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“SANGRE DE ORESTES”

por Martin Dordoni Iuso


TRAGEDIA TRANSREALISTA
EN TRES ACTOS.
Personajes:

FIGURA DE PROMETEO: Figura masculina estilizada que aparecerá


desnuda y cubierta totalmente por pintura roja y violeta.
FERNANDO: 26 años, hijo mayor.
MADRE: 47 años, muy bien conservada.
AGUSTÍN: 24 años, hermano.
GABRIELA: 18 años, hermana.
JESSICA: 23 años, prima.

Coro:
SEBASTIÁN: 26 años, hijo de papi.
WOLFI: 27 años, el que se fue a trabajar afuera y no quiere regresar.
PAULA: 28 años, vive en el extranjero pero extraña.
CARTONERO O “NEGRO CABEZA”: 48 años.
JUAN PABLO: 27 años, estudia y trabaja.
MARCOS: 26 años.
NICOLAS: 28 años.
(Estos personajes podrán ser pobleteados)

ESCENARIOS
La acción se desarrolla principalmente en San Isidro, barrio residencial de
clase acomodada, en las afueras de Buenos Aires.
Escenas auxiliares:
Barrio de San Telmo.
El micro-centro: Calle florida, la 9 de Julio, el Obelisco.
Barrio de la Boca.
Una villa miseria.
Capital Federal: La Recoleta, Palermo, Belgrano.
El Río de la Plata.

AÑO 2002.

1
“SANGRE DE ORESTES”

Acto I

PROLOGO

Escenario oscuro, se escucha música de fondo, un chorro de luz cae sobre Prometeo,

quien está desnudo con el cuerpo pintado de rojo y azul con tintes morados.

PROMETEO- (Moviéndose de un modo manierista) Postrado en los dolorosos arrebatos

de la putrefacción, ya no entiendo el sentido de mis pasos. Si por creer que llevaba

acabo una tarea heroica, debo sentir, una y otra vez, a los buitres comer mis entrañas.

Yo, Prometeo, aún lanzo mi voz al cielo.

Circundado por aros de fuego; procreo, desde el esperma chorreándose de mi verga, una

raza maldita que jamás desaparecerá…

Una raza ingenua que se cree más sabia que el propio Zeus,

Y sobre esa raza vengo a contarles,

Sobre un alma que refracta la negrura de su siglo. Sí, el mundo siempre ha tenido males,

errores, y venenos. Pero en un país en especial se produce la rajadura, y todo aflora.

Como un germen que lastima y muestra la enfermedad del mundo, allí concentrada… y

ciertas almas, ciertos cuerpos, sangran una herida que pertenece a la humanidad…

Oscuro.

ESCENA I

Se ilumina un radio.

LOCUTOR DE RADIO-¡Buenos Aires, 2002! Todo está peor. Todo es caos. Los

vecinos se están armando unos contra otros, ya no sabes ni quien te va a atacar. El robo

y los asesinatos fluyen. Los políticos no pueden salir a la calle por que los putean, los

escupen o los golpean mal.

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¿Los Bancos? atrincherados con paredes de metal, la gente no puede retirar sus ahorros

de toda la vida. Las personas se están sacrificando frente a las cámaras de circuito

cerrado: Una mujer se prendió fuego dentro del banco, un hombre se pegó un tiro, y

otro entró con una granada y amenazó con explotar todo sino le devolvían lo “suyo”; un

anciano se electrocutó, sin querer, en la interminable cola de desempleados que intentan

tener acceso a sus ahorros.

El ministro de economía que supuestamente nos llevó al paraíso de la dolarización,

ahora está preso. El dólar sube sin control. Renuncian ministros, renuncian cuatro

presidentes en menos de cinco meses. Las empresas extranjeras huyen dejando cada vez

un mayor número de desempleados.

¿Trabajo? Decime dónde está, por que, aquí, parece que no existe.

Oscuro abrupto.

Se ilumina a tras luz, un cuarto en la parte alta del escenario, donde dos siluetas

cogen frenéticamente. En el punto crepuscular, de pronto, la masculina viniéndose

vomita sangre sobre la otra.

Oscuro en la habitación y se ilumina el resto del escenario. Living, clase media alta.

MADRE-(Llega a la casa justo en ese momento y percatándose) ¡Ahí, vas otra vez,

seguí vomitándote las entrañas! (Pausa como si esperará una respuesta) Yo no tengo

por qué sufrir tu maldita enfermedad de vomitar sangre. (Se oye la ducha. FERNANDO

sale de la habitación limpiándose residuos de sangre en la boca. Carga unas sábanas y

se dirige hacia un supuesto lavadero)

FERNANDO- Yo… tampoco por que sufrirte a vos.

MADRE- (Mira la mancha de sangre en las sábanas y señalando) Cada día más

voluptuoso. (Sádica) Te debe encantar.

3
FERNANDO- (Copiándole el tono) Sí, cada vez más sangre afuera pero más vida

adentro.

MADRE- (Tomando la sábana con sangre) ¿Esto, es vida para vos?

FERNANDO-(Mordaz) Un poco más expresionista… pero sí.

MADRE- Mira, yo no tengo por que pagar que te hallas arruinado, (Amablemente

sádica) “vomitado”, la vida.

FERNANDO- No me lo busqué.

MADRE- ¿Ah no? ¿Quién empezó a beber con una hepatitis recién curada?

FERNANDO- Era una hepatitis “mal curada”.

MADRE- Igual volviste a alcoholizarte antes de la prescripción médica. ¿O por qué te

dio ese principio de cirrosis que derivó en las malditas varices? Porque estas enfermo

hasta el alma.

FERNANDO- La verdad, ni ganas de discutir sobre mi pasado.

MADRE- ¿Vomitar sangre es tu pasado? Y tu otro “pasado”, tu primita Jessica, hace

unos cuantos días, volvió ¿No es ella la de la ducha?

FERNANDO- ¿Qué tiene que ver?

MADRE- No quiero más problemas.

FERNANDO- Yo no quiero que me molestes.

MADRE- Perdoname, según los médico las varices explotan en estados de ira, no

cuando uno eyacula por caliente.

(Se apaga la ducha)

FERNANDO- ¿A que viene eso?

MADRE-¡A que estás enfermo de la cabeza, y no quiero soportarte más enfermo!

FERNANDO- No importa lo que digan los médicos, según ellos debería estar muerto.

MADRE- Me tenés harta.

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FERNANDO- Dame el dinero que me dejó papá y me voy. Por que esta casa también es

mía.

MADRE- ¿El poco dinero de tu padre que queda? ¿No te enteraste? los bancos están

cerrados, no te dejan sacar nada, con miedo de quebrar.

FERNANDO- Si te acostumbraste a tenerlo escondido para que papá no pudiera checar

tu cuenta. Aparte, nadie sabía mejor que vos, lo que iba a pasar.

MADRE- ¿Qué insinúas?

FERNANDO- Vos estuviste en el equipo de relaciones públicas del gobierno, hasta

escribiste discursos. ¿No te da vergüenza?

(Pasa la figura femenina, sin decir nada, hacia la puerta, saluda rápidamente y sale.)

MADRE- ¿Vergüenza? (Aludiendo a la muchacha que pasó sin decir nada) Ese dinero

pagó tus medicinas, nenito.

FERNANDO- Que estaban tan caras gracias a esos mismos hijos de puta…

Fernando hace una pausa y le da la espalda a la madre. Ella lo toma del brazo.

MADRE- No me des la espalda.

FERNANDO- Como vos nos la diste a nosotros (pausa). Si te aprovechaste que yo

estaba fuera para hacer con papá lo que querías.

MADRE- El que abandonó a su padre, fuiste vos. Hubieras llamado para saber como

estaba. Si seguías de viaje cuando murió, no fue mi culpa.

FERNANDO- Él me decía que estaba todo bien, eso sí, no paraba de repetir el mal que

le habías hecho. Después siempre su grabadora diciendo “Me fui de viaje” y con vos no

hablaba.

MADRE- Dejá a tu padre en paz. Además te di dinero y te tuve que ir a buscar al

hospital. ¿Sin mis cuidados estarías muerto?

FERNANDO- Lo usé para escribir, y gané un premio de poesía, a mis 23.

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MADRE- ¿Hace cuanto? tres años. Y donde está tu publicación.

FERNANDO- ¿Yo tengo la culpa, que se fuera atrasando? y que ahora no haya papel ni

para los pasaportes.

MADRE- Aparte, ese dinero es tan de tu padre como mío. Me corresponde. ¿Quién

levantó esta casa? ¿Quién lo ayudó todos esos años? Si te pudieras controlar un poco, si

tuvieras fuerza de voluntas, no tendrías esos vómitos.

FERNANDO- Si estoy falto de voluntad ¿cómo te explicas que este vivo; para sorpresa

de los médicos?

MADRE- Entonces salí adelante por vos mismo.

FERNANDO- No hay trabajo en ningún lado. El país entero está en quiebra. La gente

cerró los negocios por miedo a que la asalten. Además, lo que venden hoy, mañana les

sale más caro en la fábrica.

La MADRE harta se aleja.

FERNANDO- Me corresponde, ¿qué? Todo. Pero la señorita, mientras yo estaba fuera

se las arregló para hacerme pasar por demente. Claro, con los contactos que tenías.

MADRE- No demente, sino alguien que no puede ser responsable de sus actos.

Tu padre estuvo de acuerdo.

FERNANDO- Vos lo manipulaste. Y lo único que me dejó fue una carta, donde decía

“No importa lo que tu madre me haya hecho firmar. No dejes que esa arpía se robe lo

mío”.

MADRE- Tuve que pensar en sus otros hijos por él.

FERNANDO- Él decía: “No me suicido, por que tu madre se quedaría con todo.”

En ese momento entra Agustín.

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MADRE- Mejor anda a convencer a tu hermano para que se encargue de vos o tu

hermanita.

FERNANDO- Ella no llega a los veintiuno.

La MADRE toma su bolsa del sillón y sale hacia la calle.

ESCENA II

AGUSTÍN- Otra vez peleando con mamá.

FERNANDO- Otra vez metiéndote en lo que no te importa.

AGUSTÍN- Es increíble, vivís jodiendo a todos, pero a vos nadie te puede tocar.

FERNANDO- (Sarcástico) Es una exclusividad que me entregó la vida.

AGUSTÍN- Ojalá, pusieras ese mismo empeño, para curarte la cabeza.

FERNANDO- ¿Cabeza? ¿Conoces algo más físico que vomitar sangre? Y, finalmente,

la única manera para curarme es el placer, los médicos ya me dieron por desahuciado.

Pero sigo bien, no te parece.

AGUSTÍN- Por tu puta soberbia, jamás te pude sentir como mi hermano.

FERNANDO- Te traté como a mí me hubiera gustado que me trataran.

AGUSTÍN- ¿Lo mejor para mí?

FERNANDO- Si la primera mina que te cogiste te la traje yo.

AGUSTÍN- Tus migajas.

FERNANDO- Quise que aprendieras a defenderte solo, pensé que tu cabeza daba para

más. Pero ni para abogado servís.

AGUSTÍN-¿Qué tenés contra mi carrera?

FERNANDO- ¡Cómo te metes de abogado, después de lo que nos hicieron pasar en el

divorcio de nuestros padres!

AGUSTÍN- Justamente. Aparte, te deberías haber dado cuenta, “no todos somos tan

magníficos como vos”…. Esperaban tanto de vos y mirá en lo que terminaste.

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FERNANDO- Todavía no terminé.

AGUSTÍN- (Sarcástico) Te da placer vomitar sangre sobre las minas.

FERNANDO-(Arrogante) Sí, me siento como una virgen siendo continuamente abierta.

AGUSTÍN- Todo es un escape para vos.

FERNANDO- (Burlón) “La diversión de los dioses, es vista con terror por los simples

mortales”.

AGUSTÍN- Ya enloqueciste. Está bien, no bajes. Volver a la realidad te mataría… de

todos modos, te vas a morir.

FERNANDO- ¿Querés hacerme llorar? El otro día, en la mañana, afteriado, caí en la

Catedral, me sentía de la verga y lloré. Sabés, qué aluciné?... dios me decía: “Porque

estás en mi casa y tú eres mi hijo, sales de mi casa con la cabeza en alto. Mis hijos salen

de mi casa con la cabeza en alto”. Te das cuenta, no puedo parar.

AGUSTÍN- Si sos tanto, controla tus vómitos.

Entra la figura de Prometeo, tras Agustín. Fernando la mira fijo un poco mareado.

PROMETEO- El sexo no me lleva al cielo, sino a las entrañas. Me revuelca por dentro,

cuando reacciono ya tengo la sangre pulsando en la garganta y por un segundo me voy,

y escupo la vida que me queda…

FERNANDO- Pero hay más, siempre hay más.

Agustín mira a donde observa su hermano, no ve nada. Sale Prometeo.

AGUSTÍN- De que te sirve cogerte tantas minas, si todas salen espantadas por tu

locura.

FERNANDO- Todas, no.

AGUSTÍN- Menos Jessica, una enferma que adora revolcarse en la sangre de tu hígado

sucio.

FERNANDO- Igual que tu hermana.

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AGUSTÍN- No metas a Gabriela en esto. Vos te aprovechaste de ella.

Agustín lo golpea poco certeramente, se nota que no sabe golpear. Fernando lo mira

con demencia, tiene un poco de sangre en la boca.

FERNANDO- (Limpiándose con la manga) Nace de mi ira y no de la tuya.

Fernando va hacia la puerta, conteniéndose.

AGUSTÍN- Ni tus amigos te soportan. Claro, desde que los robaste…

FERNANDO-(Cuando Fernando toca el picaporte, se escuchan los ladridos de un

perro) Cuidate de no terminar como el perro de la vecina. Atado en el jardín del frente,

encadenado a los servicios de una viejita paranoica que nunca está en su casa de fin de

semana, sujeto a atacar a quien pase. Si ese perro ladra hasta cuando ni me acerco, es

por que quiere que lo mate. Desde el fondo de su alma me lo pide.

Fernando sale.

ESCENA III

Agustín toma un libro sobre abogacía de la biblioteca, y lo coloca en la mesa,

dispuesto a estudiar. En eso suena el timbre y el perro, de al lado, comienza a ladrar.

Agustín abre, entra Jessica cargando cuatro libros.

AGUSTÍN-(Intrigoso) Jessica… Él no está, pero pasá.

JESSICA- Nomás pasé a devolver esto.

Le pasa los libros.

AGUSTÍN- Dale prima, así nos tomamos un café y me contás… sobre tu vida.

JESSICA- Bueno.

Apoya su bolsa de mano sobre el sofá, y se sienta.

Disolvencia.

ESCENA IV

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Vemos a Fernando caminando por San Telmo. El living de la casa está tapado por un

telón que representa un mural sobre San Telmo. Vemos: El mercado de pulgas, una

pareja bailando Tango, el famoso “farolito”, un bandoneón, la plaza, y se escucha

tango de fondo. El cuarto de Fernando, que está por delante del mural, funcionará

como el departamento de Sebastián.

Sebastián está a punto de sacar la basura. Abre la puerta y ve a Fernando. Sebastián

no sabe si alegrarse o enojarse. Fernando se queda parado enfrente.

FERNANDO- Pensabas que te iba a dar el gusto de no volverme a ver.

SEBASTÍAN-(Seco) Casi.

FERNANDO- Te equivocaste.

SEBASTÍAN- Y a qué se debe tu visita después de… dos años.

FERNANDO- Andaba por acá… ¿No te da ni un poco de gusto?

SEBASTÍAN- La verdad, no sé.

FERNANDO-(Sacando una cerveza “Quilmes”) Si nos echamos un trago, hasta que te

decidas.

SEBASTÍAN- ¿Y si no tengo ganas de echarme una birra con vos?

FERNANDO- Te estarías olvidando de lo que pasamos juntos, con los chicos.

SEBASTÍAN- Vos te olvidaste primero, cuando nos estafaste.

FERNANDO- No los estafé.

SEBASTÍAN-Nos robaste.

FERNANDO- ¿Querés aclararlas cosas?

SEBASTÍAN- ¿Cómo supiste que estaba viviendo acá? ¿Fue alguno de los chicos?

FERNANDO- Llevo tiempo sin verlos, me lo dijo tu mamá ¿Vos cómo andas?

SEBASTÍAN- Bien, casi termino con psicología, y aprovechando que todo esta barato,

mi viejo, que tenía una cuenta en el extranjero, me regaló este depto. ¿Vos?

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FERNANDO- Logrando sobrevivir y terminando una obra de teatro…

SEBASTÍAN- Ahora escribís teatro ¿Y con los vómitos?

FERNANDO hace una mueca.

SEBASTÍAN- Matías se va a Barcelona. Le ofrecieron trabajo en la productora de

Almodóvar.

FERNANDO- Ya sé. Vi la película donde hizo la foto, su trabajo está genial, pero el

guión es una mierda.

SEBASTÍAN- Por lo menos la pegó ¿No lo pensás ver antes que se valla?

FERNANDO- Si él no me busca.

SEBASTÍAN- Ahora se lleva mucho con Nicolás. Tu mejor amigo y el pibe que más te

odiaba, ahora son uña y carne.

FERNANDO hace otra mueca, dando a entender “y a mí qué”.

SEBASTÍAN- Nos tenías obnubilado, siempre pensé que, para este momento, estarías

reconocido como un genio o algo así.

FERNANDO- Las cosas no se dieron.

SEBASTÍAN- Sos un tipo inteligente, extremadamente inteligente, pero sino dejas de

lastimar a la gente a tu alrededor.... No era envidia por tus logros…, está bien que fueras

seguro de vos mismo, pero lo tenías que hacer ostentoso. No sé, si no hubieras tenido

esa actitud...

FERNANDO se siente un poco mareado y casi se desvanece, pero vuelve en sí.

SEBASTÍAN-(Preocupándose) ¿Estás bien?

FERNANDO- Nada, por momentos (mira enfrente, donde aparece la figura de

Prometeo) estoy peor de lo que pensaba.

SEBASTÍAN-¿Qué miras?

FERNANDO- A veces se me imagino una figura. Sabes lo que me dice…

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PROMETEO-“Tu me llamaste y ahora soy lo único que te queda”.

FERNANDO- Y no sé por qué creo, tiene razón. Es como si mi arte tomara forma

humana adelante mío.

SEBASTÍAN- Y no te dice que cambies.

FERNANDO- Dice tantas cosas…

SEBASTÍAN- ¿Viniste buscando perdón?

FERNANDO - (Yéndose, como si se sintiera mal) Vine para hablar un rato.

SEBASTÍAN- En el fondo, a todos nos influenciaste. Cuando te conocí, lo que

admiraba de vos, es que tenían una pasión en la vida. Algo por lo que estabas dispuesto

a morir. Vos y Juan… Mira, Juan está laburando en un bar conchetito, de la boca. ¿Por

qué no lo vas a ver?

FERNANDO- Puede ser…

FERNANDO sale.

Disolvencia.

Sólo queda iluminada la figura de Prometeo:

PROMETEO- Toro en erección. Serpiente de ojos fálicos, Cocodrilo que habita el

huracán, Ángel cocainómano. Caballo hereje del paraíso. Lesbiana en cuerpo de

hombre… Sangre de mi sangre, a la cual abdico.

ESCENA V

Living de la casa. Jessica habla con Agustín. Fernando abre la puerta. Todo queda en

silencio. Ella extiende la mano con los libros sin saludarlo.

JESSICA-Me dijo la abuela que habías llamado por ellos.

FERNANDO- Hace dos años. (Toma un libro y lo abre al azar) “La cultura es un

medio refinado de ejercer la carne”.

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JESSICA- ¿Has escrito algo?

FERNANDO- Estoy trabajando una obra de teatro basada en la “Orestiada”. Voy a

meter, ahí, los cantos que iban a salir en el poemario.

JESSICA- ¿De qué eran?

FERNANDO- El primero de Prometeo y el segundo, Fausto.

JESSICA- Pasa el tiempo y seguís como una promesa… no has hecho nada. Mejor me

voy.

FERNANDO- Te invito un café.

JESSICA- Tengo que ir a ver a una amiga, por “Retiro”.

FERNANDO- Te acompaño.

JESSICA- Como quieras.

Ambos salen. Agustín se queda solo, mira el bolso que Jessica olvidó, lo revisa. Lo deja

donde estaba.

ESCENA VI

Living. Unos segundos después regresa la madre, Agustín la recibe.

AGUSTÍN- Adivina quien llegó.

MADRE- Ya sabía.

AGUSTÍN- ¿Qué sabías? Que esta mina es una masoquista asquerosa como tantas.

MADRE- Prefiero no contestarte.

AGUSTÍN- En realidad somos todos unos masoquistas, y él nuestro sátiro perfecto y

por eso se lo quiere.

MADRE- A mí no me mezcles en tus conclusiones baratas.

AGUSTÍN- ¿Por qué no le das la plata y dejas que se vaya? Finalmente papá…

MADRE- Tu padre, esa noche, estaba muy borracho. Decía cosas sin razón.

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AGUSTÍN- Desde la puerta te gritó que se arrepentía y que le dieras la guita a Fernando

para estudiar cine en Paris.

MADRE- Las cosas habían quedado bien discutidas antes. Aparte, tu padre jamás se

preocupó por ustedes. Yo fui a cada obra de la escuela, a cada partido de rugby, los

defendí con los profesores ¡Qué no venga tu padre a decirme, más de veinte años

después, qué hacer con mis hijos!

AGUSTÍN- (Insinuoso, en bajo tono) Si lo hubieses dejado pasar, no habría chocado…

MADRE- Vos tampoco lo tomaste en cuenta en ese momento, lo dejaste bajo la lluvia,

igual que yo…

AGUSTÍN- ¿No le podrías dar el dinero y terminar con esto?

En ese instante, GABRIELA abre la puerta, entra cargando unas hojas.

MADRE- Si quiere irse que se vaya, pero no voy a permitir que, además, derroche lo

poco que nos queda. Con lo que ustedes aportan esta casa no se mantiene.

GABRIELA- Tenés dinero guardado.

MADRE- ¿Les gusta vivir acá? Es gracias a mí. Y no tengo porqué darle explicaciones

a mis hijos.

GABRIELA- Justamente, me quiero ir de esta casa. Apenas gane lo suficiente…

MADRE- En plena crisis, el momento justo para pedir un aumento.

AGUSTÍN- (A Gabriela) Si te quedas por él.

GABRIELA- Sí, para cuidarlo.

MADRE- ¡Agustín, es suficiente!

GABRIELA- Dejalo mamá, si vos también estás en mi contra.

MADRE- Ay, chiquita, bajá los humos.

GABRIELA- ¿Fernando dónde está? (Mostrando la pila de hojas) Le pasé sus escritos

a computadora.

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AGUSTÍN- Adivina qué querido familiar vino a visitarlo.

GABRIELA miras hacia el cuarto de Fernando con odio.

DISOLVENCIA.

ESCENA VII

Cuarto de hotel en algún lugar del micro-centro porteño. Esta vez el telón representa

un mural de la calle Florida: la estación de Retiro, la avenida Nueve de Julio, el

Obelisco, los teatros de revista, el Sheraton, las calles peatonales, los edificios de lujo y

de gran altura. FERNANDO y JESSICA están desnudos en la cama después de copular,

a él se le ve un poco de sangre en la boca, se besan. Ella, como si fuera una leona, le

lame la sangre.

JESSICA- (Mientras lame) ¿Me extrañaste tanto como yo a ti?

FERNANDO- Me molestaba demasiado pensar en vos.

JESSICA lo hace a un lado y se levanta para tomar su ropa.

FERNANDO- ¿Y ahora?

JESSICA- Me acuerdo de lo que me hiciste.

FERNANDO-¿?

JESSICA- (Enfadada) Encima de quemarme, tuviste que entrar a hacer un escándalo en

el “Boating”, frente a la casa de la abuela.

FERNANDO- ¿Te quemé? Exagerada.

JESSICA- Me prendiste fuego en los pelos de la vagina.

FERNANDO- Discutíamos, vi el liquido del encendedor… apenas te rocié.

JESSICA- Luego me prendiste ahí con un fósforo.

FERNANDO- No te pasó nada, te apagué enseguida.

JESSICA- Sí, rozándome mientras me metías la verga.

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FERNANDO- Era la única manera de darte a entender…, (Pausa prolongada

angustiosamente) de decirte…

JESSICA lo mira con desprecio.

FERNANDO- En un primer momento me abrazaste, amándome como nunca entre

arcadas de placer; pensé me habías entendido pero después te escondiste en lo de la

abuela, te escapaste.

JESSICA- Lo primero fue una reacción hormonal, pero tomé conciencia.

FERNANDO- ¿Conciencia de tu mediocridad?

JESSICA- Tuviste que gritarlo hasta despertar a los vecinos… y la abuela.

FERNANDO- No me querías abrir y mandaste a la policía de la cerrada, los tipos me

conocían desde chiquito, y luego te fuiste para España con tus padres. ¿A qué volviste?

JESSICA- Mira quien habla, la gran esperanza que nunca logró nada.

FERNANDO- Tengo 26 años y según los médicos debería estar muerto. ¿Conocés una

lucha más terrible que esa? Finalmente, como en el “accionismo vienes”, mi obra de

arte más fehaciente, más dura, y reveladora soy yo, en cuerpo y vida.

JESSICA-(Señalando una mancha de sangre en la almohada) ¿A esto llamás arte?

FERNANDO- Cuando te fuiste las cosas empeoraron.

JESSICA-(Vistiéndose enojada) Yo no te puedo ayudar en nada.

FERNANDO-(Tomándola del brazo, cariñosamente) Sí podes.

JESSICA-¿Cómo?

FERNANDO- Consiguiendo, te autoricen a vos el cuidado de mi dinero, en vez de mi

madre. Si la abuela te apoya, no habría problema.

JESSICA- (Se suelta) ¿Y vos vas a convencer a la abuela?

FERNANDO- Que mi papá haya chocado a diez cuadras de casa, cuando él ya no vivía

ahí, está raro y estoy seguro que Agustín se calla la verdad; si lo dice, la abuela va a

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hacer cualquier cosa para vengar a su hijo… En el fondo, la duda de qué pasó en

realidad con mi padre me está enloqueciendo.

JESSICA- Pero Agustín nunca te va a apoyar.

FERNANDO- Si vos lo convences. Siempre le gustaste… Mínimo quedan unos

cincuenta u ochenta mil dólares. Sabes cuánto es eso en pesos argentinos, somos

millonarios. Y lo usaría para terminar la obra que estoy escribiendo, vivir mis últimos

años y vengar a mi padre.

JESSICA- Tenés la capacidad de que las cosas suenen bien.

FERNANDO- En el divorcio, mi mamá hasta denunció ciertas irregularidades de las

inversiones de mi viejo. La abuela va a estar encantada de sacarle ese dinero. Aparte,

¿vos de qué tenías pensado trabajar?

JESSICA- Mm. Hay algo de traición en todo esto.

FERNANDO- Traición, la de mi madre cuando denunció las irregularidades con el

fisco, pero igual usó la plata. Traición la de mi padre, que me prometió no dejar mí

dinero a cargo de mamá. La de mi hermano, que no quiere decirme lo sucedido la noche

del accidente de papá. Traición, es lo que sudan las paredes de mi casa.

Oscuro. Sólo vemos a PROMETEO en el escenario.

PROMETEO- Al oír la exhortación, las almas quedaron pendidas

como musgos en la humedad del techo.

Sin poder encontrar las marcas del grito,

la señal esperada se convirtió en polvo.

La enfermedad ya estaba en movimiento.

Un ditirambo de ideas, como si la ruina inexorable

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debiera buscar la aprobación de nuestro cerebro.

APARTE II

WOLFI (diminutivo del apellido Wolfeiller) y PAULA caminan por la calle Corrientes.

FERRNANDO y JESSICA salen del hotel, FERNANDO la abraza de la cintura. PAULA

le hace señas a FERNANDO, y junto a WOLFI se apresuran hacia él. JESSICA se ve

molesta y se aleja de FERNANDO.

JESSICA- Te confirmo en la noche.

FERNANDO- ¿No querés que te acompañe?

JESSICA- Prefiero ir sola… ahí viene tu amiguita.

JESSICA besa a FERNANDO, marcando territorio y se aleja. Arriban WOLFI y

PAULA. PAULA abraza, con emoción, a FERNANDO, casi estrujándolo.

FERNANDO- Tanto tiempo.

PAULA- Te ves bien, estas mejor de tu enfermedad.

FERNANDO- Por momentos me siento como si nada…

PAULA- Llevamos dos años y medio viviendo en Miami.

WOLFI- Y nos va de puta madre.

PAULA- Te invitamos un café y un tostado. Como extraño los tostados.

PAULA toma del brazo a FERNANDO y los tres se sientan en una mesa de confitería al

costado del escenario.

WOLFI- Como te decía, estamos re-bien. Allá trabajas y salís para adelante. No como

acá, que te rompes el culo laburando y no vas pa` ningún lado; encima, ves al vecino

que se metió en algún chanchullo y en una semana, vive como rey.

FERNANDO-(A PAULA) ¿Seguís escribiendo?

WOLFI- A ella le doy vida de princesa.

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PAULA- Muy de vez en cuando. No como antes.

WOLFI- Decí que llegamos antes de la oleada de argentino, sino las cosas hubieran

estado jodidas. Cuando viajamos a Barcelona, vimos un cartel: “Se solicita meseros,

argentinos abstenerse”.

PAULA- Acá no hay trabajo para nadie, es normal que la gente se valla.

FERNANDO- Y somos un país nacido de inmigrantes, cumplimos con nuestra herencia

genética…

WOLFI- Somos el hazme-reír del mundo. Como andamos desesperados, se aprovechan

para cobrarse nuestra soberbia del uno a uno, cuando ganábamos en dólares y en el

extranjero nos sentíamos los reyes. Nos lo merecemos.

FERNANDO- ¿A qué te dedicás?

WOLFI- Ando vendiendo espacios publicitarios en revistas, pero la mayoría anda en

laburos de mierda, e igual te tratan como si fueran la octava maravilla… Hasta

compramos una casa.

PAULA-(Desdeñosa) Estamos pagando las cuotas, y nos la entregan en un mes. Pero no

me gusta la idea de instalarme allá para siempre, quiero que mis hijos sean argentinos.

WOLFI- De última, nos sirve de inversión.

FERNANDO- Me acuerdo que en los veranos, los chicos y yo andábamos en la joda, y

vos en algún trabajo.

WOLFI- Me enteré por Marcos, que te peleaste con ellos…, ¿que los estafaste o algo?

FERNANDO- Conseguí un contacto en México para comprar peyote; había que

machucarlo, hacer bolitas de mezcalina, pintarlas y ponerlas como perlas en un collar.

Como, acá, no se conoce, ni siquiera es ilegal. Pero no tenía plata y los metí de socios,

organice todo, pero les pedí un dinero de más, para cubrir mi parte.

WOLFI- Igual es una hijo-putes.

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PAULA- Era una comisión.

FERNANDO- Mi plan era quedarme con ese dinero en México, y dejar que ellos

volvieran y se guardaran las ganancias. Pero mi hermana me escuchó arreglando el

asunto por teléfono, les contó, y ellos me pidieron el dinero de vuelta. Para colmo, ya

había gastado una parte…

WOLFI- Muy tu vida… pero eso…, a los amigos…, no se le hace.

Aparece la figura de PROMETEO frente a FERNANDO, sólo él la ve.

PROMETEO- Obligado a engañar, ¿por haber nacido en cuna putrefacta?

Ja! Ja!

PAULA- ¿Y con la gente del medio literario, te seguís llevando?

FERNANDO hace una mueca displicente.

PAULA- Eras “chavito” y tenías muchas cosas a tu favor, eso siempre despierta odios.

PROMETEO-

Amaneciendo,

tras la noche de los minotauros,

prendido a sus tetillas,

cubierto por su grasa vacuna,

busco el trazo féculo

del oro.

En su espesa y

velluda leche

logro entender su deforme boca:

“Mi sueño me ha engañado,

tan exime cual Zeus al abatido Agamenon.”

20
FERNANDO tose, tapándose con varias servilletas

WOLFI- Estás peor, loco.

FERNANDO- (Guarda las servilletas en su bolsillo) Mejor, hablamos otro día.

FERNANDO se levanta y aleja. Oscuro sobre WOLFI y PAULA. PROMETEO habla

mientras FERNANDO se aleja y continúa recitando mientras éste desaparece.

PROMETEO-Desvencijados, como pecas enlodadas,

cadáveres de minotauro pueblan el campo.

II

Ellos, bestias preferidas de lo absurdo,

Intentaron, por las babas del itaca

arribar al templo de ojos verde

Y devorando sus piedras

Quisieron poseer la sapiencia.

III

Ahorcados,

Por el hilo de Teseo,

Arremetieron,

cual Antinoó suicidado,

contra la finitud

desconocida

por sus laberínticos cuerpos…

Oscuro.

ESCENA VIII:

21
Casa de Fernando. La madre está vestida elegantemente, frente al espejo se prueba

unos aretes. Suena el timbre. La madre abre, es Jessica

MADRE- ¿Cómo estás, Jessica?

JESSICA pasa.

JESSICA- Bien, tía.

MADRE- Me gustaría hablar con vos.

JESSICA- En estos días, aún tengo que desempacar algunas cosas. Nomás, vine por mi

cartera. Ahí dejé las llaves de la abuela.

MADRE- ¿Fernando no está con vos?

JESSICA- Lo deje en el centro como a las seis, y fui a visitar a una amiga.

MADRE- Son más de las ocho, ya tendrá que aparecer.

JESSICA va hacia el sofá y toma su cartera. La MADRE cierra la puerta.

JESSICA- Que suerte, pensé que me la había olvidado en el… una confitería.

MADRE- ¿Y qué piensas hacer en un Buenos Aires en plena crisis?

JESSICA- Estudiar.

MADRE- ¿?

JESSICA- Comunicación, ahora hacerlo acá es más económico que España.

MADRE- Tus padres te van a mandar dinero.

JESSICA-Algo así.

MADRE- Decí la verdad, te peleaste con ellos y venís a refugiarte con la abuela que es

la única que te soporta.

JESSICA- ¿De dónde tanto interés en mi vida, tía?

MADRE- ¿Por qué no continuaste con lo de la gimnasia rítmica? Casi calificas para las

Olimpiadas.

JESSICA- Usted sabe, se pasa la edad.

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MADRE- Mirá, contra ti no tengo nada, pero ese (Señala el cuarto de Fernando), es mi

hijo, y está enfermo y vos vas a terminar de hundirlo.

JESSICA- Él ya estaba bastante enfermo cuando anduvimos.

MADRE- Y ahora está peor. Se la pasaban cogiendo o peleando; es decir, Fernando

vomitaba sangre, el día entero. (JESSICA intenta decir algo) Y ninguno ha cambiado,

sino no estarías de vuelta… algo se traen entre manos.

GABRIELA sale de su cuarto.

GABRIELA- ¡Para qué te molestás en hablarle si está loca! Es como explicarle al vacío.

JESSICA- Yo no sé qué mierda te pasa conmigo.

GABRIELA- Me preocupa mi hermano.

JESSICA- ¿Nada más que eso? No pareciera.

GABRIELA- ¿Y a vos qué te importa?

MADRE- Gabriela, tu presencia no me está ayudando.

GABRIELA- ¿Vos te pensás que hablar con ella, va ha servir?

FERNANDO entra la casa.

GABRIELA- (Continúa, alzando la voz) Está desesperada, no sabe que hacer con su

vida.

FERNANDO-¿Qué tanto discuten?

GABRIELA- (le grita) Lo que se me da la gana.

FERNANDO- Y con que derecho me gritás.

GABRIELA- Con el derecho que me diste vos.

FERNANDO- ¿Pero cuándo?, boluda.

MADRE- ¡Fernando! En mi casa, no quiero insultos.

FERNANDO- Ahora tus hijos no tienen derecho a usar a su parecer, la casa que compró

su padre.

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GABRIELA- (toma un manojo de hojas sobre la mesa) Tomá lo que me pediste, te

pasará a computadora (se las lanza).

JESSICA- (a Fernando) Te odio.

FERNANDO- ¿Y ahora, vos qué te pasa?

MADRE- Baja el tono… y explicame por qué andas visitando al ex abogado de tu

padre.

FERNANDO- Eso es lo que te importa.

JESSICA- Eres un infeliz egoísta. Te aborrezco.

FERNANDO-¿?

Entra AGUSTÍN.

AGUSTÍN- (Sarcástico) Consejo de perras, (La MADRE lo mira a punto de asesinarlo,

el rápido) digo de Euménides.

JESSICA corre hacia Agustín, como en busca de protección.

GABRIELA- Es una enferma, no ves.

JESSICA-(A Fernando) Estoy harta, que es diferente.

AGUSTÍN- Quieres que te acompañe a lo de la abuela.

FERNANDO-(Como si nada le importara) Sí, váyanse.

JESSICA- A mí no me echas como basura.

MADRE- (A Fernando. Tranquila, apartándose del griterío) Eso es lo que ganas por

tratar a la gente con despotismo.

FERNANDO- Si ustedes manipularon todo y yo quedé prendido a lo pendejo.

GABRIELA- Sólo te querés a vos mismo.

MADRE- Dejalo, finalmente, a si mismo es a quien más daña.

FERNANDO- Mirá, no me equivoqué cuando de chiquito veía a mis padres como unos

infelices, por eso aplaudí cuando te pusiste tetas nuevas y comenzaste a brillar y ser

24
autosuficiente. Por eso me alegré cuando se separaron, la primera vez. No me

equivoque cuando les dije que era un error que se volvieran a juntar. Y terminaron

divorciándose, e instalando un infierno, de jueces y abogados, en esta casa.

MADRE- ¿Qué ganas con ser tan egoísta?

FERNANDO- Parecerme a vos, que arrasaste con tus hijos en el juicio contra papá.

JESSICA-(A Agustín) Vas a permitir que trate así a tu madre.

AGUSTÍN se adelanta.

FERNANDO- Vos, perrito faldero, mejor ni te metas. (A su madre) Lo único que me

dejó mi padre, era un sobre cerrado en la casa de la abuela…, decía: “Por lo que más

quieras, pase lo que pase, no permitas que tu madre, después de destruirme, se quede

con todo lo mío, sos el único en quien puedo confiar”. Sí, el padre que abandone para

irme a Europa… sin imaginar, aprovecharías para entablar la demanda de divorcio y

hacerlo echar con la policía de su casa… (FERNANDO sangra y se limpia la boca con

la manga) pero tuvo que venir esta maldita enfermedad, a causa de un tratamiento

innovador, que no llevaba ni diez años de ser probado con el público, y a mí me reventó

varices esofágicas. Pero antes de morirme...

MADRE- Estás tan podrido que, ya, nadie te entiende.

FERNANDO enfurecido sale azotando la puerta. Escuchamos lo ladridos histéricos del

perro, luego el ruido de una cadena rompiéndose, un golpe tremendo como una patada,

chillidos del animal, y más patadas. Ellos se acercan hacia la puerta y ventanas. De

repente, se abre violentamente la puerta y entra FERNANDO cargando al animal

muerto, y lo lanza contra la pared.

FERNANDO- Así me siento, me expreso con claridad, ya me entienden. Esto, me pasa.

JESSICA corre hacia la puerta y sale. Hay un silencio, desde afuera se escucha un

bocinazo, la madre se mira en el espejo, se arregla rápidamente.

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MADRE- Sacame este animal de acá, para cuando regrese.

La MADRE sale.

FERNANDO se apoya, con su brazo y frente, contra la pared. Escupe el suelo. El

silencio es largo, nadie reacciona.

AGUSTÍN- ¿Esta es la vida que elegís para tus últimos meses?

AGUSTÍN entra en su habitación. La figura de PROMETEO sale de una habitación

mira a Fernando, FERNANDO lo ve de reojo, y antes que la figura logre hablar,

FERNANDO en voz baja, dice lo que la figura estaba a punto de pronunciar.

FERNANDO- “ Un ejército de demonios grita, desde mi fuero interno, con tambores en

la lengua”.

PROMETEO sonríe, y sale por otra puerta.

GABRIELA-(Cariñosa) ¿Qué miras?

FERNANDO- Justo ahora, te pones en mi contra.

GABRIELA- Volvió ella, ¿No te parece suficiente?

GABRIELA se le acerca amable.

FERNANDO- ¿Querés complicarme más la vida?

GABRIELA- (Alejándose) ¿Para que me cogiste si soy tu hermana?

FERNANDO- Baja la voz.

GABRIELA- Si Agustín ya sabe, y mamá no quiere darse cuenta.

FERNANDO- ¿Tenías alguna necesidad de acompañarme a la ducha?

FERNANDO va hacia su cuarto, GABRIELA lo ayuda, más en busca de un abrazo que

por que él lo necesite.

GABRIELA- Estabas borracho, mojado por la lluvia, no te podías ni sostener; no iba a

dejar que te agarraras una neumonía… Nunca lo hubiera hecho, sino fuera por que

desde chiquita te escuche hablar de Freíd, Strauss, Reich, la represión, el orgón.

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FERNANDO- Eso te sirvió para escribir ensayos, pero como ahora estudias hotelería,

ya no te interesa.

FERNANDO se frena en medio de la escalera.

GABRIELA- Estar escondida, guardada ante todos.

FERNANDO- Vos empezaste a enjabonarme.

GABRIELA- No te podías ni mantener en pie, como me iba a imaginar que esa

porquería tuya iba a reaccionar.

Continúan subiendo.

FERNANDO-(Cambiando de tema) Te gustaron las escenas que me pasaste en limpio.

GABRIELA- Cuida que mamá no las vea ¿No podías escribir sobre otra cosa?

FERNANDO- No

FERNANDO entra a su cuarto.

GABRIELA- ¿Qué vas a escribir de mí?

FERNANDO- Intento llevar esto al mejor final posible. Házmelo fácil.

GABRIELA- Recién cuando volviste de Europa supe qué era tener un hermano, te

admiraba, pero para vos yo no existía. Y después aquello…, me confundo.

FERNANDO- Ya no voy a hacer nada que te lastime.

GABRIELA- Está más allá de vos… Sos mi misma sangre, sos alguien con quien nací,

eso lo hace diferente… Para vos es simple, es algo más…Preferirías que fuera como

mamá… Que me pareciera a ella…

FERNANDO se acuesta en su cama.

FERNANDO- No.

GABRIELA- No voy a entrar a tu cuarto, no ya no, aunque simplemente busque un

abrazo. Todo cambia al lado tuyo.

GABRIELA corre hacia su cuarto. FERNANDO apaga la luz.

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ESCENA IX

El living de la casa continúa iluminado, el reloj de péndulo avanza rápidamente, pasan

tres horas. Entra la MADRE y ve el animal en su sala.

MADRE- ¡Fernando! ¡Saca este animal! (Espera respuesta) ¡Fernando! (Espera

respuesta, nada. Golpea la puerta de Agustín)

AGUSTÍN sale.

MADRE- ¿Tu hermano?

AGUSTÍN- Habrá salido, ya lo conoces.

MADRE- (Señalando al animal)Ayudame con esto.

AGUSTÍN- ¿Qué vas a hacer?

MADRE- Cualquier cosa menos dejarlo en mi sala. Agarra las patas traseras y ayudame

a cargarlo.

AGUSTÍN- Yo no tengo que ver con esto.

MADRE- Tu madre te pide un favor.

AGUSTÍN- Claro, Fernando es tu foco de atención y yo tu esclavo.

MADRE- Repartí mi cariño, por partes iguales. Nunca tuve ninguna preferencia.

AGUSTÍN- No me vengas con tu discurso de Iglesia. Hace mucho que me valgo solo.

MADRE- (Sarcástica) Ya no me necesitas, se me rompe el corazón. Agarra las patas.

AGUSTÍN y la MADRE toman el animal.

AGUSTÍN- Tarde o temprano, te voy a sorprender.

MADRE- No espero menos de ti.

Avanzan hacia el jardín con el animal.

AGUSTÍN- Siempre te regodeabas de orgullo por él, contando sus anécdotas, hasta sus

peleas con vos. Me sacaba diez en historia, pero Fernando mezclaba historia del arte y

los movimientos sociales dejando a los maestros deleitados. Encima, “que increíble

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Fernando, se la pasa de fiesta pero ¡tiene unas calificaciones! Eso sí (Burlón) lee a bla…

bla…

MADRE- Quiero a mis hijos por igual.

AGUSTÍN- Entonces, saca a uno, con o sin dinero, por el bien de los otros. De última,

intérnalo y listo.

MADRE- Preocúpate por terminar la facultad.

AGUSTÍN- Dale la plata y listo, finalmente es de él.

MADRE- Nuestra también; y ni siquiera la tengo.

AGUSTÍN- Pero si estuviste trabajando en las relaciones públicas del gobierno que nos

fundió.

MADRE- Fue al final, cuando era obvia la caída y nadie quería aceptar, por eso me

llamaron a mí, aunque llevaba años sin trabajar. Y por ustedes, la enfermedad de tu

hermano y el divorcio, tuve que agarrar.

AGUSTÍN- Algo te abras llevado… Lo invertiste mal, claro papá sería un estúpido para

la vida pero en las inversiones era infalible.

MADRE- El país entero se fundió.

AGUSTÍN- Pero algo habrás guardado, te conozco.

MADRE- Aprovechando la debacle, compré unos terrenos que van a valer una fortuna

cuando pase la crisis; pero hasta entonces, necesitamos lo guardado para sobrevivir.

AGUSTÍN- (Se frena) A mí por ser tu lacayo, ¿cuánto me toca?

MADRE hace una mueca de risa.

AGUSTÍN-(Va levantando el volumen de su voz) Me pediste que fuera a declarar en

contra de papá y lo hice.

FERNANDO sale de su cuarto y los mira, AGUSTÍN está de espaldas a él.

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AGUSTÍN-(Gritando) Me pediste que callara lo sucedido la noche del accidente,

cuando papá gritando pidió que le entregarás a Fernando el dinero que había pedido Y

eso que jamás dije, que lo dejaste afuera borrachísimo, sin siquiera pedirle un taxi,

esperando chocara.

MADRE- (Percatándose de Fernando) Cargá eso.

AGUSTÍN y la MADRE cargan el cadáver. FERNANDO, detenido entre la escalera y

la puerta de su cuarto, se mira fijo con su MADRE; mientras la MADRE, sin perder la

compostura, carga al animal. AGUSTÍN sonríe casi para sí, aparece la silueta de

PROMETEO riéndose a carcajadas.

TELON del Primer Acto.

ACTO II

INTRO

Escenario oscuro. Sólo esta iluminada la figura de PROMETEO.

PROMETEO- Gula maligna

hecha de tempestad.

Oh! Fausto. Oh! Fausto.

- Yo Fausto, vengo a demostrar

La divina raíz

de mi necesidad.

- Habla Fausto, habla para que Dios nos escuche.

- Yo Fausto, a quien le ha entregado la sabiduría el mismo Satán,

Yo Fausto quien usó la sabiduría de los infierno para conocer los cielos,

No vengo a pedir perdón, sino a defender mi anhelo ante Dios,

y para ello poseo la sabiduría de los demonios.

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La sangre de Prometeo

marca mi camino,

Yo Fausto acogido en mi delicada pureza,

Deleitado en ella,

contemplaba el mundo sin emitir juicio,

intachable en mi fuero interno.

Pero un día, para mi estupefacción,

descubrí que mi pureza

de sus propias entrañas,

en su centro,

creaba un líquido,

cual veneno fino

que fragmentaba el alma en sequedad.

Sólo pude pensar una solución,

poner mi pureza en movimiento.

Y así, me entregué a lo peores huracanes,

vislumbrando filos

cual aletas de tiburones;

no con el heroísmo de un valiente

sino con la fuerza de un desesperado.

Y él habló y jamás volvió a soltarme.

Por más que lo abrí todo,

no hubo lugar,

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donde:

El diamante no se pudra

El soberbio no se humille.

Incendiare mi pureza cual queroseno, para marcar en llamas el sendero de

los rebaños que mueren de inanición.

Cómo lograr:

Que mi vida, ya no se olvide de mí.

Que mi herida, ya no me rasguñe.

¡Que mi sangre me sirva de manto!

Y ante todo, descubrir: que la pureza, masa amorfa,

en sí no vale nada;

Por ello, Dios, acepta está,

mi belleza.

Y que mi grito extienda mi alma por la boca,

pues ella, a mí, ya no me sirve de nada.

APARTE III

Esta vez el telón pintado es un mural sobre la Boca: El puerto, los casitas pintadas de

diferentes colores, la callejuelas, el estadio de “Boca Júnior”, el “caminito”, banderas

xenenses, los barcos y los trabajadores pintados en el estilo del pintor Quinquela

Martín; y se escuchará, de fondo, el bullicio de un partido de fútbol y los cánticos.

El cuarto de Fernando funcionará como la terraza de algún restaurante. JUAN fuma

un cigarro en un rincón. Llega FERNANDO.

JUAN- (Levanta la mirada) Era demasiado perfecto, no podía durar; tenías que

reaparecer para seguirnos jodiendo.

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FERNANDO- Puta, eso es lo que escucho de mi mejor amigo.

JUAN- Si tu mejor amigo es Matías, va era…

FERNANDO- Vos y él.

JUAN- Para el caso… (baja la mirada de un modo despectivo)ya ninguno de los dos.

FERNANDO- Dejá de exagerar, pasó hace mucho.

JUAN- Pensás que es por lo de la estafa… (Negando con la cabeza) Mira boludo, mi

abuelo tenía que repartir un dinero entre sus hijos; mi tío Ricardo está viviendo en

España, entonces mi papá se ofreció a cambiar la parte de su hermano a Euros, para

mandársela. Cuando mi abuelo contó los Euros, faltaba. Mi viejo argumentó que en

Euros la diferencia no era nada pero en pesos, un montón. Exactamente igual,

entendiste. Ese tema me da lo mismo.

JUAN tira el cigarrillo y amaga con irse. FERNANDO lo frena, tomándolo del brazo.

FERNANDO- ¿Entonces?

JUAN-(Se suelta el brazo) Me cansé de que me compararan con tu sombra… la sombra

de una basura humana.

FERNANDO- ¿Quién te lavó el cerebro?

JUAN- Estando lejos de vos, pude reflexionar. No sos más que un sofista, un tipo muy

inteligente que manipula las palabras para seducir y tener la razón.

FERNANDO- Esos sofismas, cuantas veces te levantaron de tus depresiones.

JUAN- No pienso escucharte, no voy a caer en esa trampa… de nuevo. Sebas nos avisó

que andabas dando vueltas, y me dio miedo: “Huy, ahora con cuál saldrá”. ¿Te da gusto

que tus amigos, de siempre, estén saturados?

FERNANDO- Si me dan a elegir entre eso y nada…

JUAN- Arréglalo como te convenga (Ríe). Tal vez, malgastaste tu inteligencia, usándola

sólo para demostrar que tenías razón.

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En el bullicio del estadio se escucha un “ gooo huu”

FERNANDO- (Emocionándose)¿Contra quién juega boca?

JUAN- Creo que Racing.

FERNANDO- Y los hechos, vos deprimido por ser el tipo guapo que las minitas usaban

y tiraban, siempre pensando en el suicidio. Yo te enseñe que tu belleza era un arma, yo

te llevé de fiesta en fiesta hasta que te olvidarás de tu llanto…

JUAN- Huy, no sabes el bien que esa vida me hizo.

Desde el estadio se escucha: “Gooooool”.

FERNANDO- Ni cuando Boca mete un gol, me abrazas.

JUAN- Si soy de River.

FERNANDO- Justamente, para felicitarme.

JUAN- (Riendo) Con vos no se puede, yo no puedo ¿Tienes un poder particular para

convencer a la gente?

Ambos se miran a punto de darse un abrazo, cuando desde abajo entra MARCOS.

MARCOS mira a Fernando, con un tono desagradable.

MARCOS- ¿Qué hace este pibe acá?

JUAN- No empieces Marcos, está bien, cambió.

MARCOS- Entonces que me devuelva lo que me estafó.

FERNANDO- No era mi intención cagarlos…

JUAN- Él pensó el plan, consiguió los contactos…

MARCOS- Mira hasta los 15 años tuve toda la guita, pero subieron los peronistas y

sacaron a mi viejo de su puesto, y desde entonces él está arrumbado en el living. Y

como no quiero que me pase lo mismo y trabajo desde los 16 años, he sido hasta

carnicero para poder comer. Y ahora soy mago, no serán (despectivo hacia Fernando)

“artes” pero me rompo el culo en lo que me gusta y gano bien. Y éste (señalando a

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Fernando), en su vida ha tenido un laburo, siempre esperando vivir de los demás, me

roba un dinero ganado en mi trabajo. Nunca lo voy a perdonar.

FERNANDO- Escribir es un trabajo… aunque no me paguen.

MARCOS- (A Juan) Es mala persona, egoísta, soberbio… o no te acordás…

FERNANDO- Tenía, veintitrés años.

MARCOS- Es muy difícil entenderte.

FERNANDO- Te pensás que yo me entiendo… Por la enfermedad, había decidido

calmarme y, ayer, voy y mato a un perro. Bueno, la cadena se zafó, el animal se me vino

encima, pero lo seguí pateando hasta… y no sé si fue para no dejar al animal sufriendo

o por expresar lo que sentía.

MARCOS- Mira, la madre Teresa de Calcuta dice: “el enfermo es el ser más egoísta”.

Como si la enfermedad les hiciera crecer el ego en un intento de aferrarse a la vida. Sólo

por eso, en el fondo de mí, hay un cierto respeto hacia vos.

JUAN- Tengo que volver al laburo, los dejo discutiendo (A Fernando) Con vos todo

bien, en la semana hablamos.

JUAN sale. MARCOS va tras él, pero se frena.

MARCOS- ¿Juan te dijo?

FERNANDO- Que Matías se va mañana a España, y ahora se lleva con ese Nicolás.

MARCOS- No, otra novedad.

FERNANDO-¿?

MARCOS- Juan se dio cuenta que era homosexual.

FERNANDO- Si Juan siempre salía a levantarse minas conmigo y el era el más

mujeriego y ganador de nosotros.

MARCOS- Claro, nos lo dijo al resto, pero con vos no… sino se acababa la farsa.

FERNANDO-¿?

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MARCOS- En realidad, siempre estuvo enamorado de vos; te acompañaba y se

agarraba minas, como un modo de agradarte… todos lo sospechamos… no te das ni

cuenta de lo que desatas en las demás.

MARCOS camina hacia la salida pero se vuelve a frenar.

MARCOS- Tenías un poema sobre el ambiente de las discos, el descontrol, el lado

jodido de las drogas…, ese me encantaba.

FERNANDO-(Recitando)Fieras corrompidas me obligan a sentir su podredumbre.

Me tocan, me lamen.

Aparece la figura de PROMETEO, bajan las luces.

PROMETEO- Me arrastro entre

la sangre chorreante de vaginas ciclópeas

y el esperma que bulle de mi boca.

Intento salir, pero mis propios gritos me estrangulan.

Falos filosos y vulvas licuadas en brea,

amibas que me succionan.

Ya no lo soporto, pero es el único cariño

que conozco.

Vuelven las luces.

MARCOS- Esa… justamente, aparte de ese cariño putrefacto, está el cariño que nos

teníamos nosotros. Ojala, tuvieras consciencia de eso y dejaras de perderte tanto en tu

negrura.

MARCOS sale, FERNANDO se queda pensativo y la figura de PROMETEO le recita

otro poema, de un modo sarcástico.

PROMETEO- Torrentes de perros, Cortinaje desvalido, Plagio de la soledad… El vacío

danza en mí.

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PROMETEO se acerca a Fernando y mientras le lame la oreja, dice:

PROMETEO- Yo todavía te quiero.

FERNANDO- Déjame en paz.

FERNANDO sale molesto, pero se quiebra y vomita un poco de sangre.

PROMETEO- En el ángulo muerto, Esferas clavadas… sostienen el eco… mueca de

agonía.

Oscuro.

ESCENA I

Se escucha en off un radio, mientras el mural se levanta y divisamos la radio en el

living de la casa de Fernando. AGUSTÍN está comiendo un gran sándwich y deja

entrever una sonrisa, hay una vela aromática encendida en la mesa.

LOCUTOR DE RADIO- ¡La gente está hartaaaaa! Hay violencia generalizada en cada

esquina. Los pobres se triplican. Arrancan comida de los basureros, pelándose para

conseguir un pedazo de carne podrida. La gente devora perros, gatos, palomas, lo que

encuentren (entra FERNANDO y va hacia su cuarto sin que el hermano se percate).

Los precios suben y los bolsillos se achican. Te raptan por míseros quinientos pesos.

Los Piqueteros, este grupo de desempleados de clase baja, reclama por sus compañeros

asesinados con toda impunidad; y amenaza a la policía con un choque armado sino

resuelve el asunto. Es un todos contra todos. Es necesaria una reflexión pero nadie

acierta ¿cúal?

FERNANDO baja de su cuarto cargando un manojo de hojas, apaga la radio, se

acerca a su hermano, deja caer las hojas delante de éste y se sienta en la mesa.

AGUSTÍN- No te oí llegar

FERNANDO- ¿La vela?

AGUSTÍN- Mamá, para alejar las malas hondas del perro muerto y eso.

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FERNANDO-¿Y el perro?

AGUSTÍN- Se lo habrá comido algún cartonero (Se ríe, Fernando no) Se lo llevaron

los basureros, a esos que mamá les regala latas y comida…. No me podrías dejar

escuchar la radio, tranquilo.

FERNANDO- Mejor salí a la calle y date cuenta como está la cosa. O ni salgas, total,

(lee una de las hojas que dejo frente a su hermano) “el infierno de afuera se sufre

adentro, los vicios del país se filtraron por las paredes cual querosén y esto que era una

hoguera, explotó. Soberbia, hipocresía, un individualismo enfermizo; vicios del mundo

que en este país se exacerbaron; y sangran las calles de Buenos Aires”. El índice de

desempleo era enorme, pero mientras la poca clase media restante cobrará en dólares y

los gastara en las playas del extranjero, nadie se preocupó. El oráculo son esas cosas que

se decían, que mostraban que nos íbamos a la mierda, pero nadie quiso ver…

AGUSTÍN- Vos criticando la soberbia y el individualismo (se ríe. Toma las hojas).

¿Esto?

FERNANDO- Comprobá que ya sabía sobre el accidente de papá y sobre lo que gritó.

AGUSTÍN- Justo me acordaba de tu canto sobre Fausto, con ese ganaste el premio.

FERNANDO- Lo uso en esta obra. El protagónico es un Prometeo queriendo llevar

llamas de luz a la mente humana; pero en el proceso se transforma en un Fausto

soberbio, quien lo ambiciona todo perdido en su lujuria. Todavía me falta el tercer

personaje.

AGUSTÍN- (Leyendo una parte de la obra al azar) “No es Yago la consecuencia

inevitable de un Otelo”.

FERNANDO- Es una versión de la “Orestiada” en época actual.

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AGUSTÍN- Al morirse el padre, de seguro, como el divorcio aún estaba en trámite, la

madre hereda su dinero, la casa, etc.¿ De dónde tomas inspiración? … ¿Además de una

muerte trágica, esperas algo de esta vida?

FERNANDO- Terminar esto.

AGUSTÍN- ¿Me la das a leer para agrandar mi admiración por vos?

FERNANDO- Sino la lees, no me vas a ayudar.

AGUSTÍN-¿?

FERNANDO- Tengo las cosas averiguadas con el amigo, el abogado de papá. Sólo

necesito, le digas a la abuela sobre esa noche.

AGUSTÍN- ¿Qué pretendés?

FERNANDO- Lograr uno de esos puntos donde la vida entera toma sentido. Lo bueno y

lo malo sirvió para llevarnos hasta ahí, se disuelve cualquier error. Como cuando gané

el premio de poesía. En una de esas cimas es donde quiero morir.

AGUSTÍN- Hablar con la abuela, es como entregarte las armas para tu sacrificio final.

AGUSTÍN sonríe. FERNANDO toma el teléfono y marca.

FERNANDO- Jessica, aquí ya arreglé el asunto, nos vemos en la noche, voy a visitar un

amigo.

FERNANDO sale.

AGUSTÍN se balancea en la silla como tramando algo. Entra GABRIELA enojada.

AGUSTÍN- ¿Qué te pasa?

GABRIELA- Nada…, nomás que sos el principal traidor de esta familia, vos te dejaste

arrastrar por ella, fuiste con el juez a declarar en contra de papá.

AGUSTÍN- Ella se lleno la boca con sus hijos. Me dijo : “aunque me divorcie, a mis

hijos no tiene por qué faltarles nada”. Lo hice por nosotros.

GABRIELA va directo a la cocina.

39
AGUSTÍN- Vos te acordás, Mamá se iba una vez al año a Nueva York. Fernando

discutía con papá hasta quitarle el dinero de las manos y mandarse a Punta del Este. Y

vos y yo nos quedábamos dependientes de un padre absorto en hacer dinero para su

esposa… En esta casa, a nadie se le pasó por la cabeza unas vacaciones familiares…

Justo antes que Fernando se fuera a Europa, convencí a papá, él estaba desesperado por

el divorcio inminente, de irnos a Pinamar y fue un desastre: Mis padres peleando el día

entero, que mamá no lograba tener privacidad en ese departamentito dos ambientes, que

sus amigas estaban en Punta del Este; Fernando siempre desaparecido, de joda por ahí;

y tú y yo aburridos el día entero.

GABRIELA no contesta.

AGUSTÍN- Intenté ayudar y llevé todo al desastre. Imaginate si ahora pasara lo

contrario.

AGUSTÍN vuelve a mirar la obra, sonríe, la deja sobre la mesa y va a su cuarto.

Entra la MADRE, ve las obra sobre la mesa y se sienta a leerla.

OSCURO.

APARTE IV

El telón, esta vez, representa un barrio bajo, “una villa miseria”, a lo lejos se verá el

contraste con barrios cerrados y mansiones. Contraste muy frecuente en la zona

conurbana de la Capital Federal, conocida como “Gran Buenos Aires”. Hay un

“negro cabeza” o “villero” con su carrito lleno de cartones; conocido actualmente

como “cartonero”. FERNANDO al verlo, se le acerca.

FERNANDO- ¿Se acuerda de mí?

CARTONERO-( Lo mira serio) No.

FERNANDO se siente decepcionado.

40
CARTONERO- ¿Cómo me voy a olvidar de vos, pibe? si me diste de comer durante no

sé cuanto tiempo. Me comprabas libros usados en mi puestecito de pulgas ¡Que

memoria, eh!

FERNANDO- Usted me regaló mi primer libro de Rimbaud.

CARTONERO- “Una temporada en el infierno”, ¿Qué iba a hacer? Estabas en la

esquina de tu cole, tendrías como doce…

FERNANDO afirma con la cabeza.

CARTONERO- Te pedí un pucho, y te me pusiste a hablar, escribías poesía. Me sentí

obligado, pero funcó, de ahí en más me compraste a Baudelaire, Kafka, el “Ulises” de

Joyce, Apollinaire, Lautremont, huy. Ese regalo fue una inversión… ¿Qué haces por

acá? (Aludiendo a la coca, se lleva el dedo a la nariz)

FERNANDO- No, ya no.

CARTONERO- Si te reconozco es porque cuando creciste, te veía acá en la villa,

entrando a lo del “Piojo”. Me daba pena, tu cambio. Y hasta sentí culpa, por haberte mal

influenciado con Rimbaud; o lástima, porque lo hubieras interpretado de esa manera.

FERNANDO- Vengo de la casa de un amigo.

CARTONERO- ¿Acá, en la villa?

FERNANDO- No (señalando una de las casa bien del telón), Matías, el pelirrojo, se

acuerda.

CARTONERO afirma, sin ser muy convincente.

FERNANDO- Pero no había nadie, le dejé una nota. Voy hacia la terminar del “168”.

¿Y usted?

CARTONERO- Recogiendo cartones, los libros ya no dan. Pasamos de ser Suiza a

Nigeria en menos de un año. Del ensueño de tener las mujeres más bellas a darnos

cuanta que somo` el país con más anoréxicas per capita del mundo. De que nosotros,

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pue` a la clase media la anestesiaron con viajes, pero a nosotros con electrodomésticos

importados, y éso fundió la industria nacional… Las tierras más fértiles, vacas para

abastecer siete países, bueno el petróleo ya ni sé de quien es; y nos morimos de hambre.

Peronistas, Radicales, Socialistas, ni siquiera nos queda votar por el menos peor…

Cuando era pibe hasta los pobres comíamos carne, teníamos una educación buenísima,

hasta salud.

FERNANDO- A veces, creo que la gente interiorizó el miedo por los milicos, si te

preocupas por el de al lado te llevan a vos también.

CARTONERO- Y uno quiere pensar que la crisis va traer algo bueno, esa gente

(señalando las casas bien), antes ni me dirigía el saludo y en esta época, hasta me

regala bolsas de arroz, empanadas viejas; reaparecen las asociaciones barriales,

asambleas, pucheros generales donde cada quien aporta. Ahora, tu vecino importa, él te

cuida la casa, la inseguridad llegó a todos. Pero por otro lado, acá hasta te cobran peaje

por entrar a tu casa. Todo es ambiguo, la gente se queja por la subida del dólar, pero

gracias a eso aumentó el papel importado y, al menos, puedo vivir de vender cartones.

Y el dólar alto, nos llenó de turistas y no, sólo de extranjeros como el grupo Exxel, que

compraron fabricas para fundirlas apropósito y deshacerse de la competencia.

FERNANDO- Ojalá, dure el ayudar.

CARTONERO- Se reafianzó el sentido argentino de la amistad. En la “era del

innombrable” hasta eso estaba cambiando, en la villa la gente comenzó a buchonéarse

por unos pesos. A ser soplón, pues estúpido era quien no tenía guita, no el cagador. Pero

andá, sino vas a llegar tarde.

CARTONERO y FERNANDO se despiden. FERNANDO sale.

DISOLVENCIA.

ESCENA II

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Living casa de Fernando.

La MADRE está leyendo la obra. GABRIELA sale de la cocina con los ojos llenos de

lágrimas.

MADRE- Michi, ¿dónde estabas?

GABRIELA- En el cuarto de servicio, así nadie me escucha.

MADRE- (La mira mejor)¿Qué te pasa?

GABRIELA- Estuve pelando cebollas para poder llorar, lo saque de un libro.

MADRE- Maldita la hora en que la literatura entró a esta casa.

GABRIELA- Estoy llorando… y encima me tratás mal.

MADRE- ¿Preferís seguir llorando sola o te puedo ayudar en algo? ¿Querés un

préstamo para comprar más cebollas?

GABRIELA- Me molesta que hayas consumido, con tus exigencias, a mi papá.

Pretendías ser tratada como una reina pero no dabas nada. Dejaste que se fuera

borracho, en la lluvia, como un perro desahuciado.

MADRE- El divorcio con tu padre fue muy duro, y una sola entrevista amable con el

juez, no era suficiente prueba de que tu padre no iba a pretender quedarse en la casa. El

quería venderla, tomar la mitad y que me lanzara con ustedes tres a la calle.

GABRIELA- También ofreció dejarla a nombre de sus hijos.

MADRE- Y después Fernando me hubiera echado a la calle.

GABRIELA- Me molesta ser la última. Estás más preocupada por competir conmigo

que por ser mi madre.

MADRE- ¡Gabriela!

GABRIELA- Me molesta que mis amigas vengan y digan “que lindos tus hermanos, no

se parecen en nada a vos”. Que mi madre use faldas más cortas que las mías. No traigo

novios a la casa, así no se quedan embobados mirándote. ¿Te parece normal?

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MADRE- No me vengas con tus complejos de inferioridad.

GABRIELA- ¿Qué estás leyendo?

GABRIELA toma las hojas y la MADRE las tironea desde la otra punta.

GABRIELA- No puedes tomar las cosas de Fernando como si fueran tuyas.

MADRE- No las hubiera dejado sobre la mesa.

GABRIELA- Fue Agustín.

MADRE- Cómo no pensó antes de dárselas al descuidado de su hermano.

La MADRE empuja las hojas hacia un costado haciendo que GABRIELA se quemé con

la vela.

GABRIELA- (Con tono melodramático, mostrándole la herida a la madre.) ¡Me

quemaste!

MADRE- Se menos torpe.

GABRIELA lanzándose sobre las hojas, las tira sobre la vela.

GABRIELA- Huy! Cuanta torpeza, perdonáme.

La MADRE apaga las hojas quemadas y agarra a la hija del antebrazo clavándole las

uñas.

GABRIELA- ¡Me estás lastimando!

MADRE- ¿Dónde guardás las copias? Sino voy directo a la “Oresteada” y veo con

quien me compara.

GABRIELA- No, ahí la madre tiene un amante y en la de Fernando, es una mujer

moderna, quien se queda con todo por algo entre egoísmo y liberación.

MADRE- ¿Dónde las guardás?

GABRIELA- En mi buró.

La MADRE entra al cuarto de Gabriela, sale con las hojas y se mete a su habitación

cerrando son llave.

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GABRIELA se queda llorosa, AGUSTÍN sale de su cuarto, como medio dormido

AGUSTÍN- Che, puta madre con el escándalo.

GABRIELA-(Mostrándole la quemadura) Dejaste que me hiciera esto.

AGUSTÍN- No exageres.

GABRIELA- Dejaste las hojas para que ella las encontrara, te odio.

AGUSTÍN- Sacame de una duda: ¿El complejo de Electra es con el padre o el

hermano?

GABRIELA- Con la imagen masculina de la casa, que no sos vos.

OSCURO.

ESCENA III

En la oscuridad aparece la figura de PROMETEO iluminada.

PROMETEO- Y les diré:

“Que la antorcha de Prometeo fue su propio cuerpo,

Y su sangre brilla

quema

lastima.

Arde,

Arde,

Arte.”

La fiera sufre a la fiera en su ferocidad

y en fiera debí transformarme,

pues fui lanzado por los rincones del mundo.

“La naturaleza es sabía pero cruel”,

repetía un insecto devorado por larvas de mosca.

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Y así, con la misma inocencia de un cuerpo devorado por larvas, los demonios gritan en

mí, su verdad.

APARTE V

El telón representa a “La Recoleta”, “Palermo” y “Belgrano”; Se verá el parque de la

recoleta, una galera, una copa de champaña, el jardín botánico, los centros nocturnos,

los edificios de gran categoría, el cementerio, el hipódromo, los caballos de carrera y

juegos de Polo. Es de noche…

FERNANDO y JESSICA caminan entre las luces porteñas, en un juego poético y

nocturno.

FERNANDO- Tiesas las venas en el brío.

JESSICA- Seduzco tu verga para aplacar mi desconsuelo.

FERNANDO- Mi lengua humedecerá tu rostro, raspándose hasta sólo poder pronunciar

la palabra de tu carne.

JESSICA- Ciegos nos reconoceremos por la sensación de nuestras heridas.

FERNANDO- Te absorbo el cerebro entre devoraciones anales, soy un cigarro para el

quemado vivo; la abundancia del vicio.

JESSICA- Soy una yegua prendida a tus genitales. Soy la primera línea de coca que

atravesó tu cerebro.

FERNANDO- Mi lengua es el abrigo del goce; mi rozar, la fricción que mantiene tu

corazón en movimiento. Adormecida te retuerces en mi verga, como una niña en busca

de caricias.

Tu profundidad produce sonidos inabarcables, que bebo en tu sudor.

JESSICA- Te sueño flotando en una marea de sangre, intento observar tu rostro para ver

si eres feliz, pero tienes la cara tan manchada que no puedo distinguirlo. (Como

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regresando luego de un trance, JESSICA lo besa) Guau! Sólo a tu lado me salen esas

cosas.

FERNANDO-¿Vos crees que cualquiera me lo inspira a mí…? Cuando regresé de

Europa, me sentía como un elefante que, sin querer y aún joven, encuentra el

cementerio donde debe morir. Pero vino lo del premio, y entonces tanto la enfermedad,

como la muerte de mi padre, cumplió una misión. Hoy por ejemplo, me mantuve lejos

de la casa y me sentí sano, sin vómitos, ni alucinaciones.

JESSICA lo mira ilusionada, con brillo en los ojos. Saca un sobre del bolso y se lo da a

Fernando.

JESSICA- Tu hermana me envió una carta, pero no quise abrirla.

FERNANDO la lee en silencio. Vemos a GABRIELA en otro plano.

GABRIELA- Fernando sólo te quiere usar, como me usó a mí para descargar sus

espermas en un frasco de carne. Con esa persona piensas vivir, capaz de cogerse a la

hermana por hobby!

FERNANDO termina de leerla y la mete en su bolsillo. Se escucha bullicio a lo lejos.

JESSICA- ¿Qué pasa?

FERNANDO- Deben estar “escrachando”, molestando a algún ex milico o político.

JESSICA- Vamos.

FERNANDO- Me tengo que ir a la casa, pero mañana a primera hora va a ir Agustín a

hablar con la abuela.

JESSICA- Okay.

Se besan.

OSCURO, aparece PROMETEO.

PROMETEO- Meticulosa genética en la exhalación de tu piel.

Reptil provocador,

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Ave que suda,

Con pies desnudos avanzas por las gargantas del infierno,

Imponiendo la sangre a los vástagos de hierro.

No temas a la marginalidad. Siempre tendremos, unos en el otro, cuevas sacrílegas

donde afilar nuestras garras, en caricias.

PROMETEO ríe fuertemente.

ESCENA IV

CASA de Fernando. FERNANDO está en su cuarto, lo vemos escribiendo como

energúmeno. La MADRE sale de su habitación cargando las hojas de la tarde, y va

hacia él.

MADRE- Llegaste silencioso, no te escuche.

FERNANDO- Ahora te vas a quejar de eso, también.

FERNANDO ve las copias en las manos de ella.

MADRE- Este es tu modo de escribir. ¿Quién te llevó medico tras médico, psiquiatras,

homeopatía? ¿Una persona egoísta como me describís?

FERNANDO- ¿Leíste la escena cuando la madre está en la cama, llorando rodeada de

cien o cincuenta mil dólares? Verte así, cuando decías que no tenías ni un centavo.

MADRE- No eran míos.

FERNANDO- Entonces, ¿cómo los encontró papá escondidos en tu cuarto? Llorabas

entre tu dinero. Por primera vez, vi a alguien sufriendo una tendencia incontrolable,

imposible de asumir para esa persona.

MADRE- Eso es lo que pensás de mí.

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FERNANDO-Como digo en el texto: vos me hiciste, no me criaste para que te diera

nietos, sino para esto (tomando sus nuevos escritos).

MADRE- Mal interpretás todo.

FERNANDO- Desde chico te vi como una mujer fuerte, liberada; que me quedaba a mí

si no era ir más allá. Y entonces aparecieron ellos (señalando sus libros y música). Estos

pintores, músicos, escritores, me infectaron como espermas a través de sus obras,

formando mi cabeza, mi ritmo cardíaco, mis ojos… Igual, mis espermas serán mis

libros….

MADRE- (Cínica) Y si nunca terminas de escribir nada.

FERNANDO- Me aferraré a las huellas que dejé en la gente a mi alrededor. Manchas

que continúan multiplicándose y expandiendo.

FERNANDO sangra desde su boca.

MADRE- Dormí, deja la pluma, te estás matando.

FERNANDO- No, estoy descubriendo que Orestes gana, que finalmente su acción

influye, educa a los mismos Dioses; conmueve a ese anhelo de divinidad que llevamos

dentro.

MADRE- Ya estás loco, y si mañana no te vas de mi casa, te juro que te interno.

Bajan las luces. La madre entra a su habitación. En la oscuridad, apenas distinguimos

a FERNANDO. Luz sobre PROMETEO.

PROMETEO- Repudiado, escupido, abandonado,

Rechazado, apedreado, negado y traicionado.

Yo,

Cristo,

Quien al cruzar las aguas

se hundió hasta el vientre,

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sintiendo las entrañas del mar,

arrastrando arena en su lengua

y escupiendo asfalto de mi boca.

Hundido en la humanidad,

acariciado por sus aguas de vicio.

Yo Cristo.

Luz sobre FERNANDO.

FERNANDO- Claro ése era el personaje.

Oscuro.

ACTO III

(Acción continua)

APARTE VI

El telón pintado representa una playa desocupada del Río de la Plata, en el bajo de

San Isidro, hay escombros transformados en gárgolas y a lo lejos se ve la Catedral de

San Isidro, sobre el río hay veleros, tablas de wind-surf y sky-surf, sobre la costa varios

lugares para comer y tomar algo, por ejemplo: “El Molino”.

Es de mañana, FERNANDO escribe sobre el suelo, tose continuamente, tapándose con

un pañuelo. Aparece NICO:

FERNANDO- ¿Qué haces acá?

NICO- Matías debió salir hacia el aeropuerto, más temprano; por lo de la manifestación

de piquetero, vos nunca te enterás de nada.

FERNANDO- Esperaba a mi mejor amigo y aparece… ni a enemigo llegas.

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NICO- Vio tu nota y me mandó, no quería que te sintieras abandonado… Te ves de la

mierda.

FERNANDO- No dormí, estuve escribiendo.

NICO- (Con lástima) No te convendría cuidarte.

FERNANDO se ira poniendo cada vez más mal.

FERNANDO- Mejor, fue encontrar al personaje que me faltaba para el poema final.

NICO-(Viéndolo como a un desahuciado, le sigue la corriente) ¿Cuál es?

FERNANDO- Una mezcla entre Cristo y el Anticristo. Como si el Demonio celoso

también bajara a la tierra hecho carne, pero al descubrir que él morirá en el Apocalipsis,

sólo le queda intentar una nueva alianza entre Dios y el hombre. Sin ya poder

diferenciar, sin que importe, si es Cristo o el Anticristo.

NICO- Loco, te estás pirando mal.

FERNANDO- ¿Podía esperar otro comentario de vos? Siempre dijiste pestes sobre mí,

pero jamás te tomaste la molestia de conocerme.

NICO- ¡Para qué!... si nunca escuchabas. Haber, como ejercicio, escuchame un rato sin

alegar, podés?…. Me aburrías con tus teorías o excusas, te gustaba ser insano, deleitarte

con la amargura ajena, y darte aires de grandeza. Pero naciste en una familia común, sin

riquezas, ni pobreza y eso, es lo que más aborreces, haber nacido en una cuna mediocre.

Y te pretendes un príncipe y criticas lo normal.

FERNANDO se contiene a regaña dientes.

NICO- ¿Qué te hicieron creer? Sos un vividor de segunda. Te dieron belleza exterior y

la explotaste del modo más pendejo, igual con tu mente. Mirate, te estás muriendo… A

ver, si has cambiado… acepta esto.

FERNANDO- Etre tu visión ramplona, tan terrestre que da asco; me quedó con la mía,

que al menos tiene magia o mínimo es más divertida. Sabes, lo especial de mi familia,

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es haberme ayudado a crear una visión bella, contradictoria, sabrosa, adictiva del

mudo…. No encajarme en un cuadrado aburrido, como a vos.

NICO- Aún te crees por arriba de todos.

FERNANDO- Como prueba de mi soberbia: siempre quise llegar alto y ni siquiera me

preocupé de donde estaban los otros. Como estas gárgolas, las creamos con Matías,

continúan acá.

NICO- Tu amigo te mandó un mensaje: “Si terminas algo, cualquier cosa, él se encarga

de promoverla en España”.

FERNANDO- Lo sabía.

FERNANDO se desploma.

NICO- ¿Te llevo a tu casa?

FERNANDO-(Recuperándose) No tiene sentido, (mostrando las hojas) Ya concluí la

obra; ahora cada segundo es un regalo.

NICO- ¿Cómo termina?

FERNANDO- Con el protagonista ahogando a la madre con su propio vómito de

sangre.

NICO lo mira con asco.

FERNANDO- Para mí es una metáfora cursi, ser ahogado por le sangre de la herida

que uno mismo abrió.

NICO lo levanta.

OSCURO ABRUPTO.

ESCENA ÚNICA:

Escuchamos la radio en off, mientras se mueve el telón pintado. Y las luces suben

mostrando el living de la casa.

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LOCUTOR RADIO- Los piqueteros armados, algunos sindicalistas y gente de pueblo,

reunidos en “Tigre”, avanzan por la avenida Libertador hacia el centro, a la casa de

Gobierno. La policía y el ejército salieron en sentido contrario para interceptarlos en la

calle de Alvear. Los medios masivos de comunicación, ya están allí ubicados;

Esperando el desastre.

Entran JESSICA y AGUSTIN. AGUSTÍN apaga la radio.

AGUSTÍN- Eso es a seis calles de acá, con razón no hay nadie afuera.

JESSICA- Es increíble.

AGUSTÍN- Sí, increíble, la suerte de Fernando cambió esta mañana.

JESSICA-¿Y él dónde está?

AGUSTÍN- Salió temprano. ¿A vos te gustaba la sangre desde chiquita? Te das cuenta,

si lo agarran a él con drogas, vos vas presa.

JESSICA pone cara de espanto.

AGUSTÍN- Mejor, cógetelo mucho y se muere desangrado.

AGUSTÍN sirve unos tragos.

JESSICA-(En broma) O lo dejo por vos, él cae desde su ego y se mata.

Se escuchan llaves, entra la MADRE desde la calle. La ve a Jessica.

MADRE- ¿Qué está pasando, acá?

AGUSTÍN- Nada mamá. Nomás la abuela se enteró de todo y va enviar sus abogados

para quitarte el dinero. Ah, y Fernando se coje a Gabriela.

JESSICA pone cara de espanto. Y GABRIELA sale de su cuarto, como si estuviera

escuchando detrás de la puerta.

GABRIELA- Es mentira, mamá.

MADRE- ¿Cómo?

La MADRE se acerca a Gabriela. Entra FERNANDO, tratando de demostrar fuerza.

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AGUSTÍN- Llegó nuestro protagonista.

JESSICA- Fernando…, tu hermana… (Llora)

MADRE- Vete de mi casa.

FERNANDO- Vengo por mis cosas.

MADRE- Apurate, o llamo al manicomio, lo de tu hermana… das asco.

FERNANDO- (Tomando el teléfono) LLamá, llamá, pero antes te golpeo hasta que me

des esa plata.

MADRE- A vos te voy a tener miedo?

GABRIELA- Andate antes que mamá llame al manicomio.

MADRE- Ustedes se van, a vos (a Fernando) te voy a mostrar algo.

GABRIELA- Pero el enfrentamiento.

AGUSTÍN- Vamos a casa de Elvira.

AGUSTÍN las toma a ellas. AGUSTÍN toma a JESSICA, quien está como en trance y se

lleva a GABRIELA, a la fuerza. La MADRE entra a su cuarto y saca un manojo de

billetes, muchos y verdes.

MADRE- Ya hablé, en cinco llega el manicomio y te vas a ir con la imagen de ese

dinero que tanto querías.

FERNANDO- Va, tu ambición posesiva contra mi egoísmo.

Comienza a sangran la boca de FERNANDO y él se ve contra su madre, agarrando el

rostro de ella y posicionando su boca sobre la de ella, mientras la ahorca. Golpean

contra el espejo rompiéndolo, Fernando le rasga el vestido y acerca su verga a la

vagina.

Las luces bajan lentamente, sobre la escalera aparece PROMETEO, aún se escuchan

los gritos del forcejeo y en penumbras vemos a la madre ser violada.

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PROMETEO- Revolviste el vientre, quitándole la perla de la sanidad. Más funesto que

cualquier de nuestros destinos, es el paso, único, que nos aleja de él.

Se alumbra a la madre, muerta en un rincón luego de ser violada, la radio y la puerta

abierta, PROMETEO se sienta en la escalera; FERNANDO y el dinero no están;

desde la puerta se escucha un bullicio ensordecedor: ruido de la manifestación, la

gente con bombos y gritos, sirenas de policía, algunos disparos.. Oscuro.

Luz sobre la radio.

LOCUTOR DE RADIO- Cae luz sobre el desconocido que ayer fue destrozado durante

el choque de civiles y policías. Ese joven que ante las cámaras, lanzó más de setenta mil

dólares por los aires, deteniendo el enfrentamiento, mientras recitaba lo que parecía un

poema. Dejándolos, según su familia, una última obra, y frases grabadas en la memoria

de quienes lo escucharon y escritas con sangre en las paredes de San Isidro. Hoy se

amontona el público, sin tener nada en que creer, ante una tumba vacía, pues no se

encontró su cuerpo.

Entra PROMETEO cargando el cuerpo de Fernando, la radio se oscurece, deja a un

lado el cuerpo de Fernando y comienza a recitar. El resto de los personajes

aparecerán, casi en la oscuridad -similares a voces fantasmales y no a sus personajes-,

por los distintos ángulos donde se encuentra el público y entre éste.

PROMETEO- Del vino obtuve la sangre,

y de la sangre de los hombres obtuve el vino.

GABRIELA- Quien entregó poder a mis manos,

Obtuvo visión en sus ojos.

FERNANDO- Del polvo logre respirar aliento.

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WOLFI- Tan hundido en el asfalto,

apenas distinguía los gritos de la humanidad.

JUAN- Yo Cristo, Yo Prometeo, Yo Fausto

Por sus almas vine

Y por sus manos me voy.

JESSICA- Oh! Traición,

Quise envenenarte con un beso que dejara mi alma marcada en tu lengua.

MARCOS-Una hemorragia en gotas,

que jamás acaba.

SEBASTÍAN-Pero levante la lápida,

AGUSTÍN-moví la piedra,

NICOLAS-me arranque la muerte,

PROMETEO (desde el escenario)- Y nadie logró negar,

La belleza entumida

en la palabra

que los dioses reflexionaron en mi boca.

OSCURO.

TELÓN FINAL.

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