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FE Y RAZON El cristianismo se presenta como una religién revelada; es decir, no como un descubrimiento de la raz6n humana, sino como un don de Dios que se comunica al hombre y le descubre sus designios salvificos. Esta revelacion divina se realiza en las vicisitudes de la historia. Por eso se afirma que es histérica. Por medio de signos inteligibles, bien sean palabras, bien sean hechos histéricos interpretados por la palabra profética, Dios habla al hombre y le ensefia los misterios de su ser divino y los destinos trascendentes del ser humano (cf. Dei Verbum 2). Bs también progresiva, porque ha Negado hasta nosotros en sucesivas etapas. E] término de ese progreso fue alcanzado con la plena y definitiva revelacién de Cristo, Palabra viviente de Dios, que comunicé a los hombres todo cuanto habia oido de su Padre (Jn 15,15). Es sobrenatural, porque no viene exigida por la naturaleza, ni puede ser descubierta por la sola razén humana. M4s atin, ni siquiera después de ser conocida puede ser abarcada y com- prendida plenamente (2 Cor 5,7). Ahora bien, si Dios se comunica con el hombre, el hombte esta obligado a aceptar el testimonio divino con todo sv contenido, aun cuando no acierte a comprender la evidencia intrinseca de aquello que Dios revela. Hay en este acto de aceptacion un obsequio del hombre —de su entendimiento y voluntad— a Dios, infinitamente veraz, que no puede enga- fiarse ni engafiarnos. Esto es lo que lamamos fe sobrenatural. La fe es, pues, primariamente subjetiva y personal; es decir, €s una entrega de persona a persona, del hombre entero al Dios vivo, de quien se fia plena y totalmente. Pero es también objetiva, porque como consecuencia nece- Saria del reconocimiento de la autoridad de Dios en quien se race confianza, se aceptan todas aquellas verdades que Dios revela. 28 G1. Fey rain Sin embargo, la fe es /bre, puesto que dichas verdades no se imponen a la inteligencia por su propia evidencia intrinseca, sino por la confianza que se hace en Dios. Queda, pues, un margen amplio en ¢] que la voluntad, ayudada por la gracia, puede libremente rechazar la gracia divina o decidir su entrega a Dios. Esto no quicre decir que la fe sea un movimiento ciego de Ja voluntad. Por el contrario, tanto la contextura racional del ser humang, como las fuentes de la revelacion, exigen que la fe (ese salto que el hombre da en la oscuridad, fiandose de Dios), sea razonable (Rom 12,1). Porque todo hombre debe asegurar- se primero de que tiene motivos tazonables para aceptar aquello que se presenta como revelacién de Dios. Y estos motivos (preambulos de Ja fe), pueden y deben ser descubier- tos por la propia razon natural. De este modo es razonable la fe y, por consiguiente, verdaderamente humana'. Ni que decir tiene que cuanto acabamos de indicar plantea necesariamente ¢l problema de Jas relaciones ‘entre 1a fe y la razon. Este es un problema de siempre, pero que de un modo particular se agudizé en el siglo XIX con posturas poco ecudnimes, tanto de los idélatras de la razén como de sus detractores. 1) De un lado, esta el racionalismo de todos los tiempos, que exalta la raz6n, hasta el punto de presentarla como tnica fuente del conocimiento humano. Con esto, el racionalismo se opone, por definicién, a toda religion revelada y sobrenatural. E] racionalista no podra concebir nunca la. revelacién como una intervencién divina, exterior al hombre. A lo sumo dira que se trata de una intuicién humana, a la cual responde la-fe, como actitud existencial de la vida. Los dogmas de fe, por tanto, no podrian aceptarse como realidades objetivas exterio- res al sujeto, sino como expresiones poéticas de la realidad (Hegel), 0 como sentimientos religiosos expresados en formu- Jas (modernistas). Con el racionalismo se puede construir un cristianismo de rostro humano, muy atractivo, en el que se suprime de raiz la tension fe-ciencia, razén-revelacién. “Propiamente hablando, no habria revelacién: sdlo existiria la razon; no habria fe sobrenatural: slo existiria la ciencia 0 el sentimiento religioso. Hoy dia puede notarse una cierta tendencia racionalista en Ja valoracion que se hace del elemento subjetivo de la fe y la reduccién o la negacién de los contenidos intelectuales. La fe, se dice, no es una «informacién», sino una posture ante la vida, ‘ CEC. Pozo, Predmbulos de fa fe: Gran Enciclopedia Rialp IX, 780-784. Defensa de la razén 29 cuyo modelo original es Jess de Nazatet. Pablo VI ha delatado en varias ocasiones esta tendencia?, 2) En el lado opuesto esté la desconfianza en la razén humana, a la que se juzga incapaz de demostrar los preambu- los de la fe (existencia de Dios, hecho de la revelacién, etc.). Por este motivo suprimicron los primetos reformadores la teologia natural?, con lo cual quedaba la fe desprowista de apoyo racional y se daba paso al fideismo (la Gnica justificacién de la fe es la fe misma), o al tradicionalismo absoluto (la unica justificacién de la revelacion, es la revelacién misma, que llega hasta nosotros por via de tradicién). También pueden notarse hoy dia algunos sintomas que conducen al fideismo, en la desconfianza y en la falta de relieve que se da a la apologética catélica‘. 3) Entre estos dos extremos (racionalismo-fideismo), la Iglesia ha defendido siempre los fueros de la razén humana y su capacidad para conocer con certeza la existencia de Dios y el hecho de la revelacién sobrenatural (preambulos de la fe). Pero con la misma firmeza ha sostenido el cardcter sobrenatu- ral de la revelacién, y la objetividad de sus contenidos intelectuales, algunos de los cuales, aun después de revelados por Dios, superan toda comprensién racional (misterios pro- piamente dichos). DEFENSA DE LA RAZON 1. Contra el fideismo de Bautain Luis Eugenio Bautain (1796-1867), médico, filésofo y profesor en la Universidad de Estrasburgo, es un representante cualificado del fideismo en ¢l siglo X1x. Nacido en el seno de una familia profunda- mente cristiana, llegé a perder la fe, influenciado por el agnosticismo kantiano, Con ayuda de la piedad y el saber de Luisa Humann, recuperd su fe religiosa (1822), y reunié alrededor de si un grupo de jOvenes, algunos de ellos judios, que no tardaron en convertirse al catolicismo (M. T. Ratisbonne, t, Level, etc.), Ordenado ? Gf. sobre todo, «Adhortatio Apostolican Ouingue iam anzi (AAS 63 [1971] 99-100); discurso tenido en Bogoti el 24 de agosto de 1968 (AAS 60 [1968] 639-641). Incegnanrenté 4 Paole V1, Tipografia Vaticana 5 (1967) 744; ibid.,787. Bata desconbanea exriba eo que por el pecado original qued6 la razon «herida en sus mismas fuerzas naturales». En la Farmela Concordiae 1,3 se aficina que cl hombre ha experimentado por ¢! pecado original una «inscrutabilis corruptio totius naturae et om- Shum vitium, imprimis vero superiorum et principalium animac facultatum (Die Bekennt- ‘usschriften der evangelisch-latberiscben Kirche [Gotinga #1956) 848). * Pablo VI ha denunciado «el vacio producido por el abandono de la confianza en os grandes maestros del pensamiento cristiano» y «en la validez de los psincipios funda- smegtales de la zn, 0 see, dela filosofia perenné> (AAS 60 [1968] 622). La fe de ta Iglesia 3 30 CA. Fey raxén sacerdote en 1828, muy pronto fue encargado de la direccién del Seminario diocesano (1830) por el obispo de Estrasburgo, Mons. Lepappe de Trévern. Mas pronto comenzaron los conflictos. Su formacién kantiana, la experiencia de su propia conversion y un sano deseo de modernidad, unido a ‘su falta de formacién teolégica sistematica, le hicieron buscar un acceso a la fe, compatible con su desconfianza en la razén. En sus sermones en la catedral de Estras- purgo combatié la escolastica, tildandola de racionalista; en sus ensefianzas sostenia la incapacidad de la taz6n pata demostrar los motivos de credibilidad. Tomando las ideas del romanticismo catéli- co de Baader y del tradicionalismo de Bonald, afirmaba que la raz6n ra como un sujeto pasivo en el cual se recibe el conocimiento cierto de la verdad, lo mismo que la vida se recibe de un germen procedente de un sujeto previo. Asi, la fe (fideismo), transmitida por medio de hombres extraordinarios (tradicionalismo) en la Iglesia y en Ja Palabra viva de la Sagrada Escricura, es la ultima garantia de las certezas metafisicas que constituyen los motivos de credibilidad. E] influjo de Bautain fue grande en A. Gratry, L. Ollé-Laptune, M. Blondel, Le Roy, Laberthonniére, hasta el punto de ser llamado el Newman francés 5. El obispo intervino répida y drdsticamente: 1) escribid una instruccion pastoral ( Avertissement) en la que denuacié los errores de Bautain (15-1X-1834); 2) removid de la direccion del seminario a Bautain con su grupo; 3) envid relacion de lo hecho a Gregorio XVI, quien aprobé estas medidas por medio de un Breve (20-X1I-1834), y expresé su confianza en que Bautain se sometiera. En efecto, el 18 de noviembre de 1835, Bautain firmé las scis proposiciones que le presenté el obispo Mons. de Trévern. Mas tarde, ante el tenor de que fuera puesta en el Indice su obra La philosophie du Christianisme (Estrasburgo 1835), volvié a firmar las mismas proposiciones, ligera- mente matizadas por el obispo auxiliar, Mons. Raess (8 de septiembre de 1840). Aunque emanadas de una autoridad local, estas proposiciones tienen un valor universal, ya que fueron tespatdadas por la Congrega- cién del Indice, con ocasidn de la causa de Bonnetty [cf, n.11-13]. A continuacién presentamos los dos textos en uno, sefialando en cursiva Jo afiadido en. 1840, y en paréntesis cuadrados lo suprimido en 1840 a las proposicioncs de 1835, Finalmente, Bautain fundé una Congregacién tcligiosa, para cuya aprobacién tuvo que firmar, tanto él como sus compafieros, una promesa que le exigié la Congregacion de Obispos y Regulates (26 de abril de 1844). Esta congregacion religiosa murié pronto. Bautain pasé a ser Vicario general de la diécesis de Paris, donde murié santamente $, 5 A. Lucas, Le «Newman frangaiss, L’abbé Bantain: R Apol 49 (1929) 44-60. 6 Bibliografia: E. de REGNY, L'abbé Bantain, sa vie ef sas orwores (Paris 1894); P. Rousse. LOT, La sraie pensée de Bantain: RechSR 5 (1914) 453-458; E, Baupen, La philosophie de L. Baxiaia: RSR 1 (1921) 23-61: W. M. Horton, The Phivesophy of the Abbe Bautain (Nucwa York 1926); A. Lucan, ac; P, Pa, Gu Hermesiani ¢ Pabbé Bawlain a Roma: (1929) Il, 316-19; F. Ponvent, La renaissance catholique d Ssrasbowrg et Faffaire Baxtain (1834-1840): 2751 2752 3 2753 2754 Deftnsa de la raxin 31 a) Proposiciones susctitas por Bautain (18 noviembre 1835; 8 septiembre 1840) Texto: Der Katholik 59 (1836), Suplemeato I, XXV; 79 (1841), Suplemento I, LVI. 1. Le raisonnement peut prouver avec certitude Dexisten- ce de Dieu et Minfinité de ses perfections. La foi, don du ciel, 1. El razonamiento puede probar con certeza la existencia de Dios y fa infinidad de sus perfecciones, La fe, don del cicio, sapone [es posterior a} la revelacion; suppose (est postérieure aj la té- de ahi vélation; elle ne peut donc convenablemente ate alléguée vis-a-vis @un athée en preuve de Pexistence de Dieu (cf. n.12], 2, La divinité de ta [La] té- vélation mosaique se prouve avec certitude par la tradition orale et écrite de la 8: e et du christianieme. 3. La preuve [de la révéla- tion chrétienne] tirée des mira- cles de Jésus-Christ, sensible et frappante pour les temoins ocu- laires, n’a point perdu sa force et son éclar vis-a-vis des générations subsequentes. Nous trouvons cette preuve en toute certitude dans l’authenticité du Nouveau Testament, dans la tradition ora- Je et écrite de tous les chrétiens. C’est par cette double tradition que nous devons la démontrer d Pincrédule qui la rejette [A ceux qui la rejettent] ou 4 ceux qui, sang Vadmetre encore, la dési- rent, 4. On n'a pas [point] te droit @attendre d'un inctédule qu'il admette Ja sésuttection de note divin Savveur, avant de lui en avoir administré des preuves cer- taines; et ces preuves sont dédui- tes [de la méme tradition] par le taisonnement. - Revue Historique 164 (1930) 225-287; B, apologetica L.. Bautain (Diss. in Univ. Greg. le que no se pueda alegar carrecta- mente a Un ateo como prueba de la exis- tencia de Dios cf. n.12), 2. La divinidad de fa [La] revelacién mosaica se prueba con certeza por la tradicidn oral y escrita del judaismo y del cristianismo, _3._ La prueba [de la revelacién cris- tiana] tomada de los milagros de Jesu- cristo, prueba sensible y contundente para los testigos oculares, no ha perdido su fuerza y resplandor en relacion con las generaciones posteriores. Esta prucba la encontramos con toda certeza en la autenti- cidad de! Nuevo Testamento, en la tradicién oral y escrita de todos los cristianos. Por medio de esta doble tradicién hemos de demostrarla al incréidule que la rechaza (a aquellos que la rechazan} 0 @ quienes la desean, aunque ain no la admitan, _ 4. No bay derecho a esperar de un incrédulo que admita la resurreccién de nuestzo divino Salvador, sin haberle su- ministrado pruebas ciertas de ella; y estas pruebas se deducen [de la misma tradi- cién} por el razonamiento. yan den BuLcHE, De traditionalismo et metbado Roma 1947); G. Vara, Propositiones S. Congr. Ep. et Rel. contra Baxtain alletae, comparatae cum dactrina imi iss. i , illuminationis Roasielot (Diss. Univ. greg. Roma 1936); H. HOCEDEZ, Histoire de la théologie an SI oie Ik (Pate 15) 69-82, Puc LTK (M-A Michel; DHGE GJ. Dopp). eden verse los arciculos sobre Bautain en DTC (J. Bellamy), EC (G. Millery

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