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Articulo Ambito Financiero: “La culpa es

de la devaluación”
El gobierno parece sorprendido por la inflación. Buscan culpables entre los empresarios, los
sindicatos, el Banco Central y, seguramente en los próximos meses, entre todos los
candidatos de la oposición al gobierno en las elecciones legislativas de octubre. Lo
sorprendente es que el gobierno se sorprenda. La respuesta no puede ser otra y más simple:
¡es la devaluación, estúpido!

Cuando en enero de 2002, el gobierno decidió promover la devaluación extrema del peso, y
en pocos meses le hizo perder 75% de su valor frente al dólar, reintrodujo la inflación en la
Argentina, con una fuerza que nadie podía haber imaginado unos meses antes. Hacia
mediados de 2002, con un aumento en el precio del dólar de casi 300%, aún suponiendo
que el peso hubiera estado a fines de 2001 sobrevaluado en 30 %, los precios internos iban
a subir, necesariamente, alrededor de 200%.

Aún hoy, con el dólar habiendo aumentado algo menos de 200% y no 300%, debido entre
otras cosas al favorable contexto internacional, el aumento de precios implícito en el
proceso devaluatorio que resultó de las medidas de enero de 2002 y los acontecimientos
posteriores, sigue siendo muy elevado. Es de esperar que si el precio del dólar se mantiene
cercano a los 3 pesos, los índices de inflación terminen agregando otro 70% a los aumentos
de casi 70% que ya se acumularon desde diciembre de 2001.

A pesar de que los números que he mencionado hasta ahora pueden resultar de difícil
interpretación para los lectores, el argumento que estoy haciendo es de sentido común.
Algunas situaciones de la vida cotidiana quizá ayuden a entenderlo.

Tomemos el caso de los alimentos, la indumentaria, los artículos para el hogar y las
maquinarias en general. Como muchos de ellos son productos de exportación, de
sustitución de importaciones o, simplemente, importados, sus precios prácticamente se han
triplicado. Es decir, son tan caros, en dólares, como lo eran en la época del 1 a 1. Si algunos
aumentaron un poco menos de 200% es porque el gobierno impuso retenciones a las
exportaciones y porque en la producción de bienes que sustituyen importaciones se utilizan
insumos, como la mano de obra o el precio de la energía y los servicios públicos, que
quedaron atrasados. Pero tan pronto desaparezcan estos atrasos, el precio de venta de todos
aquellos bienes que aumentaron menos de 200%, subirán hasta ese nivel.

Algo parecido ocurre con el precio de las casas y departamentos ubicados en zonas ricas de
las grandes ciudades. Sus precios han aumentado igual que el precio del dólar y, en algunos
casos, incluso más. Esto es así porque la propiedad inmueble es una alternativa a la
inversión financiera en todo el mundo, y mucho más en la Argentina, luego de la virtual
expropiación de la riqueza financiera de sus ciudadanos que produjo la pesificación y la
devaluación. El aumento del costo de la construcción y de los terrenos en barrios de menor
calidad no ha sido tan alto como el de las casas y departamentos de lujo, pero la misma
dinámica de la inversión en construcciones hará que el costo de la construcción y de los
terrenos termine aumentando en general. Por eso, es común escuchar que, al menos para los
sectores medios de la población, los salarios están 40% atrasados en relación con el precio
de los inmuebles.

El precio de los servicios turísticos, para quienes nos visitan de afuera, también subió tanto
como el precio del dólar. Esto ocurre con la tarifa de hoteles de cierta calidad para
extranjeros y de los restoranes de lujo. Claro que las propinas les resultan más baratas y
también consiguen algunas gangas si comen y compran en los mismos negocios que los
argentinos. Pero esta ventaja para los turistas va a ir desapareciendo en la misma medida
que los argentinos vean recomponer su poder de compra interno.

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