Vous êtes sur la page 1sur 2

La Moneda chilena

En todo el mundo la moneda representa cierto poder . En Chile, este simbolismo


alcanza el límite. Veamos
En el siglo XVIII se construye un palacio para acuñar dinero, conocido hasta hoy
como Palacio de La Moneda. Con el tiempo, pasó a ser sede del poder político. Hasta
mediados del siglo XX, los gobernantes ejercían allí sus funciones y también residían en
él.
En su estado actual, este palacio no es 100% original, sino que es una
“reconstrucción”, ya que durante el golpe de estado de 1973 fue bombardeado. Más
adelante, sufrió reformas para mejor representar al nuevo poder entronizado. Fueron
suprimidos lugares simbólicos, especialmente relacionados con el derrocado Salvador
Allende.
COMPARTIR
NO
El dinero chileno también sufrió cambios. Se volvió desde el “escudo”, que duró
una década, al “peso”, vigente hasta hoy.

ES
El metal acuñado en tiempos de Pinochet presenta dos ejemplares notables: las
monedas de 5 y 10 pesos. Estas muestran un ángel, con los brazos abiertos, ostentando

NEGOCIAR
unas cadenas rotas, bajo la leyenda “libertad”, y la fecha de la emancipación: 11-IX-
1973.

Estas pasaron a ser un símbolo poderosísimo. De hecho, una costumbre “rebelde”


de aquella época, que practicamos con entusiasmo, consistía en marcar con un objeto
punzante dicha moneda, para unir los eslabones.
En 1990, cuando vuelve la democracia, La Moneda se ocupa de manera tímida,
conservándose las reformas arquitectónicas, con sus pasillos secretos y sus
fortificaciones.
Con las monedas también hubo timidez. Estas no han sido sacadas de circulación
aún hoy. Se las ha reemplazado paulatinamente por otras con otro diseño. Las anteriores
siguen vigentes, recordando la permanencia de un poder supuestamente pasado.
Muchos de nosotros, en nuestra niñez, caímos en la tentación de la numismática.
Pocos son perseveraron hasta adultos con ese intento. Soy uno de esos, con una pequeña
diferencia: sólo colecciono monedas de diez y cinco pesos de la dictadura. Estas van a dar
a un tarro de cerveza. A veces las cuento y las ordeno, observando pequeñas diferencias
que haya entre ellas: año de acuñación, efectos del uso. Muchas están ennegrecidas, otras
gastadas, algunas perforadas como para usarlas de medalla. Las que tienen algún maltrato

COMPARTIR
son las que más me interesan.
Un detalle: no ha llegado a mis manos ninguna de aquellas monedas que, con

NO
tanto entusiasmo arañábamos para unir las cadenas rotas del ángel. Esa es la medida del
efecto de nuestra rebelión contra el poder que acuñó esos dineros.

ES
Pablo Padilla Rubio

NEGOCIAR

Vous aimerez peut-être aussi