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MEDIEVALES
En el siglo V a.C., los sofistas griegos cuestionaron la posibilidad de que hubiera un
conocimiento fiable y objetivo. Por ello, uno de los principales sofistas, Gorgias, afirmó
que nada puede existir en realidad, que si algo existe no se puede conocer, y que si su
conocimiento fuera posible, no se podría comunicar. Otro sofista importante,
Protágoras, mantuvo que ninguna opinión de una persona es más correcta que la de
otra, porque cada individuo es el único juez de su propia experiencia. Platón, siguiendo
a su ilustre maestro Sócrates, intentó contestar a los sofistas dando por sentado la
existencia de un mundo de formas o ideas, invariables e invisibles, sobre las que es
posible adquirir un conocimiento exacto y certero. Mantenía que las cosas que uno ve
y palpa son copias imperfectas de las formas puras estudiadas en matemáticas y
filosofía. Por consiguiente, sólo el razonamiento abstracto de esas disciplinas
proporciona un conocimiento verdadero, mientras que la percepción facilita opiniones
vagas e inconsistentes. Concluyó que la contemplación filosófica del mundo oculto de
las ideas es el fin más elevado de la existencia humana.
Sofistas griegos:
• Sócrates
• Gorgias
• Protagotras
Sócrates biografía
Durante la guerra del Peloponeso contra Esparta, sirvió como soldado de infantería
con gran valor en las batallas de Potidaea en el 432-430 a .C., donde salvó la vida a
Alcibíades; en Delio en el 424 a. C., y Anfípolis en el 422 a. C.
De vida sobria y austera, siempre contó con escasos recursos económicos, Sócrates
supo rodearse de los personajes más influyentes del momento, así como de un nutrido
círculo de alumnos a los que gustaba cuestionar continuamente sus creencias y
certidumbres. Este continuo "aguijonear" a todos le situaría finalmente en una
situación tan controvertida y arriesgada que le llevó a su condena a muerte por el
Tribunal de los Quinientos en el año 399 a. C. (Ver el juicio y la defensa de Sócrates)
El modo con el que afrontó estos trances, inmortalizados por Platón en su Apologia
(Apología de Sócrates), y en los diálogos Critón y Fedón, convirtieron a Sócrates en
modelo clásico de filósofo antiguo y en maestro imperecedero de la cultura occidental.
Estuvo casado con Jantipa, una mujer de reconocido mal genio, y de la que tuvo tres
hijos.
La filosofía
Según los testimonios de su época, Sócrates era poco agraciado y corto de estatura,
elementos que no le impedían actuar con gran audacia y gran dominio de sí mismo.
Apreciaba mucho la vida y alcanzó popularidad social por su viva inteligencia y un
sentido del humor agudo desprovisto de sátira o cinismo.
Sócrates fue obediente con las leyes de Atenas, pero en general evitaba la política,
contenido por lo que él llamaba una advertencia divina. Creía que había recibido una
llamada para ejercer la filosofía y que podría servir mejor a su país dedicándose a la
enseñanza y persuadiendo a los atenienses para que hicieran examen de conciencia y
se ocuparan de su alma.
No escribió ningún libro ni tampoco fundó una escuela regular de filosofía. Todo lo que
se sabe con certeza sobre su personalidad y su forma de pensar se extrae de los
trabajos de dos de sus discípulos más notables: Platón, que atribuyó sus propias ideas
a su maestro y el historiador Jenofonte, un escritor prosaico que quizá no consiguió
comprender muchas de las doctrinas de Sócrates.
El diálogo entre diferentes inteligencias en pos de lo verdadero será para él, pues, la
única fuente de la que puede brotar una Justicia compartida. Este diálogo sólo será útil
y podrá alcanzar un mayor acercamiento a lo verdadero, eso sí, arrancando desde una
cierta distancia irónica respecto a un presunto saber, frente a nuestros pre-juicios, y no
es realizado, pues, como un simple deseo de triunfo.
La Ironía
“La ironía socrática es una ironía interrogante; con sus preguntas, Sócrates
disgrega las macizas cosmogonías de los jonicos y el asfixiante monismo de
Parménides. Sócrates es un sofista que salió fallido, un sofista que se burla tanto de la
sofística como de la ciencia de los meteoros (atribuida a los sabios presocráticos)… lo
que les reprocha Sócrates a los charlatanes es empezar la casa por el tejado,
improvisar en vez de analizar… acribilla a los vendedores de frases bonitas, y se
regodea reventando el odre de su elocuencia, desinflando esas vejigas de un saber
hueco. Sócrates es la conciencia de los ateniense… en su función observamos la
disparidad de efectos de la ironía, ya sea que nos libre de nuestros terrores (a la
muerte, por ejemplo) o nos prive de nuestras creencias.”
“En contacto con él, los hombres pierden la engañosa seguridad de las falsas
evidencias, porque después de haber escuchado a Sócrates, ya no es posible seguir
durmiendo con la cabeza apoyada en la almohada de las viejas certidumbres: se
acabó la inconsciencia, la tranquilidad, la felicidad. Aguijonea a los inconscientes, los
tiene en vilo: Eutifrón, mojigaro medroso; Laques, el militar; Hipias, el sabidillo,
charlatán… A todos los lleva hacia el callejón sin salida, los hunde en la perplejidad de
la aporía, que es el trastorno sintomático producido por la ironía. Y esto una vez que
han tomado conciencia de su ignorancia, con ese malestar que nace de la
contradicción…”
“No hay ignorancia que la ironía no pueda inducir a reconocerse como tal. Sócrates
desinfla la complacencia satisfecha; vuelve a los hombres descontentos, escrupulosos,
difíciles para consigo mismos, les trasmite la comezón de querer conocerse… Sin
embargo aquellos adoran en el fondo el error descansado de que Sócrates viene a
liberarlos… de modo que el filósofo atraerá hacia sí la sospecha: Sócrates beberá la
cicuta.” (La ironía, Vladimir Jankelevicht, Taurus, 1982, pág. 12-15)
Discípulos de Sócrates
• Platón
• Aristóteles
Platón
Filósofo griego (Atenas, 427 - 347 a. C.). Nacido en el
seno de una familia aristocrática, abandonó su vocación
política por la Filosofía, atraído por Sócrates. Siguió a
éste durante veinte años y se enfrentó abiertamente a
los sofistas (Protágoras, Gorgias…). Tras la muerte de
Sócrates (399 a. C.), se apartó completamente de la
política; no obstante, los temas políticos ocuparon
siempre un lugar central en su pensamiento, y llegó a
concebir un modelo ideal de Estado. Viajó por Oriente y
el sur de Italia, donde entró en contacto con los
discípulos de Pitágoras; luego pasó algún tiempo
prisionero de unos piratas, hasta que fue rescatado y
pudo regresar a Atenas.
En ella se estudiaba y se investigaba sobre todo tipo de asuntos, dado que la Filosofía
englobaba la totalidad del saber, hasta que paulatinamente fueron apareciendo -en la
propia Academia- las disciplinas especializadas que darían lugar a ramas
diferenciadas del saber, como la Lógica, la Ética o la Física. Pervivió más de
novecientos años, hasta que Justiniano la mandó cerrar en el 529 d. C., y en ella se
educaron personajes de importancia tan fundamental como Aristóteles.
A diferencia de Sócrates, que no dejó obra escrita, los trabajos de Platón se han
conservado casi completos y se le considera por ello el fundador de la Filosofía
académica (a pesar de que su obra es fundamentalmente un desarrollo del
pensamiento socrático). La mayor parte están escritos en forma de Diálogos, como los
de La República, Las Leyes, El Banquete, Fedro o Fedón.
Sin embargo, la completa realización de este ideal humano sólo puede realizarse en la
vida social de la comunidad política, donde el Estado da armonía y consistencia a las
virtudes individuales. El Estado ideal de Platón sería una República formada por tres
clases de ciudadanos -el pueblo, los guerreros y los filósofos-, cada una con su misión
específica y sus virtudes características: los filósofos serían los llamados a gobernar la
comunidad, por poseer la virtud de la sabiduría; mientras que los guerreros velarían
por el orden y la defensa, apoyándose en su virtud de la fortaleza; y el pueblo
trabajaría en actividades productivas, cultivando la templanza.
Aristóteles
(Estagira, 384-Calcis, 322 a.J.C.) Filósofo griego.
Hijo del médico real de Macedonia, estuvo veinte
años en la Academia de Platón, primero como
discípulo y luego como investigador y como tutor.
Candidato a ser el sucesor del maestro, se afirma
(aunque es dudoso) que quedó despechado por el
nepotismo de la elección de Espeusipo y marchó a
Assos (Asia Menor), donde escribió su diálogo Sobre
la filosofía (la «carta de Assos») y fundó un centro de
estudio bajo la protección de su amigo Hermias,
gobernador de Atarnea, con una de cuyas parientes,
llamada Pitias, se casó.
Muerto Hermias (capturado y crucificado por el sátrapa Mentor), partió hacia Lesbos
como huésped de Teofrasto; fiel a la amistad, compuso la Oda a la virtud, en memoria
de Hermias y por la que veinte años después sus enemigos intentaron procesarle por
impiedad. Aceptó luego de Filipo II de Macedonia el cargo de preceptor de Alejandro
(de 13 años), quien siempre conservaría un gran respeto por su maestro, le apoyaría
económicamente e incluso le mandaría desde el Indo ejemplares de la fauna y de la
flora de su imperio.
Filosofía
Según Platón en su Gorgias seu de Rethorica, Gorgias define su arte como arte
oratorio y afirma que está dispuesto a formar en tal arte a todos aquellos que quieran.
Se vanagloriaba de haber contestado a cuantas cuestiones se le habían propuesto,
ofreciéndose después a verificar lo argumentado. Cabe destacar que a diferencia de lo
que ocurre en el diálogo Protágoras (cuyo protagonista es el también sofista
Protágoras), donde sus posturas son presentadas de modo respetuosas, en el Gorgias
de Platón, el sofista aparece con unas tesis muy débiles que son fácilmente rebatidas
por Sócrates que lo deja en ridículo, como sin posibilidad de defender de modo alguno
sus posturas. Forma parte de la primera generación de sofistas junto con Protágoras
con quien compartió el presupuesto básico de su filosofía: el relativismo y el
escepticismo. Nos movemos en el mundo de la mera opinión, siendo la verdad para
cada uno de nosotros aquello que nos persuade como tal. La retórica es la técnica de
la persuasión, y el sofista, el maestro de la opinión.
1. Nada existe.
2. Si algo existiera, no podría ser conocido por el hombre.
3. Si algo existente pudiese ser conocido, sería imposible expresarlo con el
lenguaje a otro hombre.
La relatividad de Protágoras pasa a ser en Gorgias escepticismo, sosteniendo tesis
nihilistas (del latín nihil -nada-; tesis que sostiene la ausencia de convicciones
verdaderas así como de los valores. En el caso de Gorgias, se niega la existencia de
nada permanente en lo real) al declarar falsas todas las opiniones.
El también escéptico Sexto Empírico, quien conoció los escritos gorgianos, recoge la
argumentación en su libro "Contra los matemáticos" de este modo:
"Que nada existe es argumentado de este modo. Si existe algo, o bien existe lo que es
o lo que no es, o bien existen tanto lo que es como lo que no es. Pero ni lo que es
existe, como demostrará, ni lo que no es, como explicará, ni tampoco lo que es y lo
que no es, punto éste que también justificará. No existe nada, en conclusión.
Pero es que tampoco lo que es existe. Pues si lo que es existe, o bien es eterno o
engendrado, o eterno o ingénito al tiempo. Mas no es eterno ni engendrado ni ambas
cosas, como mostraremos. En conclusión, lo que es no existe.
Porque si es eterno lo que es -hay que comenzar por esta hipótesis- no tiene principio
alguno. Pues todo lo que nace tiene algún principio, en tanto que lo eterno, por su
ingénita existencia, no puede tener principio. Y, al no tener principio, es infinito. Y si es
infinito, no se encuentra en parte alguna. Ya que si está en algún sitio, ese sitio en el
que se encuentra es algo diferente de él y, en tal caso, no será ya infinito el ser que
está contenido, mientras que nada hay mayor que el infinito, de modo que el infinito no
está en parte alguna. Ahora bien, tampoco está contenido en sí mismo. Pues
continente y contenido serán lo mismo y lo que es uno se convertirá en dos, en
espacio y materia. En efecto, el continente es el espacio y contenido, la materia. Y ello
es, sin duda, un absurdo. En consecuencia tampoco lo que es está en sí mismo. De
modo que, si lo que es eterno, es infinito y, si infinito, no está en ninguna parte, no
existe. Por tanto, si lo que es, es eterno, tampoco su existencia es en absoluto.
Y por las mismas razones tampoco son posibles las dos alternativas, que sea, al
tiempo, eterno y engendrado. Pues ambas alternativas se destruyen mutuamente, y, si
lo que es, es eterno, no ha nacido y, si ha nacido, no es eterno.
Y, por otro lado, si existe es uno o es múltiple. Mas no es ni uno ni múltiple, según se
demostrará. Por tanto, lo que es no existe, ya que si es uno, o bien es cantidad
discreta o continua, o bien magnitud o bien materia. Mas, en cualquiera de los
supuestos no es uno, ya que si existe como cantidad discreta, podrá ser separado, y,
si es continua, podrá ser dividido. Y, por modo semejante, si es pensado como
magnitud no deja de ser separable. Y, si resulta que es materia, tendrá una triple
dimensión, ya que poseerá longitud, anchura y altura. Mas, es absurdo decir que lo
que es no será ninguna de estas propiedades. En conclusión, lo que es no es uno.
Pero ciertamente tampoco es múltiple.
Que no existen, pues, ni lo que es ni lo que no es, resulta fácil de demostrar. Ya que si
tanto lo que no es como lo que es existen, lo que no es será idéntico a lo que es en
cuanto a la existencia. Y, por ello, ninguno de los dos existe. Que lo que no es no
existe es cosa convenida. Y ha quedado demostrado que lo que es, en su existencia,
es idéntico a lo que no es. Por tanto, tampoco él existirá. En consecuencia, si lo que
es idéntico a lo que no es, no pueden existir el uno y el otro. Porque, si existen ambos,
no hay identidad y, si existe identidad, no pueden ambos existir. De ello se sigue que
nada existe."
"A continuación debe demostrarse que, aun en el caso de que alguna cosa exista,
ésta es incognoscible e inconcebible para el hombre (...). Es una deducción exacta e
impecable ésta: "si lo pensado no existe, lo existente no es pensado" (...) Es evidente
que las cosas pensadas no existen. Pues, si en efecto, las cosas pensadas existen,
todas las cosas pensadas deben existir, después que alguien las piense. Lo que es
inverosímil, pues, de hecho no es verdad que si uno piensa hombres voladores o
carros que corren por el mar, por eso sólo un hombre vuele o los carros corran sobre
el mar. Por lo cual no es verdad que lo pensado exista. Además, si lo pensado existe,
lo no existente no podrá ser pensado, porque a los contrarios les corresponden
atributos contrarios (...) por ello, si a lo existente le corresponde el ser pensado, a lo
no existente le corresponderá el no ser pensado. Pero esto es absurdo, porque se
piensa también a Escila y la Quimera y muchas otras cosas irreales. Por lo cual el ser
no es pensado (...)"
Obra
Manuales de retórica
• Retórico
• Helena
• Defensa de Palamedes
Protagoras
Según la mayoría de los autores Protágoras nació en
Abdera el año 481, aunque Burnet y Taylor retrasan su
nacimiento hasta el año 500 a. c.; hacia mediados de siglo
se instaló en Atenas, entablando amistad con Pericles,
ciudad en la que alcanzó un elevado protagonismo.
Acusado de impiedad, probablemente de ateísmo y/o
blasfemia, por haber afirmado en su libro "Sobre los
dioses" que no es posible saber si los dioses existen ni
cuál es su forma o naturaleza, se vio obligado a abandonar
Atenas refugiándose al parecer en Sicilia.
Pensamiento
1.
1.a)
1.b)
Pero podemos interpretar que Protágoras entiende "hombre" como "ser humano", y
tendríamos que hablar entonces de un relativismo social, en el sentido de que
aceptamos como verdadero lo que en nuestra sociedad es aceptado como verdadero.
2.
Contenidos
Los problemas fundamentales discutidos durante este periodo fueron la relación entre la fe y la
razón, la naturaleza y existencia de Dios, los límites del conocimiento y la libertad en el hombre,
la naturaleza de los universales y la individuación de las sustancias divisibles e indivisibles.
Etapas y representantes
Su nombre deriva de los padres de la Iglesia, los teólogos cuya interpretación dominaría la
historia del dogma.
La influencia apologética se debió entre otras cosas al ataque hostil, y por penetrar en los datos
de la revelación, el de formarse una imagen totalizadora del mundo y de la vida humana a la luz
de la fe. El progreso de lo implícito a lo explicito fue un progreso en la ciencia teológica; en el
proceso de argumentación y definición se emplearon conceptos y categorías tomados de la
filosofía. La filosofía imperante era el platonismo, neoplatonismo (con toque estoico);
Los escritores cristianos no hicieron distinción entre filosofía y teología. Éstos mostraron una
divergencia de actitud ante la filosofía clásica: como enemiga o como utilidad.
San Agustín
San Agustín
La convicción de haber recibido una señal divina lo decidió a retirarse con su madre, su hijo y
sus discípulos a la casa de su amigo Verecundo, en Lombardía, donde San Agustín escribió
sus primeras obras. En 387 se hizo bautizar por san Ambrosio y se consagró definitivamente
al servicio de Dios. En Roma vivió un éxtasis compartido con su madre, Mónica, que murió
poco después.
En 388 regresó definitivamente a África. En el 391 fue ordenado sacerdote en Hipona por el
anciano obispo Valerio, quien le encomendó la misión de predicar entre los fieles la palabra
de Dios, tarea que San Agustín cumplió con fervor y le valió gran renombre; al propio
tiempo, sostenía enconado combate contra las herejías y los cismas que amenazaban a la
ortodoxia católica, reflejado en las controversias que mantuvo con maniqueos, pelagianos,
donatistas y paganos.
Tras la muerte de Valerio, hacia finales del 395, San Agustín fue nombrado obispo de
Hipona. Dedicó numerosos sermones a la instrucción de su pueblo, escribió sus célebres
Cartas a amigos, adversarios, extranjeros, fieles y paganos, y ejerció a la vez de pastor,
administrador, orador y juez.
Al caer Roma en manos de los godos de Alarico (410), se acusó al cristianismo de ser
responsable de las desgracias del imperio, lo que suscitó una encendida respuesta de San
Agustín, recogida en La Ciudad de Dios, que contiene una verdadera filosofía de la historia
cristiana.
Durante los últimos años de su vida asistió a las invasiones bárbaras del norte de África
(iniciadas en el 429), a las que no escapó su ciudad episcopal. Al tercer mes del asedio de
Hipona, cayó enfermo y murió.
La filosofía de San Agustín
El tema central del pensamiento de San Agustín es la relación del alma, perdida por el
pecado y salvada por la gracia divina, con Dios, relación en la que el mundo exterior no
cumple otra función que la de mediador entre ambas partes. De ahí su carácter
esencialmente espiritualista, frente a la tendencia cosmológica de la filosofía griega. La obra
del santo se plantea como un largo y ardiente diálogo entre la criatura y su Creador,
esquema que desarrollan explícitamente sus Confesiones (400).
Si bien el encuentro del hombre con Dios se produce en la charitas (amor), Dios es
concebido como verdad, en la línea del idealismo platónico. Sólo situándose en el seno de
esa verdad, es decir, al realizar el movimiento de lo finito hacia lo infinito, puede el hombre
acercarse a su propia esencia.
Pero su visión pesimista del hombre contribuyó a reforzar el papel que, a sus ojos,
desempeña la gracia divina, por encima del que tiene la libertad humana, en la salvación del
alma. Este problema es el que más controversias ha suscitado, pues entronca con la cuestión
de la predestinación, y la postura de San Agustín contiene en este punto algunos equívocos.
Durante estos años estuvo al cuidado de Alberto Magno, con quien entabló una duradera
amistad. Les unía -además del hecho de pertenecer ambos a la Orden dominica- una visión
abierta y tolerante, aunque no exenta de crítica, del nuevo saber grecoárabe, que por
aquellas fechas llegaba masivamente a las universidades y centros de cultura occidentales.
Tras doctorarse, ocupó una de las cátedras reservadas a los dominicos, tarea que
compatibilizó con la redacción de sus primeras obras, en las cuales empezó a alejarse de la
corriente teológica mayoritaria, derivada de las enseñanzas de san Agustín.
En 1259 regresó a Italia, donde permaneció hasta 1268 al servicio de la corte pontificia en
calidad de instructor y consultor del Papa, a quien acompañaba en sus viajes. Durante estos
años redactó varios comentarios al Pseudo-Dionisio y a Aristóteles, finalizó la Suma contra
los gentiles, obra en la cual repasaba críticamente las filosofías y teologías presentes a lo
largo de la historia, e inició la redacción de su obra capital, la Suma Teológica, en la que
estuvo ocupado entre 1267 y 1274 y que representa el compendio último de todo su
pensamiento.