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ABRAZO FAMILIAR

Si hay algo que caracteriza a nuestra sociedad es la dificultad con que se muestran
los afectos. Eso, muchas veces nos influye en nuestro ámbito familiar. Los abrazos en
familia son un momento muy especial y divertido que debe recorrer a cada miembro que
la integra, tocando así cada corazón.

Un abrazo colectivo es ideal para reírnos, para tocarnos, para decirnos lo guapos
que estamos, lo bien que olemos o lo que nos queremos. Hay abrazos para todas las
ocasiones, siempre es un buen momento para hacerlo.

Especialmente recomendables son los abrazos en familia cuando alguno de los


componentes está decaído, ha pasado algún mal rato, o incluso para superar los enfados o
las rabietas, para pedirnos perdón por algo que hemos hecho mal, para demostrar que
nos encanta apretar al otro.

El amor se convierte en el impulsor de la vida familiar; por eso todos son sujetos
activos y pasivos del amor. Las familias sanas se caracterizan porque sus integrantes son
conscientes de las necesidades de todos y buscan soluciones para éstas, comparten penas
y alegrías, sueños y temores.

El medio para este intercambio solidario es el de una comunicación fluida, abierta


y transparente que afianzará el valor de la solidaridad.

Esto se manifiesta por un lado en "preocupación" por los demás, o sea, la


"solidaridad afectiva" o compasión, en el verdadero sentido de la palabra, y que se
complementa en el "ocuparse de" contribuyendo a buscar soluciones, surgiendo así la
"solidaridad efectiva".

En la familia se gestan las actitudes y valores que trascienden en solidaridad social;


Éstas están indisolublemente ligadas a la experiencia de vida y se transmiten a través del
ejemplo.
Colabora de manera integral y profunda en la construcción del mundo. Como en
toda Institución, en la familia operan redes de interrelaciones que la afectan directa o
indirectamente, que influyen en ella positiva o negativamente con lo que ocurre en el
mundo, en el país, en la ciudad, en la urbanización o sector donde esté ubicada.

No hace falta decir nada, el contacto con nuestros hijos y pareja ya dice mucho de
lo que queremos expresar (y ellos a nosotros), ya mejora nuestro humor y autoestima. Si a
ello añadimos las palabras, el abrazo se completa con aquello que tenemos ganas de
decirles, aquello que no queremos que se nos quede dentro porque ya hemos callado
mucho durante el día.

Un abrazo familiar es el principio y fin de la grata sensación de ser querido y amado


tanto por quien lo otorga así como quien lo recibe; Dios toca cada fibra de nuestro ser al
apretar al familiar que deseamos sienta que es la oportunidad de recibir un estímulo de
fraternidad y amor.

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