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La Filosofía Empresarial Kasuga

Por Hecmilio Galván


Email: triunfaremos@gmail.com
20 de julio de 2010

El mexicano-japonés Carlos Kasuga, famoso por sus conferencias a nivel mundial y


por crear una impronta propia llamada “Filosofía empresarial Kasuga”, un conjunto
de criterios y principios, asemejado a un catálogo, que ha reunido en sus lustros
como empresario, visitó la República Dominicana invitado por el CONALECHE, y
pudo compartir con un buen grupo de dominicanos sus vivencias y pareceres.

Los pilares de esta filosofía se resumen en el “bien ser, el bien hacer, el bien estar y
el bien tener”. En particular quiero ponderar el “bien ser”, el cual tiene como
características el ser honestos, ser puntuales, ser corteses, ser responsables, entre
otros. El “bien hacer”, por su parte, tiene como principal mandato que todo lo que
hagas, hazlo bien. Hacer las cosas bien hechas, cualquier cosa que sea, es la mejor
manera de hacerlas. Es la única garantía de disciplinarse y, objetivamente, de
obtener buenos resultados. Sin pecar en ser perfeccionistas, la cultura de “hacer
todo lo que hagamos bien hecho” es la mejor satisfacción y autosatisfacción que
podrá tener un ser humano siempre, y la garantía de poder cumplir bien sus
compromisos y responsabilidades.

El “bien estar”, por su parte se relaciona al estado físico, mental y psicológico del
ser humano, que se relaciona y depende del “bien hacer “. Finalmente el “bien
tener” está vinculado a lograr las cosas correctamente sin incurrir en la ilegalidad,
la corrupción o el crimen. Seguir de cerca, aplicar en nuestra cotidianidad estos
principios, en las cosas simples y en las complejas, es una gran oportunidad para
guiarnos por valores sencillos que potenciarían la calidad y la intensidad con que
vivimos

Por ejemplo, en cuanto a la honestidad, Kasuga, explica que el principio


fundamental en el Japón es el respeto: porque “si no es tuyo deber ser de alguien”.
Vivir bajo ese principio, ha permitido desde el hogar, crear la cultura del respeto por
lo ajeno y disminuir los vicios sociales como la delincuencia y la corrupción.

Sobre este tema, Kasuga cuenta siempre una anécdota de cómo él reclutó a los que
hoy son ejecutivos de sus empresas. Decía, que cuando estudiaba en la universidad
se paraba en una esquina a comprar el periódico, siempre con una papeleta de 100
pesos cuando el periódico sólo costaba algunos centavos. Acostumbraba a dejarles
la papeleta a los vendedores para que buscaran el cambio y se lo devolviesen a la
noche. Muchos no devolvían el dinero, pero aquellos que sí, se ganaron su confianza
y hoy son sus ejecutivos.

Entre otras cosas recomienda a siempre predicar con el ejemplo. No exigirles a los
demás lo que no debes cumplir. Por ejemplo, los ejecutivos de las empresas
regularmente exigen a los trabajadores un régimen de puntualidad que ellos no
cumplen.

Nos enseña que la limpieza, por ejemplo, no es una actividad de encargados, de


seres humanos de tercera clase, o un castigo durante el recreo para los estudiantes
que se portan mal como nos han enseñado en las escuelas primarias, si no, una
obligación de todos y un valor para mantener el país. Por eso la limpieza en Japón
se convierte en una cultura de salud y bienestar

Plantea también, con bastante razón y sabiduría, que la diferencia entre ordinario y
extraordinario, o sea entre lo terriblemente regular e insípido y lo grandioso y
valioso, es simplemente lo “extra”, o sea la capacidad que tenemos nosotros por
dar más de nosotros mismos, por esforzarnos y sacrificarnos. Según Kasuga, el
triunfador en esta vida, tarde o temprano siempre será el que da y no el que pide.

Por eso plantea vivir la vida intensamente. Para mostrarnos la forma utiliza una
parábola, planteando que nuestros padres, en el momento de nuestro nacimiento,
nos abrieron una cuenta, pero no de efectivo: si no de horas. Cada uno de nosotros
decide si estas horas se gastan o se invierten. Si las gastamos en diversiones y
tiempo perdido o las invertimos en educación, lectura, deporte, etc.

Problemas de Latinoamérica
Kasuga, con el peso de los años ha llegado a identificar y enlistar en Latinoamérica
un conjunto de problemáticas que nos impiden avanzar. La primera de ellas es la
falta de soberanía alimentaria, sin soberanía alimentaria, no hay soberanía política
y por tanto nuestros países se vuelven mendigos.

El segundo problema que destaca es el problema de la educación (vinculada


también a que le pagan mal a los maestros). Según Kasuga, el funcionario mejor
pagado en Japón, es el maestro de escuela. Porque “si le pagamos salarios mínimos
a los maestros, formaran niños y jóvenes que serán hombres de salarios mínimos”.
Plantea además que en Latinoamérica procuramos solamente por la educación del
conocimiento y por las calificaciones, pero lo que nos hace falta es una educación
formativa, es decir una educación de valores.

Otro tema que abordó es el tema de la confianza, la remuneración y la seguridad


laboral, comparándolo con los animales, que cuanto se sienten inseguros se ponen
agresivos. La desconfianza, la baja remuneración y la inseguridad provocan
inseguridad e insatisfacción entre los trabajadores, y por lo tanto resultados
deficientes en el trabajo. Por eso plantea, que además de la remuneración normal,
hay que ofrecerles a los trabajadores un “sueldo moral” o sea un reconocimiento
social, laboral espiritual, que gratifique al ser humano.

Kasuga siempre termina sus intervenciones con una anécdota muy emotiva. Cuenta
que " Había un bosque en el que vivían muchos animalitos. De repente este bosque
se empieza a incendiar y todos los animalitos empiezan a huir. Sólo hay un
gorrioncito que va al río, moja sus alitas, vuela sobre el bosque incendiado y deja
caer una gotita de agua, tratando de apagar el incendio. Va al río moja a sus alitas,
vuela sobre el bosque incendiado y una o dos gotitas de agua deja caer, tratando
de apagar el incendio. Repite esta acción varias veces, una y otra vez. Pasa un
elefante y le grita al gorrioncito: ¡No seas tonto!. ¡Huye como todos! No ves que te
vas a quemar. El gorrión se voltea y le dice No!, Este bosque me ha dado todo,
familia, felicidad, me ha dado todo y le tengo tanta lealtad que no importa que
muera pero yo voy a tratar de salvar este bosque. Va al río sus alitas y revolotea
sobre el bosque incendiado y deja caer una o dos gotitas de agua. Antes esta
actitud los dioses se compadecen de él y dejan caer una gran tormenta y el
incendio se apaga. Y este bosque vuelve a reverdecer y a florecer y todos los
animalitos regresan y vuelven a ser felices, más felices de lo que eran".

Según Kasuga, este bosque es Latinoamérica que al vez se encuentra en un gran


incendio, en una gran crisis, política, social, económica y moral, pero por eso todos
debemos dejar caer una o dos gotitas de sudor y de trabajo, todos los días, con esto
se apagará nuestro incendio y “Dios nos bendecirá."

¿Estaremos dispuestos/as?

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