Monstruos (1998)
policía: yo no estoy aquí para dar res- Kamikaze! o La historia del cobarde
puestas. Soy la mujer que saca las man- japonés (1999)
chas. Lo único que hago es limpiar, re-
coger el polvo y poner orden. ¿Qué ten-
go que ver con estos locos? Pero recor-
dando y mirando esto, me da una pena César De María. Correo electrónico:
la gente... Es que la mentira, como de- cesdem@pa.com.pe
cía San Juan, es un laberinto que no
tiene salidas hacia la Verdad. La menti- Todos los derechos reservados
ra sólo lleva a laberintos más grandes. Buenos Aires, Argentina. Febrero de 2000
Allí entra uno jugando y de pronto, (Se
palmea la frente.) chao. Se pierde. Ya no CELCIT. Centro Latinoamericano de Creación e
está. (Gran suspiro.) Quién lo creyera. Investigación Teatral
Quién. Director: Carlos Ianni
Bolívar 825. (1066) Buenos Aires. Argentina
Barre por un largo rato. La luz del atarde- Teléfono/fax: (5411) 4361-8348. e-mail:
cer se desvanece. Estela mira por la ven- celcit@sinectis.com.ar
tana y la cierra con decisión. Apagón. Internet: http://argen-guia.com/celcit

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