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EL LEGADO LUCIFERINO

Boyd Rice

"[La] serpiente es también la sabia palabra de Eva. Este es el misterio del Edén: es el río que fluye del
Edén. Esta es también la marca que fue puesta sobre Caín ... [y] esta serpiente es también aquel que
apareció en los últimos días en forma humana en la época de Herodes ... "

Hipólito

La marca de Caín
Hace algunos años, unos obreros que trabajaban en una cámara subterránea de una catedral medieval de
Ginebra, Suiza, descubrieron un extraño suelo de mosaico considerado de gran antigüedad. Dicho
mosaico representa un icono muy apreciado por los merovingios: el Sol Negro. El Priorato de Sión
sostiene que una de sus principales comandancias se encuentra en Ginebra, puede que sea cierto. Oculto
en cierto lugar recóndito de la catedral, lejos de la vista del público, se encuentra uno de los más extraños
conjuntos de reliquias de toda la cristiandad: un plato y una taza relacionados con las leyendas de Caín,
Salomón, Cristo y Lucifer.
Una antigua variante de la tradición bíblica, la denominada “marca de Caín”- se cree que le fue inflingida
al primer hijo de Adán – se dice que fue causada por una piedra que cayó de la corona de Lucifer durante
la guerra en el cielo, y que rebotó sobre la frente de Caín. Según esta leyenda, la marca tenía la forma de
una serpiente roja. La joya de la corona de Lucifer se convirtió en una reliquia sagrada que fue pasando
de padres a hijos a través de las dinastías, con el tiempo llegó manos del rey Salomón. Este contrató a un
maestro artesano para que tallase la enorme piedra y la convirtiese en un vaso y un plato. De acuerdo con
esta misma leyenda, estos mismos utensilios fueron más tarde usados por Cristo en la Última Cena. Esta
historia, por extraña que sea, es emblemática del inequívoco simbolismo luciferino que constantemente se
repite en lo concerniente a la tradición del linaje del Grial – simbolismo que ha sido cultivado
deliberadamente por los merovingios a lo largo de su historia.

Melusina
Dentro de la tradición más abiertamente luciferina del linaje del Grial, destaca la extraña saga de
Melusina, una mujer mitad humana mitad serpiente. Supuestamente era hija de Godofredo de Bouillon,
quien fuera rey de Jerusalén (o “Defensor del santo Sepulcro”, como prefería ser llamado), y principal
impulsor de la creación tanto del Priorato de Sión como de los Caballeros Templarios. Fue debido a de
Bouillon – descendiente de Jesucristo, del Rey David y de la figura histórica de Lohengrin – que los
templarios adoptaron la Cruz de Lorena como emblema esotérico. Este símbolo es conocido en Alemania
como la Cruz de Lothringren o Lohengrin (origen del nombre “Lorraine”), y se decía que Lohenggrin la
llevaba dibujada en su escudo. A Godofredo le sucedió como rey de Jerusalén su hermano Balduino y a
éste le sucedió a su vez Fulco el Negro, un miembro de la prominente dinastía de los Anjou. Este Fulco
fue quien se casó con la hija de Godofredo, la mítica Melusina. Según cuenta la leyenda, cuando Fulco le
pidió matrimonio a Melusina, esta aceptó casarse con él, pero con una extraña condición: que una noche a
la semana, concretamente la noche del sábado, se le permitiera pasarla sola y en la más absoluta
intimidad. En esa noche su esposo no podría hablar con ella ni entrar en sus aposentos. Fulco aceptó el
extraño acuerdo y, según se dice, durante los primeros años su matrimonio transcurrió muy felizmente.
Sin embargo, con el tiempo, la curiosidad se apoderó de Fulco. Empezó a preguntarse por qué su
encantadora esposa requería estar un tiempo apartada de él, y que era exactamente lo que hacía durante
esas noches. Incapaz de resistir la tentación, Fulco irrumpió una de esas noches en su dormitorio, sólo
para encontrarse frente a frente con un horrible rostro. Su mujer se había transformado en una figura cuya
mitad era de serpiente. La totalidad de sus extremidades inferiores se había transformado en una enorme
serpiente de color blanco azulado. Melusina se horrorizó tanto al verse descubierta que se desplomó
muerta. Se dice que su fantasma (en forma de media serpiente) ronda desde entonces por el lugar, y puede
ser escuchada por la noche, deslizándose tras la puerta cerrada.
Hay una variación de esta historia en la que se dice que lo que hizo Fulco fue mirar a través de la
cerradura de la alcoba de su esposa durante una de sus noches privadas. Allí vio a Melusina sentada en

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una bañera, su cuerpo cubierto de escamas de cintura para abajo, y sus piernas convertidas en una cola de
pez. Profundamente perturbado por lo que había visto, Fulco se vio finalmente obligado a preguntarle a su
esposa. Al darse cuenta de que su confianza había sido traicionada, Melusina se fugó y jamás se la volvió
a ver.
Por muy extrañas que sean estas historias, muchos monarcas europeos se sienten orgullosos de tener a
Melusina en su árbol genealógico. De hecho, según el libro Mitos de la Edad Media de Sabine Maring-
Gould, cierto número de familias reales habrían alterado su árbol genealógico con el fin de poder apelar a
su condición de descendientes de la “ilustre” dama serpiente. Su historia se hizo muy popular en Francia,
Alemania y España, y durante un tiempo raramente dejó de encontrarse impresa.
En los primeros y felices años del matrimonio de Melusina, esta dio a luz un hijo, Godofredo de Anjou.
Godofredo llegaría a ser el primero de los Plantagenet en convertirse en rey de Inglaterra. Durante el
nacimiento de Godofredo se encontraba presente Bernardo de Claraval, famoso abad cisterciense y uno de
los fundadores de la Orden del Temple. En el mismo instante en que vio al bebé, Godofredo pronunció
esta enigmática frase: “Del diablo ha venido y al diablo regresará”. Aunque la saga de Melusina fue una
historia muy apreciada en muchos lugares de Europa, no sucedía así en todas partes. La historia también
fue muy conocida en Inglaterra, pero no igualmente apreciada. En su libro La conquista de la familia,
Thomas B. Costain escribe:

“Los condes de Anjou y sus encantadoras pero malvadas esposas se ganaron una reputación tan nefasta
a lo largo de los siglos, que el pueblo de Inglaterra se horrorizó cuando vio que uno de ellos
(Godofredo) iba a ocupar el trono de Inglaterra.”

A pesar de ello, la casa de los Plantagenet proporcionó a Inglaterra algunos de sus más destacados
monarcas, muchos de los cuales admitieron sentir cierta debilidad por su matriarca mítica, Melusina.
Ricardo Corazón de León, llegó incluso a mencionar su supuesta ascendencia luciferina como la razón
por la cual su familia “carecía de los afectos naturales de la humanidad”.
La historia de Melusina tuvo tal impacto en la psique colectiva de los franceses que todavía hoy, en
algunos lugares de Francia, las “Melusinas” (galletas de jengibre con la forma de una mujer con cola de
serpiente) se venden durante el Primero de Mayo. El hecho de que tanta gente haya tomado esta extraña
historia en sentido literal resulta bastante incomprensible para la mente moderna. Mas extraño todavía
¿por qué una familia que supuestamente desciende de Cristo y del rey David hace pública la inclusión en
su árbol genealógico de una criatura mitad humana y mitad serpiente?
Al parecer, dada la inverosímil naturaleza de esta historia, los estudiosos e historiadores la han
desestimado totalmente, tachándola de puro folklore. Sin embargo, los miembros de esta familia (la
familia del Grial) no son ajenos a la hábil utilización del simbolismo. El simbolismo nunca ha sido usado
de forma gratuita. Se utiliza para revelar a los iniciados lo que precisamente permanece oculto para los no
iniciados. Y la imaginería asociada a Melusina es muy específica en sus connotaciones: hace referencia a
Lilith, la primera esposa de Adán, que en la tradición cabalística viene representada por una hembra
humana desnuda cuya mitad inferior es una cola de serpiente. Esto a nosotros nos sugiere que los
merovingios trataban conscientemente de mantener viva una tradición esotérica – alguien que posee un
gran secreto acerca de la verdadera naturaleza de su linaje sagrado.

Hijos de Lucifer
La sabiduría tradicional dice que el linaje del Grial es sagrado porque procede de Cristo, un hombre
todavía considerado por mucha gente como el verdadero hijo de Dios. Sin embargo, a los reyes cuya
dinastía desciende de este linaje se les consideraba reyes hechiceros, y algunos de ellos dieron a entender
o incluso declararon abiertamente que eran realmente descendientes de Lucifer. Algunos autores
sostienen que esta tesis es cierta, pero la mayor parte de ellos son teóricos de la conspiración
ultracristianos, y en ningún momento explican bien por qué creen esto, y tampoco dan detalles concretos
que apoyen sus afirmaciones. El autor Fritz Springmeier en El linaje de los illuminati: “Siguiendo el
típico estilo de los gnósticos, los descendientes de los merovingios afirman que por sus venas corre la
sangre tanto de Cristo como de Satanas”.
En primer lugar, recordemos que este linaje desciende de una figura comparable al Caín bíblico. En cierta
tradición rabínica encontramos la curiosa idea de que Caín no era en realidad hijo de Adán, si no de

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Samael. Se pensaba que Samael se apareció a Eva en forma de serpiente y la sedujo. El fruto de esta
unión fue Caín. Samael era un ángel caído, el Lucifer de los judíos. Si los merovingios conocían esta
versión de la historia (lo cual es muy probable) y creían en ella, esta podría ser la base de su afirmación
de que por sus venas corría la sangre tanto de Cristo como de Lucifer. Esta idea viene expresada en un
famoso poema de Charles Péguy, que dice:

“Los brazos de Jesús son la Cruz de Lorena,


Tanto la sangre de la arteria como la sangre de la vena,
Tanto la fuente de la gracia como la fuente clara;

Los brazos de Satán son la Cruz de Lorena,


Y la misma arteria y la misma vena,
Y la misma sangre y la problemática fuente”.

Algunas versiones apócrifas de la historia de Caín aseguran que éste era hijo de Adán y Lilith, no de Eva.
Antes de convertirse en la primera esposa de Adán, Lilith fue la consorte de Dios, luego vino a la Tierra
como uno de los ángeles caídos. Los detalles completos de esta historia son lo suficientemente conocidos
como para volver a repetirlos aquí, pero lo interesante es que en las dos diferentes tradiciones que hablan
de la filiación de Caín, se encuentra presente la estirpe luciferina de los Nephilim. También resulta
interesante el hecho de que la flor del lirio toma su nombre de Lilith, y el emblema heráldico de esta
estirpe es la flor de lis (aceptada comúnmente como símbolo de la lila). ¿No podría este símbolo, dentro
de este contexto, considerarse como la Flor de Lilith?.

La conexión Lilith/Samael está también relacionada con nuestra investigación, ya que ambos, Lilith y
Samael son conocidos tradicionalmente como los padres del demonio Asmodeo (1). No sólo es Asmodeo
la imagen dominante (se muestra como reflejo de Cristo) en Rennes-le-Chateau, también se dice que fue
él quien jugó el papel principal en la construcción del Templo de Salomón, el edificio del cual tomaron su
nombre los Caballeros Templarios. La recurrencia de esta extraña figura en la saga del Grial tiene
perplejos desde hace mucho tiempo a los estudiosos, sin embargo, parece que tanto él como los
descendientes de Caín poseen una ascendencia común. Se dice incluso, en algunas tradiciones, que fue a
Asmodeo a quién invocó Moisés, en vez de a Dios, para que separase las aguas del Mar Rojo. Aunque se
le considera un demonio o figura diabólica, su mismo nombre revela que no siempre ha sido considerado
como tal, “Asmodeus” se traduce sencillamente como “el Señor Dios” (“Ashma” significa “señor” y
“deus” significa “dios”).
La imaginería luciferina incluye también la presencia de “los Elohim” del libro del Génesis, según el cual
estos habrían dicho: “Hagamos al hombre a nuestra imagen”. La palabra “Elohim” se traduce
sencillamente como “Dios” en la Biblia del Rey James, pero en realidad es un sustantivo plural, ya que en
la lengua hebrea las palabras plurales acaban con la sílaba “im”. De hecho muchos investigadores
identifican a “los Elohim” con los Nephilim, los ángeles caídos conocidos en el libro de Enoch como los
Guardianes. Se cree que “Elohim” procede de un término mucho más antiguo de origen babilónico,
“ellu”, que vendría a significar “los Resplandecientes”, dicho término posee connotaciones claramente
luciferinas, ya que el nombre “Lucifer” significa literalmente “portador de la luz”. Y los descendientes de
Caín, eran los reyes deificados de Sumeria, los cuales fueron llamados ocasionalmente “los Ari”, termino
que también significa “los Resplandecientes”. El pictograma sumerio para “Ari” o “Ar”, como se indicó
anteriormente, es un pentagrama invertido, signo asociado desde hace largo tiempo a Lucifer. Y el
término “Resplandecientes” podría servir perfectamente para describir a los ángeles caídos del libro de
Enoch, de los se cuenta que tenían el pelo blanco como la nieve, los ojos claros y una piel que parecía
brillar y llenar de luz una habitación. Los Ari sumerios son casi siempre representados portando coronas
con cuernos, y algunos de sus descendientes, según cuentan las leyendas, tenían cuernos. Por ejemplo, en
la escultura más famosa de Moisés (la de Miguel Angel) se le representa con cuernos sobre la frente, algo
no del todo inapropiado para alguien que pudo ser descendiente de Asmodeo. Los teólogos aseguran que
no son cuernos, sino rayos de luz. No obstante, incluso los rayos de luz muestran un significado
luciferino. Alejandro el Grande se consideraba así mismo hijo de un dios, también se decía de él que tenía
cuernos. De hecho, incluso ahora, si usted habla con gente de ciertos lugares de Irán (que hablan de

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aquella invasión como si hubiese ocurrido hace una semana) le dirán con total seriedad que Alejandro
tenía cuernos, y que llevaba el pelo largo para disimularlos.
Uno no puede sino admitir que Caín parece haber engendrado su propia tradición, como se evidencia en
una extraña secta gnóstica conocida como los Cainitas (nombre que hace referencia a la raza de los
descendientes de Caín). Al igual que los Carpocrateanos, los Cainitas creían que nadie podía alcanzar la
salvación a menos que “lo hubiese experimentado todo”. Epifanio los describe como un grupo
“consagrado... actos lujuriosos e ilegales con diversos seres celestiales”, como una especie de sacramento.
Curiosamente, muchos eruditos los comparan con los satanistas.
Hasta que punto los merovingios eran conocedores de estas tradiciones alternativas, es algo incierto. En
que creían y en que no, es algo más incierto aún. Sin embargo, es muy probable que algo supieran sobre
estas tradiciones y que lo tomasen muy en serio. Lo cierto es que a día de hoy, el escudo de armas de la
que fuera capital del imperio merovingio, Stenay, contiene una imagen del diablo. De hecho, el nombre
original de Stenay era “Satanicum”. Y por todo el área de Rennes-le-Chateau existen numerosas
referencias geográficas al diablo. Además de la estatua de Asmodeo en la iglesia, hay un antiguo
monumento de piedra en Rennes-le-Bains conocido como “el sillón del diablo”, también, durante cientos
de años han existido leyendas en las cuales aparece el diablo en múltiples ocasiones.
Viendo el papel tan importante que este legado luciferino ha desempeñado en la mitología de los
merovingios, nos preguntamos si en la Biblia y otros textos afines se podrían encontrar también rastros de
los mismos. En poco tiempo, hemos sido capaces de encontrar gran cantidad de material. Lo que más nos
llamó la atención fue una serie de relatos que sugerían la idea de que algunos importantes patriarcas, eran
descendientes de los Vigilantes. Tomemos, por ejemplo, la historia de Abraham, el primer prosélito del
ofonoteismo, y una figura central en las tres principales religiones monoteístas. Su nacimiento, según las
tradiciones apócrifas, fue predicho según las estrellas por el mismísimo rey Nimrod, quien al sentirse
amenazado por ello, realizó una “matanza de inocentes”- en la cual fueron ejecutados 70.000 niños
varones – en un intento de neutralizarlo (2). En consecuencia, la madre de Abraham huyó al desierto y
terminó dando a luz en una cueva. Como relata el autor Louis Ginzberg en Leyendas de los judíos, nada
más nacer Abraham, “La cueva se inundó con la luz del rostro del niño, como si fuera el esplendor del
sol...”.
Otra pista que señala a Abraham como perteneciente al linaje de los Nephilim consiste en que, según esta
versión de la historia, Abraham fue dejado solo por su madre en esa cueva durante veinte días, cuando
esta regresó no fue capaz de reconocerlo ya que se había “vuelto muy grande”, tenía el tamaño de un
hombre adulto y podía hablar y caminar – un indicio sin duda de cierta ascendencia divina sobrenatural.
De hecho, los cronistas de la época declaraban de forma inequívoca que Abraham era un gigante. Al igual
que algunos de sus ilustres antepasados, Abraham también fue un gran constructor. En Leyendas de los
judíos se dice que:

“[Abraham] construyó una ciudad para [los hijos que había tenido con su esclava Hagar], rodeada de
un muro de hierro tan alto que el sol no podía brillar sobre la ciudad... También les enseñó Abraham la
nigromancia, para que pudieran dominar a demonios y espíritus.”

Aquí tenemos a un preeminente patriarca bíblico que practica la magia negra, el arte prohibido que los
Vigilantes enseñaron a los hombres. Y, en este sentido, Abraham no es único. También se dice que
figuras como Moisés y Salomón practicaban la nigromancia. Si tres de las figuras más importantes del
Antiguo Testamento se dedicaban a practicar la magia negra ¿no sería quizá razonable llegar a la
conclusión de que una doctrina o tradición oculta podría encontrase en el centro de un credo que después
fue conocido como judaísmo, y más tarde como cristianismo?. Más adelante estudiaremos esta idea (y la
figura de Abraham) con mayor detenimiento, pero primero vamos a revisar la historia de Jacob.
Fue la historia de la escalera de Jacob lo que nos sirvió como punto de partida para la mayoría de nuestras
posteriores investigaciones, desde entonces hemos descubierto algunas versiones alternativas de esta
historia en las que el simbolismo es mucho más vivo. Por ejemplo, en un texto apócrifo titulado La
escalera de Jacob, podemos leer en 1,1-6:

“Llegó a un lugar y apoyando la cabeza sobre una piedra se durmió allí, porque el sol se había puesto.
Soñó con una escalera apoyada sobre la tierra y que terminaba en el cielo. En la parte superior de la

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escalera se encontraba la cara de un hombre esculpida en fuego. Había 12 escalones que subían hasta el
final de la escalera, y en cada uno de los escalones podían verse rostros humanos a derecha y a
izquierda... y el rostro [de la parte superior] era de fuego... [y era] sumamente aterrador...”

La escalera del sueño de Jacob puede interpretarse como la representación de una relación directa entre
Dios y el hombre, o entre los hijos de Dios y el hombre – el patrimonio Nephilim de las doce tribus de
Israel lideradas por Jacob. El “sumamente aterrador” rostro de fuego al final de la escalera se supone que
es Dios, pero también podría considerarse como una aparición luciferina. La idea de que la escalera
representa el descenso de las doce tribus, puede ser corroborada por los doce escalones de la misma, uno
por cada futuro hijo de Jacob. Podemos encontrar un apoyo para esta idea en Las leyendas de los judíos,
donde la historia de Jacob se cuenta con mayor detalle:

“Jacob tomó doce piedras del altar en el que su padre Isaac había yacido para ser sacrificado, y dijo:
‘Era el propósito de Dios hacer que surgieran las doce tribus, pero ni Abraham ni Isaac las han
engendrado. Si ahora estas doce piedras se unen formando una sola, entonces sabré con certeza que
estoy destinado a ser yo el progenitor de las doce tribus.’ Y en ese momento tuvo lugar el milagro; las
doce piedras se unieron formando una sola, apoyó sobre ella su cabeza y, al instante, la piedra se volvió
suave y blanda como una almohada... Tuvo un sueño en el que toda la historia del mundo se desplegaba
ante sus ojos.”

El sueño de la escalera de Jacob es tanto un recuerdo como una profecía. Es al mismo tiempo un anuncio
de la llegada de las doce tribus y una alusión a su linaje de ángel caído. En un extraño apéndice de esta
historia, Jacob unge la piedra que le servía de almohada con un aceite que procedía directamente del
cielo, y entonces Dios coloca la piedra en “el abismo” para que sirva como piedra angular para su
templo. Pero ¿por qué querría poner Dios la piedra angular de su templo en el abismo? ¿Podría ser porque
el prototipo sumerio de Jehová, Ia, era conocido como “el señor del abismo”?

El Mesías Serpiente
Uno de los más extraños símbolos que frecuentemente se usan en relación con el linaje del Grial, y a
menudo en contextos inesperadamente brutales, es el de la serpiente. Todos estamos familiarizados con la
serpiente del Génesis como principal villano de la teología cristiana – el mismo diablo. Por ello la
serpiente a llegado a ser considerada como un emblema del mal. ¿Cómo puede entonces explicarse el
extraño episodio, presente en el Antiguo Testamento y en algunas leyendas apócrifas judías, en el que
Dios da instrucciones a Moisés para que construya una serpiente mágica de bronce, cuya sola visión
salvaría a los israelitas y llevaría la muerte a sus enemigos? En algunas versiones de esta historia se dice
que dicha serpiente podría curar las mordeduras de las serpientes venenosas. Incluso algunas llegan a
afirmar que podrían salvar sus almas. El especialista en la Biblia James Kugel, nos dice a propósito de
esta historia:

“La fascinación de Moisés por la serpiente de bronce, a preocupado mucho a los antiguos interpretes.
Después de todo, un objeto hecho por el hombre que tenía el poder de curar las mordeduras de serpiente
con solo mirarlo ¿no era algo más propio de la magia que del credo correcto? Y lo que es peor, de esta
misma serpiente de bronce se llegó a decir posteriormente que ella misma paso a convertirse en objeto
de idolatría.”

Las explicaciones que dieron los interpretes antiguos no resultan demasiado satisfactorias. A su juicio, no
era la serpiente la que curaba a la gente, sino Dios, que era a quién realmente estaban mirando. Pero esto
no explica por qué se hizo una imagen de bronce para representar a Dios, o por qué se le dio forma de
serpiente. Todos los aspectos concebibles de esta historia están completamente en desacuerdo con lo que
conocemos sobre la ortodoxia cristiana o el judaísmo primitivo. Otra versión de la historia que aparece en
la Carta de Bernabé, dice:

“... el Espíritu, dirigiéndose al corazón de Moisés, [le dice] como hacer una representación de la cruz y
de aquel que iba ha morir en ella... entonces Moisés talló la figura de una serpiente.”

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Esto es realmente muy extraño. No sólo tenemos a Dios representado por una serpiente, sino también a
Cristo. Y lo que es aún más interesante. En la ciencia cabalística conocida como “gematría” (donde las
palabras son reducidas a números) las palabras que comparten el mismo valor numérico se considera que
poseen una misma esencia en un nivel superior de significado. En gematría, las palabras “mesías” y
“serpiente” pueden ser reducidas ambas al mismo número: 358. Por tanto, en términos cabalísticos, el
mesías y la serpiente son una misma cosa.
Para algunas sectas gnósticas y ciertos grupos de cristianos primitivos, la serpiente del Génesis no era
considerada el villano del libro, sino el héroe. Fue él, al fin y al cabo, quien proporcionó al hombre la
sabiduría divina. Dios le había dicho a Adán que no comiese la fruta del árbol de la sabiduría, ya que de
hacerlo “moriría sin lugar a dudas”. Pero Adán y Eva comieron la fruta y no murieron. En otras palabras,
Dios estaba equivocado y la serpiente tenía razón. La serpiente dijo la verdad y Dios mintió. Algunos
cristianos y gnósticos pensaban que este era, sin duda, el mensaje oculto del Génesis. La evidencia de que
podrían haber estado en lo cierto podemos encontrarla en cierto juego de palabras del arameo. En esta
lengua, actualmente muerta, utilizada en la época de Cristo, las palabras “serpiente” e “instruir” son casi
idénticas. La serpiente había dado instrucciones a Eva para que comiese del árbol de la vida, y al seguir
este consejo encontró la sabiduría. Visto desde esta perspectiva ¿cómo no iba a poder ser vista la
serpiente como el héroe del Génesis? Como indicamos anteriormente, en ciertos apócrifos judíos se
cuenta una historia en la que Eva es seducida por la serpiente del Edén (Samael), y es éste y no Adán el
verdadero padre de Caín. ¿Podría esta extraña tradición tener algo que ver con Moisés y Cristo, posibles
descendientes de Caín, y su conexión con el simbolismo de la serpiente? Tal vez. Ambos estarían al
corriente, obviamente, de las tradiciones relacionadas con su familia – las cuales no han llegado hasta
nosotros a través de la corriente principal del cristianismo. Algunas sectas, como los gnósticos ofitas, han
promovido teologías en las que Cristo es identificado de forma explícita con la serpiente. Según el autor
Stephen Flowers en Los señores del camino de la mano izquierda, estos grupos consideraban que:

“Cristo llegó como una manifestación de la serpiente portadora de la luz... La serpiente trajo a la
humanidad el conocimiento (gnosis) del bien y del mal (Génesis 3:1-7) y además puede ayudar al
hombre a conseguir el fruto de la vida eterna, lo que hace al hombre semejante a Dios o a Cristo.”

Aunque esto es una pura abstracción filosófica, resulta interesante en la medida en que nadie esperaría
encontrar ni una sola tradición en la que se identificase a Cristo con una serpiente, por no hablar de varias.
Sin embargo, los ejemplos de la Cábala, Moisés y los gnósticos ofitas parecen indicar que existía algún
motivo concreto para establecer dicha conexión. Sabemos que muchos años después de la muerte de
Moisés, la serpiente de bronce pasó a convertirse en un ídolo sagrado para los primeros israelitas.
En algunas escuelas del cristianismo esotérico, se piensa que la cruz de Cristo es un sinónimo del Árbol
de la Vida. Existe incluso una divisa latina que traducida viene a significar: “La madera de la cruz es el
árbol del conocimiento.” Si la cruz de Cristo es un símbolo equivalente al Árbol de la Vida, el propio
Cristo tendría que convertirse en símbolo de la serpiente que habita en ese árbol. Esto puede explicar un
motivo alquímico que sería inexplicable de otro modo: la serpiente crucificada. Aunque en el contexto de
la iconografía cristiana esta recurrente identificación de Cristo con la serpiente parece tener poco o ningún
sentido, si uno se fija en las ideas religiosas prevalecientes mucho antes del advenimiento del judaísmo, el
simbolismo encaja perfectamente.
En muchas culturas antiguas, como la egipcia, se veneraba a las serpientes venenosas. En Caldea eran
símbolo de dios y del sol. Esto ha llevado a algunos eruditos a malinterpretar a los caldeos como
supersticiosos “adoradores de serpientes”, pero esto no es así. La serpiente como icono religioso posee un
grado de simbolismo altamente sofisticado. Las serpientes son probablemente las más terrestres de las
criaturas, y sin embargo han sido identificadas con el sol. Para los caldeos esto significaría la unión del
Cielo y la Tierra o del espíritu con la materia. Este precisamente es el simbolismo inherente a la noción de
Cristo: la intersección de dos atributos, lo celeste y lo terrenal, lo humano y lo divino. Debido al hecho de
que las serpientes mudan su piel, fueron asociadas con la idea de la muerte y la resurrección, el
renacimiento y la inmortalidad. Una vez más, aquí tenemos las ideas fundamentales del mito de Cristo.
Un vestigio de este denominado “culto a la serpiente” puede encontrarse en una oscura secta judía, los
Naasenos (3). La doctrina naasena postula que Dios era un hermafrodita primordial, al igual que Adán. La

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secta eligió a la serpiente como símbolo de Dios porque entonces se pensaba que las serpientes poseían
ambos sexos, y por lo tanto el poder de la autorreproducción. Era una criatura semejante a Dios. ¿Es
posible que Cristo, el Mesías-serpiente, fuese un naaseno? Tal vez. Se puede demostrar que el apodo de
“Jesús de Nazareth” es un término equivocado, ya que la ciudad de Nazareth no existía en la época de
Cristo, por eso algunas iglesias protestantes ahora se refieren a él como “Jesús el nazareno”. Los autores
de Holy Blood, Holy Grail especulan con la posibilidad de que Jesús fuese un nazareno, otra oscura secta
judía de la que Sansón era seguidor. Pero dada la cantidad de imaginería asociada a la serpiente que se
encuentra en las tradiciones alternativas sobre la vida de Cristo, ¿no podría la “hipótesis naasena” ser más
que probable? Después de todo, en algo tan antiguo como el Libro del Éxodo se profetizó que el Mesías
podría adoptar la forma de una serpiente.
Que exista una conexión entre la tradición naasena y la caldea es algo más que probable. Los reyes
deificados de Caldea fueron simbólicamente asociados tanto con el Sol como con la serpiente y se les
consideraba “hijos del Sol” o hijos de dios. Los motivos solares/serpentinos aparecen en los nombres de
muchos antiguos dioses y reyes, entre ellos algunos fundamentales para nuestra investigación. El nombre
“Marduk” puede traducirse como “Hijo del Sol” o “Hijo del Señor”, ya que “duk” significa tanto “sol”
como “señor”, pero “mar” también puede significar “serpiente” lo cual daría a este título el significado
alterno de “Serpiente del Sol” o “Serpiente del Señor”. Como se recordará, el nombre de la deidad tutelar
de América del Sur “Quetzalcoatl” parece ser que significa “Serpiente del Sol”. En el antiguo Egipto la
palabra “serpiente” también significaba “señor”, lo cual nos permite traducir “Osiris” como “Señor del
Sol-Serpiente”. Y el nombre de la deidad tutelar de los caldeos “Oannes” también podría ser traducido
como “Señor Sol-Serpiente”. Además, se recordará que el dios sudamericano denominado “Noach Yum
Chac” (obviamente relacionado con Noé) se supone que dejó escrito un texto titulado La prueba de que
soy una serpiente.
A pesar de que la imaginería de la serpiente es, obviamente, mero simbolismo, no obstante constituye un
símbolo central de la identidad de los Vigilantes y su descendencia – hay que tener en cuenta todo esto,
ya que más tarde sería retomado por los merovingios. ¿Podría ser un simbolismo de su herencia,
procedente de algún ilustre (o tal vez sagrado) antepasado, una figura íntimamente relacionada con la idea
de la serpiente solar, tal vez uno de los reyes caldeos deificados? Es posible. Si fuera este el caso, se
podría explicar así la leyenda sobre la paternidad serpentina de Caín. Se habrá visto que la herencia
serpentina era un motivo de orgullo para los reyes-dioses de otras culturas, mientras que es motivo de
vergüenza en el contexto del judaísmo. En la versión judeocristiana de los hechos, el pecado original no
es el mestizaje, sino la desobediencia. ¿Podría ser que la mujer presente en todas las religiones
monoteístas como matriarca primordial fuera, de hecho, seducida por un rey caldeo? El nombre “Samael”
puede proporcionarnos algunas pistas. Consiste en “Sam” que significa “sol” y “ael” que significa “hijo
de Dios”. Por tanto Samael es una serpiente que representa al Sol y al hijo de Dios, precisamente el
simbolismo asociado a los reyes caldeos. ¿Es esta la razón por la que Caín, un hombre recordado por
otras culturas como un poderoso rey, constructor de grandes ciudades, fue convertido en un villano y
eliminado de la mayor parte de los textos del Antiguo Testamento? Podría ser.
Se supone que el linaje de Caín desapareció de los hechos bíblicos de la misma forma que se desvaneció
el Este del Eden, y que los patriarcas posteriores son descendientes del “tercer hijo” de Adán, Set. Sin
embargo, un examen minucioso de las genealogías de Set y de Caín nos muestra que esto no puede ser
así. Con excepción de un nombre añadido a la lista de los descendientes de Set, las dos genealogías son
prácticamente idénticas.
Los descendientes de Caín fueron: Enoch, Irad, Mahujael, Methusael, Lamech.
Los descendientes de Set fueron: Enos, Cainan, Mhalaleel, Jared, Enoch, Mathuselah, Lamech.
Las correspondencias deberían ser obvias: "Jared" es "Irad", "Mathuselah" es "Mahujael", y así
sucesivamente. En ambas listas se encuentran "Lamech" y "Enoch" (con un "Enos" adicional para
confundir más las cosas). Es como si los autores pretendieran ocultar la verdadera historia, sin embargo,
la falsificación no pasa desapercibida para los lectores más atentos. De hecho, muchos estudiosos de la
Biblia han realizado comentarios sobre estas extrañas genealogías, algunos sugieren que la descendencia
de Set fue una invención, y que esa figura probablemente nunca existió. Caín tenía que ser borrado de la
historia judía por alguna razón, pero esa tuvo que ser una tarea bastante difícil, ya que era una figura muy
conocida en el mundo antiguo, famoso por haber construido grandes ciudades a lo largo y ancho de
Sumer y Caldea. El fue quien construyó Nínive, Erec, Agadé (Akkad) y Lagash. Se le consideraba como

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uno de los padres fundadores de naciones y culturas que aparentemente no tenían relación con la historia
judía. El construyó Babilonia, y a los babilonios se les consideraba enemigos naturales de la nación judía.
Curiosamente, parece ser una figura central de la historia judía que ha sido apartada de la misma de
manera extraña.
Posiblemente, se habla más en la Biblia de Caín bajo su disfraz del rey Nimrod de Babilonia que del
propio Caín. La figura del rey Nimrod puede, como hemos demostrado, ser identificada de forma
concluyente como Caín, y como Caín, es otro personaje que queda totalmente demonizado en el Antiguo
Testamento. (También se le describe como habiendo vivido mucho tiempo después de Caín, algo con lo
que evidentemente no estamos de acuerdo). En los primeros textos judíos y cristianos es representado
como un feroz tirano, un gigante que cazaba seres humanos y un rey que “hizo la guerra contra Dios”. Sin
embargo, en sus antiguos reinos fue adorado como un dios siglos después de su muerte, y los reyes
posteriores se consideraban la reencarnación de Nimrod.

La conexión caldea
La genealogía del linaje merovingio ha sido un misterio durante siglos, no obstante, hemos sido capaces
de averiguar que su origen se remonta a los reyes pastores de la antigua Sumer. Posteriormente hemos
conseguido llevar mucho más lejos nuestra investigación, y muchos indicios (tanto antiguos como
modernos) parecer sugerir que el papel de Caldea es de una importancia fundamental. Por ejemplo, en El
libro del Génesis, se nos dice que el patriarca bíblico Abraham era "un caldeo de Ur". Para la mayor parte
de los lectores, este aparentemente insignificante detalle pasará seguramente desapercibido, pero para el
estudioso de las culturas antiguas aparece cargado de augurios, ya que Caldea era conocida como la meca
de la astrología, la astronomía y las artes mágicas. Tanto es así, que en algunas culturas antiguas, la
palabra “caldeo” era sinónimo de “brujo”. Incluso en un lugar tan alejado como el norte de Europa, el
término para brujo, “galdyr”, procedía de “caldeo”. Los autores del Génesis, obviamente, hicieron todo lo
posible para alejar la figura de Adán de las tradiciones mágicas de Caldea, pero Abraham todavía puede
parecer un ocultista, tanto en los textos bíblicos como en los extra-bíblicos. Veamos la siguiente cita del
pseudo Eupolemus:

“Abraham superó a todos en nobleza y sabiduría, buscó y obtuvo el conocimiento sobre la astrología y
demás artes caldeas... viajó a Fenicia y residió allí. Complació al rey de Fenicia al enseñar a los fenicios
los ciclos del Sol y la Luna y todas las demás cosas... [en Egipto] Abraham vivió en Heliópolis con los
sacerdotes egipcios y les enseñó muchas cosas: les explicó la astrología y las demás ciencias”

De Artapano:

“Abraham... viajó a Egipto con toda su familia y enseñó astrología al rey egipcio Pharothothes”

Y de Antigüedades de los judíos de Josefo:

“ ... antes de la llegada de Abraham los egipcios ignoraban estas ciencias, que fueron traídas de Caldea
a Egipto, [y luego] pasaron a los griegos.”

De estas citas se desprende que Abraham viajó por todas partes, no para predicar el evangelio del “único
y verdadero Dios”, sino para difundir la sabiduría de los caldeos. Estas ciencias caldeas parecen hacerse
eco de las enseñanzas de los Vigilantes y versaban sobre geometría, astronomía y los movimientos de los
planetas y las estrellas. Comparemos la tradición de los Vigilantes con lo que dicen los registros de Filón
acerca de los Caldeos:

“Los caldeos cultivan principalmente la astronomía, y todo lo atribuyen al movimiento de las estrellas,
creyendo que todo lo que hay en el mundo está gobernado por fuerzas comprendidas en números y
proporciones numéricas... buscando la disposición numérica acorde con el Sol, la Luna, los planetas y
las estrellas fijas... “

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Los paralelismos entre los Vigilantes y los caldeos se vuelven aún mayores cuando son vistos a la luz de
una tradición citada por Eusebio, que escribió: “La ascendencia de Abraham se remonta a los gigantes.
Estos habitaban en la tierra de Babilonia. Pero a cusa de su impiedad fueron destruidos por los dioses.”
Así que ahí lo tienen. Estas dos tradiciones (la de los Vigilantes y la de los caldeos) suenan tan idénticas
por que lo son – una y la misma. ¿Fueron los caldeos descendientes de los Vigilantes y ejecutores de su
tradición? Tal idea viene a ser reforzada por el hecho de que la palabra hebrea para “vigilante” es “ir”
cuyo sonido es similar al nombre de la ciudad caldea de “Ur”, así como “ar” la palabra sumeria
mencionada anteriormente y que se simboliza con el pentagrama (y que significa “Resplandecientes”).
Además, a los Vigilantes se les denominaba concretamente, “los vigilantes de los cielos”, un título muy
apropiado para un pueblo (como los caldeos) tan interesado en la astronomía. ¿Podría ser que Ur fuera la
ciudad-estado primordial de los Vigilantes? Es muy posible. Ur es considerada tan antigua que para la
mente moderna ha llegado a ser sinónimo de la antigüedad misma. Todo esto parece sugerir que el status
de Abraham como un caldeo de Ur puede ser de hecho muy revelador. También parece que Abraham es
mucho más que un hombre cuya “ascendencia se remonta a los gigantes”. Recordemos, se dijo que
“Abraham superaba a todos en nobleza y sabiduría.” En la antigüedad “nobleza” no hacía referencia a la
actitud de un hombre – significaba de noble cuna. Y a medida que lo vayamos revelando, se verá que la
figura conocida como Abraham procedía de un origen verdaderamente noble.
Por el momento vamos a continuar nuestro estudio de la saga caldea examinando la historia del rey
Gudia. A pesar de ser uno de los más ilustres monarcas de Sumer/Caldea, Gudia sigue siendo un
personaje relativamente oscuro en lo que se refiere a la historia oficial. Gudia era sacerdote-rey y
arquitecto, constructor de grandes ciudades y templos, no distinto de Caín/Nimrod. Y da la casualidad de
que Nimrod era el santo patrón de Gudia, y puede que también su antepasado. Gudia era como muchos
profetas del Antiguo Testamento, es decir, era propenso a tener sueños y visiones. En uno de estos
sueños, Nimrod se apareció al rey, revelándole las medidas de un templo que deseaba se erigiese en su
honor. Al despertar, Gudia, sin pérdida de tiempo, puso en marcha planes para construir el templo de
Nimrod, una estructura que con el tiempo sería considerada como uno de los más magníficos edificios de
su época.
Bajo el reinado de Gudia se pudo presenciar un enorme florecimiento de la civilización y la cultura en la
región. Viajó por todo lo largo y ancho de Mesopotamia (y en ocasiones más allá) acumulando madera,
bloques de piedra y metales preciosos para sus múltiples proyectos. No sólo construyó nuevos templos y
ciudades, también reconstruyó los viejos. Por las inscripciones en los capiteles de Lagash y Ur, podemos
deducir que prefería ser visto no como un rey, sino más bien como sacerdote y profeta. Se le conocía
simplemente como el “Buen Pastor”, y es posible que hubiese rechazado el título de rey (su nombre no
aparece en la Lista de Reyes.)
De todos los reyes que reinaron en Caldea o Sumer, sólo un puñado de nombres son conocidos fuera de
los círculos especializados, o de las lecturas del Antiguo Testamento. Los primeros que nos vienen a la
mente son Sargón, Kamurabi, Asurbanipal y algunos otros. ¿Por qué (o como) puede un hombre de la
talla de Gudia haberse desvanecido sin más entre las brumas de la historia? Una posible respuesta sugiere
que en la cultura y la época de Gudia no existían letras que correspondiesen a la “g” y la “i”. Sustituyendo
esas letras por las que más se les asemejan nos encontramos con algo a la vez sorprendente y totalmente
inesperado: Judea.
¿Es posible que Judá, el hijo de Jacob, de quien los judíos derivan su nombre, pudiera haber sido un rey-
sacerdote caldeo? ¿Son Gudia y Judá la misma persona? Volviendo al Antiguo Testamento en busca de
información que pudiera corroborar o desmentir tan extraña tesis, los pasajes que encontramos fueron tan
raros y escasos que no parecían proporcionar ningún tipo de ayuda. Las pesquisas realizadas en
Antigüedades de los judíos de Josefo y en Leyendas de los judíos de Louis Ginzberg resultaron
igualmente infructuosas. ¿Cómo puede ser que en las tres principales fuentes de información sobre la
historia y el folklore judíos se encuentren tan pocos datos sobre la persona de quien la tribu judía tomo su
nombre? Era algo desconcertante y misterioso, como tratar de concebir un Nuevo Testamento en el que
tan sólo apareciesen media docena de referencias a Cristo. Era algo que desafiaba toda lógica. Y parecía
que la lógica era la única manera de atravesar esta aparente conspiración de silencio.
Así fue como volvimos de nuevo a consultar la lista de los antiguos reyes caldeos, siguiendo el
razonamiento de que si Gudia y Judá eran la misma figura, tal vez otros nombres de la lista podían
también resultarnos familiares. Cuatro líneas por encima de Gudia aparece en la lista un rey llamado

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“Irarum”. Aunque no es precisamente idéntico a “Abraham” era el único que poseía un sonido similar.
Recuérdese que estos nombres no sólo se escribían y pronunciaban de manera diferente de una a otra
cultura, sino que también sucedía dentro de una misma cultura. Irarum tuvo un hijo llamado “Dar” que
además llevaba el título de “Ashak” (literalmente “Hijo de Dios”). El hijo de Ashak fue “Khab” (o
“Khabulum”), y su hijo, a su vez tomó el título real de “Akhab” (hijo de “Khab”). El a su vez fue padre de
Gudia. Así que si tenemos en cuenta el sonido de esos nombres en su respectivo orden nos encontramos
con algo extraordinario:

“Irarum” equivaldría a “Abraham”


“Ashak” equivaldría a “Isaac”
“Akhab” equivaldría a “Jacob”
“Gudia” equivaldría a “Judá”

Así, con una notable excepción (la figura adicional de “Khab” o “Khabalum”), nos encontramos con que
la lista de los reyes caldeos es casi un reflejo exacto de la dinastía de los patriarcas del Antiguo
Testamento.
Llegados a este punto es prácticamente imposible determinar el verdadero significado de todo esto. ¿Eran
judíos todos los caldeos? ¿Aquellos que se denominaban a sí mismos judíos eran en realidad caldeos?
¿Eran ambos simplemente distintos pueblos o naciones de una población básicamente sumeria? ¿Podría
ser que los llamados “Judíos Sefarditas” no se llamasen así por haber sido pastores, sino por que
pretendían ser descendientes de un rey-sacerdote conocido como “El Buen Pastor”? Recordemos que este
mismo título es usado para referirse a Cristo, quien se comportaba como si fuese un rey-sacerdote sin
trono. También se dice en algunas antiguas tradiciones que Cristo podría ser de origen caldeo, una idea
que estudiaremos a su debido tiempo.
La tradición caldea y sus conocimientos secretos, está íntimamente ligada a la astrología, la astronomía, la
geometría, la arquitectura y la magia, todos ellos temas importantes de nuestras actuales investigaciones.
Pero hay algo más. Se decía que Gudia practicaba el “ritual caldeo” del sacrificio del toro – una práctica
que se transmitió de Caldea a Egipto, y finalmente, o otras muchas partes del mundo antiguo.
Curiosamente, se dice que este ritual es originario de la Atlántida, y Gudia, al igual que los reyes atlantes,
guardaba los toros para el sacrificio en su propio palacio. Además, cuando a Gudia se le apareció un
antepasado suyo en una visión y le dio instrucciones para que construyese un grandioso templo, el
edificio erigido resultó ser un zigurat de siete plantas. En las leyendas se cuenta que una estructura similar
existió una vez como palacio real en la Atlántida.
Al revivir la arquitectura y el ritual religioso de la Atlántida, Gudia parecía estar tratando de construir un
puente entre pasado y presente, o intentando reconstruir el pasado en el presente. El título que eligió para
sí “Gudia”(“Señor/Rey”) se remonta hasta el primer rey deificado de Sumer. Durante dos siglos después
de su muerte fue adorado por los babilonios como “Gudia el divino”, y colocaban estatuas suyas en los
templos. Según creen algunos estudiosos, el reinado de Gudia se remonta al año 2400 AC
aproximadamente. En la época en que el judaísmo comienza a tomar forma, unos 900 años más tarde,
Gudia y sus ilustres antepasados se han convertido en figuras míticas de la tradición oral. Aunque hay
pocas pruebas más allá de lo que hemos presentado que sirvan para vincular las figura de Gudia y Judá,
las referencias que hay sobre Judá lo muestran como un gobernante de la tradición rabínica, incluyendo
las descripciones de la corona, el cetro real y el sello real. Y aunque el judaísmo ortodoxo parece haber
rechazado la mayor parte de lo que constituye la tradición caldea, existen indicios de que estas ideas se
han mantenido de forma oculta, para reaparecer más tarde en el contexto más inesperado.

Cristo el caldeo

¿Caminaron esos pies en tiempos antiguos


sobre las verdes montañas de Inglaterra?

¿Estuvo el Santo Cordero de Dios


en las plácidas praderas de Inglaterra?

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William Blake “Jerusalen”

Como revelan las anteriores líneas, pertenecientes al poema del siglo XVIII Jerusalén de William Blake,
la leyenda de que Cristo estuvo en Inglaterra es algo que viene de muy antiguo y que se encuentra muy
extendido. De hecho, los cronistas romanos empiezan a referirse a ella al comienzo del reinado de Tiberio
César, quien murió en el año 37 DC (sólo cuatro años después de la presunta fecha de la muerte de
Cristo). Fue en Glanstonbury, Cornwall, dónde la primera iglesia cristiana fue construida,
presumiblemente por el propio Cristo.
Para aquellos que no estén familiarizados con esta historia, está bien documentado que José de Arimatea,
el tío de Cristo, estuvo varias veces en Inglaterra en el curso de sus viajes como comerciante de estaño.
Según cuenta la historia, Jesús acompañaba a menudo a su tío en esos viajes, y terminó pasando algún
tiempo en Cornwall durante sus famosos “años perdidos”. Aquí fue donde transcurrieron los primeros
años de su ministerio, y cuenta la leyenda que construyó una casa más grande para que habitase su madre,
María. Esta fue la casa que, en conformidad con la crucifixión, fue reconocida como la primera iglesia
cristiana del mundo. Y esta primera iglesia cristiana fue conocida por diversos nombres, tales como “la
iglesia de adobe”, “la antigua iglesia” y probablemente el más significativo, “la iglesia Culdee”, en otras
palabras “la iglesia caldea”.
En Reullura de Thomas Campbell, podemos leer:

“La pura Culdee

Fueron de Alby’s(4) los primeros sacerdotes de Dios

Sin embargo, una isla de sus mares

Por los pies del monje sajón fue pisada”

En el maravilloso libro de E. Raymond Capt The Traditions of Glastombury, se dice: “Los primeros
conversos de la Culdees... fueron los druidas de Gran Bretaña, que no encontraron dificultad en conciliar
las enseñanzas de la Culdees con sus propias enseñanzas acerca de la resurrección y la herencia de la vida
eterna.” Además, los druidas habían creído durante mucho tiempo en la llegada de un mesías – un mesías
llamado “Jesu”. También compartían con los caldeos el interés por la geometría sagrada y la astronomía.
Tenían también la costumbre de referirse a Dios como “el anciano de los días”. Claramente, las
tradiciones de estos dos grupos tenían algún tipo de origen común. Capt continúa:

“Existen documentos de la Iglesia en los que aparecen los Culdees como oficiantes en St. Peter, York,
hasta el año 939. Según algunas autoridades eclesiásticas, los canónigos de York fueron llamados
‘Culdees’ hasta una fecha tan tardía como el reinado de Enrique II (1133 a 1189 dC). En Irlanda, un
condado entero fue llamado ‘Culdee’. Los nombres ‘Culdees’ y ‘Culdish’ se hallan fuertemente ligados a
la iglesia de Escocia y a sus prelados hasta una fecha muy tardía.”

El fenómeno Culdee parece ser poco conocido, poco discutido, y aún menos comprendido. Sin embargo,
a lo largo de los siglos una fascinante serie de leyendas y teorías se han venido asociando con el mismo:
leyendas y teorías que resultan tanto más fascinantes en cuanto que parecen coincidir con gran parte de
nuestra propia investigación.
Lo que sigue son algunas de las suposiciones fundamentales acerca de los Culdees, recopilados por
Arthur Edward Waite en su New Encyclopedia of Freemasonry:

• Los culdees fueron druidas.


• Eran idénticos a los caldeos, mencionados por el profeta Daniel.
• Eran sacerdotes en Asiria y puede que también se remontasen hasta Babilonia.
• Fueron los cainitas, los esenios, los therapeutae, y los magi.
• Bajo su manto de cristianismo se ocultaba una doctrina secreta.
• Fueron matemáticos y arquitectos en tiempos de los primeros emperadores romanos.

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• Fueron los constructores del Templo del Rey Salomón.
• Los culdees de York eran masones.
• Negaban la personalidad de Jesús - es decir, la personalidad histórica - y también la existencia del
Diablo.
• Los monjes culdee fueron los maestros y arquitectos de su tiempo.
• Se pensaba que la alegoría histórica de la Mesa Redonda, así como la búsqueda del Santo Grial, se
refieren en términos místicos a los ritos culdees.

Si las declaraciones anteriores son ciertas, nos encontraríamos con la presencia de una fraternidad
templaria en Inglaterra unos mil años antes de la llegada de los Caballeros Templarios. Y no sólo en
Inglaterra, sino por todas las Islas Británicas. Los culdees tenían comandancias, escuelas e iglesias
también en Gales, Irlanda y Escocia. Se dice que a pesar de la presión de Roma, los culdees mantuvieron
una presencia muy fuerte hasta el momento de la invasión de los normandos (5), que comenzó en 1066.
Aquí la fecha es muy importante, ya que algunas décadas después de 1066, concretamente en 1090, fue
fundada la Orden de Sión y los Caballeros Templarios por Godofredo de Bouillon.
¿Es una simple coincidencia que una organización cuya historia se extiende a lo largo de más de mil años,
se desvanezca sin más, y que en cuestión de sólo diez años aparezca en otra parte del mundo otro grupo
con prácticamente los mismo ideales? La mayor parte de lo que los historiadores afirman sobre los
culdees es increíblemente parecido a lo que se ha dicho acerca de los Templarios. Comparemos: sobre
ambos grupos se dice que poseen una doctrina secreta que se esconde tras la fachada de la cristiandad.
Ambos grupos negaban a Cristo en cierto sentido. Ambos fueron arquitectos. Y a ambos se les asocia con
el Santo Grial, así como con el Templo de Salomón.
Definitivamente parece existir una continuidad de creencia, propósito y acción entre ambos grupos.
Ciertamente, el misterio que a los dos les rodea parece ser el mismo. Pero si estos dos grupos representan
diferentes manifestaciones de una misma tradición esotérica, esta no puede ser simplemente una tradición
originada tras la crucifixión de Cristo. La tradición puede remontare claramente al rey caldeo Gudia, y
todavía más a su modelo y patrón, Nimrod/Caín.

Notas:

1 . “Asmodeo” contiene la raíz “Az”, que era otro título de Caín.

2 . De acuerdo don Louis Ginzberg, Nimrod hizo aquello por temor a que Abraham “se levantara
triunfante contra él y desmintiera su religión” – un culto politeísta en el que Nimrod era adorado como un
dios.

3 . “Naas” es una palabra hebrea que significa serpiente.

4 . Inglaterra era entonces llamada “Albion”.

5 . En otros lugares, como Irlanda, su influencia se mantuvo firme hasta bien entrado el siglo XIV.

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