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LA RESURRECCIÓN DE JESÚS
DESDE LAS VÍCTIMAS
El tema de las víctimas coincide, en el fondo, con el tema de los
«pobres». La referencia esencial de Jesús al mundo de los pobres
constituye también el punto de referencia instituible para toda cristo-
logía. Así nos lo decía Jon Sobrino en un artículo anterior (ST 150,
1999, 160-168) en el que, a propósito de las víctimas afirmaba:
«Hace medio siglo Auschwitz fue la vergüenza de la humanidad. Pero
desde entonces ¿cuántos Auschwitz ha habido? (...). Auschwitz no es
cosa sólo del pasado. Seguimos en Auschwitz». El tema de las víctimas
sigue vivo en teología y por la resurrección de Jesús queda todo él
transido de esperanza, libertad y gozo.
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céntrica. metáfora- de tal manera que
Lo que des-centra nuestra es- nada en la historia ate y esclavice
peranza es la captación de la para poder amar.
muerte actual de los crucificados Lo normal es que el amor a
como lo absolutamente escanda- los pobres y las víctimas vaya
loso, muerte con la que no se también acompañado de atadu-
puede pactar y de la que no se ras a otros amores –el partido, la
debe hacer algo en último térmi- organización, la congregación re-
no secundario para la propia per- ligiosa, la institución eclesial– lo
sona en virtud de la esperanza en cual casi siempre mitiga, condi-
la propia resurrección. A un Dios ciona o tergiversa el ejercicio del
que va siendo descubierto como primer amor a los pobres (y nada
amoroso y en favor de las vícti- digamos cuando se está atado
mas se le puede corresponder por la ambición de riqueza y po-
con amor radical en favor de der). Pero hay un amor como el
ellas, y de ahí que se haga, tam- de Mons. Romero, que amó a los
bién, más aguda la pregunta por pobres y no amó nada por enci-
el destino último de esas vícti- ma de ellos ni con la misma radi-
mas. calidad que a ellos, sin segundas
La esperanza de la que habla- intenciones, sin que los temores
mos es difícil, exige hacer nuestra (persecución, destrucción de pla-
la esperanza y, con ello, la reali- taformas eclesiales, asesinatos de
dad de las víctimas. Pero, con sacerdotes, religiosas, agentes de
todo, es esperanza real. Es como pastoral) o incluso otros amores
un don que nos hacen las mismas legítimos le desviaran de ese
víctimas. En la realidad de las víc- amor fundamental, y sin que los
timas no sólo hay pecado y exi- riesgos que se corren por ese
gencia de erradicarlo, sino que amor le aconsejaran prudencia.
hay también gracias y audacia En este tipo de amor se hace pre-
para la esperanza. Las víctimas sente la libertad. Esta libertad
nos ofrecen su esperanza. nada tiene que ver con salirse de
la historia, pero ni siquiera tiene
Libertad como triunfo sobre que ver en primer término con el
el egocentrismo derecho a la propia libertad, aun-
que ese derecho sea legítimo y su
La libertad refleja el «triunfo» ejercicio sea cada día más apre-
del resucitado no porque nos miante dentro de la Iglesia. Con-
aleja de nuestra realidad material, siste en vivir en pobreza, «a la in-
sino porque nos introduce en la temperie», como Pablo, partici-
realidad histórica para amar sin pando en la cruz de Jesús y de los
que nada de esa realidad sea obs- pobres.
táculo para ello: ningún miedo ni
ninguna prudencia paralizante. El gozo como triunfo sobre
Dicho en lenguaje paradójico, la la tristeza
libertad es atarse a la historia
para salvarla, pero -siguiendo la La otra dimensión de lo que