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PORFIRIATO

Durante el gobierno del general Porfirio Díaz se dio un giro en la actividad política nacional, puesto que
alrededor de cuatrocientos años —Mesoamérica, el Virreinato de Nueva España y las primeras décadas del
México Independiente— los gobernantes llevaron la administración pública con un claro sentido militar, y
sus acciones estuvieron enfocadas a fortalecer al ejército en turno. Sin embargo, a raíz del comienzo de la
segunda presidencia de Díaz, en 1884, se dio un vuelco que permitió a la política mexicana centrarse desde
un ángulo más civil. En esta fotografía aparece el presidente Díaz en 1902, ataviado con ropa civil.
Porfiriato o Porfirismo[1] es el período de 34 años en el que el ejercicio del poder en México estuvo bajo
control de Porfirio Díaz. Este período comprende de 1876 (al término del gobierno de Sebastián Lerdo de
Tejada) a mayo de 1911, cuando Díaz renunció a la presidencia por la Revolución encabezada por
Francisco I. Madero, Francisco Villa, Emiliano Zapata y los hermanos Flores Magón. El Porfiriato fue un
periodo que provocó grandes desigualdades entre la población mexicana, y generó estabilidad económica y
política al costo de la concentración de la riqueza en un pequeño grupo y la supresión de numerosas
libertades civiles.
Presintiendo que el presidente Lerdo de Tejada intentaría reelegirse, Porfirio Díaz volvió a levantarse en
armas. Formado en las Luchas por la Reforma y contra la intervención extranjera, Díaz gozaba de gran
prestigio entre los militares y de renombre en los círculos políticos del país. Con el triunfo del Plan de
Tuxtepec, el cual lo llevó a la Presidencia de México para gobernar el periodo que comprende de 1876 a
1911 con un breve intermedio durante el gobierno de Manuel González.
En los 31 años del Porfiriato se construyeron en México más de 19 000 kilómetros de vías férreas con la
inversión extranjera; el país quedó comunicado por la red telegráfica; se realizaron inversiones de capital
extranjero y se impulsó la industria nacional.
A partir de 1893 se sanearon las finanzas, se mejoró el crédito nacional y se alcanzó gran confianza en el
exterior, y se organizó el sistema bancario, que se invalidó durante la década de 1940, en el gobierno de
Lázaro Cárdenas del Río.
En este periodo se continuó el esfuerzo iniciado con Manuel González por superar la educación en todos
sus niveles; hombres de la talla de Joaquín Baranda, Ezequiel Chávez, Enrique C. Rébsamen, Ignacio
Manuel Altamirano y Justo Sierra Méndez le dieron lustre a este proceso que incluyó desde los jardines de
niños hasta la educación superior, pasando por la formación de maestros.
Aunque Porfirio Díaz reiteraba que ya el país se encontraba listo para la democracia, realmente nunca quiso
dejar el poder y en 1910, a la edad de 80 años, presentó su candidatura para una nueva reelección, la cual
fue rechazada por el público obrero. Ante estos hechos, Francisco I. Madero convocó a la rebelión, la cual
surgió el 20 de noviembre de ese año, y terminó con la entrada triunfal a la ciudad, derrotando al dictador.
Chihuahua fue el principal escenario de las derrotas porfiristas ya que Pancho Villa y Pascual Orozco
conquistaron Ciudad Guerrero, Mal Paso, venció en la batalla de Casas Grandes, Chihuahua y la toma de
Ciudad Juárez, por el Sur,Emiliano Zapata al frente de sus tropas campesinas, amagaban la capital y
derrotaron en Cuautla el 5to. Regimiento de Oro (el mejor batallón del ejército foderal) aunque irrelevantes
en el plano militar, fueron las batallas que facilitaron el camino de los revolucionarios hacia la victoria contra
la dictadura. Habiendo tenido esos fracasos en el terreno militar y otros en el plano de las negociaciones,
Díaz prefirió renunciar a la presidencia y abandonó el país en mayo de 1911.
Actividad marítima y portuaria
Durante esta época la marina mercante nacional recibió un impulso inusitado. Se legisló mediante códigos
de fechas 1884 y 1889, se reconoció que la marina se encontraba en un estado deplorable.
El jefe del Departamento de Marina, de la Secretaría de Guerra y Marina, opina que la Marina Mercante
Nacional es una idea tan noble como levantada y por lo mismo, había que fomentar la construcción de
astilleros y de barcos para ella.
En 1897 fue inaugurada la H. Escuela Naval Militar en la que se preparaban oficiales para la marina de
guerra. También se crearon las compañías Transatlántica Mexicana, la Mexicana de Navegación y la
Naviera del Pacífico, que perduraron por varias décadas.
Al final del Porfiriato se intensificó el tráfico marítimo en el Golfo, toda vez que llegaban periódicamente
buques de diez compañías navieras, entre europeas, americanas y mexicanas. Por lo que toca al Pacífico,
sólo una línea inglesa y dos mexicanas daban servicio.
Con el crecimiento del tráfico marítimo hubo necesidad de acondicionar varios puertos, como los de
Veracruz, Manzanillo, Salina Cruz y especialmente el de Tampico.
Motivo de preocupación del gobierno, fue el enlace de los puertos con el interior del país y para ese fin se
construyeron las vías férreas que comunicaron a Veracruz con la capital, Salina Cruz y Coatzacoalcos; no
se concluyó la de México a Acapulco y solamente una parte de la México a Tampico.
Los trabajos se realizaron de manera continua durante el gobierno del general Díaz, y hacia fines del siglo
se indica que se firmaba un contrato para mejorar y sanear el puerto de Manzanillo; se reconocían la costa e
islas orientales de Yucatán para el establecimiento de su señalización; se instalaban las oficinas del servicio
de faros en los puertos de Progreso, Puerto Ángel y Mazatlán, dándose principio a las obras de instalación
del faro en punta de Zapotitlán y se encontraba ya en servicio el de Isla Mujeres; se hacían trabajos de
reconocimiento en la costa de Campeche para estudiar la mejor localización del puerto; se llevaba a término
el proyecto del nuevo puerto de Altata; continuaban las obras del puerto y saneamiento de Manzanillo. En
Tampico se comenzaban los trabajos para la reconstrucción del muelle fiscal; se inauguraban varios faros
en la costa oriental de Yucatán y en Puerto Ángel, Oaxaca, así como algunas balizas luminosas en Antón
Lizardo, Veracruz y en el Puerto de La Paz, Baja California. Los puertos de Veracruz, Tampico y Salina
Cruz, siempre merecieron la más alta atención del gobierno del General Díaz.
Obras de la Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas
El 13 de mayo de 1891 se promulgó una Ley expedida por el Congreso, virtud a la cual se establecía la
distribución de los quehaceres públicos del Poder Ejecutivo en siete Secretarías de Estado, entre las que
figuraba por primera vez la de Comunicaciones y Obras Públicas, lo que viene a significar un cambio en la
política de construcción de caminos, considerándose que las carreteras y su desarrollo eran indispensables
para impulsar la economía del país.
Tienda de Pulque en Tacubaya.
A fin de organizar las instancias administrativas dispersas que atendían los servicios de comunicación
nacional, quedaron incorporados a este nuevo Ministerio 12 sectores: Correos Internos, Vías Marítimas de
Comunicación o Vapores, Faros, Unión Postal Universal, Telégrafos y Teléfonos, Ferrocarriles,
Monumentos, Carreteras, Calzadas y Puentes, Lagos y Canales, Consejería y Obras con el Palacio
Nacional y Chapultepec, y Desagüe del Valle de México.
Esta Secretaría (llamada por muchos autores Ministerio) de Comunicaciones y Obras Públicas conservó su
estructura institucional durante el período revolucionario.[2]
Cultura y sociedad
Ignacio Manuel Altamirano fue un escritor y literato guerrerense que nació en 1834, con ascendencia
zapoteca. Estudió en Cuernavaca, y más tarde se convirtió en profesor de latín. Durante la Guerra de
Reforma combatió del lado liberal. Su obra más conocida fue Clemencia. Tras varios años de trabajo
literario fue nombrado embajador en Italia. Murió en San Remo el 13 de febrero de 1893.
La literatura fue el campo cultural que más avances tuvo en el Porfiriato. En 1849, Francisco Zarco fundó el
Liceo Miguel Hidalgo, que formó a poetas y escritores durante el resto del siglo XIX en México. Los
egresados de esta institución se vieron influenciados por el Romanticismo. Al restaurarse la república, en
1867 el escritor Ignacio Manuel Altamirano fundó las llamadas "Veladas Literarias", grupos de escritores
mexicanos con la misma visión literaria. Entre este grupo se contaban Guillermo Prieto, Manuel Payno,
Ignacio Ramírez, Vicente Riva Palacio, Luis G. Urbina, Juan de Dios Peza y Justo Sierra. Hacia fines de
1869 los miembros de las Veladas Literarias fundaron la revista "El Renacimiento", que publicó textos
literarios de diferentes grupos del país, con ideología política distinta. Trató temas relacionados con
doctrinas y aportes culturales, las diferentes tendencias de la cultura nacional en cuanto a aspectos
literarios, artísticos, históricos y arqueológicos.[3]
El escritor guerrerense Ignacio Manuel Altamirano creó grupos de estudio relacionados a la investigación de
la Historia de México, las Lenguas de México, pero asimismo fue impulsor del estudio de la cultura
universal. Fue también diplomático, y en estos cargos desempeñó la labor de promover culturalmente al
país en las potencias extranjeras. Fue cónsul de México en Barcelona y Marsella y a fines de 1892 se le
comisionó como embajador en Italia. Murió el 13 de febrero de 1893 en San Remo, Italia. La influencia de
Altamirano se evidenció en el nacionalismo, cuya principal expresión fueron las novelas de corte campirano.
Escritores de esta escuela fueron Manuel M. Flores, José Cuéllar y José López Portillo y Rojas.[4]
Poco después surgió en México el modernismo, que abandonó el orgullo nacionalista para recibir la
influencia francesa. Esta teoría fue fundada por el poeta nicaragüense Rubén Darío y proponía una reacción
contra lo establecido por las costumbres literarias, y declaraba la libertad del artista sobre la base de ciertas
reglas, inclinándose así hacia el sentimentalismo. La corriente modernista cambió ciertas reglas en el verso
y la narrativa, haciendo uso de metáforas. Los escritores modernistas de México fueron Luis G, Urbina y
Amado Nervo.[5]
Como consecuencia de la filosofía positivista en México, se dio gran importancia al estudio de la historia. El
gobierno de Díaz necesitaba lograr la unión nacional, debido a que aún existían grupos conservadores en la
sociedad mexicana. Por ello, el Ministerio de Instrucción Pública, dirigido por Justo Sierra usó la historia
patria como un medio para lograr la unidad nacional. Se dio importancia especial a la Segunda Intervención
Francesa en México, a la vez que se abandonó el antihispanismo presente en México desde la
Independencia.[6]
En 1887, Díaz inauguró la exhibición de monolitos prehispánicos en el Museo Nacional, donde también fue
mostrada al público una réplica de la Piedra del Sol o Calendario Azteca. En 1908 el museo fue dividido en
dos secciones: Museo de Historia Natural y Museo de Arqueología. Hacia principios de 1901, Justo Sierra
creó los departamentos de etnografía y arqueología. Tres años después, en 1904 durante la Exposición
Universal de San Luis —1904— se presentó la Escuela Mexicana de Arqueología, Historia y Etnografía, que
presentó ante el mundo las principales muestras de la cultura prehispánica.[7]
El valle de México, pintado en 1885 por Velasco. El paisajismo mexicano tuvo gran auge durante la época
en que Porfirio Díaz gobernó al país. En general, la cultura mexicana se vio afectada por los cambios
económicos y políticos, y se desarrolló un arte en dos etapas. La primera, que comprende de 1876 a 1888
representó el auge del nacionalismo. La segunda y última fase del arte porfiriano empezó en 1888 y finalizó
con el gobierno de Díaz, en 1911 y se caracterizó por una preferencia cultural hacia Francia y su cultura.
José María Velasco fue un paisajista mexicano que nació en 1840, y se graduó como pintor en 1861, de la
Academia de Bellas Artes de San Carlos. Estudió asimismo zoología, botánica, física y anatomía. Sus obras
principales consistieron en retratar el Valle de México y también pintó a personajes de la sociedad
mexicana, haciendas, volcanes, y sembradíos. Una serie de sus trabajos fue dedicado a plasmar los
paisajes provinciales de Oaxaca, como la catedral y los templos prehispánicos, como Monte Albán y Mitla.
Otras pinturas de Velasco fueron dedicadas a Teotihuacan y a la Villa de Guadalupe.[8]
El avance de la instrucción pública fue favorecido por el positivismo, y por su representante mexicano
Gabino Barreda. Durante el Porfiriato se sentaron las bases de la educación pública, que siempre fue
respaldada por los intelectuales de índole liberal. En 1868, todavía durante el gobierno de Juárez, se
promulgó la Ley de Instrucción Pública, que no fue aceptada por la Iglesia Católica. Joaquín Baranda,
ministro de Instrucción Pública, desarrolló una campaña de conciliación con la Iglesia, y aplicó a la
educación el aspecto positivista, sin dejar de lado el humanismo. Se buscaba que todos los alumnos
tuvieran acceso a la educación básica, pero para ello se tuvo que enfrentar a caciques y hacendados,
además de la falta de vías de comunicación en las zonas rurales. La instrucción primaria superior se
estableció en 1889 y tuvo por objeto crear un vínculo entre la enseñanza elemental y la preparatoria.[9]En
1891 fue promulgada la Ley Reglamentaria de Educación, que estableció la educación como laica, gratuita y
obligatoria. Asimismo fueron instituidos los llamados Comités de Vigilancia. Para que los padres y tutores
cumplieran con la obligación constitucional de mandar a sus hijos o pupilos a la escuela. Baranda fundó más
de doscientas escuelas para maestros, que una vez egresados se dirigieron a enseñar a las ciudades del
país. Sin embargo, en las zonas rurales la falta de desarrollo social provocó un rezago educativo.[10]
Durante las fiestas del Centenario de la Independencia de México, Justo Sierra presentó ante el Congreso
de la Unión, una iniciativa para crear la Universidad Nacional de México, como dependencia agregada al
Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes. La ley fue promulgada el 26 de mayo, y el primer rector
universitario fue Joaquín Eguía Lis, durante los años de 1910 a 1913. Las escuelas de Medicina, Ingeniería
y Jurisprudencia habían funcionado separadas durante más de cuarenta años, pero con esta ley se reunían
todas, junto con la Escuela Nacional Preparatoria, en la Universidad Nacional de México. Pocos años
después de culminar la Independencia, fue suprimida la Real y Pontificia Universidad de México, ya que
había sido considerada un símbolo del Virreinato de Nueva España, como una muestra de desprecio ante la
cultura española. Años después se intentó restaurar la institución, pero las guerras civiles y las
confrontaciones políticas lo impidieron. Hubieron varios grupos sociales contra su gobierno pero el que mas
destaca es el de los "magonistas"un pequeño grupo de bandidos" guiados supuestamente por los intereses
personales de los hermanos Flores Magón, sin embargo ellos se llamaban a sí mismos "liberales" y después
"anarquistas". Tiempo después historiadores usaron el término "magonismo" para identificar el movimiento
influido por el pensamiento de los Flores Magón y otros colaboradores del periódico Regeneración como
Librado Rivera, Anselmo L. Figueroa y Práxedis G. Guerrero. A principios del siglo XXI, organizaciones
sociales e indígenas en México reivindican la tradición de lucha magonista. [11]
La política exterior
A la par de la búsqueda por la estabilidad política mediante la reorganización y control del ejército y la
pacificación del país, el Presidente Díaz encaminó sus esfuerzos a obtener el reconocimiento internacional.
De las naciones europeas que había firmado la convención de Londres – por la cual se originó la guerra de
intervención- y con la que México había roto relaciones diplomáticas-, Gran Bretaña fue la última en
reconocer al gobierno de Díaz (1884). España lo otorgó el mismo año en que el general oaxaqueño asumió
la presidencia, 1877, y Francia lo hizo en 1880.
Para el logro de sus objetivos en política exterior, el Presidente Porfirio Díaz contó con la colaboración de
expertos que se habían forjado en las últimas décadas. Las dos figuras más importantes, fueron sin duda,
Matías Romero e Ignacio Mariscal. El primero, quien se desempeñó como Ministro de México en
Washington de 1882 a 1898, logró generar una política bilateral con los Estados Unidos aprovechando las
oportunidades comerciales que se abrían. Mariscal, quien se desempeñó por casi treinta años como
Secretario de Relaciones de 1880 a 1910, Su experiencia como minsitro en Washington y Londres le
permitió gestar una política exterior que mirara lo mismo allende al Bravo que allende al Atlántico.
En abril de 1878, Estados Unidos reconoció el gobierno del presidente Díaz. Con la modificación de una
serie de leyes México abrió sus puertas a la inversión extranjera.
La respuesta del exterior no se hizo esperar: un gran flujo de capital y tecnología surgió de las concesiones
que el gobierno mexicano otorgó a inversionistas extranjeros en forma de tasas de ganancias garantizadas,
exenciones de impuestos y reformas fiscales benéficas para los inversionistas.
Las principales fuentes de capital extranjero invertido en México durante el Porfiriato venían de Estados
Unidos y Gran Bretaña. Estados Unidos compartía con México el interés por desarrollar sistemas de
comunicación que facilitaran el comercio e hicieran más estrechos los vínculos económicos entre ambos
países; por tal motivo, gran parte del capital invertido en México estuvo dirigido hacia la construcción de una
amplia red ferroviaria que uniera a las principales ciudades del país y –mediante conexiones– se extendiera
más allá de la frontera norte hasta alcanzar importantes ciudades norteamericanas.
Con las grandes propiedades, la agricultura se orientó a la exportación y creció espectacularmente, sobre
todo en la producción de henequén, café, cacao, hule y chicle.
No obstante, la importancia de los capitales norteamericanos para el proyecto modernizador del gobierno
mexicano –Estados Unidos siempre fue en primer inversionista y socio comercial de México–, Díaz nunca
dejo de mostrarse receloso de su participación en las áreas estratégicas de la economía nacional. La
política expansionista sostenida años atrás por Estados Unidos –y de la cual México había sido víctima–
seguía presente en la memoria colectiva de la nación, y su nueva variante, la invasión pacífica –que suponía
un expansionismo de orden económico–, no podía ser halagüeña.
Por ello desde los albores de su régimen, Díaz fomento la participación de capitales europeos para
contrarrestar la influencia que pudieran tener los norteamericanos en los asuntos internos de México.
Un factor que favoreció en gran medida las inversiones británicas fue la participación que los miembros del
gobierno mexicano tuvieron en las empresas extranjeras –mineras, petroleras, ferrocarrileras, y de servicios
principalmente–. La relación de altos funcionarios porfiristas con inversionistas ingleses –particularmente
con Weetman Dikinson Pearson, presidente de S. Pearson and Son– fue muy estrecha, y en la mayor parte
de los casos las concesiones –supuestamente sometidas a concurso– se otorgaba favoreciendo los
intereses británicos.
El marcado favoritismo del gobierno de Díaz hacia el capital británico no fue suficiente para detener la
expansión económica norteamericana en México. La inmejorable posición geográfica de Estados Unidos y
las presiones que por momentos ejercía el gobierno norteamericano sobre la administración porfirista fueron
las condiciones que obligaron a Gran Bretaña a asumir el papel de segundo socio comercial de México. A
pesar de la abierta simpatía que Díaz siempre mostró por el capital europeo, la relación con Estados Unidos
era estrecha.
Pero los capitales extranjeros no lo eran todo. Para impulsar el desarrollo económico y el progreso material,
la política exterior del Porfiriato fue la piedra angular. Durante los 34 años de dictadura el gobierno mexicano
se comportó con independencia y valentía frente a las presiones que por momentos ejercía Washington
sobre la administración de Díaz. El cumplimiento de los compromisos de la deuda definió desde 1878, la
estabilidad y cordialidad de la relación bilateral.
El gobierno mexicano desarrollo una intensa actividad diplomática basada, desde luego en la estrecha
cooperación con Estados Unidos. Con Washington se firmaron varios acuerdos. Se creó la comisión mixta
de reclamaciones para cuidar los intereses de ambos países, se constituyó también la comisión
internacional de límites. Como equilibrio político y económico resultaba imprescindible para México, el
gobierno porfirista amplio sus horizontes hasta Europa. Las relaciones comerciales con Francia, España y
Alemania alcanzaron un nivel sin precedentes. Inglaterra, por su parte, se convirtió en el contrapeso ideal en
áreas estratégicas como la minería, los ferrocarriles y el petróleo. Porfirio Díaz mandó de embajador al
Japón a su propio hijo porque ambos pueblos veían el auge del monstruo del norte como peligroso.
(Argumentando cercanía de raza al ser la cultura mexicana y japonesa descendientes de la mongoloide que
una rama cruzaría por el estrecho de Bering y serían los antepasados de los aztecas, y diversas etnias
amerindias). Incluso en Centroamérica, la diplomacia mexicana actuó con independencia y se opuso a los
intentos de Guatemala, auspiciados por Washington, de crear una sola nación con el resto de los países
centroamericanos.
La política exterior de aquellos años, conducida por Porfirio Díaz y por sus Ministros de Relaciones
Exteriores, Ignacio Luis Vallarta e Ignacio Mariscal fue radicalmente opuesta a la que se siguió en la primera
mitad del siglo. Lejos de ser vaga e idealista con posiciones tajantes que no admitían negociación (como se
demostró en el caso de Texas), esta diplomacia tuvo objetivos muy concretos -como lo fue el lograr el
reconocimiento norteamericano- que iban a ser alcanzados con acciones pragmáticas y acomodaticias.
Después de todo, si la finalidad era el desarrollo económico y esto requería de estabilidad y orden, ¿no era
mejor acaso tener a los norteamericanos como socios y no como enemigos? De hecho, el gobierno de Díaz
mataba así dos pájaros de un tiro, ya que era obvio que no sólo necesitaba evitar el conflicto, sino que
también requería del capital y de la tecnología del vecino del norte para el ansiado desarrollo económico.
Ambas cosas las consiguió al mismo tiempo.
Además fue una política exterior mucho más sofisticada que la de antaño.
Se reconocía que Estados Unidos no era una sola entidad monolítica, sino que estaba compuesto de
diversos grupos con distintos intereses, así que de lo que se trataba era de atraer a los intereses adecuados
para neutralizar a los otros.
A pesar de todo la relación con Estados Unidos marchó como en ningún otro momento del siglo XIX: en un
ambiente de amistad, paz y apoyo. Con las fronteras abiertas a las inversiones extranjeras y la estabilidad
política garantizada por don Porfirio, el gobierno estadounidense respiró tranquilo en Washington durante
más de tres decenios. Tan estable se presentaba la administración de Díaz, que los políticos de Estados
Unidos se convirtieron en accionistas de las principales compañías petroleras y ferrocarrileras. Es de Díaz,
la frase "Tan Lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos".
Francisco Bulnes escribió: “Existía una convicción universal de que mientras el general Díaz disfrutase del
apoyo ultraamistoso que le había concedido Estados Unidos, nada debía temer a las revoluciones.
La diplomacia mexicana debió dedicarse a mantener intactas tan valiosas simpatías, básicas para nuestra
orden social”. Durante los gobiernos de Porfirio Díaz se registraron dos hechos importantes para la
administración pública. El primero, al expedirse el 11 de febrero de 1883 el quinto Reglamento Interior del
Ministerio de Relaciones Exteriores, y el segundo, al decretarse la existencia de siete secretarías para el
despacho de los asuntos de orden administrativo del gobierno federal, el 13 de mayo de 1891,
estableciéndose la Secretaría de Relaciones Exteriores.
De esta manera, también se integró un Reglamento para el cuerpo diplomático, el cual fue la Ley
reglamentaria del cuerpo diplomático mexicano de 1888. Es de destacar que don Porfirio Díaz mantuvo una
posición firme en asuntos de la política exterior, ya que también desarrolló una postura de acercamiento
industrial, comercial, cultural y financiero hacia los países europeos.
Un lugar entre las naciones
El evidente progreso porfiriano recuperó un término perdido en los azarosos y desgarradores decenios del
siglo XIX “modernidad”. Por primera vez en su historia independiente y a pesar de las contradicciones
políticas y sociales internas, la república intentaba mostrarse ante el orbe como una nación civilizada y
moderna.
Convencido de las bondades de la “civilización moderna”, el gobierno de Porfirio Díaz se dedicó
afanosamente el reconocimiento internacional. No en términos políticos –ya contaba, formalmente, con los
más importantes-, ni económicos –las inversiones fluían libremente en México-, sino también en términos
morales. Era imprescindible ganar un espacio en el mundo, obtener un lugar que permitiera a la república
desasirse del termino de “bárbaro” –utilizado por las naciones europeas al referirse a México en el siglo
XIX-. La “tierra prometida” no estaba dentro de los límites del país, estaba afuera, en el concierto de las
“naciones civilizadas” y en sus grandes escenarios: las exposiciones universales.
Hacia finales del siglo XIX las exposiciones internacionales se convirtieron en el escaparate de la
modernidad. El vertiginoso avance de la ciencia y la tecnología abrió los espacios por donde entraron la luz
eléctrica, el teléfono, el fonógrafo, la bombilla, el acero y el hierro para las construcciones, el petróleo y la
maquinaria perfeccionada capaz de realizar la producción en masa.
La primera participación oficial de México en una exposición internacional se verificó en Philadelphia 1876.
Su actuación fue modesta. Pero en 1884 Don Porfirio regreso a la presidencia, la presencia mexicana en la
exposición de Nueva Orleans fue notable. La nación comenzó a demostrar un rostro diferente del que se
conoció durante todo el siglo XIX: el del progreso. Con un pabellón construido con hierro y acero, conocido
como La Alambra Mexicana, el gobierno de México dejó entrever un país dotado de grandes recursos, como
la plata y de materias primas, como el henequén. Se mostró además generosamente abierto a los
inversionistas interesados en orientar sus capitales hacia la minería o la agricultura.
En Nueva Orleans, más que una participación activa, México anunció al mundo el despegue del progreso
porfiriano. El gobierno mexicano obtuvo varios reconocimientos en la exposición y desde ese momento
apareció ante sus ojos el lugar donde debía consolidar su reconocimiento internacional, no en Estados
Unidos, sino en Europa, en la ciudad luz: París.
En la Exposición Universal de París (1889), México participó con un pabellón en forma de palacio azteca y
llevó a Europa una premisa novedosa para su propia modernidad, justificada en todos los niveles del
régimen porfirista, y cuya importancia sería permanente incluso para los gobiernos revolucionarios del siglo
XX: veneración por el pasado indígena.
El positivismo liberal porfiriano creyó encontrar las raíces más profundas de la identidad nacional en el
periodo precortesiano. Era necesaria la reivindicación social, moral e histórica del indio muerto, porque con
los indios vivos, como la etnia yaqui en Sonora, o la maya en Yucatán, que no conocían mayor
“modernización” que la de sus costumbres-, el gobierno mantenía un estado de guerra y de exterminio
permanentes. El anhelado progreso, sin embargo, no se entendía sin el reconocimiento de ese lejano
pasado, y así lo expreso Justo Sierra: “un país que, aunque poseído de la fiebre del porvenir, una fiebre del
crecimiento… no ha perdido un átomo del apego religioso a su historia… Todo ese mundo precortesiano…
es nuestro, es nuestro pasado, lo hemos incorporado como preámbulo que cimienta y explica nuestra
verdadera historia nacional”.
Y la “verdadera historia nacional” llevó a París el magno “palacio azteca”, vistoso pabellón que albergo en su
interior muestras de arte mexicano – pintura, escultura, cerámica-; ejemplos de la riqueza minera de l país,
cartas geográficas y geológicas, y gran variedad de productos agrícolas, como las frutas tropicales; pero
sobre todo, libros acerca de reliquia arqueológicas y estudios antropológicos y etnográficos.
La moda mexicanista y el indigenismo como elemento de identidad nacional no impidieron, sin embargo,
que la proyección y construcción el pabellón terminara en manos de un contratista francés, y el estilo
arquitectónico definitivo, en el interior del palacio azteca, se tornara evidentemente afrancesado.
La presencia de México en París fue todo un éxito. El país dirigido por el caudillo de Tuxtepec se ganó un
lugar entre las llamadas naciones civilizadas. Europa reconocía el progreso material y económico de
México, que desde su pasado indígena arrojaba un nuevo paradigma a la humanidad: la patria de los
afrancesados porfiristas guardaba una insospechable riqueza prehispánica que se insertaba perfectamente
en la era moderna de finales del siglo XIX. Indigenismo cosmopolita, le llamaron.
En su informe de 1889, Porfirio Díaz reconoció el éxito alcanzado en la exposición universal de
París:“motivo de verdadera complacencia debe ser para todo mexicano el resultado obtenido por la
república en la Exposición Universal en París…; según se sabe ya, México obtendrá en aquel certamen un
buen número de premios. Por lo demás, inútil parece aludir a los resultados que se obtendrán del
conocimiento exacto de nuestro país y de sus recursos”
En los años siguientes a 1889 el país consolido con éxito la visión de que el gobierno porfiriano pretendía
mostrar al exterior: una nación prospera, civilizada y pacífica, amante del orden y el trabajo y dispuesta a
seguir el camino de las grandes potencias. Por razones políticas y económicas, su participación en las
exposiciones universales de años posteriores se hizo imprescindible.
En 1893 en Chicago, destacó la “comisión mexicana para la mujer”; en el París de 1900 el pabellón
mexicano despidió el siglo presentando el arrebato del Porfiriato: entre alegorías de la guerra de
independencia y del glorioso periodo de la reforma, se levantaba la pax porfiriana iluminada por el símbolo
del progreso: la luz eléctrica. Al iniciarse el nuevo siglo, Búfalo (1901) y San Luis Missouri (1904) serán las
últimas participaciones importantes del México de Porfirio Díaz. En cada una de ellas, el gobierno enarboló
con el mismo éxito la bandera del indigenismo prehispánico.
La gran paradoja del México moderno de Porfirio Díaz saltaba a la vista. La “modernidad” del Porfiriato no
se encontraba sólo en el progreso- innegable elemento del futuro-, sino en lo más recóndito de su pasado:
en las raíces ancestrales de su propia historia.
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EL PORFIRIATO
Después de la muerte del presidente Benito Juárez, en 1872, la lucha por el poder político se
centró en los tres personajes más importantes del momento: Sebastián Lerdo de Tejada, José
María Iglesias y Porfirio Díaz.
Esta situación prolongó los largos años de enfrentamientos armados, que venían desde que
México se había independizado del imperio español y cuyo resultado fue sumir al país, cada día
de manera más profunda, en el caos y la miseria de la gran mayoría de la población.
La lucha entre las diferentes facciones termina al proclamar Porfirio Díaz el Plan deTuxtepec,
mediante el cual derroca al entonces presidente Sebastián Lerdo de Tejada, por su intención de
reelegirse.
Díaz contó con la alianza de José María Iglesias, a quien posteriormente hizo a un lado, y se
levantó con el poder político, para no dejarlo por cerca de 34 años.
Porfirio Díaz Mori nació el 15 de septiembre de 1830 en la ciudad de Oaxaca, en el seno de una
familia modesta, y quedó huérfano a muy temprana edad. Aunque ingresa como seminarista y
poco después realiza estudios de abogacía, no concluye ninguna de estas carreras.
En 1855 se une al general José María Herrera para apoyar la revolución de Ayutla, y en esta
actividad como militar pronto logra alcanzar el grado de capitán de infantería de la Guardia
Nacional.
En la carrera castrense, Díaz obtiene rápidos ascensos y en noviembre de 1859 alcanza el grado
de coronel. No corrió con la misma suerte en su trayectoria como político, ya que tuvo una
discretísima actuación como diputado; sus fortalezas se encontraban en el área de la milicia.
Durante la intervención francesa en México, Porfirio Díaz interviene en muchas acciones de
guerra; pero fue el 2 de abril de 1867 cuando obtiene un brillantísimo triunfo al tomar la ciudad de
Puebla, dando prácticamente la victoria definitiva a las fuerzas nacionales que combatían a
Maximiliano de Habsburgo.
Una vez que la República fue restaurada con la derrota de las fuerzas imperiales y Benito Juárez
asumió la presidencia, Porfirio Díaz se levantó en armas contrala reelección de Juárez, como
también lo había hecho contra la reelección de Lerdo de Tejada.
En la primera no tuvo éxito y debió aceptar forzadamente la amnistía; en cambio, en la segunda
ocasión –mediante el triunfo del Plan de Tuxtepec y después de uninterinato en la presidencia de
José María Iglesias-, Porfirio Díaz fue por finelecto presidente de México.
Ya instalado en la cúspide del poder político del país, Porfirio Díaz fue aprovechando las
oportunidades para cambiar la Constitución Política, a fin de que fuera aceptada la reelección del
presidente, primero por un periodo, para después permitirla de manera indefinida.
Las múltiples reelecciones de Porfirio Díaz permitieron que el país gozara de varias décadas sin
guerras o levantamientos armados mayores. La paz abrió camino al desarrollo económico y la
creación, por ejemplo, de una fuerte infraestructura ferrocarrilera.
Esta situación hizo posible que los negocios tuvieran un ambiente muy favorable, sobre todo los
extranjeros, que ingresaron a México de manera amplia, por el afán del presidente Díaz de que la
sociedad mexicana estuviese a la altura y se pareciese a la de los civilizados países europeos y,
en lo tecnológico, a la deEstados Unidos. La única manera de alcanzar ese propósito era que la
civilización se instalara en México a través de las empresas extranjeras.
El periodo en que Porfirio Díaz ocupó la Presidencia de la República, conocido como Porfiriato,
representó para México años de estabilidad social y política, así como de crecimiento económico.
No obstante, dicho periodo también provocó la polarización de la sociedad mexicana,
particularmente entre los muchos campesinos y obreros que vivían prácticamente en la miseria, la
naciente clase media que encontraba obstruidos todos los caminos para el progreso familiar y
personal, y los muy pocos dueños de la riqueza, que disfrutaban del poder político al amparo del
régimen porfirista.
Porfirio Díaz había luchado contra la reelección de los presidentes y fue por ello que la
contradicción de su prolongada permanencia en el poder tuvo como consecuencia el estallido
armado de la sociedad mexicana, abriendo paso a la Revolución Mexicana que puso fin a su
dictadura.
El Porfiriato
Luego que Laredo abandonó la presidencia, Porfirio Díaz se hizo del poder y, para darle legalidad a su
Gobierno, dejó el mando a Juan N. Méndez que convoco a Elecciones. Porfirio Díaz resulto triunfante a
en los comicios y, a partir del 5 de Mayo de 1877, empezó a dominar paulatinamente el escenario
político mexicano. Para tal efecto:
1. Reformó la Constitución para prohibir la reelección inmediata.
2. Utilizo contra gavilleros y ladrones la ya famosa "ley fuga" y a sus enemigos políticos les aplicó el
sistema de "mátalos en caliente".
3. Logró el reconocimiento de su gobierno por parte de los Estados Unidos y reanudo relaciones
oficiales con Belga, Alemania, Italia, Francia, España e Inglaterra.
4. Estableció un sistema centralista con apariencia de Federal.
Para el gobierno el periodo 1880-84, Porfirio Díaz apoyó la candidatura a la presidencia de su compadre
Manuel González. Éste, que resultó triunfador en las elecciones, continuo la obra iniciada por aquel,
consolidando su política ferroviaria hasta comunicar la cuidad de Méxicocon los Estados Unidos y
establecer la primera institución de crédito oficial: El Banco Nacional Mexicano.
No obstante los logros alcanzados en su administración, a González se le acuso de corrupciónde haber
puesto en circulación las monedas de níquel y de reconocer la deuda Inglesa tan desventajosa para
México. Esto acarreo un enorme desprestigio al final de su mandato, en que también se promulgo la Ley
de Deslinde y Colonización de terrenos Baldíos.
La segunda administraciónde Porfirio Díaz (1884-88) se inicio en momentos difíciles, no solo desde el
punto de vista económico, sino que también en el aspecto político. Para afrontar lo anterior, se
suspendió el pago de la deuda interna y se reconoció la duda inglesa, al mismo tiempo que se establecía
una política de conciliación con destacados miembros de diferentes grupos sociales, al igual que con los
altos jerarcas eclesiásticos.
También en este periodo se origino la Guerra de Yaqui (1885-1909) en la que los habitantes de la región
lucharon por mantenerse independientes de gobierno de centro; murió en prisión el ladrón generoso
Chucho El Roto (1885); el general Trinidad García de la Cadena, opositor político de Porfirio Díaz, fue
asesinado (1886); se reformo la constitución para permitir la reelección inmediata (1887);se empezó a
celebrando el año nuevo (1887-88) y perdió la vida el Celebre bandolero Heraclito Bernal (1888).
En el tercer periodo presidencial (1888-92), Díaz consolido su poder con base a los éxitos alcanzados en
el segundo: la conservación de la paz (paz del sepulcro, decían sus opositores) y la conquistade
prosperidad, sin embargo, el los últimos años de este cuatrienio la popularidad del presiente se vio
amenazada por una crisisfinanciera que puso en peligro la tan ponderada prosperidad: la pérdida
general de las cosechas ocasionadas por las terribles sequías y la depreciaciónde la plata en los
mercados mundiales, factores que a su vez generaron la devaluacióndel peso mexicano (En 1870 el peso
y el dólar se intercambiaba a la par, el 1890 un peso por .87 dólar y el 1894 un peso por.51 dólar).
Como consecuencia de los anteriores, el cuarto periodo de Porfirio Díaz (1892-96) se inicio en
condiciones de aguda crisis económica que afectaba directamente a lo social y repercutía en el ámbito
político. Por fortuna, en 1893 José Ives Limantour se hizo cargo de la Secretaría de Hacienda y logro
superar la crisis, circunstancias que favoreció la reelección de Porfirio Díaz para su quinto periodo
presidencial (1896-1900). Limantour organizaría también el sistema bancario mediante la Ley General
de Institucionesde Crédito 1897.
A partir de 1896, la reelección de Díaz fue indefinida; cada cuatro años hubo elecciones y en cada una de
ellas resulto electo "El Caudillo Necesario".
Con el porfirismo, la economíamexicana entro en la fase capitalista y sus diferentes áreas de
producciónfueron incorporadas, en mayor o menor medida, al sistema económico de los países
industrializados.
El comercio y la industria
Comercio las potencias mundiales de la etapa del porfiriato habían llegado a una nueva etapa del
capitalismo: el imperialismo. La llamada segunda revoluciónindustrial generó un aumento importante
en la siderurgia, los transportes y la electrificación, haciendo más agudas las necesidades de materias
primas industriales, alimentos, carbón y petróleo, mercados para los nuevos y numerosos productos, así
como la salida para los fuertes capitales. Eso condujo a una nueva división internacional del trabajo. El
desarrollo de las exportaciones mexicanas y el de un mercado interno mexicano estuvieron ligados
estrechamente. Conforme crecían las exportaciones, aumentaba la demanda de los productos.
Con el progreso del sistema ferroviario se abarataban los costos del transporte, y esto fue positivo para
el crecimiento de las transacciones interiores. Industria el desarrollo industrial durante el porfiriato se
vio favorecido por varios factores: la construcciónde las vías de ferrocarril, la creación de un mercado
interno más amplio e integrado, el aumento de la población y la inversiónextranjera. Hasta 1890 la
presencia de grandes compañías extranjeras dotadas de maquinaria y técnicas de producción y
administración modernas le dieron un vigoroso impulso a la industria. Crecieron en forma importante
las industriastextiles, de calzado, peletera, bebidas, papel, vitivinícola, productora de azúcar y
alimenticia. Experimentaron también un avance importante las industrias fabricantes de cemento,
siderurgia, y química. Debido al crecimiento industrial en ciudades como México, puebla, Orizaba,
monterrey, Guadalajara, se inició consecuentemente la aparición del proletariado industrial; se
integraba por peones cuya situación era mala: castigos, descuentos, largas jornadas, no tenían
sindicatos, prestaciones ni derechoslaborales; al igual que en las haciendas, existían tiendas de raya en
las fábricas. La mayor parte del capitalextranjero invertido en la industria era francés: 53.2% colocado
sobre todo en textiles; le seguían Alemania, los estados unidos e Inglaterra; sin embargo 0no puede
hacerse a un lado la importancia del capital nacional en la industria.
DECADENCIA DEL PORFIRIATO
En su sexto periodo de gobierno (1900-04), Porfirio Díaz manifestó su apoyo al Secretario de Hacienda
José Ives Limantour para sucederlo en la presidencia, al mismo tiempo que alentaba las aspiraciones de
Secretario de Guerra Bernardo Reyes con la misma finalidad. Sin embargo, la rivalidad que se genero
entre ambos candidatos fue tan escandalosa y el desprestigio que se causaron tan grave, que sus
ambiciones políticas cayeron por su propio peso.
Ante la falta de un digno sucesor del dictador, los diferentes grupos políticos se conciliaron con el fin de
preparar una nueva reelección y propusieron la creación de la Vice-Presidencia y la ampliación del
periodo de gobierno a seis años, de tal suerte que, en las elecciones de 1904 triunfo la formula Porfirio
Díaz, Ramón Corral para dirigir al país en el sexenio 1904-10.
En este periodo se intensificaron los conflictos políticos a causa de la obstinada permanecía de Díaz en
el poder personalista de su gobierno. También ocurrieron lo más graves conflictos sociales debido al
alto costo que el régimen tenía que pagar el haber sacrificado al alto costo que el régimen tenia que
pagar al haber sacrificado la justicia social en aras del progreso material.
Tras varios años de persecuciones, encarcelamientos y clausuras, los colaboradores del diario
Regeneración constituyeron en 1905 el partido Liberal Mexicano presidido por Ricardo Flores Magon,
cuyo objetivo central era combatir la dictadura de Días luego de la huelga de Cananea, son. En junio de
1906, al mes siguiente el partido, dio a conocer su programa en el cual, entre otras cosas, demandaba
para los trabajadores:
Jornada laboral de 8 horas, salariomínimo de un peso pagado en moneda de curso legal, higieneen
fabricas y talleres, descanso dominical indemnización por accidentesy pensión por retiro, prohibición
del trabajo infantil, etc.
También en 1906, grupos floresmagonistas se levantaron en armasen Coahuila, Veracruz y Chihuahua,
pero fueron reprimidos con crueldad por el ejercito porfirista, al igual que quienes participaron el la
huelga de río blanco. A principios de 1907. Lo mismo ocurrió con las incontables rebeliones de
campesinos mexicanos que siempre protestaron por el despojo de sus tierras.
El hecho de que en febrero de 1908 Díaz haya declarado a un periodista estadounidense que ya no
deseaba continuar en el poder y que vería con gusto la formación de partidos políticos de oposición,
motivó a Francisco I. Madero a publicar su libro "La sucesión presidencial de 1910" en el que invitaba al
pueblo a formar partidos independientes.
Surgieron así varios partidos políticos de efímera duración, y el 1909 se formo el antirreleccionista que
contaba entre sus miembros a Francisco I. Madero, Emilio Vázquez Gómez, Toribio Esquibel Obregón,
José Vasconselos, Roque Estrada, Luis Cabrera, Félix Palavicini y otros.
En 1910 en el antirreleccionista, aleado del nacional democrático, lanzo como candidatos a la
presidencia y Vicepresidencia respectivamente, a Madero y Francisco Vásquez Gómez. En plena
campaña electoral, Madero fue detenido en Monterrey el 7 de junio y trasladado a San Luis Potosí
donde permaneció en prisión mientras se celebraban las elecciones en las que la formula Díaz-Corral
Triunfo de Nuevo, ahora para el periodo 1910-16.
Luego de la gran celebración del centenario del inicio de la Independencia Mexicana en al que, entre
otras cosas, se inauguró la Capital Mexicana la Columna de las Independencia, Madero se fugo hasta
San Antonio Texas, donde redacto el plan de San Luis (5-oct.1910) en el que, esencialmente: declaraba
nula la reelección de Díaz, asumía provisionalmente la presidencia, llamaba al pueblo a levantarse en
armas a partir del 20 de noviembre de 1910, prometía a los campesinos la restitución de sus tierras o la
indemnización correspondientes y proclamaba los principios de sufragioefectivo y no reelección.
El plan de San Luis se difundió rápidamente y por todo el amito nacional, aparecieron grupos armados
que apoyaron el movimiento de Madero. Caudillos como Adrián González, Pascual Orozco, entre otros.
Iniciándose así la primera etapa de la Revolución Mexicana y, tan solo 6 meses de lucha, lograron que se
firmaran los convenios de Cuidad Juárez (21 de mayo 1911) en los que se estipulaba:
1. La renuncia de Porfirio Díaz a la presidencia.
2. La renuncia de Madero al poder que le conferían el plan de San Luis.
3. El gobierno Interno de Francisco León de la Barra.
4. La convocatoria a nuevas elecciones.
5. El licenciamiento de las fuerzas revolucionarias de Madero.
Luego de la renuncia de Díaz (25 de mayo de 1911), de la Barra inicio su interinato en el Cual surgieron
conflictos políticos que obedecían a dos factores:
Por un lado la imposibilidad de conciliación entre revolucionario y porfiristas en un mismo Gobierno, y
por el otro, la profunda división que la actitud inconsistente de Madero causara en el grupo
revolucionario al no cumplir promesas agrarias. En medio de estos conflictos se celebraron elecciones
en alas que la formula Francisco I. Madero y José Ma. Pino Suárez como candidatos a la presidencia de
la republica, y el partido constitucional progresista, resulto triunfadora por una inmensa mayoría.
LEUCEMIA
La leucemia o leucosis es un grupo de enfermedades malignas de la médula ósea (cáncer
hematológico[1] ) que provoca un aumento incontrolado de leucocitos (glóbulos blancos) clonales
en la médula ósea, que suelen pasar a la sangre periférica aunque en ocasiones no lo hacen
(leucemias aleucémicas). Ciertas proliferaciones malignas de glóbulos rojos se incluyen entre las
leucemias (eritroleucemia).[2]
• Etimología: literalmente, significa "sangre blanca"; la palabra está formada por dos
elementos griegos: leuc, una variante de leuco = λευκός, "blanco"; y emia, αἷμα = "sangre".
• Prevalencia: la leucemia es el cáncer más frecuente en la infancia, con 3-4 casos por año
por cada 100.000 niños menores de 15 años.[3]
Clasificación
• Existen distintos tipos, de acuerdo con la población leucocitaria que afecten:
1. Leucemia mieloide crónica (LMC) incluida dentro de los síndromes mieloproliferativos
crónicos.
2. Leucemia linfoide crónica (LLC) incluida dentro de los síndromes linfoproliferativos y
equiparable al linfoma linfocítico.
3. Leucemia linfoide aguda o Leucemia Linfoblástica (LLA)
4. Leucemia mieloide aguda o Leucemia Mieloblástica (LMA)
5. Leucemia mielógena (LM)
Además de linfomas no Hogdkin leucemizados, es decir, con la presencia de células linfomatosas
en la sangre periférica, como sucede en la Tricoleucemia.
Los signos y síntomas
Los daños en la médula ósea, a modo de desplazar a las células normales de la médula ósea con
un mayor número de glóbulos blancos inmaduros, se traduce en una falta de plaquetas en la
sangre, que son importantes en el proceso de coagulación sanguínea. Esto significa que las
personas con leucemia pueden fácilmente desarrollar moretones, sangrado excesivo o
hemorragias de tipo pinchazo (petequias).
Los glóbulos blancos, que están implicados en la lucha contra los patógenos, pueden ser
suprimidos o disfuncionales. Esto podría causar que el sistema inmune del paciente sea incapaz
de luchar contra una infección simple o se encuentre débil para poder atacar a las células de otro
organismo. Debido a que la leucemia impide que el sistema inmunitario funcione con normalidad,
algunos pacientes experimentan infecciones frecuentes, que van desde las amígdalas infectadas,
llagas en la boca, diarrea, neumonía o infecciones oportunistas.
Por último, la deficiencia de glóbulos rojos produce anemia, que puede causar disnea y palidez.
Algunos pacientes experimentan otros síntomas. Estos síntomas pueden incluir náuseas, fiebre,
escalofríos, sensación de fatiga, sudores nocturnos y otros síntomas parecidos a la gripe. Algunos
pacientes experimentan náuseas o sensación de plenitud debido al agrandamiento del hígado y el
bazo, lo que puede resultar en la pérdida de peso involuntaria. Si las células leucémicas invaden
el sistema nervioso central, pueden ocurrir síntomas neurológicos (sobre todo dolores de cabeza).
Todos los síntomas asociados con la leucemia pueden ser atribuidos a otras enfermedades. En
consecuencia, la leucemia es siempre diagnosticada mediante pruebas médicas.
La palabra leucemia, que significa "sangre blanca", se deriva de la alta cantidad de glóbulos
blancos que la mayoría de los pacientes de leucemia tienen antes del tratamiento. El elevado
número de células blancas en la sangre es evidente cuando se observa una muestra de sangre
afectada bajo el microscopio. Con frecuencia, estas células blancas extra son inmaduras o
disfuncionales. El excesivo número de células también puede interferir con el nivel de otras
células, causando un desequilibrio perjudicial en la proporción de la sangre.
Algunos pacientes con leucemia no tienen una alta cantidad de glóbulos blancos visibles durante
un recuento sanguíneo normal. Esta condición menos común se llama aleucemia. La médula ósea
contiene las células cancerosas aún blancas de la sangre que perturban la producción normal de
células sanguíneas. Sin embargo, las células leucémicas se alojan en la médula en lugar de entrar
en el torrente sanguíneo, donde serían visibles en un análisis de sangre. Para un paciente
aleucémico, el recuento de glóbulos blancos en la sangre puede ser normal o baja. La aleucemia
puede ocurrir en cualquiera de los cuatro tipos principales de leucemia, y es particularmente
común en la leucemia de células pilosas.
Causas
No hay una única causa conocida por todos los diferentes tipos de leucemia que existen. Las
causas conocidas, y que no los factores dentro del control de la persona promedio, representan
relativamente pocos casos. [13] En leucemias distinta que puedan tener diferentes causas.
Leucemia, al igual que otros tipos de cáncer,es el resultado de mutaciones somáticas en el ADN.
Ciertas mutaciones se producen mediante la activación de oncogenes leucemia o desactivar los
genes supresores de tumores, y con ello alterar la regulación de la muerte celular, la
diferenciación o división. Estas mutaciones pueden ocurrir espontáneamente o como resultado de
la exposición a la radiación o sustancias cancerígenas, y es probable que la influencia de factores
genéticos [14].
Entre los adultos, las causas conocidas son naturales y artificiales de radiación ionizante, algunos
virus como el virus linfotrópico T humano, y el benceno algunos productos químicos, en particular
los agentes alquilantes y quimioterapia para enfermedades anteriores. [15] [16] [17] El consumo
de tabaco Los estudios se asocia con un pequeño aumento en el riesgo de desarrollar leucemia
mieloide aguda en adultos. [15] de cohortes y de casos y controles han relacionado la exposición
a algunos productos petroquímicos y tintes para el cabello con el desarrollo de algunas formas de
leucemia. Unos pocos casos de transmisión materno-fetal han sido reportados. [15] La dieta tiene
muy poco o ningún efecto, a pesar de comer más verduras puede conferir un beneficio protector
pequeños [13].
Los virus también han sido vinculados a algunas formas de leucemia. Los experimentos en
ratones y otros mamíferos han demostrado la pertinencia de los retrovirus de la leucemia y
retrovirus humanos también han sido identificados. El primer retrovirus humano identificado fue el
virus linfotrópico T humano o HTLV-1, se sabe que causa la leucemia de células T [18].
Algunas personas tienen una predisposición genética hacia la leucemia en desarrollo. Esta
predisposición se demuestra por las historias familiares y los estudios de gemelos. [15] Las
personas afectadas pueden tener un solo gen o genes múltiples en común. En algunos casos, las
familias tienden a desarrollar el mismo tipo de leucemia que los demás miembros; en otras
familias, las personas afectadas pueden desarrollar formas diferentes de leucemia o cánceres
relacionados con la sangre [15].
Además de estas cuestiones genéticas, las personas con anomalías cromosómicas o ciertas
enfermedades genéticas otras tienen un mayor riesgo de leucemia. [16] Por ejemplo, las personas
con síndrome de Down tienen un riesgo significativamente mayor de desarrollar formas de
leucemia aguda y la anemia de fanconi es una factor de riesgo de desarrollar leucemia mieloide
aguda [15].
Si la radiación no ionizante leucemia causas ha sido estudiado durante varias décadas. La
Agencia Internacional de Investigaciones sobre el cáncer de expertos del grupo de trabajo realizó
una revisión detallada de todos los datos estáticos y de frecuencias extremadamente bajas de
energía electromagnética, que se produce de forma natural y en asociación con la generación,
transmisión y uso de la energía eléctrica. [19] Llegaron a la conclusión de que hay pruebas
limitadas de que los altos niveles de los campos magnéticos ELF (pero que no sean eléctricos)
campos podría causar leucemia infantil. La exposición a campos magnéticos de ELF significativa
podría dar lugar a un doble riesgo excesivo para la leucemia de los niños expuestos a estos altos
niveles de campos magnéticos. [19] Sin embargo, el informe también dice que las deficiencias
metodológicas y sesgos en estos estudios probablemente hayan hecho que el riesgo de ser
exagerada [19]. No hay evidencia de una relación con la leucemia u otro tipo de tumor maligno en
los adultos se ha demostrado [19]. Dado que la exposición a tales niveles de ELF es relativamente
poco común, la Organización Mundial de la Salud concluye que la exposición de ELF, si fuera
posterior demostrado ser causal, que sólo representan el 100 a 2400 casos en todo el mundo
cada año, lo que representa 0,2 a 4,95% de la incidencia total para ese año [20].
Diágnostico
El diagnóstico se basa generalmente en repetidas conteos sanguíneos completos y un examen de
médula ósea después de los síntomas observados. Una biopsia de nódulo linfático puede
realizarse como también para diagnosticar ciertos tipos de leucemia en ciertas situaciones. Tras el
diagnóstico, las pruebas de química sanguínea se puede utilizar para determinar el grado de daño
al hígado y los riñones o los efectos de la quimioterapia en el paciente. Cuando surgen las
preocupaciones sobre los daños visibles debido a la leucemia, los médicos pueden usar rayos X,
resonancia magnética o ultrasonido. Estos efectos potencialmente puede ver la leucemia en
partes del cuerpo como los huesos rayos x, el cerebro MRI , o los riñones, el bazo y el hígado
(ultrasonidos). Por último, las tomografías computarizadas rara vez se utilizan para revisar los
nódulos linfáticos en el pecho.
A pesar del uso de estos métodos para diagnosticar si un paciente tiene leucemia, muchas
personas no han sido diagnosticados, debido al hecho de que muchos de los síntomas son vagos,
inespecíficos, y puede referirse a otras enfermedades. Por este motivo, la American Cancer
Society predice que al menos una quinta parte de las personas con leucemia aún no han sido
diagnosticados. [12]
Características
La principal característica de las leucemias agudas es la presencia de un "cese madurativo" de
las células de línea mieloide (LMA) o Linfoide (LLA) con blastosis en médula ósea (superior de
20% de celularidad no eritroide según la OMS). Dado que todavía queda hematopoyesis normal
residual, puede verse en sangre periférica la existencia de un "hiato leucémico", es decir,
presencia de formas inmaduras en sangre periférica y formas maduras pero con ausencia de
elementos intermedios.
En las leucemias crónicas, la principal característica morfológica es la no existencia de dicho
hiato leucémico, ya que no existe stop madurativo, permitiendo secretar a la sangre células
maduras, y su curso clínico suele ser indolente.
Formas de presentación
Si bien algunas leucemias tienen carácter fulminante, otras pueden ser enfermedades indolentes,
de presentación insidiosa. Ya que no existe ningún síntoma que por sí solo y de manera
específica permita diagnosticar esta enfermedad, siempre debe descartarse la presencia de
leucemia en presencia de manifestaciones clínicas sugerentes, tales como un hemograma
alterado.
El método más seguro para confirmar o descartar el diagnóstico es mediante la realización de un
mielograma y, sólo en casos seleccionados, puede ser necesario realizar una biopsia de la
médula ósea.
Algunas de sus manifestaciones clínicas más importantes son:
• Compromiso del estado general: decaimiento, falta de fuerzas, mareos, nauseas,
inapetencia, disminución de peso importante.
• Fiebre que dura varios días sin una causa aparente, sudoración nocturna, escalofríos.
• Dolor o sensibilidad ósea, dolores articulares y de extremidades.
• Hemorragias frecuentes sin motivo aparente, por ejemplo, sangramiento anormal de las
encías o de nariz.
• Petequias (Manchas pequeñas de color rojo por extravasación sanguínea) o Hematomas
sin haber tenido algún golpe.
• Palidez de piel, interior de la cavidad oral o de los párpados.
• Aumento de tamaño de los ganglios linfáticos.
• Aparición de masas o crecimientos anormales de órganos abdominales como el bazo y el
hígado, o aparición de masas que crecen en otras partes del cuerpo.
• Alteraciones de los exámenes sanguíneos (Hemograma, VIH, etc.).
• Irregularidad en los ciclos menstruale
QUE ES LA LEUCEMIA
Cuando las células sanguíneas inmaduras (los blastos) proliferan, es decir, se reproducen de
manera incontrolada en la médula ósea y se acumulan tanto ahí como en la sangre, logran
reemplazar a las células normales. A esta proliferación incontrolada se le denomina leucemia.

Causas
La causa de la leucemia se desconoce en la mayoría de los casos. Sin embargo, está demostrado
que no es un padecimiento hereditario o contagioso. La mayor parte de las veces se presenta en
niños previamente sanos. Por tratarse de una proliferación de células inmaduras y anormales en
la sangre, a la leucemia se le considera un "cáncer de la sangre".

Síntomas de Leucemia
Los primeros síntomas son cansancio, falta de apetito o fiebre intermitente. A medida que la
afección avanza aparece dolor en los huesos, como resultado de la multiplicación de las células
leucémicas en el sistema óseo. También aparece anemia, cuyas características son palidez,
cansancio y poca tolerancia al ejercicio, fruto de la disminución de glóbulos rojos.
Asimismo, la reducción del número de plaquetas provoca hemorragias esporádicas y la aparición
de manchas en la piel (petequias) o grandes hematomas, a consecuencia de hemorragia causada
por golpes leves. Además, pueden presentarse hemorragias a través de nariz, boca o recto. Una
de las hemorragias más graves es la que se presenta a nivel cerebro, la cual puede ocurrir si el
número de plaquetas desciende en forma severa. Otra posible consecuencia es la baja en el
número de glóbulos blancos (leucocitos), situación que repercute en las defensas del niño contra
las infecciones.

Tipos de Leucemia
Existen cuatro tipos principales de leucemia, denominados en función de la velocidad de
progresión y del tipo de glóbulo blanco al que afectan. Las leucemias agudas progresan
rápidamente; las leucemias crónicas se desarrollan de forma lenta. Las leucemias linfáticas
afectan a los linfocitos; las leucemias mieloides (mielocíticas) afectan a los mielocitos. Los
mielocitos se transforman en granulocitos, otra manera de denominar a los neutrófilos.

Diagnósticos
Es difícil lograr el diagnóstico de la leucemia cuando ésta inicia, ya que sus primeros síntomas son
parecidos a los de otras enfermedades típicas de la niñez. Estos síntomas son: cansancio, falta de
apetito o fiebre intermitente. Es debido a esta situación que los padres suelen culparse por la
demora en el diagnóstico, cuando incluso para el médico resulta complicado reconocer esta
situación en su primera etapa.

Tratamientos
El tratamiento recomendado en este tipo de padecimiento es la quimioterapia. En ésta se emplean
diversos medicamentos especiales destinados a destruir las células leucémicas. Dicho tratamiento
tiene tres fases: la de inducción a la remisión, la de consolidación y la de mantenimiento. En la
fase de inducción a la remisión, cuya duración es de cuatro a cinco semanas, se intenta destruir la
mayor cantidad de células malignas. Cuando ocurre la remisión, es decir el control temporal de la
afección, el niño suele lucir normal, ya que los síntomas de la leucemia desaparecen. En ciertas
ocasiones la remisión es apenas parcial, por esta razón algunos síntomas no desaparecen del
todo. Sólo un pequeño porcentaje de los parientes no logra entrar en remisión. La fase de
consolidación dura de dos a tres semanas, mientras que la de mantenimiento debe llevarse a
cabo hasta completar tres años de tratamiento

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