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SALUD Y ENFERMEDAD EN FRITZ PERLS

El objetivo de cualquier terapeuta (independientemente de su


filosofía o escuela) es la salud de su paciente. Más alla del
diagnóstico o pronóstico, la idea de enfermedad implica la estructura
o proceso terapéutico para llegar a la salud.

Es preciso, en primer lugar, establecer qué es salud y qué es


enfermedad.

Para la OMS, la salud “no es la ausencia de enfermedad o de


dolencia, sino un estado completo de bienestar físico, mental y
social”. Es decir, el estado de salud es algo diferente a la simple
ausencia de enfermedad.

A diferencia de la idea de salud heredada del pasado (que se


fundamentaba en la falta o ausencia de enfermedad), actualmente
asociamos salud con el desarrollo de las potencialidades. Perls
afirmaba, en este sentido: “la terapia es demasiado beneficiosa para
reducirla a los neuróticos”. Y también Reich habló de la “plaga
emocional” o de la “neurosis colectiva”, un modo de desindividualizar
la enfermedad mental y convertirla en algo que nos afecta a todos,
de manera que estamos más o menos cerca de los dos polos –salud y
enfermedad- en el continuum de nuestra vida.

Erich Fromm incluye en esta idea de salud “la capacidad de


amar y crear” y la asocia con:

• la “liberación de los vínculos incestuosos con el clan” (lo


que equivaldría al vínculo patológico del origen, el
“pecado” original o hereditario, lastre que debe ser
soltado), y que refuerza la idea gestáltica del “aquí y
ahora”, puesto que la fijación en el pasado es nociva.

• “el sentimiento de identidad basado en el sentimiento de


si mismo como sujeto y agente de las propias
necesidades”, lo que se puede relacionar con el “ser
responsable de las propias acciones” que propugna la
terapia gestalt.

• “la captación de la realidad interior y exterior” o, en otras


palabras, la idea de unidad esencial de lo psicosomático,
y la eliminación cualquier distinción entre lo individual y
lo social, así como el rechazo a cualquier división entre
cuerpo y alma. Somos un todo. Y nuestra salud individual
está directamente relacionada con el entorno, del mismo
modo que una enfermedad individual puede alterar el
entorno ecológico.

Si, por otra parte, acudimos a los fundamentos judeo-cristianos


de nuestro contexto religioso occidental también definimos la
salud como “el estado de gracia del alma”.

Josep Antoni Garcia 1


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Este estado de gracia no es un estado pasivo, un don


procedente del más allá sobre el cual uno no tiene ningún
control. Al contrario, supone un proceso de “conversión” o
proceso de transformación personal activo, voluntario,
receptivo. Supone una actitud de espera pero en vigilia. Como
las “vírgenes” sabias o discretas de la parábola de Jesucristo
que alimentaban su lámpara de aceite para estar preparadas
ante la llegada del novio.

Como este estar “despierto” implica estar preparado para


recibir al invitado, también se supone que uno prepara la casa,
se arregla con sus mejores galas, cocina y hace cualquier otra
cosa para que su invitado se sienta bien recibido. Del mismo
modo, una persona en proceso de transformación personal, en
proceso terapéutico, no se olvida del mundo, ni de su
interacción con lo que le rodea, sino que integra todo como
parte de su vida.

También la palabra “Gracia” se asocia etimológicamente


con la gratitud, la conciencia de que uno ha recibido gratis
(aunque haya pagado, lo que recibe es tan inmenso que vale
mucho más que lo que haya podido invertir), abrir de par en par
el corazón y dejar de escuchar al yo quejoso o envidioso,
siempre insatisfecho. Para “agradecer” de veras es preciso
soltar, sin miedo a perder, desoyendo la vergüenza o
atreviéndose a experimentar la emoción que supone dar las
gracias a alguien o a algo. También es necesario, para
agradecer de manera auténtica, desnudar la gratitud de
cualquier atisbo de sentimiento de deuda o obligación. Uno
agradece porque lo siente, y sólo cuando esa gratitud procede
de un corazón puro es curativa.

Desde el punto de vista gestáltico, enfocar las cosas de


este modo equivale a “hacerse amigo de las resistencias” para,
paradójicamente, trabajar con ellas terapéuticamente. Cuando
alguien se opone a algo, es ese oponerse lo que hace que ese
algo sea más fuerte. Cuando uno se opone a algo que le está
ocurriendo se está enfrentando con una actitud soberbia a la
vida, porque más o menos conscientemente está diciendo “yo
sé más que la vida”, y en ese momento se genera el malestar.

Es cuando dejamos de luchar que nuestro enemigo


(interior o exterior) se desvanece o pierde potencia. Sostener la
angustia del vacío, poderse mantener en el ser en ninguna
cosa, soltar la identidad conocida y soportar la desintegración
del yo… eso es lo que Perls llamaba “nothingness” o
“nadiedad”, “cualidad de la nada”, “capacidad de ser nada”.

Perls incide en tres aspectos fundamentales como


criterios de salud:

2 Josep Antoni Garcia


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1. la capacidad de ser “sustantivamente” y no


“adjetivamente”.

2. Un ritmo de contacto-retirada pleno, fluido y


adecuado a la necesidad dominante del individuo-
en-contacto-con-su entorno.

3. Transitar del heteroapoyo o apoyo externo, al


autoapoyo.

1. Para Perls, la neurosis es una estrategia de evitación


del dolor psíquico que lo transforma, paradójicamente, en
sufrimiento crónico.

Uno enferma cuando piensa o decide “esto no lo


pensaré”, “esto no lo sentiré”, “esto no lo haré” porque
produce dolor o desagrado, “así no soy yo”… o lo
contrario, “pensaré así”, “sentiré así”, “haré esto”, “eso
soy yo”. Esta manera de pensar produce una escisión
entre el ser en sí (lo sustantivo) y el ser impuesto (lo
adjetivo).

Si nos imponemos un “ser de determinada forma” nos


condenamos a tener un carácter con el que identificamos
nuestro ser, rechazando las partes de nosotros mismos
que no cuadran en ese modelo, un modelo basado en
introyectos y proyecciones de las figuras parentales y
sociales de referencia. Si actuamos así, nos convertimos
en seres incompletos, y siempre insatisfechos, añorando
nuestra completud.

¿Qué implicaría, entonces, el estado saludable?


Incorporar en nosotros la idea de “la nada” o el
“nothingness” anteriormente mencionado. Si aceptamos
y penetramos esa nada, el vacío se llena de sentido, de
realidad. Es un proceso, un transcurso, ausencia de
cosas, pero conciencia o “darse cuenta” de que no hay
nada… es decir “darse cuenta” de algo, en definitiva.
Reinventarnos, vaciarnos de contenido para adquirir
nuevas formas y contenidos, más maleables, móviles y
adaptativos ante la realidad siempre cambiante.

Si nos atrevemos a ser también aquello que hemos


rechazado de nosotros mismos, nos auto-actualizamos. Y
frente a cualquier nueva situación actuaremos libres de
automatismos o condicionantes, más allá de los patrones
viejos y crónicos. Porque cuando activamos esos
automatismos, esa programación de nuestro carácter,
perdemos nuestra capacidad de “darnos cuenta”, de
“estar realmente atentos”, “conscientes”, de “estar ahí”.
Y como sucedió con las vírgenes necias de la parábola,

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cuando llegue el novio nos hallará dormid@s, con todas


las consecuencias… perderse la boda y todo el gozo del
disfrute, que no es poco…

Dejar de vivir el presente, actuando como un robot que


responde programado ante cada nueva situación, implica
renunciar a nuestro corazón y nuestro cuerpo, y conlleva
cargar nuestra mochila de asuntos o gestalts inconclusas.
Quizás sea bueno aprender a vivir más ligeros de
equipaje, revisando ese contenido y descargando lo
accesorio u obsoleto.

2. La adquisición de un ritmo de contacto-retirada con el


entorno pleno, fluido y adecuado a la necesidad
dominante del individuo-en-contacto-con-su-entorno, es el
segundo criterio de salud enunciado por Perls.

Un neurótico se caracteriza por no efectuar un verdadero


contacto ni una verdadera retirada. “No puede
concentrarse” y en su proceso terapéutico primero tiene
que:

• “aprender a distinguir entre las miles de


necesidades y como atenderlas sucesivamente”,

• “Descubrir e identificarse con sus necesidades”

• “aprender como comprometerse completamente


con lo que está haciendo y en todo momento”

• “completar una gestalt” quedándose el tiempo


necesario y luego “retirarse” a tiempo para seguir
con otros asuntos.

De ese modo, el neurótico podrá decidir por si mismo


cuándo participar y cuando retirarse, estará orientado y
podrá utilizar su libertad de elección, porque habrá
recuperado su capacidad de ver las opciones que tiene
por delante.

Esta manera de proceder es importante y necesaria


porque la interacción del individuo con su entorno es
siempre cambiante, por lo cual no valen las actitudes
rígidas ni las conductas programadas o prefijadas.

Es decir, “o estamos o nos está (el automatismo)”; “o


somos, o nos es”.

Hay que reconocer que todo esto es difícil, el


automatismo es seductor, nos ofrece una “seguridad”
aparente, la tranquilidad de lo conocido, nos ofrece el

4 Josep Antoni Garcia


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“descanso de ser”. Pero si se trata de sobrevivir, y no de


“malvivir”, es necesario estar abiertos al cambio
constante, ser capaces de alterar nuestras propias
técnicas aprendidas de manipulación e interacción.

Perls opone en dos polos la figura del neurótico


(adaptativo en exceso e irresponsable por delegar en lo
social lo que le corresponde a él/ella mismo/a) y la del
criminal ( inadaptado, que se atribuye las funciones que
corresponden a la sociedad). En el término medio estaría
la persona bien integrada, capaz de vivir en contacto
significativo con la sociedad pero, al mismo tiempo, saber
retirarse a tiempo y evitar ser tragada completamente.

3. En tercer lugar está el tránsito del heteroapoyo al


autoapoyo. En terapia el objetivo es la autonomía
progresiva del paciente, que este aprenda a caminar
sobre sus propios pies, y solicite algo del entorno solo
cuando la relación de interdependencia lo requiera.

El autoapoyo no excluye al otro, no es sentirse o creerse


independiente o autosuficiente, sino hacer lo que a uno le
toca sin caer en la vanidad o la soberbia, ser responsable
de sus propios actos. Cuando alguien consigue un
autoapoyo auténtico puede dar limpiamente a los demás
sin caer en un estado de “ego inflamado” o
“autotorturado”. Una persona responsable y autoapoyada
entiende que “Sólo existo verdaderamente si existes tú”.

En este punto es adecuado oponer la necesidad de


autoapoyo con el carácter, o la estructura fija, repetitiva
y crónica con la que nos identificamos. Éste no es más
que “el conjunto organizado de los medios de
manipulación que hemos aprendido para obtener apoyo
actualmente innecesario”. Este carácter o estructura
enfermiza se opondría al autoapoyo, que no es más que la
maduración o destino final, que implica aceptar que el
apoyo ambiental disminuya, que seamos más tolerantes
frente a la frustración y que, finalmente, nuestros roles
infantiles y adultos, se desmoronen.

Estos tres aspectos o criterios de salud enunciados por Fritz


Perls se podrían resumir como “una disolución del ego” o como
“un nacimiento de una yoicidad diferente”.

Como diría Perls acerca del final del proceso terapéutico:

“El tratamiento ha concluido cuando el paciente ha logrado


estos requisitos básicos:

- cambio de perspectiva,

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- una técnica adecuada de expresión y manipulación


(entendida ahora como la capacidad de operar sobre el
entorno)

- la posibilidad de extender su capacidad de darse cuenta a


un nivel no verbal.

Es entonces cuando ha alcanzado el estado de integración que


facilita su propio desarrollo, y puede ahora ser dejado a salvo
consigo mismo… (…) En lugar de obtener su orientación de su
deseo de ser aceptado y de su miedo a ser rechazado, ahora es
él quien está aceptando y rechazando…”

Por tanto, seré un individuo sano si:

 Me atrevo a vivir sin lo que pensaba que era imprescindible,


sin el apoyo o la aceptación ajena.

 Me atrevo a sobrevivir a lo terrible de que me digan que no,


o a que no me quieran.

 Me atrevo a vivir sin máscaras.

 Me atrevo a concluir que soy algo más o algo menos, o en


todo caso diferente, de lo que creía ser.

 Me atrevo a vivir sin pautas establecidas, sin patrones fijos,


sin programaciones, sin conductas predeterminadas. Me
atrevo a recibir las cosas que vienen a mi como una
oportunidad de aprender y responder según mis necesidades
reales de ese momento.

 Me atrevo a no “engancharme” a ninguna perspectiva en


particular, sin descartar completamente y al mismo tiempo
ninguna de ellas

 Me atrevo a enfrentarme al dolor de la pérdida, de la


vergüenza, de mi pequeñez.

 Me atrevo a vivir el agradecimiento a la Gracia, y a


reconocer y recordar lo que he dado verdaderamente a
otros.

 Me atrevo a transitar el vacío fértil, mi particular desierto, mi


“no ser sustancial”, mi “amorosidad difícilmente definible”.

… claro, entre muchas otras cosas… por lo que,


necesariamente, el proceso terapéutico se intuye como un
proceso de vida, un aprendizaje… la vida misma como camino
de crecimiento.
Resumen-comentario del artículo “REFLEXIONES TEÓRICAS:

6 Josep Antoni Garcia


SALUD Y ENFERMEDAD EN FRITZ PERLS

SALUD Y ENFERMEDAD EN FRITZ PERLS”, de Albert Rams.

Josep Antoni Garcia 7

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