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Atlético y Universidad firmaron hoy unas sosas tablas en el estadio Vicente Calderón, que hoy registró un récord

histórico: no había habido tan pocos espectadores en muchos años. Por no hablar de la ausencia de soporte televisivo.

Si tuviéramos que definir la palabra 'desolación', me atrevo a decir que a todos nos costaría. Si nos dejaran poner un
ejemplo, entonces ya nuestros problemas encontrarían una solución rápida: pondríamos como ejemplo el estadio
Vicente Calderón, hoy día miércoles diez de Noviembre del año 2010.

El Club vendió para el partido no llegaron a cien entradas. Y de los abonados no ha ido ni el que perdió la chancla el
pasado partido ante el Almería. En total, cerca de quinientas personas contemplaron hoy un empate que deja al
Atlético clasificado para la siguiente ronda. Siendo generosos, generosos. Pero generosos.

El partido fue del interés que se le podía pedir a una eliminatoria sepultada en la ida. Fíjense que ni siquiera las
empresas que manejan el 'cotarro' televisivo se han dignado a poner una 'camarita' para que el partido llegase al
común de los mortales.

En cuanto al partido en sí, el Universidad vino con la clara intención de disfrutar mientras que un Atlético plagado de
canteranos y de suplentes (salvo en el caso de Perea) no sintió el partido como su guerra en ningún momento. Así,
Ariane adelantaría al Universidad mediada la primera mitad y desde ahí al descanso, disfrute del Universidad,
dormilona del Atlético y cabreo de la grada, la cual se cabreó aún más cuando Diego Costa era expulsado por un
codazo, perfectamente evitable.

En la segunda parte el Atlético decidió que, ya que habían ido a jugar a un campo de fútbol, podrían probar a,
efectivamente, jugar a algo. Y el Universidad cedió progresivamente al empuje de los colchoneros hasta que, en un
balón suelto tras la salida de un córner, Fran Mérida empalmaba una pelota como si de la cabeza del jefe se tratase,
consiguiendo el definitivo empate con un gol que, por un instante, divirtió a los valientes que se acercaron a ver tan
fantasmagórico partido.

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