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AMOR FANTASMA

Por Alba Mary Cano López

“Biblioteca La Floresta”

En el inventario de absurdos, el amor ocupa el primer puesto. Partamos del hecho de que

todos estamos advertidos, sin embargo, en la hora del encuentro con él, lo olvidamos;

lo único que cuenta es seguirle, sin importar hacia donde nos lleve. El ejemplo o, mejor,

las reseñas de la vida real son lo más acertado para aclarar esta afirmación.

Entre los ires y venires de un nuevo día, el baño tibio, el café caliente, el abrazo cálido de

su esposo como despedida y música de tacones escaleras abajo, hasta alcanzar la calle

húmeda, ella se aleja dejándolo con sus 45 años bien vividos. Antes de doblar la esquina,

lo mira queriendo guardar su imagen como alimento nutricio para el día que la espera.

La jornada de estudio pasa bulliciosa y ligera. Al salir del salón de clases, desde el tercer

piso, lo ve –en el patio sombreado- con la cabeza apoyada en los muslos de ella, su

cuerpo largo, menudo y fuerte; su cabello negro y brillante, grandes ojos de miel y su

sonrisa llenándolo todo. Era él con sus 16 años, era. . . era su esposo, es su esposo. Sabía

que era él, aunque no lo conoció, hasta ahora, en esa feliz edad. En ese momento, quiso

ocultar sus 40 otoñales años. Nunca pensó tener ese regalo: verlo así, de sus ojos a su

cuerpo en vivo, en directa y real dimensión, a esa edad. Sólo acertó a la inmovilidad, temía

que todo se desdibujara si se desplazaba hasta las escaleras. El haberlo visto así, la inundó

de amor. Sonó el timbre para el cambio de clase. Empezó a caminar, lo persiguió afanosa,

pero entre tantos jóvenes. . . se hizo invisible, se evaporó, no supo qué se hizo.
Ese instante de contemplarlo, en su pasado y vislumbrar el futuro que ahora vivía, la llevó

a otra realidad. En el descanso siguiente, vuelve al tercer piso, sí, sí ahí está. Es cierto, no

es un truco de su mente ¡Qué bello es! ¡Cuánta frescura y alegría para los dos en el futuro!

Sintió que lo amaba más en ese cuerpo joven de ayer, ahora presente ante sus ojos, que

en el mismo cuerpo que hacía unas horas la había abrazado. El timbre de salida

interrumpe de nuevo, pero ya no tiene pies para ir tras él, no pudo avanzar. Días de verlo,

se suceden gozosos, aunque no ocurra el encuentro, la contemplación la llena y la anima.

Otra vez la noche con una nueva mañana en su extremo. El ritual diario en su orden, hoy,

sin afanes, música de tacones lentos bajando la escalera, llega a la calle lluviosa y

pálidamente soleada, con su escaso equipaje, algo de tristezas y un adiós bien doblados.

Arriba, su esposo de fantasmal presencia; en su ser, el anhelo de volverlo a ver, del

encuentro en el patio, en el corredor o en las escaleras.

La semana y las horas se despliegan como una disputada partida de ajedrez, pero él no

aparece, hasta el jueves. Tacones sin relevo ni descanso, por el corredor, hasta alcanzar el

patio. Ahí está, descansando su cabeza en los muslos de ella. Pensar en llamarlo y hacerlo

fue lo mismo. Los estudiantes la miraron extrañados y burlescos. Sus miradas la turbaron,

se restregó los ojos y volvió a mirarlo. No, no era él, era José, el de Once “C”.
Ella sabe que lo vio, fue real, no lo imaginó y, aunque es consciente de los 24 años que los

separan, decide esperar a que él la alcance. Está segura de que el amor puede lograr que

él crezca y ella no envejezca más.

¿Creen que no puede ser? Claro, están seguros de que lo soñó. Entonces ¿Cuál es el amor

que conocen? ¿El que no sabe del absurdo?

SOBERANÍA

Por Alba Mary Cano López


Soy la dueña absoluta de este amor

Yo lo di a luz

Lo alimenté, lo engrandecí

Conozco la hora exacta de su nacimiento

Su hora final me pertenece

Porque seré yo

Quien apuntando directo al corazón

Lo condene a muerte

AL ALBA

¡Noche! ¡Despierta!

¿No ves que quieren convertirte en día?

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