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¿Te resulta difícil estudiar? ¿No puedes concentrarte? ¿No "te queda nada" aunque estés
horas sobre los libros?
¡No te desanimes! Todo es cuestión de práctica y de conocer unos sencillos "trucos" que
voy a contarte.
En primer lugar, quiero que tengas presente que estudiar es una actividad comparable a
la práctica de un deporte. Pongamos por ejemplo el fútbol: para jugar un partido el
domingo, los jugadores han tenido que estar varias horas practicando durante la semana,
corriendo, haciendo toda una serie de ejercicios que, a simple vista, nada tienen que ver
con el partido. Quizás han querido aflojar, pero el entrenador los ha alentado y, a
pesar de su cansancio, han completado el entrenamiento. El resultado: un buen
desempeño el día del partido.
Piensa en el estudio como en una práctica: nadie ha nacido siendo buen estudiante,
como tampoco nadie nace siendo un gran futbolista (salvo brillantes excepciones en
ambos casos, cosa que no nos interesa aquí). Entonces, pensá que el buen desempeño en
el estudio es fruto de una práctica constante, un "entrenamiento" que sigue algunas
pautas. ¿Cuáles son éstas? Sigue los enlaces:
Necesitas un lugar "tuyo". Por muy cálida que sea la cocina de tu casa, con
su mesa grande y su luz potente, es un lugar de paso que siempre alguien
va a necesitar. El lugar tiene que ser "tuyo" por un tiempo (si no hay nadie
en casa, la mesa de la cocina puede servir). Si tenés tu propio dormitorio,
excelente. Si lo compartís, aseguráte un tiempo exclusivo para vos
(hablando la gente se entiende). Una mesita para trabajar y buena
iluminación hacen el resto.
La semana y las materias son muchas y las obligaciones más aún. Lo ideal
es llevar una agenda, rigurosamente, día a día. También puede ser útil una
"agenda mural". Es sencillo, en una cartulina grande, diseñá los casilleros
de uno o dos meses; pegálo cerca de tu mesa de trabajo o cerca de tu
cama; tendrás que anotar las tareas para cada día. Por ejemplo, martes:
llevar tarea de sociales; miércoles: llevar elementos de dibujo; jueves,
estudiar Matemática; etc. Luego, una vez terminado un mes, lo renovarás
con el diseño correspondiente al próximo. Los cinco minutos diarios que
insume anotar al volver de la escuela todas las obligaciones, los recuperarás
con creces luego evitando los «me olvidé de estudiar», «¿qué había
para…?», «tengo que llamar a Fulanito para que me diga qué hay que hacer
para…», cuestiones, todas ellas, que quitan mucho tiempo al estudio y
hacen que tu rendimiento se empobrezca.
UN HORARIO ESTABLECIDO
Dentro de lo posible buscá tu horario personal de estudio y fijálo para el año. Si te gusta
estudiar cuando volvés de la escuela, o preferís descansar y luego estudiar, si te parece
mejor el mediodía, la tarde o la noche, lo que te haga sentir más cómodo, fijá tu horario
de acuerdo a ello, pero con la consigna: ¡A cumplirlo! ¿Cuánto tiempo? Una hora diaria
puede ser una buena medida para comenzar. Incluso podés valerte del reloj para
controlar el horario de inicio y de finalización, aunque sin caer en un control
exageradamente minucioso: no se trata de un partido de básquet.
6º No aflojar