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Poder Judicial de la Nación

“Año del Bicentenario”

Libre n° 552.359.- “M.


“M., A. M. C/ C. DIVORCIO”.- JUZGADO N°
C., E. L. S/ DIVORCIO”.-
25.-Expediente n° 100.582/2005.-
25.- 100.582/2005.-

En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Capital de la República


Argentina, a los 28
días del mes de junio de dos mil diez, reunidos en acuerdo
los Señores Jueces de la Sala “G” de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo
Civil, para conocer en el recurso de apelación interpuesto en los autos
caratulados: “M.
“M., A. M. C/ C.,
C., E. L. S/ DIVORCIO”,
DIVORCIO” respecto de la sentencia
de fs. 273/77 vta., el Tribunal estableció la siguiente cuestión a resolver:

¿ES JUSTA LA SENTENCIA APELADA?


Practicado el sorteo resultó que la votación debía realizarse en el
siguiente orden: Señores Jueces de Cámara Doctores: CARLOS ALFREDO
BELLUCCI- CARLOS A. CARRANZA CASARES- BEATRIZ A. AREÁN.-

A la cuestión planteada el Señor Juez de Cámara Doctor Bellucci


dijo:
I.-
I.- La sentencia dictada a fs. 273/77 vta., por entender acreditadas
las injurias graves del marido propinadas a su consorte, rechazó la
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reconvención de aquél y admitió la “reconventio reconventionis” formulada por


ésta, decretando el divorcio de los esposos “M.-C.” por culpa exclusiva de este
último, con costas a su cargo.-
Estableció la disolución de la sociedad conyugal habida entre
ambos, y reguló honorarios en favor de los Sres. profesionales que dieron
asistencia en la lid.-
Fijó el plazo en que aquéllos les debían ser honrados.-
II.-
II.- Rezonga el demandado reconviniente porque argumenta que el
Sr. juez de mérito soslayó el resultado de la experticia psicológica realizada a la
accionante, de la que se desprende la existencia de una neurosis mixta, mientras
que a su respecto, esa prueba concluyó que el desconforme no presentó rasgos
psicopatológicos.- No se atendió al admitido abandono del hogar por parte de su
esposa dejándolo solo con los hijos, ni se tuvieron en cuenta las pruebas
testificales que, concluye, meritadas en forma amplia, dan sustento a la
demostración de las injurias que le enrostrara a su consorte (“vide” pieza de fs.
319/21 que trasladada a fs. 321 vta., mereció repulsa de su comblueza, a fs.
322/23 vta.).-
El Sr. Fiscal General ante este colegiado opinó de modo
concurrente con el fallo (ver su dictamen que corre a fs. 326/28 vta.).-
III.-
III.- Daré respuesta a los dardos críticos lanzados contra el
“dictum”.-
Contrariamente a lo sostenido en el soflama recursivo, cabe
advertir que el distinguido magistrado de grado no soslayó el peritaje rendido a
fs. 237/39; muy por el contrario, lo sopesó y adquirió certeza moral a propósito
que él no daba sostén al hecho en que fundó la causal subjetiva el apelante.- En
otros términos, su ausencia de psicopatía no le resta puntos a su confesada
“celopatía” (... reconozco que fui muy absorbente con el tema de los celos, muy
celoso... text. de fs. 238) (arts. 386, 477 y cc. del rito).-
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Tengo para mí que tal desmesura en los celos -según confesó al


experto el recurrente- constituyó en la pareja una unión fragmentaria que se
sostuvo en un equilibrio precario, de no reciprocidad y no entendimiento que se
dio no sólo en los últimos años, sino que persistió con la cualificación de
habitualidad.-
Estos elementos anómalos de la pareja en cuestión, fueron
sobrellevados durante años, y tal situación, redundó en la sintomatología de
ansiedad y depresión que advirtió el perito en la persona y psique de la esposa.-
Pero debo manifestar que ante tal cuadro, y lo que se desprende del
análisis de conjunto que hago de las testificales rendidas a fs. 83 (C.), M. (fs.
85/vta.); P. (fs. 87 vta.); G. (fs. 89); S. (fs. 93 repregunta 4), R. (fs. 96, respuesta
a la segunda pregunta), esa “celopatía” referida bien pudo causar en la esposa
esa neurosis mixta (ansiedad y depresión).- Al menos, no hay prueba alguna que
desmerezca tal afirmado (arts. 163, 386, 477, 456 y cc. de la ley de forma).-
Dedúcese de lo afirmado sobre el plexo probatorio bajo lupa de
análisis, que sin llegar a la violencia física, existió otra forma de ella consistente
en la presura psicológica que resulta más imperceptible, pero no por ello, no
demostrada en este retazo de verdad ya histórica.-
Tal como lo decidió la sala en el precedente registrado como fallo
n° 113.067, en el ejemplar de L.L. del 17 de diciembre de 2007, págs. 10/11, con
data del 14 de julio de 2007, el maltrato psicológico no sólo se da cuando se
desmerecen los logros de la esposa, antes bien, como aquí quedo demostrado, se
la controla con celos enfermizos o habituales que la degradan y le provocan una
suerte de “maltrato psicológico”.-
Ello atenta contra la consideración, confianza y el decoro que es
menester tener en las relaciones del matrimonio.- Y el quejoso no ha desmentido
esa particular personalidad celosa hacia su esposa, sin que medie aseveración
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alguna de infidelidad, y sin que exista prueba alguna acerca de que aquélla
diera lugar a tal rasgo negativo de la personalidad del esposo, generalmente
producto de la propia inseguridad de sí mismo.-
He sostenido antes de ahora (conf. mi voto en libre n° 375.552,
fechado el 20 de junio de 2006), que la causal de injurias ha pasado a tener un
contenido que podríamos denominar “residual”; es decir, continente de todo
incumplimiento de los deberes matrimoniales que pueda calificarse de grave,
pero que no encuadre en ninguna de las restantes causales que enumera el
artículo 202 del Código Civil.-
Dicho con mayor rigurosidad, comprende todo hecho o expresión,
verbal, escrita o gestual que importa una afrenta para el otro cónyuge y le
hieran en sus susceptibilidades.- Su gravedad ha de apreciarse teniendo en
cuenta -como lo ha hecho el justo Juez de mérito- la educación, posición social y
la entereza de los esposos, de tal suerte que -como en la especie- la conducta
reiterada de celar sin motivo, por su entidad y cronicidad, evidenciaron la
imposibilidad de la continuidad de la vida en común.- Tal, lo que en substancia
adocenó el experto a fs. 238 vta./239.-
Desde otro ángulo que ofrecen las “cuitas” espetadas, no mucho
cacumen hace falta tener para darse cuenta que en la situación de permanente
celosía, la dejación del hogar por parte de la esposa, sólo comportó el primer
elemento constitutivo de la imputación que le hiciera su marido, pero en modo
alguno, la segunda: es decir la intención deliberada de desatender sus deberes
conyugales; antes bien, preservarse en su salud psíquica ya bastante
deteriorada.-
En tal sentido, debo recordar que contrariamente a lo que sostiene
el apelante en su exhortación revisora, al cónyuge que funda su pretensión en el
abandono del otro le incumbe probar el hecho material del alejamiento, y
gravita sobre la esposa que se retiró, la alegación y prueba de las razones que
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legitimaron su decisión.- Así, la permanente “custodia e inquisición”


configurativa de la “celopatía”, que quedó acreditada suficientemente con las
testificales avaladas por la pericial del “metier” que valoré, y la incidencia
menosacabante agravada que ello implicó en la actora, es razón suficiente que
enerva la existencia de la mentada causal (esta sala en L.L., al to.1998-B-129,
fallo n° 96.778; ídem en L.L. al to. 1998-C-723, entre tantísimos otros
concordantes).-
A la par que la testifical meritada “supra”, la evaluación
psicológica a la actora (fs. 174) adocena que su discurso es emocional, verosímil
y no simulado, lo que permite dar crédito a los hechos apuntados al contestar la
contrademanda y demandar a su vez.-
El agravio vertido a fs. 321 acápite 4., frente a las evaluaciones y
consideraciones que preceden, en cotejo con el bien fundado epiquerema de
grado, aparecen decididamente acidiosas, y como tales, inanes a los fines
pretendidos.-
En concordancia con la fundada opinión del Ministerio Fiscal de
alzada, voto convencido y complacido por la afirmativa como respuesta al
interrogante copete de este cónclave.-
Invito a confirmar el correcto y justo silogismo de grado, respecto
del cual las saetas críticas lanzadas en su contra, no encuentran hendija alguna
por donde penetrarlo.-
Propugno imponerle costas en esta instancia al recurrente devinto
en su intentona revisora (arts. 68 y cc. de la ley de forma).-
Tal es mi concreta ponencia.-
Los Señores Jueces de Cámara Doctores Carlos A. Carranza
Casares y Beatriz A. Areán votaron en igual sentido por análogas razones a las
expresadas en su voto por el Doctor Bellucci.- Con lo que terminó el acto.-
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CARLOS ALFREDO BELLUCCI-


BELLUCCI- CARLOS A. CARRANZA CASARES-
CASARES-
BEATRIZ A. AREÁN.-
AREÁN.-
Es copia fiel de su original que obra a fs.
del Libro de Acuerdos de la sala “G” de la Cámara Nacional de
Apelaciones en lo Civil.- Conste.-

Buenos Aires,
de junio de 2010.-
Y VISTOS:
Por lo que resulta de la votación de que instruye el Acuerdo que
antecede, de consuno con la fundada opinión del Sr. Fiscal General, SE
RESUELVE:
RESUELVE: I.-
I.- Confirmar la sentencia de mérito en todo cuanto decidió y ha
sido motivo de no atendidas quejas, con costas de alzada a cargo del apelante.-
II.-
II.- En atención a la calidad, extensión y mérito de la labor profesional
desarrollada, etapas cumplidas y resultado obtenido y lo que disponen los
arts. 6, 7, 14, 19, 37, 38 y conc. de la ley 21839 y la ley 24432, se elevan los
honorarios del letrado patrocinante de la parte actora, DR. PEDRO OSVALDO
BARRAZA a la suma de PESOS SEIS MIL ($ 6.000) y se confirman, por haber
sido recurridos sólo por “altos”, los del letrado apoderado de la parte
demandada DR. ALBERTO SPOTA.- Por los trabajos de alzada se fija la
retribución del DR. PEDRO OSVALDO BARRAZA en la suma de PESOS UN
MIL QUINIENTOS ($ 1.500) y los del DR. ALBERTO SPOTA en la suma de
PESOS OCHOCIENTOS ($ 800).- En atención a la calidad, naturaleza y
mérito de la labor pericial desarrollada en autos; a lo normado por los arts.
10, 13 y conc. de la ley 24.432 y a la adecuada proporción que deben guardar
las retribuciones de los expertos con las de los letrados intervinientes (ED.,
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6-614; ED. 94-632; entre otros) se confirman por ajustados a derecho los
emolumentos regulados al perito médico NICOLÁS GACCETA.- III.-
III.- Se deja
constancia que la presente sentencia se encuentra sujeta a lo establecido por el
artículo 164, segundo párrafo del Código Procesal.- Notifíquese, y al Ministerio
Fiscal en su Público Despacho; regístrese y devuélvase.-

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