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OBRA EN UN ACTO.
PERSONAJES: - El padre.
- La novia.
- Su hermana.
- El novio.
- Su amiga.
- La señora.
- Su tía.
- El joven.
- El pueblerino.
(Es de noche. El farol rojo está encendido. Los invitados de la boda están
sentados a la mesa, comiendo. Murmullo de aprobación).
(Risas).
LA SEÑORA.- (En voz baja). ¡Por Dios que hombre más ordinario! (Al pueblerino)
¿no se puede usted reír de otra forma?
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EL PUEBLERINO.- Si “ira” (Se ríe de un modo diferente y más ordinario. Todos
reaccionan).
EL PADRE.- La tenía un hermano del tío del viejo Weber. Por ejemplo, contaba que…
LA SEÑORA.- ¿Es verdad que han hechos ustedes todos los muebles, incluso el
armario?
LA NOVIA.- Todos. Mi marido los proyectó, dibujó, compró la madera, todo, y luego
los encoló, o sea todo, y tienen muy buen aspecto.
EL NOVIO.- Por la noche, al mediodía, a veces al mediodía, pero casi siempre por la
mañana.
EL PADRE.- Es que es un montón de trabajo. Yo les decía siempre que les regalaría los
muebles. Pero él no quiso. Lo mismo pasó con Johannes Segmüller. Ése tenía…
LA NOVIA.- ¡Aguantarán más que usted y que todos nosotros! ¡Se sabe de qué
material están hechos! ¡Hasta la cola la hizo él mismo!
EL NOVIO.- ¡De la porquería que se compra en las tiendas no se puede uno fiar!
LA TIA.- Es una idea estupenda. Así se encariña uno más con las cosas. Y las cuida
más…
EL PUEBLERINO.- (Al novio) ¡”Quillo pa cola la que te hago yo”! ¡”Ira tu coge
harina, paja, barro y cagajone de caballo y sale una cola que no vea! (Ríe del
mismo modo).
EL PADRE.- Podría abreviar la anécdota mucho, sólo unas palabras, quizás seis o siete
frases nada más…
LA HERMANA.- Sí. ¡Hay que llenarse bien la boca! ¡Entonces te parece que no tienes
dientes!
EL PADRE.- ¡Poco a poco! Johannes Segmüller solía decir, por ejemplo; que…
EL PADRE.- Sí, huevos. Tu madre, que en paz descanse, me dio una vez un huevo para
un viaje. Le pregunto: «¿Está duro?» «¡Como una piedra!», me dice ella.
Bueno, me lo creo y lo meto en la bolsa. Todavía no había llegado a…
EL PADRE.- Yo tenía unas camas muy buenas para vosotros. Muebles de familia,
verdaderas antigüedades. Y además macizas. Pues…
LA SEÑORA.- (En voz baja). ¡No pruebo ese vino ni loca! ¡Que asco de pies tiene que
tener el bruto este!
(Silencio).
EL PADRE.- ¡Sí, de las camas! ¡Gracias, muchas gracias! ¡En ellas ha muerto más de
un miembro de nuestra familia, María!
TODOS.- ¡Salud!
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EL PUEBLERINO.- ¡”Hablo yo”! ¡”Yo ze un chiste de un tio que …”!
LA HERMANA.- ¡Las campanas, señor Mildner! ¡Ahora tiene que hablar! (Al novio,
que está comiendo). ¡Pst!
LA NOVIA.- ¡Déjalo que coma a gusto!
(Silencio).
LA TIA.- ¡Salud!
EL PADRE.- ¡Salud! Hidropesía. Primero fue sólo un pie, en realidad sólo los dedos,
pero luego le llegó hasta la rodilla y luego se le puso todo negro. Tenía también
la barriga hinchada, y aunque se la vaciaban de líquido…
LA TIA.- ¡Salud!
EL PUEBLERINO.- ¡”Eze hombre que era, ¿como un globo?” (Ríe igual y se empieza
a quitar algo de la boca con un palillo).
LA NOVIA.- (Al novio, en voz baja). ¡Que no haya sido capaz de ahorrarnos todos esos
disparates de mal gusto!
LA AMIGA.- Lo importante es que las sillas son muy anchas. ¿Caben dos?
LA SEÑORA.- Sólo quería echar una ojeada. Pero tú siempre lo sabes todo.
LA SEÑORA.- ¡Otra vez has bebido demasiado! Toma un poco de agua, es que no
aguantas.
EL NOVIO.- Si quiere verlo por dentro, véalo, su interés me halaga. Aquí está la llave.
¡Abre, María!
EL NOVIO.- Dame, todavía tienes que aprender. Yo mismo le puse la cerradura. (Lo
intenta). ¡Maldita sea! ¡Vaya! ¡Mecagüen! (Furioso). ¡Así reviente!
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EL PUEBLERINO.- ¡Que barbaridad! ¡”Quillo que cerradura tiene esto la de una
iglesia”! (Ríe de igual modo).
EL NOVIO.- ¡Eso de bailar es una buena idea! ¿Pero quién se encarga de la música?
(La trae. Todos se ponen de pie. El padre y la tía van hacia la izquierda y se
sientan. El novio y el joven levantan la mesa y la desplazan hacia la derecha).
EL NOVIO.- No es preciso. ¡Tiene que aguantar también un trato duro! (La deja con
fuerza. Se disloca una pata). ¡Bueno, ahora a bailar!
EL JOVEN.- ¡Mira, se ha roto una pata! ¡Si la hubieses dejado más suavemente!
EL PUEBLERINO.- ¡Una tontería dice “er tio”! Pero ¡”zi ta cargao la pata”! (Ríe
igual).
LA SEÑORA.- ¡Hay que pensar siempre en los sudores que ha costado! ¡Pero quizá
hubiera sido mejor utilizar una buena cola!
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EL PUEBLERINO- ¡”De ezo na”! ¡A baila! (La coge por el brazo violentamente y
baila)
LA SEÑORA.- ¡Más aprisa! ¡Más aprisa! ¡Es como un tiovivo! (Bailan bastante
deprisa y luego acaban). Ha sido estupendo. ¡No bailamos tan mal!
EL NOVIO.- No.
EL NOVIO.- Vamos a poner otra vez la mesa en el centro. (Lo hace, ayudado por el
joven). ¡Pero esta vez tenga cuidado!
EL PADRE.- ¡Salud! (El joven le hace una señal a la hermana y salen) Cuando todavía
llevabas la falda por la rodilla, María, te dieron una vez vino. A tu tío le
divertía. Quería que bailases, pero tú te quedaste dormida.
LA SEÑORA.- Entonces será mejor que no beba hoy, ¿no? (Mira al pueblerino y no
aguanta más al verlo con el palillo). ¿Quieres dejar ya el palillito por el amor de
Dios?
EL PUEBLERINO.- ¡”Huy muje que caracte”! (Se limpia los dientes con el dedo).
LA TIA.- (En voz baja). ¡Nunca he visto a nadie más repugnante que a este hombre!
EL NOVIO.- No importa.
LA AMIGA.- Sí, es muy buena. ¡Sobre todo la moraleja! (A la novia). ¿Le ha gustado?
LA NOVIA.- No sé…
LA SEÑORA.- ¿De verdad usted que sabe hacer a parte de reírse así?
LA NOVIA.- (A él, a media voz). Eso ha sido una indecencia. Estoy abochornada.
LA SEÑORA.- ¡Creía que iba a decir que sí, porque están muy colorados! (Se ríe y se
deja caer en la silla. La silla cruje). ¡Ay! (Se levanta).
EL NOVIO.- De eso nada. Puede moverse como quiera. He utilizado puntas de tres
centímetros.
LA AMIGA.- (Metiendo la mano bajo la silla). Realmente, hay algo mal. Una astilla no
es. ¡Pero tengan cuidado con la ropa!
(Silencio).
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LA NOVIA.- ¿No estará hablando en serio?
(Todos se levantan)
LA HERMANA.- Entonces tendré que decirlo: no quería levantarme porque la silla está
rota.
EL PADRE.- Será mejor que vayamos ahora a ver los otros muebles.
EL NOVIO.- (Volviendo). ¡Tengo que coger la linterna, pasa algo con la instalación
eléctrica!
LA SEÑORA.- ¡Todo! ¡Todo! ¡Las sillas rotas, los muebles de fabricación casera! ¡La
conversación! (Se ríe a carcajadas).
LA SEÑORA.- Todo está roto. (Se deja caer en una silla, riéndose. La silla se viene
abajo). ¡Ésta también! Ésta también. ¡Me tendré que sentar en el suelo!
LA SEÑORA.- ¡Y dale usted con los cagajone de caballo que pesado eres hijo!
LA AMIGA.- ¡Por eso les regalé el agua de colonia! ¡Media botella nada menos!
EL PADRE.- Cuando te veo así, me encanta. Ya de pequeña daba gusto mirarte. Pero
ahora estás en tu mejor momento.
LA SEÑORA.- Ese vestido está muy bien hecho, porque disimula que estás…
EL PUEBLERINO.- ¡”No llore muje”! ¡”Como yo vea que alguien te tira piedra ar
tejao”!
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LA SEÑORA.- Cuando una está embarazada, está embarazada.
EL PUEBLERINO.- ¡”Tía petarda esta”! ¡”Lastima que no le he podio da, con el peazo
cabeza que tiene la tía”!
EL NOVIO.- (Con cierto esfuerzo). ¿No queréis beber algo más? ¡Sólo son las nueve!
LA TIA.- (Que ha salido, vuelve ahora con las cosas de su sobrina) Otra vez tengo que
disculparme por tener una sobrina así. (Salen)
EL PADRE.- ¡Será mejor que nos marchemos también! Siempre he pensado que es
mejor contar anécdotas que no le importan a nadie. ¡Ven, Ina!
LA HERMANA.- ¡Es una pena que una velada tan bonita haya acabado así! Al fin y al
cabo, esto es lo único que tenemos. Hans dice que luego tiene que enfrentarse
uno con la vida.
LA NOVIA.- Sin embargo, tú has contribuido mucho. ¿Y desde cuándo llamas Hans al
señor Mildner?
EL JOVEN.- Gracias otra vez. Para mí ha sido una velada muy bonita.
EL NOVIO.- Bueno, ahora se han ido y empieza nuestra noche de bodas. ¡Es ésta! ¡Es
nuestra noche de bodas! (Pausa. Luego el novio va hacia la mesa). ¡Se lo han
bebido todo! ¡Y el mantel ha tenido más suerte que yo! ¡Las botellas están
vacías, pero hay restos en los vasos! ¡Tendremos que economizar!
EL NOVIO.- ¡Al fin y al cabo, es nuestra noche de bodas! (La novia coge el vaso,
aparta la vista y bebe). Aunque no pueda brindar por tu virginidad, dado que
estás embarazada…
LA NOVIA.- ¡Ése es el mayor insulto que he recibido hoy! ¡Te has superado!
(Beben. Pausa).
LA NOVIA.- No has estado acertado en lo que has dicho, pero en eso tienes razón,
¡hoy es día de fiesta y no hay que pedir demasiado!
EL NOVIO.- ¡Y con tus parientes! ¡Y ese pueblerino! (Se ríen como ella).
EL NOVIO.- Ahora estamos solos. (Lleva hacia la puerta a la novia y salen. Aparece
él con un pomo en la mano). El pomo. ¡Jajajá! Esto también. (Lo tira al farol, que se
apaga y cae).
FIN
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