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El empresario.
El art. 14 de la Ley de Prevención de Riesgos Laborales (LPRL) impone al empresario una serie de
obligaciones a fin de garantizar la seguridad y la salud en el trabajo, reconociendo al trabajador el derecho
a una protección eficaz en esta materia.
Como señala la doctrina (Sala Franco) la obligación empresarial “es una obligación de medios y no de
resultado, por lo que el empresario cumplirá con su obligación genérica cumpliendo todas las
obligaciones específicas en que aquélla se concreta, poniendo todos los medios necesarios para que no se
produzcan daños, aunque éstos finalmente se produzcan y, en sentido contrario, incumplirá su obligación
genérica incumpliendo alguna de las obligaciones específicas, aunque no se produzca un resultado
dañoso”.
En este sentido, establece el artículo 42 de la LPRL que “el incumplimiento por los empresarios de sus
obligaciones en materia de prevención de riesgos laborales dará lugar a responsabilidades
administrativas, así como, en su caso, a responsabilidades penales y a las civiles por los daños y
perjuicios que puedan derivarse de dicho incumplimiento.
El incumplimiento por los empresarios de sus obligaciones en materia de prevención de riesgos laborales,
puede dar lugar a distintos tipos de responsabilidad, atendiendo a la infracción de que se trate. En este
sentido, cabe distinguir:
- Responsabilidad administrativa.
- Responsabilidad penal.
- Responsabilidad civil derivada de los daños y perjuicios causados por dicho incumplimiento.
- Responsabilidad basada en el recargo en las prestaciones.
La empresa principal responde solidariamente con los contratistas y subcontratistas del cumplimiento,
durante el periodo de la contrata, de las obligaciones sobre prevención de riesgos laborales impuestas en
relación con los trabajadores que aquellos ocupen en los centros de trabajo de la empresa principal,
siempre que la infracción se haya producido en el centro de trabajo de dicho empresario principal.
En la relaciones de trabajo con ETTs, la empresa usuaria responde de las condiciones de ejecución
del trabajo en todo lo relacionado con la protección de la seguridad y salud de los trabajadores, así como
del recargo de prestaciones económicas que puedan fijarse en caso de accidente de trabajo o enfermedad
profesional que tenga lugar en su centro de trabajo durante el tiempo de vigencia del contrato de puesta a
disposición y tengan su causa en la falta de medidas de seguridad e higiene.
El Servicio de Prevención.
El Delegado de Prevención.
El trabajador.
De conformidad con el art. 29 de la LPL “corresponde a cada trabajador velar, según sus posibilidades y
mediante el cumplimiento de las medidas de prevención que en cada caso sean adoptadas, por su propia
seguridad y salud en el trabajo y por la de aquellas otras personas a las que pueda afectar su actividad
profesional, a causa de sus actos y omisiones en el trabajo, de conformidad con su formación y las
instrucciones del empresario.
Los trabajadores, con arreglo a su formación y siguiendo las instrucciones del empresario, deberán en
particular:
• Usar adecuadamente, de acuerdo con su naturaleza y los riesgos previsibles, las máquinas,
aparatos, herramientas, sustancias peligrosas, equipos de transporte y, en general, cualesquiera
otros medios con los que desarrollen su actividad.
• Utilizar correctamente los medios y equipos de protección facilitados por el empresario, de
acuerdo con las instrucciones recibidas de éste.
• No poner fuera de funcionamiento y utilizar correctamente los dispositivos de seguridad
existentes o que se instalen en los medios relacionados con su actividad o en los lugares de
trabajo en los que ésta tenga lugar.
• Informar de inmediato a su superior jerárquico directo, y a los trabajadores designados para
realizar actividades de protección y de prevención o, en su caso, al servicio de prevención,
acerca de cualquier situación que, a su juicio, entrañe, por motivos razonables, un riesgo para la
seguridad y la salud de los trabajadores.
• Contribuir al cumplimiento de las obligaciones establecidas por la autoridad competente con el
fin de proteger la seguridad y la salud de los trabajadores en el trabajo.
• Cooperar con el empresario para que éste pueda garantizar unas condiciones de trabajo que sean
seguras y no entrañen riesgos para la seguridad y la salud de los trabajadores.
El incumplimiento por los trabajadores de las obligaciones en materia de prevención de riesgos a que se
refieren los apartados anteriores tendrá la consideración de incumplimiento laboral a los efectos previstos
en el artículo 58.1 del Estatuto de los Trabajadores (...)”.
Por ello, en la medida que cause daño a terceros vendrá obligado a responder por ello en virtud de la
obligación genérica de no causar daño a nadie que impone el art. 1.902 del Código Civil (responsabilidad
civil extracontractual): “el que por acción u omisión causa daño a otro, interviniendo culpa o
negligencia, está obligado a reparar el daño causado”.
No obstante, debe recordarse que, aun existiendo responsabilidad del trabajador, por el juego del art.
1.903 CC el empresario puede verse obligado a responder civilmente por los actos de aquél: “La
obligación que impone el artículo anterior es exigible, no sólo por los actos u omisiones propios, sino
por los de aquellas personas de quienes se debe responder. (...) Lo son igualmente los dueños o
directores de un establecimiento y empresa respecto de los perjuicios causados por sus dependientes en
el servicio de los ramos en que los tuvieran empleados, o con ocasión de sus funciones”.
Esta responsabilidad civil es de carácter solidario de forma que el tercero perjudicado podrá dirigirse,
indistintamente, contra el trabajador, contra el empresario o contra ambos simultáneamente (1.144 CC).
En todo caso, el empresario, en el supuesto que el trabajador hubiera actuado sin seguir sus órdenes,
podrá repetir contra el mismo en el caso que hubiese reparado el daño causado por éste (1.145 CC).
En términos parecidos se pronuncia el art. 120 CP cuando existe responsabilidad penal del trabajador, en
cuyo caso el empresario podría responder civilmente, si bien con carácter subsidiario (en caso de
insolvencia del trabajador).
El incumplimiento por los trabajadores de sus obligaciones en materia de prevención de riesgos laborales,
puede dar lugar a distintos tipos de responsabilidad, atendiendo a la infracción de que se trate. En este
sentido, cabe distinguir:
El fabricante.
Los fabricantes españoles serán responsables durante un período de 10 años de los daños ocasionados a
los consumidores por un producto defectuoso, tanto si se trata de lesiones personales como de daños
materiales. Por producto defectuoso se entiende aquel que no ofrezca la seguridad que legítimamente
cabría esperar, teniendo en cuenta su presentación, su uso y el momento de su puesta en circulación.
El fabricante o importador del producto causante de daños no será responsable si prueba que no había
puesto en circulación el producto o que el defecto no existía cuando lo hizo. Esta disposición española
transpone las exigencias de la directiva comunitaria sobre la responsabilidad civil de las empresas por los
daños producidos por productos defectuosos.
Los fabricantes, importadores y suministradores pueden incurrir en responsabilidad derivada del
incumplimiento de sus obligaciones en prevención de riesgos laborales relativas a asegurar que la
maquinaria, productos y útiles de trabajo no constituyan fuente de peligro para el trabajador ni factores de
riesgo, siempre que sean instalados y utilizados en la forma y para los fines que fueron recomendados.
El incumplimiento por los fabricantes, importadores y suministradores de sus obligaciones en materia de
prevención de riesgos laborales, puede dar lugar a distintos tipos de responsabilidad, atendiendo a la
infracción de que se trate. En este sentido, cabe distinguir:
- Responsabilidad administrativa.
- Responsabilidad penal.
- Responsabilidad civil derivada de los daños y perjuicios causados por dicho incumplimiento.
Responsabilidad penal: sanciona las conductas claramente agresivas contra la salud de los
trabajadores.
En este sentido, el Código Penal establece que, los que con infracción de las normas de prevención
de riesgos laborales y estando legalmente obligados, no faciliten los medios necesarios para que los
trabajadores desempeñen su actividad con las medidas de seguridad e higiene adecuadas, de forma que
pongan así en peligro grave su vida, salud o integridad física, incurrirán en un delito contra la salud de los
trabajadores.
El Código Penal distingue dos supuestos:
- Infracción de las normas de prevención con peligro para la vida o integridad física de los
trabajadores (art. 316 CP). En este supuesto, no es necesario que se produzcan daños, es
suficiente el hecho de haber creado y aceptado la situación de peligro.
- Infracción de las normas de prevención por imprudencia grave con peligro para la vida o
integridad física de los trabajadores (art. 317 CP).
La responsabilidad penal es incompatible con la administrativa. No puede haber sanción
administrativa y condena penal a la vez.
Para dar respuesta a esta cuestión, debemos remitirnos al artículo 39.3 de la Ley de Infracciones y
Sanciones en el Orden Social, aprobada por Real Decreto Legislativo 5/2000 (TRLISOS), que recoge los
ocho criterios de graduación de las sanciones específicos en materia preventiva y que ya figuraban en el
artículo 49 de la Ley 31/1995, de Prevención de Riesgos Laborales (LPRL), hoy derogado.
Tal como señalan los Criterios Técnicos de la Inspección 45/2006 y 59/2008, sobre orientaciones
interpretativas de los criterios de graduación de las sanciones, aunque no puede establecerse una relación
aritmética entre el número de criterios aplicados y la graduación de la sanción, sí pueden establecerse
unas reglas generales:
- El hecho de que alguna circunstancia concurrente encaje en alguno de los supuestos de graduación
no quiere decir que siempre deba ser aplicado, sino que han de tomarse en consideración solamente
aquellas circunstancias que sean especialmente relevantes, con indicación de los medios de convicción o
prueba utilizados.
Toda actividad es potencialmente peligrosa, pero en distinto grado, por lo que este criterio ha de ser
aplicado con efectos agravatorios en aquel tipo de actividades que exigen una especial diligencia del
empresario.
La normativa de prevención de riesgos laborales califica expresamente una serie de actividades como
peligrosas. Podemos destacar, entre otras, las relaciones establecidas en el artículo 22 bis y en el Anexo I
del RD 39/1997 por el que se aprueba el Reglamento de los Servicios de Prevención, el artículo 8 del RD
216/1999 sobre empresas de trabajo temporal, o el RD 1627/1997, sobre disposiciones mínimas de
seguridad y salud en las obras de construcción.
La aplicación de este criterio de graduación está en relación con el deber de diligencia que debe tener
el empresario en materia preventiva.
La redacción del artículo 39.3.c) del TRLISOS es muy amplia, puesto que abarca no sólo los daños
que ya se han producido, sino también los daños que previsiblemente pudieran producirse en el futuro.
Este criterio de graduación toma en consideración la gravedad del daño como uno de sus elementos
constitutivos. Cuando el daño ya se ha producido, su gravedad puede constatarse, pero cuando se trata de
un daño que pudiera producirse en un futuro, deben evitarse razonamientos meramente especulativos o
subjetivos; resultando en este caso improcedente la aplicación de este criterio por ir en contra de la
seguridad jurídica del sujeto responsable.
El concepto de trabajador afectado adquiere en materia preventiva una dimensión especial que no tiene
en otras materias, ya que, por lo general, no puede limitarse al trabajador que ha sufrido el daño concreto.
Por regla general, además del trabajador más directamente afectado, ha de ampliarse tal calificación a
todos los trabajadores que, por el tipo o puesto de trabajo, pueden estar potencialmente expuestos al
riesgo a que se refiera la infracción, aunque este riesgo no se hubiera concretado respecto a ellos en la
producción de un daño o siniestro.
Si la infracción se refiere a todo el centro de trabajo, pueden considerarse afectados todos los
trabajadores de éste, aunque resultaría incorrecto que, producido un siniestro, todos los trabajadores del
centro de trabajo puedan tener la consideración de afectados, como lo señala la STS (Sala de lo
Contencioso-Administrativo), de 12 de noviembre de 2001.
El apartado e) del artículo 39.3 del TRLISOS se refiere tanto a las medidas de protección individual o
colectivas adoptadas por el empresario como a las instrucciones impartidas por éste en orden a la
prevención de los riesgos.
Pese a su mención correlativa en el mismo apartado, se trata de dos conductas distintas susceptibles de
ser apreciadas de forma separada y graduadas con diferente intensidad.
Las instrucciones del empresario han de ser suficientes y eficaces, no bastando la entrega de un simple
manual de instrucciones. Según la STS (Sala de lo Penal) de 19 de octubre de 2000, las instrucciones
empresariales en materia preventiva han de ser impartidas diligentemente, conteniendo cuantas
previsiones y experiencias técnicas sean concurrentes para evitar los accidentes, no bastando las
advertencias generales.
Los requerimientos o advertencias, cuyo incumplimiento va ser tomado en consideración como criterio
de graduación, han de reunir los siguientes requisitos:
Se aplicará este criterio cuando, transcurrido el plazo, la empresa persista total o parcialmente en la
infracción advertida, levantándose por el Inspector actuante el acta de infracción. Se excluyen de este
criterio, los requerimientos específicos que se refieran a la paralización de actividades por riesgo grave e
inminente, regulados en el artículo 44 de la LPRL, que no son verdaderos requerimientos sino mandatos
imperativos.
La inobservancia de las propuestas de los órganos preventivos que se mencionan en el artículo 39.3.g)
del TRLISOS no está tipificada como infracción, sino como un criterio de graduación respecto a la
infracción que se refiera y solamente respecto a ella, no respecto a otras que se reflejen en el acta.
Se deduce del precepto "para la corrección de las deficiencias legales existentes" que no nos estamos
refiriendo a cualquier tipo de propuestas en materia preventiva, sino de aquellas que se refieran a la
subsanación de infracciones concretas a la normativa vigente, no, por ejemplo, a las que se refieran a
mejoras diversas que superen o sean ajenas a la normativa preventiva.
Para la aplicación de este criterio de graduación debe apreciarse una relación directa entre los hechos
constitutivos de infracción y la propuesta realizada previamente en relación con tales hechos.
Por lo tanto, en relación con otros criterios de graduación, éste hace referencia a una valoración
conjunta -a efectos agravatorios o atenuatorios- de la conducta empresarial precedente, de su historial
preventivo, y no al momento concreto de la infracción constatada.
Articulo 316. Los que con infracción de las normas de prevención de riesgos laborales y estando
legalmente obligados, no faciliten los medios necesarios para que los trabajadores desempeñen su
actividad con las medidas de seguridad e higiene adecuadas, de forma que pongan así en peligro
grave su vida, salud o integridad física, serán castigados con las penas de prisión de seis meses a
tres años.
Mediante el indicado artículo se introduce una nueva conducta delictiva en el código penal con un nuevo
concepto, puesto que el presente delito es un delito de los denominados de riesgo, es decir que no es
necesario que se produzca ningún resultado para que el tipo delictivo se cumpla, bastaría con comprobar
que existe una infracción de las normas de prevención de riesgos laborales, que no se pongan los medios
adecuados para que los trabajadores puedan desempeñar su actividad con las medidas de seguridad e
higiene adecuadas y que esta falta de medidas ponga en peligro grave la vida, la salud o la integridad
física de los trabajadores. Por tanto con constatar que se cumplen estos requisitos estaríamos dentro del
tipo delictivo.
El artículo al describir el tipo abre un abanico importante puesto que no sólo será castigada la conducta
que ponga en peligro grave la vida o integridad física del trabajador, sino que además contempla también
la salud, lo cual significa que se están introduciendo dentro de la conducta prohibida aquella que afecte
también a la enfermedad profesional.
Articulo 317. Cuando el delito a que se refiere el artículo anterior se cometa por imprudencia
grave, será castigado con la pena inferior en grado.
Articulo 318. Cuando los hechos previstos en los artículos anteriores se atribuyeran a personas
jurídicas, se impondrá la pena señalada a los administradores o encargados del servicio que hayan
sido responsables de los mismos y quienes, conociéndolos y pudiendo remediarlo, no hubieran
adoptado medidas para ello.
Este artículo viene a complementar el texto del artículo 316, en la medida en que viene a determinar quién
es el responsable, quien es el que está legalmente obligado a tomar las medidas de seguridad y salud
laboral, cuando se trate de personas jurídicas, no debemos olvidar que la responsabilidad penal es
individual, es personal. En este caso, se establece que serán personalmente responsables los
administradores de la sociedad o los responsables en la empresa en materia de seguridad y salud laboral y,
además, todos aquellos quienes conociéndolos y pudiendo remediarlo, no hubieran adoptado medidas
para ello, de la lectura del texto podemos decir que puede haber varios responsables penales de acuerdo al
contenido del artículo 316 del código penal, pero entendemos que sólo pueden tener responsabilidad
penan aquellos que tienen capacidad de decisión en la empresa puesto que serán los únicos que pueden
remediar la situación de riesgo existente en la empresa.