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EL ETERNO

RETORNO

Raúl Oscar Ifran


Punta Alta. Buenos Aires. Argentina
La vieja y descangallada motocicleta carraspeó y levantó una polvareda de fina tierra blanca. El

conductor, alto, flaco y de huesudo rostro, sonrió a su rechoncho y rubicundo acompañante cómo-

damente recluído en el sidecar.

-el eterno retorno y el concepto circular de la historia, tan magistralmente sostenido por Friedrich

Nietzche, Eliade Mircea y Borges, no es una teoría tan complicada. Para entenderla cabalmente só-

lo debemos perder el miedo a lo desconocido. La clave es ésa, vivir sin miedo y estar convencidos

de nuestro destino en el mundo.

Los paisajes de San Millan de la Cogolla se sucedían plácidamente al ritmo de la máquina. Ora aso-

maban verdes arboledas llenas de pájaros, ora antiguos muros y tejados sobresaltados por delicados

repiques de campanas.

-fíjate incrédulo amigo que el comportamiento humano tiene incidencia en las repeticiones que de

ese modo no son matemáticamente similares e inevitables. Por ejemplo, este sustancioso olor a unto

de cerdo, aceite de oliva y ajo que destilan las ollas castellanas este mediodía, es posible que hayan

tenido un marco diferente en los ciclos anteriores y que fluyan en medio de otra circunstancia en los

ciclos futuros.

La moto avanzaba con una maravillosa velocidad hacia Santo Domingo de Silos. Luego vendrían

Valladolid, Salamanca, Avila y al final atracaría en Alcalá de Henares donde, curiosamente había

comenzado la historia de los viajeros. El conductor, cuya larga cabellera cana asomaba bajo el cas-

co, miró aquí y allá a las gentes conversando cordialmente.

- Hablan Sancho, señal que todavía estamos andando.

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