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Cultura popular

Los términos cultura popular o baja cultura hacen referencia al conjunto de patrones
culturales y manifestaciones artísticas y literarias creadas o consumidas preferentemente
por el pueblo llano, por contraposición con una cultura académica, alta u oficial
centrada en medios de expresión tradicionalmente valorados como superiores y
generalmente más elitista y excluyente.

Dado que a lo largo de la historia, y por evidentes razones de supervivencia y medios


disponibles, el avance y modificación de la cultura ha tenido su punta de lanza en las
élites económicas y académicas, la cultura popular ha sido un elemento
comparativamente estático. Esto ha propiciado, a partir del siglo XIX, su uso como
referencia de identidad grupal por parte del pensamiento nacionalista, que ha basado en
dichas señas culturales la idea de pertenencia a una nación o territorio.

A lo largo del siglo XX, no obstante, la extensión de la escolarización en buena parte


del planeta unida a la emergencia de la cultura del ocio ha hecho que la cultura popular
abandone su carácter predominantemente estático para convertirse en un elemento
dinamizador que, en ocasiones, desborda la creatividad de las vanguardias académicas.
Así el cómic -a caballo entre pintura y literatura- o el jazz en el terreno musical han
acabado desbordando su condición marginal para instalarse como artes académicamente
reconocidas.

El retraso en la edad de incorporación de los jóvenes al mercado laboral ha facilitado su


condición de creadores y consumidores de productos culturales, llegando incluso a la
creación de subculturas propias, o tribus urbanas, con preferencias artísticas y
filosóficas específicas y alejadas del "mainstream" o línea de pensamiento mayoritaria.

La explotación comercial de los contenidos de la cultura popular es también, una vez


expurgados sus elementos más transgresores, un elemento importante en la formación
de la cultura de masas y un factor económico de relevancia a través de industrias como
las de la música, el cómic o el videojuego.

Cultura elitista

Elite o élite es un grupo minoritario dentro de una sociedad que tiene un estatus
superior al resto de integrantes de la misma.

Dentro de una misma sociedad pueden existir distintas élites, dependiendo de los
intereses particulares de cada una de ellas. La existencia de estas élites en plural se
relaciona con la creciente diferenciación de la sociedad. En la medida que distintos
campos sociales se van haciendo cada vez más autónomos (arte, economía, ciencia,
política, etc.), van emergiendo élites sectoriales que defienden sus propios puntos de
vista. Desde este ángulo, uno de los problemas centrales de las sociedades modernas es
la integración horizontal, es decir, el mantenimiento de relaciones medianamente
armónicas entre distintas élites sectoriales. Por otra parte, también presentan el desafío
de la integración vertical, esto es, el establecimiento de un contacto fluido con el común
de la población.
En la historia del pensamiento social este tema ha sido estudiado desde la antigüedad, a
partir de conceptos de sabiduría y virtud. No obstante, es hacia fines del siglo XVIII y
comienzos del XIX cuando la noción de élite cobra gran relevancia. La aparición del
término élite en el francés está íntimamente relacionado con los ideales republicanos, en
tanto el concepto simboliza la demanda de que quienes ejercen el poder deben ser
escogidos "por sus virtudes y sus méritos" y no por su origen familiar.

En términos analíticos, los padres de una Teoría de élites son Caetano Mosca y Vilfredo
Pareto, aún cuando algunos también consideran la relevancia fundacional de Robert
Michels, sobre todo por su ley sobre la creciente oligarquización de los partidos
políticos en particular y de las organizaciones sociales en general. Otro autor de gran
relevancia es Wright Mills, ya que él acuñó el término de élite de poder. Con este
concepto se hace referencia al núcleo de poder que en Estados Unidos se produce entre
las élites económicas, políticas y militares.

Actualmente existe cierto consenso en que las élites son necesarias en la sociedad y que
sería más bien quimérico pensar en su inexistencia[cita requerida]. De hecho, con la caída de
los socialismos reales y el ocaso de la utopía de una sociedad sin clases, las élites
vuelven lentamente a ocupar un lugar central en la teoría social. Lo propio de una teoría
de élites es el acento del conflicto entre distintas élites, así como también la imputación
de responsabilidad por el decurso que va adoptando la sociedad y, por último, el énfasis
en la agencia antes que en la estructura. De hecho, las élites pueden ser concebidas
como actores claves para posibilitar o impedir el cambio de una sociedad.

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