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En Biología, los mecanismos de aislamiento reproductivo o barreras a la hibridación son el

conjunto de características, comportamientos y procesos fisiológicos que impiden que los


miembros de dos especies diferentes puedan cruzarse o aparearse entre sí, producir descendencia
o que la misma sea viable o fértil. Estas barreras constituyen una fase indispensable en la
formación de nuevas especies (especiación) ya que mantienen las características propias de las
mismas a través del tiempo debido a que disminuyen, o directamente impiden, el flujo genético
entre los individuos de diferentes especies. Los mecanismos de aislamiento reproductivo son
auténticas barreras genéticas que impiden el flujo de genes entre poblaciones y se clasifican en
dos tipos según cuál sea el momento en el que actúen: mecanismos precopulatorios y
poscopulatorios.

Los primeros actúan antes de producirse la fecundación (es decir, antes del apareamiento en el
caso de los animales o de la polinización en el caso de las plantas). Tales mecanismos
precopulatorios, también denominados «barreras externas a la hibridación» o “Precigoticos”, son
las separaciones físicas en el tiempo, en el espacio, ambientes, nichos ecológicos específicos y
diferencias en el comportamiento que impiden el apareamiento o la polinización. Pueden ser:
ECOLOGICOS:
Temporal: Los organismos pueden madurar sexualmente en diferentes estaciones u horas del
día. Un ejemplo de aislamiento reproductivo debido a diferencias en la estación de apareamiento
lo constituyen las especies de sapos Bufo americanus y Bufo fowleri. Los miembros de estas
especies pueden ser cruzados exitosamente en el laboratorio, produciendo híbridos vigorosos y
fértiles. No obstante, tales apareamientos no ocurren en la naturaleza pese a que las
distribuciones geográficas de ambas especies se superponen. La causa de esta ausencia de
apareamientos interespecíficos es que B. americanus se aparea a principios del verano y B. fowleri
lo hace hacia finales de esa estación.
Aislamiento estacional o de hábitat: Todos los factores que impidan el encuentro de
individuos potencialmente apareables aislarán reproductivamente a los miembros de especies
distintas. Aparece cuando individuos que ocupan el mismo territorio viven en diferentes hábitats
y, por tanto, no tienen oportunidad de cruzarse. Dos tipos de barreras garantizan este tipo de
aislamiento reproductivo: las diferencias de hábitat y las diferencias en la estación de madurez
sexual o de floración.
Un ejemplo de diferencia ecológica o de hábitat que impide el encuentro de parejas potenciales es
el de dos especies de peces del género Gasterosteus ("espinosillos"). Una de tales especies vive
todo el año en agua dulce, especialmente en pequeños riachuelos. La otra, en cambio, vive en el
mar durante el invierno, pero en primavera y verano emigra a los estuarios de los ríos para
reproducirse. Los miembros de las dos poblaciones están aislados reproductivamente debido a sus
adaptaciones a distintas concentraciones salinas.

ETOLOGICOS:
Aislamiento sexual, por comportamiento o por conducta: Los rituales diferentes de cortejo
en las especies de animales crean barreras reproductivas sumamente potentes,
denominadas aislamiento sexual o por comportamiento, las cuales mantienen aisladas a
las especies emparentadas en la mayoría de los grupos del reino animal. En las especies
dioicas, los machos y las hembras han de buscarse, estar juntos, realizar los complejos
rituales de cortejo y apareamiento y finalmente copular o bien soltar en el ambiente sus
gametos para hacer posible la fecundación. Esto se debe a que cada una de las etapas del
cortejo, depende del comportamiento del congénere.
Aislamiento mecánico: Los miembros de una pareja intentan el apareamiento pero no se lleva a
cabo la fecundación debido a que los genitales no se complementan. La evolución habría
conducido al desarrollo de órganos genitales de características crecientemente divergentes y
complejas, con la función de proporcionar un aislamiento mecánico entre las especies. El
aislamiento mecánico como barrera a la hibridación ocurre también en plantas y está
precisamente relacionado con la adaptación y coevolución de cada especie a la atracción de un
determinado tipo de polinizador (en el caso que la polinización sea zoofílica) a través de un
conjunto de caracteres morfofisiológicos y bioquímicos de las flores (llamados síndrome floral), de
modo tal que el traslado del polen hacia otras especies no ocurre.
Aislamiento gamético: En los animales con fecundación interna los espermatozoides son
inviables en los conductos sexuales de las hembras de diferentes especies. En las plantas, los
granos de polen de una especie generalmente no pueden germinar en el estigma de otra.

Los mecanismos poscopulatorios, o «barreras internas a la hibridación», en cambio, operan a


través de la falta de armonía entre los sistemas fisiológicos, reproductivos o citológicos de los
individuos pertenecientes a diferentes especies. Los diferentes mecanismos de aislamiento
reproductivo están controlados genéticamente y se ha demostrado experimentalmente que
pueden evolucionar tanto en especies cuya distribución geográfica se superpone (especies
simpátricas), o bien, como resultado de la divergencia adaptativa que acompaña a la evolución
alopátrica de las mismas. Son los que interfieren en el desarrollo del individuo o lo hacen estéril,
de manera que no pueda dejar descendencia, pudiendo ser la inviabilidad y la esterilidad de los
híbridos. Pueden ser:

Impedimento de la fertilización: Imposibilidad de dar descendencia híbrida, a pesar de que los


gametos se hallan al mismo tiempo en el mismo lugar, se debe a un fenómeno conocido
como incompatibilidad gamética el cual es muy frecuente entre los invertebrados marinos
y cuyas causas fisiológicas no se comprenden plenamente. Este mecanismo de aislamiento
reproductivo es muy frecuente entre las Angiospermas y recibe el nombre de
incompatibilidad cruzada o incongruencia
Mortalidad de los cigotos e inviabilidad de los híbridos: El óvulo es fecundado pero el
cigoto no se desarrolla o bien se desarrolla y origina un individuo con menor viabilidad.
Esterilidad de los híbridos: El híbrido presenta una viabilidad normal pero es deficiente en
cuanto a la reproducción o estéril. Esto queda bien demostrado en el caso de la mula y en
el de muchos otros híbridos muy conocidos. La esterilidad puede deberse a la interacción
entre los genes de las dos especies involucradas, a desequilibrios cromosómicos debido al
diferente número cromosómico de las especies parentales. Por ejemplo, burdéganos y
mulas son los híbridos resultantes del cruzamiento entre un caballo y una asna o entre
una yegua y un burro, respectivamente. Estos animales casi siempre son estériles debido a
las diferencias en el número de cromosomas entre las especies parentales. Tanto los
caballos como los burros pertenecen al género Equus, pero Equus caballus tiene 64
cromosomas mientras que Equus asinus tiene sólo 62. Esto hace que al combinarse
individuos de ambas especies se originen crías (mula o burdégano) con 63 cromosomas, es
decir, no forman pares; por lo que los cromosomas de una mula no se pueden dividir en
forma equitativa durante la meiosis. La ausencia de una separación equitativa origina
gametos cromosómicamente desbalanceados (con mayor o menor número de
cromosomas), los cuales no son viables, lo que determina la esterilidad del individuo que
los produce.

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