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I
1987: José Luis Ayala: ACTO DE
FE* O ACTO DE LOCURA
Presentar el poemario Acto de Fe del
escritor José Luis Ayala me resulta
doblemente difícil, primero porque no
soy crítica de arte y segundo porque
media entre nosotros una antigua
amistad, lo que de hecho influye en
mi apreciación. Sin embargo en aras
de la celebración de la poesía me
arriesgo a intentar en alta voz algunas
sugerencias.
Estos días he revisado nuevamente el
ejercicio poético de nuestro autor a través de algunas de las obras más
significativas de él, me refiero por cierto a “Celebración del Universo”, nacido
en 1976, donde José Luis se identifica hermosa e intensamente con el rico
universo aymara y compartimos el acierto de Antonio Cornejo cundo dice:
“Celebración del Universo es un admirable esfuerzo por rescatar a la poesía de
su cepo individualista, como portadora de simples subjetividades y por
integrarla protagónicamente al curso histórico y social de la cultura”.
Asimismo he releído “Canto Sideral” editado en 1984, texto que constituye un
bello y lúdico cántico de amor al Apu Qollana Auki, creador del Universo
Andino Aymara. También he regresado a Pacha Mama, parido en 1986, donde
la poesía de nuestro amigo, al decir de Antonio Melis, tiende a configurarse
como un ayllu de la palabra, de la infancia añorada asume los rasgos míticos de
una niñez de la humanidad y en donde la invocación al Apu Qollana Auki
coexiste en estos versos con la invectiva contra los asesinos de ayer y hoy. En el
registro de esta poesía, afirmó Romualdo, se escuchan las zampoñas rompiendo
la conjura del silencio, desde el mundo de abajo, abriendo el horizonte de un
socialismo agrario y solar, capaz de devolverles a los humanos su condición de
seres superiores a la zoología occidental que los redujo a harapos. La poesía de
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Los tres libros que hoy festejamos fueron escritos en París. Acto de Fe que trae
un elogioso prólogo de Américo Ferrari, fue creado pues cuando Ayala radicara
en la ciudad francesa.
Esta obra la hemos platicado con el poeta y crítico Juan Góngora Mosquera y
hemos coincidido en varias reflexiones, por ejemplo que Acto de Fe nos parece
la expresión auténtica de un cierto desarraigo existencial. Nos parece que este
libro se estructura en una lucha por buscar la expresión justa para dar cuenta de
una tensión esencial del poeta: aquel que se funda en su entorno vivencial
cosmopolita frente a una identidad menoscabada en donde no se puede
justipreciar ser un “ciudadano del mundo”. Esto lo intuye el escritor a lo largo
de todo el libro. La evidencia de esta contradicción, indisoluble a nivel de la
configuración poética, puede notarse curiosamente en la contrastación del
poema que abre el libro “Volver a la palabra” y el que cierra el libro “Un
hombre mirando al infinito”. Dentro de la obra de Ayala Acto de Fe resulta un
libro de transición. Es la búsqueda de una dimensión ontológica que redescubra
y dé cauce a un sustrato cultural e ideológico cuyas columnas han sido
agrietadas y que establece la necesidad de poetizar la circunstancia, el camino
accidentado más que un punto de llegada. Este tránsito que se quiere poetizar es
indudablemente una identidad que no puede expresarse desde un contexto
externo a ella, porque no es una condición estática sino plagada de conflictos y
nuevas estructuraciones, de ahí que el poeta se “atasca y desolla” en París 1972-
1973. En ese sentido, no es la palabra ni el lenguaje lo que motiva al poeta, sino
la creación de una poética que vaya estableciendo vínculos entre la expresión
como forma material del pensamiento y su realidad sociocultural en continua
efervescencia. No por azar –acaso- que Ayala recurra posteriormente a escribir
en lengua natal para dar cuenta de esta tensión esencial que constituye el centro
de su trabajo poético. José Luis conservó durante dieciséis años los originales de
Acto de Fe, pudo desistir de ellos pero persistió y al final se cristaliza aquella
tarea.
ACTO DE FE fue escrito en plena soledad de un hombre que no pudo aceptar
una sociedad deshumanizada, un mundo en el que el sistema convierte al
hombre en una pieza, un émbolo, una pieza metálica de carne y hueso.
ACTO DE FE es un libro que ha permitido que Ayala depure su lenguaje, su
estilo, después volverá al Perú y escribirá en Aymara.
ACTO DE FE es una forma de asediar a sus propios fantasmas, a los lugares que
sólo está él y sus signos, es un libro denso, no porque hayan pocos poemas, se
trata más bien de un ejercicio que permitirá que Ayala descubra que la poesía
es una visión del mundo y una forma de reivindicar al hombre desheredado.
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INFANCIA
- Nací en el seno de una familia de la clase media provinciana, mi padre nació
en Huancané y mi madre en Moho. Mi abuelo paterno Casimiro Ayala Ticona
era propietario de un pedazo de terreno de donde provenían las subsistencias
para la familia. Mi abuelo Manuel T. Olazábal en cambio, poseía más terrenos
de modo que mi madre tuvo una infancia con comodidades. Mi abuelo Casimiro
Ayala contaba algunos rasgos de la biografía de su bisabuelo Juan Basilio
Catacora Heredia. Mi abuelo Manuel Olazábal narraba la historia de la Guerra
con Chile y cómo fue su padre Félix Olazábal Romero, quien juntamente con
Antonio Riveros formó un batallón con ciudadanos de Cojata, Inchupalla y
Huancané y se fueron a la guerra. Mi bisabuelo Félix Olazábal murió con el
grado de Coronel. Todos esos relatos formaron mi conciencia histórica y a la vez
una responsabilidad ineludible para registrar esos hechos. Fuimos once
hermanos, como la familia de Vallejo. Mi padre vendió todos los bienes
heredados por mi madre hasta la casa en que vivíamos en Huancané, construida
por mi abuelo, a precios viles. Poco a poco nos empobrecimos y más aún en la
medida en que todos crecíamos y había más necesidades humanas que cubrir.
Hasta que salimos de Huancané y nos fuimos a vivir a Puno donde había
colegios y posibilidades de adquirir algún oficio.
Convencí a mi padre que saliéramos de Huancané porque íbamos a convertirnos
todos en pequeños agricultores. El caso es que yo tuve una infancia dolorosa y
fui un niño castigado con crueldad. Mi padre, desde que tuve uso de razón hasta
más o menos los doce a trece años, me castigó con fiereza extrema. Varias veces
me dejó al borde de la muerte debido a su carácter iracundo y colérico, era un
aprista irracional. Pero no soy un escritor resentido ni amargado. Me hizo
realmente bien leer detenidamente a Sigmund Freud, Yung yJacques Lacan.
PAPEL DE LA FAMILIA
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- Todos somos hijos de nuestras familias, tenemos como herencia sus miserias y
grandezas. Debido a la equivocada y nefasta militancia de mi padre, el
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comandante del B.I. 21 de Huancané, Mauro Valencia, ordenó que lo capturaran
como a varios comunistas y apristas. Lo llevaron para encerrarlo en las
mazmorras del cuartel. Una vez libre después de varios meses, tuvo que ir a
trabajar a las haciendas de la familia Irigoyen, a Trapiche. Después a las de
Manuel E. Cordero y me llevó para que no me insultaran más los niños mestizos
de Huancané. Así es como a los ocho años conocí las haciendas por dentro, a los
pongos, muleros, rodeantes y pastores expoliados, convertidos en seres
subhumanos. Pero de adulto me tocó ser testigo de la entrega de tierras a sus
verdaderos dueños; trabajé en el Tribunal Agrario durante 20 años, de modo que
de alguna manera participé en la Reforma Agraria durante el gobierno del
General Juan Velasco Alvarado. No tuve suerte entre los maestros de la
primaria, todos fueron aficionados sin título profesional, de modo que no adquirí
una sólida formación, pero después hice un esfuerzo para recuperar el tiempo
perdido y ello tuvo que ver en gran modo con mis lecturas de libros para
consolidar mi vocación literaria.
INICIOS DE ESCRITOR
- Los inicios y desarrollo de mi vocación literaria se dieron contra todas las
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Hombre.
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En cuanto a pintura, creo que conozco lo mejor de la pintura, no porque haya
leído sino porque trabajé con Alberto Guzmán en París, después con Wilfredo
Lam. He visitado los más importantes museos de Europa y naturalmente he visto
de cerca las pinturas que se exhiben en museos de Moscú, Berlín, París, Madrid,
Barcelona, Frankfurt. También en México, Caracas y Medellín. Por eso hago
collages para ilustrar mis textos literarios y portadas de mis libros. Voy al cine
de vez en cuando y los último que he visto es La vida de los demás, por eso sé
que mi teléfono está intervenido, pero no me importa.
MEJOR LIBRO
- Se llama Cábala para inmigrantes. Es un libro que no ha sido debidamente
valorado por la crítica literaria.
CRÍTICOS EN EL PERÚ
- Yo no tengo quejas personales porque he sido tratado con cierta generosidad.
Pero en general la crítica literaria no tiene un gran desarrollo debido a la falta de
formación en las Universidades. Los diarios y revistas cada vez reducen los
espacios para la crítica porque no significan un rédito para ellos, salvo el Diario
La Primera.
VIAJES Y TRANSFORMACIÓN
- Cada viaje deja una experiencia maravillosa, por lo general cada uno de
ellos suscita, incita a escribir un libro o un conjunto de poemas. Lo importante
es que la subconciencia registra hechos, sensaciones, emociones y sobre todo
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necesario expresarlo, escribir, sino es así es traicionarse a un mismo. Viajando y
leyendo se aprende mucho.
SER UN YATIRI
- Ahora ya no es tan complejo serlo, antes había una especie de censura,
incredulidad y agresión. En la medida que los yatiris bolivianos y puneños
copan las ferias para adivinar la suerte en coca, las personas son tolerantes.
Cuando empecé a hacer pagos a la pachamama (a la madre-tierra) y a adivinar
la suerte a través de la coca, la gente no creía y no faltaron quienes se burlaban.
Por eso escribí el libro en referencia a los yatiris. Es un texto que se ha agotado
en menos de un mes. Voy a realizar una segunda edición lo antes posible. Hay
personas que me llaman para que les haga un pago y muchas me invitan a sus
casas para que les lea la suerte.
- Pablo Macera dijo una vez: “José Luis Ayala es sobre todo un yatiri urbano.
Representa a los adivinos aymaras en coca en la ciudad, pero además es un
escritor culto y por eso puede escribir en todos los géneros. Los yatiris entre los
aymaras son sabios”.
- La primera persona que me alentó para que no dejara de ser un yatiri fue
efectivamente Pablo Macera. Tuvimos una larga conversación después que hice
un pago en el local donde trabaja. Me hizo varias preguntas en torno al Perú y
después sé que decidió llamar a alto misayojs del Cusco como a los yatiris más
ancianos de Puno. Esa sesión debió ser maravillosa.
- Desireé Lieven fue muy amiga de César Vallejo, Alejo Carpentier, Gonzalo
More, Elva Huara, José Macedo Mendoza, etc. En fin, de muchos escritores
latinoamericanos revolucionarios y franceses marxistas. Cuando viajé a París
llevé una carta de recomendación de Ernesto More, de modo que me convertí en
un hijo protegido de Desireé. Todos los sábados asistía a comer lo que no había
comido en la semana; en su casa se producían grandes conversaciones en torno a
lo que sucedía en la cultura, en política en Europa y Latinoamérica. Ahí conocí a
muchos escritores peruanos y de otros países.
ciencias sociales, pero sobre todo la nueva realidad social, las inmigraciones,
han hecho que sea incorporado a una audiencia mayor. Jamás imaginé que se
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tomarían en cuenta mis trabajos. Una prueba reciente es el hecho de que la Casa
de la Literatura Peruana, haya considerado poner mi retrato y textos, esa es una
prueba de reconocimiento no sólo a mí sino a la cultura aymara peruana.
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