Vous êtes sur la page 1sur 4

TEMA 9: LA GUERRA CIVIL (1936-1939)

El pronunciamiento militar, iniciado el 17 de Julio en Melilla y que se extendió rápidamente a Marruecos,


dio paso a la Guerra Civil Española. Este pronunciamiento contó con el respaldo de un heterogéneo
conjunto de militares conservadores. Siguiendo las instrucciones del general Mola que dirigió el
pronunciamiento, el golpe debía realizarse con extrema violencia. Primero se declararía el estado de
guerra y luego se procedería a la detención y eliminación de los principales dirigentes políticos y sindicales
de izquierdas. El plan consistía en hacerse con el poder en la capital y después se formaría una junta de
generales que sustituiría al gobierno.
Entre los días 18 y 20 de Julio el alzamiento militar se extendió al resto del territorio español con diversos
resultados. En Madrid, Barcelona y Valencia se abortó la sublevación militar (la Guardia de Asalto y la
Guardia Civil se mantuvieron fieles a la república y existía una fuerte resistencia popular). En Barcelona
gracias a la acción de las fuerzas de seguridad al mando del capitán Escofet se detuvo al general Goded y
se abortó la rebelión. En Madrid los rebeldes al mando del general Fanjul se hicieron fuertes en el cuartel
de la montaña que fue asaltado por tropas fieles a la república y en Valencia la indecisión de los rebeldes
hizo que el gobierno dominase la situación en la región.
La rebelión triunfó en Galicia, en Castilla y León, en parte de Extremadura, sudoeste de Andalucía (al
mando del general Queipo de Llano), Canarias, Baleares (al mando del general Goded, excepto Menorca)
y Navarra (al mando de Mola). Fracasó en las grandes ciudades del norte, del centro y este de España
gracias a la acción de las fuerzas de seguridad leales a la república.
La división de España en dos zonas.
Desde el 20 de Julio el país quedó dividido en dos zonas enfrentadas. Las principales ciudades y las
zonas industriales quedaron en poder del gobierno de la república y las zonas agrarias conservadoras en
manos de los militares sublevados.
Aproximadamente la mitad del ejército, buena parte de la marina y de la aviación, dos tercios de la fuerza
de seguridad y más de la mitad de la Guardia Civil se mantuvieron fieles al gobierno republicano. Las
tropas del protectorado de Marruecos (Legión y los Regulares) estaban al mando de los sublevados.
Internacionalización.
A pesar de que la Guerra Civil se inició como un conflicto interno pronto se convirtió en un conflicto
internacional. El apoyo y la ayuda internacional a los dos bandos fue decisivo. En el contexto de la Guerra
Civil debemos mencionar el nacimiento en Septiembre de 1936 del Acuerdo de No Intervención (que partió
del gobierno francés de Léon Blum), suscrito por 27 países, incluidos Alemania, Italia y la URSS, por el
que se prohibía dar cualquier tipo de ayuda a España. El gobierno de Estados Unidos no se sumó a este
acuerdo, pero secundó la política de neutralidad británica (que hizo que la intención inicial del gobierno
francés de prestar ayuda a la república no se pusiera en práctica). En la práctica este acuerdo no se puso
en práctica.
Ayuda a la república.
La república solo pudo contar con el apoyo y ayuda militar de la URSS y en menor medida de Francia y
México, financiada con las reservas de oro del Banco de España, que contó con obstáculos como el cierre
de fronteras y el bloque de créditos. La ayuda de la URSS consistió en material bélico, pilotos, técnicos y
asesores militares. De la intervención de tropas extranjeras al lado de la república destacan las Brigadas
Internacionales, formadas por voluntarios de todos los países con un amplio abanico ideológico
organizadas en torno a la III Internacional.
Ayuda a los sublevados.
Los sublevados contaron con el apoyo de Italia y Alemania, financiada por capitalistas españoles y
multinacionales americanas, ayuda regular, considerable y decisiva para su victoria. Alemania, al mando
de Hitler, envió unidades de carros de combate, fuerzas de defensa aérea y aviación organizadas en la
llamada Legión Cóndor. La aportación de Italia estuvo constituida por el Cuerpo de Tropas Voluntarias
(CTV) y la Aviazione Legionaria. Destacó también la aportación de Portugal, los Viriatos, que lucharon
contra la república.

1
Batalla de Madrid (julio 1936-marzo 1937)
El principal objetivo de los sublevados era una rápida conquista de Madrid para consolidar el alzamiento.
El plan consistía en un ataque conjunto por el norte y el sur. A pesar de la resistencia en Somosierra, Mola
conquistó Irún y San Sebastián (septiembre) y Mérida y Badajoz. Franco decidió aplazar la conquista de
Madrid y dio instrucciones para liberar el Alcázar de Toledo (cuya liberación supondría un triunfo
propagandístico), donde un grupo de militares sublevados al mando del coronel Moscardó resistía el
asedio republicano. A principios de noviembre, Franco ocupa Alcorcón, Leganés y Getafe y a mediados de
ese mes se produjeron graves enfrentamientos (Casa de Campo o Puente de los Franceses) donde
intervinieron las Brigadas Internacionales; ante esto, el gobierno se traslada a Valencia y Azaña a
Barcelona y dejó una Junta de Defensa, dirigida por José Miaja, y el teniente Vicente Rojo ideó un
dispositivo para defender la ciudad. Así, Franco decidió cambiar la estrategia y se produjeron batallas
alrededor de Madrid con el objetivo de cortas las comunicaciones Madrid-Valencia: la batalla del Jarama
(febrero 1937) y la batalla de Guadalajara (marzo 1937). Al mismo tiempo, las tropas de Queipo de Llano
(con ayuda de la aviación alemana e italiana) ocuparon Málaga (febrero 1937). La victoria republicana en
Guadalajara obligó a Franco a modificar su estrategia.
La caída del norte (abril-octubre de 1937)
Franco decidió concentrar su ataque en el norte. A finales de marzo se produjo una ofensiva sobre Vizcaya
con superioridad aérea gracias a la Legión Cóndor. Para minar la resistencia se produjeron los
bombardeos de Durango y Guernica (abril de 1937). El siguiente objetivo fue la conquista de Bilbao que
resultó complicada. La resistencia de los gudaris vascos y el famoso "cinturón de hierro" fueron los
obstáculos a los que hizo frente el general Mola. Esto no impidió que en junio cayera Bilbao, en agosto
Santander y en octubre Asturias. Esta situación llevó al gobierno republicano a emprender una ofensiva
para evitar el colapso del norte. Hubieron batallas: la de Brunete en Madrid (para evitar la toma de
Santander) y otra en Belchite (para salvar Asturias). Sus resultados fueron desastrosos. Todo el norte era
nacional; las minas, grandes industrias siderúrgicas y puertos cayeron en manos sublevadas.
De la ofensiva sobre Teruel al fin de la guerra (diciembre del 1937-abril de 1939)
Tomado el norte, Franco volvió sobre Madrid. El gobierno de Negrín decidió una ofensiva en Teruel que
tuvo lugar entre enero y febrero de 1938. La derrota tuvo unos resultados desastrosos para la república.
En junio de 1938, Negrín y Rojo(ascendido a general) decidieron desencadenar una ofensiva para reducir
la ofensiva sobre Valencia y Cataluña; ofensiva que dio lugar a la batalla del Ebro (entre julio y noviembre
de 1938) con treinta mil bajas franquistas y el doble republicanas. En enero de 1939 los sublevados
entraron en Barcelona sin resistencia y pocos días después fue ocupada Gerona. Antes el presidente de la
república Azaña (que dimitiría en febrero de 1939) y el gobierno de Negrín y el de la Generalitat se
exiliaron a Francia. Negrín que regresó a España en enero de 1939 intentó, con el apoyo de los
comunistas, continuar la lucha ante la tentativa de socialistas, anarquistas y republicanos de negociar, lo
que llevó a la sublevación, al mando del coronel Casado secundado por Julián Besteiro, contra el gobierno
de Negrín. Ante el éxito del golpe, el coronel Casado exigió a Franco una rendición incondicional. Así, a
finales de Marzo los sublevados entraron en Madrid sin resistencia y después ocuparon el resto del país.
El 1 de abril Franco firmó en Burgos su último parte oficial de guerra. La guerra civil había terminado.

Bando Nacional
El 24 de Julio de 1936 se constituyó en Burgos una Junta de Defensa Nacional presidida por el general
Cabanellas. Esta junta gobernaba el territorio pero no tenía jurisdicción en asuntos militares. Así, prohibió
toda actividad política, se paralizó la reforma agraria y se abolieron todas las medidas de secularización.
Se inició, así, el terror blanco. Desde el primer momento los militares sublevados practicaron una brutal,
sistemática y selectiva represión, que cayó en manos de los requetés y las organizaciones falangistas, que
adoptó las formas de sacas y paseos. Las primeras víctimas fueron sus propios compañeros y más tarde
dirigentes de los partidos políticos y organizaciones sindicales. A medida que se produjo el avance y la
conquista de territorios hubo masacres de civiles, milicianos y militantes de organizaciones de izquierda,
como por ejemplo, entre julio y septiembre de 1936.

2
Concentración del poder y unificación política
A finales de septiembre se decidió elegir a Franco como generalísimo, esto es, jefe supremo de todos los
ejércitos sublevados. El 1 de octubre de 1936 se formó una Junta Técnica de Estado, como órgano
consultivo del caudillo (como se le empezó a conocer) formada por militares. El objetivo era lograr la
unificación política en el que tuvo gran peso Ramón Serrano Suñer que convenció a Franco para crear un
régimen de partido único. A finales de 1936, se publicó un decreto por el que las milicias falangistas y los
requetés quedaban en manos de los mandos militares. Así, Fal Conde que se oponía a la unificación fue
obligado a abandonar España y los falangistas se hallaban divididos en varios sectores. Los monárquicos
de Renovación Española y la CEDA aceptaron la unificación y se disolvieron. El 19 de abril de 1937,
Franco dio a conocer el decreto de unificación por el que creaba un partido único, Falange Española
Tradicionalista y de las JONS (llamado también Movimiento Nacional), en el que se fusionaron falangistas
y carlistas. Manuel Hedilla, elegido pocos días antes elegido jefe nacional de Falange, fue encarcelado.
El papel de la Iglesia
La dictadura de Franco contó además con un tercer pilar, la Iglesia, que apoyó al bando sublevado ante la
política laicista del gobierno de la república sobre todo a partir de julio de 1937. Ya, a finales de septiembre
de 1936 se publicó una carta pastoral del obispo de Salamanca, Pla y Deniel, que justificaba la rebelión
militar y un mes después, tres obispos calificaron la guerra civil de cruzada religiosa.
Nuevo Estado
La creación del nuevo Estado tuvo como primer paso la constitución de un gobierno a finales de 1938,
presidido por Franco que reunió en su persona los poderes legislativo, ejecutivo y judicial. La política social
quedó plasmada en el Fuero del Trabajo aprobado en abril de 1938 que sentó las bases de las relaciones
laborales de este Estado, basado en el respeto a la propiedad privada, en la intervención del Estado en
política laboral y en la prohibición de todo tipo de actividad sindical (menos los llamados sindicatos
verticales al mando del Movimiento y del Estado, integrados por empresarios y obreros por ramas de
producción).Finalmente se aprobó en febrero de 1939 la ley de responsabilidades políticas, que facultó a
los tribunales a juzgar a todo aquel que hubiera apoyado la república.
Bando Republicano
Al estallar la sublevación militar (18 de julio 1936) Casares Quiroga, presidente del gobierno, dimitió.
Azaña llamó a formar gobierno a José Giral (tras la intención de Martínez Barrio de negociar con Mola) que
repartió armas a las organizaciones obreras. Así, la autoridad del poder central se descompuso y se
formaron poderes municipales y locales, en su mayoría en forma de comités de milicianos que ejercieron
una gran represión y gran violencia. Esto dio lugar al terror rojo.
Este empezó con la eliminación de quienes habían participado en la sublevación o personas de ideología
derechista o católica y siguió con quema de conventos, asaltos a prisioneros, etc. El asalto de la cárcel
Modelo (donde se practicaron las llamadas “sacas” y “paseos” de presos, trasladados a Paracuellos el
Jarama y Torrejón de Ardoz) fue el clímax de esta oleada de terror y violencia.
Paralelamente, los anarquistas emprendieron una profunda revolución social con las llamadas
colectivizaciones. Buena parte de las industrias y los servicios fueron incautados y su producción se puso
bajo el control de comités sindicalistas. Entre las experiencias revolucionarias (verano 1936) destaca
Cataluña, donde las industrias y los servicios estuvieron bajo el control de la CNT o en Aragón donde la
mayor parte de las colectivizaciones agrarias fueron impulsadas por anarquistas catalanes y organizadas
en torno al Consejo de Aragón.
Reconstrucción del Estado
Los avances de los rebeldes explicaron la entrada como presidente de gobierno de Largo Caballero
(septiembre 1936). Este formó un gobierno de coalición al que se incorporaron socialistas, republicanos,
comunistas y nacionalistas catalanes y vascos al que entraron cuatro ministros anarcosindicalistas en
noviembre. Los objetivos del gobierno se centraban en reconstruir los poderes del Estado republicano y
frenar la revolución. Lo prioritario era formar un Ejército Popular y para ello se intentaron militarizar las
milicias obreras y se creó un nuevo Estado Central Mayor.
El desencadenante definitivo de las crisis fueron los enfrentamientos iniciados en Barcelona (mayo 1937).
Como uno de los centros del movimiento revolucionario anarquista, se formó un gobierno catalán para
recuperar el control; pero, las tensiones entre el PSUC (Partido Socialista Unificado de Cataluña), el

3
POUM y los anarquistas eran cada vez mayores. Los enfrentamientos estallaron cuando la Generalitat y el
PSUC pretendieron hacerse con el control central de Telefónica en manos de los anarquistas y del POUM.
Tras varios días de enfrentamientos el gobierno catalán se hizo con el control y Largo Caballero (que se
negaba a ilegalizar el POUM) dimitió.
El nuevo gobierno presidido por Juan Negrín (mayo de 1937) contó con Prieto como ministro de defensa
nacional. Este gobierno reforzó el ejército y unificó los planos militares organizando una industria de guerra
y desmantelando la mayoría de las colectividades; además, ilegalizó el POUM. La crisis de abril de 1938
provocó la ruptura de los socialistas y republicanos (partidarios de negociar la paz con Franco) con los
comunistas (partidarios de seguir con la guerra) y se saldó con la dimisión de Prieto. Negrín pretendía
resistir bien hasta una posible guerra mundial o bien negociar con Franco. Todo esto se frustró tras el
Pacto de Múnich (septiembre de 1938) y la batalla del Ebro (noviembre de 1938).
A principios de 1939 se intentó desesperadamente negociar con Franco, pero, el reconocimiento del
gobierno de Franco por Francia y Reino Unido junto con la dimisión de Azaña y la miseria de la población
española provocó el golpe de Estado del coronel Casado que aceleró el fin de la república y el triunfo de
Franco.
Consecuencias de la guerra
Con respecto a las consecuencias sociales, murieron entre 500.000 y 650.000 personas. Las víctimas de
la represión se estipulan en torno a unos 65.000 por parte de ambos bandos. Destaca el caso de Federico
García Lorca, asesinado el 19 de agosto de 1936 en Granada por tropas nacionales y Ramiro de Maeztu,
asesinado el 29 de octubre de 1936 en Madrid por tropas republicanas. También se produjo el exilio de
numerosos intelectuales y personas (entre 300.000 y 450.000) afines a la república en su mayoría
políticos.
Estos datos varían en torno a los historiadores: Hugh Thomas, considera que hubo 500.000 muertos,
300.000 exiliados y 130.000 ejecuciones (55.000 por tropas republicanas y el resto por tropas nacionales)
y según Julio Arostegui hubo 660.000 muertos, 430.000 exiliados y 130.000 ejecuciones (78.000 por parte
del bando republicano y el resto por parte del bando nacional), entre otros historiadores.
Con respecto a las consecuencias económicas, la guerra civil tuvo unos efectos económicos desastrosos
para el país. Unas 500.000 viviendas fueron parcial o totalmente destruidas. La producción industrial
descendió un tercio y la agraria en una cuarta parte. Además, la hacienda pública estaba arruinada y la
inflación subió.
Incidencia de la guerra en Castilla La-Mancha
Tras el estallido de la Guerra Civil, Castilla- La Mancha quedó dividida en dos zonas, la mayor bajo control
republicano. Toledo y Guadalajara tuvieron protagonismo dada su situación estratégica (zona de paso de
Madrid). El resto de las provincias, menos Albacete (base logística y de instrucción de las Brigadas
Internacionales) se mantuvieron al margen
Las principales batallas de la región fueron dos:
La batalla del Tajo. El ejército sublevado, en su avance desde el sur hacia Madrid, utilizó la vía del Tajo y
llegó cerca de Talavera, donde, bajo las órdenes de Yagüe, entró en septiembre, sin encontrar resistencia.
Franco decide desviarse hacia Toledo con el objetivo de liberar el Alcázar (que supondría un triunfo
propagandístico), defendido por el coronel Moscardó, del asedio republicano. Así, fue liberado a finales de
septiembre por las tropas mandadas por Varela.
La batalla de Guadalajara. En marzo de 1937, los nacionales intentaron de nuevo el cerco a Madrid.
Decidieron ir hacia Guadalajara para, una vez tomada, seguir a Alcalá de Henares y así llegar a la capital;
operación que fue un desastre para los sublevados.
A nivel socio-económico tuvo lugar un proceso de colectivizaciones agrarias e industriales bajo la
supervisión de las fuerzas políticas y sindicalistas socialistas, comunistas y anarquistas. En la región se
expropió e incautó un 30% del territorio hasta agosto de 1938, destacando Ciudad Real con un 55%.
Igualmente, en la retaguardia, las industrias regionales fueron militarizadas y nacionalizadas.
Durante la guerra, el poder político estuvo detentado fundamentalmente por los socialistas, quienes
ocuparon los puestos claves del gobierno provincial y municipal.
La guerra civil en nuestra región provocó una oleada de violencia que afectó tanto a las zonas
republicanas como a las sublevadas.

Vous aimerez peut-être aussi